sábado, 28 de septiembre de 2013

Grito Por Diana Bravi

        Mis ojos, aturdidos de golpes, caminaron las calles sudorosas hasta detenerse y precipitar en los charcos de una esquina. Entonces salió de allí mi figura borrosa que corrió confundida, se inclinó agonizante, fue arrastrada lejos, se deshizo. Corrí más, la ambulancia siempre estaba lejos. En el extremo del fin pensé que todavía podía dejar mi mirada  sana y erguida, mi grito echado a volar alto clamando un ¡alerta mujer, alerta!

Minirelato seleccionado para la antología “Basta” - Cien mujeres contra la violencia de género - Editorial Macedonia

SI MUERO… Por Rodolfo Espasa Muñoz- España

Si muero, acostúmbrate a vivir sin mí;
borra de tus sueños a mi rostro perdido,
y deja que el tiempo guarde las cenizas de mis labios,
en pequeños alcancías que, juntos, abriremos algún día.
No te ocultes detrás de la incesante estatua,
construida con los párpados inflamados de hastío,
y vaga por caminos que, aún, sueltan mi aroma errante;
amarrando tu corazón a todo lo que existe...
¡espérame!:
en las grisáceas nubes de ruidosos silencios,
donde las bocas no suplican, ni piden, ni lloran.
Allí, donde se dispersan las resinas del corazón herido.
Si muero, acostúmbrate a vivir sin mí,
y besa mi boca de nieve con tanta fuerza,
que al llevarse mi muerte tu beso,…jamás halle olvido.

Vestirse por dentro Por Guillermo Jaim Etcheverry

A veces se tiene la impresión de que la experiencia humana va quedando restringida a sus facetas más superficiales y oscuras. Por ejemplo, los argentinos compartimos hoy preocupaciones vitales que oscilan entre el mundo del espectáculo y el del hampa. Vivimos atraídos por lo que sucede en juzgados y comisarías, aventuras de policías y ladrones que ni siquiera tienen valor aleccionador porque ya no sabemos quién es quién.
Este arrasador vendaval de irrelevancia resulta especialmente peligroso porque nos sorprende sin defensas. Desnudos por dentro. Nuestro espacio interior está quedando vacío como resultado de una educación que, en realidad, es un desalojo planificado. Convertidos en seres chatos, sin profundidad, sólo tenemos vida cotidiana, monopolizada por la contemplación de poco estimulantes vidas ajenas. Desprovistos de las múltiples dimensiones de la experiencia humana que son las que da la cultura, creemos que la que nos muestran es la única vida posible. Así nos vamos llenando de los desechos con que tenazmente nos alimentan sin pausa. Ingresan sin resistencia porque no estamos en condiciones de oponerles ni las experiencias propias ni las adquiridas a través de la cultura.
Esto no siempre fue así. En algunas épocas se reconocían las limitaciones de la vida de cada uno y se buscaba ampliarla mediante la educación. Se trataba de incitar a cada persona a explorar el territorio casi infinito de sus posibilidades. Para no otra cosa sirven la literatura y la música, el teatro y las 'artes plásticas, la filosofía y la ciencia. Claro que en este mundo de cosas, intentar que las personas no lo sean, no es considerado un servir valioso.
Detengámonos en un ejemplo. Hasta no hace tanto, era frecuente que quienes se habían beneficiado de una buena educación, recordaran durante toda su vida fragmentos de los más variados textos. Habían aprendido de memoria párrafos de la Biblia, grandes poemas completos o algunos de sus versos aislados. Recordaban frases de héroes, citas de grandes políticos, pensamientos de intelectuales. Ya no intentamos poblarnos por dentro mediante la memoria, despreciada por la cultura contemporánea. No es que no la utilicemos. Hoy, en lugar de los versos, nos habitan hasta los detalles más insignificantes de la vida de los personajes que, encapuchados o a cara descubierta, constituyen la familia obligada que visita a diario nuestros hogares. Lo que en realidad rechazamos es la disciplina del esfuerzo que requiere emplear la memoria con la intención de vestir mejor nuestro interior. Esto hace que cualquier alusión a la vastísima experiencia cultural del hombre carezca hoy de todo significado para la mayoría de nuestros jóvenes. Se está desgarrando así lo que George Steiner denomina el tejido interior de ecos compartidos. Esto es grave porque la persona responde a la incitación de la realidad de acuerdo con la densidad de las referencias y recuerdos con que haya conseguido vestirse por dentro.
Esta tarea requiere el tiempo, la reflexión y el silencio que se están escurriendo de nuestras vidas. Dócilmente nos hemos dejado convencer de que no tenemos tiempo para elegir nuestro ropaje interior. Otros nos lo imponen. Abandonamos el hábito de pensar porque cada día tenemos menos instrumentos para hacerlo. Vivimos en medio de un ruido ensordecedor que no nos deja ni un instante para dialogar con nosotros mismos. Además, nos resulta difícil hacerlo porque, al vaciarnos de resonancias interiores, nos hemos quedado sin interlocutor.
De este modo, nuestro espacio interno, poblado hasta no hace tanto por ecos y significados, se está enmudeciendo. Peor aún, nos lo están ocupando sigilosamente con datos superficiales, preocupaciones inútiles, ejemplos de lo peor de la condición humana. Pero mientras esto le ocurre cada vez a más gente, el pintor se sigue desvelando por encontrar el color preciso, el poeta insiste en buscar durante días la palabra apropiada, el científico trata de responder esa pregunta imposible. Gracias a ellos, los, elementos para enriquecer nuestro espacio interior siguen y seguirán estando, allí. De nosotros depende utilizarlos y, sobre todo, enseñar a los jóvenes a hacerlo.
Es la única forma que nos queda de resistirnos a que sigan ocupándonos por dentro. De defender .lo que tenemos de humanos.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Poesías extraídas del Tomo 3 de las Obras Completas del Dr. Claudio M. Cuenca

