viernes, 21 de junio de 2013

LA ESPOSA ABNEGADA (Anónimo, extraído de un Manual de la Caja de ahorros del año 1950)

Cuéntase que Gustavo Flaubert fue declarado cesante en su modesto empleo administrativo. Volvió a su casa atribulado. No era fácil encontrar acomodo en aquel rincón provinciano. Él no era muy apto para otras labores que no fueran las de la pluma.
Cuan do su mujer se enteró de lo sucedido asombró a Flaubert con una sonrisa que expresaba casi un sentimiento de satisfacción.
- ¡Hombre, no es para afligirse tanto!...
Y ante la mirada interrogadora del marido, prosiguió:
- ¿No decías que para ti era un tormento llenar planillas y copiar informes? ¿No te lamentabas de la falta de tiempo para poder escribir tus fantasías?
- Si, querida  repuso Flaubert con tristeza-; me gustaría mucho poder dedicarme por entero a escribir; pero mientras llegue la paga de las primeras producciones ¿de qué viviremos?
- Con el producto de nuestros ahorros.
- ¿De nuestros ahorros, dices? ¿Has podido ahorrar sobre mi flaco sueldo de oficinista?- - Si, Gustavo; acomodando los gastos a las entradas. ¿Recuerdas mi proposición de no tomar coche los domingos para llegar a la granja de nuestros amigos, porque la caminata resultaba saludable? ¿No advertiste que el botellón de vino contiene siempre un tercio escaso al comenzar las comidas? ¿Y la supresión del café porque a la noche produce insomnio? ¡Cuán fácilmente nos acostumbramos a la limitación de algunos pequeños placeres! ¡Y qué satisfacción la mía cada vez que apartaba unos francos para el fondo de reserva! Y cuándo tú te lamentabas de las tareas rutinarias que te robaban horas magníficas que hubieras podido dedicar a escribir, yo me decía: “Llegará un día en que mi Gustavo podrá disponer de todo su tiempo; y escribirá novelas; y viviremos de su producción literaria, y él se sentirá feliz, y yo, yo...”
- Y tú interrumpió Flaubert abrazándola tiernamente- , tú eres la más maravillosa de todas las mujeres; eres un ángel...
- ¡No, no, no!, me complace mucho más el modesto papel de esposa cuerda y sensata, de buena ama de casa, de compañera fiel de un hombre que será famoso por sus libros; porque estoy segura de que escribirás cosas admirables. Ya verás cómo nos arreglaremos mientras das término a esa novela que tienes empezada.
Y, efectivamente, aquel día comenzó la carrera brillante de uno de los más excelsos escritores de Francia. Sus novelas, consideradas como la más acabada muestra de perfección literaria, fueron posibles gracias a la sabia y previsora política doméstica de su abnegada compañera.

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