sábado, 25 de octubre de 2014

VALORES - por Jorge A. Dágata

        La lluvia de tres días lo ha dejado andar en paz esta noche que termina, con estrellas y barro, con las últimas luces ahogadas en el resplandor que crece para guiarlo.
Ha recorrido calle por calle, ha sentido en los buenos lugares que hizo falta más fuerza para seguir, y en los malos se ha encogido en su nada hasta esconderse en la primera sombra y estar vivo aún y no rendirse, para seguir andando aunque lo piensen desaparecido.
Lleva su fortuna detrás, tira y avanza, y adelante esa ansiedad de estas semanas que aplaca con pura paciencia, este apuro tan raro, un buen motivo, lo comprende, es tan pequeña y tan grande, nunca así se ha sentido, lleva detrás algo más que la taza prestada y el hoy y un poco más todavía, lo sabrá cuando llegue y separe, entierra las ruedas y mece, aprieta los dientes, sortea los charcos, cada vez más brillantes, cada vez más cerca.
Lleva detrás su tiempo niño abandonado, los desechos del mundo que quiere lindo y nuevo, tira y arrastra, lo que no pudo ser, lo que fue sin que pueda cambiarse, avanza y rompe y gana a cada paso unos gramos de luz que separan lo viejo de lo nuevo, lo nuevo de lo ausente, lo ausente con lo injusto revueltos en la noche que se acaba.
Un mate recibido, un gracias entregado, una pausa que apura las horas del amigo al que llaman sereno y le ha contado sus tormentos de noches sin dormir allá solo en la casa, y lo ha escuchado sonriendo la novedad inmensa de la suya, que ahora tiene llantos que no son dolor y mañanas que pagan las esperas, las dudas, el choque inevitable de tantos desencuentros, un mate recibido, un gracias entregado que vale por los labios que ha resecado el frío y vale más por ese roto silencio de sentirse escuchado.
Quiso entregar una moneda a la chica tambaleante que le ofrecía sus pechos para venderle la gana, pero no pudo hacerlo porque no la tenía, y ella y las demás festejaron un buen rato y él no supo si después, allá en la penumbra de la plaza, lloraba o reía mientras se alejaba.
Su furia le mandaba rayarle la pintura y patearlo a morir, pero ha pedido perdón al dios que siempre lo acompaña, refugiado como él, en la sombra, cuando lo provocan para encarcelarlo, y ha buscado un perdón para aquel hombre que le gesticulaba insultos, demorado por su culpa lo que dura un solo gesto. Sin querer lo había cruzado, apenas lo necesario para atracar el carrito de chapa con ruedas de bicicleta a la vereda repleta del local iluminado que nunca lo defrauda, lleno de tantas cosas tras las rejas. Tal vez el pobre hombre enfurecido vendrá a comprar algunas este día, tendrá otro dios generoso que lo complace sin esconderse, o una cuna también donde le sonríe su mañana. Si a lo mejor volvieran a cruzarse, entonces él sabrá dejarle libre el paso, tal vez el hombre tuvo una razón de apuro, lo salude, acelere y hayan comprendido, tal vez su dios ya lo haya perdonado.
Ahora baja un poco más, rueda al costado de los arroyitos que lo llevan al fondo de la calle, cansado y seguro, contento de este nuevo día en que podrán devolver la taza de arroz a la buena vecina, un tesoro de granos para los tres encierros de la lluvia.
Ha terminado su jornada de la noche y más tarde tendrá tiempo para separar los cartones del fierro, el cobre, el aluminio, los malos y los buenos recuerdos, pero antes gozará esta vida nueva de su casa, tan chiquita, que estará ahora mismo mamando su parte del arroz de la vecina, él podrá besarla y curará sus desalientos de llegar algunas madrugadas con el carro vacío y meciéndola en sus brazos liberados calmará ese frío de andar sin que lo vean.
Cuánto valdrá el cartón y cuánto el cobre, cómo es que cae el precio cuando cae la lluvia, que sean hoy dos tazas, una y una, y la balanza mire por lo duro que fue andar en el rastro inocente del agua, que resulte esta vez un poquito más fiel, unos gramos más justa.
Ya no será llegar y lo de siempre. Así la había imaginado, sana y alegre, y algo desde la confusión supo escucharlo. No besa en su carita rosada esa mancha oscura que siempre quiso torturarlo, no está su espalda abultada ni sus piernas torcidas, él quedó como un tonto al gritar que no hay en el mundo nada más hermoso. Es verdad, fue muy tonto, su mujer se lo ha dicho y los dos se han reído.
Él la hubiese querido tanto o más, como fuera, más no lo ve posible, cómo será, no sabe. Pero sabe que todos los mañanas será feliz si el carro se hace más lento por el peso y que nunca a su niña la correrán los otros ni quedará de lado cuando jueguen los otros,  ni tendrá que esconderse en una de esas sombras donde  hay un dios que puede comprenderlos, y una vez, cuando crezca, aprenderá a llenar los vacíos de lluvia con lo que haya, el azúcar, la harina, lo que otro necesite para que lleguen, renazcan y se queden, allá donde las calles y los solos callados se van borrando pero tiran y avanzan con sus noches pesadas y sus cunas livianas, los otros invisibles, esos nunca escuchados,  los siempre desaparecidos.

Anécdotas talmúdicas y de Rabinos famosos (Selección) Por Rabino Dr. Simón Moguilevsky

SOPORTAR NUESTRAS CARGAS

El Maguid de Dubno dio una memorable parábola respecto a la excesiva participación en negocios. Un joven iba caminando por la calle y cargaba un paquete sobre sus espaldas, cuando pasó un carro y el que lo manejaba lo invitó a subir y éste muy agradecido subió y se sentó, pero cargando el paquete, sin colocarlo sobre el piso. El cochero le preguntó el motivo de tan raro proceder y el joven le dijo que era muy amable su invitación para subir al carro, pero eso no significaba que debía cargar con su paquete.
-Tonto -le dijo el cochero- ¿no te das cuenta que al cargarte a ti, también cargo tu paquete?
Así como el Eterno nos da vida y nos conduce a través de ella, así también carga nuestras necesidades, inclusive nuestro sustento.

UN DÍA ANTES

Existe una leyenda respecto a un Rabino que era constantemente atormentado por el primer ministro de una nación gobernada por un rey déspota. Cierta vez el funcionario le dijo:
-Veo que usted tiene todas las respuestas a lo que le pregunto y ya que es tan inteligente, dígame ¿cuándo va usted a morir?
El Rabí se dio cuenta de que estaba en un grave problema. Si le decía una fecha lejana, el rey lo podría mandar a ejecutar con anterioridad, con lo cual probaría su equivocación. Obviamente si decía una fecha próxima, el déspota violento lo haría ejecutar de inmediato.
El Rabino pensó unos minutos y luego, con una sonrisa dijo:
-No sé exactamente cuándo, pero le puedo asegurar una cosa: voy a morir un día antes que usted.
Demás está decir que el primer ministro hizo lo más grandes esfuerzos para que el Rabino siguiera viviendo por mucho tiempo.