En esta pagina rescatamos un poeta casi olvidado: el Doctor Claudio M. Cuenca, que vivió durante el gobierno de Rosas, y murió en la batalla de Caseros, cuidando los heridos del ejercito federal que estaban a su cargo en el edificio llamado “El palomar”. Contemporáneo de Mármol, Echeverría y otros, no tuvo la suerte de éstos de formar parte de las letras argentinas, a pesar de que sus obras, recopiladas por su amigo, Heraclio C. Fajardo, llenan 3 tomos. Los gastos de la misma se solventaron gracias a una suscripción realizada por éste a pesar de que el gobierno nacional (cuyo presidente era Bartolomé Mitre) le negó todo apoyo. Aquí presentamos algunas poesías extraídas del tomo 3.





MI CARA

Esta cara impasible, yerta, umbría, 
Hasta ¡ay de mí! para la que amo helada, 
Sin fuego, sin pasión, sin luz, sin nada, 
no creas que es ¡ ah, no ! la cara mía.

Porque esta, amigo, indiferente y fria 
Que traigo casi siempre, es estudiada.... 
Es cara artificial, enmascarada, 
y, aquí para los dos, -la hipocresía!

Y teniendo que ser todo apariencia,
Disimulo, mentira, fingimiento,
Y un astuto artificio en mi existencia,
Por no poder obrar conforme siento

Y me lo mandan Dios y mi conciencia.


EL LUNAR

Como del cuerpo entro todos 
Los hechizos sobresale, 
Y hasta una hermosura vale, 
De los ojos la beldad : 
Así entre las bellas dotes 
Del corazón y del alma, 
Como en la selva la palma, 

Descuella la caridad.


UN   MAL   CASADO

En medio de los dolores 
de una muerte que amagaba 
Un infeliz recordaba
Sus ya pasados errores ;

Mas cuando aquel recordó 
De haberse buscado suegra, 
Basta, dijo, muerte negra, 

Líbrame, de él, y espiró.


INÉS

En su próxima dicha embebecido, 
Delirante de amor Favonio espera, 
Que se desnude Inés, y placentera ..
Entre con. él al lecho apetecido.

La ve soltar un lazo, y sorprendido 
Mira caer á sus pies la ancha cadera; 
Un resorte, y con él la cabellera, 
Y en pos de un otro, el muslo desprendido.

Queda el rustro divino : ¡ oh ! ¡qué blancura ! 
Mas no, que es Solimán .... se pone prieto, 
Y... ¿ qué saca, después ? ¡ la, dentadura ! 
El seno ¡ ah! se desprendo con el. peto! 
¿Y qué resta por fin do su hermosura? 
¡Oh engañosa beldad, -un esqueleto !


UN SONETO

Un soneto! sí, Fabio; un cuarto de hora 
Que escribo, y sudo, y voto, y me fatigo, 
Y llano al . .     pero qué . .     nada consigo; 
Si mas quito y añado, más se empeora.

