sábado, 1 de agosto de 2015

Greguerías (fragmentos) Por RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

 -En el río pasan ahogados todos los espejos del pasado.

- Los cocodrilos están siempre en pleno concurso de bostezos.

- Entre los carriles de la vía del tren crecen las flores suicidas.

- La mariposa posándose en todas las flores es la mecanógrafa del jardín.

- Los invernaderos son las cárceles modelos de las plantas.

- Perder un pañuelo es comprometerse en llantos ajenos.

- Las pulseras representan esclavitudes muertas.

- La larga cola de la novia es la vereda que conduce hasta ella al novio desorientado.

- El violín colgado parece un pollo asado.

- La gasolina es el incienso de la civilización.

- En la noche helada cicatrizan todos los charcos.

- Al oír la sirena parece que el barco se suena la nariz,.

- El tenedor es el peine de los tallarines.

Una muchacha hacendosa Por los hermanos Grimm

       Erase una muchacha hermosa, pero holgazana y descuidada.
Le repugnaba tanto hilar, que cuando aparecía un grumo en el lino, por pequeño que fuese, antes que deshacerlo arrancaba un puñado de lino que tiraba al suelo.
       Tenía una criada que era, en cambio, muy trabajadora. Recogía el lino que su ama desperdiciaba y, después de limpiarlo, lo hilaba; y con aquellos restos llegó a hacerse un lindo vestido.
       Un joven había pedido la mano de la perezosa señorita, y se acercaba el día de la boda. La víspera de la fiesta, la hacendosa criada salió a bailar, engalanada con su bonito vestido, y la novia hizo el siguiente comentario:
    - «¡Cómo salta la doncella en un traje que no es de ella!»
      Oyólo el prometido y le preguntó qué quería significar con eso. La novia le contó que la criada llevaba un vestido confeccionado con el lino que ella había tirado.
      Al saberlo el muchacho, comprobó la holgazanería de la señorita y la laboriosidad de la pobre sirvienta, por lo cual plantó a la primera y eligió por esposa a la segunda.

Danxia quema el Buda Extraído del “El zen habla” Adaptación Tsai Chih Chung - Traducción: Brian Bruya.

         Una vez, mientras el maestro Zen Danxia estudiaba en el templo Huilin, hacía tanto frío que quemó una estatua del Buda para calentarse. En eso llega su superior y, visiblemente enojado le dice:
-¡Cretino! ¿Cómo quemaste la estatua del Buda?
Entonces Danxia le respondió:
-Quería saber si aparecía un Sárira*...
Entonces, mucho más enojado, el superior le gritó:
-¿Cómo puede haber Sárira en una estatua de madera?
-Si no tienen Sárira, ¡Trae todas aquí para quemarlas!  le respondió Danxia.

*Sárira: Reliquia pequeña e inmutable que se dice que queda luego de la cremación de un Buda. 

CUENTOS EXTRAÍDOS DE “LAS MIL Y UNA NOCHES”

Los cuentos que hoy ofrecemos pertenecen a uno de los libros más difundidos y leídos, “Las mil noches y una noche”, y han sido copiados literalmente de la versión del doctor J.C. Madrus. Nacido en Siria, peregrinó por todo el medio oriente recogiendo estos cuentos dispersos de boca de sus narradores auténticos, en los zocos y cafés, o adquiriendo manuscritos que le permitieran completarlos. La edición de la que provienen consta de seis gruesos volúmenes. 



CONTANDO LOCOS

El califa Harún Al-Raschid tenía, viviendo con él en su palacio, a
un bufón encargado de divertirle en sus momentos de humor sombrío. Y aquel bufón se llamaba Bahlul el Cuerdo. Y un día le dijo el califa: "Ya Bahlul, ¿sabes el número de locos que hay en Bagdad?". Y Bahlul contestó: "¡Oh mi señor! un poco larga sería la lista". Y dijo Harún: "Pues quedas encargado de hacerla. ¡Y supongo que será exacta!" Y Bahlul hizo salir de su garganta una carcajada prolongada. Y le preguntó el califa: "¿Qué te pasa?" Y Bahlul dijo: "¡Oh mi señor! soy enemigo de todo trabajo fatigoso. ¡Por eso, para complacerte, voy en seguida a extender la lista de los cuerdos que hay en Bagdad! Porque ése es un trabajo que apenas exigirá el tiempo que se tarda en beber un sorbo de agua. Y con esta lista, que será muy corta, ¡por Alah que te enterarás del número de locos que hay en la capital de tu imperio!”



