sábado, 22 de junio de 2013

DE VIAJE Por Francisco López Merino

Un niño, frente a mí, va mirando el paisaje;
sus ojillos descubren las flores campesinas,
y como el tren se lanza por valles y colinas
este niño se llena de emoción en el viaje.

Silabea palabras que apenas oigo, asombra
ésta mirada suya penetrante y tranquila,
se dijera que ansía que su clara pupila
aprisione los bellos pormenores que nombra...

Los demás, abstraídos, el paisaje olvidamos.
El pensamiento nuestro cesa de hilar, reposa...
Yo me he dicho ante el niño que admira el cielo rosa:
él es el más poeta de los que aquí viajamos.

TATUAJE Por Mayte Sánchez Sempere. Madrid.- España

"Yo, por mi parte, sigo con el tatuaje
de su nombre en la sangre, en los labios,
en el naufragio fértil de mis versos".
                                             Batania
indeleble
la tinta de su nombre
tatúa las arterias
de mis versos

indeleble
dolor, herida,
músculo palpitante
habita el reverso
de mis días

indeleble
su huella
en cada escama
de esta piel anaconda
que un día fue su abrigo

Indeleble
destino dibujado,
taladran
mi vientre
las lanzas del olvido

indeleble,
paciente,
consagrado,
su nombre en mi palabra
y mi piel
que quiere ser su abismo

TESTIMONIO DEL CREDO Por Luis R. Furlan

Creo en la espina azul si me desgarra
el corazón  trasmundo del vocablo-
como un agudo y trágico venablo
y ennoblece mi canto de cigarra.

Creo en la copla viva cuando narra
leyendas de la sangre en mi retablo,
en la vigilia donde sueño y hablo
y en el leño si el fuego lo socarra.

Creo en la rosa angélica y fragante,
en el amor, buhonero y trashumante,
y en la inicial minúscula del nombre.

En la humildad pacífica del huerto,
en la revelación del tiempo cierto;
y todavía más: creo en el hombre.

Por dar al viento trabajo Por Antonio Machado

Por dar al viento trabajo
cosía con hilo doble
las hojas secas del árbol.

EL JUSTO MEDIO Por R. Menéndez

No doblo mi cabeza de hombre libre
ante ningún despótico tirano,
ni nunca, altivo, desdeñoso y fiero
humillo injusto al que se encuentre abajo.

No subyugo la mente pensadora
a un histórico dogma autoritario;
No impongo, intolerante, mis doctrinas
al que opuestos principios tiene acaso.

No me juzgo inferior a ningún hombre,
aunque ocupe un trono y yo un calvario;
jamás tampoco de soberbia lleno,
me he creído mejor o más preciado.

Madre común, la gran naturaleza
a todos modeló del mismo barro,
de su amante regazo procedemos
y hemos de retornar a su regazo.

Me inclino reverente ante la ciencia
y a la virtud corono con mi lauro,
en mi espíritu tiene noble culto
la religión sublime del trabajo.

Por las etapas de la eterna vida
así cumpliendo con mi destino avanzo;
y en la sociales luchas es mi lema:
A nadie superior, de nadie esclavo.

Olvido Por Diana Luz Bravi.- Rosario.

El olvido llega lentamente. Uno se cree abandonado, pero llega. El olvido llega como llegan las tardes cuando empieza a llover. La lluvia llega y el alma se expande, cuanto más se expande el alma el olvido encuentra más espacio vacío y se prodiga.  Espaciosa se hace el alma, mojada y fría, pero espaciosa. Como la lluvia,  empieza con un golpeteo que es música de tanto golpear y uno se sacude y se le eriza la piel. Y llega el sabor dulce del agua que se abre paso. El golpeteo es música escondida en el hueco de las caracolas que adornan livianas las bibliotecas. La música eriza la piel y uno desearía detenerla para detener el tiempo del olvido y gozar. Pero sigue impasible, unas veces lenta, otras  empujada por un viento del sur, pero impasible. Y el agua se abre paso, como las lágrimas cuando resbalan.  Uno siente que lento se derrama el olvido, pero implacable.  Ancho el tiempo del olvido, real tiempo cierto. Uno mira los charcos sudorosos, las arboledas escanciadas, saciadas, y se le eriza la piel y se siente cada vez más cerca del olvido. Y el olvido llega, hace un cauce profundo en el centro del alma. Lo hace de a poco, tan lento que  hasta las palabras sobran y sorprenden.  Las palabras se hacen líquidas de lluvia y de olvido. El cauce va vestido de olvido, y cuando llega al alma  le regala el vestido. Es lluvia el vestido que viste el cauce rumboso. Y allí lo deja y sigue desnudo, va en busca de otra alma. Y a uno se le eriza la piel. Tiempo lluvia. El cauce ya está hecho y se siente otra vez cantar, se siente otra vez  la niñez  en el alma jugar en los charcos, caminar bajo la lluvia.
Inútil tratar del volver, es el manso regazo, es un ramo de veintidós calas desnudas sólo para uno, es la tersura del interior de un  cuenco, la suavidad del pétalo.
Y si miramos abajo vemos transcurrir un río muy quedo. Bajo los pies pasan peces de colores repartidos, algas brillantes, anémonas inquietas. Y ya no es posible regresar.


Ahora que tengo que olvidarte

Me acuclillo en las  raíces secas 
del ombú de la placita.
Las ramas  suben,  protestan, 
                                   y yo  ahora,
cuando el olvido llega
no quiero seguirlas a lo alto
amanezco hacia abajo, hacia mi suelo.
Ahora yo debo
                                    olvidarte
Olvidarte del sur de las mañanas 
Del latir del locutorio frío, 
                          del pulso húmedo
de mi sudor  atado a tu destino. 
Ojala llueva tanto
en las raíces… 
y  el olvido fiel  encauce 
                            al borde de mi cama.
Ahora que tengo que olvidarte
                                      Ahora.

El Sabor De Tus Besos Por Marga Utiel.-Badajoz-España

¿Dime a qué saben tus besos?

¿A hierbabuena y romero?
¿A dulce miel de mil flores?

La textura de tus labios con el sabor de tu aliento,
que exhala ese amor profundo, que anhelo cuando te has ido;
enredada en tu recuerdo, elevada en tu suspiro.

¿Dime a que saben tus besos?

¿A fruta de la pasión?
¿A crepúsculo de olvido?

Leve roce de un encuentro de tus labios con los míos;
roce leve de tu boca con dos gotas de rocío.
Suave néctar de elixir que me eleva al infinito.

¿Dime a que saben tus besos?

¿Sabor a olor de azahar?
¿A madreselva y claveles?

Al alba junto a tu cuerpo en contacto con el mío,
terciopelo de tu piel; la calidez de un suspiro,
la suave brisa que envuelve la pasión junto al delirio.

¿Dime a qué saben tus besos?

¿Manzana del paraíso?
¿Mezcla de azmicle con menta?

Tu boca junto a mi boca detiene el tiempo a tu lado,
saboreando y sintiendo la caricia de tu abrazo;

MODELO DE CONTRATO QUE FIRMABAN LAS MAESTRAS CON EL CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN en el año 1923 en nuestro país.

CONSEJO NACIONAL DE EDUCACION
CONTRATO DE MAESTRAS AÑO 1923

Este es un acuerdo entre la señorita NN, maestra, y el Consejo de Educación y de la Escuela por el cual la señorita NN acuerda impartir clases por un periodo de ocho meses a partir de....de 1923.
La señorita acuerda:
1* - No casarse. Este contrato quedara automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa.
2* - No andar en compañía de hombres.
3* - Estar en su casa entre las ocho de la tarde y las seis de la mañana, a menos que sea para atender una función escolar.
4* - No pasearse por las heladerías del centro de la ciudad.
5* - No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin el permiso del presidente del Consejo de Delegados.
6* - No fumar cigarrillos. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra fumando.
7* - No beber cerveza, vino, ni whisky. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra bebiendo.
8* - No viajar en ningún coche o automóvil con ningún hombre excepto su hermano o su padre.
9* - No vestir ropas de colores brillantes.
10* - No teñirse el pelo.
11* - Usar al menos dos enaguas.
12* - No usar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos.
13* - Mantener limpia el aula.:
a) Barrer el suelo del aula al menos una vez al día.
b) Fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua caliente y jabón.
c) Encender el fuego a las siete, de modo que la habitación esté caliente a las ocho cuando lleguen los niños.
d) Limpiar la pizarra una vez al día.
14* - No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.

Fuente: "La Revista del Consejo Nacional de la Mujer" Año 4, Nro 12, marzo 1999. Buenos Aires. Gentileza de Atilio Barragán.

¿A dónde ir?

- La gente preguntó al Mulá Nasrudín "¿Dónde debemos ir en una procesión fúnebre, al frente, en la parte trasera, o al lado?"
Nasrudin contestó:
"¡No importa donde vayas, mientras no vayas dentro del ataúd!"

SUICIDAS ERAN LOS DE ANTES

"El comisario de Vizcacheral, Depto. Capital, ha elevado un parte a la jefatura de policía central del cual transcribimos el siguiente párrafo cuya construcción es un modelo de sintaxis: “De averiguaciones por mi echas se despriende que el suicida se zuicidó por si mismo como lo atestigua en su declaración la esposa del finado recientemente viuda por fallecimiento de su marido”


(Texto extraído del diario “El Liberal” de Santiago del Estero. Recopilación: Paraná Sendros)

SENTENCIA CHINA

Cuando los sables están enmohecidos; los arados relucientes; los umbrales de las escuelas desgastados; las gradas de los hospitales y juzgados, cubiertas de hierba; cuando los abogados andan a pie; los médicos a caballo y los comerciantes en coche: el país está bien gobernado.

La conciencia de un indio

Antes de la conquista del desierto, cuando las autoridades de  nuestro país proveían de víveres y tabaco a los indios de la pampa, un cacique recibió un paquete de tabaco, dentro del cual encontró una moneda de plata de cinco bolivianos.
Su conciencia le ordenaba devolver el dinero, y así lo comunicó al sargento del fortín, quien rió de sus escrúpulos. Pero el indio explicaba su caso así:
-“Indio tiene dos hombres adentro: hombre bueno y hombre malo. Hombre bueno dice: “no es tuyo”; hombre malo dice: “guardar moneda”, indio no puede dormir, porque hombre malo y hombre bueno peleando toda la noche”.

