sábado, 22 de marzo de 2014

EL PARAÍSO Por María Neder

Ha anochecido, como tantos otros días pasados.

Igual que en las sierras amadas, igual que en el mar
¡ay su bello, único embriagante perfume!
¡ay! cómo extraño al mar!
¡Cuántas cosas me dijo durante horas
tantos atardeceres en mi silencio!

y aquí ha anochecido ¿es igual?
¿o acaso sumo la imagen de la belleza al horario?

¿es mi paraíso mi sueño?
¿o es acaso ese mudo / innombrable/
enamoramiento de Dios
en el horizonte extendido, en un cielo sin cemento,
en un aire que limpia los pulmones
y renueva la sangre?

Hoy lunes 17 de febrero de 2014 estoy viva y he visto anochecer,
el cielo aparece sin nubes
si hubiera nubes negras y espesas seguiría siendo
el cielo
la noche
los milagros del suceder del tiempo
los paraísos sucesivos
pertinentes
tenaces
en la sucesión de los años.

Cantan grillos, igual que allá y allá y allá, tan lejos.
Los grillos también son el paraíso de una hora
al caer la noche.
Los grillos están ganando sonido en este sagrado instante,
aumentan el volumen, como si la tierra latiera
y no hubiera autos en esta city atormentada.

Todos quieren irse de aquí
al paraíso,
el sueño de cada quien a su imagen y semejanza
¡qué tristeza!
sin ver el verdadero rostro.

Quiero hacer silencio,
oír cantar al paraíso aquél
imposible para tantos
tan a la mano, aquí a la vuelta de la esquina,
en esta pequeña, muy pequeñita, alegría del hogar
que hoy dio su primera flor violácea.

En el balcón le sonríe a la noche,
Me sonríe, estoy despierta.

No te olvides de mí Por Beatriz Ojeda- Uruguay

No te olvides de mí
Cuando las mariposas del invierno
dibujen en tu pecho la nostalgia
cuando no exista el sol en tu ventana
y no fluyan los brotes del naranjo
Piensa en mí
Yo andaré explorando las galaxias
con tu nombre prendido entre mis labios
y el eco de mi amor irá gritando
pintando en los luceros un corazón que lata
con los recuerdos del ayer que nunca acaban
Estoy aquí y allá
donde no hay tiempo ni espacio cercenando
el cáliz que conserva nuestros sueños
y realidades vibrando en cada paso
de mis risas mis silencios y mis gracias
No te olvides de mí
Un día volveré con mis dos manos
repletas de sustancias misteriosas
que dejaré en tus plantas asombrando
a la rutina que he burlado tantos años
Y traeré entre mis labios sabor a nunca es tarde
una canción que diga que es posible
amarse para siempre en este plano
si sabemos buscar los hilos mágicos
que brillen como auroras despertando.
Yo serviré en tu plato los milagros
esos que siempre piden implorando
que la mirada oscura y deslucida
decida encontrarlos encumbrados
sobre el mantel azul de las mañanas
Cerraremos los ojos
dejaremos que entren y ocupen sus espacios
para adornar con lirios y azucenas
el jardín escondido
del amor que alboroza la calle donde andamos
Es tan sencillo encontrar a los milagros
que por eso no vemos
que ellos están danzando sin descanso
pidiéndonos amor para invitarlos.

La tarde Por Xavier Coderch Vives- España

La tarde se derrama quedamente
sobre el crisol que aguarda trasformarla
en el omnívoro manto de la muerte
donde sin horizonte se diluye el habla
Polvo, humedad, destellos de la Vida
son absorbidos por la oscura calma
se agranda angustias y agudiza heridas
cuando el terror insomne te atenaza el alma
La inmensa soledad de la existencia
penetra en cada célula hasta helarla
y las pupilas son huecos sin presencias
perdido el infinito entre la nada
Alaridos de miedo entre las sombras
transmiten el absurdo, sin palabras.
Silencio entre gemidos que ensordecen
para no oír jadear la noche agazapada.

Paraderos Por Guillermo Pilía- Buenos Aires

En esta noche como en otras de verano
apago la luz sin sueño. Se escuchan
en la calle lejana los motores
de automóviles que pasan no sé
si van presurosos a una fiesta o un duelo.
Pronto vendrán a esta cama sonámbula
de calor y humedad y de mala conciencia
otras figuras cuyos rastros he perdido:
amigos de colegio, combates o viajes,
seres que me brindaron sus miserias
o algún esbozo de felicidad; los hombres
que fui yo mismo tiempo atrás cuando tenía
la barba oscura y el porte cenceño;
las muchachas amadas y las que ha sido
la mujer que amo ahora... Esta noche
quizá uno de ellos se detenga o pase
con prisa por llegar a la fiesta o al duelo;
o tal vez piense en mí como en la sombra
de un expatriado, de alguien que uno quiere
saber si aún está vivo o si ya ha muerto.

