lunes, 24 de diciembre de 2018

6° CERTAMEN INTERDECIMERO RIOPLATENSE 2019

GRUPO INTERDECIMERO RIOPLATENSE
Dirección en Argentina: Avellaneda 395 . CP. 7100 DOLORES (Prov. Bs. Aires) 
6° CERTAMEN INTERDECIMERO RIOPLATENSE 2019
 Con el propósito de incentivar el cultivo de la poesía en décimas, el “Grupo Interdecimero Rioplatense”, formado por cultores de la poesía en décima de Uruguay y Argentina, que se reúne una vez al año en cada país, ha organizado el 6° Certamen de Poesía en Décimas, de acuerdo con las siguientes
BASES:
El 6º Certamen Rioplatense de Poesía en Décimas 2018, es abierto para poetas de Uruguay y la Argentina, excepto para los integrantes del grupo organizador, y cada autor podrá participar con una poesía que no haya recibido premio, ni mención, en otro certamen. No se abona arancel para participar.
La construcción estrófica será en: décima “Espinela”, con rima consonante, medida octosílaba y con una extensión mínima de tres estrofas y máxima de seis, y el tema será Libre.
Los trabajos deben enviarse al correo electrónico grupodecimeros@yahoo.com.ar en dos archivos Word (No se acepta otro). En uno irá la obra con título y seudónimo y en el otro los datos del autor: Nombres y apellido, dirección postal (calle, número, código, ciudad y país), título y seudónimo, teléfono y correo electrónico.
También pueden enviarse por correo postal a: “6º  Certamen Interdecimero Rioplatense 2019”, Avellaneda 395 C.P. 7100 DOLORES, Argentina. En ese caso, los datos irán en  un sobre interior cerrado, que contenga los mismos que el requerido para envío por mail.
Habrá primero, segundo y tercer  premios y podrán otorgarse más, y las menciones que el jurado determine. Los organizadores se reservan el derecho de la forma de entrega de las premiaciones, que podrán ser diplomas en  forma personal o por internet.
El jurado tendrá en cuenta para dictaminar, ortografía, originalidad del tema, el uso del lenguaje, correcta utilización de la rima consonante, la métrica y los recursos poéticos usados. 
La recepción de los trabajos comenzará el 1º de enero de 2019 y el plazo para la presentación de los trabajos expirará el 30 de abril de 2019.
El jurado estará, este año integrado  por poetas argentinos. El fallo se dará a conocer en un plazo no mayor de 40 días al cierre del concurso. A los ganadores se les avisará vía correo electrónico o por teléfono. La obra ganadora será publicada en medios gráficos de Dolores (Argentina) y Rocha (Uruguay).
El hecho de participar, implica aceptar las condiciones de estas bases, y todo asunto  imprevisto, será resuelto por los organizadores de acuerdo con el jurado.
RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LA DÉCIMA ESPINELA
Para los autores que tengan dudas sobre la forma de la décima espinela, decimos que deben rimar los versos (1,4 y 5); (2 y 3) ; (6, 7 y 10) y  (8 y 9) con una pausa obligatoria en el cuarto verso. Debe evitarse rimar una palabra singular con otra plural (Ej. Calle con valles) y evitar que en una estrofa las rimas consonantes sean asonantes entre sí y también evitar las rimas terminadas en “allo” con “ayo”.

domingo, 23 de diciembre de 2018

LOS ESCONDRIJOS DE JUAN - Recopilado por César Fernández, 1989 Narrado por Felipe Rañinqueo, Aucapán, 1978.

           En el principio fue así. El hombre era pobre y salió a buscar trabajo. Se llamaba Juancito. Salió al mediodía. Caminó a pie en el desierto. De repente sintió aullar a los perros. Venían tres perros. Y venía el zorro. Al frente venía el zorro. Entonces él los espantó.
-¡Salgan de acá!
Y les empezó a tirar piedras. Con la lengua afuera estaba el zorro. Entonces el zorro quiso hablar como persona.
-Bueno, amigo, si usted tiene un problema algún día, yo lo voy a salvar -le dijo. Y ahí se despidieron.
-¡Que te vaya bien! -le contestó Juancito.
Se fue el zorro moviendo la colita.
Siguió el camino y hacia la tardecita se encontró con el ñaco. Una punta de jotes lo estaban atacando, le querían sacar un animalito muerto. Entonces Juan llegó y los espantó. El ñaco en agradecimiento le dijo:
-Si alguna vez se te ofrece algo de mí, yo te voy a salvar
Alojó así apachorradito, con pasto no más.
-Adonde voy a encontrar trabajo, adonde voy a encontrar gente, adonde voy a estar
Él iba perdido. Iba con el pensamiento de que ya no encontraría a nadie. Caminando. Entonces quedó alojado y al otro día siguió viaje. Salió temprano. Como a las nueve..
-Adonde voy a hallar gente. Algún puesto, tal vez -iba pensando.
Entonces llegó a un arroyo. Había una lagunita y ahí llegó Juan. Orillando el agua había un pescadito. Una truchita. Y la echó al agua. Después que nadó un poco se acercó adonde estaba Juan y le dijo:
-Descanse acá. Si por algún caso llega a tener un problema, yo le voy a ayudar.
Así le dijo el pescado. Y esa misma tarde fue a encontrar un trabajo. Llegó a una cueva grande. Había una puerta y ahí salió una señorita. Era la hija del Cherufe.
-¿Qué quiere?
-Ando buscando trabajo.
-Aquí hay trabajo, pero tiene que hacer un contrato.
-Usted puede perder la vida o ganar toda la plata y casarse conmigo.
-Bueno, qué... si total...
Y ahí se quedó el hombre. Desesperado, con hambre. Y la chica fue a avisar al papá.
-Si le gusta que se quede -le contestó el Cherufe.
Entonces la chica le dio la contesta.
Y se quedó esa noche. Al otro día, a la mañana, tenía que recibir la orden.
El contrato era así: Juan tenía que esconderse tres veces. Si la chica no lo encontraba una vez, entonces él se salvaba y ganaba todo.
Pero adonde esconderse. Se fue al lago a pensar. La truchita lo vio y entonces hablaron.
-Véngase al agua. Aquí, atrás de una piedra, va a quedar. Nadie lo va a ver.
Entonces pasó que la hija del Cherufe tenía un largavista y con eso miraba. Ella adivinaba siempre adonde se escondían los pretendientes. Tenía ese don. En cualquier lugar que se metieran, ella los veía. Por eso ninguno había podido ganar.
Tenía que esconderse bien el hombre. Y se fue atrás de una piedra grandota.
-Quédese acá -le dijo el pescado.
Entonces la hija del Cherufe con su largavista se fue al cerrito. Desde allá miraba.
Al otro día, antes de que aclare ya tenía que estar en el cerrito. Y en seguida lo vio.
-En tal parte está.
El pescado se dio cuenta y se lo dijo a Juan.
-Salga para afuera y se va a presentar al patrón.
Y así hizo el hombre.
Después fue a ver al ñaco. Lo encontró y le pidió ayuda. Pero le fue como con el pescado.
Y el último era el zorro. Era viejito. Tenía todos los pelos morados. Había una zorrería grande. Entonces le preguntó al zorro viejo cómo podía ayudarlo para esconderse, para que no lo vieran. Era la última oportunidad. Si no perdía y lo mataban.
-Yo sé cómo vamos a salir bien -dijo el zorro.
-Usted tiene que ponerse donde está esa chica. Debajo de ella. Vamos a escarbar. Hay que hacer un hoyo grande. De noche. Bien despacito y abajo. Ahí no te va a encontrar.
Y así pasó no más. La chica miraba y miraba. Todo un día se lo pasó buscando. Al final tiró el largavista y perdió.
Y Juan quedó con todo. Quedó con cuanta plata había, se quedó con la señorita.
Y ganó todo porque el zorro le ayudó

Apólogo relativo a Alejando Magno extraído del Talmud (Del libro “Historia Universal”, tomo X, de César Cantú)

