sábado, 19 de diciembre de 2015

Concurso Literario “Llegó la hora de escribir un cuento” Mención de honor: Brisa Newbery Issac

Un guardabosque enamorado  

Había una vez un guardabosque llamado Fernando, quien estaba muy enamorado de su vecina Romina. Ella era muy hermosa y cada vez que salía a regar sus flores, él la miraba desde su ventana admirando su belleza.
    Después de dos años, el guardabosques se animó y se acercó con la intención de expresarle todo su amor, pero sus nervios fueron mayores, no le salían las palabras, comenzó a tartamudear y de vergüenza salió corriendo.
    Llegó a su casa, se encerró en su dormitorio y comenzó a llorar de impotencia por no haber podido decirle todo lo que sentía.
Faltaban cuatro días para que en el pueblo se realice el tradicional “Festival de la Alegría”. En esta ocasión, todos los caballeros más ricos del lugar se acercaban a las damas para pedirle su mano, por el simple hecho de concretar matrimonio.
Romina solo pensaba que fuera Fernando quien la  invitara a ir al festival; pero llegó el día y no se lo veía  por ningún lado. Preocupada, fue hasta su casa para saber cómo se encontraba. Tocó su puerta y al abrirla quedó paralizado al ver a  su gran amor  frente a él. Sin perder tiempo, la hermosísima dama le pregunta; qué fue lo que te hice  que saliste corriendo y no te vi más en estos días?... Tomó coraje y le respondió: es que…… no sé cómo   decírtelo….es…queeeee…esss…queee …TE AMO. Pero sé que no tengo nada para ofrecerte, sólo mi maravilloso bosque. Romina comenzó a llorar y exclamó: no importa lo que tienes, yo también me enamoré y te quiero por lo que sos. Y así, los dos juntos y felices  fueron al festival de la alegría.
    Al día siguiente, Fernando le pregunta a su amada, - si me amas, ¿por qué esperaste tanto tiempo para hacérmelo saber? Porque antes te veía como un amigo y pensaba que para ser feliz tenía que casarme con un caballero, pero con el tiempo me di cuenta que lo que necesitaba era una persona que me saque una sonrisa y me demuestre su amor día a día con pequeños detalles, y eso lo lograste vos.
    Con lágrimas en sus ojos, Fernando le propuso casamiento, y por supuesto ella aceptó.
    Al fin se cumplió su sueño de amor. Se casaron, se mudaron al bosque, tuvieron dos hijos y fueron muy felices.

Escuela Secundaria Nº 3 “Carmelo Sánchez” - Concurso literario “Contate un Cuento VIII” - Mención de Honor de la Categoría A : Sol Melita alumna de 2º año E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez

Caminando entre las guerras

    Estaba por repetir.  Historia es horrible y en sexto grado peor.
    El profesor Lorenzini me dijo que para aprobar debería estudiar tres guerras a elección.  Yo elegí la Primera Guerra mundial, la Segunda y la Guerra de las Malvinas, y si aprobaba no iba a repetir de año. La prueba era en una semana. Como no tenía ningún libro que tuviera que ver con guerras, fui a buscar uno a la Biblioteca Clorindo Testa.
    Cuando entré, sentí el olor de los libros viejos de tapa dura llenos de polvo e historias que cualquier adulto con amor a las letras quisiera tragar hasta terminarlos.
     Me atendió Flora, la secretaria cincuentona con rostro de pasa de uva y anteojos de montura roja. Se parecía a una abuelita tierna que te dan galletitas recién hechas, pero no te dejes engañar por su cara, es muy mala cuando quiere.
    -Tercera vez en la semana que te veo por aquí, Samuel_-me dijo sin despegar su mirada de su revista “Caras” - ¿Qué te trae por aquí esta vez? Por lo que me han contado tus amigos, estás por repetir Historia.
    - Traidores  pensé-  Para aclarar las cosas, los que no desaprobaron, pasaron raspando; y los demás eran los preferidos o preferidas del Profesor, y podemos decir que no estaba entre ellos-  le dije mientras me cruzaba de brazos y ponía mala cara
    -Mm- fue su única respuesta- Pasillo tres a la derecha, encontrarás muchos libros que te servirán para tu prueba- dijo apuntando con su lapicera hacia el pasillo donde había un cartel que rezaba “Historia”.
    Busqué en la sección de“1900-1950” pero no encontré nada sobre la Primera o Segunda Guerra Mundial, tampoco halle material en el sector “1950-2000” sobre la Guerra de Malvinas. Ya me había dado por vencido hasta que divisé algo en la mesa de lectura. Demasiado pequeño para ser un libro viejo, demasiado grande y gastado para ser un libro nuevo. Un libro de color rojo carmesí descansaba sobre la mesa de lectura. En letras doradas y algo gastadas leí el título que decía:
     “Colección libros atrapantes de las Guerras del mundo
Libro 1: Primera y Segunda Guerra Mundial - Guerra de las Malvinas”
Autor Anónimo.
    ¡Qué suerte la mía!: justo cuando pensaba que tendría que inventar una excusa para decirle al Profesor que no había encontrado ningún libro y seguramente no me iba a creer, encontré este libro milagroso. Lo tomé y fui con aire triunfante a la recepción  para que Flora lo anotara en mi ficha.
    - ¿Te costó mucho encontrar uno verdad?- me dijo mientras leía ahora la revista “Gente”-  Esta semana salieron alrededor de veinte libros de Historia y Geografía entre otros.
    -Sí-contesté- qué suerte que encontré este en la mesa de lectura; alguien lo debió leer y lo dejó, este trae todos los temas que necesito- le dije mientras le entregaba el libro.
    - ¡Qué extraño…!- susurró mientras examinaba la portada- En mis veinte años de trabajo jamás había  visto este libro.
    -Tal vez te lo pasaste por alto… Si quieres revisarlo puedo pasar mañana.
    -No lo creo….Bah, no importa, ahora, vete y estudia para sacarte un buen diez, luego hablaremos sobre este libro- contestó con una sonrisa falsa.
    Este libro estaba perdiendo mi confianza.
    Cuando llegué a casa, ya era de noche; dejé el libro en el escritorio de mi cuarto  y fui a hacer la tarea de Historia y Matemática. Cuando terminé, ya había comido y no me quedaba mucho tiempo para estudiar porque mis padres volvían del trabajo en poco tiempo, ya que ellos no sabían que estaba por reprobar una materia. Tenía seis días para estudiar un libro que podría ser de cuatrocientas hojas o más…. ¡Cuánto optimismo!
    Fui a mi cuarto a leer el libro y estudiar. Mi cuarto tenía una cama que en un momento pudo ser blanca pero que ahora era beige, un escritorio con algunos libros e historietas, con un calendario, un reloj de pared y un televisor Ken Brown reposado en un rack negro con libros, hogar dulce hogar. Me senté en la silla que estaba al lado del escritorio, saqué el cuaderno de anotaciones y me puse los lentes de aumento de montura negra y abrí el libro. En el reverso de la hoja donde debería estar la fecha en la que se publicó y datos de la editorial, no había nada, estaba completamente en blanco. “Se tomaron muy  enserio lo del anónimo” pensé; miré la siguiente hoja y decía:
    “Prepárese para la mejor de sus aventuras
 Una vez leído el libro jamás será el mismo”
¡Como si los libros de Historia fuesen divertidos! Di vuelta la hoja para comenzar el resumen y…La hoja estaba en blanco.
    Sin entender lo que sucedía, comencé a pasar de hoja en hoja y lo comprobé. El libro estaba completamente en blanco. Enojado, entendí por qué Flora no lo conocía; me dije a mí mismo que al día siguiente lo devolvería  y buscaría la información por Internet, aunque el Profesor Lorenzini me pidió que estudiara con libros. Lo cerré y me fui a dormir poniendo la alarma a las nueve en punto.
    Me desperté a las 3:00 por una luz; un poco dormido y perdido me levanté y fui hacia el televisor para apagarlo. Una vez apagado pensé que la luz desaparecería,  pero continuó. Extrañado giré la cabeza y vi que provenía del escritorio, me acerqué y vi que la luz salía directamente del libro en blanco, lo abrí y la luz me cegó y me quedé viendo puntos blancos mientras pestañaba rápidamente para que desaparecieran. Cuando recuperé la vista, la primera hoja del libro, todavía iluminada empezó a escribir por sí sola en letra negra:
    Guerra de las Malvinas
    Comenzó el 2 de Abril de 1982 y finalizó el 14 de junio de ese mismo año, los soldados eran transportados en barcos y aviones hasta las islas. Dormían en  “pozos de zorro” que eran zanjas que se encontraban a 1,60 de profundidad y 2 de ancho, eso es lo que nos contó Samuel Salazar….
    ¿Pero qué? El libro se estaba escribiendo solo por arte de magia y sabía mi nombre, entonces vi que el reloj se detuvo y comenzó a ir marcha atrás como loco, el calendario empezó a pasar hojas: “2014, 2013, 2012, 2011, 2010, 2009, 2008, 2007, 2006, 2005, 2004, 2003, 2002, 2001, 2000…”No entendía cómo aparecían las otras partes del calendario, si comenzaba en 2010.Asustado quise dar un paso atrás para luego largarme…Pero no tuve ni tiempo de mover el pie antes de que me convirtiera en un haz de luz y el libro me engullera.
    Me desperté sobresaltado empapado de sudor y a oscuras en mi cuarto. Solo había sido una pesadilla, seguramente fue porque había visto una película de terror antes de dormir. Entonces reparé que no estaba sudando, sino que era agua que me congelaba cada centímetro del cuerpo y me ponía la piel de gallina como si me hubieran puesto un cubo de hielo detrás del cuello; también me fijé que el cuarto era demasiado pequeño, y para empeorar mis sospechas, escuché un bombardeo a lo lejos. Ese no era mi cuarto.

