sábado, 30 de septiembre de 2017

PERSPECTIVAS Por Jorge Dágata (Extraído de la revista “Nacional '85” que fuera publicada en aquel tiempo por los alumnos de 5° año del colegio)

No podemos olvidar - ni debemos hacerlo- que estamos emergiendo de los años más negros de nuestra historia. El crimen organizado desde el Estado, la tortura, las vejaciones, el robo, la protección a los traficantes de drogas, el sometimiento de todo tipo, fueron signos de un pasado del que nos separan apenas un par de años.
La sociedad Argentina se ha manifestado sin titubeos por un nuevo orden: el de la vida, el de la libertad y la moralidad. El de la justicia. Decirnos hoy argentinos es sabernos parte de un pueblo que toma conciencia de esas atrocidades, y busca una organización capaz de impedir que se repitan. Pero construirla es una tarea mucho más difícil de lo que algunos creen. Ante el panorama desolador de un país arrasado, la primera pregunta que nos hacemos es: ¿por dónde empezar?
A lo largo de este año nos enteramos de que habrá grandes cambios en la escuela secundaria. Algunos de ellos, como la supresión de exámenes de diciembre y marzo, ya están en marcha. Pero, por lo que sabemos, se avecinan otros mucho más profundos todavía.
¿Ayudará una nueva escuela a construir una nueva sociedad? Nos preguntamos esto porque:
- Hay tantos médicos y mucha gente se muere por enfermedades que la medicina ya superó, como la tuberculosis y la diarrea infantil.
- Hay tantos arquitectos y millones de familias no pueden acceder a una vivienda digna.
- Hay tantos abogados y  miles de personas no encuentran la más elemental justicia.
- Hay tanto desarrollo agropecuario y tanta técnica alimentaria y la gente se muere de hambre.
- Hay tantos licenciados y doctorados en humanidades y la cultura nacional sigue sepultada en cuanta estupidez (autóctona o importada) anda rondando por el mundo. La transformación de la escuela puede ser el punto de partida. No debemos ser ilusos y creer que la escuela educa tanto como se pretende. Un televisor puede más que unos cuantos maestros. Pero sí puede ayudar a esa transformación. Puede, si se plantea objetivos tales como:
- Fomentar y practicar la solidaridad, para que quienes se formen en ella sean capaces de trabajar como seres humanos y colaborar en el bien común, y no como fieras lanzadas a la competencia que les impone la ley de la selva.
- Sensibilizar a la juventud ante los grandes problemas de la sociedad Argentina de hoy, para que no den vuelta la cara ante la realidad y vean sólo lo que quieren mostrarles los interesados en que nada cambie para conservar sus privilegios.
- Disciplinar en un orden cuyo sentido se comprenda, con participación responsable y no con autoridad despótica, para posibilitar la integración a una vida comunitaria auténticamente democrática.
- Formar hombres y mujeres que evolucionen permanentemente para ser más y no para TENER más..,
 Esta nueva escuela para una nueva Sociedad no surgirá por sí sola. Ni siquiera por decretos del gobierno, por buenas que puedan ser las intenciones. Hay que comprender que es necesaria y posible. Que debe ser discutida e impulsada por cada uno de nosotros. Sobre todo, hay que actuar. No sea que nos conformemos con palabras. O hacemos el futuro, con nuestros miedos, dudas y limitaciones, o nos lo harán, como ha pasado tantas veces.
 No podemos olvidar -ni debemos hacerlo- de qué tiempos venimos. Hay que comprender y actuar para ir hacia los tiempos que queremos.
La imagen del argentino de hoy no debe ser la del hombre derrotado qua arma las valijas para emigrar o cierra los puños para sobrevivir enfrentado a los demás. El pueblo argentino no se irá de su casa. Abrirá las manos para sumarse a la gran tarea de recoger los escombros y edificar el país que merece: humano, libre, justo, independiente.
Y si no, ¿qué?

Nocturno Por Ezequiel Feito

23/9/2017

El día ha pasado, y en esta noche
los ángeles traerán tu quieta llama.
La vieja noche con tu joven cuerpo
y mi joven corazón que aún te ama.

Voy donde tú estás; tras de ti camino.
¡Es tan sencillo verte a la distancia
cuando todo está cerca, y aún los muertos
parecen regresar a nuestra casa!

Por eso es tan sagrado este momento:
dulce esperanza que de nuevo calma
mi ansiedad por volver a estar contigo
en un tiempo que todo lo restaura.

¿Qué más puedo pedir en esta noche
que la paz que contigo disfrutaba?
“Te amaré pase lo que pase”, dices,
y en mi pecho resuenan tus palabras.