Alejandro prosiguió su camino en medio de los desiertos estériles y de los terrenos incultos; llegó cerca de un arroyo que se deslizaba dulcemente entre dos frescas riberas. Su superficie, que ninguna brisa iba a rizar, era la imagen del contento; parecía decir en su mudo lenguaje: He aquí el asilo del reposo y de la paz. Todo estaba en calma y no se sentía nada más que el murmullo de las aguas, que parecían decir al oído del fatigado viajero: “Ven a tomar tu parte de las bondades de la naturaleza”, y que parecía quejarse de que su invitación fuese vana. Esta escena hubiera sugerido mil reflexiones a un alma contemplativa, pero ¿Cómo había de ser grata a la de Alejandro, llena toda de ambiciosos proyectos de conquistas y cuyos oídos estaban familiarizados al ruido de las armas y a los gemidos de los moribundos?
Alejandro continuó su camino; sin embargo, extenuado por el hambre y la fatiga, fue pronto obligado a detenerse. Estando sentado en el borde del arroyuelo, bebió algunas gotas de su agua, que le pareció muy fresca, y exquisita. Entonces se hizo servir peces salados, de los que llevaba provisión, y los sumergió en el agua para quitarles la excesiva salobridad de su gusto.
Pero, ¡cuál sería su sorpresa, cuando vio que exhalaban un suave olor! “Ciertamente  dijo- ,este arroyo, dotado de tan rara virtud, debe tomar sus aguas en algún rico y afortunado país: busquémosle”. Remontando su curso, Alejandro llegó hasta las puertas del Paraíso, que estaban cerradas; pidió entrar con su acostumbrada fogosidad. “Tú no puedes ser admitido -le dijo una voz del interior-: ésta es la. puerta del Señor”.
“Yo soy el señor, el señor de la tierra -respondió el impaciente monarca-. Soy Alejandro el conquistador; ¿ por qué tardáis en abrirme ?
“No -le respondieron-, aquí no se conoce otro conquistador que aquel que sabe domar sus pasiones; solamente los justos entran aquí”.
Alejandro buscó en vano el medio de forzar la entrada de los bienaventurados; ni ruegos ni amenazas surtieron efecto. Viendo todos sus esfuerzos inútiles, se volvió hacia el guardián del Paraíso y le dijo:
“Tú sabes que soy un gran rey, que recibo el homenaje de las naciones; si no quieres dejarme entrar, dadme al menos alguna cosa que pruebe al mundo que he venido hasta aquí, donde ningún mortal me ha precedido”.
“He aquí, insensato -le respondió el guardián del Paraíso-, he aquí una cosa que podría curar los males de tu alma. Una mirada que eches sobre ello te enseñará más sabiduría que la que has aprendido hasta aquí de tus antiguos maestros; prosigue entretanto tu camino”.
Alejandro tomó con avidez lo que se le daba y volvió atrás; pero extático quedó entonces, examinando el don. cuando reconoció que no era otra cosa que un hueso de la cabeza de un muerto.
“¡He aquí exclamó- el bello presente que se hace a los reyes y a los héroes!  ¡He aquí el fruto de tantos trabajos, peligros e inquietudes!”
Furioso y engañado en sus esperanzas, tiró lejos aquel miserable despojo mortal.
“Gran rey -dijo un sabio que estaba presente- , no desdeñes ese don, por despreciable que parezca, a tus ojos; posee virtudes extraordinarias, como puedes verlo si le pesas con el oro”.
Alejandro ordenó hacer la prueba y llevaron una balanza: el resto humano fue puesto en una parte y el oro en la otra, y con asombro de todos, el hueso hizo bajar su platillo. Añadióse más metal, y siempre el oro fue más ligero; cuanto más oro se ponía, más bajaba el platillo del hueso.
“Es muy extraño -dijo Alejandro- que tan pequeña cantidad de materia pese más que tanto oro. ¿Así es que no hay ningún contrapeso que baste para restablecer el equilibrio?”
“Sí hay -respondió el sabio-; poca cosa basta; tomando un poco de tierra y cubriendo el hueso se levanta en seguida”.
“He aquí cosa más extraordinaria -exclamó Alejandro-; ¿podrías explicarme semejante fenómeno?”
“Gran rey -le respondió el sabio-; este pedazo de hueso es el que encierra el ojo humano, que limitado en su volumen, es ilimitado en sus deseos. Cuanto más tiene, más querría tener. Ni oro, ni plata, ni otra riqueza terrestre, bastarían a satisfacerle; pero cuando, una vez descendido en la tumba, está cubierto de tierra, tiene allí un límite a su vida ambiciosa.”

domingo, 16 de diciembre de 2018

Leopoldo Marechal: “Un hombre que sabía mirar el cielo” - Por Héctor Fuentes

        ”De todo laberinto se sale por arriba”. Hay escritores que dejan todo sobre el papel. Cada trazo, cada palabra, cada frase, está perfectamente equilibrada. Uno de ellos fue Leopoldo Marechal. Su calidad literaria es tan inmensa que hasta nos ofrece la salida salvadora para escapar de los laberintos.
Solo una mirada creativa y libertaria como la suya, podría encontrar la salida mirando hacia arriba. A veces los laberintos de la vida cotidiana nos obligan a mirar hacia abajo. Agachamos la cabeza resignados como el buey y nos olvidamos de buscar la totalidad del cielo. Caemos vencidos por el agobio de la rutina y la repetición.
Yo desconfío de que el tiempo se condense solo en los relojes, alguna fuerza debe ser capaz de desdoblar el exacto engranaje de las horas. Me rehúso a aceptar que los días sean una sucesión de hechos aprendidos de memoria. Propongo abrir una grieta en la gruesa pared de la realidad, para que al observar por la desnudez de ese hueco secreto, veamos la postal de un mundo simultáneo.  Pero en algún momento algo se sale de su lugar, algo se desencaja de su moldura, y es así como deviene la amnesia de la perfección. Y en esa sublevación del azar empezaremos a “ver” de verdad, como si en un segundo se rebelase inesperadamente, la otra mitad de las auroras.
Ya estamos listos para la batalla terrestre y la batalla celeste. Cada uno elegirá la suya.
Adán Buenosayres fue su primer novela. Allí el autor se encargó de mostrarnos la valentía de un hombre que se enfrenta contra el cielo y el infierno. Un hombre son todos los hombres. Y todos los hombres pasamos por momentos cruciales. El alma de Adán se atormenta al sentirse disputada por un torbellino de ángeles y demonios. “El Cristo de la Mano Rota” observa la escena inundada por el hedor pestilente que proviene de la curtiembre.
Adán Buenosayres, con sus setecientas páginas, es una obra maestra. Allí se mezclan en dosis perfectas, la poesía, que todo lo sobrevuela, la parodia, el contrapunto humorístico, el sainete y la sátira.
El libro se editó en el año 1948 y despertó innumerables críticas. Pocas voces se promulgaron a favor. Una de ellas fue la de Julio Cortázar. Desde París le escribió a Marechal: “Adán Buenosayres representa un acontecimiento extraordinario para las letras argentinas”. El Cronopio luego reconoció que  esa novela le sirvió como modelo para escribir “Rayuela”.
“El banquete de Severo Arcángelo” fue la novela que lo devolvió a la arena pública. El premio Forti Glori, accionó la avalancha de reconocimientos. El poeta volvía del olvido con la lucidez intacta y una pipa entre los dedos. De allí sacó Miguel Abuelo su famosa frase: “hijo de los piojos, abuelo de la nada”.
Con “Megafón o la guerra” se cierra esta trilogía perfecta. Esta es su obra más política. El maestro presentía los años por venir. La violencia de los años setenta está esbozada aquí. Megafón lleva adelante un plan imposible: el asedio irreductible hacia todos los poderes. Su único poder es la nobleza. Al igual que su creador, un hombre que sabía mirar el cielo.

“Contate un Cuento XI” - Ganadora de la Categoría C: “Noventa días y una rosa de cristal” por Clara Netcoff , alumna de 5to. Año del Colegio Santa Rosa de Lima

