sábado, 14 de diciembre de 2013

PROVERBIOS Y CANTARES Por Antonio Machado y Ruiz

I

¿Para, qué llamar caminos 
a los surcos del azar? .. 
Todo el que camina anda 
como Jesús, sobre el mar.

V

Caminante, son tus huellas 
el camino, y nada más; 
caminante,  no  hay camino, 
se hace camino al andar. 
Al andar se hace camino, 
y al volver la vista atrás 
se ve la senda que nunca 
se ha de volver a pisar. 
Caminante, no hay camino, 
sino estelas en la mar.

VII

Bueno es saber que los vasos
nos sirven para  beber 
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed.

VIII

El ojo que ves no es 
ojo porque tú lo veas; 
es ojo porque te ve.

X

En mi soledad 
he visto cosas muy claras 
que no son verdad.

XII

Despacito y buena letra: 
el hacer las cosas bien 
importa más que el hacerlas.

XIV

Se miente más de la cuenta
por falta de fantasía;
también la verdad se inventa.

XV

Tras el vivir y el soñar, 
está lo que más importa:
el despertar.

XIX

Doy consejo, a fuer de viejo:
nunca sigas mi consejo.

EPIGRAMAS Por Manuel Bretón de los Herreros

I

A un recién poeta, de pocas esperanzas

Voy a hablarte ingenuamente. 
Tu soneto, don Gonzalo, 
si es el primero, es muy malo;
 si es el último, excelente.

II

A   necio titiritero de afición

Ese hombre, cuyo renombre 
puebla Corte y arrabales, 
a todos los animales
 remeda...  menos al hombre.

V    

Soneto a la pereza

¡Qué dulce es una cama regalada! 
¡Qué necio, el que madruga con la aurora,
aunque las musas digan que enamora 
oír cantar a un ave la alborada!

¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada 
reposar una hora y otra hora! 
Comer  holgar..., ¡qué vida encantadora,
 sin ser de nadie y sin pensar en nada!

¡Salve, oh Pereza! En tu macizo templo
ya, tendido a la larga, me acomodo.
De tus graves alumnos el ejemplo

arrastro, bostezando; y, de tal modo
 tu estúpida modorra a entrar me empieza
que no acabo el soneto..., de per...

Nocturno Por Juan Ramón Jiménez

Yo no volveré. Y la noche
tibia,  serena y callada,
dormirá el mundo, a los rayos
de su luna solitaria.

Mi cuerpo no estará allí,
y por la abierta ventana
entrará una brisa fresca
preguntando; por mi alma.

No sé si habrá quien me aguarde
de mi doble ausencia larga,
o quien bese mi recuerdo,
entre caricias y lágrimas.

Pero habrá estrellas y flores,
y suspiros y esperanzas,
y amor en las avenidas,
a la sombra de las ramas.

Y sonará ese piano
como en. esta noche plácida,
 y no tendrá quien lo escuche,
pensativo, en mi ventana.

Nadando Por Ángela Figuera Aymerich

Cómo me abrazaba el río!
¡Ay, y cómo me abrazaba!

¡Qué beso total y único
con labios frescos del agua

Madrigal desesperado Por José García Nieto

El silencio es un lobo
solitario y en guardia.

que se nutre un momento
sólo de mis pisadas.

El  silencio es un árbol
derribado y sin ramas

que señala ese punto
donde la tierra acaba.

Donde están nuestros besos
cuando ya no son nada;

donde estarán las manos
con que te acariciaba,
donde irán con tu olvido
a morir mis palabras.

VOZ DE SUSPIRO TENIA Por Eduardo Alonso

Voz de suspiro tenía,
por eso dicen que un día
quebróse al rozarla el viento.
Murió la voz, mas se oía
después en el pensamiento.

SUEÑO Por Rafael Alberti

Noche.
Verde caracol, la luna.
Sobre todas las terrazas,
blancas doncellas desnudas.

¡Remadores, a remar!
De la tierra emerge el globo
que ha de morir en el mar.

Alba.
Dormíos, blancas doncellas,
hasta que el globo no caiga
en brazos de la marea.

¡Remadores, a remar,
hasta que el globo no duerma
entre los senos del mar!

UN VALENTÓN Por Francisco de Quevedo y Villegas

Un valentón de espátula y gregüesco,
 que a la muerte mil vidas sacrifica,
cansado del oficio de la pica,
mas no del ejercicio picaresco,

retorciendo el mostacho soldadesco,
por ver que ya su bolsa le repica,
a un corrillo llegó de gente rica,
y en el nombre de Dios pidió refresco.

«¡ Den ustedes, por Dios, a mi pobreza;
les dice-; donde no, por ocho santos,
que  haré lo  que hacer  suelo  sin  tardanza!
Mas uno, que a sacar la espada empieza
-¿Con quién   habla?le dice al  tiracantos
¡Cuerpo de Dios con él y su crianza!
Si limosna no alcanza,
¿qué es lo que suele hacer en tal querella?
Respondió el bravucón:  “¡Irme sin ella!”

CIERRE USTED LA BOCA - Por Álvaro de Laiglesia

Hay que sancionar con cien palmetazos en los nudillos al hombre que pronuncie discursos sin ser orador. La fuerza pública debe detener a todo espontáneo que se lance sin ninguna credencial al ruedo de la oratoria, y encerrarlo sin miramientos en la comisaría más próxima.
Perorar es una profesión tan respetable como cualquiera, y no es cosa de permitir que se cuelen intrusos en sus escalafones. Si al que no es arquitecto se le impide levantar casas, y quien no es cirujano no puede amputar piernas, ¿con qué derecho pronuncia peroratas el que no es perorista?
Para la frase «Yo no soy orador», que prologa tanta majadería, no hay más que una respuesta tajante: «Pues cierre usted la boca».
No veo la razón de soportar que un fabricante de fajas, al concluir la merendona que le ofrecieron sus empleados, cacaree cuatro latiguillos que entorpecen la digestión de sus oyentes. Si no tiene título de orador, que dé las gracias en dos palabras y vuelva a sentarse. Pero, como aquella rana de la fábula que quiso ser buey, muchos hombrines se hinchan a los postres de su banquete y revientan en mil perogrulladas.
La metáfora de pacotilla y la grandilocuencia hueca acaloran por hacer odiosa la oratoria auténtica. Pereces y Gómeces, desarrollan prosaicas tareas en despachitos sórdidos, destapan a la menor oportunidad sus paupérrimos recursos dialécticos y se empinan sobre peanas de cartón jugando a Castelares. Pase que un alto funcionario exponga escuetamente la labor de su departamento. Pase que el ingeniero y el notario, el médico y el perito agrícola resuman sus ponencias sin adornos. Pero sin caer en fiorituras poéticas adocenadas, en símiles risibles y en prosopopeyas zopencas.
Respétese el terreno del orador verdadero, que sabe lo que se trae entre lengua. Mucho más difícil que construir una casa con grifos y cocinas, es alzar un monumento oratorio hermoso y proporcionando. La idea y los recursos para expresarla con belleza son materiales más delicados de manejar que el bisturí, la viga y el ladrillo. Y no deben ponerse al alcance de laringes inexpertas que no hayan sacado plaza en la suprema oposición del talento.