HONESTIDAD

Al poco tiempo de que el Rabino Iaakov Kamenetsky asumió el cargo como guía espiritual de la ciudad de Tzitevan, Lituania, vino un miembro de la comunidad para aconsejarse respecto de un hecho que le había sucedido en el correo, donde el empleado en vez de darle vuelto de un billete de 10 de la moneda del lugar, le dio vuelto de 100. Rabí Iaakov le dijo que de acuerdo con nuestros sabios hay que se honesto tanto con los propios como con lo gentiles y lo invitó a que devolviera el dinero.
Tiempo después, el Rabino estuvo en el correo y el mismo empleado le dio más estampillas de las que había solicitado y el Rabino se las devolvió. La sonrisa astuta del empleado lo convenció de que estaba probando si el nuevo Rabino era honesto o no. Y en verdad quedó encantado de tener la oportunidad de demostrar su conducta en aras de la Santificación del Nombre del Eterno.
Después de la guerra supo que ese empleado había sido uno de los pocos que habían estado dispuestos a esconder a los judíos de los nazis.

DONDE MORA EL ETERNO

Cuando el Rabí de Kotzk era pequeño, le preguntaron:
-¿Dónde mora el Eterno?
Y respondió:
-En todo lugar donde lo dejan entrar.

SILENCIO
Uno de los sabios más conocidos del judaísmo polaco, Rabí Meir Ijiel de Ostrovska,
era muy conocido por sus silencios y hablaba únicamente en caso de extrema necesidad.
Uno de sus discípulos le preguntó el motivo de su conducta y respondió
-Soy hijo de panadero y mi padre me enseñó que el arte de obtener un buen pan consiste en tener el horno cerrado para que haya más calor dentro de él. Es por eso que recapacito antes de pronunciar una palabra.

GANADORES DEL CONCURSO "CONTATE UN CUENTO VII"

La Escuela de Educación Secundaria Nº 3 “Carmelo Sánchez lleva adelante el proyecto Cultural “Contate un Cuento”. Se trata de un concurso literario narrativo que invita a los  a los jóvenes y adultos de nuestra ciudad, de toda la Argentina y de otros países a desplegar su creatividad. Hoy nuevamente el objetivo está cumplido y la séptima edición cuenta con nuevos ganadores …

Categoría A: Jóvenes de 12 y 13 años 
Premio Compartido
“ El amor después del amor” obra perteneciente a Milagros Johana López, alumna de 2º año  E.S. Nº 1 de Napaleofú 

“Mi muñeca de trapo y yo” de  Federica Diez Manetti, alumna de 1º año de E.S. Nº 3 “Carmelo Sánchez” de Balcarce

Mención de honor
“El proceso” de Juliana Patuto, alumna de  1º año E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez” de Balcarce
“No vi mi sombra reflejada” de Agustina Leguizamón, alumna de 2º años de E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez” de Balcarce
“El secreto del espejo” de Ana Josefina Blanco, alumna de 2º año de E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez” de Balcarce

Categoría B: jóvenes de 14 y 15 años
Ganador
“La máquina del tiempo” de Constanza del Rosario Pérez, alumna de 4º año de E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez” de Balcarce

Mención de honor
“La enfermedad que cambió a Nicolás” de Macarena Pérez, alumna de 3º de E.S.T Nº 1 de Lobería
“Nacimos para morir juntos” de Guadalupe Felix Marsal, alumna de 3º año de E.S. Nº 1 de Napaleofú
“Diario de las pesadillas” de Santiago Dadin, alumno de 3º año de E.S.Nº 1 “Antonio G. Balcarce” de Balcarce


Categoría C: jóvenes de 16,17 y 18 años
Ganadora
“La musa” de Ana Clara de los Ángeles Romero, alumna de 5º año de E.S.Nº 1 “Antonio G. Balcarce” de Balcarce

Mención de honor
“¿Y dónde están mis zapatos?” de Gladys Aguilar, alumna de 6º año de E.S.Nº 1 “Antonio G. Balcarce” de Balcarce
“Entre el amor y la música” de Damaris Lorena Chirizola, alumna de 6º año de E.S. Nº 1 “Antonio G. Balcarce” de Balcarce
“La elegida” de Eugenio Cuccioletta , alumno de  3° año del Colegio Leopoldo Lugones  N° 8215 de Santa Fe

Categoría D: adultos
Ganador
“Palabra santa o un punto fuera de recta” de Ernesto Daniel Bollini de Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Mención de Honor
“Ángeles sin alas” de Viviana Martínez  de la ciudad de Balcarce
“La protesta de los viejitos” de Ricardo Gustavo Creimer de la ciudad de  La Plata
“Una mochila de Mickey” de Mariano Contreras de la ciudad de Lobos, provincia de Bs.As.

MENCIÓN ESPECIAL DEL  JURADO
“El ermitaño” de Tobías Almada alumno de 2º grado de Colegio Isaac Newton, Mar del Plata

      Hubo un total de 153 participantes. Entre las escuelas intervinientes, además de las ganadoras, se encontraron: E.S.B Nº 4, la E.S. Nº 4, la E.S.B. Nº 6, la E.S.Nº 8,  el Colegio Santa Rosa de Lima y el Colegio San José, de la ciudad de Balcarce. La E.S.Nº 2 de Lobería ,la E.S.Nº 3 de San Manuel,  la E.S.Nº 4 de Tamangueyú, la E.S.Nº 5 de Lobería, la Esc. de Educación Agraria N° 1 de Lobería, el CED de Otamendi; la E.ST. Nº 1 de Miramar; Colegio don Orione de Tigre, Escuela 123 de Trelew, la escuela Fuente de Moral de Córdoba, España, Colegio Atlántico del Sur de Mar del Plata, CAI de Avellaneda . En la categoría Adultos hubo participantes de la ciudades de Balcarce, Mar del Plata, Miramar, Lobería, Ciudad Autónoma de Bs.As., Avellaneda, Ramos Mejías, Caballito , Vicente López, San Fernando, Tres de Febrero, San José (Entre Ríos), Acassuso, Matanzas (Venezuela), Zaragoza (España), Marbella (Málaga) .
 El jurado estuvo integrado en esta oportunidad por las Inspectoras de Secundaria Lourdes Ochoa (categoría A) , la Inspectora de Educación Primaria Mónica Arriegue (categoría B), la Inspectora de Psicología Social Juana Benites (categoría C) , la directora de la E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez” (categoría B y C), Vicedirectora de la E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez” (categoría A y D) y las profesoras Idelsa Arcuri y María Angélica Pajín y el escritor Ezequiel Feito . 
 Esperamos a todos los ganadores y participantes en el acto de premiación que se realizará el día 31 de octubre a partir de las 9hs. en nuestro establecimiento sito en calle 32 Nº 1026. Los ganadores serán premiados con un MP3 auricular inalámbrico donado por los gremios docentes y libros. Los cuentos ganadores y menciones próximamente aparecerán en este semanario y en el blog de Rescatados del Fuego (http://rescatadosdelfuego.blogspot.com.ar) y todos los participantes recibirán un libro donado por el Ministerio de Educación de La Nación, por ello el equipo directivo y la profesora coordinadora Paola Alessio agraden al Asesor Daniel Pico

