Creo en la espina azul si me desgarra
el corazón trasmundo del vocablo-
como un agudo y trágico venablo
y ennoblece mi canto de cigarra.
Creo en la copla viva cuando narra
leyendas de la sangre en mi retablo,
en la vigilia donde sueño y hablo
y en el leño si el fuego lo socarra.
Creo en la rosa angélica y fragante,
en el amor, buhonero y trashumante,
y en la inicial minúscula del nombre.
En la humildad pacífica del huerto,
en la revelación del tiempo cierto;
y todavía más: creo en el hombre.
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