Del libro “Moral y Civismo”, de Ernesto Nelson

"¡Viva la Santa Confederación Argentina, mueran los salvajes unitarios!

"Buenos Aires, 31 de julio de 1839, año 30 de la Libertad, 24 de la Independencia y 15 de la Confederación. 

"El gobierno, considerando que esta ciudad fue puesta desde su fundación bajo la protección de un francés, San Martín, natural de Tours, quien no ha sabido hasta la fecha librar a esta ciudad de las fiebres periódicas, escarlatinas, ni de las secas y epidemias continuas que en diferentes épocas han arruinado nuestra campaña, nuestras cosechas y nuestros ganados, ni de las extraordinarias crecientes de nuestro río que destruyen casi anualmente una cantidad de obras y monumentos de la ciudad que se encuentran sobre la costa.
"En fin, que la viruela acaba de desaparecer a causa del descubrimiento de la vacuna, sin que el patrono por su parte haya jamás hecho el menor esfuerzo para librarnos de esa terrible calamidad.
"Que para combatir las invasiones de los indios en la frontera, para sostener las guerras civiles y extranjeras que nos han sobrevenido, hemos tenido que recurrir en el primer caso a la Santa Virgen de Luján, en el segundo a la Virgen del Rosario y la Merced y también a Santa Clara Virgen, con cuyo único consuelo hemos podido triunfar, mientras que nuestro patrono, el francés, permanecía indiferente en el cielo sin ayudarnos en lo más mínimo como era su deber.
"En vista de los motivos expuestos venimos en decretar y decretamos:
"Artículo 1°: El francés unitario San Martín de Tours, que ha sido hasta hoy el patrón de esta ciudad, habiendo perdido la confianza del pueblo y del gobierno, abandonado por sus compatriotas, aliado del traidor Rivera y demás salvajes unitarios, es destituido para siempre del empleo de patrón de Buenos Aires, medida que creemos conveniente para la seguridad publica y para el triunfo de nuestros derechos en la santa causa de la confederación".
Artículo 2º: Atenta la antigüedad de los servicios prestados por San Ignacio de Loyola, venimos en acordarle una pensión de velas de cera de una libra y una misa cantada que se celebrará en su altar el día de su fiesta que se celebrará en la catedral.
Artículo 3º: El ciudadano naturalizado San Ignacio de Loyola, queda nombrado patrón de esta ciudad, con la graduación y honores de brigadier general de la república, debiendo usar la divisa federal…”

El edicto no llegó a presentarse ante la Cámara. Rosas, en el exilio, dijo haberlo desestimado.
Extraído del libro: “De la Tiranía a la Libertad” de Arrilli

Infancia y bibliofobia Por María Elena Walsh

La vida sin estadísticas equivale al Paraíso. La amarga manzana de los números nos destierra a la realidad. Según ella, casi el 80% de nuestros niños carece del hábito de la lectura.
Por suerte, la noticia fue olvidada bajo la avalancha de novedades apocalípticas que siguieron.
En la barriada de Villa Freud -meridiano de las inquietudes culturales porteñas- vecinos hubo que mesáronse los cabellos y pusieron el grito en el cielo de ascensores y pasillos. Después de algunas sesiones suplementarias de terapia y de culpar debidamente a la TV, todo siguió igual, con la calma que sucede a las catástrofes. Sería oportuno preguntarse si alguna vez existieron niños lectores, y si al adulto le importa que contraigan tan impertinente vicio, a contramano del mundo en que vivimos.
El problema poco tiene que ver con los chicos. El problema consiste en que nuestra sociedad aborrece la cultura, y lo disimula aparentando reverencia por los intelectuales y la Feria del Libro.
El modesto gueto de los lectores sobrevive penosamente a las diversas agresiones que procuran su aniquilamiento. La agresión de las clases mandantes, que mantienen a oscuras a sus subordinados porque todo lector es un disidente en potencia. La de grupos que, de manera ancestral, desconfían del libro (o Código) y de la persona "léida" como causante de sus desdichas. El lema "Alpargatas sí, libros no" sigue vigente, sustituibles las honradas alpargatas por Addidas y botas. La frase sintetiza nuestra imbatible irracionalidad: siempre la opción, jamás la suma.
Además de estas enemistades, hay que enfrentar la peor: la artillería industrial que procura reemplazar el libro por cualquier bazofia impresa de venta fácil y compulsiva.
Los niños lectores fueron siempre un minúsculo reducto de "raros". No abundaban en la era pretelevisiva, casi diría que escaseaban más que hoy, cuando los estímulos abundan gracias a un natural progreso económico y social, y pese a él.
El niño lector, lamento decirlo, no puede surgir sino de una casa donde haya libros y se usen. No importa qué libros: recetarios, novelones, tratados, enciclopedias. Pero libros. Y que los mayores los devoren, manoseen, presten y comenten.
En otras épocas y latitudes, en toda casa había por lo menos uno: la Biblia, y solía leerse en familia. Con él bastaba y sobraba. Habrá quien diga que no es lectura para menores. En ese caso, que cambie a Sansón por el Increíble Hulk, y todos felices.
Si a nuestra sociedad le preocupara en serio el hábito de la lectura en los chicos, procuraría no seguir fomentando la existencia de madres ignorantes. A la mujer se la disuade firmemente, por todos
los medios, de cultivarse en profundidad. Pocos serán los hijos acostumbrados a ver -e imitar- a su santa madre dedicada a la lectura, a respetar lo que significan concentración, paciencia y soledad.
Los vecinos de Villa Freud, fervorosos del prestigio cultural, epidérmicamente aspiran a que el nene resulte un elegido de las musas. Pero suelen descuidar el largo trecho que debe recorrer hasta
devenir intelectual laureado, digno de almorzar con Mirtha Legrand. La discriminación sexual todo lo degenera. Un varón que prefiera leer a patear una pelota puede resultar sospechoso de afeminamiento y hasta se teme por su salud. A una nena entusiasmada con una novela se le sugerirá que "no se quede tanto tiempo sentada sin hacer nada (sic), que ayude en las tareas domésticas, etcétera".
Por otra parte, los adultos justifican la falta de tiempo de sus niños, agobiados por una intensísima vida social: unos cinco cumpleaños semanales con disc-jockeys y luces sicodélicas, salidas a comprar la ropa de moda esa quincena, cines, teatros y compromisos diversos en quintas, campos de deportes, confiterías y otras intoxicaciones.
Esta vida social no parece destinada al intercambio de afectos sino a la afirmación del status de los padres. Aturdimiento y frivolidad no son invenciones infantiles sino males adquiridos por contagio o herencia. Los niños, como dice Bachelard, necesitan "aburrirse" en su sentido creativo, pero casi nunca lo consiguen, ocupados como están en representar sus papeles para que sus padres no hagan papelones.
En la otra punta del ovillo figura la deserción escolar de menores obligados a trabajar, pero desconocemos la estadística, por lo tanto no existen y seguimos en Villa Freud.
Los adultos dicen también que no tienen tiempo para leer. Eso sí, lo dicen con tono culposo y hacen bien porque el doble mensaje es claro y canallesco: los que tenemos tiempo para leer somos vagos, ociosos y mal entretenidos, como Juan Moreira.
Sin embargo, poca gente hay tan cruelmente ocupada como los lectores. En su mayoría sufren de pluriempleo y maratón laboral, porque justamente ese hábito, entre otros, les ha impedido labrarse un presente justipreciable en dólares y generador de perpetua vacación.
Inútil sería agregar que las llamadas clases ociosas o del jet-set dudosamente abrieron un libro en sus vidas, salvo quizás el de sus propias memorias escritas por alguien de la servidumbre.
Nuestra sociedad aborrece el libro, sí. No es la TV su enemiga natural, como si se tratara de un aparato autocomandado. La sociedad expresa su aborrecimiento a través de medios como la TV, que es algo muy distinto. El libro y los medios de difusión no tendrían por qué ser antagónicos sino complementarios. Pero la ausencia de política cultural, que fomenta la disyuntiva, está llena de significado y no de distracción o ineficiencia.
Las raras veces que en TV se representa a un personaje lector, se lo ridiculiza y convierte en el "traga", el idiota de la familia. Los anteojos suelen usarse como símbolo de torpeza. ¡Hasta Leonardo da Vinci fue telebiografiado en permanente actitud de papar moscas, sin abrir jamás un libro!
Algunas madres sinceramente preocupadas porque sus hijos no leen, transfieren el problema hacia la elección de lecturas. Las más avispadas consultan a asesores de determinadas editoriales... que por cierto les recomiendan los libros editados por el patroncito.
Aunque los consejos fastidian, y en este caso especialmente a la consejera, les diría que empezaran por leer ellas, las madres, si aún no lo hacen. O que recuperaran tan grato vicio si lo perdieron, y que los platos los lave Magoya.
En segundo lugar, que los chicos deben leer de todo, siempre que lo entiendan y les guste, porque la lectura es placer y no obligación.
Personas archilectoras y supercultas están de acuerdo en que uno se pasa la vida aprendiendo a elegir, y que el llamado gusto o acierto de la madurez puede emanar de una afición infantil por libros de dudoso mérito. Pero libros.
Si la madre no lee puede al menos evitar que sus hijos se contaminen hasta el hueso de la espesa bibliofobia reinante.
Por ejemplo, el mes de marzo trae un vendaval de quejas a Villa Freud. Regresan todos de distintos lugares del planeta, cargados con los más insensatos productos. Y de pronto ¡hay que comprar los libros para la escuela, que están, naturalmente, carísimos (mucho más que los marfiles en Sudáfrica o la porcelana en Miami) y esa loca de la maestra que se los exige a los chicos!
El nene, de paso cañazo, aprende a detestar a los dos máximos afrentes de tortura, según sus mayores: la maestra -que generalmen-te es loca- y el librea -que siempre es carísimo--. Y así el nene se va integrando sin desajustes en una comunidad que sólo venera la guerra, el deporte, la propiedad y la velocidad.
A todo esto, en las antípodas de Villa Freud, el changuito seguirá preguntándose: "¿Qué cosa sabrá ser un libro?" Si alguien le contara en qué consiste una biblioteca infantil (en Dinamarca, por ejemplo) escucharía fascinado la fábula marciana. Fábula agonizante, por otra parte, porque ya estamos en el reino de los gabinetes de lectura con computadoras, pantallas, microfilmes, etcétera.
El niño lector es un bicho raro, y a la familia nadie le enseña a cultivarlo sin aprensión. El pequeño corre el riesgo de ser alguien "feliz en palabras, por lo tanto desdichado en hechos" (Bachelard).
Primero Proust y luego Victoria Ocampo celebraron los recuerdos unidos a lugares de lectura: patios, jardines, espacios que, si hoy escasean, podrían ser reemplazados por ese segundo hogar de las bibliotecas ¡ay! ausentes como la paz del alma e indeseadas como la música clásica.
La lectura no da plata, no da prestigio, no es canjeable, no sirve para nada. Es una manera de vivir, y los que de esa manera vivimos querríamos inculcarla en el niño y contagiarla al prójimo, como buenos viciosos.
Nada quisimos ganar con la lectura, sino seguir leyendo. Sólo aspiramos a no morir antes de llegar al final de Los Miserables. Por ese hábito perdimos trenes, empleos, novios, concursos, status, ascensos y días de sol.
Nos hicimos niños en La Cabaña del Tío Toro y adolescentes con un implacable padre llamado Martínez Estrada, que nos enseñó que Dios no es argentino.
Preferimos el oprobio antes que abandonar a mitad de camino a la heredera de Washington Square o traicionar a Iván Karamazov. Nos hicimos mujeres con Simone de Beauvoir, y hombres enganchándonos en los barcos de Conrad.
Ahora, cuando intercambiamos en el gueto páginas y comentarios, con la secreta ansiedad de los conspiradores, somos felices, pero melancólicamente pocos. Querríamos que los niños nos acompañaran, emularan y compartieran esa dicha, esa fatalidad, ese desinterés. ¡Pobres grandotes zonzos y pobres niños de cabecitas reducidas!

Clarín, 5 de junio de 1980

CHORRILLO Por Carlos Alberto Giménez

Baja, copioso, serpentea,
sin métrica, desorillado.
El chorrillo esparce su pureza
niega la alquimia
del desespero
fecunda, resiste, avanza…
copula la tierra
Germinando esperanzas.

El chorrillo ondula
pasea, resurge…
se niega a llenar jofainas
de oportunos Pilatos,
prefiere llenar tinajas
para ser vino bueno
como en Caná de Galilea,
se resiste a correr por correr
prefiere detenerse
a mirar la vida
a compartir
con los vagabundos
el silencio de su hambre
y la escasez
de un vino de oferta,
con los que celebran
en sus orillas
aunque lo sometan
a la penuria
de enfriar botellas.
Ama la cosquilla
de algún inquieto salmón
o la mosca furtiva
de un niño acampante.
Se resiste a ser
cinta transportadora
de bolsas de residuos
o residuos sin bolsas,
aspira a ser honrado
en su misión de paz
y de pan
El chorrillo gira un vado
uniendo orillas
abrazando la tierra
besando su lecho
donando melodías
de su trova monocorde.
Baja, corre, ondula,
trae el llanto de la nieve
y porta en su cuenca
la sonrisa de Dios
y la bendición
de su ofrenda.

Quien debe paga Por G. Núñez de Arce

Hay quien tiene la imprudencia
de olvidar, torpe y ligero,
o las deudas de dinero
o sus deudas de conciencia.

Y se forja la ilusión
de que es insolvente, cuando
está el infeliz pagando
con su propia estimación.

Porque todo el que se atreve
a prescindir del deber
se expone siempre a perder
mucho más que lo que debe.

Poema para un aniversario Por Mayte Sánchez Sempere- Madrid-España

Somos una estructura
con infinitos dedos,
un tacto desmedido
de pincel. Somos
lo vertical como síntoma,
la velocidad como síntoma,
la fiebre, como enfermedad
creadora. Somos
azul ultramar en tiempo detenido,
trayectoria espiral
que ignora el asidero
y se eleva
en tinta y destrucción
esculpiendo un mecano y una enredadera.

Somos
un aliento minúsculo
en el aire viciado
por la iconomímesis del trazo repetido,
por el ojo traslúcido,
por la muñeca artrítica,
por el paso en la huella de la cartografía.

Y somos un país con fronteras erráticas,
un grito apuntalado
con nuestros propios huesos,
somos la génesis
de una cicatriz hermosa e indolora,
la semilla de algo
que aún no comprendemos.

Vitiligo Por Enrique Spinelli

En la hermosa ciudad de Balcarce, habita una hermosa muchacha con vitiligo. Las viejas chusmas de vereda, como los contadores públicos y los vendedores de autos, sólo ven vitíligo; pero ante los muchachos del Alas, ante los mecánicos y ante los viejitos del Savoy, la piba nos florece en bellísimas imágenes.
El Dr Garsú pasa horas absorto observándola; viendo como su piel le muestra distintas figuras. Nunca sabremos si estas figuras son reales o producto de nuestra percepción, vulnerable al clima, a nuestro ánimo, a nosotros. Pero … ¿Cuál sería la diferencia? El asunto es que su piel puede lucir como un simple mapa, pero en algún mágico momento nos parece formada por suaves pétalos. También suele mostrarnos dragones, grifos enfurecidos, hadas amables y nubes difusas.
No está claro cómo ni por qué se producen estos cambios.
Todos esperamos ansiosos el verano y sus soleras. Ni hablar de observarla en bikini en el balneario de San Agustín. Es importante hacerlo sin incomodarla, sino las figuras desaparecen. Siempre me obsesionó una forma sobre su espalda, justo entre los omóplatos. Me encanta treparme al sauce (el que está cerca del trampolín) y observarla mientras reposa bajo el árbol. Al igual que esas postales mágicas y las bolitas norteamericanas, las formas varían según la orientación de nuestra mirada. Así, suelo pasar temporadas observando sus mariposas, nubes, pajaritos, flores que se abren, flores que se cierran, manos, pañuelos que vuelan; hasta que me descubre y aparecen bestiales dragones vociferando fuego de ira. Son escenas bellísimas, pero debo dejarlas ir porque son precursores de terrenales ojotazos.
Cuando esta mujer ama, su cuerpo se puebla de labios, se vuelve toda boca; capaz de abrazar en besos. ¡Y nosotros tan limitados!
Todos conocemos sus formas públicas; pero dicen que la metamorfosis más bella es la privada. Cuentan que al recorrerla aparecen bahías, charquitos, laguitos, mares calmos y mares enfurecidos, que parecen decididos a destruirnos para luego amansarse y transmutarse en desolados paisajes de calma. Todo en rosa, rosa tenue, rosa viejo y rosa suave, muy suave.

Si el cielo no responde Por Nieves M.ª Merino Guerra- España

Si el cielo no responde…
Y si no responde el cielo a los ruegos
Y si la alegría se esconde y escapa…
La tristeza, muda, envuelve en silencio
abriéndole el cofre a la esperanza.


Si no llega el día en que la alegría
dance en “nosedonde”…La naturaleza.
plena de energía, nos dará otro día.
Y ése amor que hiere, no verá belleza


Respira dolor. Se huele, se palpa…
Se corta en el aire como pan de leña
ahondando la herida que amasa en el alma


Ya las pesadillas dominan los sueños
Todo el sinsentido las horas nos matan.
Y el amor se rinde, muriendo de pena

Guitarra Por Atahualpa Yupanky

La tierra es todo cantares.
Como pasto van brotando.
Tu te pones a escucharla
y ella te los va dictando.

Amablemente Por Iván Diez

La encontró en el bulín y en otros brazos,
sin embargo, canchero y sin cabrearse,
le dijo al tiburón: “Puede rajarse;
el choma no es culpable en estos casos!”

Al quedarse bien solo con la mina,
buscó las alpargatas y, ya listo,
murmuró, cual si nada hubiera visto:
“Cebame un par de mates, Catalina”.

La grela, jaboneada, le hizo caso.
El tipo, saboreándose un buen faso,
la mateó, chamuyando de pavadas...

Y luego, besuqueándole la frente,
con toda educación, amablemente,
¡le fajó treinta y cuatro puñaladas!

SE LLAMABA SERAFIN Por Carlos De La Púa

Lo llamaban Serafín
en el barrio de las latas.
funyi, lengue y alpargatas
y una mirada sin fin.
Tenia fama de piolín
cuando entre extraños estaba
y si alguno se pasaba...
que se broncaba era fijo,
y ahí nomás... un barbijo
al más pintao le bordaba.

Pero un día un cartonazo
de un barrio desconocido
le corto hasta el apellido

A punta, tajo y hachazo,
lo dejo con medio naso,
oreja como sandia,
un ojo pa'l'otra via,
de fiambre de dio un tortazo,
y de postre...el esquinazo
con la mina que tenia!!!

Después de este "festival",
se dedico al beberaje.
Melenudo, sucio el traje,
Nue visto miseria igual.
Nunca más el arrabal
lo vio con la luz de día
ni taurear como el sabía
y... cuentan en el estaño,
que murió justo a fin de año
....brindando con leche fría!!!

Cine de Barrio Por Héctor Gagliardi

Entrada de corralón.
Catedral del cine mudo,
como un timbre tartamudo
pregonando la función.
En el frente un cartelón
anunciando en episodios:
Pronto “La casa del Odio”
(cinta llena de emoción).

A la derecha un letrero
cantaba: Boletería.
Tras la reja se veía
la mitad del boletero.
Cortinao de terciopelo
donde el arte de “colar”
era poderse esquivar
el zurdazo del portero.

Platea de raya al medio
contra el suelo atornillada;
una alfombra colorada
a la par iba corriendo
y allá en un rincón, durmiendo,
una manguera aburrida
tras un vidrio que decía
romperlo en caso de incendio.

La pianista se mandaba
“El sueño de Amor” de Liszt.
¡Alzando hasta la nariz
las manos, se entusiasmaba!
De vez en cuando espiaba
si estaba cerca del final,
con aquel beso fatal
que las viejas no miraban.

Cine de barrio fulero
que el progreso se llevó:
¡Oh, cuántos igual que yo
gambetearon al portero!
¿Quién olvidó el parejero
en que corría Tom Mix?
¿Y el grito: “menta y anís”
que pegaba el confitero?

