viernes, 21 de junio de 2013

Buen ardid (Enviado por Elisa Marchese. Extraído del libro “Pampa Argentina - FOGÓN de las tradiciones”)

Don Ciriaco le había prestado 200 pesos a su compadre Lucio Morales, pero con la confianza recíproca que se tenían, no le pidió recibo que le diese constancia del préstamo. Ocurrió que poco después los dos hombres se enojaron y no volvieron a hablarse, con lo que don Ciriaco empezó a tener serios temores por la platita prestada.
Entonces, ya que había jurado no volver a dirigirle la palabra, se dirigió a él por escrito, diciéndole más o menos:,,,”Y si no me mandás de guelta de correo los quinientos pesos que te presté la vez pasada, te llevo al jujao y te hago embargar el campito o la majada...”
Poco después recibió la contestación. Don Lucio estaba furioso: “Siempre había maliciao que vos eras un sinvergüenza -decía la carta- perro ahora me acabo de convencer. Un sinvergüenza y un ladrón. ¡Eso es lo que sos! Vos me prestaste solamente doscientos pesos, y no quinientos como ahora me reclamás...”
Don Ciriaco se sonrió por debajo de la nariz. Ahora ya tenía constancia de la deuda y se juntaría con su platita en cuando quisiera.

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