Te amo Por Grissel Canche Albornoz- México

Al ver esa amada imagen, tatuada en mi ventana
una lanza de ternura suavemente me atraviesa.
Y me surge en ese instante la sonrisa enamorada,
que deshace los momentos torturados por tu ausencia.
Este hermoso sentimiento que se teje entre mis letras,
desvanece la distancia , despejando va fronteras.
Tu respuesta me enternece, me seduce, me despierta
Y en caricias hechas versos, yo te abrazo… tú me besas.

Café en taza grande Por Mayte Sanchez Sempere- España

Me gusta
el café en taza grande
como el amor
que calienta las manos mientras lo sujetas
traspasando a la dermis
grados de uno en uno
intercambio de fríos
mis manos y el amor
mis manos y el café
mis manos y la vida que se templa
para beberla a tragos
me gusta el amor
entre las manos
y el café
en taza grande.

El otoño Por César Martínez Puig- España

En el jardín se marchitó la rosa,
las aves migratorias fueron lejos,
vencido el sol, murieron los festejos ,
y con el frío, la estación lluviosa.
No se escuchan verbenas ni cortejos.
Y de nuevo, al quehacer, la vida sosa,
la oveja a su redil, la luna ociosa,
y el cura a confesar y a dar consejos.
En los muelles reparan aparejos,
el mercado a su vida bulliciosa,
yo de nuevo a mi verso y a mi prosa,
también la trencadiza de azulejos.
Adoro esta estación siempre dichosa:
En mi hogar, con mis nietos y mis cosas.

LIED Por Rafael Alberto Arrieta

Éramos tres hermanas. Dijo una:
"Vendrá el amor con la primera estrella..."
Vino la muerte y nos dejó sin ella.
Éramos dos hermanas. Me decía:
"Vendrá la muerte y quedarás tú sola..."
Pero el amor llevóla.
Yo clamaba, yo clamo: "¡Amor o muerte!
¡Amor o muerte quiero!"
Y todavía espero. . .

¿RECUERDAS? Por Manuel Magallanes Moure

¿Recuerdas? Una linda mañana de verano.
La playa sola. Un vuelo de alas grandes y lerdas.
Sol y viento. Florida la mar azul. ¿Recuerdas?
Mi mano suavemente oprimía tu mano.

Después, a un tiempo mismo, nuestras lentas miradas
posáronse en la sombra de un barco que surgía
sobre el cansado límite de la azul lejanía,
recortando en el cielo sus velas desplegadas.

Cierro ahora los ojos, la realidad se aleja,
y la visión de aquella mañana luminosa
en el cristal oscuro de mi alma se refleja.

Veo la playa, el mar, el velero lejano,
y es tan viva, tan viva la ilusión prodigiosa,
que a tientas, como un ciego, vuelvo a buscar tu mano.

EL NIÑO Y LA ESTRELLA Por Catulle Méndez

Luce un astro en el cielo que copia el agua inquieta.
Un hombre que transita dice al niño poeta:
- Tú que sueñas teniendo las rosas en las manos
y cantas del camino los azares arcanos,
tu quimérica dicha, tu cansada insistencia,
entre nosotros, dime, ¿cuál es la diferencia?
- Vedla aquí, dice el niño. Elevad la cabeza;
¿veis del cielo esa estrella de singular belleza?
- ¡Muy bien!
- Cerrad los ojos. ¿La veis hora en el cielo?
- No.
El niño, a quien su mente descorre todo velo,
los párpados poniendo dulcemente entornados,
dice: - ¡Oh, sí! Yo aun la veo con los ojos cerrados.

EN PAZ Por Amado Nervo

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

... Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

ESTA MUCHACHA HA MUERTO... Por Paul Fort

Esta muchacha ha muerto, ha muerto enamorada.
A enterrar la llevaron hoy en la madrugada,
y la han dejado sola, sola y abandonada.
En el féretro sola la dejaron cerrada.

Gozosos regresaron a la nueva alborada,
y uno a uno cantaron alegres melodías.
"Esta muchacha ha muerto, ha muerto enamorada".
Y se fueron al campo como todos los días.

Entre el azul de la orilla Por Ana Rita Tiberi - Venezuela

Entre el azul de la orilla
y el espejo del cielo
cruza un pez de luminoso movimiento
El resplandor del aire dibuja su vuelo
ni estela ni rastro
para tanta belleza
solo la memoria de su cuerpo
merodeando la ausencia.