sábado, 21 de noviembre de 2015

Concurso literario “Contate un Cuento VIII” Ganadora de la Categoría B: Morena Larroquet - alumna de 3º año de E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez”

       Saber sin mirar


       Las canciones de la calesita llenaban la plaza, la risa de los chicos  se complementaba a la perfección con esta melodía Esa era otra de las tardes de otoño en la cual llevaba a mi hermano menor a la plaza, para que probara su suerte tomando la sortija, que aquel desagradable hombre movía. Parecía disfrutar con que los pequeños no pudieran siquiera alcanzarla. Se reía fuertemente y mostraba sus amarillos dientes, mientras tiraba su cabeza hacia atrás.
Todo era tan normal como siempre, pero seguía siendo agradable, lo cual lo hacía entretenido. La mayoría de las veces éramos siempre los mismos quienes nos aproximábamos a  la plaza los días de semana. Yo no charlaba, me parecía aburrido y no me animaba, como nadie se acercaba a mí, tampoco yo lo hacía, ni me esforzaba para que me agreguen a su animadas charlas de política, de lo mal que iban las cosas, del nuevo tatuaje de la hija del carnicero, o lo que había pasado en la novela el día anterior;  me parecían puros chismes, que tan solo hacían parecer a sus patéticas vidas  algo menos aburridas.
Esa tarde un viejo hombre se sentó en el mismo banco en el que yo estaba, era ciego, me di cuenta por sus anteojos ahumados y el bastón que llevaba en la mano.
-No me mires con pena  dijo.
   Yo me quedé callada, con cara de sorprendida, pensando en cómo había hecho para saber que yo lo había estado mirando, y que lo había hecho con pena.
- No es necesario que lo hagas, puedo ver todo, cada color como vos lo haces, no tienes porqué compadecerte de mí - agregó.
Sus palabras me golpearon como si hubiera chocado contra un auto, era verdad, él era tan “normal” como yo y lo había estado mirando como si estuviera en un cajón, me sentía una completa imbécil por lo que había hecho. Por más que mis emociones fueran un huracán, mi cabeza repetía sus palabras acerca de los colores: “puedo ver todo, cada color como vos lo haces”.
-Lo lamento - dije tartamudeando y un poco nerviosa- ¿Cómo puedes saber cómo son los colores o verlos?- pregunté rápidamente, tenía que arriesgarme ya que esa pregunta me estaba dando vuelta en la cabeza, además no perdía nada, seguro que no volvería a ver o siquiera cruzar palabra con aquel hombre de cabellos canosos, otra vez en mi vida.
Luego de reírse de mi comentario por unos segundos, los que para mí fueron horas, dijo:
- ¡Qué bueno que preguntas! Nunca nadie se había atrevido a hacerlo. Bueno, te lo voy a contar ¿Tienes tiempo?
Levanté la cabeza, mi hermano había conseguido la sortija y tenía dos boletos más y según mi reloj todavía faltaba más de una hora para ir a casa  a merendar. Tan solo asentí en señal de repuesta.
-Si, obvio- dije muchas veces al darme cuenta de mi error, él solo esbozó una leve sonrisa.
-Para que sepas yo antes podía ver, pero fue el cáncer lo que me dejó así, yo ya sabía lo que me iba a suceder - me quedé atónita al escucharlo hablar con tanta soltura de algo tan doloroso-. Tuve suerte, yo sabía lo que iba a ocurrirme, sabía que no quería olvidarme como eran los colores, así que tan solo sé cómo éstos son para mí. Yo nunca utilizo la palabra mirar, ver u observar de manera literal, más bien los siento y escucho, tan solo para no olvidarlos. El rojo es el color de la traición ,de algo poderoso que no sana fácilmente, pero en cuanto lo hace, es la mejor sensación del mundo, uno se siente bien, mejor. Es como un vino, para que   se añeje tarda años, pero al probarlo no hay mejor bebida. El rojo también se encuentra cuando los acordes en una canción  llegan a su punto máximo, esto te lleva al cielo y al rojo. Luego tenemos al - en ese momento llegó mi hermano corriendo agitadamente.
-Voy a jugar en las hamacas, ¿me vas a buscar cuando tenemos que ir a casa?-preguntó de una manera  inocente.