  El hombre, al narrar, no sólo organiza su propia experiencia sino que, también, construye la memoria individual y social. La narración está presente en todos los tiempos, en todos los lugares, en todas las sociedades, comienza con la historia misma de la humanidad, y es nada menos que la organización discursiva de la historia. Aprender a narrar, entonces, es una conquista de vital importancia porque implica referir acciones humanas dotadas de intencionalidad organizar los hechos temporal y causalmente . Estamos orgullosos de haber creado este espacio que convoca cada año a más participantes y como decimos siempre“Mientras haya alguien que quiera contar, mientras haya alguien que quiera escribir, mientras haya un joven con ganas de imaginar, “Contate un cuento” existirá.

sábado, 18 de octubre de 2014

El placer de vagabundear - Por Roberto Arlt

         Comienzo por declarar que creo que para vagabundear se necesitan excepcionales condiciones de soñador. Ya lo dijo el ilustre Macedonio Fernández: "No toda es vigilia la de los ojos abiertos".
Digo esto porque hay vagos, y vagos. Entendámonos. Entre el "crosta" de botines destartalados, pelambre mugrientosa y enjundia con más grasa que un carro de matarife, y el vagabundo bien vestido, soñador y escéptico, hay más distancia que entre la Luna y la Tierra.
Salvo que ese vagabundo se llame Máximo Gorki, o Jack London, o Richepin.
Ante todo, para vagar hay que estar por completo despojado de prejuicios y luego ser un poquitín escéptico, escéptico como esos perros que tienen la mirada de hambre y que cuando los llaman menean la cola, pero en vez de acercarse, se alejan, poniendo entre su cuerpo y la humanidad, una respetable distancia.
Claro está que nuestra ciudad no es de las más apropiadas para el atorrantismo sentimental, pero ¡qué se le va a hacer!
Para un ciego, de esos ciegos que tienen las orejas y los ojos bien abiertos inútilmente, nada hay para ver en Buenos Aires, pero, en cambio, ¡qué grandes, qué llenas de novedades están las calles de la ciudad para un soñador irónico y un poco despierto! ¡Cuántos dramas escondidos en las siniestras casas de departamentos! ¡Cuántas historias crueles en los semblantes de ciertas mujeres que pasan! ¡Cuánta canallada en otras caras! Porque hay semblantes que son como el mapa del infierno humano. Ojos que parecen pozos. Miradas que hacen pensar en las lluvias de fuego bíblico. Tontos que son un poema de imbecilidad.
Granujas que merecerían una estatua por buscavidas. Asaltantes que meditan sus trapacerías detrás del cristal turbio, siempre turbio, de una lechería. El profeta, ante este espectáculo, se indigna. El sociólogo construye indigestas teorías. El papanatas no ve nada y el vagabundo se regocija. Entendámonos. Se regocija ante la diversidad de tipos humanos. Sobre cada uno se puede construir un mundo. Los que llevan escritos en la frente lo que piensan, como aquellos que son más cerrados que adoquines, muestran su pequeño secreto... el secreto que los mueve a través de la vida como fantoches.
A veces lo inesperado es un hombre que piensa matarse y que lo más gentilmente posible ofrece su suicidio como un espectáculo admirable y en el cual el precio de la entrada es el terror y el compromiso en la comisaría seccional. Otras veces lo inesperado es una señora dándose de cachetadas con su vecina, mientras un coro de mocosos se prende de las polleras de las furias y el zapatero de la mitad de cuadra asoma la cabeza a la puerta de su covacha para no perder el plato.
Los extraordinarios encuentros de la calle. Las cosas que se ven. Las palabras que se escuchan. Las tragedias que se llegan a conocer. Y de pronto, la calle, la calle lisa y que parecía destinada a ser una arteria de tráfico con veredas para los hombres y calzada para las bestias y los carros, se convierte en un escaparate, mejor dicho, en un escenario grotesco y espantoso donde, como en los cartones de Goya, los endemoniados, los ahorcados, los embrujados, los enloquecidos, danzan su zarabanda infernal.
Porque, en realidad, ¿qué fue Goya, sino un pintor de las calles de España? Goya, como pintor de tres aristócratas zampatortas, no interesa. Pero Goya, como animador de la canalla de Moncloa, de las brujas de Sierra Divieso, de los bigardos monstruosos, es un genio. Y un genio que da miedo.
Y todo eso lo vio vagabundeando por las calles.
La ciudad desaparece. Parece mentira, pero la ciudad desaparece para convertirse en un emporio infernal. Las tiendas, los letreros luminosos, las casas quintas, todas esas apariencias bonitas y regaladoras de los sentidos, se desvanecen para dejar flotando en el aire agriado las nervaduras del dolor universal. Y del espectador se ahuyenta el afán de viajar. Más aún: he llegado a la conclusión de que aquél que no encuentra todo el universo encerrado en las calles de su ciudad, no encontrará una calle original en ninguna de las ciudades del mundo. Y no las encontrará, porque el ciego en Buenos Aires es ciego en Madrid o Calcuta...
Recuerdo perfectamente que los manuales escolares pintan a los señores o caballeritos que callejean como futuros perdularios, pero yo he aprendido que la escuela más útil para el entendimiento es la escuela de "la calle, escuela agria, que deja en el paladar un placer agridulce y que enseña todo aquello que los libros no dicen jamás. Porque, desgraciadamente, los libros los escriben los poetas o los tontos.
Sin embargo, aún pasará mucho tiempo antes de que la gente se dé cuenta de la utilidad de darse unos baños de multitud y de callejeo. Pero el día que lo aprendan serán más sabios, y más perfectos y más indulgentes, sobre todo. Sí, indulgentes. Porque más de una vez he pensado que la magnífica indulgencia que ha hecho eterno a Jesús, derivaba de su continua vida en la calle. Y de su comunión con los hombres buenos y malos, y con las mujeres honestas y también con las que no lo eran.

