Podemos haber acabado nosotros con el pasado, pero el pasado no ha acabado con nosotros. Ideas de la Edad de Piedra existen junto al último pensamiento científico...
Hombres aparentemente sanos confían su fortuna a astrólogos y su salud a brujos doctores...
Aviones gigantescos zumban a través de la estratosfera, pero la mitad de sus pasajeros llevan amuletos mágicos y están protegidos del mal por sortilegios "vuduistas"...
Los hoteles se envanecen de poseer ascensores expresos y un teléfono en cada cuarto, pero omiten el trece en los números de pisos y cuartos, por temor a que sus huéspedes se sientan intranquilos...
Los descubrimientos del telescopio, el espectroscopio y el interferómetro, son noticias corrientes, pero el periódico que las publica probablemente cuenta entre su personal con un astrólogo, y antes omitiría los grandes titulares que el horóscopo...
En nada se manifiesta más frecuentemente la clarividencia de los perros que en su habilidad para leer el carácter, en particular para advertir la escondida villanía. Una dueña de casa de Chicago escribió, con triunfante indignación, a la oficina de recuperación de materiales de la Oficina de Producción Bélica, para decir que el gruñido de su perro le había advertido que su recolector era deshonesto. Ella había pasado por alto la advertencia de la fiel criatura, sin embargo, para encontrarse, después que el recolector se alejó, con que le había defraudado cuatro centavos en el cambio. La Oficina de Producción Bélica prometió cubrir la diferencia.
Los perros son capaces de descubrir hasta los cambios temporarios de carácter. Albert Payson Terhune nos dice que un perro predilecto suyo, "se incorpora tranquilamente después de mi segunda o tercera copa y abandona la habitación." La devota bestia, añade Terhune, ''parece notar y desaprobar un sutil cambio en mí".
Tan establecido, en realidad, se encuentra este místico poder analítico de los perros, que nunca se ha explicado por qué los bancos disipan dinero en costosos sistemas de alarma, cuando un perro apostado a la puerta podría dar cuenta en seguida de la presencia, no sólo de ladrones, sino de falsificadores, defraudadores, agentes de valores dudosos... e inspectores disimulados. Quizás los presidentes de banco no deseen que sus empleados sepan cuándo han bebido ellos una copa de más en el almuerzo.
Igualmente al pie de la letra se toma la afirmación de que los cerdos son asquerosos, glotones, aunque los perros tengan hábitos más desagradables, las gallinas sean más voraces y los caballos y vacas más insaciables. Puede arrojarse maíz en un campo en que se engorden cerdos, y los cerdos comerán de él lo que necesiten y cuando lo necesiten. Pero vacas y caballos morirán de indigestión si se les permite acceso a ilimitadas cantidades de ciertos alimentos.
El cerdo debe probablemente su mala reputación al ruido que hace mientras come, y al hecho de que, como su primo el hipopótamo, le gusta chapalear en el fango. Que en muchas granjas pueda encontrar solamente estiércol maloliente para revolcarse, no es culpa suya, y aparte de su afición a los baños de barro, que comparte con muchas mujeres pudientes, se conserva bastante limpio. Porque el absoluto descuido de aquello que los anuncios llamarían "higiene personal", es a menudo superado por la oveja que, irónicamente, se ha convertido en símbolo de pureza.
Los cuentos sobre monos se han deteriorado, evidentemente. Los errores corrientes más comunes concernientes a los primates, son los de que se quitan las pulgas entre sí y el de que el gorila es la más feroz de las criaturas.
Aunque los monos parezcan quitarse las pulgas entre sí, en realidad se dedican a "acicalarse", función mucho más curiosa que la simple limpieza. Si durante este extraño proceso de peinarse y rascarse recíprocamente, dan con un insecto, bien pueden matarlo y hasta comérselo; pero esto no ocurre a menudo. Es una idea humillante, pero es más probable que los monos del zoo adquieran pulgas de los visitantes, que los visitantes de los monos.
