sábado, 3 de agosto de 2019

POESÍAS DE HÉCTOR GAGLIARDI (1909 - 1984)


TARDE DE DOMINGO

La tarde que está aburrida 
quiere irse con el Sol, 
que a paso de caracol 
va iniciando la caída. 
La iglesia ve sorprendida 
su campanario en el suelo, 
y secándose en el Cielo 
hay una nube tendida.

El Sol, se aleja dorando 
la quietud de una azotea, 
donde una blusa flamea 
con las dos mangas colgando; 
el agua sigue goteando, 
mientras su sombra coqueta, 
forma una "eme" incompleta 
que el viento la está hamacando.

La noche, llega apurada.. 
viene siguiendo la huella 
que va dejando una estrella 
que saliera de avanzada, 
y levanta a la pasada 
las sombras que están caídas, 
y triunfan las Tres Marías 
en el Cielo dibujadas.

La calle, empieza a vivir; 
se iluminan las vidrieras, 
y las muñecas de cera 
nos vuelven a sonreír; 
aumenta el ir y venir 
de la gente que se apura, 
y una mendiga murmura: 
"ya no es hora de pedir".

En las puertas, las vecinas 
empiezan a conversar... 
no les urge cocinar 
porque hoy. al mediodía, 
los tallarines que había 
han sobrado casi todos, 
y se van haciendo solos 
puestos al "baño María".

Hay dos chiquillos que juegan 
vigilados por la madre, 
que está pensando que es tarde, 
y que el esposo no llega; 
pero, lo cruel de la espera, 
es que esta tarde, el marido 
le dijo que fue "al partido" 
gustándole las carreras.

Parejas de enamorados 
comienzan a desfilar... 
y oyen atrás murmurar 
a los que están asomados, 
por eso cruzan, callados 
esa "barrera aduanera" 
que de vereda a vereda 
comenta lo inspeccionado.

Ya se formó la reunión 
de muchachos en la esquina;
y de lejos se adivina,
que allí hace falta un crespón; 
es débil conversación 
lo que anoche fueron gritos, 
porque perdió el favorito 
a un paso de ser campeón.

El fracaso inesperado 
dejó un nudo en las gargantas, 
y un dolor que se agiganta... 
la vergüenza que han pasado. 
Han llegado despeinados, 
con su carga de tristeza, 
junto al dolor de cabeza 
por los goles aumentado.

La peineta de la luna 
se va clavando en el cielo... 
|Qué le importa "el tres a cero" 
que á los muchachos abruma! 
Va sorteando una por una 
las nubes en su camino.., 
si dar plata es su destino, 
ya nos deja su fortuna!. 

Brilla más el empedrado: 
quedó desierta la esquina
y el vigilante camina 
con su andar acompasado... 
observa todo callado, 
toca las puertas cerradas, 
y regresa a la "parada" 
con la sombra a su costado.


LA MAESTRA

Tan buena como mi vieja
y como ella nerviosa,
de las que agrandan las cosas
y que por nada se quejan;
Tenia entre ceja y ceja
esa cuestión del aseo
y en lo mejor del recreo
revisaba las orejas.

Decía que un pajarito
al oído le nombraba
los niños que conversaban
cuando salía un ratito;
Y si un grandote de quinto
armaba la tremolina,
parecía una gallina
cuando tiene los pollitos.

Nos tomaba la lección
siguiendo el orden de lista
y obligaba con la vista
a seguir con atención;
Yo era medio remolón
porque andaba por la “G”
y cien veces me chasquié
al preguntar de a traición.

Se pasaba todo el día
prometiendo malas notas
y que en vez de la pelota
estudiaran geometría
Era mujer...¡que sabia
de un golazo de boleo...!
por eso es que en el recreo
los muchachos se reían....

Pero un vez se enfermo
y mandaron la suplente
que enseñaba diferente
y hasta un día de “usted” nos trató;
Y nosotros ...¡que se yo!...
seria mejor maestra
pero fieles a la nuestra
declaramos el boy-cott.

Y cuando vino al grado
después de la enfermedad
nos pusimos a gritar
que casi la desmayamos
y cuando vio tantas manos
que la querían tocar
de floja se echo a llorar
y nosotros la imitamos.

Ah! Pobre maestra mía!
¡como estarás de vieja!...
revisame las orejas
soy un chico todavía.
No sabes con que alegría
quisiera volverte a ver:
no me vas a conocer
pero entonces te diría:

Yo ocupaba el tercer banco
al lado de la ventana
el que abría las persianas
cuando el sol no daba tanto
El que se ahogaba de llanto
el día que te dejo
y que nunca te olvido
y es por eso que te canto

Vos sos la dulce canción
de la edad que ya se fue
hoy he venido otra vez
para darte la lección:
Preguntame de a traición
maestra del cuarto grado
que cuanto me has enseñado
lo llevo en el corazón....


ABUELITA

Tiene la vista cansada, 
como cansado el andar,  
y ya se empieza a encorvar 
por los años agobiada: 
su cabecita plateada, 
que termina en un rodete, 
la peina tirante y fuerte, 
apenitas levantada. 

Se quiere meter en todo,
a pesar de que el doctor,
veinte veces le prohibió,
que trabaje de ese modo.
Pero encontró el acomodo,
de amasar para las hijas,
y los sábados se en fija
tiene harina hasta en los codos.

Visita que hace a la nuera, 
es visita de inventario; 
abre roperos y armarios 
y en todos lados husmea 
y la nuera que la espera 
esconde lo que compró 
porque peso que gasto 
origina una pelea 

A los yernos los defiende 
de las quejas de las hijas: 
que nunca han sido prolijas 
que al marido no lo atienden 
y el otro, que no la entiende 
se queda lo mas contento 
y no sabe que por dentro 
la abuela lo compra y vende 

Esta lista a cualquier hora 
a defender a sus nietos, 
que siempre salen absueltos 
con tan buena defensora, 
“porque los hijos ahora, 
se olvidan de lo que fueron” 
y al contar lo que le hicieron 
pasa a ser acusadora. 

Después, saca unas monedas 
que tiemblan entre sus dedos 
pero, al oír “caramelos” 
vuelve a cerrar la cartera, 
y mientras todos esperan, 
a los padres les pregunta. 
¡como a sido la conducta 
de una semana entera! 

Entonces, viene el revuelo, 
y al que dijo “la palabra” 
se le dibuja en la cara 
la “ve corta”de un puchero 
y llora con desconsuelo, 
pero entonces, la abuelita 
le suena la naricita 
con la punta del pañuelo 

Y se queda a almorzar 
quieren estar a su lado, 
y hay que comer apretados 
por no oírla rezongar 
y para desautorizar 
lo que la madre contó 
todo el mundo termino 
la sopa sin protestar. 

¡Abuelita cachacienta, 
que por riguroso turno 
vas visitando ese mundo 
que comprende tu existencia: 
tu disculpable impaciencia 
la justifica tu edad: 
es la vida que se va 
con su carga de experiencia 

Cuando veo tu figura 
siempre vestida a la antigua, 
que al bostezar te santiguas 
con tu creyente ternura 
me siento mas criatura 
y sin saber,¡abuelita! 
me dejas la monedita 
de tu infinita ternura.