sábado, 28 de julio de 2018

Acerca de la Vejez - Por Marco Tulio Cicerón - Selecciòn) (1ª parte)

          Tito, si pudiera ayudarte o lograra aliviar algo esa preocupación que te acongoja y que tienes clavada en tu corazón, ¿qué premio me darías?
Tito, ¿qué es lo que te preocupa día y noche? Por eso me parece ahora el mejor momento para dedicarte algún escrito sobre la vejez.
¡En efecto! Deseo que tú y yo mitiguemos este peso, común: la inminente llegada de la vejez. Con toda seguridad sé que tú, la vives con dignidad, y eres capaz de afrontar todos los problemas que conlleva. Cuando pienso en escribir sobre la vejez, siempre acudes a mi mente como la persona más digna de este don, del que nos podamos servir cada uno de nosotros. La preparación de este tratado ha sido para mí tal motivo de alegría que, no sólo he ahuyentado todas las molestias propias de la edad, sino que he
intentado hacerla más suave y llevadera. La filosofía nunca podrá ser suficientemente alabada por quien reafirme que puede afrontar todas las molestias de la vida sin ningún tipo de adversidad.
Para quienes creen que no hay posibilidad de alcanzar el bienestar y llevar una vida feliz, sin duda, la vida es dura en todas las etapas de la vida. Pero quienes consiguen todos los bienes en sí mismos, no les puede parecer malo lo que la exigencia de la naturaleza traiga. La vejez está siempre en primer plano. Todos se esfuerzan en alcanzarla y, una vez conseguida, todos la culpan. ¡Tanta es la necedad de la extravagancia! Suelen afirmar que la vejez se les echó encima mucho antes de lo que esperaban. En primer lugar: ¿quién les obligó a pensar de un modo tan absurdo?, ¿por qué la distancia entre la adolescencia y la vejez es más corta que la distancia entre la adolescencia y la infancia? En segundo lugar, ¿acaso sería más suave la vejez si se viviera 800 años en vez 80? Por larga que haya sido la vida, ningún consuelo habría podido suavizar la necia vejez.
Siguiendo el antiguo proverbio "los iguales se reúnen habitualmente con sus iguales" frecuentemente he intervenido en debates sobre este asunto con mis pares. Cayo Salinator, Espurio Albino, casi de mi edad, hombres que habían sido cónsules, solían quejarse de que ya carecían de placeres, sin los cuales pensaban ellos la vida no tiene sentido. Además se sentían menospreciados por los que antes acostumbraban a halagarlos. En mi opinión, se quejaban de lo que no había razón para ello y no de lo que realmente debieran quejarse. Si esto sucediera por causa de la senectud, lo mismo me debería pasar a mí y al resto de los ancianos, a muchos de los cuales yo he conocido en su vejez sin ningún tipo de quejas. Muchos ancianos afirman que ellos se han apartado serenamente de los vínculos de los placeres y sin desprecio de los suyos. La causa de todas estas lamentaciones está en el carácter de cada uno, no en la edad. Ciertamente la impertinencia y la falta de humanidad molesta en todas las etapas de la vida. Los ancianos moderados llevan la vejez de una manera aceptable.
Ni siquiera el sabio puede afrontar la vejez de manera llevadera en medio de la más profunda indigencia, pero para el necio, aún en la suma abundancia, no deja de ser gravosa. Las armas defensivas de la vejez, Escipión y Lelio, son las artes y la puesta en práctica de las virtudes cultivadas a lo largo de la vida. Cuando has vivido mucho tiempo, producen frutos maravillosos. La conciencia de haber vivido honradamente y el recuerdo de las muchas acciones buenas realizadas, resulta muy satisfactorio en el último momento de la vida.
Yo, pensando en mí mismo, encuentro cuatro causas que agravan sobremanera la vejez:
primera, porque aparta de la gestión de todos los negocios. segunda, porque la salud se debilita. tercera, porque te priva de casi todos los placeres. cuarta, porque, al parecer, la muerte ya no está lejos.
Reflexionemos, si os parece bien, sobre cada una de estas causas y cuán injusta es cada una. La vejez aparta de la gestión de todos los negocios. ¿De cuáles? ¿De aquellos que se realizaron con el vigor y las fuerzas de la juventud? ¿Acaso no son también obras seniles las que se realizan con la fortaleza de la mente pero con el cuerpo enfermo? Nada prueban quienes afirman que la vejez no se desenvuelve en los negocios. Es como decir que el timonel no hace nada sujetando el timón, puesto que mientras él permanece sentado en popa, unos se encaraman en los mástiles, otros corren de aquí para allá, otros queman los desechos. Es verdad que no hace el trabajo que hacen los jóvenes, sin embargo el timonel hace cosas mejores y de más responsabilidad. Trabajo que no se realiza con la fuerza, velocidad o con la agilidad de su cuerpo, sino con el conocimiento, la competencia y autoridad.

Palabras que no cesan - por Jorge A. Dágata

                En el año 690 de Roma, 64 antes de Cristo, Pompeyo  redujo Siria a provincia romana.  Un niño que vivía hasta entonces libre en el país conquistado, uno de tantos, fue llevado a la capital del imperio como esclavo. Tenía 12 años y su amo, Domicio, de la familia de los Publio, quedó admirado por el ingenio agudo y la réplica pronta de que era capaz la criatura que acababa de engrosar sus propiedades. El amo era oficial del ejército romano y disfrutaba de su nueva mascota, fértil en ocurrencias oportunas, además de hermoso y bien formado. Todavía no asomaba siquiera en la humanidad “civilizada” el menor cuestionamiento a la institución de la esclavitud.
Asomaba, si así quiere entenderse, en la inclinación de este amo, que como otros hizo dar al niño una educación esmerada y luego la libertad. Lo llamaban Syro, en recuerdo de su patria perdida, y por el resto de su vida añadió al suyo el nombre de Publio, adoptando la costumbre de la época entre los libertos, y también como gesto de gratitud.
Publio Syro (Publilius Syrius) recorrió Italia dedicándose a la composición de mimos, cuyo principal objeto era provocar la hilaridad parodiando a los personajes más relevantes del momento y el lugar en que actuaba. César le entregó la palma de triunfo en una competencia que mantuvo con Laberio, el mimígrafo más notable del imperio.
Desde entonces reinó sin rival en la escena hasta el fin de su vida, que las conjeturas prolongan hasta los primeros años del reinado de Augusto, esto es, hasta el año 725 de Roma, 29 antes de Cristo.
De su obra sólo queda una colección de Sentencias (Sententiae) y una serie de máximas morales. La palabra no cesa, como dice el título, porque entre las más recordadas hay una que nos toca bastante de cerca, aquí y ahora: “Iudex damnatur ubis nocens absolvitur”, donde quien quiera puede leer claramente: “El juez es condenado cuando el culpable es absuelto”.
Entre sus máximas (versos) se han descubierto intercalaciones posteriores. Las auténticas suman aproximadamente 700, de las cuales seleccionamos éstas:

-Espera de otro lo que tú le hagas.
-Ama a tus padres si son justos; si no lo son, sopórtalos.
-La desgracia nos pone de manifiesto si tenemos un amigo o solamente su imagen.
-Grato es el recuerdo de los males pasados.
-El dolor del alma es más grave que el del cuerpo.
-Sustraerse a las pasiones es vencer un reino.
-La paciencia es el puerto de las miserias.
-La fortuna es como el vidrio: brillante, pero frágil.
-Exigua es la parte de vida que empleamos en vivir.
-La paciencia muy cansada se convierte en furor.
-Hasta los que la infieren, odian la injuria.
-El amor que causa la herida, la cura.
-Todos preguntamos: ¿Es rico? Nadie: ¿Es virtuoso?
-El arco pierde su fuerza por la tensión; el espíritu, por la flojedad.
-No olvides jamás el beneficio recibido; olvida en el acto el que has hecho.
-Querer llegar a ser bueno es gran parte de la bondad.
-Nos interesan los demás cuando se interesan por nosotros.
-El dinero es tu esclavo si sabes emplearlo; tu amo, si no sabes.
-Dios mira las manos limpias, no las llenas.
-Más amigos granjea la mesa que la inteligencia.
-El que persigue dos liebres no coge ninguna.
 -Ningún hombre es feliz a menos que crea serlo.
-En mar tranquila todos son buenos pilotos.
-Al pobre le faltan muchas cosas; al avaro, todas.
-Un compañero alegre te sirve en el viaje casi de vehículo.