Corolario de la hormiga, y arrastrado tras ella desde Esopo hasta Disney, es la cigarra, cuya impresión sirve de amortiguador para la industria, el ahorro y la previsión de la hormiga. En realidad, sin embargo, la situación es inversa. En momento alguno la cigarra implora de la hormiga, dice Fabre; es la picara la que roba a la industriosa cigarra. En tiempo caluroso, la cigarra se afana agotadoramente con su pico en busca de savia, mientras las codiciosas hormigas se arrastran entre sus patas y roban los frutos de su labor. "La hormiga, concluye, es el pordiosero empedernido; el trabajador industrioso es la cigarra".
Una interesante nota de la zoología popular es suministrada por la historia de niños criados por animales, historia que ha sido repetida por todos los pueblos de todos los períodos. Y no carece de significado que este mito haya reaparecido en nuestro tiempo y se le haya concedido mayor crédito, bajo auspicio más digno aún que antes, en su larga historia.
Un adoptado más reciente fue Lukas, el niño-mandril de Sudáfrica, presentado en el American Journal of Psychology (Enero 1940), por el Dr. Foley, y en el American Weekly (18 de mayo de 1941), por el profesor R. M. Singg, de la Universidad de Denver, cuya generosa devoción hacia su protegido amenazó, por algún tiempo, con arrancar a Lord Lomboddo el honor de ser "el generoso amigo del mandril", diferencia de la niña-pez, Lukas podía hablar holandés, o por lo menos dialecto boer, y con los guturales acentos de ese áspero idioma suministró a los impacientes sabios un relato detallado de su simiesca existencia.
Lo que es más, si la atención parecía flaquear, mostraba la cicatriz donde un avestruz lo había golpeado, o se comía un cactus. Podía ingerir una tremenda cantidad de éstos - ochenta y nueve de una vez -, decían los excitados sabios, facultad que era considerada como absoluta corroboración de su relato. En 1937, su supremacía y su provecho en dinero fue disputado por Ndola, niño-mandril rival que fue desenmascarado, en el American Journal of Psychology, como un simple "caso de parálisis descuidada que provocó la postura cuadrúpeda", y entonces Lukas volvió a acaparar las publicaciones eruditas.
Pero no por mucho tiempo. Siete meses después del descrédito de Ndola, el propio Lukas cayó. Resultó que no había vivido con mandriles en realidad sino que cumplía condena en la cárcel de Burghersdorp en el momento en que se afirmó había sido descubierto entre sus simiescos cofrades.
Lo malo fue que su presunto descubridor era un policía, y por ello, sujeto a castigo por perjurio. Después del interrogatorio policial la historia resultó ser una invención. Toda la lamentable corte de profesores empezó a volver sobre sus pasos, y a acusarse unos a otros aunque no, por supuesto, sin académica dignidad.
En la excitación general consiguiente al descubrimiento de la impostura, el profesor Zingg no pudo informar a todos sus corresponsales, porque, casi un año después de su majestuosa retractación, la historia fue publicada de nuevo, bajo su autoridad, en el American Weekly. Y en 1944, aunque para entonces lo bastante bien establecido para no necesitar padrino, Lukas correteaba de nuevo por las páginas de esa publicación.
El verdadero Lukas, de paso, pero sólo él, ingresó en una institución para retardados.
Tanta importancia atribuíase antiguamente a los antojos de la mujer grávida, que en muchas partes de Inglaterra, antojo es sinónimo de embarazada. Creíase, como se ha dicho, que si estos deseos eran contrariados, el niño sería imperfecto.
En muchos sitios, como cuestión de política pública, a las mujeres embarazadas se les permitían ciertas libertades, a fin de que no cargasen a la sociedad con hijos deformes, tales como hurtar ciertos alimentos, y entre las nuevas leyes promulgadas por la Revolución Francesa (luego derogada por Napoleón), había una acordando especial consideración a las "mecheras" embarazadas.