Iba á escribir .... mas ya    ... ni sé ahora; 
Y es esto diversión, ¡ ah ! no ; maldigo 
Hasta el mismo alto numen que es testigo 
Del vático furor que me devora.

De esta vez, no hay remedió, pierdo el juicio! 
Quince versos, dos ripios, plan y objeto 
Es preciso borrar ; ¡qué sacrificio ! 
También un consonante, un epíteto 
Mal aplicados ¡ oh ! ya esto es suplicio ! 

¡ Llévese el diablo, pues, pluma y soneto !


EL   SASTRE

De un rico lino cortaba 
Para su esposa, un vestido 
Cierto sastre, y distraído 
La mitad del lino ahorraba.

Nótalo ella y grita: Espera, 
Tú me robas mucho paño! 
Y él responde : No es extraño, 
Me olvidaba de quien era.


A UNA DAMA

Preguntóme una doncella. 
¿Me falta algo por ventura, 
Siendo rica, noble, y bella?
Sí, le dije, más cordura.


LA RESPUESTA

Preguntóme, ¿cuál de aquellas 
Cinco damas es mas linda? 
Un amante; óyelo Alcinda 

Y dice, ninguna de ellas.


EPIGRAMAS


Un pendenciero

Un valentón desafió 
A un antiguo militar, 
Y llegados al lugar 
De la riña, así le habló :

Tú tiras, o tiro yo, 
O  me matas, o te mato, 
Y es sabido que un mal rato 
Debe huirse.. . .y disparó


La Viuda

Bañada en lágrimas vi 
Quejarse á una joven viuda, 
Diciendo: muerte sañuda, 
¿Porqué me dejaste á mí ?

Grita, llora; mas voy yo, 
Háblole de casamiento, 
Y la viuda en el momento 
En risa el llanto mudó.


El beato

Rezando estaba un devoto 
Muy contrito, cuando al paso 
Pisa su hijo por acaso 
Un mal jarro y queda roto :

Se enfurece con exceso, 
Grita el beato, rabia y vota, 
Toma al hijo, cruel le azota, 
Se hinca luego y sigue el rezo,


El busto

A un chulo se preguntó
Si el busto de un magistrado
De blanco mármol labrado
Le era fiel, y respondió :

El busto no admite medra 
Ni puede hacerse mejor 
Porque imitó el escultor 

Hasta los sesos de piedra.




Respuesta que dio el gobierno nacional cuando se le solicitó que apoyase la impresión de las obras del Dr. Cuenca, adquiriendo para tal fin, varios ejemplares. Vaya esto como ejemplo para aquellos que creen que el estado debe apoyar la obra del artista.


Respuesta del gobierno:

Marzo 18 de 1861.
Queda suscrito el gobierno á diez ejemplares de la obra del Dr. Cuenca ; hágase así saber al interesado y comuníquese al Ministerio de Hacienda.
MITRE.
PASTOR OBLIGADO.


Respuesta del Dr. Fajardo al saber que el gobierno sólo tenía interés en 10 ejemplares:

Al Exmo. Sr,   Gobernador de. Buenos Aires, Brigadier  General D. Bartolomé Mitre.
Señor:
Se me acaba de notificar que, por toda contestación á la carta que tuve el honor de dirigir á V. E. con fecha 25 de Septiembre del año pasado, el gobierno de V. E. se suscribía á DIEZ EJEMPLARES de las obras poéticas del finado Dr. D. C. M. Cuenca.
Si la penuria del Erario no hubiera permitido al gobierno distraer fondos en una suscripción, condigna de este y de la importancia de la obra que colocaba bajo su elevada protección, yo habría aceptado gustosísimo el que se hubiera excusado de abonarse á un solo ejemplar. Mas la dignidad de las letras, de las que soy humilde pero celoso soldado y de las que V. E. es conspicuo representante; la dignidad de las letras, que debemos acatar ante todo, cualquiera que sea la posición á que nos encumbre la voluble rueda, porque ella es superior á las demás efímeras dignidades á que esta eleva; la dignidad de las letras, en las que brilla, el Dr. Cuenca como un astro, - no me permite aceptar semejante suscripción, de parte del gobierno de su patria, mas que como una ironía, por no decir otra cosa, á la memoria del primer poeta argentino.
Al agradecer, sin admitir, tal protección del gobierno de V. E., me queda la satisfacción de haberme sacrificado de todos modos por la gloria de aquel poeta, aunque no soy magistrado de su patria, aunque no soy capitalista, aunque ni soy su compatriota.
Tengo el honor de saludar á V. E. con mi. mayor consideración, &a.

Heraclio C. Fajardo


sábado, 14 de septiembre de 2013

Aspectos sorprendentes del amor propio Por Wimpi

El espectáculo del llamado "amor propio" confirma, acabadamente, aquella vieja especie de que "hay amores que matan".
Porque cuando uno quiere una cosa, la quiere, la limpia, la pule, la lustra, la poda.
En cambio cuando el tipo se quiere a sí mismo, hasta el punto de configurar el caso de una "persona de amor propio", se deja silvestre nomás.
La "persona de amor propio" ni se piensa, ni se analiza, ni se explora, ni se sabe.
Y la fe que se tiene es una especie típica de superstición...
Cree, en efecto, en ella misma, como cree en cualesquiera agorerías: la del trébol de cuatro hojas, la del cura de frente, la de los tres primeros marineros hallados al paso, la del gato negro, la del carro de pasto.
Y el tipo vive feliz así.
Debe ser el único caso en el mundo de un espectáculo feliz que causa una impresión
desgraciada en aquellos que aspiran a ser felices como hay que serlo para cumplir con Dios en el cielo y con los vecinos en la tierra.
El tipo de amor propio habla siempre en primera persona:
-Porque en ese momento YO ... Cuando YO estaba ... Al YO salir ...
Y cuando tiene que referirse a él y otro, indefectiblemente, ingenuamente, comienza:
-Ibamos yo y fulano...
De la misma manera que Juan Ramón tituló a su libro "Platero y yo", siendo Platero, como se sabe, su asno. Claro que Platero era un burrito de cristal que entendía las noches con estrellas y se admiraba de las mariposas azules.
El tipo de amor propio diríase que vive de espaldas al mundo, vuelto sobre sí mismo, pegado contra sí mismo como un mejillón.
Pero hay un aspecto sorprendente en esto del amor propio: cuando se trata de aparatos de radio, el del tipo "agarra" de cualquier parte sin antena; cuando se trata de beber, el tipo aguanta un kilo de whisky sin que se note; cuando se trata de mujeres, el tipo no da abasto... Ocurre, sin embargo -y este era el aspecto sorprendente- que cuando se trata de enfermedades, nunca, nadie, estuvo tan grave como el tipo.
Cuando alguno le da la noticia de que le sacaron el apéndice, él recuerda su caso:
-¡No me hable de apéndice, mire!
-Fue un momentito, ¿eh? Al día siguiente ya estaba sentado en la cama.
El tipo sonríe con inusitada suficiencia.
-¡Sentado en la cama! A mí, cuando me operaron... ¡dos de reloj en la mesa! Una carnicería. Los médicos ya creían que... Parece que lo tenía pegado y entonces ellos, seguro .. Pero fue algo, mire... ¡algo!
El tipo entrecruza las manos como si fuera a rezar o como si estuviera pidiendo otros quince días de plazo.
Lo mismo acontece con las llamadas "puntadas".
-¿Qué le pasa que se toca seguido ahí?
-Una puntada.
-¡A mí, cuando me agarran... ¡es pa-vo-ro-so! ¡ Acá... ¿ves? ... cuando me agarran, me agarran acá. ¡Qué sé yo cuántos médicos me...! Que los rayos, que análisis, el metabolismo...
No saben lo que es. Pero me dijeron que había sólo dos casos como el mío. El tipo propala la versión con cierto espeso énfasis de teatro italiano. Y repite, circunscribiendo, para jerarquizarla, la importancia de su vicisitud:
-Dos casos, nomás. Uno creo que en Suiza y el otro en Norteamérica.
El del tipo, en el país, es el único.
La "persona de amor propio", pues, no sólo aspira a ser primera en el amor, en el talento, en la lucha romana, en el beber, en el conseguir arroz sino que, también, en la peritonitis y en las dobles fracturas.
-¡El codo! ¿Se da cuenta? ¡El codo, nada menos! Creían que iba a quedar con el brazo inútil. Todo el peso del cuerpo. El que me puso el yeso me lo dijo:
-Como su caso, hubo otro nomás. Pero hace años y no acá ...