Roberto Arlt: “La logia de los desesperados” Por Héctor Fuentes

En algún lugar de la ciudad Remo Erdosain camina angustiado. El rostro se le esconde tras los ojos desencajados. Las piernas le tiemblan, y el nudo de la corbata lo amortaja. Lleva en su pecho el corazón batiente de los desesperados.
Se ha robado seiscientos pesos de la Compañía Azucarera en la que trabaja. Alguien pasó el dato, y el gerente le exige explicaciones.
La ciudad lo desasosiega en el girar impredecible de su ruleta. La ciudad es un grito que proviene desde el centro mismo de un mundo enloquecido. De pronto aparece en su mente una idea. Es un rayo prodigioso que lo traspasa. Los ojos se le encienden: sueña con fabricar una rosa de cobre. Sueña con dar el batacazo y mandar todo al diablo. Sueña con ser otro y ese otro sueña con él, hechizándolo.
Erdosain es un inventor frustrado. Piensa día y noche en algún fabuloso golpe de suerte que lo saque de pobre. La realidad es una luz tan fuerte que lo hace parpadear. No puede soportar lo que el mundo le ofrece: un empleo mal pago, un manual de costumbres, una vida puerca.
Siente que su corazón es un juguete rabioso. Siente que las migajas que escupe el mundo representan su único consuelo. En Temperley lo espera el Astrólogo. El líder de una logia. El ideólogo de una sociedad secreta. El hombre que nuclea a los siete locos.
El plan que persiguen es subvertir el orden y crear una nueva sociedad. “Por eso el mundo necesitará de una gran mentira para que la crean como una verdad”.
El Rufián Melancólico aportará el dinero necesario. Cada uno de los locos cometerá su locura a su tiempo y armoniosamente. Erdosain se siente útil por primera vez en su vida. No tiene ningún reparo en llevar adelante cualquier clase de plan. La moral es una regla que sólo la cumplen los burgueses. Pero para los que no tienen nada que perder, las cosas no son ni buenas ni malas, son inevitables.
“Los siete locos” se lanzan a la conquista del poder. La estrategia es trocar la belleza por el horror, y cuando el horror se instale en la mente de la población, la contienda estará ganada.
Erdosain cree en la sociedad secreta porque su vida se le desmigaja entre las manos. Cree porque alguien se ha interesado en él.  Cree porque un líder se hace cargo de sus sueños frustrados y los relanza hacia la acción.
El poder de vencer la realidad lo hace soñar con una vida nueva. Pero los hierros que dominan a las fieras  tarde o temprano se quiebran. El plan se desbarata y la violencia termina en la cúspide de una llamarada gigantesca. Es la herida de "Los Lanzallamas”. Es la combustión que vomitan los marginales. Es la náusea de una existencia sin sentido.
Roberto Arlt fue un creador de mundos. Un escritor que se forjó a sí mismo sin método ni estrategia. Un observador nato que supo expandir con su pluma los conflictos que veía esbozados en la sociedad. Mediante sus novelas se adelantó a todos los acontecimientos que marcaron a fuego el siglo XX.
Arlt fue un invento de Erdosain. Arlt es la rosa de cobre. El escritor destemplado que lanza llamas eternas.

Visión. Por María Cristina Cordido

Mientras escribo un poema, tú te callas,
¿Qué guardará tu voz y tu mirada
que se esconde a mi pluma
y huye a mi mirada?
Mientras escribo un poema
tú me aguardas en el umbral sombrío
de la casa.
¿Qué mágico misterio tus manos encontraron
para quedarse quietas?
¡Ay palomas cansadas!
Mientras escribo un poema tú sonríes
!Qué sonrisa tan honda
se ha posado en tu cara!
¿Qué pensarás? me digo,
¿Qué sentirá tu alma
para irradiar tan hermosa mirada.?
Mientras escribo un poema
tú te vas hacia el alba.
No te vayas, te pido,
¡Quédate en mis palabras.!
Mensajera de sueños
en la tarde callada.

sábado, 23 de septiembre de 2017

EL PUENTE DE LA ESPERANZA (Anónimo)

Al interrogar a los habitantes del pueblo La Ernestina sobre el grado de prosperidad que la villa había alcanzado, sus respuestas expresaban siempre un mismo juicio.
- ¡Oh! nuestra villa progresa, le espera un brillante porvenir. Pero mucho más rica sería, si tuviese el arroyo que con sus crecientes periódicas nos causa tanto daño.
Así respondían algunos vecinos entre optimistas y pesarosos.
- La Ernestina es la más halagüeña de las promesas. Su crecimiento es incesante. Población, edificación, comercio, industria y cultura, todo contribuye a darle ya la fisonomía de una ciudad. Pero ¡qué lástima! El arroyo que la cruza, al desbordarse, deja muchas veces incomunicados a los pobladores de ambas bandas, paralizando todas las transacciones e interrumpiendo el ritmo de su actividad laboriosa.
Tal la respuesta que emitían otros, entre confiados y escépticos.
- Canalizar el arroyo y tender un puente: esto es sólo lo que se requiere para que La Ernestina conquiste definitivamente su progreso. Sin el peligro de las inundaciones, ¡cuántas hectáreas se rescatarían para el cultivo y qué útiles resultarían las mismas aguas del arroyo que hoy constituyen una amenaza, si se las distribuyese con método para el riego o se las aprovechase inteligentemente como fuerza motriz.
Tal era el pensamiento de otros pobladores.
Como se ve, no existía disparidad de opiniones, todos concordaban en que La Ernestina, por sus condiciones naturales y por el amor al trabajo de sus hijos, era al presente, la tierra de la dicha cabal, y como promesa, la lisonja misma. Pero entendido: exceptuando el arroyo ¡ ese arroyo! eterna pesadilla, fantasma turbador de aquellas buenas gentes. La imaginación popular veíalo como una sierpe tendida, cortando en dos al pueblo, y que por tiempos desanillaba sus crespas olas inundando las sementeras, o tanto hinchaba el lomo, que impedía la comunicación entre los pobladores de sus márgenes.  - ¡ Un puente! ¡ Nos hace falta un puente! Tal era el clamor de La Ernestina.
Resueltos a buscar solución definitiva a ese inconveniente, reuniéronse los vecinos más caracterizados para deliberar sobre la mejor forma de conjurarlo.
Después de acaloradas discusiones y de ardientes votos de fe en. la eficacia del recurso, convinieron en enviar una nota al gobernador de la provincia, solicitándole dispusiera la construcción del citado puente.
El magistrado no tardó en contestar el petitorio en los términos más cordiales, prometiéndoles su decidido auspicio.
Pero, como el tiempo pasó sin que la obra se iniciara, molestos los firmantes ante ese culpable olvido del mandatario, decidieron dirigirse a los legisladores provinciales en igual sentido, destacando a la vez una comisión que comprometiese su apoyo.
La respuesta de los diputados cuya adhesión se encarecía, no fue menos promisoria y grata que la del gobernante, pero el puente siempre quedaba en el aire.
- Es un puente colgante - - decían con malicia los burlados.
Hartos de comunicados y de postergaciones, sin que nunca madurasen en hechos las promesas, los vecinos optaron por tomar una resolución extrema, casi dramática.
- ¡Apelaremos directamente al Presidente de la República! ¡Sí! ¡Llegaremos hasta allí!
Pero el primer magistrado también los obsequió con una nota no menos pomposa y halagüeña que las que hasta entonces habían recibido.
- Le llamaremos el "Puente de la Esperanza" - decían irónicamente los vecinos después de larga, e infructuosa espera.
- ¡Nos lanzaremos a la protesta! ¡Nos oirán! ¡Provocan nuestra rebeldía y la demostraremos!
Y en efecto, pronto hizo crisis la efervescencia popular. Hubo proclamas y se organizó una gran manifestación pública con bombas, antorchas, estandartes, banda de música, letreros alusivos y cálidos discursos.
Pero. .. pasado el humo y el ruido, el Puente de la Esperanza quedó tan etéreo e impalpable como la ilusión misma.
Entre la desazón producida por la ineficacia de tan sonoras demostraciones, un miembro de la asamblea vecinal, propuso un medio práctico para conseguir que se trocase en realidad el acariciado proyecto. Su idea consistía en que cada vecino pusiese la suma de cincuenta centavos, y con lo reunido, se costease el gasto que demandase la obra.
La iniciativa fue acogida con franco entusiasmo, y llevada a la práctica, se definió en el más pleno de los éxitos.
Los más pudientes, los comerciantes e industriales, contribuyeron con sumas proporcionales a sus recursos y a los beneficios que obtendrían de esa mejora pública, con lo que la suscripción excedió al presupuesto calendado como necesario para la construcción del puente.
Desde entonces, cuando los vecinos de La Ernestina necesitan una escuela, un camino, un hospital, un nuevo dispensario o cualquier obra de índole social o edilicio, saben que el mejor medio de obtenerlos es la iniciativa privada, mediante el aporte individual y equitativo de los interesados.
Existe un vicio entre nosotros: el "Puente de la Esperanza". Todo lo esperamos de los gobiernos. Así retrasamos nuestra marcha, .paralizando una fuente de valor inapreciable: la iniciativa privada puesta al servicio de las mejoras públicas.

SIERRA Por MARGARITA ABELLA CAPRILE. Del libro “Perfiles en la Niebla”

Nunca vi montañas y ayer contemplaron
mis ojos la sierra por primera vez.
¡Cuánto asombro nuevo para mi ignorancia!
¡De arriba las cosas que se ven!

Por todas las calles la sierra nos mira,
la sierra es un mudo y áspero guardián,
absorta me quedo frente a su belleza,
yo sólo sabía de llano y de mar.

Pero, aunque este recio paisaje me admira,
amo la llanura con hondo sentir:
La sierra es un ritmo que en sí mismo acaba,
la Pampa es un verso que no tiene fin.

CÁNTAME TU CANCIÓN Por VICENTA CASTRO CAMBÓN. (Poetisa ciega)

Fue muy largo este día. Estoy cansada
Y algo enferma también; mis sienes arden.
Compasiva almohada, hoy debes serme
Algo así como el seno de una madre.