Que algunos infantes han llorado en el vientre materno es una fantasía imponente, digna de Poe, pero a pesar de los muchos casos "auténticos", publicados en los periódicos, es una imposibilidad física, salvo cuando el niño está en camino de ser alumbrado.
Los fetos hipan, y se han observado hasta en el quinto mes, movimientos de pecho, similares a los que se emplean para respirar. Pero como los sonidos vocales son producidos por el pasaje de aire a través de la laringe, y como el niño está encerrado e inmerso en líquido amniótico, de ahí que no pueda conseguir aire y sus movimientos, cualquiera sea su significado, no puedan producir un grito.
¡Bienvenidos! Este blog de literatura está abierto a todo tipo de lectores. Quienes lo hacemos no tenemos otra motivación que el de compartir la lectura de las obras de escritores de todos los tiempos, así como también las de aquellos que se inician y también merecen difusión.
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sábado, 3 de octubre de 2015
miércoles, 3 de julio de 2013
Un amigo al que llamaban Toto - Por Jorge Dágata
¨Toto... era como un hombre con cuerpo de perro¨. Así describía un chico de la Escuela 1, allá por 1997, a este personaje de cuatro patas que recorría el centro, estaba presente en todos los actos y exhibiciones y elegía en cada jornada una clase a la que asistía como un alumno más, atento y respetuoso... hasta que sonaba el timbre del recreo y salía enredado entre las piernas de sus amigos, tan apurado como ellos, a jugar y compartir golosinas. Toto descansa ahora en la Plaza Libertad, enfrente de su escuela. Su evocación despertó un gesto que iluminó la cara de quienes lo conocieron y nos ayudaron a reconstruir esta historia, sencilla y emotiva como su protagonista. Aquellos chicos y chicas que hoy tienen más de veinte años escribieron algunas páginas sobre Toto. En una, se preguntan: ¨¿Cuándo nacerá un hombre así? ¨
Según Lucas Petigrosso (cuarto grado de entonces, turno mañana), ¨Toto nació con ocho hermanitos y cuando creció unas personas se llevaron a la madre y las demás crías. Se quedó solo, pero nosotros lo criamos... Iba de casa en casa. Llegaba a la escuela siempre a las 7:45 para saludar a la bandera¨.
Para Stella Cecilia Ghilardi (5to. 2ª.):
Escribe Pablo Ferreyra (5to. 2ª): ¨Cuando estábamos por saludar a la bandera se ponía bien firme, o sea bien paradito. En el recreo nos pedía un poco de lo que estábamos comiendo... Lo querían todos los chicos y las familias que viven en el centro. Decía un señor que él siempre le daba de comer en su casa, todos los días y a la misma hora¨.
Marcelo Fabián Maza (4to. 1ª.) agrega que ¨él vivía en todos lados. Un día se quedó encerrado en una confitería y el dueño no se dio cuenta. Pero Toto empezó a aullar, el dueño le abrió la puerta y se fue¨.
Así nos vamos enterando de cómo sería la vida de este personaje, que dejó de ser uno más entre los perros vagabundos, por virtud del amor de aquellos chicos que hasta hoy, seguramente, no lo han olvidado.
Muy distinta de la vida de un perro hogareño, la mascota de la casa, el guardián, como interpretan algunos, o un miembro más de la familia, como aceptan otros. Muchos lectores coincidirán por experiencia propia -cada vez en mayor número, según parece- que en ese caso, cuando el perro adopta un amo significa que reconoce de buen grado una voluntad. Pero no de cualquier manera, servilmente. Lo hace con el acuerdo tácito e innegociable de que se respetarán sus modestos derechos, para él tan valiosos como para nosotros los que proclamamos hasta en los foros internacionales, sin que por eso seamos capaces de ponerlos en práctica, como ocurre con tanta frecuencia. La diferencia en su favor es que el perro no puede mentir, ya que no habla.