CORDURA

Y también el mismo Bahlul tuvo la suficiente cordura para tomar horror al matrimonio. Y con el objeto de jugarle una mala pasada, Harún le hizo casarse a la fuerza con una joven de entre sus esclavas, asegurándole que le haría dichoso, y que incluso él respondería de la cosa. Y Bahlul se vio obligado a obedecer, y entró en la cámara nupcial, donde esperaba su joven esposa, que era de una belleza selecta. Pero apenas se había echado junto a ella, cuando se levantó de pronto con terror y huyó de la habitación, como si le persiguiesen enemigos invisibles, y echó a correr por el palacio, igual que un loco. Y el califa, informado de lo que acababa de pasar, hizo ir a Buhlul a su presencia, y le preguntó, con voz severa: "¿Por qué ¡oh maldito! has inferido esa ofensa a tu esposa?"
Y contestó Bahlul: "¡Oh mi señor! ¡el terror es un mal que no tiene remedio! Claro que yo no tengo que formular reproche alguno contra la esposa que has tenido la generosidad de concederme, porque es hermosa y modesta. Pero ¡oh mi señor! apenas entré en el lecho nupcial, cuando oí distintamente varias voces que salían a la vez del seno de mi esposa. Y una de ellas me pedía un traje, y otra me reclamaba un velo de seda; y ésta, unas babuchas; y aquélla, una túnica bordada; y la de más allá, otras cosas. ¡Entonces, sin poder reprimir mi espanto, y no obstante tus órdenes y los encantos de la joven, huí a todo correr, temiendo volverme más loco y más desgraciado todavía de lo que soy!”



EN EL TRONO

Estando sentado en el trono del califa, aquel mismo Bahlul recibió, por esta temeridad, una tanda de palos que le propinaron los ujieres. Y los gritos espantosos que con tal motivo hubo de lanzar pusieron en conmoción a todo el palacio y llamaron la atención del propio califa. Y al ver que su bufón lloraba ardientes lágrimas, intentó consolarle. Pero Bahlul le dijo: "¡Ay! ¡oh Emir de los Creyentes! ¡mi dolor no tiene consuelo, pues no es por mí por quien lloro, sino por mi amo el califa! Si yo, en efecto, he recibido tantos golpes por haber ocupado un instante su trono, ¿qué tunda no le amenazará a él después de ocuparlo años y años?"


UN POCO DE AGUA

Y por último, el propio Bahlul fue quien, entrando un día en la tienda de campaña de Al- Raschid, que regresaba de una expedición guerrera, le encontró sediento y pidiendo a grandes gritos un vaso de agua. Y Bahlul echó a correr para llevarle un vaso de agua fresca, y presentándoselo, le dijo: "¡Oh Emir de los Creyentes! ¡te ruego que antes de beber me digas a qué precio habrías pagado este vaso de agua si, por casualidad, hubiese sido imposible de
encontrar o difícil de procurártelo!" Y dijo Al-Raschid: "¡Sin duda habría dado, por tenerlo, la mitad de mi imperio!"
Y dijo Bahlul: "¡Bébetelo ahora, y Alah lo vuelva lleno de delicias para tu corazón!" Y cuando el califa hubo acabado de beber, Bahlul le dijo: "¡Oh Emir de los Creyentes! y si, ahora que te lo has bebido, ese vaso de agua no pudiera salir de tu cuerpo por culpa de alguna retención de orina en tu vejiga honorable, ¿a qué precio pagarías la manera de hacerlo salir?"
Y Al-Raschid contestó: "¡Por Alah, que en ese caso daría todo mi imperio de ancho y de largo!"
Y Bahlul, poniéndose muy triste de pronto, dijo: "¡Oh mi señor! ¡un imperio que no pesa en la balanza más que un vaso de agua o un chorro de orines no debería producir todas las preocupaciones que te proporciona y las guerras sangrientas que nos ocasiona!"
Al oír aquello, Harún se echó a llorar.