domingo, 18 de noviembre de 2018

Canción Por María Elena Walsh

Alma sin el amor, ave dejada
en los terrenos de la maravilla:
cuando no haya más hojas
y se acaben los días
yo seguiré buscando
tu luz recién nacida
- alma sobre rebaños levantada -
para hacer las mañanas de mi vida.

El enlutado mundo que habitaba
ahora es cielo que mi frente pisa.
(Si se apagaron todas
las uvas de la viña
o se muriera el pan
en las espigas,
este incendio frutal de mi esperanza
en otra tierra se levantaría.)

Tu mano era mi mano desde siempre,
tu voz, mi voz, y yo no lo sabía.
Anduve con tu sombra
al lado de la mía
por mortales caminos y celestes orillas.
Eras un sueño en busca de mi frente
para nacer, y yo no lo sabía.

Ya mis ojos usaron la belleza
y fueron en sedienta cacería
-con su lastimadura
de límites y aristas -
al pámpano desnudo
y a la rosa vestida,
buscándote desde los miradores
con el Amor-Que-Todo-Lo-Imagina.

Cuando tú fuiste la increíble imagen
yo era la sed y el vaso y la bebida.
Las puertas y los frascos,
cubiertos de ceniza,
guardaban el perfume
de la melancolía,
mientras los palomares te esperaban
con el Amor-Que-Nada-Se-Imagina.

Aunque tu providencia me negara
el alimento para la alegría,
aunque me entristecieras
la intemperie divina
con pájaros callados
y sombras pensativas,
aunque olvidaras, aunque no existieras,
mi corazón igual te cantaría.

No tengo nada Por Edel Morales

No tengo nada.
Sólo el amor de una muchacha
y mis párpados abiertos.
Así puedo correr sobre la hierba
húmeda y punzante.
Sabiendo que a esa certeza
llamarán locura.

El puente Por Heraldo Rojo

El planeta tierra. Millones de luces apagadas excepto una, la de Martín Hoco, un sexagenario de 64 años que observa por sus binoculares la vida de afuera. Los lentes observan sin encontrar nada interesante para la anécdota de los lunes por la tarde en el bar de Chicho Caruso hasta que de pronto ve a un ignoto cerca del puente de la calle de tierra moviendo sus manos como pidiendo piedad. Sin embargo, el perpetrador descarga su ira y el joven cae al suelo.
Martín corre desesperado para intentar ayudar al joven. Se queda a una distancia prudencial de la escena y espera a que el asesino se aleje y una vez despejado el camino se acerca al joven caído, quien al parecer ha desaparecido y en su lugar hay un cuerpo decrépito de un anciano mayor que él. El miedo le invade y al llegar a su casa a toda prisa cierra puertas y ventanas y observa por la rendija, pero nadie lo vigila.
Entre partidas de póquer y billar el tiempo se fumó un año más. Una tarde observa que sus binoculares lo miraban desafiantes. Recordó su hombría, los tomó y volvió a su puesto de atalaya. La noche cayó y su miedo casi se desvanecía junto con la palabra “ya pasó” mientras una mujer paseaba a su perro y un papel de plástico volaba. Temía mirar, temía aceptar que todos tenían razón, y de repente como una flecha que atraviesa la escena en cámara lenta un joven pasa caminando por la misma calle a la misma hora de hace un año.
Martín pone las manos en su boca en señal de tragedia próxima y lejos de quedarse quieto corre a toda velocidad o a la velocidad que sus 64 años le permiten porque ve al asesino del joven de hace un año dirigiéndose al puente de la tragedia. Corre y corre cada vez más ignorando el dolor en su espalda y sus huesos y al llegar agitado el asesino se había ido y había un anciano muerto en su lugar.
El viejo se preparó al año siguiente, compró binoculares de rango militar con los cuales pudo ver su jubilación esfumarse al igual que sus dientes frontales y su oído del lado izquierdo. La hora señalada estaba casi en puerta, así que comenzó la cacería, observaba y observaba las calles desiertas. De repente, el sonido de unos zapatos captó su atención porque su dueño era un joven que se dirigía rumbo al puente y esta vez tomó su bicicleta de carrera que había comprado para usarla solo en esta ocasión y pudo ver a unas tres cuadras al asesino, llegó al puente y esperó al joven que estaba cerca del portal.
Martín recordó y vistiendo la piel de lobo devoró a su víctima y sus arrugas eran cosas del pasado, sus canas eran un hermoso pelo lacio, sus ojos eran jóvenes, al llevarse la mano a la boca notó que sus dientes estaban completos, incluso podía oír el canto de la sirenas en el océano. Mientras que el joven se volvía cada vez más débil sus huesos se rompían y su piel se agrietaba convirtiéndose así en un viejo cadáver blanco.
El joven Martín dejando su antigua vida caminó hasta abandonar el puente.

