domingo, 24 de diciembre de 2017

Primer premio: LIM Y SUS AMIGOS - Por Ian Natanael Soria, Elías Juan Farías, Damián Antonio Aranda, Bautista Francisconi, Juan Barreiro, Lucas Bernardo Nogueira, Juan Martín Leguizamón.

Había una vez un mago que se llamaba Lim que tenía una varita mágica para cumplir deseos. el mago Lim vivía en una casa que quedaba muy lejos dentro del bosque.
Un día, el mago Lim estaba solo en el bosque, cuando caminando se encontró con un dragón que escupía fuego por la boca, el mago se asustó y pidió un deseo con todas sus fuerzas, “que el dragón quisiera ser su amigo”. cerró sus ojos, dijo las palabras mágicas “pim, pam, pum”, movió su varita mágica formando círculos y cuando abrió sus ojos, el dragón extendió su mano saludando amablemente al mago Lim.
Ahora, siendo amigos aliados dijeron: utilicemos nuestras fuerzas para ayudar al pueblo de Villalejos a salir de las garras de su ambicioso rey, el rey Dinerus.
Una tarde, mientras paseaban, el mago Lim, vio al rey Dinerus, comprando naranjas, manzanas y peras para hacer una rica ensalada de frutas y lo hechizó con una varita. el hechizo lo llevó a la escuela para que aprenda a compartir su plata.
el rey aprendió a compartir y compró milanesas, pizzas, chorizo, fiambre para todo el pueblo de Villalejos.

“Llegó la hora de escribir un cuento” - 2017 - Primer premio: EL AMOR DE LAS GARZAS - Por Favio Zarza

         Dos garzas enamoradas vivían en una tranquila laguna rodeada de hermosos árboles y sierras. ¿Saben qué son las garzas? Son preciosas aves finas, con suaves plumas blancas y grandes alas, de esbeltos cuerpos y patas largas. Se las puede ver cerca de la orilla, en el agua, paradas a veces descansando en una pata o alertas vigilando el agua por si aparecen peces.
Volaban siempre a lo largo de la laguna, haciendo giros en el aire, como bailando para demostrar su amor.
Un día, cuando se encontraban haciendo su danza de amor, se acercó un niño, escondido entre los árboles y las vio...y al principio se sonrió pero luego envidió su alegría y su amor. Y su sonrisa se convirtió en un gesto malo y quiso terminar con tanta ternura.
A los pocos días, el niño volvió al lugar, pero esta vez con una jaula y una gomera y esperó hasta que las garzas bajaran a la laguna. Entonces, tomó una piedra y como si fuera un proyectil,  apuntó hacia las garzas y disparó.
Las garzas escucharon el ruido pero fue tarde su reacción de salir volando porque la piedra pegó en el ala de la hembra y no pudo alzar el vuelo...desde el cielo, su pareja giraba en círculos sobre ella, tratando de ayudarla pero no pudo hacer nada. Y con tristeza vio como el niño llegaba hasta su amada compañera y se la llevaba en la pequeña jaula, con el ala herida.
Cuando el niño llegó a su casa, llevó la jaula a un galpón que nadie usaba  y se puso a observar a la garza. Y le acercó un vaso con agua, pero ella estaba muy asustada y su cabeza se recostaba sobre el ala herida...y temblaba.
Durante varios días el niño intentó que la garza comiera alimentos que él le llevaba...pero nunca lo logró. Solo bebía un poco de agua cuando ya no podía más de sed. Y poco a poco, fue perdiendo fuerzas y se fue debilitando. Sus ojos ya no tenían el brillo de la alegría y el amor...
Mientras tanto, en la laguna, la garza macho extrañaba a su pareja y ya no se lo veía volando, haciendo círculos, como bailando en el aire. Pensaba que nunca volvería a ver a su amada....entonces él ya no tenía tampoco ganas de vivir. Sus plumas se veían sucias y descuidadas y sus ojos iban perdiendo el brillo también, cada día...
Poco a poco, el niño fue mirando con otros ojos a la garza enjaulada. Empezó a sentir en su corazón una sensación distinta, y cuando miraba al ave herida sentía culpa y bajaba la vista. Se acordó de cuando bailaban en el aire, girando con sus grandes alas extendidas y de lo hermosas que se veían. Y se dio cuenta de su error.
Entonces, corrió en busca de su mamá y con lágrimas en los ojos le dijo:
- ¡Mamá! ¡Mamá! Hice algo muy malo!.
- Hijo -dijo su mamá preocupada- Tranquilizate y contame todo.
Cuando el niño terminó de contarle a su mamá lo que había hecho ella lo abrazó y le dijo:
- Hijo, es verdad que lo que hiciste estuvo mal. El amor y la alegría tienen que ser libres en la vida para que todos podamos ser felices. No se puede enjaular el amor, porque entonces todo se terminaría... Vamos, te voy a ayudar a que repares tu error.
Juntos fueron a buscar a la garza enjaulada, la sacaron con cuidado y le curaron el ala. Poco a poco fueron alimentándola y fue ganando fuerzas. En pocos días su ala ya estaba curada y podía volar.
La madre y el niño llevaron a la garza de regreso a su lugar en la laguna. Y allí, encontraron al macho, que estaba ya muy débil y ni siquiera se asustó cuando los vio llegar.
El niño soltó a la garza y ella fue rápidamente al lado de su amado. Cuando él sitió el ala de su compañera sobre su cabeza, fue como si un rayo de luz atravesara su corazón apagado y sacando fuerzas de donde ya no las tenía, se paró, hizo un graznido de alegría y extendiendo sus alas se lanzó al cielo azul, llamando a su amada. Pronto se reunieron en el aire y comenzaron con su hermosa danza de amor.
Desde ese día, el niño  va todas las tardes a la orilla de la laguna y se pasa un largo rato contemplando las garzas, volando libres, llenando de alegría y amor toda la laguna.

“Llegó la hora de escribir un cuento” - 2017

           La Escuela de Educación Primaria Nº 13 “ Independencia Nacional”  presentó este año la cuarta  edición del Concurso Literario “Llegó la hora de escribir un cuento” Se trata de un concurso que propone a los niños y niñas de sexto año de las escuelas primarias públicas y de gestión privada y con apertura a escuelas de Educación Especial la escritura de un cuento en donde puedan hacer volar toda su imaginación y poner en acción la creatividad que tienen para desarrollar. Este año se presentaron 81 obras, de las cuales quedaron preseleccionadas 24.
             Los ganadores recibieron un producto electrónico y libros, las menciones libros y a todos los participantes se les entregaron certificados.

Primer  premio compartido

“El amor de las garzas” obra perteneciente a Favio Agustín Zarza ,alumno de la EP Nº 24 y "Lim y sus amigos”, obra perteneciente al grupo de alumnos conformado por:
Ian Natanael Soria, Elías Juan Farías, Damián Antonio Aranda, Bautista Francisconi, Juan Barreiro, Lucas Bernardo Nogueira, Juan Martín Leguizamón.
 Todos de la Escuela de Educación especial Nº 502

Menciones

Primera mención de honor para: “Cinco soles Hotel”, obra perteneciente  a, Francisco Florez    alumno de la EP Nº 11

Segunda mención de honor para: "Amar no es violencia ”, obra perteneciente a   Valentina Ledesma, alumna de la EP Nº 2

Tercera mención de honor para “La búsqueda de las palabras”, obra perteneciente a  Amparo Latorre alumna de la EP. Nº13

Mención especial del jurado: Para la escuela Especial Nº 502 por la obra "La bruja Meri",  obra perteneciente a Florencia Ojeda  y Nazareno David Lamberti

Mención especial del jurado: Para la escuela Especial Nº 502 por la obra "El susto del rey", obra perteneciente a Florencia Ojeda

Mención especial del jurado: Para la escuela Especial Nº 502 por la obra “Facu Rotte y sus amigos”, obra perteneciente al grupo de alumnos:Daniel Alexander Alonso, Sebastián Rodrigo Rojas, Sofía Montes de Oca, Gonzalo Valentín Jodar, Yanina Nélida Godoy

domingo, 17 de diciembre de 2017

CLAUSURA DEL MES DE LAS LETRAS EN CHASCOMÚS

El 8 de diciembre con la presencia de autoridades municipales, escritores y amigos de la primera hora se realizó como estaba previsto el programa de Clausura y festejos  de los quince años del Mes de las Letras, declarado de interés cultural local y legislativo provincial.

Se inició con el izamiento de la Bandera Nacional y la Bandera de las letras donadas al municipio por la familia Ortega Lucero,  para cuando se termine de emplazar el mástil de las letras chascomunenses  en la plazoleta Alfonsina Storni. El momento estuvo coordinado por la poeta Mariela Tassone, de Ceremonial y Protocolo municipal. Izaron, la bandera nacional la  Señora Fernanda Sallenave, secretaria de Desarrollo Social y el Señor Manuel Antonio Ortega acompañado por el Señor Adolfo Valentín Chamorro, in de la delegación de Barranqueras. La Bandera de las Letras,, izada por la Diputada Provincial Liliana Denot y la señora Elsa Lorences de Llaneza, premio Mercedes Josefa Aldalur 2017, entregado luego en la sala Mario López Osornio de la Casa de Casco en emotivo acto.

Luego de servirse un Vino de Honor en el Club de Pelota, se entregaron los premios Juan Luzian de Narrativa Bonaerense, María Isabel Plorutti de Cuentos y Relatos para Niños y Príncipe Oddone Di Savoia las Artes, siendo los de Dibujo y Pintura para la artista de Chascomús Alejandra Giampaolo. Se entregaron treinta y siete Diplomas y sus respectivos libros en edición príncipe, por cortesía de Editorial L.V. de Chascomús.

En el mismo acto fueron entregadas la Orden Honorífica Madrina de Poetas Y Amigo de las Letras a la profesora Griselda Crespi de Tandil y al escritor Nadie Huamán Rojas de la República de Perú. Entregaron la Señora Alejandra Bilbao, Directora del Historiográfico y el Señor Ezequiel Toti, Delegado para Argentina y Latinoamérica de Rinnovamento Nella Tradizione.

En el ágape fraterno actuaron el Coro Municipal de Niños y Adolescentes dirigido
Por la  Profesora Mili Miande y el Taller de Juegos Teatrales coordinado por la profesora   Mayca Blanco, recibiendo todos ellos sendos diplomas y fascículos del libro CUORE de manos del Señor Ezequiel Toti.
Sumó su aporte el enfermero Gustavo Ortega, cantando varios temas folklóricos.

El sábado 9 en el Club Náutico se realizó el almuerzo de fraternidad literaria con las delegaciones de Barranqueras, Castelar, Chascomús y Tandil. Durante el mismo se conversaron proyectos para  el año que viene, adhiriendo a los 25 años del Taller Quebrantahuesos  de Tandil entre otros.

La frutilla del postre, a decir de los organizadores, fue el nombramiento de Ángel, hijo de Carina Zerda, premio Ploruti Tercera Edición como Príncipe de las Letras, recibiendo una pelota de fútbol firmada por todos los presentes. Se extregaron los diplomas de Honor y Agradecimiento.




sábado, 16 de diciembre de 2017

MI LAZO - Por Juan Carlos Pirali

                  1
El recuerdo “desenroya”
historia de un viejo lazo,
que fue bandera en mi brazo
en ardua tarea “crioya”.
 “Presiya”, yapa y “argoya”,
cuero crudo bien “sobao”
 el tiempo dejó “grabao”
“meyas” de rudos eventos;
fuerte cuerda de seis tientos
con un prolijo “trenzao”.