Por eso la muchachada
que entonaba pedigueña:
-¿No me da la contraseña,
que no tengo pa la entrada?
Me mandó que las “coladas”
te las pagara esta vez,
porque “Bio”, ya lo ves:
¡nos hemos quedao sin nada!

Bien machos Por Eliseo Chaves ( de LUNFARDO AL GRILL )

Dos matones que vivían en mi barrio,
el uno gavilán, el otro cuervo,
conversaban de noche en las esquinas
acechando el paso de las minas.

Decían las viejas que eran del choreo
del vicio de la carne en los burdeles,
del vino y de la blanca, si se daba,
y del puñal en tiempos de entrevero.

Yo los miraba hacer y me gustaba,
en mis catorce años pajareros,
imitar su lenguaje de furqueros,
y  pensar en ser canfle o canfinflero.

Imitaba sus gestos, sus modales,
sus formas de mirar e imaginaba,
que de esa manera yo alcanzaba
a ser un macho que asienta sus cabales.

¡Qué de mujeres no habré yo soñado!,
de esas que los taitas describían,
pensando que al tocarlas derretían
entre mis manos, su impudor cansado.

Porque de mujeres sí que conocían,
y de eso se daban tanto dique
que cualquiera se sentía un alfeñique
por no espumar la olla en que cocían.

Los imaginaba firme en los zaguanes
aguerridos en yuyos tempraneros
donjuanes en las camas, con esmero
para cumplir con todos los afanes.

Y siendo que de lejos los veía,
un día me acerqué más de la cuenta
y oí, para colmo de mi afrenta,
lo que el cuervo al otro le decía:

“Andá, Dionisio, enfilá para la pieza
y  planchame el vestido de mi tía
que esta noche en el baile del Pototo
me tiro al Chucho o al José María”.


Al mundo le falta un tornillo Por Enrique Cadícamo

Todo el mundo está en la estufa,
Triste, amargao y sin garufa,
neurasténico y cortao...
Se acabaron los robustos,
si hasta yo, que daba gusto,
¡cuatro kilos he bajao!
Hoy no hay guita ni de asalto
y el puchero está tan alto
que hay que usar el trampolín.
Si habrá crisis, bronca y hambre,
que el que compra diez de fiambre
hoy se morfa hasta el piolín.

Hoy se vive de prepo
y se duerme apurao.
Y la chiva hasta a Cristo
se la han afeitao...
Hoy se lleva a empeñar
al amigo más fiel,
nadie invita a morfar...
todo el mundo en el riel.
Al mundo le falta un tornillo
que venga un mecánico...
¿Pa' qué, che viejo?
Pa' ver si lo puede arreglar.

¿Qué sucede?... ¡mama mía!
Se cayó la estantería
o San Pedro abrió el portón.
La creación anda a las piñas
y de pura arrebatiña
apoliya sin colchón.
El ladrón es hoy decente
a la fuerza se ha hecho gente,
va no encuentra a quién robar.
Y el honrao se ha vuelto chorro
porque en su fiebre de ahorro
él se “afana” por guardar.
Al mundo le falta un tornillo,
que venga un mecánico.
pa' ver si lo puede arreglar.

Victoria! Por Enrique Santos Discepolo

¡Victoria!
¡Saraca, Victoria!
Pianté de la noria:
¡Se fue mi mujer!
Si me parece mentira
después de seis años
volver a vivir...
Volver a ver mis amigos,
vivir con mama otra vez.
¡Victoria!
¡Cantemos victoria!
Yo estoy en la gloria:
¡Se fue mi mujer!

¡Me saltaron los tapones,
cuando tuve esta mañana
la alegría de no verla más!
Y es que al ver que no la tengo,
corro, salto, voy y vengo,
desatentao...¡Gracias a Dios
que me salvé de andar
toda la vida atao
llevando el bacalao
de la Emulsión de Scott..!
Si no nace el marinero
que me tira la pilota
para hacerme resollar....
yo ya estaba condeno
a morir ensartenao,
como el último infeliz.

¡Victoria!
¡Saraca, victoria!
Pianté de la noria:
¡Se fue mi mujer!
Me da tristeza el panete,
chicato inocente
que se la llevó...
¡Cuando desate el paquete
y manye que se ensartó!
¡Victoria!
¡Cantemos victoria!
Yo estoy en la gloria:
¡Se fue mi mujer!

Nasrudín

Es un personaje mítico de la tradición popular sufí, una especie de antihéroe del Islam, cuyas historias sirven para ilustrar o introducir las enseñanzas sufíes, se supone vivió en la Península Anatolia en una época indeterminada entre los siglos XIII y XV. 
Su nombre: 
Nasr-ed-Din significa "victoria de la fe" y Hodja, "el maestro" o "el profesor". También se le conoce como "El maestro Nasreddin" (Nasreddin Hodja) y Mulá Nasrudín. 
Orígenes: 
Su origen es medieval y se le conoce en lugares como Egipto, Síria, Asia central, Pakistán y la India. También en Turquía y Rusia. Su fama se extiende desde Mongolia hasta Turquía, e incluso el sur de Italia, en Sicilia (donde es conocido por el nombre de Giufà) y en Cerdeña, y sus aventuras y anécdotas se cuentan en multitud de lenguas distintas. 
Historia:
Nasrudín es un Mulá (maestro) que protagoniza una larga serie de historias-aventuras-cuentos-anécdotas, representando distintos papeles: 
agricultor, padre, juez, comerciante, juez, sabio, maestro o tonto. Cada una de estas historias cortas hace reflexionar a quién la lee u oye, como una fábula, y además suelen ser humorísticas, con el humor simple de lo cotidiano, a veces con contrasentidos y aparentes absurdos. 
Sus enseñanzas, que han sido y son utilizadas por los maestros del sufismo, van desde la explicación de fenómenos científicos y naturales, de una manera más fácilmente comprensible, a la ilustración de asuntos morales. 
Idres Shah popularizó en Occidente al personaje a través de diversas recopilaciones de estos cuentos breves rescatados de la literatura y tradición oral de las culturas donde es conocido. 



Buscando la llave 

Muy tarde por la noche Nasrudin se encuentra dando vueltas alrededor de una farola, mirando hacia abajo. Pasa por allí un vecino.
- ¿Qué estás haciendo Nasrudín, has perdido alguna cosa?- le pregunta.
- Sí, estoy buscando mi llave.
El vecino se queda con él para ayudarle a buscar. Después de un rato, pasa una vecina.
-¿Qué estáis haciendo? - les pregunta.
- Estamos buscando la llave de Nasrudín.
Ella también quiere ayudarlos y se pone a buscar.
Luego, otro vecino se une a ellos. Juntos buscan y buscan y buscan. Habiendo buscado durante un largo rato acaban por cansarse. Un vecino pregunta:
- Nasrudín, hemos buscado tu llave durante mucho tiempo, ¿estás seguro de haberla perdido en este lugar?
- No, dice Nasrudín
- ¿dónde la perdiste, pues?
- Allí, en mi casa.
- Entonces, ¿por qué la estamos buscando aquí?

- Pues porque aquí hay más luz y mi casa está muy oscura.


Las apariencias 

Cuenta el sufi Mula Nasrudin que cierta vez asistió a una casa de baños pobremente vestido, y lo trataron de regular a mal y ya para salir dejó una moneda de oro de propina.
A la semana siguiente fue ricamente vestido y se desvivieron para atenderlo...y dejó una moneda de cobre, diciendo:
-Esta es la propina por el trato de la semana pasada y la de la semana pasada, por el trato de hoy.


¿A dónde ir? 

- La gente preguntó al Mula Nasrudín "¿Dónde debemos ir en una procesión fúnebre, al frente, en la parte trasera, o al lado?"
Nasrudin contestó: "¡No importa donde vayas, mientras no vayas dentro del ataúd!"


Una capa pesada 

Una noche la gente oyó un ruido espantoso que provenía de la casa de Nasrudin. A la mañana siguiente y apenas se levantaron lo fueron a visitar y le preguntaron:
"¿Qué fue todo ese ruido?". "Mi capa cayo al suelo". Respondió Nasrudín.
Pero: "¿Una capa puede hacer tal ruido?" Le cuestionaron:
"Por supuesto, sí usted está dentro de ella, como yo lo estaba"


La mujer perfecta 

Nasrudin conversaba con un amigo.
- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?
- Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo. Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.
Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.
- ¿Y por qué no te casaste con ella?
- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.


Sacarse el ojo dolorido 

Basándose en los informes que le habían dado a él, el Califa nombró a Nasrudin Consejero Mayor de la Corte y puesto que su autoridad no le provenía de su propia competencia sino del patronazgo del Califa, Nasrudin se convirtió en un peligro para todos cuantos acudían a consultarle, como se evidenció en le siguiente caso:
“Nasrudin tú que eres un hombre de experiencia”, le dijo un cortesano, "¿conoces
algún remedio para el dolor de ojos? Te lo pregunto porque a mi me duelen tremendamente”
“Permíteme que comparta contigo mi experiencia”, le dijo Nasrudin. “En cierta
ocasión tuve un dolor de muelas, y no encontré alivio hasta que me las hice sacar.”


Lectura instantánea

Cierto fakir del pueblo pretendía que podía enseñar a leer a una persona iletrada por medio de una técnica relámpago.
Nasreddin salió de entre la gente:
-Muy bien, enséñame ahora.
El fakir le tocó la frente y dijo.
-Ahora ve inmediatamente a tu casa y lee un libro.
Después de media hora, Nasreddin volvió al mercado con un libro en la mano. El fakir ya se había ido.
-¿Puedes leer ahora?-le preguntó la gente.
-Sí, puedo leer, pero ése no es el asunto. ¿Adónde está ese charlatán?
-¿Cómo puede ser un charlatán si ha logrado que leas sin aprender?
-Este libro, que procede de indiscutibles autoridades, dice: “Todos los fakires son un verdadero fraude”.


¿Cómo debo hacerlo?

Nasreddin tenía un discípulo al cual enseñaba y, de tanto en tanto, le daba ejercicios y tareas extra.
Cuando le indicaba las tareas a desarrollar, el discípulo siempre lo acosaba con preguntas: ¿por qué esto? O bien: ¿por qué aquello?
Nasreddin perdió un día la paciencia y levantando sus brazos, exclamó muy molesto:
-Debido al actual estado de las cosas, deberías preguntar cien veces “¿cómo debo hacerlo? por cada vez que preguntas “¿por qué?”.