Nos permite ser severos con él, siempre que nos mantengamos justos. El engaño, el menosprecio, la injusticia, le provocan un rechazo capaz de alejarlo, hacia una separación que el alto grado de su afecto vuelve más dolorosa. Es sólo que nuestra soberbia de reyes de la creación algunas veces nos impide darnos cuenta. Quizás a todo esto se deba la comprobable afinidad de niños y perros.
Él no se fía en las palabras, a pesar de que comprenda el tono de una orden, un reproche o un trato amable. Puede entender perfectamente, más que el lenguaje hablado, un cambio de humor; si nos sentimos mal o estamos, en cambio, dispuestos a jugar con él; si hacemos los preparativos para un viaje que nos alejará por un tiempo. Quien quiera verlo lo verá en sus orejas, en los gestos de todos su cuerpo, aplastado contra el suelo, en su deambular por la casa y, por supuesto, en el ayuno voluntario que se impone por la ausencia, aunque nadie pueda valorarlo.
Si su amo -mejor: su amigo- ha llegado triste a casa, cansado, frustrado en sus ilusiones por alguna de las tantas causas que cada día encuentra para estarlo, su perro se acercará cauteloso; se recostará en la almohada de sus pies para que sienta el calor, o apoyará el hocico en sus rodillas, no para pedirle nada, sino para ofrecerle compañía y una comprensión que el rey derrotado no encuentra en sus semejantes. Le estará diciendo: no importa si hoy fracasaste, si te traicionaron, si perdiste o te obligaron a renunciar a un sueño; no importa: también hoy, yo estoy de tu lado. Si el amigo humano logra entenderlo, a pesar de su proverbial limitación para descifrar los lenguajes más claros, el perro irá a buscar la correa y enfilará contento hacia la puerta. Le estará diciendo muy suelta y francamente que lo invita a dar un paseo, para que juntos olviden esos males que además de pasajeros, sabe bien insignificantes comparados con todo lo que el mundo ofrece de grato y saludable si se tiene una buena compañía.
Pero Toto no tenía un hogar así, ni un único amo o amigo. Lo suyo era el barrio: la plaza, la escuela, la Iglesia.
Una expresión acertada de Stella Ghilardi (la niña de entonces), que una y otra vez en su página lo recuerda como a ¨un gran amigo¨.
¨Un día lo atropellaron -cuenta Lucas Petigrosso- pero a él nunca lo abandonaron. Lo cuidaron durante dos meses y después venía igual que antes a la escuela. Le costaba un poco subir los escalones, pero lo hacía¨.
¿Qué no haría, por puro sentimiento?
Toto murió, en escala humana, a una edad que rondaría los 91 años. Grandes y chicos de entonces decidieron que descansara en la plaza, enfrente de la escuela. Donde estaba su hogar.
Cuenta uno de los presentes en ese acto de despedida que un transeúnte preguntó a qué se debía la reunión de tantas personas en el lugar. La explicación que le dieron no lo conformó y siguió su camino con un gesto despectivo.
Una posible respuesta. La otra, esa valoración que exalta la amistad e interpreta a una escuela o un barrio -o un país- como una comunidad, no sólo una reunión de seres con conflictos, rivalidades e intereses, sino también, y principalmente, de afectos e ideales compartidos. Cuando los reyes de la creación lo olvidamos, es posible que Dios nos envíe a alguna de sus criaturas más humildes para que rascándonos con su patita o empujándonos con su hocico, aunque sea por un rato, nos conceda recuperar la capacidad de comprenderlo.
Según Lucas Petigrosso (cuarto grado de entonces, turno mañana), ¨Toto nació con ocho hermanitos y cuando creció unas personas se llevaron a la madre y las demás crías. Se quedó solo, pero nosotros lo criamos... Iba de casa en casa. Llegaba a la escuela siempre a las 7:45 para saludar a la bandera¨.
Para Stella Cecilia Ghilardi (5to. 2ª.):
Como te sobra el amor
que los hombres no interpretan
decir que sos mi amigo
sonaría como ofensa.
