sábado, 8 de julio de 2017

Pink Floyd: "El lado oscuro a cuestas" Por Héctor Fuentes

“La obediencia extermina la ocurrencia”

El hombre moderno viaja hacia el corazón de las tinieblas. La realidad es una fotocopia de mala calidad. El tiempo corre y se desmigaja. Los noticieros untan su manteca de violencia y atrocidades.
La contemplación de la belleza ha sido reemplazada por el minuto a minuto del horror. Imperceptiblemente las planillas del rating expropiaron la fantasía. El arte fue destituido de su podio sagrado, y su lugar hoy lo ocupa el gran espectáculo del siglo veintiuno: la muerte.
Caímos en la arena de un circo romano. Retrocedimos salvajemente de la canción al grito, de la palabra al llanto, del papel a la piedra, del resplandor al fuego.
La vida moderna nos obligó a transformar la materia misteriosa de los sueños en manteles de poliester. Nuestros tejidos orgánicos fueron reemplazados por petróleo, plástico y cemento. Un corazón de 30.000 voltios bombea la sangre necesaria para que dos manos mecánicas se eleven hacia el cielo. Y al final de la odisea activamos el mecanismo: el lado oscuro de la luna, el lado opaco de las cosas, el reverso que tiembla estremecido desde el centro de la tierra.
El hombre moderno, desterrado de su propia magia, se encuentra perdido, despistado, enceguecido, avanzando a los tumbos, dejándose llevar por los deseos delirantes de su alma de hojalata.
Abrir. Cerrar. Subir. Bajar. Entrar. Salir.
Para que la construcción del muro sea exitosa debemos achatarnos para encajar. Debemos ser igual a todos para terminar siendo nadie.
Otro ladrillo en la pared. Otra hamburguesa en el pan. Otra bala en el revólver. Otra rosca en la botella. Hombres que funcionan como máquinas. Engranajes que hacen funcionar a los hombres.
El ruido de las alarmas desplazó los compases de la música. La televisión exterminó la poesía abriendo las bocas correctas y cerrando las peligrosas. Promoviendo falsos Orfeos. Escribiendo letras inofensivas y exigiendo réditos instantáneos.
Despertar. Desayunar. Trabajar. Almorzar. Merendar. Cenar. Dormir. Desconectar.
La vida es vértigo. El tiempo nunca alcanza porque es un tiempo fracturado, hecho de tuercas y de tornillos, de hornos y de bujías, de motores y de ensaladas. Es un tiempo que huye hacia ninguna parte. Siguiendo la flecha del sentido común la vida no tiene sentido.
Enchufar. Desenchufar. Activar. Desactivar. Arrancar. Acelerar. Frenar. Bostezar.
El vacío alimenta Fantoches Opinólogos de la Nada. El barullo intoxica el aire con su arsenal de porquerías inagotables. Los micrófonos apuntan hacia el lado de las fieras. La discordia, el agravio, la violencia. El pasto que comen y consumen se fermenta en el estómago de la sociedad. Y desde allí rebalsa esta olla popular.
Hablar. Callar. Comer. Digerir. Defecar. Comprar. Vender. Permutar. Enviar. Recibir. Volver.
Un nudo nos aprieta en la garganta. Pero debemos cumplir con nuestra palabra de honor y así barrer las emociones debajo de la alfombra. Debemos sonreír para agradar. Apretar una vez más los dientes, y rendirnos ante el Dios Clonazepán.
La química es un suero milagroso. Los sentimientos vuelven a su lugar. En dosis exactas se pueden controlar las pulsaciones. Se pueden embellecer los rostros. Se pueden nivelar los desequilibrios.
En una ilusoria realidad nos engañamos mirando el lado brillante de la luna. Pero como bien sabemos desde hace ya un largo tiempo, la luna es toda oscura. Pink Floyd lo sabe. Los hombres de este planeta triste cargan con su lado oscuro a cuestas, esperando que llegue el día.

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