Sueño

Acabo de tener un sueño extraordinario- dijo Nasrudín a su mujer una mañana-. Soñé que me encontraba con un comerciante con cuatro cargamentos separados.
-¿Que llevaba en sus alforjas?
-En la primera tenía persecución, y en la segunda, miedo. En la tercera, intolerancia, y en la cuarta, ceguera.
-¿Y quiénes eran sus clientes?
-Opresores, tiranos, imanes y magistrados.”


El costo de aprender 

Nasrudín decidió que podía beneficiarse aprendiendo algo nuevo y fue a visitar a un renombrado maestro de música:
- ¿Cuánto cobra usted para enseñarme a tocar la flauta? - preguntó Nasrudín.
- Tres piezas de plata el primer mes; después una pieza de plata por mes - contestó el maestro.
-¡Perfecto! - dijo Nasrudín; - comenzaré en el segundo mes.



EL MULÁ NASRUDIN

El rey se imaginaba que era un gran cantante. Un día llamó a Nasredín y le dijo que escuchara su última canción. Después de las primeras notas, Nasredín estalló a reír.
-¡Que voz más horrible! -dijo entre carcajadas mientras las lágrimas le caían por el rostro. Muy agraviado, el rey lo tuvo encerrado en el calabozo durante dos semanas.
Pasado ese tiempo, volvió a llamar a Nasredín.
-Tengo otra canción para ti, sabio. Tal vez el tiempo que has estado en la celda haya afinado tu oído.
Cuando el rey estaba a mitad de canción, vio que Nasredín se levantaba con intención de marcharse.
-¿Dónde piensas ir?- le retuvo.
-Regreso a mi celda.



El Mulá calentaba miel en el fuego, cuando un amigo llegó de improviso.
La miel comenzó a hervir y Nasrudin le convido a su visitante. Estaba tan caliente, que el otro se quemó.
- ¡Haz algo! - exclamó el amigo.
Entonces el Mulá tomó un abanico y lo agito por encima de la olla... con el propósito de enfriar la miel.



Las fuerzas del emperador se estaban preparando para la batalla.
-Nasredín, observa las armas de mis hombres. Mira su reluciente armadura, sus
poderosos cañones y brillantes espadas.
-Desgraciadamente -dijo Nasredín -, no llevan el arma más importante de todas.
-¿Cuál es?
-Valor en sus corazones.



Cierto día, mientras Nasrudin trabajaba en su granja, una espina penetró su pie. Increíblemente él dijo: "¡Gracias Dios mío, gracias!" y prosiguió:
“¡Es una bendición que el día de hoy no estuviese con mis zapatos nuevos!"



La Sopa de Pato 

Cierto día, un campesino fue a visitar a Nasrudin, atraído por la gran fama de éste y deseoso de ver de cerca al hombre mas ilustre del país. Le llevó como regalo un magnífico pato. El Mulá, muy honrado, invitó al hombre a cenar y pernoctar en su casa. Comieron una exquisita sopa preparada con el pato.
A la mañana siguiente, el campesino regresó a su campiña, feliz de haber pasado algunas horas con un personaje tan importante. Algunos días más tarde, los hijos de este campesino fueron a la ciudad y a su regreso pasaron por la casa de Nasrudin.
- Somos los hijos del hombre que le regaló un pato - se presentaron.
Fueron recibidos y agasajados con sopa de pato.
Una semana después, dos jóvenes llamaron a la puerta del Mulá.
- ¿Quiénes son ustedes?
- Somos los vecinos del hombre que le regaló un pato.
El Mulá empezó a lamentar haber aceptado aquel pato. Sin embargo, puso al mal tiempo buena cara e invitó a sus huéspedes a comer.
A los ocho días, una familia completa pidió hospitalidad al Mula.
- Y ustedes ¿quiénes son?
- Somos los vecinos de los vecinos del hombre que le regaló un pato.
Entonces el Mulá hizo como si se alegrara y los invito al comedor. Al cabo de un rato, apareció con una enorme sopera llena de agua caliente y llenó cuidadosamente los tazones de sus invitados. Luego de probar el líquido, uno de ellos exclamó:
- Pero... ¿qué es esto, noble señor? ¡Por Alá que nunca habíamos visto una sopa tan desabrida!
Mula Nasrudin se limito a responder:
- Esta es la sopa de la sopa de la sopa de pato que con gusto les ofrezco a ustedes, los vecinos de los vecinos de los vecinos del hombre que me regaló el pato.



¿Saben de qué les voy a hablar? 

Esta historia comienza cuando Nasrudin llega a un pequeño pueblo en algún lugar lejano de Medio Oriente.
Era la primera vez que estaba en ese pueblo y una multitud se había reunido en un auditorio para escucharlo. Nasrudin, que en verdad no sabia que decir, porque él sabía que nada sabía, se propuso improvisar algo y así intentar salir del atolladero en el que se encontraba.
Entró muy seguro y se paró frente a la gente. Abrió las manos y dijo:
-Supongo que si ustedes están aquí, ya sabrán que es lo que yo tengo para decirles.
La gente dijo:
-No... ¿Qué es lo que tienes para decirnos? No lo sabemos ¡Háblanos! ¡Queremos escucharte!
Nasrudin contestó:
-Si ustedes vinieron hasta aquí sin saber que es lo que yo vengo a decirles, entonces no están preparados para escucharlo.
Dicho esto, se levantó y se fue.
La gente se quedó sorprendida. Todos habían venido esa mañana para escucharlo y el hombre se iba simplemente diciéndoles eso. Habría sido un fracaso total si no fuera porque uno de los presentes -nunca falta uno- mientras Nasrudin se alejaba, dijo en voz alta:
-¡Qué inteligente!
Y como siempre sucede, cuando uno no entiende nada y otro dice "¡qué inteligente!", para no sentirse un idiota uno repite: "¡si, claro, qué inteligente!". Y entonces, todos empezaron a repetir:
-Qué inteligente.
-Qué inteligente.
Hasta que uno añadió:
-Si, qué inteligente, pero... qué breve.
Y otro agrego:
-Tiene la brevedad y la síntesis de los sabios. Porque tiene razón. ¿Cómo nosotros vamos a venir acá sin siquiera saber qué venimos a escuchar? Qué estúpidos que hemos sido. Hemos perdido una oportunidad maravillosa. Qué iluminación, qué sabiduría. Vamos a pedirle a este hombre que dé una segunda conferencia.
Entonces fueron a ver a Nasrudin. La gente había quedado tan asombrada con lo que había pasado en la primera reunión, que algunos habían empezado a decir que el conocimiento de Él era demasiado para reunirlo en una sola conferencia.
Nasrudin dijo:
-No, es justo al revés, están equivocados. Mi conocimiento apenas alcanza para una conferencia. Jamás podría dar dos.
La gente dijo:
-¡Qué humilde!
Y cuanto más Nasrudin insistía en que no tenia nada para decir, con mayor razón la gente insistía en que querían escucharlo una vez más. Finalmente, después de mucho empeño, Nasrudin accedió a dar una segunda conferencia.
Al día siguiente, el supuesto iluminado regresó al lugar de reunión, donde había más gente aún, pues todos sabían del éxito de la conferencia anterior. Nasrudin se paró frente al público e insistió con su técnica:
-Supongo que ustedes ya sabrán que he venido a decirles.
La gente estaba avisada para cuidarse de no ofender al maestro con la infantil respuesta de la anterior conferencia; así que todos dijeron:
-Si, claro, por supuesto lo sabemos. Por eso hemos venido.
Nasrudin bajó la cabeza y entonces añadió:
-Bueno, si todos ya saben qué es lo que vengo a decirles, yo no veo la necesidad de repetir.
Se levantó y se volvió a ir.
La gente se quedó estupefacta; porque aunque ahora habían dicho otra cosa, el resultado había sido exactamente el mismo. Hasta que alguien, otro alguien, gritó:
-¡Brillante!
Y cuando todos oyeron que alguien había dicho "¡brillante!", el resto comenzó a decir:
-¡Si, claro, este es el complemento de la sabiduría de la conferencia de ayer!
-Qué maravilloso
-Qué espectacular
-Qué sensacional, qué bárbaro
Hasta que alguien dijo:
-Si, pero... mucha brevedad.
-Es cierto- se quejó otro
-Capacidad de síntesis- justificó un tercero.
Y en seguida se oyó:
-Queremos más, queremos escucharlo más. ¡Queremos que este hombre nos de más de su sabiduría!
Entonces, una delegación de los notables fue a ver a Nasrudin para pedirle que diera una tercera y definitiva conferencia. Nasrudin dijo que no, que de ninguna manera; que él no tenia conocimientos para dar tres conferencias y que, además, ya tenia que regresar a su ciudad de origen.
La gente le imploró, le suplicó, le pidió una y otra vez; por sus ancestros, por su progenie, por todos los santos, por lo que fuera. Aquella persistencia lo persuadió y, finalmente, Nasrudin aceptó temblando dar la tercera y definitiva conferencia.
Por tercera vez se paró frente al publico, que ya eran multitudes, y les dijo:
-Supongo que ustedes ya sabrán de qué les voy a hablar.
Esta vez, la gente se había puesto de acuerdo: sólo el intendente del poblado contestaría. El hombre de primera fila dijo:
-Algunos si y otros no.
En ese momento, un largo silencio estremeció al auditorio. Todos, incluso los jóvenes, siguieron a Nasrudin con la mirada.
Entonces el maestro respondió:
-En ese caso, los que saben... cuéntenles a los que no saben.
Se levantó y se fue.

La infanta Jorobadita Por José María Pemán

Hila, hila que hila
hilaban las dos infantas.
La mayor, hilos de oro;
la segunda, hilos de plata.
La más niña de las tres
se distraía y no hilaba.
Sobre el faldellín de raso
ociosa la mano blanca,
los ojos claros perdidos
más allá de la ventana,
en la noche, toda llena
de estrellas y luna clara...
Con la sonrisa en los labios
la miran las dos hermanas.
Como era jorobadita
todas la menospreciaban.