De Ventana a la calle - Editorial Freeland - Buenos Aires - 

LA ARAÑA Y EL JARDINERO Por José Caicedo Rojas

En la rama de un árbol trabajaba
Una Araña su tela.
El Jardinero Atento la miraba,
Y al fin dijo con aire chocarrero
"Mucho tu industria, amiga, se desvela
Por fabricar tus redes pescadoras;
Pero tan frágil tela
Durará, me parece, pocas horas,
Que al podar esa rama vendrá abajo
La hamaca en que te meces, y perdido
Será tu vil trabajo
Y los días que en él has consumido".
-"Y dime, le responde el pobre insecto,
Este bello jardín que tú cultivas
Con arte tan perfecto,
Y este árbol, y esas casas tan altivas,
¿Por siempre han de durar? Tu misma mano
Que amaga mi existencia y que ya espera
Lanzarme el golpe insano
¿No es, como yo, también perecedera?

"Engaña al hombre su impotente orgullo 
Pensando que del tiempo en el abismo, 
De un gusano el capullo Y el bello 
Partenón no son lo mismo. 
Tuvo razón la Araña
Que todo en este mundo es telaraña."

La mayor necesidad del mundo Por Elena White

La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos.
Pero semejante carácter no es el resultado de la casualidad; no se debe a favores o dones especiales de la Providencia. Un carácter noble es el resultado de la autodisciplina, de la sujeción de la naturaleza baja a la superior, de la entrega del yo al servicio de amor a Dios y al hombre.

Extraído de “La Educación” . Año 1903

El hombre mil Por Rudyard Kipling

De cada mil, un hombre nos dice Salomón
más que un hermano te será allegado.
Bien te valdrá buscarlo la mitad de tus días
si antes de la otra lo llegas a encontrar.
Los otros novecientos noventa y nueve hombres
dependerán de aquello que el mundo vea en ti,
pero el número mil se te mantendrá amigo
aun con el mundo entero en contra tuya.

Y no habrá juramento, plegaria ni apariencia
capaces de regir ese descubrimiento.
Los otros novecientos noventa y nueve hombres
te seguirán en nombre de tu aspecto, tus actos o tu gloria,
pero si a ése le encuentras y él te encuentra,
lo demás nada importa;
porque será capaz el hombre mil
de sumergirse y de nadar contigo en aguas cualesquiera.

De su bolsillo sacarás dinero con no menos vergüenza
de la que él sienta remediando sus gastos con el tuyo;
y reírte podrás y mencionarlo de la misma manera
que si préstamo alguno hubiera habido.
Los otros novecientos noventa y nueve hombres
sólo el oro y la plata buscarán en sus tratos;
pero el número mil vale más que ninguno
porque podrás abrirle tu corazón.

Su error será tu error, y su acierto tu acierto,
a tiempo o a destiempo.
Defiéndelo y apóyalo a los ojos de todos
haciendo de ello tu único designio.
Los otros novecientos noventa y nueve hombres
no aguantarán contigo ludibrio, burla o risa.
Pero el número mil se quedará a tu lado
hasta el pie de la horca, ¡y más allá!

