domingo, 23 de junio de 2013

LA ESPERA ETERNA Por Melisa Circelli

“Hasta ese momento mi vida era monótona, aburrida, vacía… patética. Aquella mañana transcurrió exactamente igual que como lo habían hecho el resto durante toda mi vida; lenta y rutinariamente. Pero entonces, en aquella tarde todo cambio. Mi vida dio un giro y entonces  comprendí que ya nada sería igual…”
Así comienzan y terminan todas las historias, con cambios. De eso hablan todos los relatos, historias, guiones. De eso tratan todas las películas, series, cuentos. Todo habla sobre los cambios, para bien o para mal, pero cambios al fin.
Pero, ¿Qué pasa cuando nada cambia ni va a cambiar? Cuando todo permanece, cuando el cambio no es una probabilidad. Cuando la condena de la vida es simplemente la rutina, la fastidiosa y dolorosa rutina. Entonces ¿Qué pasa en ese momento en el cual realmente nada pasa? Si alguien sabe, exijo una respuesta.

Ciertamente nadie escribiría jamás una historia en donde todo fuera repetitivo y nunca sucediera nada. Por ese motivo nadie escribe o filma una película sobre alguien a quien nada le sucede. Porque si algún texto, rodaje o alguna otra cosa tiene esta trama, es para al fin de cuentas hablar de un cambio en algún momento de la historia.
Sin embargo, esas historias existen. Y esas personas siguen, esperan, continúan su rutinaria vida, esperan, el cambio no llega, se decepcionan. Sin embargo la espera nunca acaba. Nuevamente nada cambia, la decepción es mayor. Hasta que llega un momento en el que deciden esperar un poco más… solo un poco más.
¿Qué esperan? Algo, cualquier cosa que los saque de la rutina. Algo que acabe con eso en lo que se ha transformado la vida. Buscan sentir algo diferente, algo que les de una nueva expresión a ese rostro castigado por la espera. Estas personas tan solo esperan. Nacieron para esperar, a veces pacientes, otras veces totalmente inquietos. Pero al fin de cuentas ese único acto es su destino, la vida no les ha dado nada más que esa capacidad, la de esperar por algo que nunca llegará. La vida les ha dejado solo eso: un destino vacío y junto a él, la espera eterna.

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