Aguafuertes porteñas

El origen del mal Por León Tolstoi

         En medio de un bosque vivía un ermitaño, sin temer a las fieras que allí moraban. Es más, por concesión divina o por tratarlas continuamente, el santo varón entendía el lenguaje de las fieras y hasta podía conversar con ellas.
En una ocasión en que el ermitaño descansaba debajo de un árbol, se cobijaron allí, para pasar la noche, un cuervo, un palomo, un ciervo y una serpiente. A falta de otra cosa para hacer y con el fin de pasar el rato, empezaron a discutir sobre el origen del mal.
-El mal procede del hambre- declaró el cuervo, que fue el primero en abordar el tema.
Cuando uno come hasta hartarse, se posa en una rama, grazna todo lo que le viene en gana y las cosas se le antojan de color de rosa. Pero, amigos, si durante días no se prueba bocado, cambia la situación y ya no parece tan divertida ni tan hermosa la naturaleza. ¡Qué desasosiego! ¡Qué intranquilidad siente uno! Es imposible tener un momento de descanso. Y si vislumbro un buen pedazo de carne, me abalanzo sobre él, ciegamente. Ni palos ni piedras, ni lobos enfurecidos serían capaces de hacerme soltar la presa. ¡Cuántos perecemos como víctimas del hambre! No cabe duda de que el hambre es el origen del mal.
El palomo se creyó obligado a intervenir, apenas el cuervo hubo cerrado el pico.
-Opino que el mal no proviene del hambre, sino del amor. Si viviéramos solos, sin hembras, sobrellevaríamos las penas. Más ¡ay!, vivimos en pareja y amamos tanto a nuestra compañera que no hallamos un minuto de sosiego, siempre pensando en ella "¿Habrá comido?», nos preguntamos. "¿Tendrá bastante abrigo?» Y cuando se aleja un poco de nuestro lado, nos sentimos como perdidos y nos tortura la idea de que un gavilán la haya despedazado o de que el hombre la haya hecho prisionera. Empezamos a buscarla por doquier, con loco afán; y, a veces, corremos hacia la muerte, pereciendo entre las garras de las aves de rapiña o en las mallas de una red. Y si la compañera desaparece, uno no come ni bebe; no hace más que buscarla y llorar. ¡Cuántos mueren así entre nosotros! Ya ven que todo el mal proviene del amor, y no del hambre.
-No; el mal no viene ni del hambre ni del amor -arguyó la serpiente.
El mal viene de la ira. Si viviésemos tranquilos, si no buscásemos pendencia, entonces todo iría bien. Pero, cuando algo se arregla de modo distinto a como quisiéramos, nos arrebatamos y todo nos ofusca. Sólo pensamos en una cosa: descargar nuestra ira en el primero que encontramos.
Entonces, como locos, lanzamos silbidos y nos retorcemos, tratando de morder a alguien. En tales momentos, no se tiene piedad de nadie; mordería uno a su propio padre o a su propia madre; podríamos comernos a nosotros mismos; y el furor acaba por perdernos. Sin duda alguna, todo el mal viene de la ira.
El ciervo no fue de este parecer.
-No; no es de la ira ni del amor ni del hambre de donde procede el mal, sino del miedo. Si fuera posible no sentir miedo, todo marcharía bien. Nuestras patas son ligeras para la carrera y nuestro cuerpo vigoroso. Podemos defendernos de un animal pequeño, con nuestros cuernos, y la huida nos preserva de los grandes. Pero es imposible no sentir miedo. Apenas cruje una rama en el bosque o se mueve una hoja, temblamos de terror. El corazón palpita, como si fuera a salirse del pecho, y echamos a correr. Otras veces, una liebre que pasa, un pájaro que agita las alas o una ramita que cae, nos hace creer que nos persigue una fiera; y salimos disparados, tal vez hacia el lugar del peligro. A veces, para esquivar a un perro, vamos a dar con el cazador; otras, enloquecidos de pánico, corremos sin rumbo y
caemos por un precipicio, donde nos espera la muerte. Dormimos preparados para echar a correr; siempre estamos alerta, siempre llenos de terror. No hay modo de disfrutar de un poco de tranquilidad. De ahí deduzco que el origen del mal está en el miedo.
Finalmente intervino el ermitaño y dijo lo siguiente:
-No es el hambre, el amor, la ira ni el miedo, la fuente de nuestros males, sino nuestra propia naturaleza. Ella es la que engendra el hambre, el amor, la ira y el miedo.

Frases de RL Stevenson

- Las mentiras más crueles son dichas en silencio.

- Guárdate tus miedos, pero comparte tu valentía con otros.

- Mi memoria es magnífica para olvidar.

- Cuando amamos servimos; Cuando somos amamos por otros, casi diría que somos imprescindibles; No        hay hombre inútil mientras tenga un amigo.

 -Viajar esperanzadamente es mejor que llegar.

Escribir con una gata encima Por Ezequiel Feito

Escribir con una gata encima
puede ser exagerado,
pero así es; se ha acostado
entre el papel y la rima,
y como bien desafina
el verso salió maullado.
Borró con la pata una estrofa
y cinco comparaciones
No le miento, fue a la hoja
y empezó a escribir también.
Ahora me encuentro bien
acomodada a la mesa;
mis patas, el verso empieza
sin saber cómo ni porqué;
porque esto que están leyendo
- pues borré lo que había escrito-
es lo que una pata hizo
y otra la pasó a pecé.

PASAJEROS Por Ana María Broglio

La vida, qué es la vida sino aliento
que el divino universo nos regala,
arena en un reloj que se resbala
grano a grano de cara al firmamento.

Un cruce de planetas, movimiento,
suspiro que se inhala y que se exhala
y que vano se esfuma en la antesala
sin haber comprendido el fundamento.

Qué es la vida pregunto sumergida
en ese terco soplo de confianza
que permite esforzarse en los senderos

y qué es la vida, digo, qué es la vida
si no es esa utopía que nos lanza
hacia adelante siendo pasajeros.

NAVEGAR TU RECUERDO Por María Itza

Desgarré tu recuerdo con un ronco gemido
di tu esencia al implacable viento
Clavel del aire tu presencia ida
ancló en mi cielo gris desconsolado
Pasé tu amor por un cedazo como copos de harina
lo trituré para saberlo y fuimos dos pedazos
de la misma cadena
en la sangrienta sombra del olvido.
Grité tu nombre y te apreté a mi pecho
corazón de relámpagos sin luces
Tórtola del invierno hoy aferré tu mano
con el hambre de siglos que llamamos amor.
Un silencio de abejas te protegió en sus mieles
me estampé en tu cintura para beberte toda
sólo entonces me dejé morir con la certeza
de ser parte con vos en torrenciales lluvias
después de ser el uno para el otro
panadera de espigas con los dedos cereales
rompiste mi equilibrio por un largo momento
con la canción traidora de la muerte
hoy dejo mi silencio como ofrenda
en panales vacíos con amargos sabores
un latir de corazón quemado me para en el camino
hasta que vuelva a verte.