DON SEBASTIAN - Por Nelda del Carmen Lugrin

Don Sebastián es algo así como el amigo del barrio. El abuelo, el tío o lo que haga falta. El siempre lo dice.
-Estoy para lo que necesiten mis vecinos, como soy solo es un placer poder serles útil alguna vez, es devolverles la compañía que me dan todos los días.
Este don Sebastián es un hombre de setenta largos, ágil y de sonrisa amplia, dispuesto siempre a colaborar.
Es parte del barrio, hace muchos años que vive aquí. Vino solo, compró una casa y desde entonces es parte de nosotros. Del barrio.
Era aún bastante joven al llegar pero estuvo siempre solo. No recibe visitas o amigos excepto los del lugar, es consejero y confidente de tantos problemas del vecindario que los hace suyos.
Alguna vez nombró a una esposa que tuvo y dos hijos pero jamás contó sobre ellos, es asiduo del club del barrio donde todos se conocen, comparten charlas, juegos de naipes y la destreza del billar, ese es su gran pasatiempo.
-! Soy un especialista!- dice, esperando un contrincante capaz de intentar ganarle una partida. Participa de la mesa de pool, pero lo de el está allá al fondo, en el rincón, casi olvidada con su paño verde, una mesa de billar que parece esperarlo cada día
- Es más de mi tiempo -suele decir mientras ensaya sólo algún tiro magistral. Para el es un arte.
Comparte las fiestas con las familias del barrio, pero es cuidadoso a la hora de los brindis, bromea sobre lo malo de pasarse con las burbujas.
- Por ahí viene la nostalgia y se habla demás.
En el lugar tienen una antipatía parecida a la bronca por la mujer que alguna vez nombró. Debe ser mala para haberlo abandonado siendo este hombre tan sensible. La imaginan un poco una bruja malvada que vaya a saber lo que habrá enseñado a los hijos, para que nunca vinieran a verlo, deben tener también ellos sus  sentimientos mezquinos, así se pierden este padre envidiable y lo dejan en soledad.
Por los años que lleva viviendo en el barrio deben ser grandes, tal vez casados y lo privan hasta de los nietos, que podría darles amor y disfrutarlos, odian a esa presunta malvada.
Tenía esposa, un hijo varón y una mujer, alguna vez en el club entre ronda y ronda de copas con los amigos el alcohol lo ha puesto nostálgico hasta hacerlo nombrar a esa familia perdida y se le escapó algún comentario.
-Mi mujer era hermosa, nuestros hijos se le parecían cuando pequeños, tienen ojos oscuros como ella.¡Que buenos niños!.  Pero hace tanto tiempo que ya no sé si los  reconocería.
 Luego dándose cuenta que esta por hablar de un pasado guardado celosamente, calla y se despide apresurado escapando temeroso de soltar confesiones que nadie debe saber.
Muchos han querido conocer su pasado esperando darle alguna palabra que lo conforte pero jamás quiso contar mas que esas pocas palabras dichas alguna vez por descuido.
Esto hace que los vecinos tengan por él ese cariño protector abriéndole las puertas de los hogares para resarcirlo en alguna manera de las tristezas, aunque se lo ve siempre tan jovial, sin quejas de nada.
Es un ejemplo de vida dando siempre palabras de aliento promoviendo acuerdos o pacificando con razonamiento.
Tiene aspecto provinciano y dichos de cada región para contar cuentos de todo el país, fue viajante y conoce sus dichos y costumbres.
Los más osados de lengua cuentan de las infidelidades cometidas por la mujer hasta abandonarlo llevándose a los hijos,¡Que ni de él deben ser!”
Desde que vive en el barrio mas de una vez han querido casarlo, le han presentado y se le han presentado ellas mismas distintas candidatas con las cuales no superó de alguna salida, pero no hizo mas compromiso. Quedando éstas desilusionadas después del desafío.
Esto incrementó antipatías hacia la desconocida que lo habrá hecho sufrir tanto como para no volver a creer.
Es buen jardinero, al frente de su casa siempre hay flores, prolija y cuidada la comparte con una sola compañía, su gato Lolo, que en toda su negrura le resalta llamativamente un ojo amarillo, el otro ojo es de color marrón casi negro como su pelaje brillante.
Es el único para recibirlo y esperarlo, incondicional a su amo. Parece entender cuando le habla respondiendo con tonos distintos al maullar.
En esta noche de invierno  con cielo oscuro, don Sebastián demoró más su regreso a la casa, como  no queriendo llegar a su soledad, hoy la compañía de su gato Lolo no le basta, hay soledades mas profundas para entristecerlo y no tiene prisa.
Se demoró hasta que el cantinero lo miró como despidiendo, esperando que se fuera para poder cerrar terminando su tarea.
Don Sebastián se fue despacio, parece que el viento en la espalda lo detiene en lugar de empujarlo ¿No sentirá el frío calando los huesos? mientras camina despacio, haciendo tiempo.
Llega al portón, entra y se detiene a mitad de la vereda que lo lleva a la puerta de su casa, observa las plantas como las agita el viento, tiene pena de ver como las maltrata. Finalmente busca la llave en el bolsillo, la mira como si no la conociera de memoria.
Se decide y camina los pasos faltantes, despacio introduce la llave en la cerradura, la hace girar lentamente ignorando al gato que lo reclama desde adentro como preguntando ¿Por qué tan tarde y sin apuro?
Ya adentro, lo levanta en brazos y se dirige al dormitorio, deja el gato sobre la cama y abre el cajón de un mueble, saca de entre las ropas una fotografía donde una joven bonita sonríe abrazando dos niños pequeños, se sienta en la cama junto al gato, sus ojos están vacíos.
Acariciando la foto le pregunta.
-¿Como estas mi pequeña? ¿Recuperaste la alegría o tus ojos están tan tristes como el día cuándo te abandoné por otra?
¿Olvidaste mi mal carácter y mis enojos sin motivo? ¡Pasó tanto tiempo! ¿Como están nuestros hijos, me has perdonado, viven siempre en la misma casa? … ¡La nuestra!
Tuve tanta vergüenza de mirarte a los ojos cuando yo también conocí el abandono que no me animé a regresar.
Ahora tengo vergüenza de mi cobardía y menos puedo hacerlo, ya con mi vejez y achaques.
¡Perdón mi pequeña, perdón mis hijos!
Dos lágrimas surcan las mejillas pálidas de este don Sebastián desconocido, mientras con un suspiro lleva hasta el pecho cansado la foto de aquella joven bonita que junto a sus hijos le sonríen y se reclina lentamente junto a su gato negro.

