sábado, 4 de marzo de 2017

OFRENDA LÍRICA Por RABINDRANATH TAGORE (Selección)

Soy como un jirón de una nube de otoño, que vaga inútilmente por el cielo. ¡Sol mío, glorioso eternamente; aún tu rayo no me ha evaporado, aún no me has hecho uno con tu luz! Y paso mis meses y mis años alejado de ti. Si este es tu deseo y tu diversión, ten mi vanidad veleidosa, píntala de colores, dórala de oro, échala sobre el caprichoso viento, tiéndela en cambiadas maravillas. Y cuando te guste dejar tu juego, con la noche, me derretiré, me desvaneceré en la oscuridad; o quizás, en una sonrisa de la mañana blanca, en una frescura de pureza trasparente.


Día tras día, Señor de mi vida, ¿te podré yo mirar frente a frente? Juntas mis manos, ¿te miraré frente a frente, Señor de todos los mundos?. Bajo tu cielo inmenso, en silencio y soledad, con humilde corazón, ¿te miraré frente a frente?. En este trabajoso mundo tuyo, hirviente de luchas y fatigas, entre las presurosas muchedumbres, ¿te miraré frente a frente?. Cuando mi obra haya sido cumplida en este mundo, Rey de reyes, solo ya y silencioso, ¿te miraré frente a frente?

CONTATE UN CUENTO IX - Aquel hombre que camina sin rumbo Por Florencia Murias alumna de E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez”