            Eran tiempos de guerra. Tiempos de cólera. Fuera de los humildes hogares, se respiraba un aire frío e inundado de tensión, pero dentro de ellos, aun se conservaba un poco de aquel cálido clima anhelante que suele transmitir toda familia.
En una de aquellas viviendas habitaba una pequeña familia y en ella había tanto amor como podía caber. Su matrimonio tenía tan solo unos cuantos meses, pero se querían como si juntos hubieran transitado más de mil inviernos, y apostaban la vida a que serían mil y uno. Y al referirse a la vida, se habla realmente de ella. Marian llevaba en su vientre el primer hijo que habían concebido.  Se dice que eran la luz que encendía la esperanza entre quienes los conocían. A pesar de las dificultades que tenían, vivían su propia vida de ensueño.
Peter trabajaba día y noche para que nunca pasaran hambre. Y aun así, a veces no era suficiente. Sin embargo, sin importar cuan cansado estuviera, cada día llegaba a su hogar y, con la mejor sonrisa que podía poner, besaba a su bella esposa y agradecía por un día más a su lado. Claro que cuando su embarazo llegó, se sintió el hombre más afortunado del mundo puesto a que un bebe era todo lo que podían desear y finalmente serían la familia que tanto habían querido.
Su felicidad no podía ser mayor; pero lo cierto era que eran muy humildes y pronto necesitarían más de lo que ahora podían juntar. Así que Peter, que jamás hubiera dejado que nada les faltara, decidió enlistarse en las tropas, dado a que en esos tiempos, el servicio a la nación era bien recompensado, y con tan sólo unos dos meses, les sería suficiente hasta encontrar una oportunidad mejor.
  Y aunque Marian se negó, estaba muy débil como para trabajar por un poco más, y ambos sabían que era necesario. De manera que unas semanas al servicio y todo acabaría.
Pero lo cierto es que alejado de allí, en un continente lejano, se libraba la batalla más larga que hubieran presenciado. Una batalla que no parecía terminar pronto. Cada día eran mayores los refuerzos que se solicitaban, pues la guerra no iba muy bien. Así que el reclutamiento de nuevos soldados comenzó.
Tal vez, en un principio, aquella idea por más loca que sonara, parecía una salvación. Pero la oportunidad terminó por ser una prolongada tortura de abstinencia. Peter fue reclutado, lo necesitaban en el campo de batalla. Y como su familia también lo necesitaba, él hubiera hecho lo que fuera, incluso aceptar.
Fue un día muy triste, en el que aquella luz que solían irradiar, pareció convertirse en un melancólico atardecer. Él se puso el uniforme y Marian, pese a cualquier contradicción, decidió acompañarlo. En su vientre crecía su mayor tesoro y por su rostro resbalaban lágrimas. Él se despidió y juró que volvería. Ella lo besó y juró que esperaría. El barco partió y se alzaron los pañuelos de aquellas mujeres que, al igual que Marian, veían al amor de su vida perderse en aquel colosal océano de un azul que transmitía pena.
“Sólo tres meses” pensaron. Sólo tres meses y se reunirían. No había tempestad que no pudiesen superar. Y mientras a cada minuto los separaban más kilómetros, al mismo tiempo cada minuto era uno menos para que todo volviera a ser como antes.
Seis meses de embarazo y tres semanas de espera.  Cualquiera se habría perdido en aquellos días grises, pero Marian era fuerte y creía firmemente que su esposo regresaría. Cargaba con ella el mayor recordatorio de que no debía perder la fe, un hijo, y había jurado que no dejaría pasar un día sin demostrárselo. Cada día se levantaba, ponía su mejor sonrisa, y hacia su mejor esfuerzo pues sabía que Peter no querría que perdiera aquel brillo que la hacía tan especial. Rezaba más que dormir y al cerrar los ojos era inevitable que algunas lágrimas recorrieran sus mejillas. Pero resistía. Resistía porque ahora sólo quedaban 8 semanas para que él volviera.
Ya un mes en el ejército y dos quedaban para regresar a casa. La guerra continuaba y el peligro también.  Cada minuto podía ser el último pero no lo era y Peter lo agradecía. La vida que ahora llevaba implicaba más adrenalina que la que cualquiera pudiese procesar en la suya entera. Días de contienda, noches de temor, y era difícil conservar la cordura. Pero a diferencia de algunos, Peter tenía un propósito. Había hecho una promesa y haría lo imposible para cumplirla. Sabía que pasara lo que pasara, su familia estaría bien, y no había mayor motivación que ello. En la oscura y helada nocturnidad, cuando después de un de un largo día en el que siquiera había comido, sintiendo su cuerpo frío cual hielo, miraba a las estrellas y rezaba para que Marian estuviera bien.  Pero resistía. Resistía porque ahora sólo quedaban 5 semanas para volverla a ver.
De alguna manera, el recordarse mutuamente los mantenía con vida, puesto que cada semana era más difícil soportar tal añoranza. En la ciudad reinaba un clima de inestabilidad, y la guerra daba cada vez más bruscos movimientos. La gente perdía la calma con facilidad y esperaban que cualquier periódico les trajera buenas noticias.
Marian escribía todas las mañanas y recorría el frío camino hacia el correo porque sabía que valdría la pena. No tenía idea si sus cartas llegarían a destino, pero dejaba en ellas un poco del gran amor que en ella crecía, y nunca faltaba alguna frase manchada de tinta corrida a causa de angustia. Leía los periódicos siempre que podía comprarlos y salía en busca de cualquier noticia que pudiese tener de las tropas. El bebé tenía ahora 8 meses y eso la convertía en una mujer capaz de ser madre cualquiera de los días que pasaban. Y ahora solo quedaban 3 semanas.
Cuando ya faltaba muy poco, parecía cada vez más difícil tolerar la distancia, tan lejos pero tan cerca. Y era mayor la satisfacción de Peter al saber que un día menos quedaba, que el simple hecho de estar vivo. A su alrededor, todo era destrucción, pero ni el hambre ni el frío le quitaban la esperanza. Otros soldados recibían cartas desde otro continente y aunque él no recibía ninguna, recordar lo que en casa le esperaba le era tan suficiente como cien de ellas. Y ahora sólo quedaban 2 semanas.
En las calles los rumores se hacían oír, parecía que la guerra terminaría pronto, pues no quedaban muchos recursos. Marian era la luz y con la llegada de la niña trajo aún más vida a todo el pequeño pueblo. Su saludable nacimiento había sido la prueba de que ambos podían superar cualquier adversidad y en sus ojos veía los de Peter. No había dejado de rezar y por las noches, cuando la pequeña despertaba llorando, era casi inevitable no quebrarse junto a ella. Pero era fuerte. Porque su esposo volvería en cualquier momento. Y ese momento llegó.
Era un día como cualquier otro de los noventa y dos que ya habían pasado. Pero esa mañana no fue sólo la nieve quien llamó en la aldaba. Juraría que ese día al abrir la puerta, el helado viento se convirtió en una cálida brisa. Ella puso la sonrisa más bella que alguna vez se hubiera dibujado en su rostro. Sus húmedos ojos no podían creer lo que veían: un alto y apuesto hombre, de postura recta e impecable uniforme y, en su mano, una hermosa rosa blanca que combinaba a la perfección con el invierno. Él tampoco creía lo que veía: en los brazos de su amada, reía una pequeña niña cuyos ojos celestes reflejaban el alma más pura.
Un abrazo los había separado y uno más los volvió a unir. Ella tomó la rosa y él, a su preciada hija. Y fue entonces cuando Peter supo que cada día lejos había valido la pena.
Cuentan en el pueblo que con la llegada de la pequeña Rosie la guerra terminó. Que cada día que pasó fueron una familia más unida. Que llevaban mil inviernos y le siguieron miles más, y que nunca, nunca, faltó una rosa.
Sé que los vecinos cuentan muchas cosas acerca de mi familia, pero yo puedo contarles que cada día que pasa adoro más esta historia, pues si algo me enseñó, es que el amor es más fuerte que la fuerza de miles de armamentos. ¿Me creerían si les dijera que mi nombre es Rosie?

domingo, 9 de diciembre de 2018

Contate un Cuento XI” - Ganadora de la Categoría B (jóvenes de 13 y 14 años): Gritando en silencio - Por Pilar Orsatti, alumna de 3er. Año de la E.E.S. Nº 3 “Carmelo Sánchez”