COSAS DEL CID Por Rubén Darío


A Francisco A. de Icaza

Cuenta Barbey, en versos que valen bien su prosa,
una hazaña del Cid, fresca como una rosa,
pura como una perla. No se oyen en la hazaña
 resonar en el viento las trompetas de España,
ni el azorado moro las tiendas abandona
al ver al sol el alma de acero de Tizona.
Babieca, descansando  del huracán  guerrero,
tranquilo pace, mientras el bravo caballero
sale a gozar del aire de la estación florida.
Ríe la primavera, y el vuelo de la vida
abre lirios y sueños en el jardín del mundo.
Rodrigo de Vivar pasa, meditabundo,
por una senda en donde, bajo el sol glorioso,
tendiéndole la mano, le detiene un leproso.
Frente a frente, el soberbio príncipe del estrago
y la victoria, joven, bello como Santiago,
y el horror animado, la viviente carroña
que infecta los suburbios de hedor y de ponzoña.
Y al Cid tiende la mano el siniestro mendigo,
y su escarcela busca y no encuentra Rodrigo,
"¡Oh Cid, una limosna!", dice el precito."Hermano,
¡te ofrezco la desnuda limosna de mi mano!",
dice el Cid; y quitando su férreo guante, extiende
la diestra al miserable, que llora y que comprende.

De Prosas Profanas (1896)

sábado, 21 de julio de 2018

Causa Común Por Héctor Fuentes (De su libro “Rueda la pelota”)

        Cortar un pedazo de pan y compartirlo. Envolver con nuestro abrigo a un niño que tirita en la calle, muerto de frío. Mirar los ojos de un pordiosero, para devolverle la mirada de un hombre, y no la cruel indolencia de las bestias.
Despojarnos de la cultura egoísta; aquella que ve amenazas, donde en verdad hay pobreza y marginación.
Tomarnos de la mano y marchar juntos. Enlazarnos en la maravilla de formar una sola piel. Trascender las barreras que separan a los hombres hasta volver a sentir que el mundo es uno, y no tres.
Al fundirnos en la piel de nuestros semejantes, comprendemos que la vida es un estado de gracia. Todos necesitamos de todos. Y cada hombre, y cada mujer, sostienen entre sus manos la balanza perfecta que equilibra el universo.
La poesía tiene sentido en los ojos que se humedecen de emoción.  Sólo tienes lo que regalas. Todo regresa si lo das.
No teme quedarse vacío quien se entrega por entero. Sabe que toda el agua que el río junta, va hacia el mar. Comprende que toda la bondad que el hombre regala, se encamina hacia el cielo.
El muro de los lamentos está hecho con la piedra de la desigualdad. Un muro es una boca que no habla; unos ojos que no miran, unas manos que se cierran en un puño.
Esa nada insostenible nace de la indiferencia. Su padre es el egoísmo y su madre la crueldad. Entre los dos amamantan a un bebé regordete y glotón. Quien jamás entenderá que las cosas son hermosas, solo cuando se comparten.
El dolor de cien obreros despedidos se cura cuando se juntan. Las lágrimas, si se mezclan, no son amargas, son dulces. Las penas compartidas pesan menos en el pecho.
La música necesita del silencio. La noche del día. El hombre del arte, y el arte del hombre. Somos un cuerpo cuando hay alma y corazón. Cuando hay sueños y hambre. Cuando hay sed y alegría.
Si cantamos todos juntos ya no somos distintos, somos la voz de mil bocas que alumbran el viento.
Si lloramos todos juntos ya no somos sólo hombres, somos el cantar de una plegaria que se eleva más allá.
Una mancha de luz sobre el horizonte infinito.

Mi esposa duerme Por Ezequiel Feito

Para Delicia

I

Mi esposa duerme
el largo sueño de un hogar ordenado
cubierta por cálidas nubes que descendieron
del cielo a la pieza

Duerme, coronada su cabeza por brillantes estrellas
mientras que nuestra habitación se llena
de constelaciones desconocidas
que cuidan nuestro sueño.

Cuando duerme, la oscuridad nunca es completa
sino que la tenue luna pone en su cuerpo
una oculta santidad de lirios.

II

Duerme. Profundamente duerme, y hemos desaparecido
las niñas y yo, la gente y las plantas,
los vecinos, los amigos y toda la casa;
los platos, la heladera y el lavarropas;
la escoba, la cocina, la mesa y todo aquello
que la rutina de sus manos convertían
en un arte mágico y sencillo.

III

La miro y me pregunto, ¿dónde estaré ahora?
¿Seguiré aún estando en su corazón?
¿O en su sueño, al igual que todos,
habré desaparecido para siempre?

IV

Mi esposa duerme o muere. Estoy seguro
que en ella cabe toda la existencia del universo.

