sábado, 9 de junio de 2018

FALTA DE CIENCIA Del libro “Mi patria y mi pueblo” de Lin Yutang

        Se ha hecho ya una suficiente exposición de las características del pensamiento chino como para permitirnos apreciar las causas de esta incapacidad de desarrollar la ciencia natural. Los griegos fijaron las bases de la ciencia natural porque la mente griega era esencialmente analítica, hecho que queda demostrado por el sorprendente modernismo de Aristóteles. Los egipcios desarrollaron la geometría y la astronomía, ciencias que requerían una mente analítica; y los hindúes desarrollaron una gramática propia. Los chinos, pese a toda su inteligencia natural, jamás desarrollaron una ciencia de la gramática, y sus conocimientos de las matemáticas y la astronomía han sido casi enteramente importados. Porque la mente china sólo se deleita con los lugares comunes morales, y sus términos abstractos, como "benevolencia", "bondad", "propiedad", y "lealtad", son tan generales que al discutirlos se pierden naturalmente en  vagas generalidades.
De todos los antiguos filósofos de la Dinastía Chou, sólo Motsé y Hanfeitsé desarrollaron un estilo parecido al razonamiento fluido.  Mencio, que era indudablemente un gran sofista, sólo se interesaba por palabras grandes, como "utilidad" y  "rectitud".    Todos  los  demás,  como  Chuangtsé, Liehtsé y Huainantsé, se complacían en hacer graciosas metáforas. 
Los discípulos de Motsé, Huei Shih y Kungsun Lung, que eran grandes sofistas, se interesaban en desenredar líos escolásticos, y en tratar de demostrar proposiciones como las siguientes: "los huevos tienen pelos", "los caballos ponen huevos", "un perro puede ser un cordero", "un pollo tiene tres piernas", "el fuego no es caliente", "la rueda jamás toca el suelo", "una tortuga es más larga que una serpiente", etc.   Los sabios de la Dinastía Han, que siguieron de cerca a aquéllos, sólo se interesaban en hacer comentarios alejandrinos sobre los clásicos del período precedente.   Los sabios Chin, después de ellos, restauraron el taoísmo y dependieron de su "intuición" para resolver los misterios de sus cuerpos y del universo.  Jamás se pensó en la experimentación, y no se desarrolló método científico alguno.  Los filósofos Sung volvieron a interpretar a Confucio a la luz del budismo, y transformaron su teoría en un sistema de disciplina mental e higiene moral.    Lograron una reputación por su destreza para captar el contenido moral de un libro "sin necesidad de conocerlo del todo".  Los sabios Sung tenían, pues, la filología menos científica, o acaso no tenían filología alguna.   Solamente en la Dinastía Ch'ing  (Mancha) se desarrolló un método comparativo, que llevó en seguida a la filología Ch'ing a una altura jamás lograda.   La filología Ch'ing fue lo que más cerca estuvo de un método científico en China.
Es fácil ver por qué la mente china no puede desarrollar un método científico;  porque el método científico, fuera de ser analítico, siempre significa cierta suma de estupidez, en tanto que los chinos creen en los chispazos de sentido común y de visión. Y el razonamiento inductivo, llevado a las relaciones humanas (en las cuales finca el interés primario de los chinos) resulta a menudo en una forma de estupidez que no es del todo rara en las universidades norteamericanas.
Hay en nuestros días doctas disertaciones dentro del. método inductivo que harían saltar a Bacon en su tumba. Ningún chino podría ser tan estúpido como para escribir una disertación sobre los helados y, después de una serie de cuidadosas observaciones, anunciar la asombrosa conclusión de que "la función primaria del azúcar (en la fabricación de helados) es endulzarlos"; o, después de un metódico estudio sobre "Comparación en tiempo y movimiento de cuatro métodos de lavado de la ropa", percibir con felicidad que "el movimiento de encorvarse e incorporarse es fatigoso"; o, en "Un estudio del contenido bacterial de la ropa interior de algodón", decir que "el número de bacterias tiende a aumentar con el tiempo que se usan las prendas". Una noticia periodística, hace varios años, informaba que un estudiante de la Universidad de Chicago, después de hacer un "estudio comparativo", del poder impresional de varios tipos de letras, descubrió que cuanto más negros son los tipos tanto más atraen la mirada.
Creo que podría llegarse a esta especie de estupidez, aunque sea útil para la publicidad comercial, con igual exactitud mediante un solo momento de sentido común e "intuición" de los chinos. El mejor dibujo humorístico que he visto en Punch es el que pinta a un congreso de "conductismo", cuyos miembros, después de hacer pasar una cantidad de cerdos por una prueba, con un termómetro en el hocico y un collar de perlas por delante, resuelven unánimemente que los cerdos no reaccionan a la vista de las joyas. Estas cosas no pueden ser meramente una prostitución del método científico, porque vemos que el profesor Cason, de la Universidad de Rochester, leyó en la Novena Conferencia Internacional de Psicólogos un trabajo sobre "Origen y Naturaleza de las Molestias Comunes", en que había anotado 21.000 clases de molestias las cuales después de deducir las duplicaciones y las "molestias espúreas", quedaron reducidas a poco, y en que consiguió graduar estas molestias de manera que tenía 26 puntos "los pelos en la sopa", 2 puntos "una calvicie en el teatro" y 24 puntos "las cucarachas".
Es claro que cierta cantidad de estupidez y tontería es parte integrante de la verdadera labor científica. Solamente la verdadera disciplina científica puede permitir a un hombre de ciencia deleitarse en el descubrimiento de que una lombriz de tierra tiene cierta capa protectora, porque a la acumulación de tales hechos detenidamente observados se debe que la ciencia haya crecido de generación en generación hasta su magnífica estatura actual. Sin esa perspectiva científica, y con una gran proporción de humor y sentido común, los chinos deben considerar necesariamente que el estudio y observación de la vida de una lombriz de tierra o de un pececillo de colores están por debajo de la dignidad de un sabio.