YO FUI TU AMANTE Por Rafael Serrano Ruiz

Eras el sol que alumbraba mis mañanas
pensar que tus palabras no eran vanas
De mis manos tenías lo que pedías
Tan sólo te di lo que querías.
Te ofrecí lo que sentías;
me alegro por ti pues no fingías
Pero amor, lo que se dice amor, no dabas.
ni un sentimiento, ni una palabra. Querías, gozabas.
Creías que me poseías
cuando tan solo te satisfacías
en un sinfín de noches frías
De ti me fui como llegué
No te puedes enfadar; nada me diste…
que no quisieras. Nada te pude ofrecer, pues no pediste;
tomaste, arrollaste y tu pasión consumiste
disfrazada de amor ¡Cosa más triste!
Así que estamos en paz, nada te debo
Lo dado por lo servido
Y con un abrazo y un beso
sin pensar en lo perdido
con cariño me despido.
Mas al verte tan mujer me digo: ¡Viva el salero!
Pero para otro, porque eso, sólo eso, yo no lo quiero
Busco frases de amor ¿Qué encuentro?
Busco hechos de amor ¿Deseos?¿Pasiones?
¡No!, Sentimientos y emociones,
Eso que no puedes dar, que dices te hace vivir,
caminar y luchar, quemó tu vida
y por eso.
Yo fui tu amante.
Tu mi querida.