JARDÍN DE VERSOS PARA NIÑOS Por R. L. Stevenson (Selección)

A  MINNIE

La habitación roja con la enorme cama
donde sólo gente mayor se acostaba;
el cuarto pequeño en el que tú y yo
descansamos juntos en cierta ocasión
y, para casarnos de forma decente,
te pedí la mano como un pretendiente;
el cuarto de niños, que nos encantaba,
llenas las paredes de cuadros y láminas
y de hojas los huecos,
una habitación para no dormir
y escuchar las ramas y hojas del jardín
que sacude el viento...
y buena también para descansar
y aquellos grabados poder contemplar...
los de la batalla de Sebastopol,
con lanzas y espadas reluciendo al sol,
el pico escarpado,
los barcos hundiéndose, la oveja balando,
los niños felices, descalzos,
riendo encantados al cruzar el vado:
todas esas cosas desaparecieron
y la vieja finca hoy es de otros dueños;
presenta un aspecto distinto,
cobija a unos desconocidos.
Arrastra aún, de molino en molino,
el jardín de nuestra infancia el río;
¡pero los niños, ay, ya nunca
lo veremos desde la esclusa!
Más desde el tejo - aún está allí -
nuestras voces suelen salir
como si estuviéramos jugando
y aún las escucho preguntando:
"¿Está muy lejos Babilonia?"

Lejos, muy lejos, chiquitín,
está muy, muy lejos de aquí...
¡Pero aún más lejos estás tú en la colonia!
"¿Podré llegar a una vela?"
- eso decía la canción.
Yo no lo sé, puede que puedas,
aunque, escuchadme, a condición
de que si vas allí, no vuelvas.
La oscuridad eterna, ¿quién lo duda?,
caerá sobre colinas y llanuras
y apagará los astros y las lámparas
antes de que volvamos a la infancia.

Hasta la India lejana donde estás
estos versos te envío por el mar;
te llegarán, confío.
Porque ni tú ni yo hemos olvidado
aquellos muebles indios,
los huesos de antílope, las plumas de albatros,
las raras semillas, los extraños pájaros,
las cuentas y ajorcas, tantas baratijas,
los dioses  y sus sagradas campanillas,
las susurrantes caracolas retorcidas.
En aquel piso bajo todo era
sencillo y escocés, a su manera,
pero en cuanto subíamos a una silla,
aquello era el Oriente, ¡oh maravilla!
Consideremos todo esto una fábula;
podéis verme en aquella planta baja
y a Minnie sentada como un desafío
sobre aquel precioso mueble indio.
Sonriente y gentil, un escabel me quieres dar
que me resulta alto para hasta mí llegar.
¡Tiende hasta aquí tu mano, querida, y estos versos
tómalos en recuerdo de aquellos viejos tiempos!

LIBROS ILUSTRADOS EN INVIERNO

El verano se apaga, va llegando el invierno...
mañanas escarchadas, cosquilleo en los dedos,
petirrojos curiosos, asustadizos grajos,
y lo mejor de todo: los libros ilustrados.

Lo que antes era agua, duro como una piedra;
paseo por encima, junto con mi niñera;
pero el agua corriente, los arroyos, los lagos,
los encontramos sólo en libros ilustrados.

Las cosas más bonitas, los dibujos más nítidos,
allí están, esperando los ojos de los niños;
ovejas y pastores, árboles y cayados,
todo puede encontrarse en libros ilustrados.

En ellos vemos cómo son diferentes cosas:
los mares y ciudades, las montañas y costas,
y los duendes huyendo, y las hadas volando,
en las bellas imágenes de libros ilustrados.

¿Cómo podré alabaros, cantar vuestra belleza,
días maravillosos junto a la chimenea,
en un rincón del cuarto de jugar, abrigados,

leyendo en compañía los libros ilustrados?

Mi humanidad obrera Por Fernando Adrián Zapata

Mis horas de trabajo me colmaron
de un ímpetu flamante de experiencias;
palpitan mis adentros proletarios
con cánticos de justas persistencias.

Mis manos siguen, firmes, la jornada,
creando y produciendo plusvalía;
mi mente, en cambio, se alza, concentrada,
por cada anhelo que mi vida ansía.

Y todo el corazón que me sacude,
irriga sus relámpagos de fuego
en todo mi existir por lo que pude
lograr y por lo que lograré luego.

En esta transición estoy forjando
mis días de labores, tan vitales...,
...¡tan vívidas, de cantos solidarios,
por tiempos de justicias augurales!!!

lunes, 16 de julio de 2018

Concurso literario narrativo CONTATE UN CUENTO XI Declarado de Interés Educativo por el Ministerio de Educación de la Nación por Res. 1275/sep




1. Podrán participar gratuitamente todos los jóvenes de 12 a 18 años y adultos escritores que lo deseen, de cualquier nacionalidad, de acuerdo a sus categorías. Cada autor presentará una única obra, original e inédita en cualquier medio, incluidas antologías, páginas web, blogs o redes sociales y que no haya sido premiada en otro concurso ni se encuentre concursando en otros certámenes. En caso de comprobarse que al momento del fallo del concurso, el cuento ha sido publicado por cualquier medio: Internet, libro, suplemento de diario, revista, etc. quedará automáticamente descalificado.