El tan nombrado día había llegado, día en el que Zeus elegiría un hombre mortal para ser un Dios protector de la raza humana. Todos se habían reunido en el Olimpo, no faltaba ni un Dios, ni una Diosa, ni siquiera un semidiós. Era una fecha muy importante, aquel hombre que fuera elegido por Zeus adquiriría un poder especial para el planeta tierra, el poder de proteger a los seres humanos.
Este poder cumplía un papel fundamental, ya que al obtener ese don se debía prometer cuidar a todos y cada uno de los seres humanos, en completa igualdad y sin favoritismos, o al menos así lo explicaban las leyes otorgadas por los antiguos pergaminos.
-Nos encontramos aquí reunidos para la elección del nuevo Dios por parte de Zeus. Este hombre tendrá el deber de proteger a todos y cada uno de los seres humanos. El mortal debe prometer fidelidad al Olimpo y cumplir  las normas- fueron las palabras del presentador, si así pudiese llamarse. Dioses y semidioses miraban atentos a Zeus, que miraba cada movimiento de un hombre y ese hombre no sabía la presencia del Olimpo. Cuando el Dios por fin se dignó a hablar, la gente se quedó boquiabierta por su elección:
- Aquel hombre que camina sin rumbo, pero que en realidad, su objetivo es descubrir su rumbo - pronunció Zeus, apuntando hacia el hombre que había elegido. Todos los espectadores se quedaron callados mirando a aquel hombre elegido por Zeus, aquel que no se enteraba de nada de lo que estaba pasando arriba de su cabeza, ya que estaba concentrado en buscar su rumbo, o al menos así lo había comprendido el Dios del trueno.
Con un chasqueo de dedos por parte de Zeus, el hombre apareció junto al Dios. El mortal recorrió el lugar con la vista, pero siempre sereno, no asustado, como lo habría mostrado cualquier otro mortal al estar en el Olimpo, tan admirado por algunos y tan desconocido por otros. El hombre sacó una libreta y anotó algo, a lo que la expresión de felicidad de Zeus cambió a una de confusión.
-¿Dónde estoy?- preguntó el joven guardando la libreta y mirando al Dios que se encontraba a su lado, esperando respuesta.
-Has sido elegido por Zeus para ser el nuevo Dios cuyo deber será proteger a la raza humana- dijo Poseidón, otorgándole una sonrisa a aquel mortal que a partir de ese momento dejaría de serlo.
-Está bien, explíquenme y seguiré mi camino- dijo aquel hombre, cuyo nombre no era conocido por los espectadores, para luego apreciar la cara de asombro de los Dioses, los cuales miraban atentos.
-Mortal, una vez que aceptas el deber no puedes simplemente dejarlo e irte. Es una responsabilidad que deberás respetar hasta que la raza humana se acabe, porque morir nunca morirás- aclaró Zeus al hombre que se hallaba parado, pero aun así calmado, a su lado.
El hombre elegido por Zeus se mostró impasible, cualquier hombre o Dios existente podría afirmar que estaba pensando su decisión. Este terminó por asentir con la cabeza, y todos los Dioses se inclinaron hacia delante para poder oír su elección.
-Considero que su oferta es muy tentadora, no digo que no, pero ahora mismo no me encuentro en posición de decir que si- un silencio de decepción se hizo presente luego de las palabras del sin poderes -Eso es lo que diría si pensara las cosas, pero soy un hombre al cual le apasiona arriesgarse, así que diré que acepto la responsabilidad de ser un Dios con el deber de proteger a mis iguales- finalizó él, y Zeus largó un suspiro imperceptible, pero que el muchacho pudo oír.
-El Dios protector de la humanidad debe seguir las siguientes reglas- comenzó el presentador para luego Acomodar las hojas que se encontraban frente a él en una pequeña mesa que le llegaba al pecho
-La primera regla dice que el Dios debe mantener igualdad sobre todos los seres humanos, excluyendo favoritismos y amores indebidos. La segunda regla explica que el Dios no puede bajar a la tierra, tiene que cumplir con su deber siempre sobre el cielo. Y la tercera y última, pero no menos importante, regla asegura que el hombre mortal que haya sido elegido por Zeus siempre debe vestir túnica blanca y solo puede sacársela cuando deba cambiarla- dictó el semidiós, ganándose la atención de todos los presentes.  El nuevo Dios se acercó a donde se encontraba el presentador y firmó el pergamino que debía.
Ángeles se acercaron al hombre y lo guiaron a donde debía ser vestido con las ropas que el presentador había descrito, mientras que en otro lugar del Olimpo, Zeus y Poseidón discutían la decisión del primer Dios mencionado.
-Definitivamente, esta fue la decisión menos inteligente en todos tus milenios de vida, Zeus- protestó Poseidón, claramente molesto por la elección de su hermano. El mayor lo miró confundido, Poseidón al principio de la ceremonia había tratado bien al muchacho, ¿cómo podía ser que ahora creyera que su decisión no era inteligente?
-En todo caso, esfuérzate en que te agrade, porque él ya ha sido seleccionado e incluso ha firmado. Ahora, si no te molesta, voy a hablar con el nuevo Dios- le contestó Zeus dando por finalizada la conversación, lo que puso aún más molesto al Dios del mar. El mortal, que ahora ya no lo era, no tenía la más mínima idea de cómo proteger a los humanos, de eso Poseidón estaba seguro. Él iba a desterrarlo del Olimpo, no importaba que medidas extremas tuviera que tomar.
Junto al ex mortal, que ya había sido vestido con las ropas correspondientes, Zeus le explicaba cómo debía hacer para cumplir con su deber, qué reglas tenía que seguir y más cosas que el hombre no escuchaba. Quizás porque no le interesaba tanto después de todo ser un Dios, quizás porque Zeus hablaba tan pacíficamente que al muchacho le daba sueño, o a lo mejor simple aburrimiento.
-¿Entiendes muchacho?- preguntó Zeus, a lo cual  él asintió con la cabeza fingiendo haber entendido todo lo que en realidad en ningún momento había escuchado. Los ángeles lo volvieron a guiar, pero ahora al sitio  donde él iba a estar por el resto de sus días, un lugar específico desde el cual se podía ver la mayor parte de la tierra. Un ángel le recordó que él no podía bajar a la tierra, entonces  pensó que lo de ser un Dios iba a ser un poco aburrido.
Se propuso observar detenidamente a las personas, que se veían pequeñas desde donde él estaba, para intentar descubrir quiénes estaban en peligro. Un chico con lentes y pelo negro estaba leyendo un libro, un grupo de chicas estaban en el parque riendo entre ellas y una pareja tomaba un helado mientras conversaba. Pero entre todos las billones de personas distinguió a una jovencita, que tenía una mochila colgada al hombro, un mapa en las manos y caminaba a paso tranquilo por un sendero lleno de flores, árboles e inclusive acompañado de un pequeño riachuelo. Él miró hacia todos lados, asegurándose de que nadie viera lo que estaba a punto de hacer, se sentó doblando las piernas y se impulsó para saltar y caer justo a un costado de la chica, es decir, en el riachuelo. La joven se dio vuelta asustada y al ver al Dios frunció el ceño, acercándose a él cautelosamente.
-¿Me estas siguiendo?- preguntó la chica, sin siquiera saludarlo a preguntarle quién era,  y como si hubiera leído su mente, volvió a preguntar -¿Quién eres? En vez de responder, el Dios se rió, salió del agua y se acercó a la joven, por lo que ella dio un paso hacia atrás.
-Soy Matt- respondió él a su segunda pregunta estirando la mano, para que la chica la estrechara, ella lo miró dudosa,  pero al final acercó su mano.
-Soy Sam- le informó la chica al Dios, el cual ahora sabíamos su nombre.
Esa visita no fue la única, Matt la visitaba todos los días, pensando que nadie se enteraba, pero en realidad Poseidón lo vigilaba y ya tenía un plan para desterrarlo.
Uno de esos días, cuando Matt volvía de visitar a la joven, Poseidón se paró frente a él amenazante, lo que hizo que el Dios se asustara.
-¿Te divertiste, Matt?- le preguntó Poseidón con tono de burla, el muchacho abrió los ojos sorprendido, incluso más de lo que ya estaba. En un rápido movimiento, Poseidón empujó a Matt, que cayó donde había caído la primera vez que había “escapado” del olimpo, aunque a excepción de aquella primera vez, aterrizó sobre una piedra y al mirar para arriba, el Olimpo ya no estaba. La nube gigante, la inmensa construcción donde vivían todos los Dioses, todo parecía haber desaparecido. Cerró los ojos con fuerza y lo último que pudo oír fue a Sam gritando su nombre, con desesperación y tristeza, temor e impotencia.
Matt guardó el archivo, con las manos cansadas por tanto escribir. Se acomodó mejor en el árbol y colocó las manos detrás de su cabeza, el haber escrito casi una novela entera había tenido consecuencias, como el sueño. Se giró para quedar acostado, pero se arrepintió automáticamente, los moretones le dolían y eran una de las consecuencias de haber caído desde tanta altura.