sábado, 7 de mayo de 2016

ALLÁ LEJOS Por RUBÉN DARÍO

Buey que vi en mi niñez echando vaho un día
Bajo el nicaragüense sol de encendidos oros,
En   la   hacienda fecunda, plena de la armonía
Del   trópico; paloma de los bosques sonoros,
Del viento, de las hachas, de pájaros y toros
Salvajes, yo os saludo, pues sois la vida mía.
Pesado buey, tú evocas la dulce madrugada
Que   llamaba a la ordeña de  la vaca lechera,
Cuando era mi existencia toda blanca y rosada,
Y tú, paloma arrulladora y montañera,
Significas en mi primavera pasada
Todo lo que hay en la divina Primavera.

DESDICHA INFANTIL Por Luis Ratisbonne

DESDICHA INFANTIL
Por Luis Ratisbonne

Una mujer andrajosa
Hallé en mi camino un día.
Y de su diestra agarrada,
Con débiles pasos iba
Una infeliz pequeñuela
Desmedrada y enfermiza.
Pasaron por una tienda
De juguetes, grande y rica;
Clavó la mujer en ellos
Embelesada la vista,
Y le habló de esta manera
A la demacrada niña:
-« ¿Ves qué graciosos payasos?
¿Ves qué muñecas tan lindas?
¿Ves cuántos animalejos
Dentro de aquella cajita?
Ese teatro de niños,
¿Ves cómo reluce y brilla?
Mira aquellos bebés blancos;
Son de rosa sus mejillas.
¿Verdad que todo es hermoso?
¡Contémplalo, prenda mía!
-Y esas cosas ¿de qué sirven? »
Preguntó la pobrecilla.
¡Eran, para ella, los juegos
Novedad desconocida!
Marchó de nuevo la madre
Llevando a rastras la hija;
Su Ángel custodio, llorando
Y gimiendo la seguía

A MI MADRE Por EDMUNDO DE AMICIS

Amo el nombre gentil, amo la honesta
Aura del rostro que del pecho arranca;
Amo la mano delicada y blanca
Que mi lloro a secar acude presta;

Los brazos donde yo doblo la testa,
Que a mi trabajo sirven de palanca;
Amo la frente pura, abierta, franca,
Donde toda virtud se manifiesta.

Pero amo mucho más la voz sencilla
Que el ánimo conforta entristecido
Convenciendo y causando maravilla;

La voz que cariñosa hasta mi oído
Llega al alba a decirme dulce y bajo:
-Hijo mío, es la hora del trabajo.

CANCIÓN DE LAS MONTAÑAS Por SCHILLER

El sendero que el vértigo produce,
Al borde del abismo serpentea;
Los genios que le guardan, te amenazan
Con una muerte cierta.

Si a ese dios destructor que hay en el fondo,
De su modorra despertar no intentas,
Es preciso que marches en silencio
Para que no te sienta.

Sobre profundidades tan terribles
Estrecho puente su tablero eleva;
No es obra de mortal, ni hay mortal mano
Que a hacerlo se atreviera.

Bajo él forma un torrente blanca espuma,
Irritado por cárcel tan estrecha;
Muge por la mañana y por la tarde,
Muge siempre, sin tregua.

A la negra región de los espíritus
Conduce sin tardar la horrible puerta;
Habitan en el fondo; y del sendero
Que alguno caiga esperan.

Por encima se tiende una campiña
Donde se unen otoño y primavera,
¡Con qué placer, huyendo de este mundo,
Yo viviría en ella!

Cuatro torrentes mugen en el valle
Hacia los cuatro puntos de la Tierra:
A Norte, a Sur, a Oriente y Occidente;
No hay quien su origen sepa.

Y como que está oculto a las miradas
El manantial donde su vida empieza,
Su destino es correr siempre perdidos
En la extensión inmensa.

Dos rocas se levantan sobre el mundo,
Sobre toda altitud, y voltejean
En sus agudos picos blancas nubes,
Vapores de la tierra.

Allí, pues, sobre un trono deslumbrante,
Que los hombres no ven, vive la reina
De las altas montañas: la coronan
Mil zafiros y perlas.

El sol lanza sus rayos, envidioso
De tanta brillantez, que le avergüenza;
Y queriendo fundir tan ricas joyas,
Realza tu belleza.

MENDIGA Por Olindo Guerrini

Terminado el festín, la mesa alzada,
Salía yo al acaso,
Cuando encontré en el fango arrodillada
Una niña a mi paso.

Las ropas desceñidas y andrajosas,
Pálida y balbuciente,
Imploraba con manos temblorosas
La piedad de la gente.

Arrojando en su falda una limosna
Dije a la pordiosera:
-Corre ¡infeliz! y hacia tu madre torna,
-¡Quizá llora y te espera!-

Una errante sonrisa de pasada
Plegó su labio yerto,
Y fijando en el cielo la mirada,
Dijo: - ¡Mi madre ha muerto!