2.  Categorías:
   A-     Jóvenes  de 12  y 13 años
   B-     Jóvenes  de 14 y 15 años
   C-     Jóvenes de  16, 17 y 18 años
   D-     Adultos
                                                     
3.   Obra:
     3.1. Cada participante podrá presentar sólo una obra de tema libre cuya extensión no supere las cuatro páginas.
     3.2. La obra no podrá ser copia fiel de otra ya existente. En caso de ser detectada quedará descalificada.
     3.3.   Las obras que no resulten premiadas no serán devueltas
     3.4. Para su creación los jóvenes podrán consultar a su profesor de Lengua, de Prácticas del Lenguaje o de Literatura o consultar dudas y pedir ayuda en corrección por mail a paoalessio@hotmail.com

4. Presentación de la obra:
  4.1. Se aceptarán en las categorías A, B, y C, trabajos realizados por uno o varios autores, aún acompañados por el docente respectivo, pero de ser seleccionado alguno para su premiación, obtendrá un premio único, el cual será compartido por todos los autores de la obra" En la categoría D (Adultos) no se aceptarán trabajos de coautoría."
 4.2. Las obras deberán ser presentadas por quintuplicado, en soporte de hoja A4, interlineado 1.5, fuente Arial, tamaño 12 y no superar las cuatro páginas, con una carátula en  cada copia que indique la categoría, el título y el seudónimo.
  4.2. La obra deberá ser escrita en idioma castellano.
  4.3. La obra original y sus copias serán colocadas en un sobre sellado. En el exterior de este  aparecerá escrito el nombre del concurso, el título del cuento, la categoría y el seudónimo.
  4.4. Será necesario presentar sus datos personales en un sobre sellado que se colocará en el interior del sobre que contiene los trabajos. Los datos que constarán en el interior del sobre sellado serán:

Seudónimo: ……………………………
Título de la obra: ………………………
Nombre y apellido:…………………Edad: …………DNI: ……………………………
Dirección: ………………… Ciudad:…………………….. Código Postal:……………….
Tel: …………….
Escuela: ………………………… Curso: …………………………
Dirección de mail: ………………………………………………
Y en el exterior de dicho sobre deberá constar el seudónimo, la categoría y el título de la obra.
4.5. La obra deberá ser entregada en la biblioteca de Secundaria Nº3 “Carmelo Sánchez” ubicada en calle 32 y 31 Nº 1026, Balcarce, 7620 hasta el 17 de setiembre de 2018
4.6  Los participantes de otras ciudades podrán comunicarse al siguiente mail para coordinar envío  paoalessio@hotmail.com
4.7. No se aceptarán trabajos que no sean entregados en tiempo y forma

5. Jurado:
    5.1. El jurado estará compuesto por un inspector, un directivo, un escritor y  Prof. de Lengua y Literatura  cuya identidad se dará a conocer el día de la entrega de premios.
    5.2. El jurado evaluará los trabajos entre el 20/9 y el 11/10
    5.3. El jurado podrá decretar desiertos los premios.
    5.4. Las situaciones no previstas en las presentes bases serán resueltas por el jurado y su decisión será inapelable.

6. Premios:
    6.1. Habrá un ganador por categoría, pudiendo el jurado decretar hasta tres menciones por cada una de ellas.   
    6.2. El ganador de cada categoría obtendrá como premio   libros,  la publicación del cuento en un medio de comunicación local, y un auricular con memoria externa, fm, bluetooth
    6.3. Los organizadores serán los encargados de comunicar los resultados del concurso al ganador mediante carta, correo electrónico o por teléfono.
    6.4. La entrega de premios se realizará en la sede de la escuela el 1 de noviembre de 2018 o con posterioridad a esa fecha en caso de superponerse con algún otro evento.