-No, te voy a dejar todo el día en la plaza para que seas más bueno y no rayes mis libros- Le dije mientras lo levantaba en mis piernas y le hacía cosquillas- Bueno pero no te vayas lejos- agregué mientras se alejaba corriendo y riendo.
-Esa risa,- dijo el anciano es el mejor ejemplo del color naranja, es la completa sinceridad que se puede encontrar en la risita de un niño,  en el abrazo de esa persona que te ama,  y en esas comidas que las personas que te rodean hacen  especialmente para ti. Pero tan solo si superaste la traición del  color rojo y si aceptas que para éste es necesaria la felicidad que se encuentra en el color amarillo, caracterizado por sus cosquillas en la panza, que te hacen que no solo sientas el amarillo, sino también genera que veas todas sus variantes a partir de esos gritos que suplican una tregua para poder respirar y dejar de mover las piernas frenéticamente . Y ya que estás mirando el cielo te cuento … el azul es la confianza, que la escuchas en los aplausos y en cuanto te animas a cruzar la calle junto a una persona de la cual no sabes nada, pero la calidez de sus manos te dan la información suficiente como para confiar en ella, además de ser el olor del chocolate, dulce y al mismo tiempo cálido. Ahora dime, ¿Qué genera la suma de estos?
- ¿El verde?- pregunté en  forma de respuesta-
-Correcto pequeña.  afirmó con una sonrisa en sus labios- Bueno, como te decía, el verde es el dolor de una picadura de abeja, el sabor de la acidez de las cosas. Porque al estar feliz, depositas toda tu confianza en alguien, pero el verde es la pérdida de ambas. En cuanto alguien te traiciona. Tú pierdes el color azul y el amarillo de tu vida, es una sencilla suma de partes, pequeña. Por último,  nos queda el más complicado …
- El violeta- dije esta vez sin dudarlo- si no me confundo es sentirse mejorado más la confianza. En otras palabras, es la suma del azul y el rojo.
-Aprendes rápido pequeña.- era divertido que me dijera así, hacía que sintiera el calor y la dulzura del azul -¿No te ha sucedido estar en un lugar donde crees que eres un bicho malo y feo o de  ser un pez fuera del agua, pero al recordar algo que te gusta, todo cambia y te sientes bien y como si todo estuviera organizado para ti?
Se quedó callado esperando a que yo respondiera, pero seguía pensado en sus palabras anteriores, hasta que por fin reaccioné. Confirmé  lo que me había dicho, era puntualmente lo que me sucedía tantas veces, parecía que me hubiera leído la mente.
-Bueno, como conoces la sensación te va a ser más sencilla entenderla -prosiguió el hombre a mi lado,  ese es el color violeta, lo encuentras en el helado, cuando te atragantas con él y luego te congelas el cerebro, pero finalmente el efecto pasa y tu terminas con una sonrisa en tu labios. Así encuentras la suma entre el rojo y el azul  Terminada su exposición, miró su reloj y dijo- bueno debo irme, espero que puedas poner en practica todo lo que ahora sabes.
- Adiós- le respondí- y le aseguro que lo haré.
  Él tan solo se levantó y se fue, la noche comenzaba a caer y todos ya se estaban yendo a sus casas. Llamé a mi hermano e hice lo mismo.
Aquel anciano de cabellos canosos y anteojos oscuros no volvió a la plaza, pero yo ahora cada vez que probaba algo ácido, recordaba el pasto, ahora la risa de mi hermano era color naranja, los momentos incómodos los pasaba pensando en violeta, los chocolates para mi  eran azules, la cosquillas irradiaban el color amarillo por todos lados y la mejor sensación del mundo luego de la traición, me llevaban a mi hermano y sus preciosos rizos. Ahora podía saber sin mirar.

Escuela Secundaria Nº 3 “Carmelo Sánchez” - Concurso literario “Contate un Cuento VIII” - Declarado de Interés Educativo por el Ministerio de Educación de la Nación Res. 1275/ set. Ganadora de la Categoría A: Cecilia Jane Bratten, alumna de 2º año Colegio San José de Balcarce

Explotación del hombre por el hombre


¿Qué se te viene a la mente cuando digo “explotación del hombre por el hombre”? ¿Piensas en personas explotando la naturaleza y no puedes imaginarte cómo sería con el caso de un humano? Si es así déjame enseñarte mi vida...