Generosa almohada,  donde apoyo
Mi abatida cabeza noche y tarde,
¡ Cuántas veces probaste la amargura
De mi llanto furtivo sin quejarte!.

Séme blanda, almohada compasiva,
Necesito dormir: mis sienes arden.
Cántame tu canción para que duerma;
Soñaré con el seno de mi madre.

De su libro “Rumores de mi Noche”

SERMÓN LAICO Por José Ingenieros (Extracto)

La inercia frente a la vida es cobardía. Un hombre incapaz de acción es una sombra que se escurre en el anónimo de su raza. Para ser chispa que enciende, reja que ara, fuego que templa, vendaval que arrasa, debemos con firmeza llevar el gesto hasta donde vuele nuestra intención.
No basta en la vida pensar un ideal: hay que aplicar todo el esfuerzo a su realización. Cada ser humano elabora su propio destino; miserable es el que malbarata su dignidad, esclavo el que se forja la cadena, ignorante el que desprecia la cultura, suicida el que vierte la cicuta en su propia copa. No debemos maldecir la fatalidad para justificar nuestra pereza; antes debiéramos preguntarnos en secreta intimidad: ¿volcamos en cuanto hicimos toda nuestra energía? ¿Pensamos bien nuestras acciones, primero, y pusimos después en hacerlas la intensidad necesaria?
La energía no es fuerza bruta: es pensamiento convertido en fuerza inteligente.
El que se agita sin pensar lo que hace, no es un energeta; ni lo es el que reflexiona sin ejecutar lo que concibe. Deben ir juntos el pensamiento y la acción, como brújula que guía y hélice que empuja, para ser eficaces. Ahonde más el arado el labriego para que la mies sea proficua; haga más hijos la madre para enjardinarse el hogar, ponga el poeta más ternura para invitar corazones; repique más fuerte en el yunque el herrero que quiera vencer al metal. El primer mandamiento de la ley humana es aprender a pensar: el segundo es hacer todo lo que se ha pensado. Aprendiendo a pensar se evita el desperdicio de la propia energía: el fracaso es simple ignorancia de las causas que lo determinan. Para hacer bien las cosas, hay que pensarlas certeramente, no las hacen bien los que las piensan mal, equivocándose en la valuación de sus fuerzas; como un niño que, errando el cálculo de la distancia, diera en tirar guijarros contra el sol que asoma en el horizonte.
Nunca se equivoca el que ha aprendido a medir las cosas a que aplica su energía;
se arredra jamás el que ha educado su propia eficacia mediante el esfuerzo asiduo y sistemático. La confianza en sí mismo es una elevación de la propia temperatura moral; llegando al rojo vivo se convierte en fe, que hace desbordar la voluntad con pujanza de avalancha. Así ocurre con los genios: cumplen todo ideal que piensan, sin detenerse ante la incomprensión de los demás, sin perder tiempo en discutirlo con los que no lo han pensado. Los hombres sin energía no dejan cosa alguna de provecho, dudan y temen equivocarse, porque no han sabido pensar. Y nunca adquieren esa confianza en sí mismos y esa fe en los resultados que permiten ejecutar empresas grandes. La apatía del indolente y el fracaso de los agotados se incuban en la ignorancia y en la rutina; la eficacia de la energía finca en la cultura y en los ideales.
La incapacidad de prever y de soñar es el obstáculo que obstruye la expansión de nuestra personalidad. Educando la energía, enseñando a admirarla, se plasmarán los destinos de las naciones de América. Ninguna, gran raza fue engendrada por paralíticos y obtusos: no pueden marchar lejos los tullidos, ni contemplar los ciegos mi luminoso amanecer.

sábado, 16 de septiembre de 2017

EL CAMINANTE Y SU SOMBRA por Jorge A. Dágata

Al evocar la figura de Friedrich Nietzche (1844-1900) nos representamos una mirada de insana lucidez, o esos bigotes que no necesitaban caricaturista que los exagerara. Poniéndonos un poco más serios, lo imaginamos anunciando para todos y para nadie, nada menos, la muerte de Dios, la necesidad del advenimiento del Superhombre, o reciclando el mito del eterno retorno. 
Es probable que nuestros presupuestos culturales agreguen a la imagen una mano compasiva que desde muy alto le palmea la espalda y lo invita a mirar el futuro: Las dos guerras mundiales desencadenadas tras su deceso (un millón de muertos solamente en la jornada del Somme, seiscientos mil en Verdún, por citar unas minucias). Hiroshima. Los escarceos actuales entre el King Kong coreano y el orangután del norte americano, como quien dice mojadas de oreja con un tanteo a este misil o a aquella superbomba, para definir quién tiene al fin y al cabo más larga la razón. O la recurrencia histórica que Arnold Toynbee puso en su lugar, en su monumental Estudio de la Historia, sin desmerecer el mito. 
¡Ay de las ideas, tan resbaladizas! Siempre de la cabeza a las manos de la misma criatura humana, que ya quisiera superarse y de la que se espera no termine cayendo algún grado en la escala, para volver al simio que, Darwin dixit, supo ser cuando en su peluda inocencia sólo devoraba bananas.