sábado, 7 de septiembre de 2013

El conocimiento y el libro por Guillermo Jaim Etcheverry

El libro fue un triunfo tecnológico que permitió al hombre acumular y difundir el conocimiento y, sobre todo, conquistar el tiempo. Los muertos hablaron a los vivos como si fueran sus contemporáneos. Hoy, los medios electrónicos que caracterizan nuestra era nos han posibilitado conquistar el espacio: somos privilegiados testigos de todo y, además, de todo al mismo tiempo. Lo que está allí está simultáneamente aquí y gracias a eso nosotros estamos (o creemos estar) en todos lados. Esta homogeneización del tiempo y del espacio es lo que mejor define nuestra época.
Adoradores de la diosa actual, la información, quedamos expuestos a lo que es su esencia: mensajes instantáneos sobre prácticamente todas las cuestiones imaginables y provenientes de los más recónditos lugares del planeta. Se reúne información sobre cualquier cosa y todo se almacena y comunica antes que nadie tenga tiempo de descubrir qué significa. Su sola existencia otorga jerarquía a la información. Los medios que permiten difundirla, almacenarla y recuperarla también se usan porque están ahí. Por otra parte, la información goza del prestigio de lo nuevo que, se nos convence, es siempre mejor. Lo ordenado, lo establecido, lo acumulado con el paso del tiempo (el conocimiento) pierde prestigio desplazado por lo instantáneo, lo menos firme, lo más problemático (la información).
Estas ideas, que se encuentran en el centro de la sociedad contemporánea, nos están llevando a la peligrosa conclusión de que la información equivale al conocimiento. Aquélla se ve facilitada por el desarrollo asombroso de la tecnología, que permite manejar datos, sustento de una industria en expansión que genera empleos y grandes riquezas. Pero mientras florece el consumismo informativo, decaen las instituciones esenciales del conocimiento. Universidades museos y bibliotecas, desinteresados en ubicarse en medio del flujo vertiginoso de hechos y números de validez fugaz, y empeñados en ocuparse del tesoro permanente del pasado del hombre y de la creación, interpretación y ordenamiento de lo nuevo, mendigan para sobrevivir. Estas instituciones, carentes del glamour de lo avanzado y exitoso y que para peor ni siquiera cotizan en la Bolsa, son los filantrópicos parientes pobres que no favorecen a nadie en particular, sino a todos. Y claro, ésta no es época ni de filantropismo ni mucho menos de todos.
No se advierte que, precisamente, el hecho de que nuestra sociedad se convierta aceleradamente en electrónica, es decir, que la información desplace al conocimiento, hace imperativo fortalecer el prestigio de nuestras empobrecidas instituciones de conocimiento. Una de ellas es el libro que, por su característica de recoger el saber organizado y estructurado, constituye un baluarte del conocimiento frente al avance de la información, conjunto fragmentario de experiencias no relacionadas entre sí y sólo prestigiadas por su novedad. Por eso, el libro es un refugio frente al aluvión de lo trivial, lo periférico y lo irrelevante que, por su propia naturaleza, los medios electrónicos están obligados a ubicar en el centro de nuestra atención. El libro, al ser vehículo de conocimientos, se fortalece con el paso del tiempo, a diferencia de la fugacidad de la información. Valora nuestras experiencias no por el atractivo momentáneo de los hechos, sino por la permanencia de su significado. Nos devuelve el valor del tiempo, arrasado por la inmediatez de la información.
Tal vez el renovado rito en que se ha convertido entre nosotros la peregrinación anual a los libros responda a que la gente intuye que las calladas voces que encierran esos millones de volúmenes hablan del sentido profundo de sus vidas. Son símbolos de que algo podría dar orden y significado a la experiencia humana, trascendiendo lo cotidiano. La confusa intuición de quienes festejan al libro es acertada. Como señaló hace un tiempo el pensador norteamericano Daniel Boorstin, sostener hoy la vitalidad del libro "es afirmar la permanencia de la civilización frente a la velocidad de lo inmediato".