ALGUNAS ANÉCDOTAS SOBRE ALEJANDRO MAGNO

- Le preguntaron una vez a Alejandro Magno por qué honraba más a su maestro que a su padre, respondió: “Porque mi padre me hizo descender del cielo a la tierra, mientras que la enseñanza de mi maestro me eleva de la tierra al cielo”

- Dijo a un consejero que había estado mucho tiempo a su servicio: «No estoy contento de ti; sé que soy hombre y estoy sujeto a error, y, sin embargo, jamás me has reprendido. Si tú no ves mis errores, tu ignorancia te hace indigno  del  puesto  que  ocupas;  si  los  ves, tu  silencio   es  una  verdadera traición»

- Algunos se asombraban de que siendo tan joven hubiese adquirido tan vasto imperio, y más todavía que hubiese sabido conservarle. Entonces Alejandro dijo: «Estoy prevenido observando dos máximas: tratar bien a mis enemigos para que tengan gran interés en ser mis, amigos, y tratar a mis amigos de manera que se apeguen más a mi servicio».

- Hizo pasar de un puesto elevado a un empleo inferior a un cortesano a quien quería poner a prueba. Después de cierto tiempo le preguntó si le gustaba y cómo le iba con el nuevo empleo. «Muy bien, respondió el cortesano, porque no es el empleo el que honra al hombre, sino el hombre quien lo honra al empleo, cuando demuestra probidad y juicio». Alejandro, satisfecho de aquella respuesta, le devolvió su antiguo empleo y le hizo un rico presente.

- Mirkhond cuenta que un hombre mal vestido se presentó a Alejandro con una poesía bien rimada y que el príncipe, habiendo admirado el estilo y los pensamientos, le dijo.- «Si te hubieses presentado delante de mí con un vestido tan decente como revistes a tus pensamientos, tu presencia me hubiera sido más agradable». El suplicante respondió en seguida: «La naturaleza ha dado a vuestro servidor la habilidad del estilo, del cual hacéis elogios; es a vos, pues, cuya generosidad es conocida de todos, a quien toca darme un vestido digno de presentarme delante de vos». Esta respuesta, justa y moderada, agradó a Alejandro, quien no solamente le regaló un vestido, sino que también le añadió una suma considerable.

Tenemos esperanza Por Federico Pagura

Porque Él entró en el mundo y en la historia,
porque El quebró el silencio y la agonía,
porque llenó la tierra de su gloria,
porque fue luz en nuestra noche fría.

Porque nació en un pesebre oscuro,
porque vivió sembrando amor y vida,
porque partió los corazones duros
y levantó las almas abatidas.

Por eso es que hoy tenemos esperanza,
por eso es que hoy luchamos con porfía,
por eso es que hoy miramos con confianza
el porvenir en esta tierra mía.

Porque atacó a ambiciosos mercaderes
y denunció maldad e hipocresía,
porque exaltó a los niños, las mujeres,
y rechazó a los que de orgullo ardían.

Porque El cargó la cruz de nuestras penas
y saboreó la hiel de nuestros males,
porque aceptó sufrir nuestra condena,
y así morir por todos los mortales.