                 2
Prenda de usanza campera,
herramienta de trabajo,
fiel servidor a destajo
“hermanao” a la asidera.
En la cancha de carrera
fue sentencia de llegada,
tensión en cada “pialada”
potenciada en los revuelos,
al encerrar dos brazuelos
en el hueco de su armada.


          3
En cada brazada quieta
el tiempo desvira sueños,
de futuros halagüeños
y el vacío de esa meta:
“pial de volcao”, de paleta,
de revés, por sobre el anca,
corto tiro de payanca
invitando a echar verija,
“P'a” que aprisione de fija
las manos de una potranca.


                  4
El más indómito toro
no pudo con sus tirones,
cuando firme en los garrones
un palenque fue mi moro.
Lazo que tanto valoro
por aguantar la exigencia,
hoy lo guardo en mi querencia
cual reliquia pa' la suerte,
hasta que corte la muerte
los tientos de mi existencia.

REFLEXIONES EN TORNO A LA OBRA DE JOSÉ HERNÁNDEZ Por Juan Carlos Pirali

   Para expresar el más justo homenaje de exaltación de la obra de José Hernández, es que fue instituido como Día de la Tradición” el 10 de noviembre de cada año, fecha que correspondiente al nacimiento del autor del  inmortal “Martín Fierro”, ocurrida en 1834 en el casería Perdriel, actual partido de San Martín en la provincia de Buenos Aires.
Con referencia a la ley que estableció la citada conmemoración, la misma tuvo su origen en el Senado bonaerense, por la iniciativa de la Agrupación Bases de la ciudad de La Plata, y uno de sus autores fue el legislador dolorense D. Atilio Roncoroni, juntamente con su colega D. Edgardo Míguez.
   La acción polifacética desarrollada por Hernández, está reflejada en todos los campos donde le tocó actuar. Quizás la necesidad de encontrar un medio viable para expresar la inquietud de sus ideas, lo llevó a incursionar en el periodismo: El Argentino de Entre Ríos, La Patria de Montevideo, El Río de la Plata (Este fundado por él) fueron entre otros receptores de sus valientes expresiones.
Muchos de los artículos publicados en el Río de la Plata fueron reflejados posteriormente en el “Martín Fierro”.
   El 19 de agosto de 1869 decía: “Parece que nuestros gobiernos quisieran hacer pulgar como un delito el hecho de nacer en territorio argentino”. Así insistía en el Canto 8 de “la Ida”:

“El anda siempre juyendo;
siempre pobre y perseguido,
no tiente cueva ni nido
como si fuera maldito,
porque el ser gaucho… ¡barajo!
el ser gaucho es un delito.

   El 20 de agosto de 1879 decía el Río de la Plata: “Se ha dado la noticia que el cacique Coliqueo proporcionará toda clase de facilidades a las fugas de los gauchos”. En el Canto XIII del Martín Fierro dice:

“Yo sé que allá los caciques
amparan a los cristianos,
y que los tratan de hermanos
cuando se van por su gusto,
a qué andar pasando susto
alcemos las pilchas y vamos”.

   El 6 de octubre de 1869 decía Hernández en su diario: “Los gobiernos necesitan soldados para defender la frontera; pues que los busquen con sus recursos propios”.
Al respecto ratifica en La Vuelta:

“Ya es tiempo pienso yo
de no dar más contingente,
si el gobierno quiere gente
que les pague y se acabó”.

   Por su innegable trascendencia en el plano de la literatura universal; el poema “Martín Fierro” de José Hernández sobresale con ribetes propios entre las obras de autores argentinos. Su autor ha sido quien izó más alto el pendón de la protesta de una clase postergada; a través de sus inmortales versos condenando los atropellos e injusticias que, en nombre de la civilización cometían las autoridades contra los hombres de campo.
   La instrumentación de las levas y la formación de contingentes fueron motivos de preocupación para Hernández:

 “Lo tratan como a un infiel,
completan su sacrificio
no dándole ni un papel
que acredite su servicio.
Y luego si a alguna estancia
a pedir carne se arrima,
al punto le caen encima
con la ley de la vagancia”.

   Hernández tuvo también destacada actuación en el campo parlamentario, y desde su banca de diputado supo defender con firmeza y humanitaria sensibilidad los derechos de los pobres y más necesitados, y puede definírselo como el legislador de la justicia social. En una de las gestiones de la legislatura en 1880, Hernández polemiza con su colega Castro sobre el veto del Poder Ejecutivo de una ley de jubilaciones. Este último traía a colación lo que decían las legislaciones extranjeras al respecto y recordaba, que en Francia y otros países  había leyes que acordaban una jubilación a los que habían prestado 30 ó 40 años de servicio; pero no encontraba bien que en Buenos Aires se diera una jubilación a un señor que había servido 34 años. En esa ocasión, Hernández defendía la capacidad de autodecisión nacional; sin ajustarse a patrones extraños.

HERNÁNDEZ SOLDADO

   Cuando Hernández era un mozo de 18 años  tuvo su primera prueba como soldado en el Combate de San Gregorio, librado en 22 de enero de 853 en la margen izquierda del río Salado, cerca de su desembocadura en el partido de Chascomús, allí a las órdenes de Pedro Rosas y Belgrano y Faustino Velazco contra las fuerzas del coronel Hilario Lagos, que se había levantado su vez,  contra el gobierno de Valentín Alsina. Esa batalla significó una derrota para el poeta, y representó el comienzo de una vida en que la espada y la pluma andarían siempre mezcladas. El 8 de noviembre de 1854 cruzará nuevamente armas con las fuerzas del coronel Lagos en la acción de Tala, pero esta vez sería protagonista de una victoria.
Su última acción bélica sería la batalla de Ñaembé, librada el 26 de enero de 1871 y que produjo la derrota de López Jordán en cuyas filas estaba el poeta.
En el Canto IV del Martín Fierro hay un pasaje de la vida de soldado del autor:

 “Y cáibamos al cantón
con los fletes aplastaos,
pero a veces medio aviaos
con plumas y algunos cueros,
que hay nomás con el pulpero
lo teníamos negociaos".

   Volviendo al poema, el escenario geográfico donde se desarrolla el mismo,  corresponde en la mayoría de sus pasajes a la llanura bonaerense del sur del río Salado, y una prueba de ello, es que el único pueblo que nombra es Ayacucho:

“Yo llevé un moro de número
sobresaliente el matucho,
con él gané en Ayacucho
mas plata que agua bendita…”


martes, 12 de diciembre de 2017

“Llegó la hora de escribir un cuento”

        La Escuela de Educación Primaria Nº 13 “ Independencia Nacional”  presentó este año la cuarta  edición del Concurso Literario “Llegó la hora de escribir un cuento” Se trata de un concurso que propone a los niños y niñas de sexto año de las escuelas primarias públicas y de gestión privada y con apertura a escuelas de Educación Especial la escritura de un cuento en donde puedan hacer volar toda su imaginación y poner en acción la creatividad que tienen para desarrollar. Este año se presentaron 81 obras, de las cuales quedaron preseleccionadas 24.
             Los ganadores recibieron un producto electrónico y libros, las menciones libros y a todos los participantes se les entregaron certificados.

Ganadores

Cuentos  premiados

Primer  premio compartido

“El amor de las garzas” obra perteneciente a Favio Agustín Zarza ,alumno de la EP Nº 24

"Lim y sus amigos”, obra perteneciente al grupo de alumnos conformado por:
             Ian Natanael Soria-
             Elías Juna Farías-
             Damián Antonio Aranda-
             Bautista Francisconi-
             Juan Barreiro
             Lucas Bernardo Nogueira
             Juan Martín Leguizamón
 Todos de la Escuela de Educación especial Nº 502

Menciones

PRIMERA MENCION DE HONOR para: “Cinco soles Hotel”, obra perteneciente  a, Francisco Florez    alumno de la EP Nº 11

SEGUNDA MENCION DE HONOR para: "Amar no es violencia ”, obra perteneciente a   Valentina Ledesma, alumna de la EP Nº 2

TERCERA MENCION DE HONOR  para “La búsqueda de las palabras”, obra perteneciente a  Amparo Latorre alumna de la EP. Nº13

MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO
Para la escuela Especial Nº 502 por la obra "La bruja Meri",  obra perteneciente a Florencia Ojeda  y Nazareno David Lamberti

MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO
Para la escuela Especial Nº 502 por la obra "El susto del rey", obra perteneciente a Florencia Ojeda 

MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO
Para la escuela Especial Nº 502 por la obra “Facu Rotte y sus amigos”, obra perteneciente al grupo de alumnos:
Daniel Alexander Alonso
Sebastián Rodrigo Rojas
Sofía Montes de Oca
Gonzalo Valentín Jodar

Yanina Nélida Godoy

sábado, 9 de diciembre de 2017

LA IMPOSIBLE VUELTA Por Leopoldo de Luis

Si quisieras volver, padre, verías
todo en el aire inmóvil del recuerdo.
Los menudos asuntos cotidianos,
celulillas del breve mundo nuestro,
diario pan de amor y sacrificio,
alimentando al fiel y dulce perro
de la costumbre, que al llegar a casa
nos lamerá las manos.
                                             Cae el tiempo
desde las familiares paredes derramándose
como luz de tristeza en nuestros pechos.
Madre volvió a coserte la camisa
con su hilo de paciencia y de silencio.
Tere te trajo el libro que esperabas.
La semanal tarjeta de Luis trajo el correo.
María ha preparado tu café.
                                                  Ya los niños
llegaron del colegio,
vacían sus carteras de pequeñas conquistas,
de nuevos mundos descubiertos,
y aguardan que corrijas sus deberes.
Yo, junto a la ventana, en este estrecho
rincón que tú conoces,
donde entre libros sueño,
voy hablándote, estoy
escribiendo estos versos,
estos prosaicos versos tan sencillos
como si hubieses vuelto
y estuviera contándote las cosas
que en estos días han pasado...
                                                   Pero
no volverás...
                       Hoy es ocho de abril,
la tarde, alondra herida por el cielo,
como un dolor antiguo va sangrando
lentamente. Se escucha un río lejos...
Pero no hay río, padre, tú lo sabes,
y oigo su canto inédito...
¿Será la muerte como un río?
                                                Estoy
escribiendo estos versos
tan prosaicos... Ya sé que a nadie importa
mi dolor frente a un mundo que millones de muertos
devora cada día, pero yo necesito
contarte todo esto
y estoy llorando, padre, mientras inútilmente
aguardo tu regreso.

La Paloma y la Terminal de Ómnibus - Por Héctor Fuentes

         La paloma desciende y sus patas aterrizan sobre el piso mugriento. Se desplaza en círculos moviendo el cogote en un vaivén implacable. Su cuello tornasolado trae la maravilla de los siete colores, el arco iris aterciopelado que brilla y se deshace a cada instante.
Recorre los pasillos con la elegancia de las criaturas venidas del aire. Acelera la marcha y aletea apenas sobrevolando las baldosas, elevándose ligeramente sobre la línea del suelo.
Busca un aliado en este mundo de corridas y apurones. Busca un surco propicio para entender de que está hecho el cielo. Anhela ser algo más que un visitante inoportuno, y entonces, se mueve como un aeroplano que dibuja redondeles y serpientes. Se agita en remolinos hacia la vastedad y el aburrimiento.