Entrara, en eso, la dueña,
la dueña temblorosa y cana:
“¿Qué están hilando a estas horas,
mis señoras las infantas?”
“Yo hilo un vestido de oro,
yo hilo un vestido de gala,
para lucirlo en las bodas
que mi padre me prepara.”
“Yo hilo un vestido de corte,
yo hilo un vestido de plata,
para esperar el buen príncipe,
el de la pluma de grana.”
“Y mi infantita, la ociosa,
¿qué tiene que no hila nada?”
“No espero bodas ni príncipes,
no hilo con oro ni plata.
Hilos de rayo lucero
y rayos de luna clara,
sin otra devanadera
que el anhelo de mi alma.
Un vestido voy tejiendo
claro y sutil como el alba.
Cuando lo tenga acabado
vendrá por mí el que me ama.
No sé si será de noche,
no sé si será mañana.
Sólo sé que allá, muy lejos,
alguien me quiere y me llama...”
Con la sonrisa en los labios
la oían las dos hermanas.
Como era jorobadita
todos la menospreciaban.

Ésta fue la prima noche.
Cuando sonreía el alba
murió la jorobadita,
como se muere una lámpara.
Corrió por todo el palacio
la noticia comentada:
“No vivía en este mundo.”
“Era una criatura extraña.”
Sus hermanas, recelando
por sus trajes de oro y plata,
preguntaban a la dueña:
“¿Qué dura el luto de infantas?”

A la noche la regaron
de lirios y rosas blancas.
La sacaron de puntillas
por una puerta excusada.
Como si fuera al encuentro
del novio que ella soñaba,
iba la risa en sus labios,
la paz en su frente blanca.
Las estrellas y la luna
la vestían de oro y plata.

Cuestión de vista

Decía don Sebastián en rueda de amigos:
“Una vez íbamos arreando una tropa de cien novillos para el Tuyú y en la tardecita el capataz va y me dice:
-Ché Sebastián; correte a la punta y dale una contada a los animales.
Conté y sólo había noventa.
-Entonces faltan diez dijo el capataz.
-Parece contesté.
Entonces contamos entre los dos y hallamos setenta. Contamos otra vez y eran sesenta. Contamos otra vez y eran sesenta. Volvimos a contar y sólo había cincuenta…
Todos los presentes interrumpieron a dos Sebastián, preguntando:
-¿Y ande estaban esos animales? ¿Se los iban robando por puntas? ¿Se equivocaban la cuenta?
A lo que don Sebastián contestó sonriendo:
-No; es que como con tantas contadas se diba haciendo de noche, cada vez “veíamos” menos.

Razonamiento (Enviado por Rosendo Morales)

La lluvia sorprendió a un viajante de comercio por el campo, y para guarecerse del agua el hombre se dirigió a un rancho que había en las cercanías. Golpeó la puerta que estaba cerrada y de adentro una voz le contestó:
-Adelante.
El viajante entró allí y encontró a un paisano sentado en un cajón tocando la guitarra. El forastero pidió permiso para quedarse hasta que dejase de llover, y el otro se lo concedió de la mejor manera posible, y siguió tocando tranquilamente.
De pronto el viajero, que había estado observando las muchas goteras que tenía el techo, por lo mal cuidado dijo al dueño del rancho:
-Pero, amigo, ¿cómo no se le ocurre tapar esas goteras? Casi llueve tanto aquí como afuera.
-¿Cómo quiere usted que lloviendo como está me suba arriba del techo para componerlo?-replicó el paisano.
-Hombre, no digo que lo haga ahora, sino cuando no llueve.
 -¡Bah!  contestó el paisano- cuando no llueve aquí tampoco hay goteras.

RELACIONES

El -Mi rancho bajo el ombú
        Parece un nido de hornero:
       Me gustaría no estar solo
       Cuando me alumbra el lucero.

Ella -Pues busque un perro que ladre
O un gallo que mueva el pico
        O pida a la policía
       Que le mande algún milico.



El -Ayer pasé por tu casa;
vi un jardín lleno de rosas
Y las confundí contigo
       Cuando las vi tan hermosas.

Ella -Vea  la casualidad:
Ayer pasé por su rancho
y confundí con la suya
la cabeza de un carancho.

La mariposa y la viga - Aire aforístico Por Baldomero Fernández Moreno

-Ante la poesía, tanto da temblar como comprender.
-Aunque una jaula sea del tamaño del espacio, siempre será una jaula.
-El genio es una larga paciencia y una súbita impaciencia.
-El hombre se conforma a veces con ponerle un rótulo a sus aspiraciones, ya que no puede realizarlas.
-El papel carbónico es la sombra hecha pliegues y puesta a la venta.
-La adulación, como el engrudo, siempre chorrea.
-Nada más certero que una bala perdida.
-Parece mentira que sean los mismos hombres los que han inventado los diminutivos y la pena de muerte.
-Toda la habilidad de un beso, más que en llegar a unos labios, estriba en saber retirarse de ellos.
-Dadme un punto de apoyo y me echaré a dormir.
-Estar un poco mal, un poco enfermo, me es más llevadero que estar demasiado bien.
-¿Qué poema mío me gusta más? Ese que llevo a medias en la memoria y el bolsillo.
-Quiero ser poeta entre los hombres, no entre los ángeles.
-Tengo que seguir escribiendo: hay que justificar la infancia.

Para despistar (Enviado por Andrés Catalán)

En  su bufete de abogado, don Mariano Varela tenía de escribiente al apodado Plumilla, mozo tan trabajador como ocurrente y atrevido.
Cierto día el doctor, queriendo verse libre de un cliente molesto, llama a Plumilla y le dice:
-Hoy estoy ocupadísimo y no quiero ser molestado por nadie y mucho menos por el señor Solini; cuando venga, en vez de decirle que estoy ocupado y que no puedo recibirlo, porque entonces insistiría en verme, le dice usted que ha salido y que hoy no volveré.
-Está bien, doctor.
Al poco rato el abogado vuelve a la antesala y ve que el escribiente, en lugar de trabajar, se está cómodamente repatingado en un sillón fumando.
-¡Cómo, Plumilla! le dice-, ¿es éste el modo de trabajar que tiene usted? ¿Tan luego hoy, con tanta copia?
-Es que si viene el doctor Solini y me encuentra escribiendo, se dará cuenta en seguida de que usted está en el estudio, y querrá entrar a verlo.

Mate amargo

Montiel Ballesteros, modelo del escritor que crea a base de tradiciones y leyendas, nos refiere cómo Dios donó al hombre el mate amargo diciendo:
Nosotros también tuvimos nuestro Adán criollo a quien Dios, de una costilla, le formó una Eva que le presentó como compañera.
Luego de la china le trajo el pingo, para la lidia del trabajo y la diversión del paseo o de las carreras; el pingo que no se presta, como la guitarra, que también le regaló para endulzar los pesares, para ensayar estilos, tristes y vidalitas donde volcar la poesía de su alma.
Más adelante, para defenderlo de la intemperie, le construyó el rancho, en cuyos horcones se colgaría una rústica cuna y en cuyo fogón se asaría el churrasco para alimentarse.
Después le trajo el perro vigilante y la alondra matinal de la
Calandria autóctona para, en la aurora, despertarlo con su música desde la enramada.
Y el hombre, con todos esos tesoros, aún parecía no estar contento.
Y Dios le preguntó:
-¿Qué te falta?
El  paisano contestó, filosofando:
-Todo pasa, Tata Dios, menos el dolor… Mi mujer se puede ir con otro; habrá momentos en que no tendré ganas de cantar; cuando sea viejo no montaré el pingo, el hijo hará rancho aparte, se puede alzar el perro, caerse la casa… Y a mí no me restaría un compañero.
Un compañero para contarle despacito las penas, las tristezas de la vida; que me haga sentir su caliente mano de varón, y que sea serio, callado y fiel.
Entonces, Dios le regaló el mate amargo.

Relaciones

El:  Si juntos hemos bailado
      Este hermoso pericón,
      Es necesario que acepte
      Sin ofensa usted mi amor.

Ella:  Yo cabal lo aceptaría
         Pero es un gran compromiso
         La gente, ¡qué me diría
         Al verme con un petizo!



El:  En la puerta de mi casa
      Hay un clavel florido…
      Si no te casás conmigo…
      No has de tener buen marido.

Ella:    Lo del clavel y el marido
          Me parecen dos locuras,
          Pa semejante candil
          Más vale quedarse a oscuras.



El:   Te quiero como si fueras
       Cinta de mis alpargatas…
       Mirá si te quiero bien
       Que te quiero por las patas.

Ella:   Sé que siempre anda diciendo
         Que se muere usted por mí:
         Muérase una vez, y entonces
         Verá si le doy el sí.



El:  El patrón se fue pa'l rancho
      Y el niño pa la ciudá
      Y yo  para tu ranchito
      Pa mayor felicidá.

Ella:   Tanto el patrón como el niño
          Dicen que no lo reciba,
          Que usté se viene a mi rancho
          Sólo por comer de arriba



El:   Sos una linda criollita,
      Asigún pinta tu estampa;
      ¿qué me decís paisanita
      Si yo te palmiara el anca?

Ella:    Pa que me palmies el anca
          Yo debiera estar maniada;
          Porque soy una potranca
          Diestra pa la patada.

No sé que tienen los pinos Por Dictinio del Castillo-Elejabeytia

No sé qué tiene los pinos
cuando se muere la tarde
y elevan las yertas ramas
bajo la neblina frágil.
Son espectros pensativos
que se quejan en los aires,
enamorados donceles
de infinitas soledades.
No sé qué tiene los pinos
cuando se muere la tarde
y sobre mi vida vierten
un sueño de eternidades.

Las dos espigas Por Gaspar Nuñez de Arce

Cuentan que una rubia espiga,
huidle al par que discreta,
inclinaba blandamente
sobre el tallo su cabeza.
Y cuentan que al lado suyo
levantábala soberbia,
otra espiga a quien el aura
besaba aromosa y tierna.

-¡Hola! con acento altivo
preguntó a su compañera:
-¿Por qué humilláis vuestra frente
con mal fingida modestia?
Aprended de mí, que, osada,
domino como una reina
sobre la plebe de espigas
que en el campo me rodea.
Su calor me da el estío,
y el aura de la paradera,
como un beso de las flores,
me trae el perfume de ellas.
En tanto, vos, abatida,
dobláis la frente, que emblema
parece del sentimiento
cuando no de la impotencia.

