sábado, 29 de junio de 2019

POEMAS EXTRAÍDOS DE “EXPOSICIÓN DE LA ACTUAL POESÍA ARGENTINA” Pedro Juan Vignale - César Tiempo (Comp.)



Nocturno  - Por Conrado Nalé Roxlo


El bosque se duerme y suelta,
el río no duerme, canta.
Por entre las sombras verdes
el agua sonora pasa
dejando en la orilla oscura  
manojos de espuma blanca.
Llenos los ojos de estrellas
en el fondo de una barca,
yo voy como una emoción
por la música del agua;
y llevo el río en los labios
y llevo el bosque en el alma.



Canción - Por Leopoldo Marechal



El Río de tu Sueño cantará el abecedario del agua.
Tendrá árboles, como llamas verdes
chisporroteando alondras;
y altos bambúes cazarán el girasol de las lunas
en el Río de tu Sueño que sólo tú remontas..

   El alba será un loto que perfuma
la muerte de tus noches;
de picotear estrellas estarán ebrios tus pájaro-moscas.
Habrá remansos y un polen que hace dormir al viento
en el Río de tu Sueño que tú remontas.

   Con mi remo al hombro he visto zarpar cien días:
mis hermanos pelarán la fruta del mundo, la más roja...
Con mi reino inútil, a lo largo de las noches,
busco el Río de tu Sueño, que sólo tú remontas.


Cita - Por Enrique M. Amorim



El péndulo irregular
de mi bastón de malaca,
cuenta minuto a minuto
mi espera desesperada.
Tranvías que hilvanan barrios
y mil parejas que pasan...
El tiempo oscila en el péndulo
de mi bastón de malaca.
El fatigado crepúsculo
sobre los techos, descansa;
tajo las sombras primeras
con mi bastón de malaca.
Las manos entumecidas
ya no tienen fuerza para
mover el péndulo fácil
de mi bastón de malaca.
El tiempo se ha detenido
y la que aguardo, en su casa,
ay, no sabe que estoy solo,
con mi bastón de malaca.


Elogio de los albañiles italianos - Por Gustavo Riccio


De pie sobre el andamio, en tanto hacen la casa,
cantan los albañiles como el pájaro canta
cuando construye el nido, de pie sobre una rama.

Cantan los albañiles italianos. Cantando
realizan las proezas heroicas estos bravos
que han llenado la historia de prodigiosos cantos.

Hacen subir las puntas de agudos rascacielos,
trepan por los andamios; y en lo alto sienten ellos
que una canción de Italia se les viene al encuentro.

Más líricos que el pájaro son estos que yo elogio:
el nido que construyen no es para su reposo,
el techo que levantan no es para sus retoños...

Ellos cantan haciendo la casa de los otros.


Epitafio a una mano de labrador - Por Francisco L. Bernárdez



En el pentagrama del labradío
escribiste la música del trigo.

Tu erudición de soles y trabajos,
predicando palabras de sudor
halló crucifixión en el arado.

La noche de su artesa repoblaste
de un universo lúcido de panes.

La amistad cotidiana de la tierra,
contagiándote toda, de tus dedos
hizo las cinco puntas de una estrella.

Crispada estás cual remansado río,
la eternidad es tu primer Domingo.


Impresión ciudadana - Por Horacio Rega Molina


La humedad bruñe la vereda
donde mi sombra se alucina.
Lejos, despliega la neblina
sus biombos pálidos de seda.

Lloran los cielos aguanosos,
y bajo el aire lastimero
se abren las cúpulas de acero,
como paraguas fabulosos...


La garganta del sapo - Por José Sebastián Tallón


Tan desnudo y lustroso, y tan feo y romántico,
cuando inflas, oh sapo, tu croclera garganta,
yo te escucho celoso, porque sé que tu cántico
brota para una sapa que presuntuosa canta...

Mi oído nada sabe del pájaro aristócrata;
y son cantos de sapo las estrofas que narro...
Soy nadador y canto, soy poeta y acróbata,
y amante de las charcas estoy hecho de barro.

Talentoso maestro, compañerito mío,
que fuiste un irrisorio juguete de mi infancia,
yo maté tus hijitos, que hacían clío... clío...
y hoy medito tu enorme y heroica tolerancia.
Yo entonces no sabía tu importancia en la vida,
ni supo enternecerme tu novia enamorada...
Fue todo por mi honda, mi honda sapicida,  
que se hizo enemiga de tu garganta inflada.

Tú, como yo eres manso, y tienes mi alegría;
mis músculos te salen en tus brazos de atleta...
te pareces a un niño, tu mirada es la mía,
y hasta mides tus cantos como un viejo poeta.
Yo, como tú, soy ágil, soy brincador y guapo;
tus dos protuberancias me han salido en la frente...
me parezco a tu cara, mi garganta es de sapo,
y hasta tu ruido imito maravillosamente.

Tú invítame a ser fuerte camarada del bueno,
y yo a ti de los rayos del sol y del riacho;
y tú a mí de lo húmedo, de la cueva y del cieno,
y yo a ti de los cantos de la hembra y del macho.
Tú invítame a hermanarme con el bagre y la anguila,
y yo a ti con el hombre, con el ciervo y el toro,
y los dos nos iremos por la senda tranquila
donde hallemos hermanos que nos canten en coro.

Deja a un lado el instinto de tu lengua insectívora,
deja a un lado la ira que en lomo se enarca,
deja a un lado tu baba, que da muerte a la víbora,
y vayámonos juntos a cantar a la charca.
Cantemos nuestra infancia. No ha de faltar la dosis
de lluvia que nos temple la garganta aquí abajo;
ya que los dos tuvimos una metamorfosis,
yo cantaré al bandido, y tú, al renacuajo.

 Suene pues tu garganta, la bolsita construida
con las hebras de plata de la lluvia sonora,
donde guarda la tarde la canción de su huida,
donde tiene mi espíritu su canción preferida,
y sus regios tambores arremete la aurora.