LA PROPUESTA

Al lector que ya está decidiendo abandonarnos, ¡valor! En esta nota no dilucidaremos (no sabríamos hacerlo) si sus ideas son emancipadoras, subversivas, anarquistas, reaccionarias, elitistas, antisemitas, esteticistas, misóginas, irracionalistas… como han sido calificadas por unos y por otros. La propuesta de hoy es recorrer unas páginas del Nietzsche poético que creemos valen la pena, compartirlas con la sana intención de disfrutar de una buena lectura, en sintonía con la línea que esta sección sigue desde sus orígenes.
Están extraídas de “El caminante y su sombra”, uno de sus libros de aforismos más bellos y densos, escrito en tres meses de descanso en Saint Moritz, en 1877 (no hay acuerdo unánime en cuanto al año), inspirado en paseos por los bosques, al pie de los glaciares y en las orillas de los lagos. Un libro que manifiesta el Espíritu libre (freier Geist), publicado en 1879. Que a la sombra precisamente ha quedado de Zarathustra o El Anticristo, porque revela más expresionismo que ideología, aunque no carezca de ella. A juicio del que lea, ahí va:

EN LA NOCHE

En cuanto cae la noche, se altera nuestra percepción con respecto a las cosas más próximas. Ahí está el viento, que merodea como por caminos prohibidos, murmurando, como si buscase algo, enojado porque no lo encuentra.
 Ahí está la luz de las lámparas, de tétrico, rojizo brillo, titilando laxamente, resistiendo desganadamente a la noche, esclava impaciente del hombre que vela. Ahí está la respiración del durmiente, su lúgubre compás, al que una pena siempre recurrente parece silbar la melodía; no la oímos, pero cuando el pecho del durmiente se eleva, sentimos nuestro corazón acongojado, y cuando el aliento decrece y casi expira en un silencio de muerte, nos decimos: ”¡descansa un poco, pobre espíritu atormentado!”
A todo viviente, pues vive tan oprimido, le deseamos un eterno reposo; la noche nos persuade a la muerte. Si los hombres careciesen del sol y condujesen con el claro de luna y el aceite la lucha contra la noche, ¿qué filosofía les envolvería con sus velos? Más aún, se le advierte ya al modo de ser espiritual y anímico del hombre cómo está en conjunto entenebrecido por la mitad de oscuridad y carencia de sol que enluta la vida.

NO SENTIR CADENAS

Mientras no sentimos que dependemos de algo, nos tenemos por independientes: un razonamiento falso que muestra cuán orgulloso y ansioso de poder es el hombre. Pues admite aquí que bajo cualquier circunstancia debe advertir y reconocer, en cuanto la sufre, la dependencia, bajo el supuesto de que habitualmente vive en la independencia y, tan pronto la pierda excepcionalmente, notará un contraste del sentimiento.
Pero ¿y si fuera verdad lo contrario: que siempre vive en múltiple dependencia, pero se tiene por libre cuando por hábito prolongado ya no nota la opresión de la cadena? Sólo las cadenas nuevas le hacen sufrir: “libertad de la voluntad” no significa propiamente hablando nada más que no sentir nuevas cadenas.

REMORDIMIENTO

El remordimiento es, como la mordedura de un perro a una piedra, una estupidez.

A VISTA DE PÁJARO

De varios lados se precipitan aquí torrentes hacia una sima: su movimiento es tan impetuoso y arrastra consigo la mirada de tal modo, que las laderas peladas y boscosas de la montaña en torno no parecen descender, sino como huir hacia abajo.
Viendo el espectáculo uno se tensa angustiado, como si detrás de todo ello se ocultase algo hostil ante lo que todo debiera huir y contra lo que el abismo no ofreciera protección.
Esta región no puede pintarse, a menos que se la sobrevuele como un pájaro al aire libre. Por una vez la llamada perspectiva a vista de pájaro no es aquí un arbitrio artístico, sino la única posibilidad.

LA MEDIOCRIDAD COMO MÁSCARA

La mediocridad es la más afortunada de las máscaras que puede llevar el espíritu superior, porque no hace pensar a la mayoría, es decir, a los mediocres, en un enmascaramiento; y, sin embargo, por eso precisamente se la pone aquél, para no irritarlos y aun, no pocas veces, por compasión y bondad.

