sábado, 13 de enero de 2018

“Contate un cuento X” Mención de Honor Categoría A “Del odio a la pasión hay un solo paso… enfrentarlo” Por Sofía Altamirano, alumna de 1° año de la E.S.Nº 1 de Napaleofú

         Mi mamá era profesora de patín. Un día fue a competir, hizo un truco y se fracturó. Esto produjo que mamá no vuelva a patinar. Recordarlo para mí es lo peor. Desde ese momento a ella le dio terror que yo me suba a los patines y por eso no volví a usarlos.
Nuestra relación es muy cariñosa desde que papá se murió en el accidente. Después de tantas tristezas, mi mamá y yo nos mudamos a un pueblo con pocos habitantes. Y justo allí la moda es andar en patines, lo que a mi mamá le produjo terror. Mis nuevas amigas todos los días me decían si quería ir a patinar con ellas, yo les decía que no y solamente iba a verlas.
Cuando llegó la primavera, los chicos del pueblo comenzaron a preparase para la competencia de patinaje artístico para clasificar a la siguiente  ronda en Buenos Aires. Solo llegarían a la próxima instancia los cinco mejores clasificados del pueblo.
El patín era un deporte que se práctica además en la escuela. Se aprovechaba la pista que se encontraba en el campo de deportes municipal. En la primera clase de Educación Física  yo  no quería subirme a los patines. Pero la profe me cambió la vida, porque  por fin alguien me hizo pensar que hay que enfrentar tus miedos porque si los escondés, te harán ruido toda la vida. Por fin, pude sentir lo lindo que era patinar.
No falté nunca a la pista. La profe me enseñaba día a día la postura: cabeza siempre arriba, pies flexionados y así podía trasladarme más rápido. También me  enseñó lo básico: la paloma, el carrito y zig zag hacia atrás.
Así fueron pasando el resto de los meses. Yo me propuse presentarme en la competencia. Para participar tenía que hacer una presentación  única con un truco que sobresaliera. Y yo me dije que para demostrarle a mamá que se pueden enfrentar los miedos, intentaría ese truco que a ella la alejó de los patines.
Practiqué día y noche.  Trabajé en el equilibrio, en la concentración, en todo lo que le provocó la fractura a mamá. El día antes, ella me preparó el vestido que había usado aquella vez. Era hermoso, color azul eléctrico con piedras que brillaban. Cuando mamá lo arreglaba, se le notaba la sonrisa que aquella vez le había provocado ponérselo.
El día de la competencia, mamá estaba en la primera fila alentándome. Yo tenía miedo de que el salto triple giro no me saliera. Mis compañeras me contaban que a nadie le salía hacer ese truco por la dificultad que tenía. A mí no me importaba quedar entre los cinco mejores, solo quería probar mi valentía.
Escuché mi nombre por el micrófono, ya era mi turno. Empecé en el suelo, luego arriba hice un giro y salí haciendo el zig zag hacia atrás. De allí hice una paloma, luego el carrito y  ahora sí era el turno del salto triple  giro. Tome  envión con la postura correcta y el equilibrio perfecto. Salté y giré tres veces en el mismo salto. Caí realizando una paloma. El aplauso del público  era potente. Todos me felicitaban por el salto increíble.
Ahora había que esperar los resultados. Pasaron varios participantes después de mí.  Yo esperé los resultados de los  jurados y en un sobre estaba mi nombre. No podía creer que había pasado a la siguiente etapa!!!
A quienes estén leyendo mi historia les digo que no se queden con miedo. Enfréntenlos porque si no se van a quedar con temor toda la vida y también les quiero decir que del odio a la pasión hay un solo paso: enfrentarlo!!

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