Cuando nací era libre, no lo sabía, pero lo era. Jugaba con mis vecinos todo el día sin preocupaciones. No había suficiente comida ni agua para satisfacer a todos, pero nos alcanzaba para vivir. De vez en cuando todos se ponían nerviosos y yo no entendía por qué, ¡para mí esos días eran geniales! Mi mamá me decía que debíamos jugar a la escondida y que los hombres vestidos de amarillo y rojo no me tenían que encontrar.
Mi vida era genial hasta que, dos meses antes de mi cumpleaños, mi hermano de 21 años desapareció cuando los hombres vinieron. Mi primer pensamiento  fue: ¡lo encontraron! Pero al cabo de unos días me empecé a preocupar.
-¿Cuándo vuelve Pasua?- Le pregunté a mi madre mientras limpiaba ropa en el rio.
  Ella dejó caer la ropa, bajó la cabeza y respondió calmadamente
 -No lo hará
-¿Cómo que no lo hará?- no podía entender.
-Se fue de viaje y no volverá
Siempre le creía a mi madre, pero por alguna razón esta vez sabía que había algo que no me contaba. De todas formas supe que no diría más que eso, así que
-No dijo adiós - agregué
-Lo sé, lo sé- Me abrazó, pero cambió de tema como si la conversación nunca hubiese pasado -Ve a jugar con tus amigos, Menelik
Traté de sacar información de mis amigos, pero lo único que sabían ellos era que los hombres venían de más allá que el mar. Supe que iba a tener que esperar hasta mi cumpleaños para conseguir más información.
Cuando llegó el gran día mi mamá me preguntó qué deseaba y yo, con toda la seguridad del mundo, le dije que quería la verdad. Pensé que iba a tener que explicar que me refería a los hombres y a Pasua pero no, ella supo al segundo a que  me refería.
- Ok...- dijo en un suspiro -Los hombres son conocidos como españoles y nosotros somos africanos, según ellos. Nos llevan a un lugar que está más allá que el mar y nunca nos traen de vuelta-
-Pero qué hay allá y por qué es tan malo-
-No lo sabemos, pero sí sabemos que es malo porque a nuestros familiares y amigos  se los llevaron los han encerrado en jaulas y los han golpeado
Asentí con mi  cabeza y después fui a mi habitación y comencé a llorar por lo que le pasó a mi hermano y a todas las otras personas que tuvieron que pasar por eso.
Después de ese día ya no fue lo mismo esconderse de los hombres. Después de ese día el miedo comenzó a alimentarse de mí y de mi dignidad. Los españoles llegarían y yo me escondería rogando para que no me encontraran. Hasta que llegó un día, en donde todo cambió...
Yo ya tenía 18 años, me estaba escondiendo con mi madre Ella hizo un ruido y la escucharon, se empezaron a acercar hacia nosotros y de repente desapareció el miedo. Quiero decir que ese terror que me consumía se esfumó. Fue como si mi mente se cerrase por completo y mi cuerpo se manejase solo. La empujé atrás de otros arbustos y el hombre que se acercó me vio, me agarró del brazo y gritó algo a los otros hombres. Mi madre se asomó a través  de los arbustos como para salir, yo le hice que no con la cabeza y obedeció.
Me llevaron hacia una enorme casa  flotante, después aprendí que se llamaba barco. Una vez adentro me encerraron en una jaula. Había alrededor de 100 hombres, o capaz que mi mente exageró por el miedo, que para entonces ya volvía a sentir, la verdad es que no estaba seguro. Reconocía a muchas de las personas que me cruzaba, pero cuando me pusieron en mi jaula tenía total desconocidos a ambos lados y enfrente, donde estaban las mujeres.
Los chicos que tenía a mi costado eran de mi edad, probablemente nos acomodaban por edad como alguien acomoda juguetes por tamaño, y la chica de adelante tenía 16, lo sabía porque escuché que lo dijo no porque me animase a hablarle. Mis vecinos eran Bem y Rasul, me hice amigo de ellos en el viaje. Nos alimentaban muy poco, tenía menos comida que en mi casa. La chica de adelante conocía a una de sus vecinas y escuché una de sus conversaciones:
-Tengo miedo- dijo su vecina.