ET IN ARCADIA EGO

(“Yo también en Arcadia”. Lema de los Viajes Italianos, de Goethe).
Miré hacia abajo, por encima de olas de colinas, hacia un lago de color verde lechoso, por entre abetos y adustos pinos añosos: rocas de todas clases en torno de mí, el suelo cuajado de flores y hierbas. Un rebaño se movía, se desperezaba y pacía ante mí; vacas desperdigadas y grupos más allá, a la más intensa luz crepuscular, junto al pinar; otras más cerca, más oscuras; todo en calma y vespertina saciedad.
El reloj marcaba casi las cinco y media. El toro del rebaño se había metido en el arroyo blanco de espuma y seguía lentamente, resistiendo y cediendo, su impetuoso curso: tenía sin duda en ello una especie de formidable placer.
Dos criaturas trigueñas, de ascendencia bergamasca, eran los pastores; la muchacha vestida casi como un chico. A la izquierda barrancos y campos de nieve más allá de amplias franjas boscosas, a la derecha dos enormes picos helados, muy por encima de mí flotando en el velo de la bruma solar; todo grande, tranquilo y claro.
Toda esta belleza producía un estremecimiento y una adoración muda del momento de su revelación; involuntariamente, como si no hubiera nada más natural, se introducían unos héroes griegos en este mundo de pura luz intensa; como Poussin y su discípulo tenía uno que sentir: heroica e idílicamente a un tiempo. Y así han también vivido hombres singulares, así se han sentido permanentemente en el mundo y al mundo en sí, y entre ellos uno de los hombres más grandes, el inventor de una manera heroico-idílica de filosofar: Epicuro.

¡HOMBRE!

¡Qué es la vanidad del hombre más vanidoso frente a la vanidad que posee el más modesto en cuanto que se siente “hombre” en la naturaleza y el mundo!

sábado, 9 de septiembre de 2017

DE ADIVINOS, SUPERSTICIONES Y DEMÁS CONJUROS....

Es interesante el papel que ha tenido lo desconocido en la historia de la humanidad. La más de las veces, la incertidumbre humana buscó cierta seguridad y estabilidad mediante la superstición, la hechicería, la adivinación y toda clase de conjuros o rarezas que tenía a mano. Muchas decisiones políticas, económicas y sociales que marcaron el destino de millones de vidas se han tomado (y aún se toman) de esta manera. Y lo que es más, en pleno siglo 21, hoy en día, están resurgiendo con más fuerza que antes pero con distintos ropajes, aún bajo los más asépticos pseudo racionales y tecnológicos. Pase y vea. Lo de hoy es sólo una pequeña muestra extraída del libro “Historia de las creencias” de Fernando Nicolay, Editorial Americana, año 1947.




     Luis XI tuvo algún tiempo por astrólogo a Ángel Cattho, quien no se separaba de él, ni más ni menos que su médico, éste empleando medicamentos conocidos, y el otro "dirigiéndose a lo desconocido para prever las enfermedades o para conjurarlas". Conocida es la ingeniosa réplica de un émulo de Cattho, Galeotti, a quien el rey, encolerizado, le vituperaba el haberle anunciado que "todo iría bien en Perona", y que, temiendo por su vida no sin motivo, dijo a Luis XI: "Señor, acabo de leer en el cielo que moriré tres días antes que Vuestra Majestad".

     Existe en la Costa de los Esclavos una superstición original, la del dedo del pie fetiche.
Ypori, tercer genio protector del hombre, dice un misionero, ha fijado su residencia en los dedos de los pies... De todos los genios, este es el menos favorecido, porque son raros los sacrificios que se le ofrecen; sólo los consigue cuando el negro ha de emprender un gran viaje, en cual caso hace fetiche a su dedo del pie, con .un poco de sangre de gallina y de aceite, con lo que el genio de los caminos debe estar satisfecho y mostrarse propicio.


... La fecha fatídica más famosa es quizás la del año, mil. Los hombres, que ya esperaban el aniquilamiento del mundo, al acercarse el año terrible hubieron de creer tanto más en la proximidad de la catástrofe final, cuanto que los últimos tiempos del siglo X señaláronse por espantosos azotes, peste y hambre.
     La fe en aquella predicción era tan grande, que muchos documentos públicos de aquella época se motivaron con la siguiente fórmula: "Acercándose el fin del inundo, .."
La realidad de esta superstición ha sido discutida en un libro reciente, citándose, en efecto, una decisión del Concilio de Roma de 998 que imponía al rey Roberto una penitencia de siete años que, por consiguiente, no debía quedar cumplida hasta cinco años después del año mil; pero en esto no hay contradicción, pues si bien es indudable que la autoridad pontificia y las personas ilustradas de entonces no creían en la venida inmediata del Anticristo, en cambio al pueblo y al bajo clero impresionóles hondamente el texto del Apocalipsis que parecía anunciar para el año mil el fin del mundo.

     Refiere San Juan Crisóstomo. que en su tiempo, para imponer un nombre de fila a un recién casado, se encendían cirios a los cuales se designaba por santos del calendario y el cirio que ardía más tiempo, indicaba el protector que había de asegurar larga vida al niño.

     Más numerosas aún son las supersticiones relativas al matrimonio, de las cuales sólo enumeraremos las que eran tradicionales en nuestras antiguas provincias.
-¿Quería uno de los esposos asegurarse el afecto perseverante del otro? Pues no tenía que hacer otra cosa que darle a beber agua en la que hubiese estado en remojo durante un día un hueso sacado de la fosa de un -criminal... o ayunar seis viernes seguidos.

