Caminando entre las guerras
Estaba por repetir. Historia es horrible y en sexto grado peor.
El profesor Lorenzini me dijo que para aprobar debería estudiar tres guerras a elección. Yo elegí la Primera Guerra mundial, la Segunda y la Guerra de las Malvinas, y si aprobaba no iba a repetir de año. La prueba era en una semana. Como no tenía ningún libro que tuviera que ver con guerras, fui a buscar uno a la Biblioteca Clorindo Testa.
Cuando entré, sentí el olor de los libros viejos de tapa dura llenos de polvo e historias que cualquier adulto con amor a las letras quisiera tragar hasta terminarlos.
Me atendió Flora, la secretaria cincuentona con rostro de pasa de uva y anteojos de montura roja. Se parecía a una abuelita tierna que te dan galletitas recién hechas, pero no te dejes engañar por su cara, es muy mala cuando quiere.
-Tercera vez en la semana que te veo por aquí, Samuel_-me dijo sin despegar su mirada de su revista “Caras” - ¿Qué te trae por aquí esta vez? Por lo que me han contado tus amigos, estás por repetir Historia.
- Traidores pensé- Para aclarar las cosas, los que no desaprobaron, pasaron raspando; y los demás eran los preferidos o preferidas del Profesor, y podemos decir que no estaba entre ellos- le dije mientras me cruzaba de brazos y ponía mala cara
-Mm- fue su única respuesta- Pasillo tres a la derecha, encontrarás muchos libros que te servirán para tu prueba- dijo apuntando con su lapicera hacia el pasillo donde había un cartel que rezaba “Historia”.
Busqué en la sección de“1900-1950” pero no encontré nada sobre la Primera o Segunda Guerra Mundial, tampoco halle material en el sector “1950-2000” sobre la Guerra de Malvinas. Ya me había dado por vencido hasta que divisé algo en la mesa de lectura. Demasiado pequeño para ser un libro viejo, demasiado grande y gastado para ser un libro nuevo. Un libro de color rojo carmesí descansaba sobre la mesa de lectura. En letras doradas y algo gastadas leí el título que decía:
“Colección libros atrapantes de las Guerras del mundo
Libro 1: Primera y Segunda Guerra Mundial - Guerra de las Malvinas”
Autor Anónimo.
¡Qué suerte la mía!: justo cuando pensaba que tendría que inventar una excusa para decirle al Profesor que no había encontrado ningún libro y seguramente no me iba a creer, encontré este libro milagroso. Lo tomé y fui con aire triunfante a la recepción para que Flora lo anotara en mi ficha.
- ¿Te costó mucho encontrar uno verdad?- me dijo mientras leía ahora la revista “Gente”- Esta semana salieron alrededor de veinte libros de Historia y Geografía entre otros.
-Sí-contesté- qué suerte que encontré este en la mesa de lectura; alguien lo debió leer y lo dejó, este trae todos los temas que necesito- le dije mientras le entregaba el libro.
- ¡Qué extraño…!- susurró mientras examinaba la portada- En mis veinte años de trabajo jamás había visto este libro.
-Tal vez te lo pasaste por alto… Si quieres revisarlo puedo pasar mañana.
-No lo creo….Bah, no importa, ahora, vete y estudia para sacarte un buen diez, luego hablaremos sobre este libro- contestó con una sonrisa falsa.
Este libro estaba perdiendo mi confianza.
Cuando llegué a casa, ya era de noche; dejé el libro en el escritorio de mi cuarto y fui a hacer la tarea de Historia y Matemática. Cuando terminé, ya había comido y no me quedaba mucho tiempo para estudiar porque mis padres volvían del trabajo en poco tiempo, ya que ellos no sabían que estaba por reprobar una materia. Tenía seis días para estudiar un libro que podría ser de cuatrocientas hojas o más…. ¡Cuánto optimismo!
Fui a mi cuarto a leer el libro y estudiar. Mi cuarto tenía una cama que en un momento pudo ser blanca pero que ahora era beige, un escritorio con algunos libros e historietas, con un calendario, un reloj de pared y un televisor Ken Brown reposado en un rack negro con libros, hogar dulce hogar. Me senté en la silla que estaba al lado del escritorio, saqué el cuaderno de anotaciones y me puse los lentes de aumento de montura negra y abrí el libro. En el reverso de la hoja donde debería estar la fecha en la que se publicó y datos de la editorial, no había nada, estaba completamente en blanco. “Se tomaron muy enserio lo del anónimo” pensé; miré la siguiente hoja y decía:
“Prepárese para la mejor de sus aventuras
Una vez leído el libro jamás será el mismo”
¡Como si los libros de Historia fuesen divertidos! Di vuelta la hoja para comenzar el resumen y…La hoja estaba en blanco.
Sin entender lo que sucedía, comencé a pasar de hoja en hoja y lo comprobé. El libro estaba completamente en blanco. Enojado, entendí por qué Flora no lo conocía; me dije a mí mismo que al día siguiente lo devolvería y buscaría la información por Internet, aunque el Profesor Lorenzini me pidió que estudiara con libros. Lo cerré y me fui a dormir poniendo la alarma a las nueve en punto.
Me desperté a las 3:00 por una luz; un poco dormido y perdido me levanté y fui hacia el televisor para apagarlo. Una vez apagado pensé que la luz desaparecería, pero continuó. Extrañado giré la cabeza y vi que provenía del escritorio, me acerqué y vi que la luz salía directamente del libro en blanco, lo abrí y la luz me cegó y me quedé viendo puntos blancos mientras pestañaba rápidamente para que desaparecieran. Cuando recuperé la vista, la primera hoja del libro, todavía iluminada empezó a escribir por sí sola en letra negra:
Guerra de las Malvinas
Comenzó el 2 de Abril de 1982 y finalizó el 14 de junio de ese mismo año, los soldados eran transportados en barcos y aviones hasta las islas. Dormían en “pozos de zorro” que eran zanjas que se encontraban a 1,60 de profundidad y 2 de ancho, eso es lo que nos contó Samuel Salazar….
¿Pero qué? El libro se estaba escribiendo solo por arte de magia y sabía mi nombre, entonces vi que el reloj se detuvo y comenzó a ir marcha atrás como loco, el calendario empezó a pasar hojas: “2014, 2013, 2012, 2011, 2010, 2009, 2008, 2007, 2006, 2005, 2004, 2003, 2002, 2001, 2000…”No entendía cómo aparecían las otras partes del calendario, si comenzaba en 2010.Asustado quise dar un paso atrás para luego largarme…Pero no tuve ni tiempo de mover el pie antes de que me convirtiera en un haz de luz y el libro me engullera.
Me desperté sobresaltado empapado de sudor y a oscuras en mi cuarto. Solo había sido una pesadilla, seguramente fue porque había visto una película de terror antes de dormir. Entonces reparé que no estaba sudando, sino que era agua que me congelaba cada centímetro del cuerpo y me ponía la piel de gallina como si me hubieran puesto un cubo de hielo detrás del cuello; también me fijé que el cuarto era demasiado pequeño, y para empeorar mis sospechas, escuché un bombardeo a lo lejos. Ese no era mi cuarto.