sábado, 11 de octubre de 2014

Los tres pelos de oro del diablo - Por los hermanos Jacob & Wilhelm Grimm

        Érase una vez una mujer muy pobre que dio a luz un niño. Como el pequeño vino al mundo envuelto en la tela de la suerte, predijéronle que al cumplir los catorce años se casaría con la hija del Rey.
Ocurrió que unos días después el Rey pasó por el pueblo, sin darse a conocer, y al preguntar qué novedades había, le respondieron:
Uno de estos días ha nacido un niño con una tela de la suerte. A quien esto sucede, la fortuna lo protege. También le han pronosticado que a los catorce años se casará con la hija del Rey.
El Rey, que era hombre de corazón duro, se irritó al oír aquella profecía y, yendo a encontrar a los padres, les dijo con tono muy amable:
-Vosotros sois muy pobres; dejadme, pues, a vuestro hijo, que yo lo cuidaré.
Al principio, el matrimonio se negaba, pero al ofrecerles el forastero un buen bolso de oro, pensaron:
«Ha nacido con buena estrella; será, pues, por su bien». Y, al fin, aceptaron y le entregaron el niño.
El Rey lo metió en una cajita y prosiguió con él su camino, hasta que llegó al borde de un profundo río. Arrojó al agua la caja, y pensó: «Así he librado a mi hija de un pretendiente bien inesperado». Pero la caja, en lugar de irse al fondo, se puso a flotar como un barquito, sin que entrara en ella ni una gota de agua. Y así continuó, corriente abajo, hasta cosa de dos millas de la capital del reino, donde quedó detenida en la presa de un molino. Uno de los mozos, que por fortuna se encontraba presente y la vio, sacó la caja con un gancho, creyendo encontrar en ella algún tesoro. Al abrirla ofrecióse a su vista un hermoso chiquillo, alegre y vivaracho. Llevólo el mozo al molinero y su mujer que, como no tenían hijos, exclamaron:
-¡Es Dios que nos lo envía!
Y cuidaron con todo cariño al niño abandonado, el cual creció en edad, salud y buenas cualidades. He aquí que un día el Rey, sorprendido por una tempestad, entró a guarecerse en el molino y preguntó a los molineros si aquel guapo muchacho era hijo suyo.
No respondieron ellos, es un niño expósito; hace catorce años que lo encontramos en una caja, en la presa del molino. Comprendió el Rey que no podía ser otro sino aquel niño de la suerte que había arrojado al río y dijo:
-Buena gente, ¿dejaríais que el chico llevara una carta mía a la Señora Reina? Le daré en pago dos monedas de oro.
-¡Cómo mande el Señor Rey! respondieron los dos viejos, y mandaron al mozo que se preparase. El Rey escribió entonces una carta a la Reina, en los siguientes términos: «En cuanto se presente el muchacho con esta carta, lo mandarás matar y enterrar, y esta orden debe cumplirse antes de mi regreso».
Púsose el muchacho en camino con la carta, pero se extravió, y al anochecer llegó a un gran bosque. Vio una lucecita en la oscuridad y se dirigió allí, resultando ser una casita muy pequeña. Al entrar sólo había una anciana sentada junto al fuego, la cual asustóse al ver al mozo y le dijo:
-¿De dónde vienes y adónde vas?
-Vengo del molino respondió él y voy a llevar una carta a la Señora Reina. Pero como me extravié, me gustaría pasar aquí la noche.
-¡Pobre chico! replicó la mujer. Has venido a dar en una guarida de bandidos, y si vienen te matarán.
-Venga quien venga, no tengo miedo contestó el muchacho. Estoy tan cansado que no puedo dar un paso más.
Y tendiéndose sobre un banco, se quedó dormido en el acto.
A poco llegaron los bandidos y preguntaron, enfurecidos, quién era el forastero que allí dormía.
-¡Ay! dijo la anciana, es un chiquillo inocente que se extravió en el bosque; lo he acogido por compasión. Parece que lleva una carta para la Reina.
Los bandoleros abrieron el sobre y leyeron el contenido de la carta, es decir, la orden de que se diera muerte al mozo en cuanto llegara. A pesar de su endurecido corazón, los ladrones se apiadaron, y el capitán rompió la carta y la cambió por otra en la que ordenaba que al llegar el muchacho lo casasen con la hija del Rey. Dejáronlo luego descansar tranquilamente en su banco hasta la mañana y, cuando se despertó, le dieron la carta y le mostraron el camino.
La Reina, al recibir y leer la misiva, se apresuró a cumplir lo que en ella se le mandaba. Organizó una boda magnífica, y la princesa fue unida en matrimonio al favorito de la fortuna. Y como el muchacho era guapo y apuesto, su esposa vivía feliz y satisfecha con él.
Transcurrido algún tiempo, regresó el Rey a palacio y vio que se había cumplido el vaticinio: el niño de la suerte se había casado con su hija.
-¿Cómo pudo ser eso? preguntó. En mi carta daba yo una orden muy distinta.
Entonces la Reina le presentó el escrito, para que leyera él mismo lo que allí decía. Leyó el Rey la carta y se dio cuenta de que había sido cambiada por otra. Preguntó entonces al joven qué había sucedido con el mensaje que le confiara, y por qué lo había sustituido por otro.
-No sé nada respondió el muchacho. Debieron de cambiármela durante la noche, mientras dormía en la casa del bosque.
-Esto no puede quedar así dijo el Rey encolerizado. Quien quiera conseguir a mi hija debe ir antes al infierno y traerme tres pelos de oro de la cabeza del diablo. Si lo haces, conservarás a mi hija. Esperaba el Rey librarse de él para siempre con aquel encargo; pero el afortunado muchacho respondió:
-Traeré los tres cabellos de oro. El diablo no me da miedo.
Se despidió de su esposa y emprendió su peregrinación.
Condújolo su camino a una gran ciudad; el centinela de la puerta le preguntó cuál era su oficio y qué cosas sabía.
-Yo lo sé todo contestó el muchacho.
-En este caso podrás prestarnos un servicio dijo el guarda. Explícanos por qué la fuente de la plaza, de la que antes manaba vino, se ha secado y ni siquiera da agua.
-Lo sabréis afirmó el mozo; pero os lo diré cuando vuelva.
Siguió adelante y llegó a una segunda ciudad, donde el guarda de la muralla le preguntó, a su vez, cuál era su oficio y qué cosas sabía.
-Yo lo sé todo repitió el muchacho.
-Entonces puedes hacernos un favor. Dinos por qué un árbol que tenemos en la ciudad, que antes daba manzanas de oro, ahora no tiene ni hojas siquiera.
-Lo sabréis respondió él, pero os lo diré cuando vuelva.
Prosiguiendo su ruta, llegó a la orilla de un ancho y profundo río, que había de cruzar. Preguntóle el barquero qué oficio tenía y cuáles eran sus conocimientos.
-Lo sé todo respondió él.
-Siendo así, puedes hacerme un favor prosiguió el barquero. Dime por qué tengo que estar bogando eternamente de una a otra orilla, sin que nadie venga a relevarme.
-Lo sabrás replicó el joven, pero te lo diré cuando vuelva.
Cuando hubo cruzado el río, encontró la entrada del infierno. Todo estaba lleno de hollín; el diablo había salido, pero su ama se hallaba sentada en un ancho sillón.
-¿Qué quieres? preguntó al mozo; y no parecía enfadada.
-Quisiera tres cabellos de oro de la cabeza del diablo respondióle él, pues sin ellos no podré conservar a mi esposa.
-Mucho pides respondió la mujer. Si viene el diablo y te encuentra aquí, mal lo vas a pasar. Pero me das lástima; veré de ayudarte.
Y, transformándolo en hormiga, le dijo:
-Disimúlate entre los pliegues de mi falda; aquí estarás seguro.
-Bueno respondió él, no está mal para empezar; pero es que, además, quisiera saber tres cosas: por qué una fuente que antes manaba vino se ha secado y no da ni siquiera agua; por qué un árbol que daba manzanas de oro no tiene ahora ni hojas, y por qué un barquero ha de estar bogando sin parar de una a otra orilla, sin que nunca lo releven.
-Son preguntas muy difíciles de contestar dijo la vieja, pero tú quédate aquí tranquilo y callado y presta atento oído a lo que diga el diablo cuando yo le arranque los tres cabellos de oro.
Al anochecer llegó el diablo a casa, y ya al entrar notó que el aire no era puro:
-¡Huelo, huelo a carne humana! dijo; aquí pasa algo extraño.
Y registró todos los rincones, buscando y rebuscando, pero no encontró nada. El ama le increpó:
-Yo venga barrer y arreglar; pero apenas llegas tú, lo revuelves todo. Siempre tienes la carne humana pegada en las narices. ¡Siéntate y cena, vamos!
Comió y bebió y, como estaba cansado, puso la cabeza en el regazo del ama, pidiéndole que lo despiojara un poco.
A los pocos minutos dormía profundamente, resoplando y roncando. Entonces, la vieja le agarró un cabello de oro y, arrancándoselo, lo puso a un lado.
-¡Uy! gritó el diablo, ¿qué estás haciendo?
-He tenido un mal sueño respondió la mujer y te he tirado de los pelos.
-¿Y qué has soñado? preguntó el diablo.
-He soñado que una fuente de una plaza de la que manaba vino, se había secado y ni siquiera salía agua de ella. ¿Quién tiene la culpa?
-¡Oh, si lo supiesen! contestó el diablo. Hay un sapo debajo de una piedra de la fuente; si lo matasen volvería a manar vino.
La vieja se puso a despiojar al diablo, hasta que lo vio nuevamente dormido, y roncando de un modo que hacía vibrar los cristales de las ventanas. Arrancóle entonces el segundo cabello.
-¡Uy!, ¿qué haces? gritó el diablo, montando en cólera.
-No lo tomes a mal excusóse la vieja, es que estaba soñando.
-¿Y qué has soñado ahora?
-He soñado que en un cierto reino crecía un manzano que antes producía manzanas de oro y, en cambio, ahora ni hojas echa. ¿A qué se deberá esto?
-¡Ah, si lo supiesen! respondió el diablo. En la raíz vive una rata que lo roe; si la matasen, el árbol volvería a dar manzanas de oro; pero si no la matan, el árbol se secará del todo. Mas déjame tranquilo con tus sueños; si vuelves a molestarme te daré un sopapo.
La mujer lo tranquilizó y siguió despiojándolo, hasta que lo vio otra vez dormido y lo oyó roncar.
Cogiéndole el tercer cabello, se lo arrancó de un tirón. El diablo se levantó de un salto, vociferando y dispuesto a arrearle a la vieja; pero ésta logró apaciguarlo por tercera vez, diciéndole:
-¿Y qué puedo hacerle, si tengo pesadillas?
-¿Qué has soñado, pues? volvió a preguntar, lleno de curiosidad.
-He visto un barquero que se quejaba de tener que estar siempre bogando de una a otra orilla, sin que nadie vaya a relevarlo. ¿Quién tiene la culpa?
-¡Bah, el muy bobo! respondió el diablo. Si cuando le llegue alguien a pedirle que lo pase le pone el remo en la mano, el otro tendrá que bogar y él quedará libre.
Teniendo ya el ama los tres cabellos de oro y habiéndole sonsacado la respuesta a las tres preguntas, dejó descansar en paz al viejo ogro, que no se despertó hasta la madrugada.
Marchado que se hubo el diablo, la vieja sacó la hormiga del pliegue de su falda y devolvió al hijo de la suerte su figura humana.
-Ahí tienes los tres cabellos de oro díjole; y supongo que oirías lo que el diablo respondió a tus tres preguntas.
-Sí replicó el mozo, lo he oído y no lo olvidaré.
-Ya tienes, pues, lo que querías y puedes volverte.
Dando las gracias a la vieja por su ayuda, salió el muchacho del infierno, muy contento del éxito de su empresa. Al llegar al lugar donde estaba el barquero, pidióle éste la prometida respuesta.
-Primero pásame dijo el muchacho, y te diré de qué manera puedes librarte cuando estuvieron en la orilla opuesta, le transmitió el consejo del diablo. Al primero que venga a pedirte que lo pases, ponle el remo en la mano.
Siguió su camino y llegó a la ciudad del árbol estéril, donde salióle al encuentro el guarda a quien había prometido una respuesta. Repitióle las palabras del diablo:
-Matad la rata que roe la raíz y volverá a dar manzanas de oro.
Agradecióselo el guarda y le ofreció, en recompensa, dos asnos cargados de oro.
Finalmente, se presentó a las puertas de la otra ciudad, aquella en que se había secado la fuente, y dijo al guarda lo que oyera al diablo:
-Hay un sapo bajo una piedra de la fuente. Buscadlo y matadlo y volveréis a tener vino en abundancia.
Diole las gracias el guarda y, con ellas, otros dos asnos cargados de oro.
Al cabo, el afortunado mozo estuvo de regreso a palacio junto a su esposa, que sintió una gran alegría al verlo de nuevo, a la que contó sus aventuras.
Entregó al Rey los tres cabellos de oro del diablo, y al reparar el monarca en los cuatro asnos con sus cargas de oro, díjole muy contento:
-Ya que has cumplido todas las condiciones, puedes quedarte con mi hija. Pero, querido yerno, dime de dónde has sacado tanto oro. ¡Es un tesoro inmenso!
-He cruzado un río respondióle el mozo y lo he cogido en la orilla opuesta, donde hay oro en vez de arena.
-¿Y no podría yo ir a buscar un poco? preguntó el Rey, que era muy codicioso.
-Todo el que queráis dijo el joven. En el río hay un barquero que os pasará, y en la otra margen podréis llenar los sacos.
El avaro rey se puso en camino sin perder tiempo, y al llegar al río hizo seña al barquero de que lo pasara. El barquero le hizo montar en la barca y, antes de llegar a la orilla opuesta, poniéndole en la mano la pértiga, saltó a tierra.
Desde aquel día, el Rey tiene que estar bogando; es el castigo por sus pecados.
-¿Y está bogando todavía?
-¡Claro que sí! Nadie ha ido a quitarle la pértiga de la mano.