-Un matrimonio celebrado en miércoles debía, dar necesariamente malos resultados.

-Toda boda realizada en mayo traía como consecuencia la pobreza.

-¿Se celebraban dos casamientos en la misma iglesia y en un mismo día? Pues sólo podía ser dichoso el primero.

-Otro medio muy recomendado para garantizar la felicidad a la recién casada consistía en hacer que aplastara con el pie un huevo al entrar en el domicilio conyugal, o bien en arrojarle a él un puñado de trigo a la cabeza.

     El juego de la taba tiene un origen adivinatorio: la posición en que quedaban los huesecillos al caer separadamente o en grupo, dio origen a la astragalomancia. A menudo los huesecillos eran substituidos por dados.

     Decretábanse las leyes y resolvíanse los tratados de paz según fuesen el balido de un carnero o los movimientos de un cabrito: en una ocasión Aníbal apremió al rey Prusias para que librara combate contra los romanos, pero aquél se negó a ello diciendo que las víctimas se oponían, a lo que el cartaginés repuso: "¿De modo que preferís el consejo de un carnero al de un viejo general?"

    A  un   romano   que,  lleno de espanto, acudió a Catón para referirle que la noche antes unos ratones le habían roído los zapatos, dióle éste la siguiente respuesta: "Amigo mío, recobrad vuestro ánimo, que este accidente no tiene nada de espantoso. Lo que sí habría sido indudablemente un prodigio terrible es que los zapatos se hubiesen comido a los ratones".

     He aquí cómo se practicaba la Alectoromancia (Adivinación por medio de un gallo). Cuando se quería descubrir el nombre de un enemigo o de un culpable, se dibujaban en una superficie muy lisa tantas casillas como letras tiene el alfabeto y se colocaba cierta cantidad de granos de trigo en cada una de ellas, empezando por la A. Una vez distribuido el trigo en esta especie de tablero, de damas improvisado, se tomaba un gallo joven, enteramente blanco, se le cortaban las uñas y se le hacía tragar un pedacito de pergamino en el que se habían escrito algunas palabras cabalísticas. Hecho esto, se ponía en el suelo al animal, que picoteaba los granos, y a medida que éste iba comiendo se apartaban las letras correspondientes, juntándolas luego con la esperanza de encontrar el nombre que se deseaba conocer, o por lo menos alguna sílaba indicadora.

     En tiempo de Plinio y aun muchos siglos después pretendíase descubrir a los ladrones y a los asesinos por medio de la Axinomancia, o prueba del hacha y del mango: se arrojaba contra el tronco de un árbol un hacha que poco a poco se desprendía de la hendidura a causa del peso de su largo mango que formaba palanca; sucesivamente se pronunciaban los nombres de los individuos sobre quienes recaían sospechas y aquel a quien se nombraba en el momento en que el hacha caía al suelo era declarado culpable. ¡Horroriza pensar que ha habido quienes  han podido ser condenados sin más pruebas que estas!

     También se buscaba a los criminales por medio de las cebollas (cromyomancia): la víspera de Navidad se colocaban encima de un altar cierto número de bulbos, cada uno de los cuales llevaba el nombre de uno de los acusados, y el que germinaba primero revelaba el culpable. Esta forma de adivinación se empleaba asimismo para ayudar a la elección de un esposo.

Y aún hay mas:

- Colocar una espada desenvainada sobre el mástil de un buque para desviar la tempestad.
- Bailar en la iglesia en las fiestas de la Ascensión y de San Bartolomé, para curarse de la epilepsia.
- No comer cabezas de animales para no tener dolor de cabeza.
- Tocar con los dientes un diente de ahorcado o ponerse un pedazo de hierro en la boca cuando suenan las campanas del Sábado Santo, para curarse del dolor de muelas.
- Para no perder el cuchillo que se ha comprado, dar a un perro el primer pedazo de pan que con él se corte.                                                      
-El que, encontrándose sin  dinero, oye cantar el cuclillo, continuará todo el año sin recursos.
- Encontrar por la mañana una liebre o una vieja acarrea desgracia.
- Es preciso quemar los cabellos que nos cortan so pena de padecer de calvicie.
- Si se dan las gracias por la leche regalada, la vaca enfermará.
- ¿Llueve el día de la boda? La novia llorará a menudo.
- No se corten las uñas de los niños más que con los dientes, de lo contrario serán unos bribones.
- Si se puede hacer entrar a un recién nacido en la iglesia por una ventana, vivirá muchos años: este consejo sólo puede practicarse, como se ve, si la iglesia es un edificio miserable.
- En las memorias policíacas de Dutard, durante el ministerio de Garat, vemos que en París se vendían "cajas de grasa de ahorcado para curar los reumatismos".
- Si un perro pasa entre dos amigos, es señal de ruptura.
- El que come pan mordido por otro, no tardará en odiar a éste.