AGRICULTOR - Por Juan Carlos Pirali

El sudor de su frente regó el suelo
en apuesta de suerte “cerealera”.
A su impulso la tierra se hizo fértil
en fructíferos logros de cosechas.
Sobre agreste aridez y en el barbecho,
puso brío y denuedo en cada melga.
Apiló en su labor albas y ocasos
con empuje y valor en cada siembra.
En el “Grito de Alcorta” alzó su brazo
con el puño cerrado de protesta,
y avivó las conciencias productoras
en el canto viril de la epopeya.
En memorias de tiempos de labranzas
los recuerdos le traen glorias y penas.
Esperanzas y sueños malogrados
y un reclamo sin eco, sin respuesta.
Rememora su mente lo vivido
el acero bruñido de la reja.
El continuo aletear de las gaviotas
y el desflore de vírgenes praderas.
Inclemencias del tiempo. Sol y frío
no pudieron doblar su fortaleza.
Vencedor en la siembra y en la trilla.
Conjunción de labriego y de mancera.

Para ti, amor mío - por Jacques Prévert

Fui al mercado de pájaros
y compré pájaros
Para ti
amor mío
Fui al mercado de flores
y compré flores
Para ti
amor mío
Fui al mercado de chatarra
y compré cadenas
Pesadas cadenas
Para ti
amor mío
Después fui al mercado de esclavos
Y te busqué
Pero no te encontré
amor mío.

"Soneto por la paz, en rebelión" Por Fernando Adrián Zapata

Dos guerras imperiales en un mundo,
en un planeta pleno de esperanzas;
matanzas e intereses nauseabundos
quemaron sueños de la raza humana.

Masacre y contaminación plagaron
al hábitat y al alma de las gentes.
El odio y la violencia aun no cesaron;
nos queda, por la paz, ser insurgentes.

Nos queda combatir a la injusticia;
pujar contra miserias opresivas
que imponen hambre, muerte y destrucción.

Nos queda combatir a la codicia,
tumbar a dominantes egoístas;
nos queda, por la paz, alzar amor.