viernes, 21 de junio de 2013

INSTRUCCIONES PARA ARRUNAR UN (POSIBLE) BUEN DÍA Por Melisa Circelli

“Si el sueño fuera (como dicen) una tregua, un puro reposo de la mente, ¿por qué, si te despiertan bruscamente, sientes que te han robado una fortuna?” dice Borges en su poema titulado “Sueños”. Sentimos que nos han robado una fortuna porque así es. El sueno, el descansar, el dormir y soñar son definitivamente una fortuna para aquellos que desean escapar de los días, de la rutina, del trabajo, de los problemas y de las responsabilidades.
Para muchos, el soñar trae muchas más alegrías que cualquier día de sus vidas. Los sueños nos dan sonrisas, nos dejan realizar aquellas cosas que nos son tan imposibles. Allí, en aquel mundo situado en nuestras mentes, alcanzamos lo inalcanzable, vemos lo que nunca pudimos, descubrimos lo oculto, entendemos lo incomprensible. Allí, en aquel “país” los hechos más locos cobran vida y de una forma u otra obtienen un sentido.
Indiscutiblemente el soñar es una tregua, una tregua de la rutina, del día y de todo lo que trajo con él. Con el sueño conciliamos el día y la noche. Equilibramos las cosas. Ponemos en pausa la vida y descansamos. Interrumpimos todo lo que el día nos ha dejado y le ponemos un alto, para tornarnos así, en el sueño que con suerte, quizá logre estabilizar los malos sentimientos que la rutina diaria dispuso.
Asimismo es un reposo, pero no solo para la mente, sino también un reposo para el alma. Ambos descansan, y quizás, por única vez en el día se ponen de acuerdo. En soñar o no y en qué soñar y logran lo maravilloso. Nos dejan en aquel eterno lugar. Nos llevan al mundo del ensueño. Y así lo dejan todo a disposición de la imaginación, para que los inconvenientes del día se tornen en un sueño o, porque no, en una pesadilla.
Desgraciadamente para muchos, durante la vigilia somos incapaces de liberar la mente, de despreocuparnos y sonreír un poco. Por más fuerte que lo intentemos, fracasamos. Las complicaciones y preocupaciones cotidianas no asechan y sin otra salida, partimos a enfrentarlas.
Por eso es que el descanso con un buen sueño no puede dejar de ser una tregua a todo esto. Allí no debemos ni preocuparnos ni hacernos cargo de nada que no deseemos. Allí el mundo se expande y nos deja en nuestras manos un manojo de inimaginables posibilidades, las cuales solo dependen de nosotros y por supuesto, de nuestras ganas de soñar.
Entonces, sin duda, nos resulta inevitable ponernos de mal humor, y sentirnos mal luego de ser despertados bruscamente. Porque, aunque probablemente sin intención, nos han arruinado el día. Nos han quitado la fortuna de ese sueño que quizás lograría dejarnos contentos durante el día o mejorarnos el humor del día anterior. Nos han quitado la alegría que nos estaba dejando esa fantasía, que aunque sea solo un sueño, y que sepamos que es totalmente irreal, nos dejaba algo que nadie más puede ofrecernos y que es diferente en cada soñador.
Pero si desean pruebas por todo lo dicho, solo puedo darles mi testimonio…
Esta mañana alguien me ha robado el humor y la sonrisa.

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