sábado, 4 de octubre de 2014

PENSAMIENTOS DE SARMIENTO (Selección)

       Las altas cuestiones filosóficas, religiosas, políticas y sociales pertenecen al dominio de la razón formada; a los niños sólo debe enseñárseles aquello que eleva el corazón, contiene las pasiones, y los prepara a entrar en la sociedad.
("Recuerdos de  Provincia",   Edic. Bibl. de la Nación, pág. 314).


Los ferrocarriles han hecho más por el adelanto de los pueblos que las más profundas revoluciones políticas. Multiplicar los ferrocarriles es pues reconquistar para la civilización, para la industria, para la libertad, el terreno que nos había arrebatado la barbarie y la holgazanería.
("Discursos Populares", Cáp. 41).


El poder, la riqueza y la fuerza de una nación dependen de la capacidad industrial, moral e intelectual de los individuos que la componen; y la educación pública no debe tener otro fin que el aumentar estas fuerzas de producción, de acción y de dirección, aumentando cada vez más el número de individuos que las posean.
("Educación Popular", Cap. Instrucción pública, E. 1915, Biblioteca Argentina).


La Escuela es en lo moral lo que la palanca de Arquímedes en lo físico: el más vulgar y conocido mecanismo humano, la más colosal de las fuerzas aplicadas a la materia o a la inteligencia.
(Fragmento del" discurso pronunciado por Sarmiento: "Edificios de Escuelas", mayo 21 de 1859, "Discursos Populares", Tor).


La educación no es una caridad, sino una obligación para el Estado, un derecho y un deber a la vez para los ciudadanos.
("Educación Popular' Edic. 1915, Pág. 56).


La Libertad es un capital. Legar la libertad a sus hijos es la mejor y más productiva herencia que una generación puede legar a otra.
("Comentarios de la constitución de la Confederación Argentina", Ed. Sgo. de Chile,  1853, Pág. 59),


El fanatismo es la ignorancia armada y asustadiza, pretendiendo detener el progreso, que es el soplo divino, el espíritu de Dios “que marcha sobre las aguas”.
("Discursos Populares", Cáp. II).


Una nación está destinada a prevalecer cuando obedece en su propio seno a las inmutables leyes del desenvolvimiento humano.
("Discursos   Populares".   Inauguración   da   la estatua de Belgrano, septiembre 24 da 1873).


Luchemos por el día presente, que el porvenir nos pertenece, y lo dejamos hoy asegurado.
("Discursos  Populares",   Edificios  de  Escuelas, Pág.  111, Edic. Del Cincuentenario, Tor).


Las ideas liberales son el patrimonio de la inteligencia humana y no la propiedad de un individuo y de sus adherentes. Son una herencia que nos han dejado los esfuerzos de muchos grandes pueblos, en una larga serie de siglos y de luchas para hacer que las instituciones de cada nación reconozcan los derechos naturales del hombre, aun el de gobernar la sociedad en las repúblicas donde no se reconoce a uno, el derecho hereditario a mandar, lo que constituye la monarquía, el imperio o el mando del General.
("Discursos  Parlamentarios".  Ed.  Grandes  Escritores   Argentinos.  Tomo  XLVHI,   Pág.   56).


Llenamos uno de los más nobles deberes de la vida social rindiendo homenaje a la memoria de los altos hechos que inmortalizan el nombre de nuestros antepasados.
(Discurso de la Bandera, al inaugurar la estatua de Belgrano, 24 de septiembre de 1873, "Discursos Populares").


La inteligencia vence a la materia, el arte al número.
("Facundo", Cáp. VI).


Las masas están menos dispuestas al respeto de las vidas y de las propiedades a medida que su razón y sus sentimientos están menos cultivados.
("Educación  Popular".  Edic.   1915,   Pág.  23).


Hay una nobleza democrática que a nadie puede hacer sombra imperecedera: la del patriotismo y el talento.
("Recuerdos  de  Provincia".  Edic.  Bibl.  de  la Nación, Pág.  10).


Las publicaciones periódicas son en nuestra época como la respiración diaria; ni libertad, ni progreso, ni cultura .se concibe sin este vehículo que liga a las sociedades unas con otras y nos hace sentirnos a cada hora miembros de la especie humana por la influencia y repercusión de unos pueblos sobre otros.
("Recuerdos de  Provincia",  Edic.  Bibl. de la Nación, Pág. 298)


La base de la libertad,  es la libertad de conciencia.
("Discursos Parlamentarios". Ed.  Grandes  Escritores  Argentinos. Tomo XIV, Pág. 25). 


De la educación de las mujeres depende la suerte de los Estados; la civilización se detiene a las puertas del hogar doméstico cuando ellas no están preparadas para recibirla.
("Educación Popular". Edic.  1915, Pág.  121).


Donde no hay libertad de obrar y de pensar, el espíritu público se extingue y el egoísmo que se reconcentra en nosotros mismos, ahoga todo sentimiento de interés por lo demás.
(De "Facundo")

Para vivirte así... Por Luis G. Cerrudo

En abatida flor que de tu vera
Corre al país abierto de tu mano,
Te estoy viviendo así más de lo humano
Como si en vez de estar te presintiera.

Porque me busco de tu primavera
Y en otro ser más tuyo y más lejano,
Es una hierba de tu mismo llano
Mi voz en multitud que desespera...

Porque te enciende mi invariable leño,
Soy una sombra de tu propio sueño
Y hasta el último brillo de tu llanto.

Para vivirte así, sin amargura,
Alzo en un viento de quebrada altura
El ensoñado almendro de mi canto.