-¡Callad! replicó la otra:-
si alzáis la cabeza inquieta,
mientras que inclino la mía
hacia mi madre, la tierra,
abrumada por un peso
que no sostiene la vuestra,
es porque rica de trigo
estoy, y vos estáis seca.

Según dice cierto sabio,
la fábula no es perfecta
como no tenga al principio
o al fin una moraleja.
deducirla de esta es fácil,
pues la más torpe enseña
que da la ignorancia orgullo,
y que la humildad la ciencia.

La vida es sueño (Fragmentos) Por Calderón de la Barca

Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos;
y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas lo convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!:
¿que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es le vida? Un frenesí.
¿Qué es le vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño
y los sueños, sueños son.

La verdad y la mentira Por C.L. Mollevaul

-Con mil y cien atractivos
cruzando voy al azar
cien caminos y otros ciento,
mientras tú no tiene más
que uno solo y una sola
es tu manera de andar.-
Así la mentira dijo
cierta vez a la verdad.
Esta al punto replicóle
con digno acento: -Si tal,
pero observa si yo en tanto
me suelo perder jamás.

Humildad Por Francisco Villaespesa

Ten un poco de amor para las cosas,
para el musgo que calma tu fatiga,
para la fuente que tu sed mitiga,
para las piedras y para las rosas.

En todo encontrarás belleza
virginal y un placer desconocido…
Ritma tu corazón con el latido
del corazón de la naturaleza.

Recibe como un santo sacramento
el perfume y la luz que te da el viento.
Quién sabe si su amor en él te envía

aquel que la existencia ha transformado.
Y sé humilde, y recuerda que algún día
te ha de cubrir la tierra que has pisado…

La gran noticia Por Ricardo Palma

A un viejo que pasaba por la calle,
una niña bonita
y de arrogante talle
detuvo el faldón de la levita,
diciéndole: -Señor, por vida suya,
quiero que usted me instruya
de las nuevas que aquí me participa
una tía que tengo en Arequipa.-
Y, sin más requilorio,
una carta pasóle al vejestorio.

Cabalgó el buen señor sobre sus ojos
un grave par de anteojos:
el sobre contemoló, rompió la oblea,
la arenilla quitó de los borrones,
examinó la firma, linda o fea,
y se extasió media hora en los renglones.

Ya de aguardar cansada,
-¿Qué me dicen, señor?-dijo la bella.
Y el viejo echó a llorar diciendo: -¡Nada!
Has nacido, mi bien, con mala estrella.-

Asustada la joven del exceso
de llanto del anciano,
le preguntó. -¿Quizá murió mi hermano?-
El viejo respondió: -¡Ay!, es peor que eso.
-¿Está enferma mi madre? Todavía
es peor cosa, hija mía.
No puedes resistir esta desgracia…
Yo, viejo y todo, me volvería loco.
-¿Qué ha sucedido, pues, por Santa Engracia?
-Que tú no sabes leer… ¡ni yo tampoco!

La oveja enferma Por Néstor Astur Fernández

Al borde del camino la dulce oveja enferma.

Ya no le espanta el ruido
del coche que se acerca,
y en paz consigo misma
reposa en la cuneta.

En sus dolientes ojos
el campo se condensa
-curvo cristal de escarcha
y dos pupilas tiernas.-

La oveja, mansamente
acurrucada espera
que el vellón se le cuaje
con la nieve azulenca.

El rebaño está lejos.
Ella está sola y quieta.

El astrónomo y el mendigo Por Juan E. Hartrzenbusch

Observaba un astrónomo un lucero
con estudiado ahínco,
y le pidió limosna un pordiosero
una vez y otra vez, tres, cuatro y cinco,
y él, mientras, agarrado al anteojo,
firme haciéndole al astro puntería,
ni vio no oyó siquiera al que pedía.
Nada manco el mendigo, sí era cojo,
al gabán del astrónomo la mano
con un tirón echó que lo sintiera,
y díjole: -“Señor, si sois cristiano,
soltad esos trebejos
y generoso abrid la faltriquera.
Vuele por un momento como quiera
de tanta luz el brillador enjambre;
si hay miseria allí, las pasan lejos;
cerca de vos hay hambre”.

Insomnio - Por Ezequiel Feito

Un sencillo fuego va consumiéndome los huesos;
un fuego hecho de luna, de ansiedades, de recuerdos,
que ardiendo suavemente en mis ojos y en mi pecho
aleja a mi mente de las costas fertiles del sueno.
!Oh, insomnio de los ojos, de lo ojos mas abiertos
que recuerdan vagamente a los ojos de los muertos
confundidos en la sombra, ocultos tras el velo
complice de una luna detenida en las ventanas
mientras yo, como un fantasma, entro y salgo de mi cuerpo
para seguir el rostro de un pensamiento errante
sugerido por la sombra, la muerte y el silencio!
Ese silencio de plata; esa plata, ese fuego
que regresa nuevamente hacia mi pecho
a quitar una tristeza indefinida...
!Ay, el sueno!
!Cuanto tarda en venir a rescatarme
y librarme por fin de este tormento!
!Ay, las horas!
!Las horas mas tristes que me recuerdan
lo solos que se quedan los vivos con los muertos!


EL SOLDADO DE LA INDEPENDENCIA Por Gustavo G. Saraví

Anduve, desde chico, dando vueltas
por los cuatro costados del coraje
y el miedo, levantando viaje a viaje
derrotas juntas y victorias sueltas.

Desde entonces estuve en las revueltas
de la patria empujada y el gauchaje
y entre malones y malones, traje
hijos difuntos, lágrimas disueltas,

mi caballo partido en matadura,
un luto galopando, y esta dura
costumbre de aguantarme sin quejido.

Que nadie venga hasta mi rancho abierto.
Vivo junto a los golpes y al olvido.
Además hace leguas que estoy muerto.

Del libro “Compromiso con la vida” de Rubén O. Quenán

Sueldos

Con los sueldos de hoy en día
vivimos tan ajustados
que el comer se volvió un lujo
y el enfermarse, pecado.

El voto

Cuando vayas a votar
usá muy bien tu criterio,
corrupto que alcanza el poder
agranda los cementerios.


El dinero

El dinero, sacro altar
lo mismo que un dios pagano,
siempre tiene algún fulano
para hacer sacrificar.

El expediente y la burocracia

En qué cajón parará,
en qué cesto, en qué carpeta
no lo sabe ni el profeta
del tiempo de Alí Baba.


Secretos

En este mundo tramposo
Está todo cocinado
y al que destapa la olla
lo echan al estofado.

- Lo que más se destaca en la soberbia, es la estupidez del soberbio por mostrarse importante.


El futuro en el “Alas Balcarceñas” Por Enrique Spinelli

En el Alas, el futuro es de acá a un rato. No existen ni importan las proyecciones. Como dijo Marmorato: -Por aquí el futuro ya pasó. Digamos que se vive en un ahora algo extendido, de un ratito nomás.
Algunos de los muchachos pueden trabajar un día, pero cobran al fin de la jornada y gastan al instante. Cobrar a fin de mes significa acumular trabajo en el haber de un tercero: algo aun más perverso que ahorrar dinero. Los colombófilos reinyectan todo lo que reciben en el sistema económico. No van al supermercado ni a las cadenas comerciales; van al almacén de Vasco, al bar de Moschetto y a la tienda del Turco Taja. Reciben allí mucho más que aquello que compran y dejan mucho más que el importe que pagan.
El ahora dura un rato. Cuando se termina, empezará otro nuevo con toda la magia de lo nuevo, de lo incierto y del volver a empezar. Es necesario comprender esto para entender la actitud de los muchachos. Soguita jamás va a pagar una deuda quinielera a menos que tenga dinero y que le peguen ahora mismo. Si lo van a fajar recién mañana, mañana verá que hace. Para ganar a la quiniela con Soguita hay que acertar el número y hay que encontrar a Soguita con plata. Esta conjunción es verdaderamente difícil de cumplir, digamos imposible y por eso mismo Soguita tiene tantos clientes. A la mayoría de ellos les fía las apuestas y a estos mismos les debe los premios. Los problemas aparecen cuando viene un forastero que no entiende.
Por la corta duración del futuro los muchachos jamás entenderán el ahorro ni la previsión. Ellos mantienen fuerte un niño que los hace felices. Si le damos 10 chocolates a un pibe, se va a comer los 10. No va a guardar siquiera uno para más adelante. Si se empacha y mañana lo llevan a la Vieja Vinacha a tirar el cuerito; se la aguanta, eso sólo tal vez ocurrirá y será mañana.
Los muchachos jamás ahorran, sólo pueden llegar a recolectar lo que tiene cada uno en el bolsillo para comprar un vino o un pedazo de carne para un asadito. Nunca tendrán demasiado ni se lo permitirían. Nunca gastarían mucho en un vino mientras otros no tienen para comer.
Una mala experiencia de los colombófilos con el futuro fue el caso de Ernesto, alguien especialmente preocupado por lo que vendrá. Ya de chico Ernesto era un pibe ansioso; más ansioso que el común de los niños. Era uno de los pocos niños con reloj, tal vez por su obsesión con el paso del tiempo. Cuando jugaban un picadito, él controlaba el tiempo y cómo no podía esperar al fin del partido para ver el resultado, adelantaba el reloj. Así los encuentros duraban 2 o tres minutos y en general terminaban 0 a 0. Aburridos de esto, sus amigos le quitaron el control del tiempo y comenzaron a jugar a un número determinado de goles, digamos al que llegaba primero a 7. Ansioso Ernesto por conocer el fin del partido solía cometer muchos goles en contra que le costaron una que otra paliza. Así se transformó en un habilidoso delantero capaz de marcar 7 goles en 3 minutos.
Ernesto no podía esperar al futuro para ver cómo sería de adulto y creció muy rápido, convirtiéndose en un ansioso adulto. No podía esperar al tiempo para ver como sería de viejo, y envejeció. Comprendió ahí su error, pero ya era tarde y murió intentando retrasar el futuro. Los muchachos no pudieron ayudar a Ernesto, pero esa no fue la única ni la última de sus disputas con el futuro.
Algunos recordarán cuando el Dr. Ulises Garsú se pasaba la “vida” atendiendo su farmacia las 24 horas del día. Lo hacía para ganar dinero, que reinvertía en la farmacia para ganar más dinero y así mejorar aun más su farmacia.
La farmacia Garsú era el único lugar abierto en la noche Balcarceña. En las madrugadas, el Turco Alcoyana solía pasar por allí a charlar con Garsú mientras se tomaban algunas copitas de una solución que el farmacéutico preparaba con alcohol fino y pastillas de eucalipto al 1% (1% de eucalipto). Una fría noche de Agosto, la ocasión dio para una charla personal:
-¿Qué pasa Garsú, que usted está siempre triste?. Se acuerda cuando éramos pibes y jugábamos en la calle en patas, usted era un pibe feliz como todos nosotros, ¿por qué no lo intenta de nuevo?
-Sabe que pasa Alcoyana, ya no creo que pueda, tengo una rodilla jodida y callos plantales. ¡Encima esa calle ahora está pavimentada!
-Me alegra Garsú que conserve el humor, ¡pero no se haga el pelotudo! ¿Que hace todo el día y la noche aquí adentro? ¿Para qué quiere más plata?
-Amigo Alcoyana, a mi no me interesa el dinero, ¡sólo me interesa la farmacia! Además, vivo con muy poco.
-Entonces es más fácil de lo que pensaba. Garsú, usted tiene el niño intacto, sólo que juega siempre con un mismo juguete que entiende y sabe usar bien. Hoy sabe cómo va ser mañana y no quiere experimentar con nada más por miedo. Le aseguro que nada peor que este estado alienado puede ocurrirle y no hay límite para lo bueno: ¡maravillosas experiencias pueden suceder!
-Alcoyana, es posible que lo que usted dice sea verdad, pero no sé, ya llevo mucho tiempo así.
-Como decía el Viejo Godel, hay verdades que no pueden demostrarse y mentiras que no pueden descubrirse. ¡Tome lo que más le guste!
El Dr. Garsú se quedó unos instantes pensando en silencio. En silencio abrazó a su amigo Alcoyana y juntos abandonaron la farmacia que nunca más funcionó; despertaron al cantinero Farias para que les abriera el “Alas Balcarceñas” y jugaron metegol el resto de la noche. Así Garsú volvió a ser uno de los muchachos del Alas; rescatado de un futuro cierto, posado en un presente para vivir.