Amigo es una medida
que a vos te queda estrecha.
Marcelo Fabián Maza (4to. 1ª.) agrega que ¨él vivía en todos lados. Un día se quedó encerrado en una confitería y el dueño no se dio cuenta. Pero Toto empezó a aullar, el dueño le abrió la puerta y se fue¨.
Así nos vamos enterando de cómo sería la vida de este personaje, que dejó de ser uno más entre los perros vagabundos, por virtud del amor de aquellos chicos que hasta hoy, seguramente, no lo han olvidado.
Muy distinta de la vida de un perro hogareño, la mascota de la casa, el guardián, como interpretan algunos, o un miembro más de la familia, como aceptan otros. Muchos lectores coincidirán por experiencia propia -cada vez en mayor número, según parece- que en ese caso, cuando el perro adopta un amo significa que reconoce de buen grado una voluntad. Pero no de cualquier manera, servilmente. Lo hace con el acuerdo tácito e innegociable de que se respetarán sus modestos derechos, para él tan valiosos como para nosotros los que proclamamos hasta en los foros internacionales, sin que por eso seamos capaces de ponerlos en práctica, como ocurre con tanta frecuencia. La diferencia en su favor es que el perro no puede mentir, ya que no habla.
Nos permite ser severos con él, siempre que nos mantengamos justos. El engaño, el menosprecio, la injusticia, le provocan un rechazo capaz de alejarlo, hacia una separación que el alto grado de su afecto vuelve más dolorosa. Es sólo que nuestra soberbia de reyes de la creación algunas veces nos impide darnos cuenta. Quizás a todo esto se deba la comprobable afinidad de niños y perros.
Él no se fía en las palabras, a pesar de que comprenda el tono de una orden, un reproche o un trato amable. Puede entender perfectamente, más que el lenguaje hablado, un cambio de humor; si nos sentimos mal o estamos, en cambio, dispuestos a jugar con él; si hacemos los preparativos para un viaje que nos alejará por un tiempo. Quien quiera verlo lo verá en sus orejas, en los gestos de todos su cuerpo, aplastado contra el suelo, en su deambular por la casa y, por supuesto, en el ayuno voluntario que se impone por la ausencia, aunque nadie pueda valorarlo.
Si su amo -mejor: su amigo- ha llegado triste a casa, cansado, frustrado en sus ilusiones por alguna de las tantas causas que cada día encuentra para estarlo, su perro se acercará cauteloso; se recostará en la almohada de sus pies para que sienta el calor, o apoyará el hocico en sus rodillas, no para pedirle nada, sino para ofrecerle compañía y una comprensión que el rey derrotado no encuentra en sus semejantes. Le estará diciendo: no importa si hoy fracasaste, si te traicionaron, si perdiste o te obligaron a renunciar a un sueño; no importa: también hoy, yo estoy de tu lado. Si el amigo humano logra entenderlo, a pesar de su proverbial limitación para descifrar los lenguajes más claros, el perro irá a buscar la correa y enfilará contento hacia la puerta. Le estará diciendo muy suelta y francamente que lo invita a dar un paseo, para que juntos olviden esos males que además de pasajeros, sabe bien insignificantes comparados con todo lo que el mundo ofrece de grato y saludable si se tiene una buena compañía.
Pero Toto no tenía un hogar así, ni un único amo o amigo. Lo suyo era el barrio: la plaza, la escuela, la Iglesia.
Los cachorros vagabundos
como criaturas huérfanas
valoran más la ternura
y pagan con más nobleza:
tan sólo pedías cariño
a los chicos de esta escuela.
Una expresión acertada de Stella Ghilardi (la niña de entonces), que una y otra vez en su página lo recuerda como a ¨un gran amigo¨.