7. Las bases del concurso podrán ser retiradas en la biblioteca de la Escuela Secundaria N° 3 “Carmelo Sánchez”, serán entregadas gratuitamente tanto a los alumnos como a los Prof. de Lengua de los distintos establecimientos, también serán difundidas por los medios locales y en el blog de “Rescatados del Fuego”: http://rescatadosdelfuego.blogspot.com.ar

8. La participación en este concurso implica la aceptación total de las bases.




sábado, 14 de julio de 2018

“Los Viajes de Gulliver” Por Jonathan Swift - Capítulo 5-6: Se permite al autor visitar la Gran Academia de Lagado (Selección)

         Había un hombre, ciego de nacimiento, que tenía varios discípulos de su misma condición y los dedicaba a mezclar colores para pintar, y que su maestro les había enseñado a distinguir por el tacto y el olfato. Fue en verdad desgracia mía encontrarlos en aquella ocasión no muy diestros en sus lecciones, y aun al mismo profesor le acontecía equivocarse generalmente. Este artista cuenta en el más alto grado con el estímulo y la estima de toda la hermandad.

Fuimos luego a la escuela de idiomas, donde tres profesores celebraban consulta sobre el modo de mejorar el de su país.  El primer proyecto consistía en hacer más corto el discurso, dejando a los polisílabos una sílaba nada más, y prescindiendo de verbos y participios; pues, en realidad, todas las cosas imaginables son nombres y nada más que nombres.
El otro proyecto era un plan para abolir por completo todas las palabras, cualesquiera que fuesen; y se defendía como una gran ventaja, tanto respecto de la salud como de la brevedad. Es evidente que cada palabra que hablamos supone, en cierto grado, una disminución de nuestros pulmones por corrosión, y, por lo tanto, contribuye a acortarnos la vida; en consecuencia, se ideó que, siendo las palabras simplemente los nombres de las cosas, sería más conveniente que cada persona llevase consigo todas aquellas cosas de que fuese necesario hablar en el asunto especial sobre que había de discurrir. Y este invento se hubiese implantado, ciertamente, con gran comodidad y ahorro de salud para los individuos, de no haber las mujeres, en consorcio con el vulgo y los ignorantes, amenazado con alzarse en rebelión si no se les dejaba en libertad de hablar con la lengua, al modo de sus antepasados; que a tales extremos llegó siempre el vulgo en su enemiga por la ciencia.
Sin embargo, muchos de los más sabios y eruditos se adhirieron al nuevo método de expresarse por medio de cosas: lo que presenta como único inconveniente el de que cuando un hombre se ocupa en grandes y diversos asuntos se ve obligado, en proporción, a llevar a espaldas un gran talego de cosas, a menos que pueda pagar uno o dos robustos criados que le asistan. Yo he visto muchas veces a dos de estos sabios, casi abrumados por el peso de sus fardos, como van nuestros buhoneros, encontrarse en la calle, echar la carga a tierra, abrir los talegos y conversar durante una hora; y luego, meter los utensilios, ayudarse mutuamente a reasumir la carga y despedirse.  Mas para conversaciones cortas, un hombre puede llevar los necesarios utensilios en los bolsillos o debajo del brazo, y en su casa no puede faltarle lo que precise. Así, en la estancia donde se reúnen quienes practican este arte hay siempre a mano todas las cosas indispensables para alimentar este género artificial de conversaciones.
Otra ventaja que se buscaba con este invento era que sirviese como idioma universal para todas las naciones civilizadas, cuyos muebles y útiles son, por regla general, iguales o tan parecidos, que puede comprenderse fácilmente cuál es su destino. Y de este modo los  embajadores estarían en condiciones de tratar con príncipes o ministros de Estado extranjeros para quienes su lengua fuese por completo desconocida.

En la escuela de arbitristas políticos pasé mal rato. Los profesores parecían, a mi juicio, haber perdido el suyo; era una escena que me pone triste siempre que la recuerdo. Aquellas pobres gentes presentaban planes para persuadir a los monarcas de que escogieran los favoritos en razón de su sabiduría, capacidad y virtud; enseñaran a los ministros a consultar el bien común; recompensaran el mérito, las grandes aptitudes y los servicios eminentes; instruyeran a los príncipes en el conocimiento de que su verdadero interés es aquel que se asienta sobre los mismos cimientos que el de su pueblo; escogieran para los empleos a las personas capacitadas para desempeñarlos; con otras extrañas imposibles quimeras que nunca pasaron por cabeza humana, y confirmaron mi vieja observación de que no hay cosa tan irracional y extravagante que no haya sido sostenida como verdad alguna vez por un filósofo.

Igualmente pretendía que a todo senador del gran consejo de un país, una vez que hubiese dado su opinión y argüido en defensa de ella, se le obligase a votar justamente en sentido contrario; pues si esto se hiciera, el resultado conduciría infaliblemente al bien público.