Porque una aurora vio su gran victoria
sobre la muerte, el miedo, las mentiras,
ya nada puede detener su historia,
ni de su Remo eterno la venida.

sábado, 17 de noviembre de 2018

Utopías - Por Héctor Fuentes

La realidad es una noticia impresa a todo color en la primera plana de los diarios. Los titulares de los noticieros despachan en casa las desgracias del mundo. La radio dispara flashes informativos. Un amigo nos confiesa que la calle está dura. La danza que baila la fortuna se nos escapa entre los dedos. Buscamos la salida y nos chocamos contra una pared. Cuando finalmente cerramos los ojos para refugiarnos en la oscuridad, aparecen los sueños.
Cerrar para abrir. Hay un circuito que recomienza dentro nuestro. Un capullo que se teje desde la profundidad del alma. Un susurro descuidado que muta y se transforma en canción.
La correntada arrasa lo que encuentra a su paso. Es un segundo perfecto en donde el cielo y el mar se confunden. El cielo nos ayuda a mirar con claridad. El mar nos permite viajar a través del tiempo.
Las velas hinchan su barriga de viento. Los fieles maderos besan el agua. Estamos en viaje. Y el viaje despabila los sueños.
En ese devenir incierto nos acercamos hacia lo imposible.
Desembarcamos sobre las costas de una tierra recién nacida. Corremos hacia el horizonte para besarle los cabellos al crepúsculo. Tironeamos el vestido de la noche, desgarrando la claridad de la mañana. Hacemos nacer una boca enamorada de libertad. Sus palabras hablan de belleza, porque lo bello nace de la libertad.
El viejo muro ennegrecido queda oculto tras la enredadera. Más tarde le nacen flores. Y son cientos los pájaros que picotean sobre el sinfín de los colores.
En el aire hemos abierto un surco. En la tierra hemos sembrado una palabra. Los días y las noches se encadenan en un collar de piedras preciosas.
Sigilosamente hemos remontado una utopía. Para no dejarla caer tiramos del piolín como si fuera un barrilete. Allá arriba la esperan los relámpagos. Los furiosos ataques de un tornado, las estocadas traicioneras de la lluvia. Desde abajo tironeamos. Creemos. Nos entusiasmamos. Cada centímetro que le ganamos al aire es un triunfo. No es para menos. Hemos ascendido tanto que el barrilete es un punto diminuto en el poniente. Sobre su piel se fundieron nuestras risas, y con eso alcanza para conquistar el cielo.

El ave de los dioses - Por Boris

Había una vez una ciudad. Ni muy grande ni muy chica, ni muy linda ni muy fea, ni muy rica ni muy pobre, que adoraba varios dioses, tan simples y poderosos como ellos. Esa ciudad tenía de todo lo que pudiese agradar a sus habitantes de tal modo que, con el pasar del tiempo, los hombres comenzaron a volverse fríos e indiferentes unos con otros. Ya casi nadie se saludaba, los niños jugaban solos y aislados de los demás, los jóvenes se detenían a soñar sus propios sueños, los adultos iban y venían abstraídos en sus propios problemas y los viejos yacían en confortables y cómodas celdas individuales.
Semejante situación llevó a que pronto, casi imperceptiblemente, también fueran olvidándose de su nacionalidad, de su lengua, de sus costumbres y finalmente, de sus dioses.
Fue allí cuando éstos, reunidos en consejo, determinaron destruir a tamaños impíos. La discusión fue acalorada y finalmente se acordó destruirles por agua, de tal modo que pereciesen ahogados todos los habitantes de aquella ciudad. Todos estuvieron de acuerdo, excepto quien con buenas razones (que no son muy diferentes que las que usan las buenas personas) logró que se les diese otra oportunidad. Pidió crear un pájaro para que cuando los demás dioses determinaran destruir la ciudad, su canto les recordase que la lluvia no debía prevalecer.
Así lo acordaron y cuando los demás dioses desataban la tempestad, el ave graznaba y ellos se acordaban de no destruir la ciudad.
Así fue durante años hasta que un día, los habitantes pasaron de la indiferencia al mas profundo de los egoísmos. Pronto se volvieron perversos, violentos y codiciosos, y su tierra estaba llena de maldad e injusticia, entonces alguien que ocasionalmente pasaba bajo la lluvia divisó al cantor divino y, determinado a hacer lo que le venía en gana, le arrojó una piedra de tal modo que le dio de lleno.
El ave cayó fuertemente al suelo y a partir de ese momento las aguas no cesaron de fluir hasta que toda la gente pereció ahogada.

“Contate un Cuento XI” - Ganadora de la Categoría A (jóvenes de 12 y 13 años): #081293 por Aixa Vilicich, alumna de 2 año del Colegio Santa Rosa de Lima

La lluvia seguía cayendo sin parar, formando charcos en la calle y en las veredas, empañando ventanas y mojando las hojas de las copas de viejos árboles. Los truenos tocaban una fuerte orquesta para el cielo y los rayos decoraban las oscuras nubes. Luego de varias horas de tormenta, la electricidad se había cortado en la gran casa que permanecía silenciosa y casi vacía ya que estaban Dana y Greta
  La joven Dana había quedado dependiendo de la débil luz de las velas que iluminaban únicamente la sala con un aire frío. Cubierta por mantas y libros, decidió que no había suficiente luz para seguir con su lectura. Tomó una vela y se dirigió hacia la cocina. Greta, la vieja ovejera alemán, ni se molestó en despertar. La jovencita volvió a la sala con dos velas más en su mano, las colocó sobre la mesa con cuidado y las prendió con el encendedor. Ahora, con más luz, siguió leyendo el viejo libro.
   Luego de unas horas que parecieron minutos para ella, Greta pidió comer sutilmente. Mientras  se alimentaba la joven paseaba por la gran casa, descalza con la compañía de la tenue luz de una vela que iluminaba el camino. Cuando pasó por la puerta de madera de la entrada suspiró pesadamente.
   Sus padres le habían prohibido abrir el paquete que iba a recibir a medianoche. Ellos se habían ido a una conferencia de doctores afuera de la ciudad durante el fin de semana y aunque les costó demasiado, se habían marchado el día anterior .Les había prometido mil y una vez que sus manos no iban a abrir el paquete bajo ninguna circunstancia. Con eso dicho, la dejaron con Greta y varios números de emergencias por si pasaba algo. Según ellos, el paquete tenía mucho dinero como parte del pago de un experimento. Dana dudó un poco sobre la honestidad de sus padres pero lo dejó pasar, después de todo, eran sus padres y nunca le podrían mentir ¿o sí?
  Volvió a la fría sala, donde estaba Greta relamiéndose. Dejó la vela en la mesa, derritiéndose. Dana se sentó en el piso junto a Greta, la cual aceptó sus mimos con placer. La ovejera se durmió a los pocos minutos de las caricias mientras que la joven luchaba consigo misma para mantener sus ojos verdes abiertos. Ahora los minutos parecían horas. Quería recibir el paquete para poder dormir tranquila.. Decidió intentar entretenerse con otro libro de la pila que se encontraba a su lado. Luego de leer dos capítulos, se rindió y sus ojos cedieron al cansancio. Se despertó alarmada luego de escuchar el ruido molesto del timbre retumbando en las paredes. Greta se despertó casi de inmediato y corrió hacia la puerta, ladrando, Dana se estiró y bostezó antes de atender la puerta. Caminó a oscuras con sus pies tocando el frío mármol hasta la puerta de entrada. Los ladridos de Greta resonaban en toda la casa, opacando la tormenta. Observó por la ventana junto a la puerta y solo notó entre la espesa lluvia una camioneta negra dejando su casa a toda velocidad. Miró el reloj de su teléfono y se dio cuenta que eran exactamente las doce de la noche. Abrió la puerta con Greta detrás suyo y solo vio un pequeño paquete apoyado en la alfombrita de la puerta. Lo tomó y  lo llevó a la mesa de la sala. El paquete estaba un tanto mojado pero no demasiado, había unas cuantas gotas sobre el papel marrón que lo envolvía, Se recostó en el sillón, se cubrió con unas mantas y cerró sus ojos. No quería pensar en el paquete demasiado porque sabía que la curiosidad la mataría y terminaría abriéndolo. Luego de excusas infinitas en su cabeza, se levantó decidida y rompió rápidamente el papel que lo cubría. Inmediatamente notó un sello raro en la parte superior de la caja descubierta, lo leyó con cuidado.
“Gobierno interno de la P.T.E.D”
Dudó en si de verdad debería seguir abriéndolo pero ya estaba abierto. De todos modos le podría decir a sus padres que había sido Greta, no le harían nada a la perra .Abrió la caja y pudo ver un frasco de medicamento. Estaba lleno de etiquetas que ni ella entendía. Las tomó y le sorprendió su semejanza con las vitaminas que tomaba desde que tenía memoria. Un escalofrió recorrió su cuerpo. Las dejó a un lado, verlas la estremecía completamente. Encontró un sobre pesado. Lo abrió y observó mucho dinero. Eran billetes de cien dólares pero había varios fajos de este, Dana le calculó unos veinte mil dólares. Dio vuelta el plástico que protegía el dinero y leyó el mensaje que decía detrás.
“Dinero para mantenimiento y gastos personales del experimento #081293, sus padres adoptivos, el Dr. y Dra. Vilanovik deben presentarse en sesenta días para el exterminio y autopsia del experimento. El dinero acordado seguirá siendo entregado en tiempo y forma mientras que el experimento no sea divulgado”