FUNDACIÓN DE LA ESCUELA PÚBLICA (Suelto aparecido en la Gaceta de Buenos Aires, el 13 de septiembre de 1810).

Los pueblos compran a precio muy subido las glorias de las armas; y la sangre de los ciudadanos no es el único sacrificio que acompaña los triunfos: asustadas las Musas con el horror de los combates, huyen a regiones más tranquilas, e insensibles los hombres a todo lo que no sea desolación y estrépito, descuidan aquellos establecimientos que en tiempos felices fundaron para cultivo de las ciencias y de las artes . Si el magistrado no empeña su poder y su celo en precaver el funesto término a que progresivamente conduce tal peligroso estado, a la dulzura de las costumbres sucede la ferocidad de un pueblo bárbaro, y la rusticidad de los hijos deshonra la memoria de las grandes acciones de sus padres.
Buenos Aires se halla amenazado  de tan terrible suerte; y cuatro años de glorias han minado sordamente la ilustración y virtudes que la produjeron. La necesidad hizo destinar provisionalmente el Colegio de San Carlos para cuartel de tropas; los jóvenes  empezaron a gustar una liberalidad tanto más peligrosa, cuanto más agradable; y atraídos por el brillos de las armas, que habían producido nuestras glorias, quisieron ser militares antes de prepararse a ser hombres. Todos han visto con dolor destruirse aquellos establecimientos de que únicamente podía esperarse la educación de nuestros jóvenes, y los buenos patriotas lamentaban en secreto el abandono del Gobierno, o más bien su política destructora, que miraba como un mal de peligrosas consecuencias la ilustración de este pueblo.
La Junta se ve reducida a la triste necesidad de crearlo todo; y aunque las graves atenciones que la agobian no le dejan todo el tiempo que deseara consagrar a tan importante objeto, llamará en su socorro a los hombres sabios y patriotas, que reglando un nuevo establecimiento de estudios, adecuado a nuestras circunstancias, formen el plantel que produzca algún día nombres que sean el honor y gloria de su patria.
Entretanto que se organiza esta obra, cuyo progreso se irá publicando sucesivamente, ha resuelto la Junta formar una biblioteca pública en que se facilite a los amantes de de las letras un recurso seguro para aumentar sus conocimientos. Las utilidades consiguientes a una biblioteca pública son tan notorias, que sería excusado detenernos en indicarlas. Toda casa de libros atrae a los literatos con fuerza irresistible, la curiosidad incita a los que no han nacido con positiva resistencia a las letras, y la concurrencia de los sabios con los que desean serlo, produce una manifestación recíproca de luces y conocimientos que se aumentan con la discusión y se afirman con el registro de los libros que están a mano para dirimir las disputas.
Estas seguras ventajas hicieron mirar en todos los tiempos las bibliotecas públicas como uno de los signos de la ilustración de los pueblos y el medio más seguro para su conservación y fomento.
Por fortuna tenemos libros bastantes para dar principio a una obra que crecerá en proporción del sucesivo engrandecimiento de este pueblo. La Junta ha resuelto fomentar este establecimiento y, esperando que los buenos patriotas propenderán a que se realice un pensamiento de tanta utilidad, abre una suscripción patriótica para los gastos de estantes y demás costos inevitables, la cual se recibirá en la Secretaría de Gobierno, nombrando desde ahora por bibliotecarios al doctor son saturnino Segurola y al Reverendo padre Fray Cayetano Rodríguez, que se han presentado gustosos a dar esta nueva prueba de su patriotismo y amor al bien público, y nombra igualmente protector de dicha biblioteca al Secretario de Gobierno, doctor Mariano Moreno, confiriéndole todas las facultades para presidir a dicho establecimiento y entender en todos los incidentes que se ofreciese.  

LA NUEVA ESTÉTICA (Semi fábula) Por Emilio Ferrari

Un día, sobre asuntos de la clase,
Firmaron las gallinas un ukáse,
Y desde el Sinaí del gallinero
Promulgaron su ley al mundo entero.
Disponíase allí, por de contado,
Que el vuelo de las águilas, robusto,
Debería ser condenado
Como un cursi lirismo de mal gusto;
Que en vez de labrar nidos en la altura,
Se escarbe sin cesar en la basura;
Que para dilatar los horizontes,
Ras con ras decapítense los montes,
Y dejando a nivel todo Himalaya
Del muladar que su corral domina,
En adelante no haya
Más vuelos que los vuelos de gallina.
Esto el volátil bando
Decretó, la invención cacareando;
Mas, a pesar del alboroto, infiero
Que la gente, después, según costumbre,
Siguió admirando al águila en la cumbre...
Y echando las gallinas al puchero.

EL GRILLO RENGO Por Trilussa

- Yo no me apoyo más que en una pata
-decía el grillo-, pues que la faltante
quedó presa en el nudo de un bramante
para mi suerte ingrata.

Cuando advertí que estaba prisionero,
enlazado, en poder de un rapazuelo,
sólo pensé, más pronto que ligero
volver a mi jardín en nuevo vuelo.

Fue el dolor grande... mas la redentora
Gotita que en rubí tiñó la herida,
Cual chispa al sol brilló libertadora.

¡Y Dios bendecirá en la humanidad
cada gota así vertida
para escribir la voz de Libertad!

El Terrón y la Piedrita Por Willam Blake

El amor no busca complacerse a sí mismo,
ni por sí tiene cuidado,
sino que por otro deja su comodidad,
y construye un Cielo en la desesperación del Infierno.

Así cantó un terroncito de arcilla
pisado por los pies del ganado,
pero una piedra del arroyo
gorjeó entonces esta rima:

El amor busca sólo complacerse a sí mismo,
atar a otro a su placer,
se regocija en la pérdida de comodidad del otro
y construye un Infierno a pesar del Cielo.    

SER O NO SER (Monólogo de Hamlet) Por William Shakespeare

¡Ser o no ser! ¡La alternativa es ésta!
Si es a la luz de la razón más digno
Sufrir los golpes y punzantes dardos
De suerte horrenda, o terminar la lucha
En guerra contra un piélago de males.
Morir; dormir. ¿Dormir? ¡Soñar acaso!
¡Ah! La rémora es esa; pues qué sueños
podrán ser los que acaso sobrevengan
en el dormir profundo de la muerte,
ya de mortal envoltura despojados,
suspende la razón: ahí el motivo
que a la desgracia dé tan larga vida.
¿Quién las contrariedades, el azote
de la fortuna soportar pudiera,
la sinrazón del déspota, del vano
el ceño, de la ley las dilaciones,
de un amor despreciado, las angustias,
del poder los insultos, y el escarnio
que del menguado el mérito tolera,
cuando él mismo su paz conseguiría
con un mero punzón? ¿Quién soportara
cargas, que con gemidos y dolores
ha de llevar en vida fatigosa,
si el recelo de un algo tras la muerte,
incógnita región de donde nunca
vuelve el viajero, no turbara el juicio,
haciéndonos sufrir el mal presente
antes que en busca ir de lo ignorado?

UN MODO DE GUARDAR LA CONSTITUCIÓN Por Francisco Acuña de Figueroa

Tiene un librito un mandón
En una urna; y de hito en hito
Lo observa y mira: el librito
Es nuestra Constitución.
Nunca abrió el libro aquel;
Y así digo sin reserva,
Que nadie guarda y observa
La Constitución como él.

Meditación Por Gustavo Sánchez Galarraga

Yo no sé si hay un alma misteriosa
en todo ser; pero la voz arcana
del corazón me grita: cada cosa
pide un poco de amor…
La gota enana
que filtra el muro, que manchó la hiedra;
el árbol secular que da al viajero
música, sombra y paz; la tosca piedra
que hizo temblar tu pie sobre el sendero;
el sol, la fiera, el céfiro, la rosa,
el ruiseñor de líricas escalas,
hasta la linda y tenue mariposa
que sacude un crepúsculo en sus alas,
todo demanda amor, y todo sella
una súplica unciosa, eterna y santa,
que desde el polvo oscuro se levanta
hasta el fleco lejano de la estrella.

Como reparte el vencedor su palma,
pon, hermano, con ansia fervorosa,
el alma de tu amor en cada cosa,
y en cada cosa encontrarás un alma.