domingo, 19 de junio de 2016

Tal vez Por Rafael Serrano Ruiz-Madrid-España

Llega la primera lluvia de Mayo,
esa que humedece tus cabellos
y ensalza la atrayente jugosidad,
la almibarada dulzura, de tus labios
en la neblina del día,
Y tu no llegas.


Viste la tierra sus mejore galas,
verdes y amarillos, pétalos y corolas
adornan su vestido con embriagador perfume…
renacer de vida y de esperanzas
y tu no llegas.

Sueños de caricias.
Despertar en tus labios
recorriendo profundas serranías.
Manos que descubren valles y riscos
entre  insinuantes transparencias
revelando una bandada de antojos intuidos.
En el aroma de tus especiados poros,
aunque mi piel no te sienta,
en el despertar de mis profundos deseos,
en la no existencia de la caricia…
te espero…
Y tu no llegas

Mujer hablando por un celular Por Ezequiel Feito

Estaba mirándola cuando de repente
como una antigua hechicera o una moderna ministra,
tomó aquel rectángulo en su mano.

Inmediatamente, un fuego invisible la invadió por completo.
Su cuerpo giraba locamente sobre sí mismo,
mientras que sus brazos se agitaban
como aquellos molinos que dejaron en tierra al triste caballero.

La imaginaba
dirigiendo una orquesta sinfónica
de músicos tan sordos como aquel genio de Bonn.
O como un enloquecido agente que discutía con cada auto
de una infinita avenida.

De a ratos levantaba un corto vuelo,
para luego caer danzando frenéticamente
en medio de una tribu ya olvidada.

Toda esa magia, ese movimiento,
pasó ante mi vista como un extraño ensueño
dentro de mi vulgar existencia,
hasta que ese maravilloso objeto
desapareció rápidamente como devorado,
por algún dragón oculto en su bolsillo.

Y la mañana continuó siendo
la misma de siempre…

"Solo dos palabras" “Poema para una MADRE" Por Marian Martín Humanes-España


Bastan sólo dos palabras
para expresar lo que siento,?
más no hallaría modo alguno
de mostrar mis sentimientos.
Dos palabras, sólo dos,
para decirte: "Te quiero",
para decirte: "Gracias"
por tus noches de desvelo.
Si tantas veces te herí,
si mi amor no te mostré,
no dudes de mi querer,
tal vez...no supe entender.
Tal vez no supe entender
tu sacrificio abnegado,
tantas noches sin dormir
sin esperar nada a cambio.
Porque eso es ser una madre,
y tú para mí eres bella,
y no hay rosas ni azucenas,
no hay estrellas,
no hay luceros,
que merezcan ser regalo
para quién me dio la vida,
quién me cuidó con celo,
quién me acunó tantas noches,
quién por mí desveló el sueño.
Y no he hallado presente
que merezca ser tu dueño.
Tan sólo esas palabras
grabadas en mi alma, a fuego.
Por eso quiero decirte:
Nunca olvides dos palabras,
Nunca olvides que:
"Te quiero".

Serenata - Por Ezequiel Feito

Cuando la oscuridad de la noche se hace más densa
y un profundo silencio baja desde el cielo
hacia la tierra;
en esa hora solemne donde nada se mueve
y las sombras
detienen su reptar sobre el suelo,
un destello de luz desciende de su Trono.
El más hermoso destello de luz que desciende
para iluminar a los enamorados..

En ese sagrado instante
es cuando mi corazón en ti medita.

¿Qué es la noche, qué es la luna, qué el silencio;
qué es todo este mundo detenido
como un laúd que espera
sino un pálido reflejo de mi corazón cuando pronuncia
tu nombre, como en un sueño.
                ¿Qué hora
hay en la noche que detenga tus palabras
y el cálido latir inmarcesible
de mi corazón enamorado?

Serenas pasan las horas. Las sombras
aún siguen sin moverse.
Pero tú, bien mío,
brillas en la noche como un lucero
que de la luna escapa,
y mi voz, perdida en ti, cantará alegre
bajo la luz del trono, una canción de plata.

Pase lo que pase...


De todas hemos salido juntos, pero en ésta,
amiga mía
solo me fui, mientras tú
te quedaste a dialogar con el cielo.
Llamarte era imposible, porque estabas
a los pies del ángel, durmiendo.

Me fui triste, pero sabía
que pase lo que pase, me seguirás queriendo.

Aceptación de lo indecible Por Amando Fernández- Cuba

Cuando te llegue el tiempo
te irás sin ceremonia ni palabras.
No has de decir adiós a nadie pues hace mucho que tu existencia es,
más que vivir, una amorosa despedida.
De todos tus recuerdos recogiste los más castos
por hacerte más niño, ahora, que ya se inicia un interior
despojamiento,
para mejor sentir —dormir—
en el abrazo de aquélla que algunos llaman muerte.
No le ocultes tu sangre ni tu rostro.
Ni temas. Es su oficio.
Cuando llegue el momento, sal, recíbela en tu puerta; y dile
quedamente, en un susurro:
entra, amor, y reposa; te esperaba.