Pero, no obstante, he de hacer a aquella parte de la Academia la justicia de reconocer que no todos eran tan visionarios. Había un ingeniosísimo doctor que parecía perfectamente versado en la naturaleza y el arte del gobierno. Este ilustre personaje había dedicado sus estudios con gran provecho a descubrir remedios eficaces para todas las enfermedades y corrupciones a que están sujetas las varias índoles de administración pública por los vicios y flaquezas de quienes gobiernan, así como por las licencias de quienes deben obedecer.
Por ejemplo: puesto que todos los escritores y pensadores han convenido en que hay una estrecha y universal semejanza entre el cuerpo natural y el político, nada puede haber más evidente que la necesidad de preservar la salud de ambos y curar sus enfermedades con las mismas recetas. Es sabido que los senados y grandes consejos se ven con frecuencia molestados por humores redundantes, hirvientes y viciados; por numerosas enfermedades de la cabeza y más del corazón; por fuertes convulsiones y por graves contracciones de los nervios y tendones de ambas manos, pero especialmente de la derecha; por hipocondrías, flatos, vértigos y delirios; por tumores escrofulosos llenos de fétida materia purulenta; por inmundos eructos espumosos, por hambre canina, por indigestiones y por muchas otras dolencias que no hay para qué nombrar. En su consecuencia, proponía este doctor que al
reunirse un senado asistieran determinados médicos a las sesiones de los tres primeros días, y al terminarse el debate diario tomaran el pulso a todos los senadores.
Después de maduras consideraciones y consultas sobre la naturaleza de las diversas enfermedades debían volver al cuarto día al senado, acompañados de sus boticarios, provistos de los apropiados medicamentos, y antes de que los miembros se reuniesen, administrarles a todos lenitivos, aperitivos, abstergentes, corrosivos, restringentes, paliativos, laxantes, cefalálgicos, ictéricos, apoflemáticos y acústicos, según cada caso lo requiriera. Y teniendo en cuenta la operación que los medicamentos hicieren, repetirlos, alterarlos o admitir a los miembros en la siguiente sesión. Este proyecto no supondría gasto grande para el país, y, en mi concepto, sería de gran eficacia para despachar los asuntos en aquellos en que el senado comparte en algún modo el poder legislativo para lograr la unanimidad, acortar los debates, abrir unas pocas bocas que hoy están cerradas, cerrar muchas más que hoy están abiertas, moderar la petulancia de la juventud, corregir la terquedad de los viejos, despabilar a los tontos y sosegar a los descocados.

Presentaba un invento maravilloso para reconciliar a los partidos de un Estado cuando se mostrasen violentos. El método es éste: tomar cien adalides de cada partido; disponerlos por parejas, acoplando a los que tuviesen la cabeza de tamaño más parecido; hacer luego que dos buenos operadores asierren los occipucios de cada pareja al mismo tiempo, de modo que los cerebros queden divididos igualmente, y cambiar los occipucios de esta manera aserrados, aplicando cada uno a la cabeza del contrario. Ciertamente, se ve que la operación exige bastante exactitud; pero el profesor nos aseguró que si se realizaba con destreza, la curación sería infalible. Y lo razonaba así: los dos medios cerebros llevados a debatir la cuestión entre sí en el espacio de un cráneo llegarían pronto a una inteligencia y producirían aquella moderación y regularidad de pensamiento tan de desear en las cabezas de quienes imaginan haber venido al mundo para guardar y gobernar su movimiento. Y en cuanto a la diferencia que en cantidad o en calidad pudiera existir entre los cerebros de quienes están al frente de las facciones, nos aseguró el doctor, basado en sus conocimientos, que era una cosa insignificante de todo punto.

Para que no se apartasen los senadores del interés de la Corona se proponía que se rifaran entre ellos los empleos, después de jurar y garantizar todos que votarían con la corte, tanto si ganaban como si perdían, reservando a los que perdiesen el derecho, a su vez, de rifarse la vacante próxima. Así se mantendrían la esperanza y la expectación y nadie podría quejarse de promesas incumplidas, ya que sus desengaños serían por entero imputables a la Fortuna, cuyas espaldas son más anchas y robustas que las de un ministerio.

sábado, 7 de julio de 2018

A Jesu-Cristo Por Nicolás Guillén

La rosa del amor y del consuelo
floreció, esplendorosa, entre tu mano
y a tu acento, el dios rudo del pagano
cubrió sus desnudeces con un velo.
                                                         
De la existencia en el mortal desvelo
fuiste un rayo de luz sobre lo humano
y en el lodo podrido del pantano
tu piedad derramó flores del cielo.

Alumbró tu pupila santa y buena
la noche del dolor y de la pena;
secaste llantos, disipaste dudas,

bajaste de la vida a lo profundo
¡y al fin hallaste la maldad del mundo
en el rastrero corazón de Judas!