¨Un día lo atropellaron -cuenta Lucas Petigrosso- pero a él nunca lo abandonaron. Lo cuidaron durante dos meses y después venía igual que antes a la escuela. Le costaba un poco subir los escalones, pero lo hacía¨.
¿Qué no haría, por puro sentimiento?
Toto murió, en escala humana, a una edad que rondaría los 91 años. Grandes y chicos de entonces decidieron que descansara en la plaza, enfrente de la escuela. Donde estaba su hogar.
Cuenta uno de los presentes en ese acto de despedida que un transeúnte preguntó a qué se debía la reunión de tantas personas en el lugar. La explicación que le dieron no lo conformó y siguió su camino con un gesto despectivo.
Una posible respuesta. La otra, esa valoración que exalta la amistad e interpreta a una escuela o un barrio -o un país- como una comunidad, no sólo una reunión de seres con conflictos, rivalidades e intereses, sino también, y principalmente, de afectos e ideales compartidos. Cuando los reyes de la creación lo olvidamos, es posible que Dios nos envíe a alguna de sus criaturas más humildes para que rascándonos con su patita o empujándonos con su hocico, aunque sea por un rato, nos conceda recuperar la capacidad de comprenderlo.
Este texto ya fue publicado en el Diario Semanal y por gentileza de su autor lo reproducimos nuevamente.
SUPERSTICIONES POPULARES - La tormenta (Anónimo)
Siempre es prudente prevenirse contra los posibles abusos de las terribles tormentas. Cuando una es inminente se le cebe curar para desviar su curso o atenuar su velocidad . El encargado de la humanitaria operación un inocente o el menos pecador, niño, anciano, etc.- practica con un hacha una cruz en el suelo, dejándola luego introducida por el lado del filo en el centro del dibujo y mirando de frente al peligro. La tormenta se parte en dos, y cada cual tira por su lado, quedando la casa a salvo. O bien se echa mano del mortero, acostándolo con la boca en la dirección indicada. Puede ocurrir, sin embargo, que el operador sepa el secreto para tal caso: es la oportunidad para aplicarlo. El secreto consiste, según algunos, en varias palabras sacramentales; sostienen otros que es una oración. No es posible saber la verdad, pues su poseedor no lo revela, pues perdería la gracia.
jueves, 27 de junio de 2013
EL TIO SAM
Ciertamente el tío Sam, auténtico símbolo de los estadounidenses, no tuvo precisamente lo que puede decirse un origen noble.
Durante la segunda guerra entre los Estados Unidos y Gran Bretaña, en 1812, Samuel Wilson, un inspector que aprovisionaba carne al ejército, imprimió en los barriles de salazón las iniciales U.S., que significaban United States. Sin embargo, los soldados las interpretaron peyorativamente como Uncle Sam (tío Sam).
A partir de entonces este personaje empieza a tomar carta de naturaleza entre las gentes de la zona norte de Nueva York y Vermont, que se oponían a la guerra. Por primera vez aparece en las páginas de un periódico en Troy, en el estado de Nueva York, en 1831. Tres años más tarde se publica un libro titulado, precisamente, Las aventuras del tío Sam. Poco a poco fue ganándose las simpatías del pueblo norteamericano, hasta que en 1961 el Congreso de los EE.UU. lo reconoce como símbolo nacional. Su traje repleto de barras y estrellas, se remonta a los años treinta del siglo XIX, tomando la imagen de las caricaturas que de Seba Smith, ensayista político de humor del momento, se hicieron en aquel entonces. Dan Rice, un célebre payaso, se encargó de popularizarlo.
Durante la segunda guerra entre los Estados Unidos y Gran Bretaña, en 1812, Samuel Wilson, un inspector que aprovisionaba carne al ejército, imprimió en los barriles de salazón las iniciales U.S., que significaban United States. Sin embargo, los soldados las interpretaron peyorativamente como Uncle Sam (tío Sam).
