sábado, 14 de septiembre de 2013

DON SEBASTIAN - Por Nelda del Carmen Lugrin

Don Sebastián es algo así como el amigo del barrio. El abuelo, el tío o lo que haga falta. El siempre lo dice.
-Estoy para lo que necesiten mis vecinos, como soy solo es un placer poder serles útil alguna vez, es devolverles la compañía que me dan todos los días.
Este don Sebastián es un hombre de setenta largos, ágil y de sonrisa amplia, dispuesto siempre a colaborar.
Es parte del barrio, hace muchos años que vive aquí. Vino solo, compró una casa y desde entonces es parte de nosotros. Del barrio.
Era aún bastante joven al llegar pero estuvo siempre solo. No recibe visitas o amigos excepto los del lugar, es consejero y confidente de tantos problemas del vecindario que los hace suyos.
Alguna vez nombró a una esposa que tuvo y dos hijos pero jamás contó sobre ellos, es asiduo del club del barrio donde todos se conocen, comparten charlas, juegos de naipes y la destreza del billar, ese es su gran pasatiempo.
-! Soy un especialista!- dice, esperando un contrincante capaz de intentar ganarle una partida. Participa de la mesa de pool, pero lo de el está allá al fondo, en el rincón, casi olvidada con su paño verde, una mesa de billar que parece esperarlo cada día
- Es más de mi tiempo -suele decir mientras ensaya sólo algún tiro magistral. Para el es un arte.
Comparte las fiestas con las familias del barrio, pero es cuidadoso a la hora de los brindis, bromea sobre lo malo de pasarse con las burbujas.
- Por ahí viene la nostalgia y se habla demás.
En el lugar tienen una antipatía parecida a la bronca por la mujer que alguna vez nombró. Debe ser mala para haberlo abandonado siendo este hombre tan sensible. La imaginan un poco una bruja malvada que vaya a saber lo que habrá enseñado a los hijos, para que nunca vinieran a verlo, deben tener también ellos sus  sentimientos mezquinos, así se pierden este padre envidiable y lo dejan en soledad.
Por los años que lleva viviendo en el barrio deben ser grandes, tal vez casados y lo privan hasta de los nietos, que podría darles amor y disfrutarlos, odian a esa presunta malvada.
Tenía esposa, un hijo varón y una mujer, alguna vez en el club entre ronda y ronda de copas con los amigos el alcohol lo ha puesto nostálgico hasta hacerlo nombrar a esa familia perdida y se le escapó algún comentario.
-Mi mujer era hermosa, nuestros hijos se le parecían cuando pequeños, tienen ojos oscuros como ella.¡Que buenos niños!.  Pero hace tanto tiempo que ya no sé si los  reconocería.
 Luego dándose cuenta que esta por hablar de un pasado guardado celosamente, calla y se despide apresurado escapando temeroso de soltar confesiones que nadie debe saber.
Muchos han querido conocer su pasado esperando darle alguna palabra que lo conforte pero jamás quiso contar mas que esas pocas palabras dichas alguna vez por descuido.
Esto hace que los vecinos tengan por él ese cariño protector abriéndole las puertas de los hogares para resarcirlo en alguna manera de las tristezas, aunque se lo ve siempre tan jovial, sin quejas de nada.
Es un ejemplo de vida dando siempre palabras de aliento promoviendo acuerdos o pacificando con razonamiento.
Tiene aspecto provinciano y dichos de cada región para contar cuentos de todo el país, fue viajante y conoce sus dichos y costumbres.
Los más osados de lengua cuentan de las infidelidades cometidas por la mujer hasta abandonarlo llevándose a los hijos,¡Que ni de él deben ser!”
Desde que vive en el barrio mas de una vez han querido casarlo, le han presentado y se le han presentado ellas mismas distintas candidatas con las cuales no superó de alguna salida, pero no hizo mas compromiso. Quedando éstas desilusionadas después del desafío.
Esto incrementó antipatías hacia la desconocida que lo habrá hecho sufrir tanto como para no volver a creer.
Es buen jardinero, al frente de su casa siempre hay flores, prolija y cuidada la comparte con una sola compañía, su gato Lolo, que en toda su negrura le resalta llamativamente un ojo amarillo, el otro ojo es de color marrón casi negro como su pelaje brillante.
Es el único para recibirlo y esperarlo, incondicional a su amo. Parece entender cuando le habla respondiendo con tonos distintos al maullar.
En esta noche de invierno  con cielo oscuro, don Sebastián demoró más su regreso a la casa, como  no queriendo llegar a su soledad, hoy la compañía de su gato Lolo no le basta, hay soledades mas profundas para entristecerlo y no tiene prisa.
Se demoró hasta que el cantinero lo miró como despidiendo, esperando que se fuera para poder cerrar terminando su tarea.
Don Sebastián se fue despacio, parece que el viento en la espalda lo detiene en lugar de empujarlo ¿No sentirá el frío calando los huesos? mientras camina despacio, haciendo tiempo.
Llega al portón, entra y se detiene a mitad de la vereda que lo lleva a la puerta de su casa, observa las plantas como las agita el viento, tiene pena de ver como las maltrata. Finalmente busca la llave en el bolsillo, la mira como si no la conociera de memoria.
Se decide y camina los pasos faltantes, despacio introduce la llave en la cerradura, la hace girar lentamente ignorando al gato que lo reclama desde adentro como preguntando ¿Por qué tan tarde y sin apuro?
Ya adentro, lo levanta en brazos y se dirige al dormitorio, deja el gato sobre la cama y abre el cajón de un mueble, saca de entre las ropas una fotografía donde una joven bonita sonríe abrazando dos niños pequeños, se sienta en la cama junto al gato, sus ojos están vacíos.
Acariciando la foto le pregunta.
-¿Como estas mi pequeña? ¿Recuperaste la alegría o tus ojos están tan tristes como el día cuándo te abandoné por otra?
¿Olvidaste mi mal carácter y mis enojos sin motivo? ¡Pasó tanto tiempo! ¿Como están nuestros hijos, me has perdonado, viven siempre en la misma casa? … ¡La nuestra!
Tuve tanta vergüenza de mirarte a los ojos cuando yo también conocí el abandono que no me animé a regresar.
Ahora tengo vergüenza de mi cobardía y menos puedo hacerlo, ya con mi vejez y achaques.
¡Perdón mi pequeña, perdón mis hijos!
Dos lágrimas surcan las mejillas pálidas de este don Sebastián desconocido, mientras con un suspiro lleva hasta el pecho cansado la foto de aquella joven bonita que junto a sus hijos le sonríen y se reclina lentamente junto a su gato negro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario