sábado, 13 de diciembre de 2014

La poesía como Ars Vera

La poesía en sí un don contradictorio;
un fruto que se nutre de los ríos clandestinos
que recorren el suelo del desierto.

No es un fruto creado para alimentar el alma
sino para vaciarla,
y haciéndola extranjera de sí misma
llenarla del olvido necesario
para convencer a cualquier hombre
de que él es el escritor de la poesía.

La viajera Por Ana María Broglio

En esa maravilla
de que los ojos miren
y se anhelen las bocas.
En la grandeza
de la insignificancia,
en la línea sutil.
En lo no revelado
en la constancia del amigo,
en la palabra
que nunca nos dijimos
habiéndolo deseado.
En la certeza,
en la sin razón del sentimiento.
En el ser
el verdadero ser que se es.
En la herida irreparable
de la ausencia.
En el desencajado malhumor,
en las uvas doradas,
en el leño que arde:
navega la viajera
la siempre eternidad.

Los sueños... Por Emily Dickinson

Los sueños son el sutil don
que nos vuelve ricos por una hora
luego nos arrojan pobres.

Afuera de la púrpura puerta
En el precinto frío
Anterior antes poseído.

No hay amor sin arrebato del corazón Por Rafael Serrano Ruiz

Le gustaría saber cómo olvidarte,
renunciar a pensarte,
pues el amor el corazón le arrebata
y así, de esta manera, dejar descansar
su corazón doliente.

Le gustaría un instante no soñarte,
dejar la mente en blanco,
sabiendo que de nuevo,
el dolor de tu ausencia morderá
cruelmente sus entrañas.

Le gustaría no saber de tu existencia,
olvidar el sabor de tus besos,
el dulzor de tus caricias
y el arrullo de tu voz…

encontrando así la calma.

Mientras discutes Por Ezequiel Feito

Mientras discutes
los pájaros arrebatan las semillas del camino
y los hombres enflaquecen hasta convertirse
en estatuas de sal viviente.

Mientras tu dios se pelea con el de tu prójimo
en los hombres se abaten las hijas del canto
y es un mal sueño ese sol barato
que se transforma en roja espuma.

¿Quién triunfará? Las palabras
ávidas como gordos moscardones
se transforman en avispas
o serpientes de fuego.

A tu lado pasan huérfanos y viudas,
ciegos y leprosos
hacia el Reino.
Las prostitutas vomitan el vino en tus vestidos
y los publicanos se adornan con coronas relucientes.

Y tú, hombre pequeño, aún sigues lleno de palabras
dentro del fuego.

Sobrevivir madre Por Mayte Sánchez Sempere

No abrir la boca en festivo
ni bajo el agua negra
que corre calle abajo el día que no llueve,
no abrir la puerta
al vendedor de vuelos
sin echarle dos gotas de veneno
a la sonrisa ensayada por miles de otras bocas;
no abrir
esa lata abombada que espera
su momento de héroe contra el hambre
de toda la familia.

Sobrevivir con los pechos caídos
goteando esperanza porque no hay otra cosa.

Y cerrar con candado los ojos y los puños,
encajar una muela en otra muela con la lengua
sangrando tres palabras (márchate, hijo mío),
dar un paso pequeño agarrada a la roca
con las plantas ardiendo en la arena
y llorar
solamente
cuando no mire nadie.

LA ENREDADERA Por Juana de Ibarbourou

Por el molino de huerto
asciende una enredadera.

El esqueleto de hierro
va a tener un chal de seda

ahora verde, azul más tarde
cuando llegue el mes de Enero

y se abran las campanillas
como puñados de cielo.

Alma mía: ¡quién pudiera
Vestirte de enredadera!

LA COLUMNA BARROSA - Dónde estamos parados - Por Garabato

        Ando patinando en un asunto que se me hace cada vez más resbaladizo, y cuando trato de encarar para adelante, por uno que me tiende la mano hay diez que me empujan y mil que miran para otro lado.
Quiero decir que pienso en estos pueblos y parajes en que hemos nacido muchos de nosotros y han elegido otros tantos para hacerlos suyos, Balcarce, San Agustín, Los Pinos, La Brava… y no los nombro a todos pero los dejo en los puntos suspensivos, para no agraviar el patriotismo chico de los innombrados, ese con el que se construye por agregación o sublimación, o como diablos sea, el patriotismo grande, del que tanta necesidad tenemos.
Ando pensando siempre cuándo y por qué los balcarceños empezamos a encerrarnos cada vez más, a alambrarnos y enrejarnos quedando adentro, que es una manera de enajenarse y autocondenarse, estupidez muy característica de los seres inteligentes que creemos ser. Lo hacemos en nombre de la propiedad privada, puesto el cartel, o de la seguridad, puestas las noticias que no mienten, o nada más que de la comodidad, iluminada la pantalla que nos cautiva.
Declamamos la pretensión turística, que no está mal ir concretándola, pero reducimos su espacio a dos o tres sitios accesibles, y cuando quisiéramos matear con unos amigos forasteros y enorgullecernos de nuestra Movediza, o del paisaje espléndido de los campos vistos desde la altura de una sierra, o del anzuelo en el arroyo aunque sea para sacar un botín viejo, notamos que año a año se vuelve más difícil la elección. Todo está vedado, o casi todo. Y hay razones que no desconocemos: predadores incendiarios, cuatreros. ¿Es que, batalla tras batalla, estaremos perdiendo una guerra? Quiero decir, estaremos entregando sin demasiada conciencia de lo que vale, nuestra pertenencia por derecho natural a lo natural que nos rodea, eso que recorriendo distancias llanas se nos viene a la nostalgia del regreso, como les pasa a quienes ya no viven aquí y nos dicen con una mezcla de ingenuidad y tristeza que no pueden dejar de reconocerse como bichos de sierra, de lo ondulado, lo desparejo, de la quebrada con su arroyo, de los olores del curro y la retama, del horizonte ahí nomás, el que puede tocarse,  el horizonte de piedra que no limita pero sí identifica, más de lo que usted  y yo podamos creer a simple vista.
Bueno, ya sé que patino una vez más. Me voy a Tandil y veo lo contrario, y lo bien que les va abriendo espacios y trazando caminos para llegar, para ampliar y no encerrarse, aunque sus paisajes tengan la misma matriz que los nuestros.
Es lo que ellos han sabido hacer, desde hace mucho tiempo.  Revela una concepción: cómo entiende el hombre su relación con el paisaje. ¿Y nosotros? ¿Para cuándo? Algo viene sonando por el lado del Mirador de La Barrosa, algo para aplaudir y alentar. Se inició hace décadas, se abandonó, ahora recomienza. Está bien que así sea; no importa qué gobierno, es algo que los balcarceños debemos sentir como propio. Está bien recomenzar, las veces que sea necesario, y seguir, con menos celos quisquillosos de pueblo chico y más amor por lo nuestro, con la actitud positiva que siempre engrandece.
Ampliar, abrir, integrar, embellecer, mantener. Es también una forma de educarnos para que cada vez haya menos que destruyan lo que tanto cuesta. Porque nada se termina si no se empieza, mire qué filosófico ando en estos días. Nada se termina si no se empieza alguna vez. Y el mejor momento será siempre este presente vivo, donde estamos parados. He dicho.