Soneto de la Encarnación Por Francisco Luis Bernárdez

Para que el alma viva en armonía,
con la materia consuetudinaria
y, pagando la deuda originaria,
la noche humana se convierta en día;

para que a la pobreza tuya y mía
suceda una riqueza extraordinaria
y para que la muerte necesaria
se vuelva sempiterna lozanía,

lo que no tiene iniciación empieza,
lo que no tiene espacio se limita,
el día se transforma en noche oscura,

se convierte en pobreza la riqueza,
el modelo de todo nos imita,
el Creador se vuelve criatura.

Si tu me dices "¡ven!" Por Amado Nervo

Si tú me dices "¡ven!", lo dejo todo...
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada...
Pero dímelo fuerte, de tal modo

que tu voz, como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.

Si tú me dices "¡ven!", todo lo dejo.
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular;

mas he de compensarte mi retardo,
difundiéndome ¡Oh Cristo! ¡como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar!

Cuando me llames... Por Gonzalo Báez Camargo

Concédeme, Señor, cuando me llames,
que la obra esté hecha:
la obra que es Tu obra
y que me diste que yo hiciera.
Pero también Señor, cuando me llames,
concédeme que todavía tenga
firme el pulso, la vista despejada
y puesta aún la mano en la mancera.
¡Yo sé bien que cuando al cabo falte
mi mano aquí, tu sabia Providencia
otras manos dará para que siga
sin detenerse nunca nuestra siembra!

Hay un lugar do quiero estar Por Vicente Mendoza

Hay un lugar do quiero estar
muy cerca de mi Redentor;
allí podré yo descansar
al fiel amparo de su amor.

Muy cerca de mi Redentor
seguro asilo encontraré;
me guardará del tentador
y allí ya nada temeré.

Quitarme el mundo no podrá
la paz que halló mi corazón:
Jesús amante me dará
la más segura protección.

Ni dudas ni temor tendré
estando cerca de Jesús;
cercado siempre me veré
de los fulgores de su luz.

Revelación Por Juan Burghi

Quien vio tus ojos una vez, ¡Oh Cristo!
Puede decir que ha visto
La luz de un alba                 
Que toda noche salva.

Quien haya contemplado
La llaga que arde en tu costado,
Difícilmente podrá alzar la mano
Contra el hermano.

Y quien recuerde lo que tú dijiste,
Ya nunca más estará solo y triste,
Y habrá paz y alegría,
Y poseerá la Gran Sabiduría....

La comunión de los vivos Por María Elena Walsh

III

Mis lágrimas amaron la madera,
tu confortante olor a cruz, Dios mío.
Alguien y yo somos un mismo río
corriendo hacia tu sed que nos espera.

Mis huesos veneraron el rocío,
tu misericordiosa primavera.
Alguien y yo somos la misma cera
que Tú desciendes a librar del frío.

Alguien es condición de mi amargura,
sustancia de mi júbilo. Reparte
así la compasión que de Ti fluye.

Y yo te amo en esa criatura
ignorada, que sólo por amarte
sirve a mi soledad y la destruye.

Soneto Por Carlos Pellicer

Nada hay aquí, la tumba está vacía.
La muerte vive. Es. Toma el espejo
y mírala en el fondo, en el reflejo
con que en tus ojos claramente espía.

Ella es misteriosa garantía
de todo lo que nace. Nada es viejo
ni joven para Ella. En su cortejo
pasa un aire frugal de simetría.

Cuéntale la ilusión de que tú ignoras
dónde está, y en los años que incorporas
junto a su paso escucharás el tuyo.

Alza los ojos a los cielos, siente
lo que hay de Dios en ti, cuál es lo suyo,
y empezarás a ser, eternamente.

México, 8 de septiembre de 1950

CALIGRAMAS EN HOMENAJE A LAS MALVINAS

Caligrama 7: Daiana Maureira, Melina y Mercedes Ottaviano, Martinica Ali





Huella del Pie: Desamparo - tristeza - soledad - tragedia

Cada paso que doy
es un frío en mi interior
que me trae recuerdos
de una guerra que pasó
Bum… te encuentro
Bum… Te perdí
Cada paso es un suspiro
cada paso una muerte
cada paso el recuerdo
de no volver a verte.

Balas:


“Todos frente al peligro

sobreviviendo
tristes y errantes hombres
sobreviviendo”
“Hoy que quiero vivir
apenas puedo”
Hoy que quiero vivir
apenas puedo.