sábado, 10 de noviembre de 2018

EL NGÜRÜ Y EL CHOIQUE (Del libro “Cuentan los Mapuches” Ed. EDICOL - Recopilado por César Fernández, 1989 Narrado por Virginia Victoria Tropán, Aucapán, 1984.

Una vez se encontraron el ngürü con el choique. Estaban en una aguada. Entonces dice el zorro:
-Muchas veces lo he campaneado, pero nunca lo pude encontrar cerquita y solo.
Se le fue acercando y le buscó conversación. Le dijo:
-¡Che, compadre! ¡Qué feas que tenes las patas!
Así le dijo, porque el choique tenía las patitas todas partidas por la tierra del camino.
-Y bueno, si no tengo el calzadito como tenes vos, que andas con botitas.
El zorro entonces dice:
-Pero, ¿por qué no te haces un zapatito, compadre?
-Yo no sé hacer eso -dijo entonces el choique.
-Pero no te hagas problema, compadre, búscate un animal muerto, una vaca y sácale un pedazo de cuero. Entonces yo te hago el zapatito.
El avestruz, creído que le iba a hacer el calzado, encontró una vaca muerta, le sacó el cuero y se lo llevó al zorro, que estaba esperando en la aguada.
-Aquí le traigo el cuero -le dijo.
El cuero estaba bien fresco y lo apretó con todo. A medida que el avestruz iba caminando se le iba secando y resecando el cuerpo y le apretaba las patitas. Se le apretó tanto que no pudo caminar más. Arrastrándose iba.
El zorro lo iba siguiendo, y cuando ya vio que no podía correr se le acercó y se lo comió.

YENE Y EL ZORRO (Del libro “Cuentan los Mapuches” Ed. EDICOL Recopilado por César Fernández, 1989 Narrado por Pedro Curruhuinca, Quila Quina, 1968.

El zorro había ido al futalafquén y como vio una pampita se adentró. ¡No va y se queda dormido en una piedra! ¡Qué susto cuando despertó! Todo era agua. En eso vio a la yene y entonces le dice:
-Quiero irme, yene. Ayúdame que estoy solo y me voy a morir. Sácame de acá que está lejos la costa y no voy a aguantar nadando.
-Yo te llevo si querés -le dice la yene, que es un animal muy grande.
-Subí arriba que yo te voy a llevar, pero no te puedo dejar en lo seco porque de ahí no salgo. Me quedo varado.
Entonces le contesta el zorro:
-Yo tengo muchos amigos y te vamos a ayudar
-Bueno, te llevo no más.
Subió el zorro y lo llevó. Una punta de amigos los estaban esperando en la orilla. El zorro, como zorro no más, no cumplió la palabra. La yene lo arrimó para que no se ahogara y ahí se la comieron.
-Otra vez no me van a engañar. Eso es lo que siento, la mentira -decía la yene, mientras los zorros se la comían.
Y ahí se terminó.