          Toca el timbre, todos comienzan a guardar sus cosas en las mochilas, todos se quieren ir a casa. Todos menos yo. Como siempre, intento quedarme lo máximo posible en el aula, hasta que la portera me pide por favor que me vaya porque tiene que limpiar.
Son las  seis y media de la tarde y camino lento hacia casa, ya oscureció y sé todas las cosas que podrían pasarme estando sola por la calle, pero  no me asusta. Lo que me aterra es llegar.
 Veinte minutos después, al fin arribo a mi destino. Abro la puerta y lo primero que noto es ese clima tenso. Camino hacia la cocina y encuentro a mi mamá planchado la ropa.
- Hola, mi amor -me mira con una sonrisa triste ¿Cómo te fue en el cole?
Ni bien la veo, me doy cuenta de que tiene un nuevo moretón alrededor del ojo izquierdo, se nota que intentó maquillárselo pero de todos modos no funcionó.
- ¿Qué te pasó en la cara? pregunto seriamente.
- Nada, hija  dice ella  ¿Querés que te haga una chocolatada?
- Ma, te pegó otra vez papá, ¿no? -  no me responde, de todas formas no necesito que lo haga. Mamá, no es normal que cada vez que se enoja se ponga tan loco y te levante la mano. ¡Es violencia, mamá!
- Lu, por favor no grites mira preocupada hacia la puerta de la cocina está durmiendo y no quiero que nos escuche. Asiento y me voy a mi cuarto a hacer deberes.
Esa es la razón por la cual no me gusta estar en casa, me da terror llegar un día y encontrar a mi mamá sin vida luego de discutir con mi padre. Él me asusta mucho,  ya lo veo como a un extraño. Solo compartimos algunas comidas, generalmente la cena. Hay veces que no lo vemos por días, se va sin decir nada y vuelve borracho. Cuando está en casa siempre tiene mal humor y se desquita con mamá o conmigo. A mí me ha llegado a pegar en algunas ocasiones, pero prefiere maltratarla a ella.
Una vez, cansada de esta situación, decidí pedir ayuda y recurrí a la comisaria del pueblo. Mala idea.
- Hola, buen día dije al entrar. Necesito su ayuda.
Nadie me contestó.
- ¿Qué pasó, nena? ¿Te robaron la bici?   me dijo un policía que estaba sentado detrás de un escritorio.
- Quiero denunciar una situación de violencia  dije con cara de pocos amigos.
- A ver, decime... -claramente no me estaba tomando en serio.
- Lo que pasa es que... mi papá a veces se enoja mucho y termina pegándole a mi mamá.
- Uh, lo siento mucho. Pero sin evidencia no podemos hacer nada.
-  ¡¿Cómo que sin evidencia?!  -Ese señor me estaba sacando de quicio. ¿Por qué no van a mi casa y ven como está mi mamá?
- ¿Y por qué no viene tu mami, entonces?
- Ella está muy asustada y yo no sé qué más hacer.
El policía no contestó, se limitó a bajar la vista y seguir ordenando sus papeles.
- ¡Estoy harta!  Exploté  ¡Estoy harta de que esta sociedad nos pase por arriba! ¡No puede ser que mi mamá se esté desangrando en mi casa y que ni la policía nos preste atención!
Me miró fijo por casi un minuto y luego dijo riendo:
 - ¿Y qué puede saber una piba de quince años como vos sobre la sociedad? Me das risa. Anda a jugar a las muñecas y decile a tu mami que vaya a laburar.
Lo fulminé con la mirada y comprendí que no valía la pena seguir gastando energía en ese machito. Salí de la comisaría y me fui hacia mi casa. Cuando llegué, me encerré en mi cuarto y lloré hasta quedarme dormida. Lloré porque me sentía sola, lloré por mi madre y por todas las otras mujeres que podrían estar pasando por lo mismo, lloré porque estaba cansada de tener que adaptarme al humor de mi padre y que él nos tratara como trapos, lloré porque nadie escuchaba nuestra voz. Ese día pensé en que solo debía limitarme a sobrevivir hasta ser mayor de edad y poder irme bien lejos. Pero hoy es un día diferente, por fin me di cuenta de lo que tengo que hacer. Necesito contar mi historia, ser la voz de mi madre y así encontrar una solución. Para esto voy a escribir un blog.
Prendo la computadora y comienzo a escribir, vuelco absolutamente todo lo que pasa por mi cabeza. No es difícil hablar de lo único que conozco. Descubro que es como un círculo : él se enoja, se pone muy violento y nos echa la culpa de todo, pasa un tiempo sin hablarnos, luego vuelve llorando a pedir perdón, jura no volver a reaccionar más así y comienza todo de nuevo. Al final pongo mi número de teléfono por si aparece un ser milagroso que pueda ayudarnos, y bajo a cenar.
Cuando llego al comedor, veo a mi padre sentado en la cabecera de la mesa. Es la primera vez que lo veo en todo el día. Lo saludo por lo bajo.
- ¿Qué vamos a comer?  le dice a mi madre.
- Tarta de verdura responde ella.
- ¿Esta porquería cocinaste? Yo no estuve trabajando todo el día mientras vos te rascabas para llegar y tener que comer esto.
- Amor, es lo único que pude hacer. -Intenta calmarlo. No había otra cosa con la que cocinar y sabes que tampoco nos sobra la plata.
- ¡¿Ves que no servís para nada?!  Ya está gritando, comenzó la pesadilla ¡Nada bien podes hacer, no entiendo porqué me casé con vos!. Yo trabajo, mantengo todo esto y ¿así es como me pagas?
-Amor, tranquilo. Comamos en paz  dice mi madre intentando ocultar las lágrimas que corren por sus mejillas Te pido perdón, esto no va a volver a pasar.
- ¡Yo no como esto ni loco! - Se para, agarra la tarta y la tira contra la pared. Vas a aprender a tratar a un hombre se dirige hasta la entrada, agarra un abrigo del perchero y sale por la puerta.
- ¡Espera, Juan!
Mi madre corre detrás de él
- Por favor decime a dónde vas 
Él ni siquiera se da vuelta y sigue caminando hasta desaparecer en la oscuridad de la noche.
Me despierto, es sábado. Son las ocho de la mañana y todavía todos duermen, cuando digo todos me refiero a mi mamá porque no creo que mi papá haya regresado. Me duele la cabeza y tengo los ojos hinchados del llanto de anoche. Me hago un  café con leche y prendo la computadora. Reviso mi blog, al cual le puse de título “gritando en silencio” haciendo referencia a mi postura en esta situación.  Descubro que la publicación de ayer tuvo 30 vistas, eso me da esperanza. Prendo mi celular y veo que tengo una llamada perdida y un mensaje de voz de un número desconocido. Escucho el mensaje:
- Hola Luisana, estuve leyendo tu blog la voz es de mujer, debe tener la edad de mi madre. La verdad, es muy triste la realidad que viven vos y tu mamá. Te quería decir que yo también pasé por una situación así hace unos años y no fue nada fácil salir de eso. Mi nombre es Alegra, vivo en el pueblo vecino al tuyo… bueno este es mi número, no dudes en llamar para lo que necesites. Te mando muchas fuerzas y un a brazo enorme.
Escuchar esto me dio una alegría inmensa, al fin había alguien que nos apoyaba. Quería ir corriendo y decírselo a mi madre, pero no podía. No le he dicho nada del blog porque sé que me diría que lo borre, porque si mi papá se enteraba iba a ser para problema. Yo era consciente del conflicto que esto desataría pero no me importa, lo único que quiero es que todo termine.
Escucho que alguien golpea fuertemente la puerta hasta tirarla abajo. Es mi padre, y está muy alterado.
- Así te quería encontrar a vos me dice con cara de loco ¿Pensabas que no me iba a enterar si subías cosas sobre mí a internet?!
- Yo...Yo no-no sé de qué estás ha-hablando me tiembla la voz
- Dejá de hacerte la tonta, los dos sabemos lo que hiciste. Se acerca hasta donde estoy. Y ahora vas a ver, pendeja mal educada.
Ni bien termina de decir eso, levanta la mano y me pega una cachetada.
El dolor se expande por toda mi cara y comienzan a caer lágrimas por mis mejillas. Intento decirle que pare pero sigue pegándome cada vez más fuerte. Enseguida mi madre aparece en la escena:
- ¡Juan basta! -Grita. Él no le hace caso. ¡Por favor, te pido que pares!  Rompe en llanto mientras suplica. Se me empieza a nublar la vista.
- ¡Fui yo!  Escucho que grita de repente Juan, en serio deja a la nena. Yo tuve la idea de todo eso, fue todo culpa mía mi padre me deja tirada en el piso y se dirige hacia mi madre
- Así que fuiste vos, puta. Sos una puta y ahora me las vas a pagar por haberme escrachado en ese blog de mierda.
La agarra de la remera y la empuja contra la pared
- Sos mía ¿Cuándo lo vas a entender? 
Ríe mientras ve como sangra la nariz de mi mamá luego de sus trompadas.
Mientras estoy tirada en el piso algo vibra en el bolsillo de mi pantalón y se me ocurre la mejor idea que podría haber tenido en ese momento. Saco mi celular sin que mi padre lo vea. Tengo la vista borrosa y me cuesta muchísimo encontrar la llamada perdida de Alegra. Luego de lo que parece una eternidad logro marcar el número.
Despierto en lo que parece ser la habitación de un hospital. Noto que en la cama de al lado hay un persona durmiendo, es mi mamá. Todo ha terminado.

domingo, 2 de diciembre de 2018

Los dueños de la Ley Antiterrorista – Por Fernando Adrián Zapata

Los que ayer te reprimieron,
los que ayer te persiguieron...,
...son los mismos que hoy te acusan
y reclaman dictadura.

Los que ayer beneficiaron
a oligarcas y tiranos...,
son los mismos que hoy te agreden
por ser pobre y ser rebelde.

Los que ayer colaboraron
con los que te torturaron...,
son los mismos que hoy te culpan
y te tratan de "basura".

Los que ayer se enriquecieron
explotando a los obreros...,
...son los mismos que hoy te atacan
con sus leyes y sus mafias.

Los que ayer beneficiaron
a oligarcas y tiranos...,
...son los mismos que hoy te agreden
por ser pobre y ser rebelde.

Los que siguen gobernando
por los dueños del mercado...,
...¡son los mismos que hoy te aplican
leyes antiterroristas!

Los que aún te oprimen tanto
y enriquecen dominando...,
...¡son los mismos que hoy te aplican
leyes antiterroristas!!!

Los crímenes políticos - Por Fernando Adrián Zapata


El puño y el garrote se entrecruzan
en calles de memoria ensangrentada,
los pobres que reclaman en las urnas
también van por las rutas y puebladas.
Mercado, Estado, bancas, dinerales,
trazaron una línea divisoria
a quienes ya no pueden aportarles
solvencia en la ecuación trabajadora.
Algunos han pagado con sus vidas
la reivindicación de otros hermanos.
Y hay otros, que engordaron cada día
con lujo, a costa de los castigados...

Las leyes, con sus lados y reversas,
son, varias,...frías y sin corazón.
Persiste, aún así, la fuerza obrera;
no todo está perdido si hay unión...

Las crisis nos templaron, desde antaño,
a fuerza de brutal necesidad.
Los cambios que, de algunos, esperamos,
¡nosotros los debemos cultivar!!!

La casa – Por Emilia Torini


Había una vez una casa muy blanca, muy redondeada, muy grande...tenía dos dormitorios, una cocina particularmente pequeña...un parque muy grande con un nogal, sí, ese árbol hermoso que da nueces, que muchas veces supo sostener una hamaca, que muchas veces supo ser el sostén de una casita en las alturas. Esa casa también tenía un laurel, enorme árbol.. que supo ser uno de los lugares preferidos a la hora de esconderse hasta escuchar contar hasta diez...esa casa tenía muchas escaleras, que subían y bajaban...que te trasportaban a un castillito... los dos dormitorios eran muy grandes, uno en especial…un lugar lleno de los juguetes más hermosos…ese cuarto que escuchó risas, llantos…vio niños jugando, vio adolescentes llorar o reírse hasta no parar…
Esa casa vio a un joven irse para emprender su aventura.. y después vio una joven irse a emprender también su aventura…pero la casa seguía  ahí…siempre se podía volver.. volver a recorrer ese parque, esas escaleritas que te trasportaban…
Esa casa vio alegrías enormes, tristezas …pero estaba ahí…
Vio padres, abuelas,  hijos, nietos, novios, novias, amigos, esposos, esposas, cuñadas, sobrinos…
Esa casa sintió aromas de comidas exquisitas…escuchó hermosas canciones, durmió siestas, festejó cumpleaños,  vivió  veranos, otoños, inviernos y  primaveras…llenas de flores, flores muy bien cuidadas…
Se puede decir que esa casa no son más que paredes de ladrillos con cemento…pero es mi casa, la casa que me vio nacer, crecer e  irme…
Hoy mis papás dejan esa casa para emprender ellos su nueva aventura…pero en ella quedarán todos esos recuerdos bien impregnados en sus paredes…para siempre… y aunque le esté hablando a un par de ladrillos con cemento, te digo, casita: aunque se vienen hermosos proyectos, te voy a extrañar…porque vas a ser mi casa hermosa para siempre…la casa blanca, redondeada, muy grande y con una cocina particularmente pequeña. Ya no voy a poder entrar… pero cuando pase por ahí, siempre, siempre voy a decir, esa es  MI CASA!

sábado, 1 de diciembre de 2018

PARA ROMANCEAR Y ROGAR - POESÍA MAPUCHE (Del libro “Cuentan los Mapuches” de Cèsar A. Fernández. Ed. EDICOL.