A partir de entonces este personaje empieza a tomar carta de naturaleza entre las gentes de la zona norte de Nueva York y Vermont, que se oponían a la guerra. Por primera vez aparece en las páginas de un periódico en Troy, en el estado de Nueva York, en 1831. Tres años más tarde se publica un libro titulado, precisamente, Las aventuras del tío Sam. Poco a poco fue ganándose las simpatías del pueblo norteamericano, hasta que en 1961 el Congreso de los EE.UU. lo reconoce como símbolo nacional. Su traje repleto de barras y estrellas, se remonta a los años treinta del siglo XIX, tomando la imagen de las caricaturas que de Seba Smith, ensayista político de humor del momento, se hicieron en aquel entonces. Dan Rice, un célebre payaso, se encargó de popularizarlo.
miércoles, 26 de junio de 2013
CON QUÉ HABLAMOS - por Jorge Dágata
Según confirman los lingüistas, en la actualidad se hablan en el mundo unos 5.000 idiomas y dialectos, de los que 850 se practican en la India. Aunque el idioma más hablado por el mayor número de personas es el chino del norte o mandarín -más de 700 millones conversan en esta lengua- seguido por el inglés con 330 millones- y el español con más de 300 millones-, el más complicado de practicar es el chippewa, el lenguaje de los indios del estado de Minessota, en estados Unidos. Su dificultad estriba en la interminable lista de formas verbales, más de 6.000, que hay que memorizar para poder dominarlo.
Como es de esperar, no hay nadie en el mundo que hable todos los idiomas. Según los neurofisiólogos, nuestro cerebro está capacitado para aprender veinte o veinticinco idiomas a la vez.
Como es de esperar, no hay nadie en el mundo que hable todos los idiomas. Según los neurofisiólogos, nuestro cerebro está capacitado para aprender veinte o veinticinco idiomas a la vez.
martes, 25 de junio de 2013
ORO EN LAS SIERRAS - Compilación: Jorge Dágata
En el límite entre Lobería y Balcarce se explotó en una época oro. La noticia se hizo pública hace unos cincuenta años, y la extracción del metal precioso se venía realizando desde 43 años antes.
Se obtenía un porcentaje de 65 gramos de oro por cada tonelada de material en bruto, con un 40 por ciento de otros metales. Los yacimientos auríferos estaban ubicados en el campo "La Suiza", de Juan Beristain, en la línea divisoria de ambos partidos.
Para la explotación se hicieron varios pozos cuya profundidad varió de tres a catorce metros. Se había comprado en Brasil una máquina para entonces muy costosa, especial para trabajos de esa índole.
Como prueba de la existencia y calidad del mineral, se enviaron al gobierno dos botones y dos chapas confeccionados con el oro extraído de la mina, que fue visitada por técnicos y personajes de la época.
El dueño del campo, al tener conocimiento del hecho, promovió una cuestión a los que la trabajaban, considerándolos como intrusos, y los mineros fueron desalojados por un piquete de guardiacárceles.
El pozo más profundo fue cegado luego por l5200 borregos que murieron durante un temporal.
Se obtenía un porcentaje de 65 gramos de oro por cada tonelada de material en bruto, con un 40 por ciento de otros metales. Los yacimientos auríferos estaban ubicados en el campo "La Suiza", de Juan Beristain, en la línea divisoria de ambos partidos.
Para la explotación se hicieron varios pozos cuya profundidad varió de tres a catorce metros. Se había comprado en Brasil una máquina para entonces muy costosa, especial para trabajos de esa índole.
Como prueba de la existencia y calidad del mineral, se enviaron al gobierno dos botones y dos chapas confeccionados con el oro extraído de la mina, que fue visitada por técnicos y personajes de la época.
El dueño del campo, al tener conocimiento del hecho, promovió una cuestión a los que la trabajaban, considerándolos como intrusos, y los mineros fueron desalojados por un piquete de guardiacárceles.
