domingo, 28 de agosto de 2016

DAVID ÁLVAREZ MORGADE (1922 - 2002)

Caminador infatigable de los barrios. Era porteño, del barrio de San Telmo, poeta de alto vuelo, pero que por desgracia, su obra no tuvo la trascendencia que merece y recién ahora se lo rescata del olvido. Escribió entre los años 50 y 80, siendo sus obras: Sinfonía de arrabal, Radiante Sinfonía, La cena de los Tigres, Sal y fósforos, El Nómade, Alguien espera en el andén, Poemas de la azotea, Teoría del movimiento y Poemas en movimiento.


SINFONÍA DE ARRABAL

                        I

Desde aquella azotea. desde viejo broche
de la ropa tendida. Desde esa vieja hiedra,
cerebral y certero descenderé esta noche
hasta el árbol, la calle, la ventana y la piedra.

Desde aquella campana que se parece a un yelmo
descenderé a la puerta rota del conventillo
y por aquel balcón con un frente amarillo
hurgaré por las piezas el alma de San Telmo.

Arrabal: si te miró con la mirada abierta
es que busco en tu tórax ese sonido largo
de rabia ennegrecida, de corazón amargo,
de dolor derrumbado al margen de la puerta.

Podría dar en frases lo que resulta fino
y levantar el verso luminoso y ardiente,
pero a mi me apasiona decir eso que siente
el fatigado y rudo, el dramático, hirviente
arrabal con estruendo, aguerrido y obrero,
apretando su abdomen y apretándose el diente.

                                II

Rígido azul, azul, azul oscuro
por este callejón todo misterio
y una aceituna roja ese farol maduro
y negro para siempre el árbol serio.

Rígido azul, azul, azul oscuro
por este callejón del improperio.

(Negros los tacos van, sobre el apuro)
(Blancos los rostros van, hacia el misterio...)

                             III

El diariero bucea con su grito
y el grito retumba en los zaguanes.

(Por la calle, tramitan los donjuanes
jurídicos y flacos del distrito)

El panadero baja del carrito
con la canasta donde van los panes.

(En esa esquina están los haraganes
que lealmente son de este distrito)

Repartiendo una leche - puro mito
va el grandísimo cínico lechero.

(En esa casa, vive el quinielero
legal y estafador de este distrito)

Suena la fábrica histérica su pito
y arroja de su cárcel al obrero.

(Sobre esa mesa está el triste puchero
que no es legal ni alcanza a este distrito...!)

                            IV

Suena el martillo entero de alegría
ajustando la sólida, herradura.
En mi patio, contiguo a la herrería
quedan los restos de la sombra dura.

Es tiempo de la escoba y agua fría,
un par de mates con la yerba impura
y una curiosa, rápida lectura
del matutino de este nuevo día.

(Abro la puerta y siento, todavía,
el olor del jabón que me perdura)
y al saludar alegre la rítmica herrería
me responde el martillo golpeando la herradura,

                         V

La tarde está tirada
como una piedra milenaria.
(La tarde está aburrida
como una adolescente solitaria...)

La noche está nerviosa. Por su espera
impaciente
zumba la violinística de un grillo.

La noche se sofoca. (De repente
se asusta porque un fósforo se enciende
en el altillo).

                      VI

Hay que tirar puñados de monedas
sobre mezquinas calles de empedrados,
golpear el corazón por las veredas,
sentir lo injusto a dientes apretados.

Venga un viento del sur que nos conmueva.,
que denuncie alquiler y carestía.

Que haya fragancia de .jazmín. Que llueva
junto a la imagen con que ayer volvía. . .

                        VII

Se agazapa el suburbio como un perro
y la sombra., asustada,
provoca los temblores del aldabón de hierro.

Sobre un gastado umbral
un fósforo ha tumbado su cabeza quemada.

El silencios en la calle, camina solitario.

Un jazmín de metal
retumba por el agrio suburbio proletario.

Paréntesis cerrado, la luna es como un gajo
de naranja plateada.
Acaso es una luz hecha de un tajo.
(Esa luna parece dibujada)

Un árbol negro, eléctrico, rígido en su calambre,
es un profeta de arrabal.
Un silbido de alambre
se estira por las horas de tacto musical)

Un tango se ha colgado del balcón. Una nota
huye bailando por el empedrado.

Una maceta rota
quiere arrojar los huesos del jazmín olvidado.
En un rincón la arena levanta su joroba
y enciende luces cortas la pipa del sereno.
Durmiendo en los ladrillos hay una vieja escoba.

El farol me saluda como un amigo bueno.
Las sombras van cayendo como delgada lluvia
sobre el buzón alerta.
(Se habrá dormido esa muchacha rubia
que siempre espera sola en esa puerta!)