ROMANCEADA PARA LEVANTARSE
Narrado por José Cayunao, Aucapán, 1985.

Levántese,
levántese,  hermano.
Que no lo venga a pisar
el poncho amarillo.
Viene alumbrando el lucero.
Ya cantan los pajaritos.
Ya viene la madrugada
y lo va a encontrar durmiendo.
Que está curao,
pero que se levante,
hermano.

El romanceador interpretaba -según versión dada al recopilador- que traía mala suerte que el sol ("el poncho amarillo") lo alumbrara directamente al despertarse, luego de haber dormido borracho ("curao") a la intemperie.


ÜLKANTUM DE LA SEÑORITA
Recopilado por Miguel A. Bartolomé, 1969.

Señorita
de muy lejos supe que era muy bonita
y todo el camino vine pensando en usted.
Pensaba si realmente sería tan hermosa
y cuanto más lo pensaba
más verde me parecía
el bosque de la cordillera.
Así fue que llegué hasta aquí
y ahora quiero hablar con usted
para decirle que la quiero.
Mi caballo está atado al palenque
para llevarla cuando usted me lo pida.
Piense bien  señorita
y ojalá me diga que sí.

“Contate un Cuento XI” - Ganadora de la Categoría A (jóvenes de 12 y 13 años): LA CURIOSIDAD MATA por Lourdes Quiñones, alumna del Instituto Bg. Martín Rodríguez de Tandil

Todo pasó un 10 de Septiembre de 2017.
       Una persona se había suicidado en una peluquería, la cual le pertenecía a los padres de mi mejor amiga. Nunca le pregunté si sabía quién era la persona que se suicidó o si tenía alguna idea  del motivo por el cual lo había hecho, no porque no se me pasara por la cabeza, sino porque me resultaba difícil hablar sobre ello. Hoy tres semanas después del incidente, mi amiga me invitó a su casa, queda al lado de donde ocurrió la desgracia. Se rumorea que siempre a la noche, a la hora que se suicidó, se escuchan ruidos muy extraños.
       Mi intención es saber quién fue y por qué; es la oportunidad perfecta para saberlo, solo tengo que convencerla para que me deje dormir en su casa, aunque eso no debería ser un obstáculo, ya que siempre me invita, igual me aseguré de ello, la llamé y efectivamente me dijo que sí.
       Es hora de ir para allá, decidí agarrar una grabadora y una linterna, por  las duda; como dice el dicho: “Más vale prevenir que lamentar”. Al llegar percibí un ambiente tenso en el barrio; lo que me llamó la atención  es que el local estaba cerrado, porque los viernes siempre estaba abierto; pero como no había ido en tres semanas no le di mucha importancia. Antes de entrar encendí la grabadora y la metí en el bolsillo de mi pantalón. Cuando entré el ambiente estaba todavía más tenso. Me daba miedo sacar el tema, por como irían a reaccionar, esperé la cena y lo mencioné. Cuando empecé a hablar sobre ello, todos dejaron de comer y se me quedaron viendo en silencio durante algunos segundos, hasta que el padre dijo: “No es de tu incumbencia y no preguntes ni hables sobre eso, sólo lo que vas a saber es que era una persona muy importante para mí.”
        Me quedé muda por el tono en que me lo dijo. Al terminar las últimas palabras, vi como la madre lo miraba con cara de odio e ira. Después de eso, la cena prosiguió como si nada hubiera pasado, obviamente con un ambiente aún más tenso y en un  silencio sepulcral.
         Una vez en el cuarto alistándonos para dormir, luego de esa cena eterna, intenté una conversación para aliviar el ambiente, lo cual funcionó. Después de un par de minutos, le pregunté por qué sus padres habían reaccionado así y me dijo: “Raramente hablamos de eso, antes de que ocurriera esto estábamos todo bien, era la misma rutina de siempre, mi madre trabajando en el local, yo con el celu después de la escuela y mi padre volviendo super tarde del trabajo o al menos eso nos decía, cuando esto pasó, mis padres se distanciaron.” Tenía una idea de lo que podía haber pasar, igual no quería seguir indagando ya que mi amiga parecía algo conmocionada. Nos acostamos a dormir, después de dos horas, me acordé que tenía que ir a escuchar los ruidos extraños; me fijé la hora, al parecer la suerte estaba de mi lado, faltaba una hora, así que me dirigí a las escaleras pero algo me detuvo, era una luz que provenía del cuarto de los padres. Me acerqué para escuchar, al parecer el padre le estaba intentando explicar algo; decidí dejar la grabadora al lado del marco de la puerta, así luego lo escucharía y seguí mi camino. Bajé rápidamente las escaleras porque me di cuenta que perdí treinta minutos escuchando la conversación; al buscar las llaves no fue difícil encontrarlas porque siempre las ponían debajo de la alfombra de la entrada y me fui directo al local. Al intentar abrir, las llaves no funcionaban, lo cual complicó las cosas porque solo faltaban catorce minutos para las once; tenía que buscar una ruta alterna. Pero antes de hacerlo fui a la caja de fusibles para desactivar la energía por si había alguna alarma que yo no supiera. Una vez hecho esto busqué una ventana o puerta trasera por la cual entrar.  Y sí, había una puerta trasera que yo no conocía y lo más extraño era que estaba abierta, tal vez alguien había salido o entrado y no la cerró. Entré con muchísimo cuidado, no parecía que hubiera alguien, prendí la linterna, solo faltaba un minuto para las once, ya eran las once. No parecía escucharse ningún ruido, lo cual debo confesar que me decepcionó, investigué la zona por si había algo interesante aunque lo dudaba porque los policías habían registrado el lugar. Al dirigirme a la salida me choqué con un mueble que parecía estar escondido intencionalmente, estaba un poco gastado pero no demasiado, tenía cuatro patas y un cajón que abrí. Quería ver si había algo interesante pero solo contenía polvo. De repente un reflejo que al parecer venía de una ventana iluminó la parte de abajo del mueble, me fijé y había una carta pegada con cinta para que no se cayera. No la tuve que abrir porque ya lo estaba, empecé a leerla y decía:
   “Lo que hice tal vez los sorprendió pero no puedo seguir así con esta mentira, esta farza, te amo pero no puedo sabiendo que no le has dicho a tu esposa sobre nuestra relación.  Nunca pensé y quise que se enteraran así, pero tarde o temprano iban a saber que sos gay. Mi deseo era vivir los dos solos sin preocupaciones y sin mentiras pero nunca iba a pasar menos cuando me andaba buscando la policía por haber comprado y vendido droga, seguramente no lo sepas porque fue antes de conocerte. Lo que quiero que sepas es que eres el amor de mi vida y que esto no es tu culpa, es una decisión que yo tomé, le quiero pedir perdón a tu esposa, sé que está enojada pero no tiene derecho a estarlo porque también te fue infiel y yo no dije nada.”
          Me quedé en shock  y  ahora que me pongo a pensar  nunca supe el sexo de la persona que se había suicidado hasta ahora. De repente, sentí unas manos que me agarran por la espalda y me dan un golpe dejándome inconsciente. Luego de un rato, no sé si mucho tiempo, me desperté. Un poco aturdida por la forma en que me golpeó. No podía distinguir a la persona por la pésima iluminación pero cuando empezó a hablar la reconocí. Era ella, por el tono en que hablaba parecía estar enojada y sorprendida, tal vez porque no me esperaba encontrar aquí leyendo esa carta. Le pregunté por qué había hecho eso y sí era verdad lo que decía la carta, me contestó diciendo: “No en su mayoría.  Cuando me enteré de esa relación me quería vengar a pesar que estuviéramos por divorciarnos. Te preguntarás si lo de mi infidelidad es cierto y sí,  lo hice. No me importó que mi esposo lo leyera porque nos vamos a divorciar de todos modos. Ahora que lo sabes todo no te puedo dejar vivir.”
           Agarró un envase pequeño. Al principio no reconocí el contenido hasta que ví la etiqueta. Eran unas píldoras letales, mejor conocidas como las pastillas para suicidarse. Agarró una y la colocó en mi boca. Obviamente le costó porque yo no quería, pero al final lo consiguió.
           Nunca pensé que iba a morir así, por culpa de mi curiosidad. Lo que más me impresionó es quien lo hizo. No teníamos mucha confianza, pero igual la conocía desde los ocho años por ser la madre de mi mejor amiga. Ahora me pongo a pensar y digo: “¿Qué también conocemos a las personas que tenemos a nuestro alrededor? ¿Realmente son cómo pensamos?”

domingo, 18 de noviembre de 2018

Canción Por María Elena Walsh

Alma sin el amor, ave dejada
en los terrenos de la maravilla:
cuando no haya más hojas
y se acaben los días
yo seguiré buscando
tu luz recién nacida
- alma sobre rebaños levantada -
para hacer las mañanas de mi vida.

El enlutado mundo que habitaba
ahora es cielo que mi frente pisa.
(Si se apagaron todas
las uvas de la viña
o se muriera el pan
en las espigas,
este incendio frutal de mi esperanza
en otra tierra se levantaría.)

Tu mano era mi mano desde siempre,
tu voz, mi voz, y yo no lo sabía.
Anduve con tu sombra
al lado de la mía
por mortales caminos y celestes orillas.
Eras un sueño en busca de mi frente
para nacer, y yo no lo sabía.

Ya mis ojos usaron la belleza
y fueron en sedienta cacería
-con su lastimadura
de límites y aristas -
al pámpano desnudo
y a la rosa vestida,
buscándote desde los miradores
con el Amor-Que-Todo-Lo-Imagina.