Dijo: - Mi madre ha muerto; el hambre aterra;
La estación es muy cruda;
¡Nadie en mí piensa ya sobre la tierra,
Huerfanita y desnuda! —

Fuerza es sin duda que el dolor nos venza
Viendo al menesteroso;
Yo ante miseria tal sentí vergüenza
 De ser casi dichoso.

A NISE BORDANDO UN RAMILLETE Por Manuel Justo Rubalcava

No es la necesidad tan solamente
Inventora suprema de las cosas,
Cuando de tus manos primorosas
Nace una primavera .floreciente.
La seda en sus colores diferente
Toma diversas formas caprichosas,
Que aprendiendo en tus dedos a ser rosas
Viven sin marchitarse eternamente.
Me parece que al verte colocada
Cerca del bastidor, dándole vida,
Sale Flora a mirarte avergonzada;
Llega, ve tu labor mejor tejida
Que la suya de Abril: queda enojada

EL DESTINO Por Pedro Buenaventura Metastasio

Nace en un bosque venturoso niño,
Mece madre infeliz su tosca cuna;
Y más tarde al favor de la fortuna
Los destinos de un pueblo regirá.
Otro desventurado en regio alcázar
Mira correr sus juveniles años;
Y... tal vez con el tiempo los rebaños
Del otro, infortunado, cuidará.

ESPERANZA Por Guillermo Jaim Etcheverry

        En la sociedad actual se extiende una tendencia alarmante: la resignación. Se manifiesta en una suerte de renunciamiento a actuar sobre el mundo que encuentra su justificación en razones tales como el curso autónomo que parecen seguir la técnica, las características del mundo globalizado o el fracaso de las antiguas utopías responsables de verdaderos desastres durante el siglo XX. Nos desentendemos del futuro, abrumados por señales que nos impulsan al gozo del instante inmediato y nos conducen, insensiblemente, a un inevitable desencanto.
Encerrados en nosotros mismos, protagonizamos un nuevo individualismo que refleja nuestro retiro progresivo del mundo, abandonando resignados la voluntad de civilizarlo o corregirlo. Influidos por aquello que se sostenía en la década de 1980, "no hay otra alternativa", aceptamos la perspectiva de la desaparición de la política y, por lo tanto, de la democracia, que no son otra cosa que apuestas al porvenir. Nuestras vidas quedan así despojadas de la perspectiva que les confiere ese porvenir y se van convirtiendo en presente perpetuo, con lo que terminamos por renunciar también a lo que nos define como humanos.
Precisamente, si algo nos distingue de los animales es el poder decir "no" al orden que parecen tener las cosas. Considerar que lo que sucede no es inevitable constituye el fundamento de nuestra acción como humanos. Si renunciamos a lo? proyectos, a la voluntad de cambiar ese curso de la historia, en suma, a la esperanza, enajenamos nuestra humanidad.
De acuerdo con la bella expresión de Emmanuel Levinas, "el tiempo va hacia alguna parte". Esta concepción de un tiempo recto, lineal, en oposición al tiempo circular que supone la repetición inevitable del pasado, es una creación de la cultura judeocristiana, una idea inicialmente religiosa de la esperanza que aparece reformulada en la concepción del progreso durante el siglo XVIII. El progreso es, pues, la versión laica de la esperanza cristiana, que a su vez proviene del antiguo mesianismo judío. Ese de los grandes profetas que una sentencia del Talmud expresa magistralmente: "¡Recuerda el futuro!" Nos advierte que estamos en camino y, además, que somos gestores del mundo por venir. Los humanos tenemos responsabilidad sobre el destino del mundo. Este no es el resultado de una fatalidad inevitable, un mero producto del azar, sino que refleja nuestra voluntad de construirlo. Afirmar que "otro mundo es posible" -como lo proclama una consigna que hoy se extiende- es esperar que lo sea.
Max Weber sostenía que la política es "el gusto por el porvenir", como lo recuerda Jean-Claude Guillebaud en un ensayo que lleva por título esa frase. Placer que, sin embargo, no expresa una simple inclinación hacia las promesas del futuro ni un abandono inconsciente a lo imprevisible. Supone querer gobernar el porvenir, reafirmando la esperanza en la posibilidad de torcer el rumbo. Sólo habitados por la concepción de un futuro por construir podremos rechazar la idea de que este mundo está librado a las leyes del azar, abandonado a la fatalidad, a la dominación, a la lógica mecánica de un "proceso sin sujeto", como lo define Jacques Ellul.
Es preciso reconquistar el interés por controlar el rumbo de la historia, convenciéndonos de que el mundo es mejorable.
Debemos evitar dejarlo, como también lo señala el Talmud, "abandonado a los malos", librado a los mecanismos anónimos del poder, de la tecnociencia y de la comercialización de la vida. De lo que se trata es de volver a encantar el presente recreando hoy la esperanza en el porvenir.

Extraído de la revista “La Nación”