- Está libre de epilepsia el que lleve los nombres de los tres reyes magos: Gaspar, Melchor y Baltasar.

sábado, 2 de septiembre de 2017

ES COMO EL AGUA... Por Leopoldo de Luis

Es como el agua en gracias generosas
por el frescor humilde de la arena:
un albo deshojar de húmedas rosas,
líquido florecer que de amor suena.

Sencillamente fluyes, te derramas
en amorosa ofrenda por mi orilla.
De agua encendida o de fluyentes llamas
tocada dejas esta humana arcilla.

Como en la húmeda tierra tengo huellas:
sobre mí de tu paso transparente,
y brillantes guijarros, como estrellas,
iluminados bajo tu corriente.

Mira el agua. Contémplate. En el fondo
de mi alma, amor, lo mismo fluyes.
Miro el agua. Te miro. Y en el fondo
del tiempo, acaso, como el agua huyes.

La oveja cien Por Ezequiel Feito

I

Hay una silla que nadie ocupa, un lugar pequeño,
un vacío de luz que nada vale.
Es el de la oveja cien, la sin nombre,
la que hoy es nunca y mañana nadie.

¿Por qué se ha ido? ¿No te importa?
Guarda eres de tu hermano, ¿no lo sabes?


                    II

¿Quiénes son las 99 satisfechas,
engordando con la ausencia de ese aire?
Sus vientres se llenan mientras tanto el mundo
va vaciándose.

  III

Tú eres esa oveja, búscala.
Su corazón y su muerte son tu parte.

Si, búscala como a tu vida;
sólo en ella te hallarás buscándote.

Pensamientos de Pascal (selección)

213
Entre nosotros, y el infierno o el cielo, sólo está la vida, que es la cosa más frágil del mundo.

426
Puesto que la verdadera naturaleza está perdida, todo se torna su naturaleza; del mismo modo, puesto que el verdadero bien está perdido, todo se torna su verdadero bien.

438
¿Si el hombre no está hecho para Dios, por qué sólo es feliz en Dios? ¿Si el hombre está hecho para Dios, porqué es tan contrario a Dios?

439
Naturaleza corrompida. - El hombre no obra por razón, la cual constituye su ser .

442
La verdadera naturaleza del hombre, su verdadero bien, y la verdadera virtud y la verdadera religión, son cosas cuyo conocimiento es inseparable.

456
¡Qué desarreglo del juicio, por el cual no hay nadie que no se sitúe por encima de todos los demás, y que no prefiera su propio bien a y la duración de su dicha y de su vida, a la
de todos los demás!

209
¿Eres menos esclavo, por más que tu dueño te ame y te halague? Tu suerte es grande, esclavo. Tu dueño te halaga; pronto te castigará.

462
La mayor parte de los hombres sitúa el bien en la fortuna y en los bienes de afuera, o por lo menos en la diversión. Los filósofos han mostrado la
vanidad de todo eso, y lo han colocado donde han podido.

469
Siento que puedo no haber sido, pues el yo consiste en mi pensamiento; por lo tanto, yo que pienso no habría sido si mi madre hubiera sido muerta antes que yo hubiese sido
animado; por lo tanto, yo no soy un ser necesario. Tampoco soy eterno ni infinito; pero me doy perfecta cuenta de que hay en la naturaleza un ser necesario, eterno e infinito.

472
La voluntad propia a nunca estará satisfecha, aun cuando tuviere poder de todo lo que quiere; pero estamos satisfechos desde el momento en que a ella renunciamos. Sin ella, no podemos estar descontentos; por ella, no podemos estar contentos.

198
La sensibilidad del hombre por las pequeñas cosas y la insensibilidad por las grandes cosas: señal de una extraña inversión

249
El supersticioso pone su esperanza en las formalidades,
pero el soberbio no quiere someterse a ellas.

253
Dos excesos: excluir la razón, no admitir más que la razón.

253
Dos excesos: excluir la razón, no admitir más que la razón.

257
Sólo hay tres clases de personas: los que sirven a Dios, habiéndolo encontrado; los que se afanan buscándolo, porque no lo han encontrado; los que viven sin buscarlo ni haberlo encontrado. Los primeros son razonables y felices, los últimos son locos y desdichados, los del medio son desdichados y razonables.

261
Quienes no aman la verdad toman el pretexto de la disputa, de la multitud de los que la niegan. Y por ello su error sólo proviene del hecho de que no aman la verdad o la caridad; y por ello no se han excusado de esto.

267
El último paso de la razón es reconocer que hay una infinidad de cosas que la superan; ella no es más que debilidad, si no alcanza a conocer esto..

265
La fe dice en verdad lo que los sentidos no dicen, pero no lo contrario de lo que ellos ven. Ella está por encima, y no en contra.

269
Sumisión y uso de la razón; en esto consiste el verdadero cristianismo.

273
Si todo se somete a la razón, nuestra religión no tendrá nada de misterioso o de sobrenatural. Si se conculcan los principios de la razón, nuestra religión será absurda y ridícula.