Para "Nativa" - Entre Ríos, 1952

Los defensores de lo criollo - por CRIOLLO VIEJO (De la revista “Nativa”, año 1952)

     Un escritor de vara alta, reprocha y reconviene por una acusada tendencia, a circunscribir, para defender lo nacional, lo criollo, "a lo que tiene carácter folklórico y se aleja de las manifestaciones de la alta cultura". Esto le parece absurdo y dice que "lo criollo, lo argentino está tanto en la prosa y la pasión de Sarmiento como en los versos de Hernández, de Lugones y de nuestros poetas más representativos, como en el pensamiento renovador de Echeverría", que está en el gesto de San Martín, de Moreno y de Mitre en pasajes históricos que cita y "en la inteligencia arquitectónica de Alberdi"; y se pregunta "quién ha expresado verdades más fundamentales sobre lo argentino que Sarmiento en la primera parte de Facundo..., donde ha trazado algunas de las páginas más hondas de la sociología vernácula, refleja la influencia
del desierto sobre nuestro pueblo y cómo engendra obstáculos que se oponen a su ingreso en un orden estable.
Los que defendemos lo criollo, lo nacional, lo vernáculo, no despreciamos ni desmerecemos "las manifestaciones de alta cultura" como él las llama, a las que el progreso alentado por los próceres que citan han dado a nuestro país el rango que ocupa en el concierto de las naciones más civilizadas; ni queremos retornar a los tiempos pretéritos, sino que queremos que se tenga presente, que no se olvide y menos que se menosprecie, la acción de los que en los albores de la nacionalidad, cuando el desierto constituía la mayor extensión de nuestro territorio defendieron la independencia y la libertad de sus personas, juntamente con las conquistas   del   bienestar   que   alcanzaban   en   dura brega con el indio y con la naturaleza.
Nosotros no "engendramos" a la argentinidad "obstáculos que se oponen a su ingreso en el orden estable"; nuestra acción no es fuerza de retroceso, es coadyuvante, es decir, que ayuda a su mejor valoración, porque explica sus orígenes y pone al alcance de los que no han conocido nuestra patria ni tenido noticia de ella, sino cuando aquella lucha había concluido definitivamente. Nuestra acción va dirigida a esa masa de población en la que la instrucción no llegó más allá de la escuela primaria, cuya mente no está preparada para recoger en conferencias públicas o privadas, doctrinas académicas de histofilosófica.
La tendencia a circunscribir lo nacional, "a las notas pintorescas de lo popular o regional, a lo que tiene un carácter folklórico" que reprocha el escritor a que vengo refiriéndome, es instructiva; por eso dice con justicia el historiador Eleuterio F. Tiscornia que: "Nadie irá a buscar en ellas, la emoción estética, pero hallará en cambio, la sensación terrible de una realidad histórica vivida."
Esa tendencia, enseñará a los ignaros, cómo lucharon nuestros antecesores más rústicos  -nuestros gauchos- para conquistar su bienestar; con qué valor y entusiasmo lo hacían desafiando y venciendo contrariedades que siempre superaron. Y bien estaba entonces y está ahora la poesía gauchesca de Hidalgo, de Ascasubi, de Hernández, de del Campo y la prosa de Goyena, de Bunge, de Leguizamón, de Güiraldes, etc. Exaltan la imaginación de los humildes, para que el recuerdo de lo que hicieron esos gauchos, sirva de ejemplo y no obstruyen la ponderación de lo que hicieron Pueyrredón, Güemes y Paz, como San Martín, Moreno y Mitre, que cita aquel escritor y que nosotros los gauchófilos veneramos con gran entusiasmo.
Sigan, pues, en bien de la argentinidad, las conferencias históricas filosóficas y las reuniones y cantos folklóricos, en los ambientes adecuados, para que el fruto sea óptimo.

LA SEÑAL Por Jorge A. Dágata

        Miraron esos meses por la ventana interior que les entregaba el mundo y disimulaba la espera, algunas veces refugiados en un abrazo y otras en la promesa del timbre que se oxidaba entre el pasto amarillo sin pisadas.
Un hombre había muerto aplastado por su codicia y otro trepaba a la torre más alta para reclamar sus anteojos perdidos, porque sin leer los anuncios no sabía qué comprar.
Fútbol.
Un yate de lujo naufragaba en un mar tan lejano que por primera vez su nombre, mal traducido, invadía la casa después de romper el encierro por el rumbo abierto entre planchas de acero y números inciertos de cuerpos desconocidos, desconsoladamente extraños, el día anterior o el siguiente de aquel en que las mismas aguas habían deshecho cuatro maderas repletas de un oscuro destino fácil de olvidar.
Dieciocho veces habían asaltado el mismo almacén y la última sólo se llevaron las deudas y un gato que dormía entre bolsas vacías, pero prometieron volver.
Un juez sobreseyó a un asesino serial y las víctimas no apelaron.
-¿Otro matecito? ofreció él, con ternura.
-Y bueno…
La pava rezongaba con su acorde cálido y sostenido de las mañanas, mientras un ómnibus de colegiales se desbarrancaba desde una cornisa hacia el vacío inmóvil de rocas coloreadas, arbustos grises y pájaros alborotados, tan cerca del hotel.
Fútbol.
Esta oferta parece tan generosa que vuelven a revisar las facturas pendientes por si una vez siguiera las sumas y restas llegan.
-El mes que viene se resigna ella.
-Y bueno…
La disputa se enfervoriza, las palabras escalan a gritos y la cámara se detiene en los rostros crispados, con una demora adecuada a la nueva revelación que aclarará todo, aunque todo no es posible ni conveniente aclararlo y la rueda continúa con insultos sabrosos en un almuerzo de platos vacíos.
-Menos mal suspiró él, mientras anunciaban que bajaba el nivel de pobreza y más chicos se integraban a las escuelas y menos gente moría por las noches, abandonada a las últimas heladas entre una confusión de hojas sueltas de diarios y retazos de ropas de marca que abrían huecos sobre la piel y la carne y los huesos, confundidos en esos naufragios de un mar tan cercano, reconfortados con la promesa tibia de que, al fin, volvería a amanecer.
Fútbol.
Veinte años después se proclamaba con certeza legal que no había culpables.
-¿Está frío? se preocupó él.
-No. Un poco.
Yo quiero, yo quiero, yo quiero, demandaban los puños cerrados de la multitud, y yo debo rezaba un hombre de otro planeta, yo debo, yo debo, se burlaba su eco solitario.
-Nosotros también- pensaron, sin decirlo.
Había fallado la prueba de un misil que llegaría de un polo a otro en treinta minutos, la cumbre de los grandes concluía con acuerdos y una división de tanques cruzaba la frontera de dos países que no recordaban haber sido uno.
Ella le acaricia el hombro y él retiene esa mano entre las suyas.
-¿Te duele ahora?
-Un poco menos.
Dan la hora, la temperatura y el estado de ánimo y ella abre la ventana; la otra, la que da al jardín.
El cerezo ya empieza a florecer.