sábado, 14 de noviembre de 2015

Poesías a Juan Manuel Fangio

Aquí presentamos unas poesías dedicadas a Juan Manuel Fangio firmadas por un admirador bajo el seudónimo de “Un Balcarceño”. El papel, encontrado por dos recicladores informales en una cava de Balcarce junto a otros mas, parece datar de 1953, cuando Fangio salió campeón en el circuito de Monza.



Fangio

En trayectoria ascendente 
Va este bravo deportista, 
haciendo temblar las pistas 
En   el   viejo  continente; 
Con visión clara y valiente 
Va trazando su camino 
Y ante  cualquier  desatino 
Dirá firme y decidido; 
Aquí estoy porque he venido 
Y porque sos Argentino, 
Sabés ganar con honor 
Y  energía palpitante 
Con la vista hacia adelante 
Y el pie al acelerador: 
Sos caballero y señor 
De pistas y carreteras, 
Porque en todas las carreras, 
Cumpliendo  nobles  ideales 
Levantaste ante tus rivales 
Desplegada la bandera. 
No anduvistes con embajes 
Cuando hubo que hacer derroche
Lanzando veloz tu coche
En oleadas  de coraje
Siempre firme en el viraje 
Por llanuras y montañas 
Sin malicia ni patrañas 
Honrando siempre el vencido; 
Y jamás fue discutido 
El  premio de tus hazañas. 
Que dirán esos campeones, 
Maestros de buena talla 
Con tus victorias sin fallas 
Que  inflaman  los  corazones, 
Esas son revelaciones 
De gran  sentido profundo, 
Y yo en razones me fundo 
Viendo tu hazaña divina 
Sos gloria de la Argentina 
Y asombro del Viejo Mundo. 
Te  deseamos buena suerte 
Porque muñeca, te sobra... 
Y concluida tu obra... 
Campeón,  quisiéramos verte, 
Apretá el fierrito fuerte 
Con valentía y tesón 
Y con todo  corazón 
Mostrale como buen criollo 
Que son chicos los escollos
Cuando hay fibra de campeón.



Fangio 1° en Monza

Con este triunfo gigante 
Preliminar de la meta 
Les hicistes la "boleta" 
A los más grandes volantes. 
Sos seguidor y de aguante 
Peligroso en el envión. 
Hay que decir con razón 
Sin temor a equivocarse, 
Sos el ''chueco” de Balcarce
Que va derecho a  campeón.

Que se duerme mi niño - Por Lope de Vega

La  niña   a  quien  dijo el ángel
que estaba de gracia llena,
cuando de  ser de Dios madre
le  trujo  tan  altas  nuevas,
ya  le  mira   en  un  pesebre
llorando lágrimas tiernas,
que  obligándose a ser hombre
también se obliga a sus penas.
"¿Qué tenéis dulce Jesús?
-le  dice  la niña bella, -
¿tan  presto  sentís, mis  ojos,
el  dolor  de  mi  pobreza?
Yo  no tengo  otros  palacios
en   que   recibiros   pueda,
sino  mis brazos y pedios
que os  regalan y sustentan.

No   puedo más, amor  mío,
porque si yo  más  pudiera,
vos  sabéis  que vuestros
cielos envidiarían mi riqueza".
El  niño  recién  nacido
no mueve la pura lengua,
aunque es la  sabiduría
de  su  eterno  padre  inmensa,
mas  revelándole el alma
de  la  Virgen  la  respuesta,
cubrió de  sueño en sus  brazos
blandamente   sus   estrellas.

Ella  entonces, desatando
la voz regalada y tierna,
así tuvo a  su  armonía
la de los  cielos  suspensa:

Pues  andáis   en  las  palmas,
ángeles  santos,
que  se  duerme  mi  niño,
tened los  ramos.
Palmas   de   Belén
que  mueven  airados
los furiosos vientos
que  suenan tanto;
no le hagáis ruido,
corred más paso,
Que se duerme mi niño,
tened los ramos.

El niño divino,
que  está cansado
de llorar en la tierra
por su descanso,
sosegar  quiere un  poco
del tierno llanto.
Que  se duerme  mi niño,
tened los ramos.

Rigurosos  hielos
le están cercando;
ya veis  que no tengo
con que guardarlo.
Ángeles divinos
que vais  volando,
que  se duerme mi niño,
tened   los   ramos.