El pozo más profundo fue cegado luego por l5200 borregos que murieron durante un temporal.
jueves, 20 de junio de 2013
LEY DE VAGOS - Año 1860 (Compilación)
Trascripción de la copia facsimilar existente en el Palacio de San José, Museo y Monumento Nacional Justo José de Urquiza.
PÁRRAFO I
Clasificación de los Vagos
Art. 1. Serán considerados vagos simplemente para los efectos de esta ley.
1. Las personas de uno y otro sexo que no tengan renta, profesión, oficio u otro medio lícito con que vivir.
2. Los que teniendo oficio, profesión ó industria, no trabajan habitualmente en ella, y no se les conocen otros medios lícitos de adquirir su subsistencia.
3. Los que con renta, pero insuficiente para subsistir, no se dedican a alguna ocupación lícita y concurren ordinariamente a casas de juego, pulperías ó parajes sospechosos.
Art. 2. Serán considerados vagos con circunstancias agravantes:
1. Los comprendidos en el Art. anterior que entrasen en alguna oficina pública ó casa particular, sin el permiso respectivo.
2. Los que se disfracen ó tengan armas ó ganzúas u otros instrumentos propios para ejecutar algún hurto ó penetrar en las casas.
PÁRRAFO II
Procedimientos contra los Vagos
Art. 3. Los que se hallen en los casos del Art. 1º serán amonestados por las autoridades a que se dediquen a alguna ocupación útil, dentro de un breve término- Esta amonestación será hecha en presencia de dos vecinos.
Art. 4. Si pasados ocho días después de la amonestación, de que habla el Art. anterior, el vago de cualquier sexo no hubiese tomado ocupación y persevere en la vagancia, será aprehendido por el Comisario de seguridad respectivo, y con una nota información del hecho, remitido al Jefe Político del Departamento.
Art. 7. Concluido el Sumario el Juez de Paz se asociará á dos Alcaldes de Cuartel para dictar sentencia que será inapelable si es uniforme. En caso contrario, habrá apelación al Juez de 1º Instancia.
Art. 8. Dictada la Sentencia condenatoria, y transcurridos tres días sin haberse presentado la fianza de que habla el Art. 15º, se pondrá al vago a disposición del Jefe Político, para que cumpla la corrección que se le impusiese.
PÁRRAFO III
Destino de los vagos
Art. 9. Los simplemente vagos serán destinados a trabajos públicos por el término de tres meses.
Art. 10. Las mujeres vagas serán colocadas por igual término al servicio de alguna familia mediante un salario convenido entre la Autoridad y el patrón.
Art. 11. Los vagos con circunstancias agravantes, serán destinados a trabajos públicos por el término de cuatro meses hasta un año.
Art. 12. Cuando el vago de que habla el artículo anterior, resulte reo de algún delito común, su calidad de vago se tendrá en cuenta para agravar la pena en que hubiese incurrido, según las leyes.
Art. 13. En caso de reincidencia, el tiempo a que hubiese sido condenado se aumentará hasta el duplo del q' señala el Art. 3º para los vagos simplemente y duplo del máximum para los con circunstancias agravantes; y si aun reincidiesen, serán destinados por tres años al servicio de las armas.
Art. 16. En ningún caso se admitirá la fianza, de que habla el art. anterior, tratándose de vagos reincidentes ó con circunstancias agravantes.
Art. 17. La papeleta del patrón ó de la autoridad será un antecedente favorable al acusado.
Art. 18. Concluido el término de condena, el vago quedará sujeto a vigilancia de las autoridades por un término igual al de la corrección sufrida.
Art. 20. Quedan en vigencia las disposiciones sobre la material, en cuanto no se opongan á la presente ley.
Art. 21. Comuníquese al P.E.
Sala de Sesiones, Uruguay, Octubre 5 de 1860
Manuel A. Urdinarrain Baldomero García Quirno Secretario Uruguay, octubre 8 de 1860.
Promúlguese como ley de la Provincia, comuníquese a quienes corresponde y dése al R.G. - URQUIZA - Luis J. de la Peña - Ricardo López
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