Los pasajeros la ignoran. Absortos en la contemplación de las tapas de los diarios, dejan pasar el milagro, y hunden la mirada en el pozo de sus preocupaciones. El ave sigue su curso. Camina, se pasea, abre el abanico de la cola y se propulsa hacia adelante.
La Terminal entra en su horario pico y los micros llegan y se van. La gente se arremolina empujando bolsos y ambiciones. Se abraza y se despide. Los motores rujen gritos destemplados deshabitando los bancos que vuelven a ofrecer su amparo. Alguien parte y alguien espera. La mecánica del viaje dinamiza los engranajes, para que el ciclo recomience.
Unos niños señalan al ave con el dedo, que ahora corre a refugiarse bajo un banco de madera.
La espera vuelve a incendiar su mecha. Desde el puesto de diarios, un señor prende un cigarrillo y relojea la hora. Alguien revuelve una taza de café orbitando alrededor de las cosas; mascullando el influjo del futuro que se avizora tras los cristales fosforescentes.
Concentrado en la limpieza, el ordenanza pasa su escobillón de aserrín. Frota la lámpara que se esconde bajo el corazón gastado de las baldosas. El chillido de una radio sobrevuela la tarde. La rueda gira y un chico interpone sus ojos entre la marea humana. Ofrece un ramo de flores con la mirada esquiva de las criaturas abandonadas.

La Terminal es un ovillo silencioso enhebrando el misterio de las horas: instantes que se deshacen tras despedidas y juramentos. Es la eterna madre donde confluyen los viajeros.
La paloma recorre la distancia terrestre envuelta en una caminata zigzagueante. Ella conoce los infinitos naranjas del poniente y busca prender la llama sobre el espíritu de los hombres. Procura frotar las patas y desencadenar un aluvión de chispas enloquecidas; de pedacitos de crepúsculo arrancados del horizonte. 
Cuando el alboroto crece, y los nuevos pasajeros irrumpen, bate sus alas subiendo escalones invisibles, pedaleando la bicicleta contra la gravidez del aire. Entonces su cuerpo se eleva, asciende, y toda la poesía estalla.
En un loco arrebato vuela triunfante hacia la vigas del techo. Hacia su verdadero reino de torres y campanarios; de cúpulas extraordinarias; de nidos entrelazados en ramas y catedrales. 
Un espléndido movimiento la devuelve a las alturas. Al aire sereno de donde provino. Al pedestal majestuoso que conjura el aullido del viento.   

De banderas y patrias. Por Maite Sánchez Sempere

No conozco más patria
que el vientre de mi madre,
ni más bandera
que una sábana fresca cubriéndome los sueños;
no creo en más frontera
que un río embravecido
o esa cordillera que rechaza
los diminutos seres que intentan conquistarla.

Mi idioma son palabras compartidas
por las lenguas y oídos que ansían entenderse,
mi cultura
dedos de tejedora milenaria
y manos de alfarera que juega con el barro.

No os entiendo, dejad que no os entienda,
dejadme ya, no vais a convencerme,
no creo en los paises de mentira,
ni en la idea canija de vuestros patriotismos.

Dejad ya de contarme historias adornadas
que no hablan nunca
de las madres que lloran,
dejad ya de gritarme vuestro orgullo,
toda esa estupidez de tribu en pie de guerra.

Cread con vuestras manos lo que sea,
un cesto, una red, un cuenco, una lámpara;
escribid un poema, dibujad algo,
un bisonte o una bicicleta,
componed con tres notas
un himno, inventaos un baile,
hablad con vuestros cuerpos,
volved a ser humanos.

Y dejadme ya en paz, con mi patria pequeña,
envuelta en mi bandera de amor y de palabras.

Cisne negro Por Carlos Carballo

La tiniebla está hecha con plumas negras de corazones en pugna,
poemas alados que nadan sobre los reflejos del mundo,
sensual danza que viene a mi encuentro,
cisne negro.
El cisne negro es la sombra de las manos que cortaron a un poeta,
Los ojos vigilantes de las revoluciones que nunca acaban,
el nudo que hay entre mi inquietud y la calma,
mi trayecto.
El trayecto aparece en la noche dibujado con pico incandescente
como un sol de movimiento inconstante y perezoso,
huellas en la roca y un sendero de retorno.
Y despertar.
El despertar escupe mi cuerpo en algún lugar cotidiano y templado,
mientras los seres mágicos se esconden tras su largo cuello.
Las pupilas del ave quedan en mi recuerdo:
la poesía.

Padre nuestro Por Eleonora González Capria

A Robert L. Frost

Mi padre era un borracho
y borracho salía
a dar la vuelta al lago.
Primero a pie, después
nadando.
Nosotros también íbamos.
Cada brazada larga
nos devolvía el aliento.
Papá nadaba
como si el agua
fuera cemento.
Todos mis labios
decían Dios,
todos mis labios
Dios por favor.
Papá nadaba
sin preocuparse
por los abstemios.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Ganadora de la Categoría B (jóvenes de 14 y 15 años) del concurso Literario Narrativo “Contate un Cuento X” - Los Campbell Por Francesca Espósito Resia, Alumna de 4º año del Colegio Santa Rosa de Lima

          El detective Mark Thompson se hallaba sentado en su escritorio mientras leía el diario matutino bebiendo una taza de café. Era un lunes como cualquier otro en la ajetreada mañana de Londres de 1895. Se podía ver salir el vapor de las chimeneas de las fábricas que rodeaban la ciudad y el recién inaugurado Puente de la Torre desde la ventana de su oficina. Dos golpecitos secos provenientes de la puerta lo distrajeron de la noticia que estaba leyendo. Luego de un “pase” pudo ver a su secretaria ingresar a la oficina.
-Lo buscan, detective- dijo con su suave voz. Él hizo un movimiento con la cabeza para indicar que dejara pasar a aquella o aquellas personas que lo estaban buscando. Inmediatamente ingresó una señora de no más de 50 años de edad, que llevaba recogido el cabello en un impecable rodete y vestía como si estuviese llevando un uniforme. Intuyó que se trataba de un ama de llaves o, mejor dicho de una ex ama de llaves ya que no vestía con su ropa negra usual, pero mantenía el hábito de estar uniformada. Con un movimiento de mano invitó a la mujer a que tomara asiento. Luego de hacerlo, dejó su bolso a un costado de los pies y, muy lentamente, se fue enderezando, como si estuviese convenciéndose de que estaba haciendo lo correcto. Asintiendo con la cabeza, el detective le dio paso para que comenzara a hablar. La señora se llamaba Emily Woodstock y, definitivamente, era un ama de llaves.  Había perdido su trabajo a causa de la repentina muerte de su patrona. Según la autopsia, había muerto a causa de una úlcera en el estómago que no había sido tratada. Ella alegó a la policía que su patrona, Otthelia Campbell, nunca había manifestado molestias o malestar que fueran síntomas de esta enfermedad. Sin embargo, éstos hicieron caso omiso frente a la insistencia de Lady Campbell y su hijo Christopher Campbell -único heredero de la fortuna de su tía y padre- en que la mujer siempre estuvo un poco desequilibrada psicológicamente y que nunca le había gustado mantener contactos con médicos en caso de que sufriera algún malestar.
-Mire, detective- sollozó Emily -Negué muchísimas veces que Otthelia fuera así pero no me hicieron caso, ¿Cómo voy a competir contra la aristocracia inglesa para ver quién tiene la razón?- y rompió en llanto. Esas palabras al detective le resonaron en la cabeza. Luego de consolarla, le consultó si poseía copia de la autopsia o algún papel que podría facilitarle el acceso al caso. Ella lo negó. Luego de pensar durante unos segundos, le dijo a Emily que tomaba el caso. No era uno de sus preferidos, no obstante le interesaba ese ímpetu que contenía la familia para que se supiera que la muerte había sido una enfermedad y no cualquier otra cosa. A Emily esta afirmación la llenó de felicidad y le hizo sacar una sonrisa de oreja a oreja. Luego de agradecerle tantísimas veces por aceptar, la mujer se retiró.
   El detective inmediatamente tomó papel y pluma y escribió dos cartas. La primera iba dirigida a Scotland Yard, más precisamente a la oficina donde se encontraba Louis Williams, oficial e íntimo amigo. Allí pedía que le facilitara el acceso al parte médico de Otthelia Campbell ya que estaba trabajando en el caso. Para sonar más cordial, le prometió que algún día iría a visitarlo. También le recalcó que, de ser posible, enviaría una respuesta. No dio más detalles y concluyó la carta.  La segunda iba dirigida a Thomas, el médico forense. Allí le solicitaba que tomara unas cuantas pruebas del cuerpo de Otthelia Campbell, sobretodo de aquellas “úlceras” que contenía. Le recalcó que esto se mantuviera en secreto y que luego de leer la carta la quemara para deshacerse de ella. Además le preguntó si podía contar con su ayuda para las próximas investigaciones del caso. Luego de sellar ambas, se las dio a su secretaria y le dijo que las entregara con suma urgencia porque era un tema que “no podía esperar”. Sabía que estaba jugando con fuego y él no era una de esas personas a las que les gustaba arriesgarse. Mientras menos personas se enterasen de que estaba involucrado en el  caso, mejor para él. Despejó estos pensamientos de su mente y se dirigió a su casa.
   Esa noche no pudo dormir aunque se levantó con más ganas que antes. Estaba decidido a darse una vuelta por la casa de Otthelia. Al llegar a su oficina, su secretaria le entregó dos cartas que acababan de llegar. Apresuradamente ingresó a su despacho y las abrió. Louis decía que iba a hacer todo lo posible y que a más tardar obtendría los papeles para el jueves a la tarde. Thomas contestó que ya estaba en camino el “asunto” y que contara con él para lo que fuera, luego guardó esas dos cartas y se dirigió a la casa de Otthelia Campbell. Lo estaba esperando Emily, quien le abrió la puerta. Lo condujo al lugar donde había estado Otthelia por última vez. Allí se encontró con una habitación normal, excepto por una cosa: el licor que había dentro se encontraba destapado y un vaso había caído de aquella mesita derramando licor por todos lados. Obviamente los restos del vaso habían sido penosamente escondidos con una sábana que ahora lo dejaba ver. Se acercó a la botella y sintió un peculiar olor que no era como todos los licores que había probado antes. Tomó esa botella, hojeó la habitación y se dirigió rápidamente a la morgue abandonando el lugar. Allí le explicó brevemente a Thomas lo que había encontrado y le dijo que examinara aquello. Agregó que cuando obtuviese resultados, le escribiera.
      El jueves a la mañana su secretaria le entregó una carta proveniente de Thomas. En ella expresaba con absoluto detalle los resultados que había obtenido. Después de leerlo, se dirigió inmediatamente a la mansión Campbell.  Fue recibido por un mayordomo que lo presentó frente a los Campbell como “un detective de Scotland Yard que viene a hacer algunas preguntas de rutina”. En la biblioteca, se encontró con Lady Campbell y su hijo . Les preguntó qué relación tenían con Otthelia, cómo la describirían y si la veían a menudo, a lo que respondieron exactamente lo mismo que al principio de la investigación. Ellos parecían muy relajados pese al compromiso de la situación en la que estaban. Por último, el detective se dirigió sólo a Christopher. Le preguntó en dónde se encontraba la noche anterior al descubrimiento del cadáver de su tía. Él respondió que se hallaba en la casa con su madre, donde cenó y durmió. El detective le pidió que describiera la ropa con la que se encontraba aquella noche, pero no pudo responder ya que aseguró no recordarla. Estaba por realizar la tercera pregunta cuando Lady Campbell lo interrumpió diciendo:
-¿Acaso está acusando a mi hijo de algo, detective?-. Él negó aquella acusación, alegando que sólo eran preguntas de rutina. Por último, le peguntó si sabía qué licor era el que tomaba su tía. 
-El whisky, obviamente-  respondió seguro a lo que el detective retrucó:
-¿Cómo sabe que es el whisky si no la visitan desde hace dos años? El consumo de este licor comenzó en ella hace sólo dos meses. ¿Tiene algo que decir?-. Christopher se puso nervioso y comenzó a tartamudear. Por su parte, Lady Campbell, intentó objetar, pero el detective la interrumpió:
-Christopher, ¿cómo lo sabe? ¿Acaso no concurrió a la casa de su tía esa noche para contarle sobre las nuevas noticias que tenía en la compañía? ¿No fue en aquel instante, cuando estaba sirviendo dos vasos de whisky para brindar, que le volcó aquel líquido que quema el estómago y lo hace ver como si fueran úlceras? -¡Conteste!-. Christopher rompió en llanto debido a la presión que tenía encima de sus hombros. Habían descubierto su plan, había fracasado y ahora sería sentenciado a muerte por ello.
-¡Es verdad!- dijo entre llantos -¡Yo lo hice! ¡Yo la maté! ¡Debía saldar las deudas que tenía y sólo a través de su fortuna podía! ¡Ya no nos queda nada, nada desde que…!-. Tal y como se había planeado, los oficiales apresaron a Christopher y Lady Campbell, acusados de homicidio y conspiración, pero el trabajo del detective no había finalizado ahí. Se acercó con paso acelerado a Christopher y agarrándolo de la cara le preguntó
-¿Antes de quién? ¡¿Antes de quién?!-.
-¡De los Jabalíes Rojos!- respondió y la policía se lo llevó. Un día más tarde el detective concurrió a la cárcel de Londres para tomar la declaración de Christopher. Cuando abrieron la puerta de su celda, hallaron el cuerpo del muchacho sin vida. Semanas después apareció la noticia en todas las portadas de los periódicos, pero él sólo tenía algo en mente “Los Jabalíes Rojos”. Durante días y noches no había hecho otra cosa que estar encerrado en su oficina con todos los registros de homicidios de la aristocracia  que habían ocurrido en los últimos años y que habían sido cometidos por sus familiares o amigos. Todos fueron llevados a cabo por el mismo método: envenenar el licor y parecer que habían muerto por enfermedad. Así pudo concluir que Los Jabalíes Rojos se trataba de una organización de contrabando donde sus miembros formaban parte de la aristocracia europea. Iba a dejar atrás todo aquello en lo que había trabajado, ahora tenía un nuevo objetivo: desmantelar a los Jabalíes Rojos.

sábado, 25 de noviembre de 2017

“Contate un Cuento X” Ganadora de la Categoría C: Agonía - Por Ana Josefina Blanco Alumna de 5º año de E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez”

    Mis piernas temblaban, mi corazón iba a mil por hora, mi cabeza era un caos total y mi cuerpo ya no respondía a mis órdenes. Eso es todo lo que recuerdo después de ese evento desastroso que me desarmó completamente.
   Todavía recuerdo sus manos sobre mí, su voz gruesa y asquerosa, sus toscos movimientos y la forma en que me decía que me callara, que era una llorona y que no me estaba haciendo nada. Sus dedos puntiagudos como navajas me desnudaban y mi ropa caía rápidamente sobre la alfombra de aquel motel. Cegando todos mis sentidos entró en mí dejando paralizada mi alma y lastimado mi cuerpo. Tirones, empujones, movimientos torpes, destrozándome por fuera y por dentro, sin una pizca de misericordia o amor.
    Todo sucedió tan rápido y a la vez tan lento. Sentía los latidos de mi corazón agitados, pero mi cuerpo no tenía más fuerza de la que ya me proporcionaba y caí.
No sé cómo quedé inconsciente. Cuando desperté él ya no estaba. Me tambaleaba de un lado a otro sin entender qué había pasado, qué me había pasado. Había sangre por todos lados y un olor pestilente y amargo que no salía de la habitación y ni siquiera de 
     Salí de la habitación tropezándome con el mini bar al lado de la puerta. Corrí hasta respirar un aire no tan puro en el exterior. Desorientada, caminaba por la calle medio desnuda, helada, descalza y sintiendo que me iba a caer a pedazos. Nadie me miraba, pasaban sobre mí como zombis, sin registrarme, como si no les importara que yo estuviera semidesnuda, pensando que era una prostituta solamente… Sin rumbo caminé y caminé contemplando el mundo oscuro y frio en el que me encontraba, preguntándome por qué había pasado eso y por qué a nadie parecía importarle.
    No sé cuánto tiempo había pasado, perdí el sentido de la orientación ni bien llegué a ese hotel. Me preguntaba qué diría mi familia, cómo lo tomarían y qué harían conmigo.
Mientras pensaba y pensaba entré a un café y me senté, aunque nadie pareció notarme otra vez. Me quedé dormida unos minutos, exhausta de todo lo que había pasado pero volví a mi camino de nuevo, un poco más lucida y con la necesidad de llegar a casa.
   Vi como el sol aparecía en la gran ciudad y con esa luz esperanzadora todo se vio más claro. Llegué hasta la comisaria Nº 23 que estaba muy cerca de mi barrio, pero no me atreví a entrar por miedo a que me culparan por algo que no había ocasionado.
Llegué a casa, seguro eran las 6am debido al suave sol de mañana por lo que decidí dormir y cuando mis papás se despertaran les explicaría todo, por más vergüenza que tuviera. Al despertarme ya era mediodía y mis padres estaban en casa. Cuando subí a su habitación estaba mi mamá acostada llorando desconsoladamente. Supuse que era porque no me había visto así que me dirigí hacia ella y la abracé con todas mis fuerzas, pero ella seguía llorando. Intenté calmarla hablándole, pero no me respondía. La miré con atención durante un momento, la examiné, encorvada con su melena negra desordenada y sus ojos rojos  cansados de llorar. La cama desordenada y el televisor prendido. pero a muy bajo volumen.
   De repente se me vino a la mente Andrea, mi hermana, y desee por todo lo que hay en el mundo que no le hubiera pasado nada allá en Cuba.
   Buscando respuestas bajé al estudio y vi a papá. Le pregunté qué pasaba, pero no dio indicios de escucharme; me acerqué más y lo vi que hablaba por el celular. Esperé y esperé… no terminaba nunca. Su voz era ronca, cansada, como si se hubiera desvelado toda esa madrugada de domingo.
   Sonó el timbre. Abrí y vi a Andrea frente a frente con la misma tristeza hundida en el alma, al igual que mamá. La abracé y sentí como se deslizaba mi cuerpo sobre el de ella, sin tocarlo y sin causar una mínima arruga en su ropa.
   Y ahí fue cuando empecé a sospechar. Corrí por toda la casa desesperada, buscando alguna señal, algo con que pudiera entender la situación. Pero nada. Salí al patio a ver a Doggie.Ni bien lo llamé me miró y huyó, con miedo, como si no me reconociera, como si no fuera yo.Entré por la puerta trasera de casa y me topé de repente con el espejo gigante que se encontraba en el pasillo de la sala. Mis pelos despeinados y llenos de barro, mis labios tapados con cinta, uno de mis ojos morados y una mejilla cortada. Mi remera sucia con barro también, mis manos y piernas atadas con precintos. Sin pantalones, sin dignidad, sin vida. Intenté entender. Fui con mamá otra vez, la abracé, le grité cuánto la amaba y nada. Entró Andrea y al verla lo supe. El noticiero de la una me lo confirmó. Estaba muerta.
    Caí sobre mis rodillas preguntándome ¿Por qué a mí?, ¿Por qué esto? ¿Qué hice? Todas estas preguntas se me cruzaron por la cabeza, pero ya era tarde, ya estaba sin vida, sin sangre que corriera por mis venas, sin oxígeno que llenaran mis pulmones y sin sueños que habitaran mi cabeza. Ya no había futuro para mí, solo oscuridad, una oscuridad desconocida de la cual no podía ser protegida ni salvada. Navegando en este mundo de los vivos sin ser uno de ellos, pero tampoco sin ser uno de los muertos, confundida en un limbo de tiempo y espacio.
 Y así terminé.
Es el día de hoy que veo a mis papás en mi tumba, hablándome aunque no estoy ahí. Mi lápida lleva un montón de placas de todos los que me amaban. Lo que más me duele es que no voy a poder vivir lo que era para mí, nunca voy a poder estudiar abogacía, nunca voy a poder juntarme con mis amigas de nuevo o  ir  a un asado familiar y nunca voy a poder volver a rozar los labios de Martín otra vez. Me destrozó la vida esto, y destrozó la de las personas de mi entorno. Además veo a mi asesino en las calles, impune a lo que hizo, a lo que me hizo. Y eso me da rabia. Una más sin contar, una más enterrada y una más asesinada. Sin voz y sin justicia.

Concurso Literario Narrativo “Contate un Cuento X” - Ganadora de la Categoría A: Perfume a lavanda - por Aixa Vilicich Alumna de 1º año del Colegio Santa Rosa de Lima

             Noah observó como las gotas de lluvia mañanera se deslizaban por la ventana del salón hasta llegar al marco. Dirigió su mirada deseando que hubiera algo más que podría usar de excusa para no prestar atención a lo  que estuviera diciendo el profesor de historia. Miró el piso, la pared, sus manos y el árbol que se podía ver por la ventana.
Finalmente, cansado, observó el reloj que estaba colgado arriba de la puerta. Todavía faltaban dos horas de historia. Dos horas de escuchar como el profesor hablaba sobre la revolución rusa. Dos horas de entretenerse con sus pensamientos. Dos horas sin saber qué hacer hasta que vio a la linda y rara chica de ojos color esmeralda que lo tenía curioso desde el principio del año, Sabrina.
   Se vestía con sweaters con patrones que hacían que su piel pálida se destacara como si fuera la luna en una noche despejada. Usaba jeans con detalles pequeños como una flor en el bolsillo o unas manchas de tempera seca.  Le gustaba verla en las mañanas con su trenza desprolija y sus zapatos rojos. No importaba que se pusiera, ella siempre usaba zapatos rojos,  pero no duraban mucho en sus pies, ya que cuando perdía el interés en la clase tomaba un libro y se sacaba los zapatos, quedando descalza con los pies apoyados en el banco de adelante que siempre estaba.
   Se dedicó a mirarla por el resto de la hora. Veía como movía su cabeza de un lado al otro mientras, con los pies descalzos en el banco vacío que estaba enfrente de ella, se sumergía cada minuto más en un libro de hojas amarillentas.
   Había algo en aquella jovencita que ni él sabía, algo que no lo dejaba sacar la mirada de ella, algo que le daba demasiada curiosidad. Sabrina se iba a la biblioteca de enfrente de la escuela todos los días, pero lo que más lo confundía a Noah era que los viernes se iba desesperada, como si estuviera obligada a llegar a la biblioteca y no había señal de ella hasta el lunes. El resto de la semana se iba calmada pero el viernes era como si fuera un fantasma. No la notabas en clase y se quedaba toda la hora viendo el reloj. No entendía qué hacía cuatro horas en la biblioteca. “Está leyendo. Es obvio”, pensaba Noah, pero la había tratado de seguir varias veces y lo único que hacía era esfumarse antes de que él le pudiera dirigir la palabra.
La seguía y a la vuelta del estante lleno de libros antiguos, ella desaparecía como si nunca hubiera existido. Y luego salía con un fuerte perfume a lavanda y una expresión de melancolía que se podía notar a kilómetros de distancia.
   Esa mañana era viernes, sin embargo Sabrina no parecía apurada y menos preocupada. Noah pudo ver como una pequeña lágrima rebelde se le escapaba  y antes de que pudiera seguir trazando su camino por la cara de esta, subió su mano y la seco con su sweater de rayas azules.
   Noah se preguntó el porqué de esa tristeza poco vista en Sabrina, no obstante antes de que pudiera seguir creando teorías poco probables, el timbre de salida sonó retumbando en todo el salón. Guardó todas sus cosas y decidió ver si Sabrina ya se había ido y en efecto, lo había hecho. Salió inmediatamente por el pasillo. Vio cómo su compañera se acomodaba un gorro de lana azul marino en el umbral de la puerta. Noah trató de apresurarse, pero la chica ya estaba cruzando la calle para ingresar a la vieja biblioteca.  Entró él también y tal como pensó, ella ya no estaba. Solo había un rastro de perfume a lavanda que ella usaba todos los días.
   Entre otro y muchos suspiros desesperanzados, dio unas cuantas vueltas por la cálida biblioteca. Era el comienzo del invierno y hacia demasiado frio. La biblioteca tenía un calor natural como si te estuviera esperando todo el día para que te des un descanso del cruel frío que te estaba esperando afuera. Fue hacia la sección de libros antiguos y ahí estaba, buscando frenéticamente algún libro en particular. Noah miró como las manos de la chica pasaban desesperadamente por las tapas de estas, esperando encontrar algo en especial. Sin aviso, Sabrina se dio vuelta para mirar a Noah. Tenía los ojos como cataratas. Las lágrimas no dejaban de inundar sus ojos verdes..
   Noah dudó en irse o quedarse,  pero no le dio tiempo a decidir ya que  estaba llorando en su hombro mientras sus brazos se colgaron de Noah como si fuera lo último del mundo. Sabrina lo estaba abrazando con una cantidad inimaginable de, tal vez, melancolía mezclada con amor o, tal vez, desesperanza combinada con soledad. Noah no podía distinguirlo. Luego de unos cómodos minutos, Sabrina se separó de Noah pero los dos sabían que si fuera por los dos podrían estar así toda la tarde. Noah se tomó unos segundo para apreciar el perfume de lavanda que había quedado impregnado en su campera.
- Lo siento mucho Noah - dijo en un susurro que apenas llegó a oír Noah.
- No tienes de que disculparte. Todos tenemos días malos.” - respondió también en un susurro. Sabrina solo le devolvió una sonrisa apagada. Y así se quedaron, los dos en el piso del estrecho pasillo de esa sección.
- ¿Por qué llorabas? -  preguntó sincero.
- Porque el invierno está comenzando… Porque hasta la flor más bonita se congela” -dijo suspirando.
- Pero ¿eso no es lo que todas las flores hacen?
- Hay algunas que le gustaría saber cómo es vivir debajo de una nevada liviana.
Con eso Sabrina se levantó pesada, como si le costara levantarse. Noah la siguió, sin saber a dónde iban. Pararon por la sección de libros viejos con páginas amarillas que tanto le gustaban a Sabrina. Tomó un libro de tapa blanca y sonrió con tristeza. Noah no habló,  solo dejó que ella hiciera lo suyo.
- Me tengo que ir Noah… Voy a  extrañar sentir tu mirada, la lluvia en la ventana, mis pies descalzos, la gente abrazándose, la biblioteca tan cálida como siempre, los libros viejos, como el profesor sonríe cuando respondemos una pregunta exactamente como él quiere, como las nubes ocultan el sol pero aun así hay gente que les gusta un día gris. Los pequeños detalles -  aseguró mientras hojeaba el libro y se detuvo en la página veintiocho.
- ¿A dónde te vas a ir?-  preguntó con tristeza en su tono.
- A casa - y con eso, Noah escuchó un ruido detrás de él. Giró su cabeza, pero no había nada asique dirigió sus ojos azules a Sabrina y  ella no estaba. Solo había un libro en el suelo de color lavanda. Observó a ambos  lados para ver si había alguna señal de ella,  sin embargo, no vio absolutamente nada. Recogió el libro del piso y lo abrió en la página que estaba ligeramente doblada. Era un libro de poemas. El autor era anónimo y estaba dividido en cuatro partes. Verano, otoño, invierno y primavera. La página veintiocho estaba en el final de invierno con un fuerte perfume a lavanda y Noah se sorprendió al ver un dibujo exacto de Sabrina. Y debajo decía:
  “Por qué hasta la flor más bonita se congela… Por qué hasta una lavanda de verano quiere vivir debajo de una nevada”

sábado, 18 de noviembre de 2017

“Contate un Cuento X” Ganadora de la Categoría B (jóvenes de 14 y 15 años): Desde la ventana - Por Anna Oguetta Alumna de 2º año de la E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez”

             Yo vivía en la planta baja del edificio frente al suyo. Todas las tardes veía, desde mi pequeño departamento, cómo ella saludaba a sus padres amablemente con la mano. Mientras la observaba, intentaba adivinar qué les estaría diciendo. Cuando su madre y su padre salían, ella arrastraba una silla hasta la ventana. A veces ni se molestaba por la silla, solo se sentaba en el piso. Mientras tanto, yo me dedicaba a mirar desde mi ventana; ese era mi único entretenimiento. Y, al parecer, el de ella también.
    No me había resultado raro que no hiciera nada salvo sentarse frente a la ventana a mirar hacia afuera. Su comportamiento me parecía normal, hasta que noté que frecuentemente tomaba cierto medicamento que me resultaba curiosamente familiar. Recordé que en el botiquín del baño de mi departamento había un frasco muy parecido al que ella tenía. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que, tal vez, algo andaba mal. Empecé a prestarle más atención a sus acciones y pronto descubrí cosas que antes no había notado. Advertí que miraba por encima de su hombro aunque no hubiese nada y se movía inquieta en su silla cada vez más seguido.
    Decidí investigar su caso, por lo que fui a la biblioteca. Procuré hacerlo mientras mi madre trabajaba, pues no quería que se enterara, se preocuparía demasiado. Me perdí en el camino, pero llegué sano y salvo. Le pedí ayuda a la bibliotecaria ya que no creía poder hacerlo solo. Al principio no me pareció una mujer agradable, pero terminó siendo simpática. Me explicó que los síntomas que notaba en mi vecina de enfrente eran de una enfermedad llamada esquizofrenia. Dijo que debía contarle a alguien, a algún familiar. Negué y me fui enojado. Me pareció absurdo que pudiera llegar a estar enferma si se veía tan normal. Pero después, ya en mi casa, me puse a pensar. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Tal vez para eso eran aquellas medicinas…
    A partir de ese día no la vi más. Su canasto de juguetes seguía allí, junto a la ventana, pero ella no. Un día, cuando mi madre llegó de trabajar, me animé a hablarle acerca del asunto. Me fue raro contarle toda la historia, pues solo la sabía aquella bibliotecaria a la que había acudido por ayuda. A medida que avanzaba la historia, mi madre comenzaba a preocuparse. Al finalizar el relato, su expresión cambió. Con aire calmo y comprensivo me explicó que la pareja que vivía en el departamento que yo siempre observaba nunca había tenido hijos. Luego, acariciándome la mano, me preguntó si ya había tomado mi medicina del botiquín del baño.

Concurso Literario Narrativo “Contate un Cuento X” - Ganador de la Categoría D (adultos): El Instrumento Por Manuel Cedeño - Venezuela

            En las primeras líneas del reportaje que estoy leyendo dice: “El psiquiatra José Andrade Muñoz apareció muerto en su Mercedes Benz dorado E-240. No llegó antenoche a su casa y ayer a las 06:03am el vigilante del estacionamiento de la clínica donde trabajaba reportó a las autoridades el hallazgo del cuerpo. Un disparo a quemarropa en el pómulo derecho con trayectoria transversal ascendente le segó la vida”.
   Era mi psiquiatra. Llevo conmigo cinco periódicos donde aparece la noticia en primera plana. No puedo esperar a llegar a casa para leer y prosigo con la lectura mientras me dirijo caminando a mi edificio dos cuadras abajo.
“No es sicariato, en cuyo caso el disparo hubiese sido en la frente o el corazón, se denota más bien falta de pericia aunque premeditación. Tampoco se llevaron ninguno de sus efectos personales: reloj, efectivo de bolsillo, tarjetas de crédito… todo estaba con él. No parece un crimen pasional pues se trata de un solo disparo y en los crímenes pasionales hay saña. Sin embargo hasta ahora no se descarta ninguna hipótesis. El arma que se usó fue una pequeña y liviana Glock 9 milímetros”, cierra el reportaje.
   Llego a casa, leo con atención la misma noticia en los otros periódicos buscando indicios. Enciendo mi laptop, las redes sociales, con el devenir de las horas, han convertido el suceso en un escándalo y la prensa amarillista teje sin parar una y mil historias que publican en su versión digital, previa a la de papel y que difunden en enlaces por Twitter y artículos de Facebook: enredos de faldas, cobradores insatisfechos, homosexualidad y hasta un extraño y complicado suicidio. Estoy segura de que inventan esas historias con la finalidad de vender más periódicos y  ganar seguidores en twitter porque se nota que nadie tiene idea de quién ni por qué razón podría haber matado a este renombrado profesional de la salud mental.
   Me mantengo actualizada por twitter y WhatsAp. Mi primo, el que me dio mi primer beso y quien ahora es casado y trabaja en homicidios del CICPC, me dijo que la policía hasta ahora no había detectado enemigos, amantes celosas, cobradores insatisfechos, ni seguros por pagar a viuda,  ni herederos.
  El Dr. Andrade desde hace veintiún años llegaba a su consultorio religiosamente a las 7 de la mañana y se retiraba a las 6 de la tarde. Sus pacientes lo respetábamos y se llevaba bien con sus empleadas; no tenía problemas conyugales y según los testimonios recabados era hasta buen vecino. Su esposa lo califica como excelente esposo y mejor padre; sus hijos como buen papá y mejor esposo; y sus padres y hermanos como un hombre trabajador, honrado y muy inteligente.
  Voy al funeral. Se hace en una de las capillas del Cementerio del Este, huele a incienso y a flores. Todos vinieron. Faltan pocas horas para el entierro. Esperamos al cura. Hay una cola para ver al galeno por última vez. Es mi turno. Igual que otras mujeres no puedo resistirme cuando lo veo en su ataúd, me estremezco toda y mis ojos se hacen agua.
   La prensa escrita y la televisión nacional e internacional están haciéndonos algunas entrevistas a los asistentes. Aquí estamos decenas de pacientes, casi todas mujeres; sus huérfanos: dos preadolescentes rubios y larguiruchos, lucen desconsolados; la viuda, con sus gafas oscuras y una sombrilla negra cerrada pidiendo justicia y quejándose de la inseguridad del país; sus últimos compañeros de trabajo y otros que alguna vez trabajaron con él; ex compañeros de clase tal vez buscando un poco de fama; quizás alguna que otra ex amante o novia y evidentemente muchos curiosos, todos estamos aquí.
   La cadena colombiana Caracol me aborda en vivo, como lo acaba de hacer con algunas otras pacientes. Me pongo nerviosa, tengo el maquillaje corrido por las lágrimas, pero salir en tv me emociona y me armo de valor. Les digo la verdad usando más o menos las mismas palabras que acaban de usar las otras mujeres entrevistadas: el Dr. Andrade era un hombre abnegado, respetuoso, metódico y honesto, nunca se propasó conmigo ni, hasta donde yo sé, con ninguna otra paciente, y no conozco que tuviese enemigos.
    Llego a casa con los pies cansados de los tacones, con el corazón arrugado por el dolor de los deudos y con la garganta quemada por la sal de las lágrimas. Sigo llorando por los huérfanos, y aunque no lo crean, también por la “socialité” de la esposa que tal vez ahora tendrá que trabajar, porque a pesar de ser una mujer frívola y vacía, no merece que a su esposo lo hayan asesinado. No me gustan las injusticias.
   Mientras me ducho veo el agua escabullirse por el albañal y medito en los rostros que vi en el velorio: los hijos, la viuda, los galenos, y muchas mujeres. Entonces caigo en cuenta de que no estoy sola. Varias de ellas, sus pacientes seguramente, a pesar de las lágrimas, dejaron traslucir un casi imperceptible destello de alivio, pero no del alivio egoísta que se siente cuando se deja de percibir un daño o incomodidad y una se siente aliviada, sino la expresión de alivio humano que sientes cuando sabes que otros no sufrirán lo que tú sufriste. No he hablado con ninguna de esas pacientes, pero ese destello que vi me dice que no soy la única en quien el Dr. Andrade abrió procesos dolorosos que luego no cerró y que en mi caso personal me dejaron en un estado crítico del cual salí con mucha dificultad meses después.
    No digo que el Dr. Andrade haya planificado empujarme al divorcio, al abandono de mi empleo y al intento de suicidio, no. Tenía buenas intenciones conmigo, como estoy segura las tenía también con todas esas pacientes en quienes vi ese destello de alivio humano. Por eso fue injusto su asesinato. Pero más allá de sus buenas intenciones, él me hizo ver toda la maldad que hay dentro de mi alma, lo mala mujer que soy, la bitch que vive en mí. El Dr. Andrade me puso un espejo enfrente, me hizo enfrentar con mi perra interna y dejó a mi niña interior desolada. Me hizo entender que la culpa no es de los demás como yo pensaba, ¡es mía! Y fue esa culpa la que me llevó al oscuro hueco de la depresión severa y al borde del suicidio de donde me salvé milagrosamente.
   Sigo llorando. A veces es necesaria una injusticia para evitar otra mayor, fue lo que pasó con Jesús quien dio su vida para que nosotros salváramos la nuestra. Por eso ya no lloro por la viuda ni por los huérfanos, ni por los matrimonios rotos, ni por las que nos quedamos sin trabajo porque él nos sumió en la depresión; ni por los intentos de suicidio de todas las mujeres a quienes nos intentó ayudar. No. Ahora lloro de agradecimiento con el universo por haberme escogido a mí y dado la valentía y el coraje de librar al mundo de los errores que ese señor iba a cometer en todos los años que tenía por delante.
   Me termino de duchar. Mientras me seco, me veo al espejo y detecto en mi rostro el mismo destello de alivio humano que vi en el funeral en todas esas mujeres guerreras que sobrevivieron a sus buenas intenciones. No estoy sola. Todas matamos al Dr. Andrade. Yo solo fui el instrumento

sábado, 11 de noviembre de 2017

DESTINO Por César Bruto

Bervo de 3 sílaba, indicativo de la suerte que tiene cada cual en su vida, o sea su destinO, y nadie ni nadies puede vibir sin tener un destinO que lo empuge, a meno que sea un tarado o que no tenga respeto por la jente ni un poco de bergüenza. Un perrO, por egenplo, con ser perrO y todo tiene su destinO, pudiendo ser mimado y bien comido con buenos patrones, o ser un perrO flaco de hambre, pulguientoso y acabar su carrera en la salA de los condenadoS de muertE de la perrera, adonde me contó mi tío aquileZ que lleban a esos pobres angelito y los hasen oler un humo venenoso que les perfora los 2 pulmón, dejándoselos como esas camisetas viejas llenas de augero que mi vieja guarda para coserlas una arriba de otra, hasiendo de 2 camiseta rota una sana. Yo mismo, aunque no paresca, tengo el destinO de haberme venido periodista, contra la boluntá de mi viejo, que ya desde chico quería más bien mandarme a que le ayude a mi padrino en la feria, lo cual, a la final me parese quera mejor, porque adentro de la feria, entre rifle y rafla uno se puede haser una buena diaria, endemientras quen el diariO siempre lo andan mandando de una parte a otra, escribir aserca de todos los trópicos, barrer la escalerA, salir de viagE o sea de que a la larga uno se cansa para que un buen senior leptor se dea el gusto de ler todo el esfuerzo ese gastando meno de 20 sentavo y todavía le queda despué el diario para enbolver algún paquete o benderlo a tanto el quilo, como hase mi vieja con los papel viejo, las botellas vacías, los trapos rotos y las latas de aseite, porque haora todo se conpra ques lo mismo y no como antes de la guerrA del 14 que cuenta mi viejo que la vida estaba barata y cualquier padre se podía dar el gusto de tener veinte o 30 hijos todos bien comidos y con un ofisio para trabajar de grandes y traer la plata en casa pero haora la jente no seanima a cargar con más de dos o 3 o sea que si tiene la mala suerte de que le salgan fiacunes o de mala cabesa la casa se viene al suelo y ya nadies la puede lebantar lo cual no pasaba teniendo muchos hijos, primero porque en la cantidá se gana siempre y segundo porque teniendo 30 hijos, por egenplo, no inportaba que cuatro o 5 salieran ladrones, dos o 3 criminales y seis o 7 favoritos de la milongA; con el resto siempre había para parar la olla y a la larga todo se arregla cuando hay buena voluntá y algún abogado amigo que des una mano cuando llega la ocasión.

¿Te acordás el día que dejaste de ser chiquito? Por Héctor Fuentes

Estábamos tomando sol en la pileta, y mi hijo Joaquín, de tan sólo cuatro años, me sorprendió con esta pregunta:
Papá: ¿vos te acordás el día que dejaste de ser chiquito? Me lo quedé mirando. Al instante sonreí. Me repuse en silencio mientras un sinnúmero de imágenes pasaban por mi mente. No recordaba cuál era el día que había dejado de ser chiquito, pero en cambio sí podía contarle lo que significó para mí alguna vez haber sido un niño.
Entonces le dije: Recuerdo que yo era chiquito cuando llegaba fin de año y mi viejo me regalaba el  “Patoruzú de oro”. Era pequeño cuando miraba por televisión "Los Tres Chiflados" y a "Hijitus", acompañado por una taza de mate cocido. Era un niño cuando mi tía me sorprendió una mañana regalándome una gomera. Cuando mi casa de Ensenada se atestaba de mosquitos y debíamos prender un espiral. Ese olor es mi infancia. Y esa casa creo que la encontré el otro día en un sueño. Era un simple pibe cuando daba la vida por un partido de fútbol. Cuando jugaba a la bolita a tres quemas. Cuando juntaba figuritas y cambiaba el álbum lleno por una pelota de cuero número cinco.
Cuando una vez me subí solo al tren que pasaba a tres cuadras de mi casa. Cuando fui por primera vez al cine a ver una película de Bruce Lee. Cuando sentía galopar la alegría en un caballito de madera.
Pero vos me habías preguntado qué día había dejado de ser chiquito. Entonces te miro y pienso: ¿Cuándo se deja de ser chiquito? ¿cuándo empezamos a mirar el noticiero? ¿Cuándo preguntamos qué cosa es la economía? ¿Cuándo renovamos el documento? ¿Cuándo nos quedamos solos y elegimos por primera vez una canción? ¿Cuándo por fin nos sale el nudo de la corbata?
Claro, vos te reís de todas estas cosas que te digo. Entonces te miro y pienso: ¿no será un sueño este juego que me propusiste, en el que yo te explico que día dejé de ser chico, y vos me regalas este inmenso privilegio de ser tu papá?

Tres relatos de Enrique Spinelli

Bingo

Nunca había entrado a un bingo. Me impresionó, me impresioné. Primera impresión: sentí que estaba en una película de ciencia ficción. En segundos pasé de un paisaje gris de zona estación de trenes a uno que estalla en colores y sonidos. Estalla y estalla continuamente. Es todo muy raro, toda la gente está conectada a una máquina de colores, tranquila, ida de si pero hacia dentro de la máquina. La sala está llena de tipos de seguridad que cuidan de ó a esta gente ¿?
Cada máquina tiene un cuerpo conectado, sospecho que esto debe ser una especie de terapia intensiva. Estas máquinas dan soporte de vida. Espero que no se corte la luz. Acá, como en los criaderos de gallinas, no es de día ni de noche. Siempre es buen momento para apostar aquí y para comer en el criadero aviar.
Recorro las salas, todas están llenas de gente conectadas a máquinas. Su actividad es apretar unos botones, para indicar que están vivos. Cada tanto alguno se distrae o se muere y suena una alarma. Estos eventos se festejan. Sigo recorriendo y veo más y más gente conectada a máquinas. La situación me angustia. Yo me siento cada vez peor, pero la gente conectada parece estar al menos estable. Estable puede ser mucho.
¿Quién  tiene razón? Yo me la doy de pensador, pero la angustia me achata el pecho. Esta gente tiki tiki el botoncito, pueden pasar días así… ¡Ma sí! me siento frente a una máquina. Saco toda la plata que tengo en el bolsillo y llamo a la piba que ayuda a los viejos conectados (debe ser enfermera): -Señorita, no sé como es, pero por favor cárgeme todo esto en esa máquina. Me apoltrono y empiezo a apretar botonitos, decidido a darme máquina hasta que viva, hasta que ame o hasta que muera.



Dietética

A unas cuadras de mi casa hay una dietética donde atiende una pelirroja que me ha enamorado. Para llegar a su negocio debo cruzar una avenida. La senda peatonal es muy cruel, mi pie no entra en el ancho de la línea y la distancia que las separa corresponde a un paso largo, que dificulta cualquier maniobra. Si piso cada línea, mi pie sobresale de lo blanco, toca algo de asfalto y llego al otro lado sin ninguna posibilidad.
La colorada me trata displicentemente. Compro arroz Yamani. Voy en puntitas de pie, la gente lo advierte, y la colorada no me da ni bola. Compro arvejas partidas. Si camino de costado, poniendo totalmente mi pisada sobre la senda, me miran aún más y claro… la piba me trata como a un extraño. Compro harina de mandioca. Con zapatos de taco alto, la pisada entra perfectamente, pero no son mis zapatos. Me trata peor que nunca. Preparo unos zapatos de salón a los cuales les saco los tacos. Entrené caminando ligeramente inclinado hacia adelante, pisando casi plano pero sin apoyar el talón y llego al otro lado sin pisar asfalto y sin ser observado. Al arribar al terreno divino todo cambia.
De pronto todos los locales, todas las casas, son dietéticas con la colorada esperándome sonriente en la puerta. No hay más personas que yo y muchas pelirrojas, cada una en su dietética. Así no. Regreso aturdido, caminando calles de dietéticas, cruzando en esquinas de dietéticas, mirándome en vidrieras de dietéticas. Llego a mi casa que ahora linda con una dietética atendida por la pelirroja que me sonríe y sonríe como una cajera china. Busco mis llaves; doy una última mirada a mi barrio de dietéticas y advierto que del otro lado, pegada a mi casa, entre todas las dietéticas, hay una verdulería que atiende una bella morocha. Entro a mi casa y cierro puertas y ventanas.


Sueños con Katheryn 

El viejo Solís sostiene que somos el sueño de otro. Algunos son soñados por un dios, otros por una gorda tetona, o una viejita mala onda. Todo va en suerte. En Balcarce todos son soñados ahí mismo. Soñadores y soñados van cambiando para evitar el aburrimiento, que es la única muerte posible. Todos desean ser soñados por Alcoyana, quien inclusive despierto tiene sueños preciosos. El infierno es ser soñado por el usurero Juan T Garchau. Alcoyana dice que puede ser que seamos solo sueños, pero además soñamos (ver su Poema a Olga: "Soñé que estaba dormido, soñando contigo en un sueño…”)

En el barrio del Alas Balcarceñas, todos tenemos siempre el mismo sueño. Vamos caminando por la 20, todo está en gris menos Katheryn que tiene su vestido rojo.
Llegamos a su portal, nos saluda, nos da un beso, nos toma de la mano y nos lleva dentro de su casa, alcanzamos a ver la galería y puf, ahí todos nos despertamos. Todos tenemos el mismo sueño, pero todos soñamos cosas distintas. Cuando me despierto estoy convencido de que Katheryn me lleva para la quinta y me da unos besos entre los tomates. Elena afirma que es su hija, que se fue con un circo, que la lleva a la cocina a tomar unos mates. Pipo está seguro que es su mamá, que no conoció, que lo lleva al patio para ponerlo en una hamaca de mimbre. Soguita despierta siempre con una sonrisa; Katheryn lo lleva al fondo y le dice al oído el número que saldrá en la nocturna de Provincia. El número nunca sale, y Soguita sonríe porque tendrá que volver por otro…

viernes, 10 de noviembre de 2017

La maldición de Horacio Galindes - Por Santino Cacace Segurola

Era 1794 en Buenos Aires; un carruaje iba a toda velocidad y dentro del carruaje iba Iván Galindes , un agricultor millonario y a su lado su desesperada esposa, Rosa Banderas, que estaba a punto de tener a su bebe. El carruaje se dirigía a la enfermería. De repente el carruaje paró; una rueda se había roto. La pareja se había angustiado y salieron del carruaje. De pronto una sombra salió de la oscuridad de la noche y preguntó:
- ¿Que pasa?-
Iván respondió, casi sin aire de la preocupación:
-  Mi esposa está a punto de tener a nuestro bebe.
El hombre reaccionó.
-  Soy doctor, subamos al carruaje.
Subieron al mismo y el doctor los ayudó con lo prometido. Salieron del carruaje, Iván le dio la mano al doctor y dijo:
- ¿Cómo podré agradecerle?
El doctor respondió:
 -Si... ¿como se llamara el niño?
Iván le contesto:
-Horacio-.
De repente un trueno sonó, voces se escucharon y una niebla rodeo al carruaje. El doctor se había convertido en una criatura con túnica, capucha sin mangas y solo se veían sus colmillos y tenía brazos largos y su piel era pálida, como la luna. Dijo:
 - Su hijo tendrá una buena vida pero a los 18 se verá igual que su alma. Pasaron meses y años y Horacio fue feliz con su familia y creció.
Era un 12de enero del año 1.812 y Horacio se debía ir a la facultad. Sus padres lo despidieron pero antes su padre le dijo medio preocupado:- No cometas ningún pecado-. Después de eso, Horacio zarpó a la universidad de Madrid, en España. Cuando bajó del barco, se dirigió a la casa que su padre le había comprado. La casa no era muy grande y tenía una cocina, una habitación, un comedor y un pequeño estudio pero tenía muebles y materiales de primera clase. A la noche Horacio se fue a dormir.
Al otro día fue a la facultad y en la mitad del camino conoció a Roger Stone quien le dijo:
-Hola, soy Roger, ¿y quien eres tú?-
Horacio respondió:
-Soy Horacio Galindes, ¿adónde te diriges?
Roger respondió:
-Al salón 2G...
- Ah, yo también- Respondió Horacio y lo invitó a tomar algo.
|            - Está bien-dijo Roger .
Pasaron las horas y se fueron a tomar algo. Salieron del bar y ahí había una chica hermosa que usaba un pequeño sombrero y un vestido turquesa y su pelo pelirrojo era, Horacio y Roger hicieron una carrera para ver quien la alcanzaba para hablarle primero, pero la chica se había ido. Cada uno se fue a su casa; Horacio se había quedado despierto en su estudio. Se oyó tocar la puerta, la abrió y un hombre viejo e indigente dijo temblando:
- ¿Me podría dar una moneda señor?
 Horacio, algo cansado dijo bruscamente:
 - ¡No!- y cerró la puerta.
En menos de un minuto empezó a sentir un dolor de tortura, se retorció, sus ojos se volvieron pequeños y su boca se transformó en una mueca cruel, toda su cara se había arrugado y sus manos obligatoriamente se metieron en sus bolsillos. Se vio en el espejo y salió corriendo desesperado, pensando que sólo era un sueño. Vio al hombre y dijo:
- Perdóneme señor, perdóneme le daré algo... emmmm.....tome esto-.
Le dio una bolsa de dinero y el hombre dijo:
 -¿Seguro? ¡Gracias!- y se fue feliz.
Horacio se miró en una vidriera y se vio como siempre, sintió que volvía a respirar. Al día siguiente Horacio seguía pensando que todo eso había sido un sueño, pero dejó de pensarlo en cuanto vio a la chica de la otra vez. Corrió hacia ella y le dijo, algo nervioso:
-Hola.
Ella respondió:
-Hola, soy Anabel, ¿y tú quién eres?-Dijo algo asustada.
El respondió:
- Perdón si te asusté, es que eres tan hermosa-
- Entonces salimos?- dijo ella.
Y Horacio le dijo felizmente:
-Si, claro, si... ¡iuju!. Nos encontraremos aquí mismo a las ocho- dijo Anabel. Eran las ocho y Horacio la estaba esperando desde las siete y media. De pronto Anabel llegó y el la llevo a cenar. La pasaron tan bien que su relación siguió por meses.
Horacio se había olvidado de lo que había pasado aquella noche, hasta que una vez el decidió proponerle matrimonio. En el restaurante Horacio se tropezó con un mozo, perdió la sortija y se enfureció, casi lo golpea pero sus ojos ardían, sentía todo el cuerpo quebrado y recordó lo de aquella noche, se disculpó y corrió alejándose del restaurante volviendo a la normalidad. Un poco más tarde, le pidió ayuda a Roger quien lo mandó al negocio de su abuelo " aparatejos mágicos". El abuelo de Roger era flaco y bajo, tenía el pelo parado y pequeños bigotes canos. Le dio una lista y dijo:
-Sigúelas si o si.
Horacio las siguió pero no por mucho tiempo. Paso un mes y Horacio estaba paseando por la plaza porque no tenía clases; seguía caminando y se tropezó con una chica. Se reincorporó y la ayudó a levantarse. Ella le dijo
- Horacio, ¿eres tú?
- ¡Marina!-dijo Horacio.
Marina era una amiga de Horacio cuando eran niños
-Jajaja...!!  Mira qué sorpresa, hace mucho que no te veía- dijo Horacio
- Tienes razón- dijo Marina.
- Y... ¿Tienes novio?- Pregunto Horacio
 - Si, -dijo ella.
- ¡Hey!, ¿quieres venir a cenar a mi casa? Estará mi novia. Ah! y trae a tu novio
-Está bien -dijo ella.
Pasaron las horas Horacio esperaba a Marina y su novio y también esperaba a Anabel; llegó Marina pero sin su novio y Horacio le dijo:
-¡Hola! ¿Dónde está tu novio?
Ella respondió:
- Está trabajando pero pronto volverá , y... ¿Dónde está tu novia?
- Está con unas amigas pero pronto volverá.
Marina sonrió y le dio un beso en la boca y Horacio se había quedado duro. De repente se escucha un pequeño suspiro con llanto. Horacio dio vuelta la cabeza para la derecha y era Anabel. Horacio iba hacia ella pero se detuvo; le había agarrado como un ataque al corazón, sentía que su cara se derretía y no se podía mover. Se estaba transformando pero esta vez era más horrible. Anabel corrió hacia la cocina Horacio la siguió con su horrible apariencia pero Anabel agarró un cuchillo y le dijo atemorizada teniendo el cuchillo con su temblorosa mano:
-No te acerques a mí
Horacio golpeó su mano para defenderse sin lastimar a Anabel pero no lo pudo hacer. La mano con la que Anabel tenía su cuchillo fue a su pecho. Horacio, mientras lloraba se transformaba aún peor que antes. Era casi un monstruo y sólo una persona presenció esa escena y fue Marina, la cual se lo dijo a la policía. La policía arrestó a Horacio y a la mañana lo ahorcarían.
Llegó la mañana y llevaban a Horacio aún con su horrible apariencia. A Horacio sólo se le oía murmurar. Estaba parado a punto de ser ahorcado y se le oyó decir:
- Lo siento por todos mis errores -y volvió a la normalidad.
Los policías quedaron tiesos de lo que habían visto, lo que a Horacio le dio la oportunidad de escapar. Afuera estaba Roger esperándolo en un carruaje y le dijo
- Sé cómo curar tu maldición...

sábado, 4 de noviembre de 2017

Algunas frases de Enrique Jardiel Poncela (1901-1952)

 - Cuando tiene que decidir el corazón es mejor que decida la cabeza.

- Por severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su padre.

- Los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y después te cambian el programa.

- El que no se atreve a ser inteligente, se hace político.

- Realmente, sólo los padres dominan el arte de educar mal a los hijos.

- El hombre que se ríe de todo es que todo lo desprecia. -

- La mujer que se ríe de todo es que sabe que tiene una dentadura bonita.

- Historia es, desde luego exactamente lo que se escribió, pero ignoramos si es lo que sucedió.

- En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen; la gran mayoría de los sueños se roncan.

- Hay dos maneras de conseguir la felicidad, una hacerse el idiota; otra serlo.

- La sinceridad es el pasaporte de la mala educación.

- Todos los hombres que no tienen nada importante que decir hablan a gritos.

- Dictadura: Sistema de gobierno en el que lo que no está prohibido es obligatorio.

- Viajar es imprescindible y la sed de viaje, un síntoma neto de inteligencia.

- La experiencia es una enfermedad que no se contagia.

- La medicina es el arte de acompañar al sepulcro con palabras griegas.

- La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo.

- La verdad se parece mucho a la falta de imaginación.

- El pudor es un sólido que sólo se disuelve en alcohol o en dinero.

- Cuando el trabajo no constituye una diversión, hay que trabajar lo indecible para divertirse.

sábado, 28 de octubre de 2017

Para leer mientras sube el ascensor (Selección) Por Enrique Jardiel Poncela

Cigarro.- Tubito de papel, lleno de una sustancia indefinible, que sirve para destrozarse la laringe y para entablar conversación con los compañeros de viaje.

Mechero automático.- Mecanismo para quemarse las pestañas.

Mantecado.- Sustancia elaborada a base de huevo, que no tiene huevo nunca.

Reloj.- Aparato para comprobar que se llega tarde a las citas.

Peluquerías.- Establecimientos públicos donde dejamos el pelo, dando dinero encima.

Talento.- Cosa que todo el mundo elogia, pero poca gente paga.

Mula.- Mamífero que no escribe.

Escritor.- Mamífero que escribe y a quien nunca le contesta nadie.

Recordar.- Operación que, como la de pelar cebollas, siempre acaba haciéndonos llorar.

Bígamo.- Idiota elevado al cuadrado.

Esperanto.- Idioma universal que no conoce nadie en el Universo.

Veraneo.- Preocupación anual.

Mudanza.- Incendio sin llamas.

Vegetariano.- Hombre que no come carne delante de testigos.

Puños.- Trozos de tela destinados a limpiar las mesas.

Paraguas.- Artilugio destinado a echar el agua a la espalda.

Timbre.- Aparato que se coloca en las casas para diversión de los niños.

Abrigo de pieles.- Pretexto para que se siga matando zorros, martas y visones en Alaska.

Abrigo de pieles barato.- Pretexto para que se siga matando gatos en el resto del mundo.

Actor.- Ciudadano que cobra por repetir lo que han escrito otros, pero que nunca repite exactamente lo que está escrito.

Salida para caso de incendio.- Puerta donde, en caso de incendio, se encuentran apilados los cadáveres.

Novela de 300 páginas.- Ladrillo combustible.

Paso para peatones.- Sitio estratégico para atropellos.

Menú.- Lista de cosas indigeribles.

Puntos suspensivos.- Agarradero de los que no tienen nada que decir cuando escriben.

Escaparate.- Especie de vitrina que se coloca en la planta baja de las casas para que las mujeres se detengan ante ella a arreglarse el pelo y retocarse el vestido.

Anécdotas del Talmud (por el Rabino Salomón Yabra)

LA COMPRA DEL VIENTO

Uno de los pobladores contó al rabí Mendel que el dueño del lugar exigía el pago de los alquileres, pero él no tenía el dinero necesario. El rabí le aconsejó que comprara lo que se ofreciera, salvo objetos robados. El hombre fue a ver al propietario para preguntarle si tenía algo para vender. El noble se encontraba rodeado por una cantidad de amigos y, para divertirlos, propuso al judío que comprara el viento. Éste, obedeciendo el consejo del rabí, aceptó la oferta y solicitó al propietario de la población que redactara un contrato por diez años especificando que le vendía el viento por cien táleros anuales. Se firmó el contrato y el judío entregó una suma de dinero como adelanto. Había varios molinos de viento en las tierras que alquilaba el noble y cuando éstos comenzaron a funcionar el Iehudí mostró el contrato a cada molinero exigiendo que le pagaran por el uso del viento. Pronto estuvo en condiciones de pagar al noble su alquiler.


OBEDECER A LA MADRE

Un discípulo advirtió que su rabí estaba concentrado en un problema de interpretación de la Torá. El joven sabía por experiencia que esa concentración sería larga y regresó a su casa a comer. Cuando hubo comido, su madre le pidió que le hiciera un mandado, pero el muchacho se negó a demorarse, con el argumento de no perder la lección del rabí. No obstante al salir, el muchacho reflexionó: "¿Acaso el propósito de aprender no es el de realizar buenas obras?; Obedecer a mi madre es más importante que la prisa por mi lección”. Regresó e hizo el mandado para su madre. Luego se apresuró a ir de su rabí. Cuando éste lo vio exclamó: "Has de haber hecho una buena acción, pues en cuanto te vi se aclaró algo que me resultaba complicado interpretar.


UNA PLEGARIA LOGRADA A MEDIAS

La mujer de un rabí de Ropshitz dijo a su marido: - Tu plegaria fue larga hoy. ¿Conseguiste que los ricos sean más generosos en sus dones a los pobres?. El rabí contestó: - Logré la mitad de mi plegaria. Los pobres están dispuestos a aceptarlos.


EL AMOR AL PRÓJIMO

Se relata la historia del Rabí Sásov, quien dijo no haber comprendido realmente el significado del amor a un semejante hasta que lo aprendió de un borracho. Cierta vez, el Rabí pasó frente a una taberna, y escuchó un dialogo entre dos hombres ebrios. Uno le decía al otro cuánto lo amaba, pero éste se negaba que esto fuera así. “¡Iván!”, exclamó. “Créeme cuando te digo que te amo mas que a cualquier otra cosa en el mundo”. “No digas eso, Igor”, le respondió Iván. “En realidad no me amas”. Igor bebió un vaso de vodka de un trago. Las lágrimas le corrían por el rostro. “Te lo aseguro, Iván. Te amo de todo corazón”, sollozaba. Iván meneó la cabeza. “No, Igor. No creo que me ames. Si realmente me amas, dime cómo estoy sufriendo. Dime lo que me falta. Dime cuáles son mis necesidades”. El Rabí de Sásov se alejó. “Ahora sé, que a menos que sienta el dolor de otra persona a sazón de saber cuáles son sus prioridades insatisfechas, realmente no he logrado un sentimiento de amor por ella”. El amor al prójimo requiere de una profunda comprensión personal para lograr comprender cuales son las necesidades de cada quien.


LA ELEVACIÓN

El rabí Menahem Mendel  conocido como el “Tzemaj Tsedek” era destacado desde la niñez por su extraordinario coeficiente. Cierta vez su abuelo lo vio jugando con chicos de su edad quienes competían por llegar más alto a través de una escalera; todos subían apenas hasta la mitad y luego se caían. Sólo él pudo llegar hasta el final de la escalera. El abuelo, sorprendido, le preguntó como es que pudo lograrlo. El niño respondió: “Mis amigos, al subir miran hacia abajo, al darse cuenta lo lejos están del piso, se marean y caen. En cambio yo, miro solamente hacia arriba apreciando cuán alto está el cielo y cuán bajo estoy, entonces prosigo subiendo hasta llegar a lo más alto”. En ocasiones, se cree estar en un nivel muy elevado pensando en alguna acción buena efectuada, pero cuando se observa hacia lo superior, analizando lo que falta, se logra elevar mas aún en lo espiritual.

lunes, 23 de octubre de 2017

Ganadores del concurso "Contate un cuento X"




GANADORES DEL CONCURSO "CONTATE UN CUENTO X"


La Escuela de Educación Secundaria Nº 3 “Carmelo Sánchez” de la ciudad de Balcarce lleva adelante el proyecto Cultural “Contate un Cuento “. Se trata de un concurso literario narrativo que invita a  los jóvenes y adultos de nuestra ciudad, de toda la Argentina y de otros país a imaginar una historia que nos haga reir, llorar, reflexionar, enojar …   Hoy nuevamente el objetivo está cumplido y la décima edición cuenta con nuevos ganadores


Categoría A: Jóvenes de 12 y 13 años


Gandadora:
“Perfume a lavanda” de Aixa Vilicich, alumna de 1º año del Colegio Santa Rosa de Lima

Mención de honor:
“La chica de los ojos blanco” de Clara Raimondi, alumna de 2º año de la E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez”
“El niño pasado, presente, futuro” de Maia Pontaroli, alumna de 2º año del Instituto Gral M. Rodriguez de Tandil
“Del odio a la pasión hay un solo paso… enfrentarlo” de Sofía Altamirano, alumna de 1° año de la E.S.Nº 1 de Napaleofú


Categoría B: jóvenes de 14 y 15 años


Ganadores: premio compartido
“Desde la ventana” de Anna Ogueta , alumna de 3º año de la E.S. N° 3 “Carmelo Sánchez”
“Los Campbell” de Francesca Espósito Ressia, alumna de 4°año del Colegio Santa Rosa de Lima

Mención de honor:

“Mundo ideal o mundo real” de Iara Roxana Videla, alumna de 3° año de la E.S.N° 3 “Carmelo Sánchez”
“Cain” de Carolina Villar, alumna de 3° año del Colegio Nuestra Sra. De Fátima de Castelar
“El misterio de la fórmula perdida”” de Lara Suarez Mira Reija de España


Categoría C: jóvenes de 16,17 y 18 años


Ganador
“Agonía” de Ana Josefina Blanco, alumna de 5º año de E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez”

Mención de honor
“43 días más” de Valetina Airslur, alumna de 5° año de E.S.N° 3 “Carmelo Sánchez”
“1982” de Rodrigo Ramirez, alumno de 2º año de E.S.N°10
“El día equivocado y el momentos menos indicado” de Yamila Molina, alumna de 6° año de la de E.S. N° 6


 Categoría D: adultos


Ganador:
“El instrumento” de Manuel Cedeño de Venezuela

Mención de Honor
“Pi” de Camila Wanda Landeyro de Lobería
“Calma” de Paola Andrea Rinetti del Partido de tres de Febrero
“La rosa rota” de Marcelo Mendiburu de Matheu

     Este año en las tres primeras categorías se permitió la coautoría por ello hubo un total de 158 participantes y 150 cuentos presentados  Entre las escuelas intervinientes, además de las ganadoras, se encontraron la E.S.Nº1 , la E.S.N°2 de San Agustín, la ESN°4, la ESN°5 de La Brava,  el Colegio San José  de Balcarce  La E.S.N° 2 de Lobería , la E.S N° 3 de San Manuel, la E.SN° 2 y 71 de Mar del Plata.  También han participados jóvenes de Rafael Castillo, Almirante Brown, Pergamino, San Rafael, Mendoza y Venezuela. En la categoría Adultos hubo participantes de la ciudad de Balcarce, Ciudad Autónoma de Bs.As., Tandil, Lobería, San Antonio de Areco, Córdoba, La Pampa, Colombia, España, México y Uruguay
  El jurado estuvo integrado en esta oportunidad por las Inspectoras de la ex Inspectora de Educación Primaria Mónica Arriegue (Categoría A); la Inspectora de  Adultos Laura Gimaray (categoría D) , la Inspectora de Psicología Social Juana Benites (categoría C) y la Inspectora de Secundaria Lourdes Ochoa (Categoría B), la directora de la E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez”,Natalia Vuotto (categoría A y C), Vicedirectora de la E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez” , Karina Coria (categoría B y D) ;  las profesoras Idelsa Arcuri y María Angélica Pajín y el escritor Ezequiel Feito.  
  Esperamos a todos los ganadores y participantes en el acto de premiación que se realizará el día 9 de noviembre a partir de las 9hs. en nuestro establecimiento sito en calle 32 Nº 1026. Los ganadores serán premiados con un  auricular con  Bluetooth y FM donado por los gremios docentes y libros enviados por la editorial SM y Mandioca.  Los cuentos ganadores y menciones próximamente aparecerán en este Blog y en la sección de Rescatados del fuego que aparece en el diario La Vanguardia y todos los participantes recibirán un libro donado por la Biblioteca Nacional
 Este espacio cultural que en el año pasado fue declarado de Interés Educativo por el Ministerio de Educación de la Nación según resolución 1275 convoca cada año a participantes de distintas ciudades de nuestro extenso país y de otros países. Gracias por elegirnos, gracias por dejarnos existir, estamos orgullos de brindarles un espacio donde puedan dejar volar su imaginación y como decimos siempre“Mientras haya alguien que quiera contar, mientras haya alguien que quiera escribir, mientras haya un joven con ganas de imaginar , “Contate un cuento” existirá.