Cuando tú fuiste la increíble imagen
yo era la sed y el vaso y la bebida.
Las puertas y los frascos,
cubiertos de ceniza,
guardaban el perfume
de la melancolía,
mientras los palomares te esperaban
con el Amor-Que-Nada-Se-Imagina.

Aunque tu providencia me negara
el alimento para la alegría,
aunque me entristecieras
la intemperie divina
con pájaros callados
y sombras pensativas,
aunque olvidaras, aunque no existieras,
mi corazón igual te cantaría.

No tengo nada Por Edel Morales

No tengo nada.
Sólo el amor de una muchacha
y mis párpados abiertos.
Así puedo correr sobre la hierba
húmeda y punzante.
Sabiendo que a esa certeza
llamarán locura.

El puente Por Heraldo Rojo

El planeta tierra. Millones de luces apagadas excepto una, la de Martín Hoco, un sexagenario de 64 años que observa por sus binoculares la vida de afuera. Los lentes observan sin encontrar nada interesante para la anécdota de los lunes por la tarde en el bar de Chicho Caruso hasta que de pronto ve a un ignoto cerca del puente de la calle de tierra moviendo sus manos como pidiendo piedad. Sin embargo, el perpetrador descarga su ira y el joven cae al suelo.
Martín corre desesperado para intentar ayudar al joven. Se queda a una distancia prudencial de la escena y espera a que el asesino se aleje y una vez despejado el camino se acerca al joven caído, quien al parecer ha desaparecido y en su lugar hay un cuerpo decrépito de un anciano mayor que él. El miedo le invade y al llegar a su casa a toda prisa cierra puertas y ventanas y observa por la rendija, pero nadie lo vigila.
Entre partidas de póquer y billar el tiempo se fumó un año más. Una tarde observa que sus binoculares lo miraban desafiantes. Recordó su hombría, los tomó y volvió a su puesto de atalaya. La noche cayó y su miedo casi se desvanecía junto con la palabra “ya pasó” mientras una mujer paseaba a su perro y un papel de plástico volaba. Temía mirar, temía aceptar que todos tenían razón, y de repente como una flecha que atraviesa la escena en cámara lenta un joven pasa caminando por la misma calle a la misma hora de hace un año.
Martín pone las manos en su boca en señal de tragedia próxima y lejos de quedarse quieto corre a toda velocidad o a la velocidad que sus 64 años le permiten porque ve al asesino del joven de hace un año dirigiéndose al puente de la tragedia. Corre y corre cada vez más ignorando el dolor en su espalda y sus huesos y al llegar agitado el asesino se había ido y había un anciano muerto en su lugar.
El viejo se preparó al año siguiente, compró binoculares de rango militar con los cuales pudo ver su jubilación esfumarse al igual que sus dientes frontales y su oído del lado izquierdo. La hora señalada estaba casi en puerta, así que comenzó la cacería, observaba y observaba las calles desiertas. De repente, el sonido de unos zapatos captó su atención porque su dueño era un joven que se dirigía rumbo al puente y esta vez tomó su bicicleta de carrera que había comprado para usarla solo en esta ocasión y pudo ver a unas tres cuadras al asesino, llegó al puente y esperó al joven que estaba cerca del portal.
Martín recordó y vistiendo la piel de lobo devoró a su víctima y sus arrugas eran cosas del pasado, sus canas eran un hermoso pelo lacio, sus ojos eran jóvenes, al llevarse la mano a la boca notó que sus dientes estaban completos, incluso podía oír el canto de la sirenas en el océano. Mientras que el joven se volvía cada vez más débil sus huesos se rompían y su piel se agrietaba convirtiéndose así en un viejo cadáver blanco.
El joven Martín dejando su antigua vida caminó hasta abandonar el puente.

ALGUNAS ANÉCDOTAS SOBRE ALEJANDRO MAGNO

- Le preguntaron una vez a Alejandro Magno por qué honraba más a su maestro que a su padre, respondió: “Porque mi padre me hizo descender del cielo a la tierra, mientras que la enseñanza de mi maestro me eleva de la tierra al cielo”

- Dijo a un consejero que había estado mucho tiempo a su servicio: «No estoy contento de ti; sé que soy hombre y estoy sujeto a error, y, sin embargo, jamás me has reprendido. Si tú no ves mis errores, tu ignorancia te hace indigno  del  puesto  que  ocupas;  si  los  ves, tu  silencio   es  una  verdadera traición»

- Algunos se asombraban de que siendo tan joven hubiese adquirido tan vasto imperio, y más todavía que hubiese sabido conservarle. Entonces Alejandro dijo: «Estoy prevenido observando dos máximas: tratar bien a mis enemigos para que tengan gran interés en ser mis, amigos, y tratar a mis amigos de manera que se apeguen más a mi servicio».

- Hizo pasar de un puesto elevado a un empleo inferior a un cortesano a quien quería poner a prueba. Después de cierto tiempo le preguntó si le gustaba y cómo le iba con el nuevo empleo. «Muy bien, respondió el cortesano, porque no es el empleo el que honra al hombre, sino el hombre quien lo honra al empleo, cuando demuestra probidad y juicio». Alejandro, satisfecho de aquella respuesta, le devolvió su antiguo empleo y le hizo un rico presente.

- Mirkhond cuenta que un hombre mal vestido se presentó a Alejandro con una poesía bien rimada y que el príncipe, habiendo admirado el estilo y los pensamientos, le dijo.- «Si te hubieses presentado delante de mí con un vestido tan decente como revistes a tus pensamientos, tu presencia me hubiera sido más agradable». El suplicante respondió en seguida: «La naturaleza ha dado a vuestro servidor la habilidad del estilo, del cual hacéis elogios; es a vos, pues, cuya generosidad es conocida de todos, a quien toca darme un vestido digno de presentarme delante de vos». Esta respuesta, justa y moderada, agradó a Alejandro, quien no solamente le regaló un vestido, sino que también le añadió una suma considerable.

Tenemos esperanza Por Federico Pagura

Porque Él entró en el mundo y en la historia,
porque El quebró el silencio y la agonía,
porque llenó la tierra de su gloria,
porque fue luz en nuestra noche fría.

Porque nació en un pesebre oscuro,
porque vivió sembrando amor y vida,
porque partió los corazones duros
y levantó las almas abatidas.

Por eso es que hoy tenemos esperanza,
por eso es que hoy luchamos con porfía,
por eso es que hoy miramos con confianza
el porvenir en esta tierra mía.

Porque atacó a ambiciosos mercaderes
y denunció maldad e hipocresía,
porque exaltó a los niños, las mujeres,
y rechazó a los que de orgullo ardían.

Porque El cargó la cruz de nuestras penas
y saboreó la hiel de nuestros males,
porque aceptó sufrir nuestra condena,
y así morir por todos los mortales.

Porque una aurora vio su gran victoria
sobre la muerte, el miedo, las mentiras,
ya nada puede detener su historia,
ni de su Remo eterno la venida.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Utopías - Por Héctor Fuentes

La realidad es una noticia impresa a todo color en la primera plana de los diarios. Los titulares de los noticieros despachan en casa las desgracias del mundo. La radio dispara flashes informativos. Un amigo nos confiesa que la calle está dura. La danza que baila la fortuna se nos escapa entre los dedos. Buscamos la salida y nos chocamos contra una pared. Cuando finalmente cerramos los ojos para refugiarnos en la oscuridad, aparecen los sueños.
Cerrar para abrir. Hay un circuito que recomienza dentro nuestro. Un capullo que se teje desde la profundidad del alma. Un susurro descuidado que muta y se transforma en canción.
La correntada arrasa lo que encuentra a su paso. Es un segundo perfecto en donde el cielo y el mar se confunden. El cielo nos ayuda a mirar con claridad. El mar nos permite viajar a través del tiempo.
Las velas hinchan su barriga de viento. Los fieles maderos besan el agua. Estamos en viaje. Y el viaje despabila los sueños.
En ese devenir incierto nos acercamos hacia lo imposible.
Desembarcamos sobre las costas de una tierra recién nacida. Corremos hacia el horizonte para besarle los cabellos al crepúsculo. Tironeamos el vestido de la noche, desgarrando la claridad de la mañana. Hacemos nacer una boca enamorada de libertad. Sus palabras hablan de belleza, porque lo bello nace de la libertad.
El viejo muro ennegrecido queda oculto tras la enredadera. Más tarde le nacen flores. Y son cientos los pájaros que picotean sobre el sinfín de los colores.
En el aire hemos abierto un surco. En la tierra hemos sembrado una palabra. Los días y las noches se encadenan en un collar de piedras preciosas.
Sigilosamente hemos remontado una utopía. Para no dejarla caer tiramos del piolín como si fuera un barrilete. Allá arriba la esperan los relámpagos. Los furiosos ataques de un tornado, las estocadas traicioneras de la lluvia. Desde abajo tironeamos. Creemos. Nos entusiasmamos. Cada centímetro que le ganamos al aire es un triunfo. No es para menos. Hemos ascendido tanto que el barrilete es un punto diminuto en el poniente. Sobre su piel se fundieron nuestras risas, y con eso alcanza para conquistar el cielo.

El ave de los dioses - Por Boris

Había una vez una ciudad. Ni muy grande ni muy chica, ni muy linda ni muy fea, ni muy rica ni muy pobre, que adoraba varios dioses, tan simples y poderosos como ellos. Esa ciudad tenía de todo lo que pudiese agradar a sus habitantes de tal modo que, con el pasar del tiempo, los hombres comenzaron a volverse fríos e indiferentes unos con otros. Ya casi nadie se saludaba, los niños jugaban solos y aislados de los demás, los jóvenes se detenían a soñar sus propios sueños, los adultos iban y venían abstraídos en sus propios problemas y los viejos yacían en confortables y cómodas celdas individuales.
Semejante situación llevó a que pronto, casi imperceptiblemente, también fueran olvidándose de su nacionalidad, de su lengua, de sus costumbres y finalmente, de sus dioses.
Fue allí cuando éstos, reunidos en consejo, determinaron destruir a tamaños impíos. La discusión fue acalorada y finalmente se acordó destruirles por agua, de tal modo que pereciesen ahogados todos los habitantes de aquella ciudad. Todos estuvieron de acuerdo, excepto quien con buenas razones (que no son muy diferentes que las que usan las buenas personas) logró que se les diese otra oportunidad. Pidió crear un pájaro para que cuando los demás dioses determinaran destruir la ciudad, su canto les recordase que la lluvia no debía prevalecer.
Así lo acordaron y cuando los demás dioses desataban la tempestad, el ave graznaba y ellos se acordaban de no destruir la ciudad.
Así fue durante años hasta que un día, los habitantes pasaron de la indiferencia al mas profundo de los egoísmos. Pronto se volvieron perversos, violentos y codiciosos, y su tierra estaba llena de maldad e injusticia, entonces alguien que ocasionalmente pasaba bajo la lluvia divisó al cantor divino y, determinado a hacer lo que le venía en gana, le arrojó una piedra de tal modo que le dio de lleno.
El ave cayó fuertemente al suelo y a partir de ese momento las aguas no cesaron de fluir hasta que toda la gente pereció ahogada.

“Contate un Cuento XI” - Ganadora de la Categoría A (jóvenes de 12 y 13 años): #081293 por Aixa Vilicich, alumna de 2 año del Colegio Santa Rosa de Lima

La lluvia seguía cayendo sin parar, formando charcos en la calle y en las veredas, empañando ventanas y mojando las hojas de las copas de viejos árboles. Los truenos tocaban una fuerte orquesta para el cielo y los rayos decoraban las oscuras nubes. Luego de varias horas de tormenta, la electricidad se había cortado en la gran casa que permanecía silenciosa y casi vacía ya que estaban Dana y Greta
  La joven Dana había quedado dependiendo de la débil luz de las velas que iluminaban únicamente la sala con un aire frío. Cubierta por mantas y libros, decidió que no había suficiente luz para seguir con su lectura. Tomó una vela y se dirigió hacia la cocina. Greta, la vieja ovejera alemán, ni se molestó en despertar. La jovencita volvió a la sala con dos velas más en su mano, las colocó sobre la mesa con cuidado y las prendió con el encendedor. Ahora, con más luz, siguió leyendo el viejo libro.
   Luego de unas horas que parecieron minutos para ella, Greta pidió comer sutilmente. Mientras  se alimentaba la joven paseaba por la gran casa, descalza con la compañía de la tenue luz de una vela que iluminaba el camino. Cuando pasó por la puerta de madera de la entrada suspiró pesadamente.
   Sus padres le habían prohibido abrir el paquete que iba a recibir a medianoche. Ellos se habían ido a una conferencia de doctores afuera de la ciudad durante el fin de semana y aunque les costó demasiado, se habían marchado el día anterior .Les había prometido mil y una vez que sus manos no iban a abrir el paquete bajo ninguna circunstancia. Con eso dicho, la dejaron con Greta y varios números de emergencias por si pasaba algo. Según ellos, el paquete tenía mucho dinero como parte del pago de un experimento. Dana dudó un poco sobre la honestidad de sus padres pero lo dejó pasar, después de todo, eran sus padres y nunca le podrían mentir ¿o sí?
  Volvió a la fría sala, donde estaba Greta relamiéndose. Dejó la vela en la mesa, derritiéndose. Dana se sentó en el piso junto a Greta, la cual aceptó sus mimos con placer. La ovejera se durmió a los pocos minutos de las caricias mientras que la joven luchaba consigo misma para mantener sus ojos verdes abiertos. Ahora los minutos parecían horas. Quería recibir el paquete para poder dormir tranquila.. Decidió intentar entretenerse con otro libro de la pila que se encontraba a su lado. Luego de leer dos capítulos, se rindió y sus ojos cedieron al cansancio. Se despertó alarmada luego de escuchar el ruido molesto del timbre retumbando en las paredes. Greta se despertó casi de inmediato y corrió hacia la puerta, ladrando, Dana se estiró y bostezó antes de atender la puerta. Caminó a oscuras con sus pies tocando el frío mármol hasta la puerta de entrada. Los ladridos de Greta resonaban en toda la casa, opacando la tormenta. Observó por la ventana junto a la puerta y solo notó entre la espesa lluvia una camioneta negra dejando su casa a toda velocidad. Miró el reloj de su teléfono y se dio cuenta que eran exactamente las doce de la noche. Abrió la puerta con Greta detrás suyo y solo vio un pequeño paquete apoyado en la alfombrita de la puerta. Lo tomó y  lo llevó a la mesa de la sala. El paquete estaba un tanto mojado pero no demasiado, había unas cuantas gotas sobre el papel marrón que lo envolvía, Se recostó en el sillón, se cubrió con unas mantas y cerró sus ojos. No quería pensar en el paquete demasiado porque sabía que la curiosidad la mataría y terminaría abriéndolo. Luego de excusas infinitas en su cabeza, se levantó decidida y rompió rápidamente el papel que lo cubría. Inmediatamente notó un sello raro en la parte superior de la caja descubierta, lo leyó con cuidado.
“Gobierno interno de la P.T.E.D”
Dudó en si de verdad debería seguir abriéndolo pero ya estaba abierto. De todos modos le podría decir a sus padres que había sido Greta, no le harían nada a la perra .Abrió la caja y pudo ver un frasco de medicamento. Estaba lleno de etiquetas que ni ella entendía. Las tomó y le sorprendió su semejanza con las vitaminas que tomaba desde que tenía memoria. Un escalofrió recorrió su cuerpo. Las dejó a un lado, verlas la estremecía completamente. Encontró un sobre pesado. Lo abrió y observó mucho dinero. Eran billetes de cien dólares pero había varios fajos de este, Dana le calculó unos veinte mil dólares. Dio vuelta el plástico que protegía el dinero y leyó el mensaje que decía detrás.
“Dinero para mantenimiento y gastos personales del experimento #081293, sus padres adoptivos, el Dr. y Dra. Vilanovik deben presentarse en sesenta días para el exterminio y autopsia del experimento. El dinero acordado seguirá siendo entregado en tiempo y forma mientras que el experimento no sea divulgado”

sábado, 10 de noviembre de 2018

EL NGÜRÜ Y EL CHOIQUE (Del libro “Cuentan los Mapuches” Ed. EDICOL - Recopilado por César Fernández, 1989 Narrado por Virginia Victoria Tropán, Aucapán, 1984.

Una vez se encontraron el ngürü con el choique. Estaban en una aguada. Entonces dice el zorro:
-Muchas veces lo he campaneado, pero nunca lo pude encontrar cerquita y solo.
Se le fue acercando y le buscó conversación. Le dijo:
-¡Che, compadre! ¡Qué feas que tenes las patas!
Así le dijo, porque el choique tenía las patitas todas partidas por la tierra del camino.
-Y bueno, si no tengo el calzadito como tenes vos, que andas con botitas.
El zorro entonces dice:
-Pero, ¿por qué no te haces un zapatito, compadre?
-Yo no sé hacer eso -dijo entonces el choique.
-Pero no te hagas problema, compadre, búscate un animal muerto, una vaca y sácale un pedazo de cuero. Entonces yo te hago el zapatito.
El avestruz, creído que le iba a hacer el calzado, encontró una vaca muerta, le sacó el cuero y se lo llevó al zorro, que estaba esperando en la aguada.
-Aquí le traigo el cuero -le dijo.
El cuero estaba bien fresco y lo apretó con todo. A medida que el avestruz iba caminando se le iba secando y resecando el cuerpo y le apretaba las patitas. Se le apretó tanto que no pudo caminar más. Arrastrándose iba.
El zorro lo iba siguiendo, y cuando ya vio que no podía correr se le acercó y se lo comió.

YENE Y EL ZORRO (Del libro “Cuentan los Mapuches” Ed. EDICOL Recopilado por César Fernández, 1989 Narrado por Pedro Curruhuinca, Quila Quina, 1968.

El zorro había ido al futalafquén y como vio una pampita se adentró. ¡No va y se queda dormido en una piedra! ¡Qué susto cuando despertó! Todo era agua. En eso vio a la yene y entonces le dice:
-Quiero irme, yene. Ayúdame que estoy solo y me voy a morir. Sácame de acá que está lejos la costa y no voy a aguantar nadando.
-Yo te llevo si querés -le dice la yene, que es un animal muy grande.
-Subí arriba que yo te voy a llevar, pero no te puedo dejar en lo seco porque de ahí no salgo. Me quedo varado.
Entonces le contesta el zorro:
-Yo tengo muchos amigos y te vamos a ayudar
-Bueno, te llevo no más.
Subió el zorro y lo llevó. Una punta de amigos los estaban esperando en la orilla. El zorro, como zorro no más, no cumplió la palabra. La yene lo arrimó para que no se ahogara y ahí se la comieron.
-Otra vez no me van a engañar. Eso es lo que siento, la mentira -decía la yene, mientras los zorros se la comían.
Y ahí se terminó.