Concurso literario “Contate un Cuento VIII” Mención de Honor de la Categoría A Malena Bottega alumna de E.S. Nº 1 “Lucas Kraglievich”

Mi ángel de la guarda

    - Después de tanto insistir, te voy a contar la historia  de por qué elegimos tu nombre.
    -  ¡Por fin! Ya era hora, nadie me la quería contar.
    -  Todo empezó cuando tenía 12 años y estaba jugando con mi hermana Sol.     Ahora que lo pienso es irónico que se llamase Sol. Ella tenía tan sólo ocho años y se cayó a la piscina que teníamos en casa, no sabía nadar, pero yo sí. No pude salvarla, la dejé morir mirándola hipnotizada, parecía una estúpida, era una estúpida. Desde aquel entonces pasé a cargar con la culpa de que maté a mi hermana, la única que tenía. También fueron mis padres los que me culparon del accidente, los entiendo, debe ser difícil cargar con la mochila de que se les muriera una hija. De ahí pasé de tener una hermana a ser hija única y todos los errores de mis padres cayeron sobre mí, como también todas las exigencias. Mis padres pretendían que yo fuera perfecta, que yo no cometiera ningún tipo de error. Aunque  ya había nacido fallada.     Gracias a eso es que estoy indignada y enojada conmigo misma por no poder ser la chica que siempre quise ser.
    Fue tanta la depresión que me mareaba, me sentía mal, como ahogada; lloraba muy seguido, me desmayaba, entre otras cosas. Mis padres me llevaron a muchos tipos de doctores; a Mar del Plata, a Buenos Aires, a Azul, hasta llegaron a llevarme a Cuba, porque decían que ahí estaban los mejores médicos. Todos nos dijeron que lo que necesitaba era un control psicólogo, pero mis padres no querían llegar a ese punto, sostenían que los psicólogos eran para locos y que yo no tenía ningún tipo de genes de locura, porque ellos no lo eran. Sin embargo, después de unos meses, decidieron consultar con uno
    Por ese entonces, ya me notaba un poco rara, no tomaba ni una decisión por mi cuenta, no caminaba ni un paso sin preguntarle al de al lado si le iba a perjudicar ese paso. Empecé sentándome atrás del todo en la escuela; era la tímida, la que no se expresaba, la antisocial. Aunque yo tenía a Milagros, mi amiga,  mi confidente, con  quien éramos muy unidas, pienso que era casi un milagro que una chica como ella fuera mi mejor amiga.
    A los 14 años,  me diagnosticaron que tenía una enfermedad psicosomática, no entendí mucho en ese momento,  pero sé que era una enfermedad que se produce por causas de emociones vividas . Estaba deprimida por lo de Sol, porque sentía que mis padres no me querían, que me odiaban por lo que les hice. Yo sentía que los había defraudado desde el minuto cero en el que nací. Me sentía, por así decirlo, el fracaso en vida.
    Esa enfermedad no se iba absolutamente con nada más que  con tratamientos psicológicos, eso era otra decepción más para mis padres. No lograba entender cómo es que con todos los esfuerzos que yo hacía para que se sintieran orgullosos de mí, lo arruinaba todo y lograba que se sintieran decepcionados, aún más. Yo creía que la única que me entendía era Milagros, y le decía que ella me servía más que mi psicólogo.
    Milagros era una persona muy buena, tan santa; era mi único héroe en este caos, pero yo notaba que sus ojos nunca le brillaban del todo. Nunca le quise preguntar qué le pasaba, ya que una vez lo hice y casi se enoja conmigo.