Desde húmedas piezas sale una rabia fría.
Algunas inquietudes ruedan por la vereda.
(En donde habrá, perdida, una moneda,
 para saber qué gusto tiene la alegría? )

Ajustándose el cinto en la marca del hambre,
la voz, en el suburbio, se torna universal.

(Un silbido de alambre
va estirando su cuello por el claro arrabal...)

(1947)


El señor diputado desayuna.


(Café. La mermelada,
medialunas).

Los precios van de viaje por la luna.
Las fábricas, cerradas.

El señor diputado desayuna.
Cualquier explotador hace fortuna.
(La casa del humilde despojada).

Falta vivienda sube el pan. Y en la cara
se ríen de este Pueblo.
(Una por una,
cuántas injusticias¿ si contara...!)

- Y el señor diputado?
- Está en ayunas.

                                                                                                                                                     (1949)

Sin título-.

Ruego brillante de la mano. Gira.
Tiembla el trazo curvado
entre el arroyo del viento. Mira
la calle y el gorrión posado.

Se acuesta la mano. Respira
la tristeza.
-Y el gorrión?
-Se ha volado-



(1965)

sábado, 20 de agosto de 2016

Tacones amarillos. Por Pilar Ferrer

..hay días en que me pondría
unos tacones bien altos y amarillos,
y abriré las puertas...
esas que me gustan
de sinceridad
donde soy yo...
sin retazos y sin complicaciones
donde sueño y trepo la esperanza
más allá de los colores y estaciones...
porque hacen juego con tiempos de lluvias torrenciales...
según las cartas en mis premoniciones
......y otros...
me pondría
esas alas prestadas de mariposa nacarada
donde cada madrugada conjunta con distancias...
porque he aprendido
este último teorema
....que :
vos y yo en la enésima potencia
somos ese resultado exacto
entre la química y la locura
donde los puntos de lo cóncavo y convexo
hacen la exactitud de las geometrías....
porque con alas de mariposa malherida
calzaré tacones y sin melancolías
!Como Dios manda...
en una despedida!

"Solo dos palabras" Por Marian Martín Humanes

 "Poema para una MADRE"

Bastan sólo dos palabras
para expresar lo que siento,?
más no hallaría modo alguno
de mostrar mis sentimientos.
Dos palabras, sólo dos,
para decirte: "Te quiero",
para decirte: "Gracias"
por tus noches de desvelo.
Si tantas veces te herí,
si mi amor no te mostré,
no dudes de mi querer,
tal vez...no supe entender.
Tal vez no supe entender
tu sacrificio abnegado,
tantas noches sin dormir
sin esperar nada a cambio.
Porque eso es ser una MADRE,
y tú para mí eres bella,
y no hay rosas ni azucenas,
no hay estrellas,
no hay luceros,
que merezcan ser regalo
para quién me dio la vida,
quién me cuidó con celo,
quién me acunó tantas noches,
quién por mí desveló el sueño.
Y no he hallado presente
que merezca ser tu dueño.
Tan sólo esas palabras
grabadas en mi alma, a fuego.
Por eso quiero decirte:
Nunca olvides dos palabras,
Nunca olvides que:
"TE QUIERO".

LA BANDERA DE MAYO Por JUAN MARÍA GUTIÉRREZ.

Al cielo arrebataron nuestros gigantes padres
El blanco y el celeste de nuestro pabellón;
Por eso, en las regiones de la victoria, ondea
Ese hijo de los cielos que no degeneró.

Cual águila en acecho, se alzaba sobre el mundo,
Para saber qué pueblos necesitaban de él,
Y llanos v  montañas atravesando, y  ríos,
La libertad clavaba donde clavaba el píe.

Del cóndor de los Andes las alas no pudieron
Seguir en sus victorias al pabellón azul.
Ni la pupila impávida del águila, un momento
Pudo mirar de frente su  inextinguible luz,

¡Alcemos sus  colores con  vanidad,  hermanos,
De nuestra gran familia el apellido es él;
Dos bandos fratricidas le llevan en sus lanzas.
Mañana, en torno suyo se abrazarán también.

Tal vez Por Rafael Serrano Ruiz

Llega la primera lluvia de Mayo,
esa que humedece tus cabellos
y ensalza la atrayente jugosidad,
la almibarada dulzura, de tus labios
en la neblina del día,
Y tu no llegas.

Viste la tierra sus mejore galas,
verdes y amarillos, pétalos y corolas
adornan su vestido con embriagador perfume…
renacer de vida y de esperanzas
y tu no llegas.

Sueños de caricias.
Despertar en tus labios
recorriendo profundas serranías.
Manos que descubren valles y riscos
entre  insinuantes transparencias
revelando una bandada de antojos intuidos.
En el aroma de tus especiados poros,
aunque mi piel no te sienta,
en el despertar de mis profundos deseos,
en la no existencia de la caricia…
te espero…
Y tu no llegas


Y la espera se alarga
Y la espera agoniza
Y tu no llegas.