(El personaje de la ballena (yene) es de muy escasa aparición en los cuentos del zorro. Sin embargo, no lo es el motivo del animal grande y tonto burlado con astucia.)

ACCIDENTE DE FANGIO Y VILLORESI Por Juan Carlos Pirali Del libro “Causas judiciales- Historias de casos tratados en el departamento judicial de Dolores”

        El 15 de enero de 1950 se disputó en Mar del Plata el Gran Premio internacional de automovilismo, en el circuito denominado "Playa Grande", en el que se produjo un accidente que involucró al argentino Juan Manuel Fangio y al italiano Luiggi Villoresi, que corrían con coches de IM marca Ferrari. Ambos salieron ilesos, pero no así algunos espectadora que debieron ser hospitalizados con diversas heridas.
Intervino el Juez de Feria de Dolores Dr. Juan Carlos López Aranguren y el sumario estuvo a cargo del comisario de Mar del Plata D. Alberto Matías. Por otra parte, los informes médicos estuvieron a cargo del Dr. Carlos Peñóñori. En dicha instrucción, compareció el 16 de enero del citado año, Juan Manuel Fangio, quien manifestó ser argentino de 38 años de edad, domiciliado en la calle 13 N° 321 de la ciudad de Balcarce. Declaró que el día anterior en la carrera automovilística corrida en el circuito de "Playa Grande", él conducía su Ferrari N° 16 y que en la vuelta 14 iba en la delantera cuando en la curva para tomar la Av. Peralta Ramos, el coche N° 44 de Villoresi se adelantó al suyo por la izquierda y dicho vehículo patinó en el pavimento por el aceite que habían derramado los coches. Por tal razón, la Ferrari de Villoresi subió a la vereda donde había público.
Como consecuencia del accidente resultaron heridas varias personas que presenciaban la carrera, a las que se les tomó declaración en el Hospital de Mar del Plata. El primero en hacerlo fue el espectador Roberto Murías, quien expresó que vio el coche de Villoresi subir a la vereda donde se encontraba él con otras personas, de cuyo resultado sufrió fractura del pie derecho y otra lesión en la pierna.
Otro de los lesionados fue Vicente Di Salvo, quien dijo no recordar como había sido el accidente, porque recobró el conocimiento en el hospital, donde lo enteraron que había sido embestido por el coche de Villoresi. Por otra parte, Abel Rodríguez declaró que vio pasar a los coches 16 y 44, pero no recordaba más detalles pues se encontró de repente en el nosocomio, enterándose allí que lo había atropellado el coche del italiano. El espectador Pedro Malmoria dijo que el coche N° 44 embistió al público donde se encontraba él y que quedó apretado por una de las ruedas del vehículo. Otro declarante fue Justo Fernández, quien expresó que se enteró en el hospital que había sido embestido por el auto de Villoresi.
Fue requerido el servicio del perito Justo Pena, quien dijo que las máquinas que intervinieron en la colisión era marca Ferrari de 2.000 ce, y que ambas habían sufrido rotura de la dirección y atribuyó el choque al patinaje del coche de Villoresi.
El comisario encargado del sumario D. Alberto Matías elevó lo actuado al juez de Dolores Dr. López Aranguren, con la aclaración que no fue posible tomar declaración al corredor italiano, en razón de haberse ausentado inmediatamente de Mar del Plata y del país.
El 9 de febrero de 1950, el juez López Aranguren expresó que no constituyendo delito el hecho que dio origen al citado sumario, "de conformidad con el artículo 378 inc. 2° del Código procesal Penal, sobreséase definitivamente la presente causa y previa vista del Agente Fiscal archívese".

miércoles, 31 de octubre de 2018

CONTATE UN CUENTO XI - 2018



      La Escuela de Educación Secundaria Nº 3 “Carmelo Sánchez” de la ciudad de Balcarce lleva adelante el proyecto Cultural “Contate un Cuento “. Se trata de un concurso literario narrativo que invita a  los jóvenes y adultos de nuestra ciudad, de toda la Argentina y de otros país a imaginar una historia porque lo necesario para la educación , como dice Delia Lerner (2001) ”es hacer de la escuela el ámbito donde lectura y escritura sean prácticas vivas y vitales, donde leer y escribir sean instrumentos poderosos que permitan repensar el mundo y reorganizar el propio pensamiento, donde interpretar y producir textos sean derechos que es legítimo ejercer y responsabilidades que es necesario asumir; porque en definitiva se “aprende a leer, leyendo” y “se aprende a escribir, escribiendo”   
Hoy nuevamente el objetivo está cumplido y la décima edición cuenta con nuevos ganadores


Categoría A: Jóvenes de 12 y 13 años

Ganadores premio compartido

“#0081293” de Aixa Vilicich, alumna de 2º año del Colegio Santa Rosa de Lima

“La curiosidad mata” de Lourdes Quiñones, alumna del Instituto Gral. Martin Rodríguez de Tandil

Mención de honor:

 “¿Escape?” de Valentina Schwarz, alumna de 2º año del Instituto Gral M. Rodriguez de Tandil

“Más allá de las pizarras” de Gènesis Alexandra Manzanilla Linares de Trujillo, Venezuela

“El oso y las abejas” de Manuela Ramirea Rangel de Cali, Colombia


Categoría B: jóvenes de 14 y 15 años

Ganador:

“Gritando en silencio”, Pilar Orsatti alumna de 3º año de la E.S. N° 3 “Carmelo Sánchez”

Menciónes de honor:

“Disparo a la conciencia” de Giovana Varales, alumna de 4 año deL Instituto Gral Martin Rodríguez de Tandil

“Sombras del pasado”, Anneke Wendel alumna de 2° año del Instituto Gral. Martin Rodríguez de Tandil

“El boceto” de Jazmin Milagros Piriz , alumna de 4to año de la E.E.S. Nº 71 de Mar del Plata


Categoría C: jóvenes de 16,17 y 18 años

Ganador

“Noventa días y una rosa de Cristal”  de Clara Netcoff, alumna de 5º año del colegio Santa Rosa de Lima

Menciónes de honor

“Despierta” de Sofía Guillen,  alumna de 5° año de E.E.S. Nº 1 “Antonio González Balcarce

“Dolor en amor”,Malena Bottega alumna de 5º año de la E.E.S y T Nº 1 “Lucas Kraglievich

“El sueño de tener mi propia banda” de Estefania Montes Rosa alumna de EEPA 701  


Categoría D: adultos

Ganador: desierto

Menciones de Honor

“El diccionario” de Mariela Rendino , Balcarce

“Nueva felicidad” de María Elena Bauer de Balcarce

“Si tu te mueres” de Nancy Gómez de Balcarce

     Este año también en las tres primeras categorías se permitió la coautoría por ello hubo un total de 150 participantes y 140 cuentos presentados  Entre las escuelas intervinientes, además de las ganadoras, se encontraron la E.S.N°2 de San Agustín, la, la ESN°8 “Juan Azurduy”, la E.E.S Nº10, el EEPA 701 y el CENS 451, de Balcarce; la E.E.S. Nº 1 de Napeleofú, la E.E.S y A Nº 1, la E.E.S y T Nº 1 y la E.E.S. Nº 5 de Loberia.    También han participados jóvenes de Rafael Castillo, Castelar, Berazategui, San Rafael, Mendoza, Corrientes, España, Uruguay ,  Venezuela y México.  En la categoría Adultos hubo participantes de la ciudad de Balcarce, Ciudad Autónoma de Bs.As., Necochea, La matanza, Gral Rodriguez, España, Uruguay y Alemania
  El jurado estuvo integrado en esta oportunidad por las Inspectoras de Inspectora de Educación Primaria  Graciela Karaguiozov (Categoría A); la Inspectora de  Adultos Laura Gimaray (categoría D) , la Inspectora de Psicología Social Juana Benites (categoría C) y la Inspectora de Secundaria María Verónica Testa (Categoría B), el vicedirector de la E.E.S. Nº 3 “Carmelo Sánchez” (categoría A y C), Vicedirectora de la E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez” , Karina Coria (categoría B y D) ;  las profesoras Idelsa Arcuri y María Angélica Pajín y el escritor Ezequiel Feito.  
  
       Esperamos a todos los ganadores y participantes en el acto de premiación que se realizará el día 1 de noviembre a partir de las 9:30hs. en nuestro establecimiento sito en calle 32 Nº 1026. Los ganadores serán premiados con un  auricular con  Bluetooth y FM donado por los gremios docentes, mochilas de la empresa Travel Rock y libros enviados por la editorial Kapelusz.  Los cuentos ganadores y menciones próximamente aparecerán en este Blog y en la sección de Rescatados del fuego que aparece en el diario La Vanguardia.
Desde la escuela creemos necesario auspiciar la palabra escrita porque al hacerlo hemos legitimado un espacio para la escritura creativa y cada año son cientos de jóvenes los que nos eligen, valoramos y estimulamos la creatividad, invitamos a perderle el miedo a la hoja en blanco y la palabra escrita y abrimos la puerta  a otros mundos posibles donde cada participante libera lo que los oprime en su realidad.
        Este espacio cultural que en el año 2015 fue declarado de Interés Educativo por el Ministerio de Educación de la Nación según resolución 1275 convoca cada año a participantes de distintas ciudades de nuestro extenso país y de otros países. Gracias por elegirnos, gracias por dejarnos existir, estamos orgullos de brindarles un espacio donde puedan dejar volar su imaginación y como decimos siempre“Mientras haya alguien que quiera contar, mientras haya alguien que quiera escribir, mientras haya un joven con ganas de imaginar , “Contate un cuento” existirá.