-No te preocupes, Leiza, mientras yo esté aquí nadie te lastimará- tenía la voz más suave y hermosa que jamás había escuchado.
-¿Cómo haces para ser tan convincente, Maiba?- le preguntó.
-Me esfuerzo- y empujó su pelo hacía atrás haciendo que se me inunden las pupilas, era tan hermosa.
No estoy seguro cuando o como descubrí que Rasul iba marcando cuantos días pasaban, pero a partir de ese momento saberlo  se convirtió en una adicción. Cuando pasaron 12 días decidí que iba a hablar con Maiba, ya había pasado mucho tiempo y más de una vez nuestra miradas se cruzaban. Decidí que lo iba a hacer a los 15 días, para planear lo que iba a decir.
Y el gran día llegó. Ya lo había pensado más o menos, pero ahora mi mente estaba en blanco. Su amiga estaba dormida, me acerqué a ella y le dije:
-Hola- ella me hizo una pequeña sonrisa que duró un segundo y no dijo nada, entonces decidí seguir hablando -Soy Menelik. ¿Vos?-
-Maiba- respondió -¿A dónde crees que nos llevan?-
-No lo sé. Para mí siempre fue conocido como: “Más allá que el mar”.
-Sí, para mí también.
Y a partir de esa conversación  estuvimos más unidos con Maiba que nunca. No sabíamos si considerarnos pareja, pero no nos preocupaba el título. Una vez transcurrido los 32 días nos sacaron a todos y nos hicieron caminar lentamente hacia afuera, yo iba de la mano de Maiba. Nos llevaron a un lugar y nos colocaron en otras jaulas, estábamos en tierra. Más allá que el mar, encontramos tierra.
-Tengo miedo- dijo Leiza -Más que antes.
-Lo sé, lo sé- le dije -Estaremos bien- Maiba me sonrío, me abrazó y me tomó el brazo, nunca estuvimos tan cerca. Decidí aprovechar el momento y la besé. Cuando estaba por besarla por segunda vez la agarraron, le ataron las manos y se la dieron a un hombre. Yo empecé a gritar y a sacudir la jaula como loco, no podían llevársela, no podían hacerlo. De todas las cosas que me hicieron hacer nunca los perdonaré por habérsela llevado.Después de eso se llevaron a Rasul y seguidamente a Leiza.
-¿Bem?-
-¿Si?-
-¿A dónde crees que nos llevan?-
-No lo sé... No lo sé...-
Y finalmente me trasladaron a mi. Me llevó un hombre vestido de algo a lo que se le llama “gala”. Me hicieron trabajar. Me hicieron hacer mi trabajo sucio. Y ahora, después de un año de trabajo parece que envejecí cinco.
A mí me explotan los hombres. Yo soy un ejemplo de la explotación del hombre por el hombre. Mi existencia sirve únicamente para servirlos. Soy su utensilio. Su herramienta para hacer lo difícil. Mi vida entera se trata sobre lo que ellos necesitan, lo que ellos quieren. Y ya me rendí. Para qué seguir luchando si no hay nada por qué luchar. ¿Maiba? Maiba murió. Lo recuerdo como si fuera ayer...
-¿Maiba? ¡Maiba!
 No respondió. Al principio no la reconocí, estaba cansada y gastada. Me acerqué a ella
 -Te estuve buscando
 Me miró, sonrió y me abrazó. Estaba por seguir hablando pero la agarraron y se la llevaron lejos otra vez. Me la volvieron a quitar, pero no iba a dejar que terminara así. Corrí detrás de ellos y la agarré del brazo, ellos me la sacaron por tercera vez y me apuntaron con un arma, yo seguí peleando y me dispararon. O trataron de dispararme, si no se hubiera tirado Maiba delante de mí. Me salvó. Estaba por morir por ella, pero ella murió por mí. Y entonces me rendí. Decidí que la vida no era vida sin ella. ¿Entiendes?
- No.
- ¿No?
- No. Ella no hubiera querido que te rindieras. Hizo lo que hizo para que vos siguieras, para que no te rindas. Dio su vida para que vos puedas seguir la tuya. No debes vivir en el pasado. No pienses en ella como una tortura, piensa en ella como una razón para seguir.