Tiempo después, ya con 16 años, me llegó una llamada, era de la madre de Milagros diciéndome que por favor fuera a su casa ya que mi amiga me necesitaba. En ese momento se me paró el corazón. En el camino casi me muero pensando que le podría haber ocurrido algo y  me imaginaba lo peor de lo peor. Cuando llegué, allí estaba Milagros. Acostada en la cama llorando. Fue en ese instante que me respondió aquella pregunta que en algún momento yo le había hecho. Me dijo que ella no era lo suficientemente feliz,  porque desde sus 13 años que le habían diagnosticaron cáncer de huesos. Éste surgió por una quebradura o fractura y era causado por un tejido anormal o algo así. Lo terrible era que Milagros se podía morir y si ella se moría se iba a ir una parte de mí con ella. También me dijo que yo debía ser fuerte, y que no me tenían que importar más las reacciones de mis padres, porque ellos no me entenderían nunca.  Me aconsejó que fuera feliz a mi manera y que siguiera mi vida, que no estuviera mal.  Todo eso era algo imposible para mí, yo sentía una gran angustia en el pecho, no quería que le sucediera nada malo, y mucho menos que muriera.
    Un par de días después, me volvió a llamar la mamá de Milagros, pero esta vez llorando, avisándome que ella había fallecido esa  misma mañana. Recuerdo que sentí que una parte de mí se había ido  con ella. Ya no me quedaban héroes en este caos, ya no tenía a mi confidente, ya no tenía con quien reírme. Pensé que ya no iba a tener esa luz que irradiaba ella cuando la veía, que volvía a estar sola como antes, que nadie me iba a entender como ella. Supe que ya no me quedaban razones para seguir viviendo. También, como para no perder la costumbre, me sentía culpable, porque yo sabía que se podía morir y no hice nada. Aunque en este caso yo sabía que no podría haber hecho absolutamente  nada.
    Luego de este lamentable episodio, mi enfermedad psicosomática aumento.Mi psicólogo les dijo a mis padres que era raro, rarísimo que una chica de 17 años sintiera deseos de morir (decepción número mil para mis padres). Les dijo que yo no sentía ninguna necesidad de vivir, que no tenía ganas de jugar, de tener algún novio, de tener un perro , de compartir, de nada. Que no tenía remedio mi enfermedad, que iba a estar deprimida de por vida,  sin ganas de vivir. En otras palabras, que yo estaba muriendo lentamente.
    El tiempo pasaba implacable y ya no comía, estaba más flaca de lo normal.     Mis padres me seguían llevando al psicólogo, yo ya no superaba ni un poquito mi depresión. Continuaba antisocial y  no tuve otra amiga.
    Comencé la facultad y a estudiar psicología para ver si me podía autoayudar. Pensé durante mucho tiempo lo que me había dicho Milagros, hasta que decidí utilizar todo el dinero que había ahorrado desde niña para comprarme mi propio departamento, obviamente que no era suficiente, entonces comencé a trabajar, para pagarlo y pagarme mis estudios.
    Esta decisión la había tomado para alejarme de aquellas personas que vendrían a ser mi familia, que sólo me hacían mal. No me sentía del todo bien, pero quería estar totalmente lejos de ellos.
    Cursando en la facultad, ya casi con 22 años, llegó mi salvavidas, Santiago, tu papá, quien me salvó de la enfermedad. La verdad es que yo nunca me hubiese fijado en él, sino hubiera insistido tanto para conocernos. Él estaba muy enamorado de mí y me enamoró a mí. Santiago es la persona más linda y buena del mundo, lo quiero y él me quiere bien. Desde aquel entonces es que somos inseparables. Él me hizo sentir casi una reina, me trataba como tal.
    Los psicólogos se asombraron de que se me hubiera ido la enfermedad psicosomática, no lo podían creer. Tampoco tenía una razón exacta, pero así sucedió, me curé del todo y desde ese entonces estoy bien.
    Con mis padres ya dejé de tratarme hace tiempo, logré escuchar y entender esas últimas sabias palabras de Milagros, mi ángel de la guarda, quien me cuida, esté donde esté. Ya no me siento sola, me siento acompañada por tu papá y varios amigos que he hecho. En aquel tiempo me sentía muy feliz, estaba muy bien.
    Después de casi tres años de novios, quedé embarazada de vos ,hija,  y como fuiste una nena y no un nene, te puse Milagros en honor a mi ángel de la guarda.
Y así fue, mi querida hija,  eso es todo lo que querías saber. Por lo tanto,  esa es la historia de tu nombre, la de “mi ángel de la guarda”.