La noche Por Francisco Luis Bernárdez



Dulce tarea es contemplarte, noche que me has acompañado sin descanso. 
Dulce tarea es contemplarte desde la tierra con los ojos desvelados. 
¿Por qué razón me da tristeza la muchedumbre silenciosa de tus astros?
¿Cuál es la causa de mi angustia cuando me pierdo entre tus mundos solitarios?
A la deriva por el cielo, son como buques hace tiempo abandonados.
Van empujados por un viento desconocido hacia países ignorados.
Hasta el fulgor meditabundo que los anima es un fulgor desamparado.
Desde la tierra dolorosa presiento a veces su clamor desesperado.
¿Serán como éste aquellos mundos, noche serena que me llevas de la mano?
Al hombre triste le parece que son felices., porque siempre están lejanos.

Dulce tarea es contemplarte, noche que me has acompañado desde niño.
¡Con qué impaciencia te esperaban aquellos ojos en la plaza del Retiro!
Mi corazón de pocos años era pequeño, pero estaba pensativo.
Aunque la sangre no se viera, posiblemente ya estuviera un poco herido.
Mis compañeros se marchaban cuando agrandabas el lucero vespertino.
Cuando los otros se alejaban yo me quedaba para verte sin testigos
Me impresionaba tu silencio; tu poderosa inmensidad me daba frío.
Y sin embargo yo te amaba con una mezcla de temor y de cariño.
Acaso el alma presintiera que su dolor y tu dolor no eran distintos.
¿Ya no te acuerdas de mis ojos, de aquellos ojos empañados sin motivo?


De La ciudad sin Laura. Ed. Sur, Buenos Aires, 1938.

Magia Por Diego Santiago Cazzaniga Arduzzo

Se esconden
los duendes
con sigilo en la almohada
Baila
vestida de fiesta
la muñeca
frente a la ventana
Gira
el carrusel
Zumban los oídos
La luciérnaga se inmola
en la vela encendida
y acentúa los colores
La madre arropa
al hijo dormido
El libro cae
en el borde de la cama
Desfilan
ante el sueño que
se avecina
los dibujos.

AL CAER LA TARDE Por Marga Utiel-­ Badajoz-­ España

Al caer la tarde, cúbreme con tu presencia.
Al abrigo del tiempo, despójalo de su túnica para mermar la distancia.
Alójame en tu regazo, cierra puertas y ventanas;
subida en la nube blanca acariciar las estrellas,
sabiendo que allá a lo lejos alguien las verá pasar.
Pedir al cielo que con su blanco manto lo inunde todo.
Poseer el talismán de mis ansias, rociando de perfume mis anhelos.
Escuchar los sonidos del silencio; divisar horizontes de deseo.
Esperar sin desánimo el futuro, que me lleve en sus alas al presente.
Esparcir de pétalos la andadura errante para levitar con su fragancia.
Ilusiones perdidas volved; un nuevo amanecer inunda el horizonte.
Irisados y tenues colores tornan a su paso la amargura.
Incienso para el espíritu, elevando las desgarradas almas.
Y en el centro cual nenúfar de hermosura divisado desde la cúpula,
y ataviado con sonrisas y ternura, he visto su resplandor pasar.

COPLAS (Anónimo)

El: Treinta leguas de galope
Para venir a verla a usté.
Alcánceme un vaso de agua
Que vengo muerto de sed.


Ella: No tengo vaso ni copa
Ni agua que has de beber…
Tome un beso de mi boca
Que es más dulce que la miel.

LLUVIA TRISTE Por Ana Unhold

Millones de frías agujas
se descuelgan de grises nubarrones.

Las gotas que antes cayeron
como hechizadas bailarinas
giran, danzan.
Levantan sus brazos transparentes
y reciben a las que siguen.

Es la lluvia triste,
Somos dos
y estamos solos.