LOS HUÉRFANOS Por RICARDO GUTIÉRREZ.

Cuando el estruendo del festín resuena
En torno de la mesa regalada,
Y entre las ondas del quemado aroma
El rumor de los brindis se levanta,
¡Acuérdate de  aquellos
Que a los  umbrales  de la puerta llaman!

Cuando, en el día de tus padres, gires
En el salón de la revuelta danza,
Y dejes,  al pasar, enternecido
El beso de tu amor entre sus canas,
¡Acuérdate de aquellos
Que sólo al  borde de su  tumba pasan!

Cuando el concierto de armonioso canto
Te arrulle con su música inspirada,
Y el lujo y el fulgor y la alegría
Doblen  el  espectáculo  que  embarga
¡Acuérdate  de aquellos
Que  sólo  el. ay  de  los pesares  cantan.

Cuando en las horas de la negra noche
Contra  tus muros la tormenta brama,
Mientras en lecho de mullida ropa
Junto a los hijos de tu amor descansas,
¡Acuérdate de aquéllos
Que al solo amparo de los cielos andan!

Y cuando el  rayo del  albor primero
Entre por el  cristal de tu  ventana
A encender, bajo el párpado que duerme
El  fuego de la vida en  tu  mirada,
¡Acuérdate de aquellos
Que no despiertan más en la mañana!

¡Ah! piensa que el Señor no puso en vano
Un  rayo de piedad dentro del alma,
Y sobre el cielo de la tierra triste.
El  sempiterno hogar de la  esperanza!. .

Confesión Por José Javier Martínez Palacin

Yo señora, nací en el mes
donde se extinguen
las buenas intenciones y
se deshacen las cadenas
del pensamiento impuesto.
Vivo en la acción de las
embestidas, sin reconocer
silbidos, ni muros que me cerquen.
Incendio las descripciones
que me atan a ti
para que no te sientas segura.

Agotaré todas tus fuerzas
hasta que te acerques,
con la humildad de un caballo vencido.

Puede que te sorprendas
verme
leyendo.

domingo, 14 de agosto de 2016

EL ÁGUILA. EL LEÓN Y EL CORDERO Por DOMINGO DE AZCUÉNAGA

Un águila  real,
con  rápido vuelo
se subió a la cima
de un áspero cerro
al pie de la cumbre
en  un  prado ameno,
un   feroz león
estaba durmiendo.
La águila de lo alto
quiso conocerlo
y hacía el prado  airosa
se  dirigió luego.
El  león al ruido
despertó soberbio,
y alzando al instante
su  dorado cuello
irguió su melena
con gala y denuedo
y de rey  vestido
se  mostró al  momento.
Revolvió la   cara
con  aire  y  despejo,
y,  con la  cabeza
le hizo acatamiento.
Acercóse  aquélla
con pasos severos
y entablaron ambos
su   razonamiento.
Este se redujo
a hacer menosprecio
de los brutos y aves
con denuestos  feos
diciendo que estaban
en el universo,
las especies de ambos,
bajo sus  imperios
vanidad   fundando
en sus nacimientos.
Pero  un  corderito,
que había estado oyendo
toda la parola,
sin ser visto de ellos,
(allá para sí)
prorrumpió diciendo:
No hay duda en que sois
por  vuestros abuelos
de aves, y de brutos
monarcas  excelsos,
pero si tenéis
tan perversos hechos,
que  el hurto  y rapiña
es  vuestro elemento,
la   grandeza   vuestra,
ni en chanzas la quiero,
pues soy de dictamen
por  lo  que  penetro,
que el lustre, y realce
de más alto precio
es el que uno adquiere
por sí, siendo bueno.
En  la  fabulita
nos dice el cordero
que  jamás  hagamos
gala con exceso
del blasón y gloria
de nuestros mayores
que heredado habernos
y que procuremos,
con nuestra conducta
y  procedimientos
adquirirla nueva
por nosotros mesmos.

AL CENSOR EN BUENOS AIRES Por DOMINGO DE AZCUÉNAGA.

Señor censor;   mí amigo,   usted  no  sabe
En el berenjenal que se ha  metido.
Si nos lava la cara, es mal querido
De todo pensador discreto y grave
Si escribe la verdad, en cuanto cabe.
Es de todo  un pedante .aborrecido;
Con que así, opino,  que el  mejor partido
Es meterse en  su casa bajo llave.
Y aunque digan algunos rodaballos
Que es usted algo escaso de meollos,
No desperdicie  el  tiempo  en  impugnallos
Porque todos sabemos que hay criollos
Que se ponen a hacer el papel de gallos
Sin que puedan hacer papel de pollos.

FÁBULA SÉPTIMA: El mono y el tordo Por DOMINGO DE AZCUÉNAGA.

Metióse un mono en un trigal ya seco
del cañón de la mies a hacer flautillas
presumiendo tocar, por verlo hueco,
                                  mil maravillas.
Con sus uñitas lo rasgaba astuto,
y soplándolo ansioso, procuraba
el hacerlo sonar, pero el cañuto
                                  nunca sonaba.
Sin sacar de las cañas una avena,
haciendo de su afán cumplido alarde,
porfiado se mantuvo en su faena
                                toda una tarde.
Pero un tordo parlero, que su encono
había estado viendo, con gran flema
desde un sauce, le dijo: señor mono,
                                  deje ese tema.
No desperdicie el tiempo en tal apuro,
las mieses trate Ud. con carantoñas,
¿no advierte, que ya está el alcacer duro
                                    para zampoñas?

Nadie piense sacar provecho alguno
de aquellos, que pasaron con holganza,
el tiempo, conveniente y oportuno
                                        de su crianza.

FÁBULA PRIMERA El toro, el oso y el loro Por DOMINGO DE AZCUÉNAGA.

En un monte fragoso,
mil bramidos un Toro dando estaba,
y oyéndolos un Oso,
desde un bosque, a saber por qué bramaba
se acercó diligente, y, con agrado,
le dijo: ¿por qué bramas? ¿qué te ha dado?
No tengas a desdoro,
el decirme, si te hallas desvalido.
Amigo (dijo el Toro)
ya que estás de mi pena condolido,
ampárame en mis males que, aunque graves,
se harán con tu socorro más suaves.
Yo me siento agitado
de un formidable torozón, de suerte
que, a no haber tú llegado,
hubiera reducídome a la muerte.
Pero ya que viniste, solicito
que me busques de Sen un manojito.
No tengo inteligencia
en la planta que pides; mas confío
hacer la diligencia,
cerca de aquí, con otro amigo mío.
Esto responde el Oso, y se encamina
hacia el bosque a traer la medicina.

Llegó, y halló cogiendo,
a un herbolario, plantas en el soto;
dijóle: pues comprendo
que, en materia de yerbas, tenéis voto,
dadme la sen para uno que, afligido,
 allí de un torozón queda tendido.
Ofrecióse a buscarla
el herbolario, y como no la hubiese,
ni fuese dable hallarla,
le dio otra equivalente, con que fuese
a remediar el mal que molestaba
al enfermo, por quien se interesaba.
Llevó el Oso la yerba,
y presumiendo el Toro hallar remedio,
comióla, aunque era acerba,
sin causarle lo amargo el menor tedio;
y al momento le dio tan grave insulto,
que no quedó de él más que el triste bulto.
Descendió al bosque el Oso,
y viendo al malhechor, enfurecido,
le dijo-, hoy, engañoso,
con darte muerte, el premio merecido
tendrás, pues fuiste causa que el doliente,
muriese con tu yerba equivalente.
Pero un anciano Loro,
que estaba sobre un álamo parado,
y vio expirar al Toro,
le dijo al Oso, viéndolo irritado:
¡Del rústico herbolario el hecho extrañas,
porque estás entre selvas y montañas!
Pues sabe que, en las cultas
ciudades, estos mismos disparates,
con iguales resultas
se ven. Con que así, amigo, no lo mates,
porque no hizo otra cosa, el herbolario,
que dar un quid pro quo* de boticario.


*Cambiar una cosa por otra, dar algo a cambio.

TRES DÉCIMAS ANÓNIMAS QUE CIRCULARON EN EL TIEMPO DE LAS INVASIONES INGLESAS

Décimas

Hubo cierto señorón
que todos saben quién es
muy valiente en los cafés
muy cobarde en la ocasión;
que abandonando un cañón
sin armas ni voz ni fama
corría como una gama
y si me preguntan quién
yo le conozco muy bien
mas no sé como se llama.


INGREDIENTES PARA SACAR LA QUINTAESENCIA DEL MARQUES
DE SOBREMONTE

Un quintal de hipocresía,
veintidós de fanfarrón
y cincuenta de ladrón,
con quince de fantasía,
dos mil de collonería,
mezclarás bien, y después
en un gran caldero inglés
con gallinas y capones
extractarás los blasones
del más indigno marqués.


A LAS CAPITULACIONES QUE PRESENCIO DON JOSÉ IGNACIO QUINTANA

No en la capitulación
supieron lo que se hacían
porque ésta la disponían
tres gallinas y un capón;
ya de Quintana el blasón
es preciso aquí acabar
y le deben preguntar
para que se satisfaga:
¿el que de miedo se caga
dónde lo hemos de encerrar?