(El personaje de la ballena (yene) es de muy escasa aparición en los cuentos del zorro. Sin embargo, no lo es el motivo del animal grande y tonto burlado con astucia.)

ACCIDENTE DE FANGIO Y VILLORESI Por Juan Carlos Pirali Del libro “Causas judiciales- Historias de casos tratados en el departamento judicial de Dolores”

        El 15 de enero de 1950 se disputó en Mar del Plata el Gran Premio internacional de automovilismo, en el circuito denominado "Playa Grande", en el que se produjo un accidente que involucró al argentino Juan Manuel Fangio y al italiano Luiggi Villoresi, que corrían con coches de IM marca Ferrari. Ambos salieron ilesos, pero no así algunos espectadora que debieron ser hospitalizados con diversas heridas.
Intervino el Juez de Feria de Dolores Dr. Juan Carlos López Aranguren y el sumario estuvo a cargo del comisario de Mar del Plata D. Alberto Matías. Por otra parte, los informes médicos estuvieron a cargo del Dr. Carlos Peñóñori. En dicha instrucción, compareció el 16 de enero del citado año, Juan Manuel Fangio, quien manifestó ser argentino de 38 años de edad, domiciliado en la calle 13 N° 321 de la ciudad de Balcarce. Declaró que el día anterior en la carrera automovilística corrida en el circuito de "Playa Grande", él conducía su Ferrari N° 16 y que en la vuelta 14 iba en la delantera cuando en la curva para tomar la Av. Peralta Ramos, el coche N° 44 de Villoresi se adelantó al suyo por la izquierda y dicho vehículo patinó en el pavimento por el aceite que habían derramado los coches. Por tal razón, la Ferrari de Villoresi subió a la vereda donde había público.
Como consecuencia del accidente resultaron heridas varias personas que presenciaban la carrera, a las que se les tomó declaración en el Hospital de Mar del Plata. El primero en hacerlo fue el espectador Roberto Murías, quien expresó que vio el coche de Villoresi subir a la vereda donde se encontraba él con otras personas, de cuyo resultado sufrió fractura del pie derecho y otra lesión en la pierna.
Otro de los lesionados fue Vicente Di Salvo, quien dijo no recordar como había sido el accidente, porque recobró el conocimiento en el hospital, donde lo enteraron que había sido embestido por el coche de Villoresi. Por otra parte, Abel Rodríguez declaró que vio pasar a los coches 16 y 44, pero no recordaba más detalles pues se encontró de repente en el nosocomio, enterándose allí que lo había atropellado el coche del italiano. El espectador Pedro Malmoria dijo que el coche N° 44 embistió al público donde se encontraba él y que quedó apretado por una de las ruedas del vehículo. Otro declarante fue Justo Fernández, quien expresó que se enteró en el hospital que había sido embestido por el auto de Villoresi.
Fue requerido el servicio del perito Justo Pena, quien dijo que las máquinas que intervinieron en la colisión era marca Ferrari de 2.000 ce, y que ambas habían sufrido rotura de la dirección y atribuyó el choque al patinaje del coche de Villoresi.
El comisario encargado del sumario D. Alberto Matías elevó lo actuado al juez de Dolores Dr. López Aranguren, con la aclaración que no fue posible tomar declaración al corredor italiano, en razón de haberse ausentado inmediatamente de Mar del Plata y del país.
El 9 de febrero de 1950, el juez López Aranguren expresó que no constituyendo delito el hecho que dio origen al citado sumario, "de conformidad con el artículo 378 inc. 2° del Código procesal Penal, sobreséase definitivamente la presente causa y previa vista del Agente Fiscal archívese".