Esto es hermanos, nuestra tierra pampa
donde nada se detiene, donde nada pasa.
Es el viento arriero y los cerros andan.
Esta es hermanos, nuestra tierra pampa
donde hay muchas yeguas, donde hay muchas vacas,
y muchos guanacos, venados y gamas.
Esta es hermanos, nuestra tierra pampa,
donde hay buenos pastos y buenas aguadas.
Caldén y algarrobo tienen buenas ramas.
Esta es hermanos, nuestra tierra pampa.
Vivimos en toldos. Cuando el tiempo cambia,
cambiamos los toldos. Así es nuestra casa.
Esta es hermanos, nuestra tierra pampa.
No es la tierra estrecha. La tierra es bien ancha.
Por mucha que quieran a todos les alcanza.
¡Bienvenidos! Este blog de literatura está abierto a todo tipo de lectores. Quienes lo hacemos no tenemos otra motivación que el de compartir la lectura de las obras de escritores de todos los tiempos, así como también las de aquellos que se inician y también merecen difusión.
sábado, 27 de julio de 2019
sábado, 20 de julio de 2019
APÓLOGO A EZEQUIEL SOBRE LEONES Y RATONES Por Leopoldo Marechal
Querido Ezequiel, al iniciar este apólogo me aflige la desgracia de no recordar quién fue el general o el déspota (y ambas preciosidades vienen juntas a ratos) que dijo cierta vez en un arranque de su ambición o de su modestia: "¡Prefiero ser cabeza de ratón a ser cola de león!" El hecho en sí no habría tenido ninguna trascendencia si la Historia, que nunca duerme, no hubiera estado junto al general con el oído atento y la pluma lista. Porque la Historia es -un rumiante circunspecto que se alimenta solo de frases célebres. Ezequiel, no caigas jamás en la tentación de lanzar una frase histórica: si lo haces, correrás el .riesgo de que te apedreen o te levanten un monumento, dos alternativas igualmente incómodas para la salud, sobre todo la segunda si tienes en cuenta la intemperie cruel en que viven las estatuas. Lo cierto fue que nuestro general, tras emitir la frase, lanzó su ejército de ratones contra un honrado pueblo de ratones, porque deseaba ser cabeza de ratón antes que cola de león.
-¿Y el león qué dijo frente a esa insolencia de la fábula? No ignoras, Ezequiel, que el león es una dignísima bestia solar, que a menudo raya en lo sublime y que siempre gozó de una prensa muy favorable. Al oír al general, el león impasible continuó echado en su desierto, con la flor de su noble testuz remontada en el aire y el noble escobillón de su cola removiendo las arenas.
Pero el joven Anacarsis, que recorría el país con fines educativos, también oyó el flatus vocis del general y decidió investigar su oculto sentido. Para ello se dirigió al moralista Pafnucio, que especulaba en su ermita sobre la cordura y la locura de los hombres.
- Maestro -le preguntó, ¿qué dirías de un general que prefiere ser cabeza de ratón antes que cola de león?
- A mi entender -le contestó Pafnucio-, el. anhelo del general responde o a una gran humildad o a un orgullo insensato: humildad, porque se rebaja él santamente a la naturaleza de un ser «tan modesto corno el ratón; y orgullo, porque prefiere ser la cabeza y no la cola de algo.
-¿Y hacia qué lado se inclina la balanza de tu juicio?
-No lo sé -vaciló Pafnucio-: tendría que meditarlo, escribirlo y publicarlo antes en dos tomos encuadernados. La ciencia es lenta pero segura,
Sin ocultar su decepción, Anacarsis abandonó a! moralista y reanudó sus andares hasta encontrar al predicador Baalschem, un justo que florecía en la Kabbala y cuya santidad era como una rosa encendida en los huertos jasídicos.
- Rabí -le preguntó Anacarsis-, ¿has oído hablar de una frase muy publicitada últimamente?
- ¿No es una historia de leones y ratones?- inquirió Baalschem.
- Sí, rabí. ¿Cómo interpretarías ese flujo literario de un general en actividad?
A la fresca sombra del árbol sephirótico, Baalschem reflexionó un instante y dijo:
- Si bien se mira, una criatura sublime, como el león, lleva la sublimidad en todas y cada una de sus partes, del testuz a la cola; y una criatura miserable, como el ratón, instala su miseria en todos y cada uno de sus átomos constitutivos. Y no es que yo desprecie al ratón, ya que toda criatura lleva en sí con dignidad la gracia: o la desgracia que corresponde a su esencia. Lo que no entiendo es cómo un ser humano en ejercitación de su libre albedrío, sea o no general y por vanas diferenciaciones de cabeza o de cola, prefiera integrar el volumen de un ente miserable y no el volumen de un ente .sublime, sin advertir que, visto desde lo Absoluto, ser cabeza o ser cola es una simple cuestión de topografía.
El joven Anacarsis escuchó, digirió y asimiló aquel discurso, fiel a las leyes de la pedagogía. Luego le dio las gracias a Baalschem y retomó los caminos de la tierra enseñante. Ezequiel, ¿y qué haremos nosotros? ¿Incurriremos en la maldad antigua de buscarle a la historia una moraleja? Te propongo algo mejor: que tú como destinatario, yo como remitente y Elbiamor como portadora de fábulas, dediquemos este apólogo a la memoria venerable de Martín Buber, que sobre todo esto sabía "un kilo", tal como solemos decir en esta graciosa margen del Plata.
-¿Y el león qué dijo frente a esa insolencia de la fábula? No ignoras, Ezequiel, que el león es una dignísima bestia solar, que a menudo raya en lo sublime y que siempre gozó de una prensa muy favorable. Al oír al general, el león impasible continuó echado en su desierto, con la flor de su noble testuz remontada en el aire y el noble escobillón de su cola removiendo las arenas.
Pero el joven Anacarsis, que recorría el país con fines educativos, también oyó el flatus vocis del general y decidió investigar su oculto sentido. Para ello se dirigió al moralista Pafnucio, que especulaba en su ermita sobre la cordura y la locura de los hombres.
- Maestro -le preguntó, ¿qué dirías de un general que prefiere ser cabeza de ratón antes que cola de león?
- A mi entender -le contestó Pafnucio-, el. anhelo del general responde o a una gran humildad o a un orgullo insensato: humildad, porque se rebaja él santamente a la naturaleza de un ser «tan modesto corno el ratón; y orgullo, porque prefiere ser la cabeza y no la cola de algo.
-¿Y hacia qué lado se inclina la balanza de tu juicio?
-No lo sé -vaciló Pafnucio-: tendría que meditarlo, escribirlo y publicarlo antes en dos tomos encuadernados. La ciencia es lenta pero segura,
Sin ocultar su decepción, Anacarsis abandonó a! moralista y reanudó sus andares hasta encontrar al predicador Baalschem, un justo que florecía en la Kabbala y cuya santidad era como una rosa encendida en los huertos jasídicos.
- Rabí -le preguntó Anacarsis-, ¿has oído hablar de una frase muy publicitada últimamente?
- ¿No es una historia de leones y ratones?- inquirió Baalschem.
- Sí, rabí. ¿Cómo interpretarías ese flujo literario de un general en actividad?
A la fresca sombra del árbol sephirótico, Baalschem reflexionó un instante y dijo:
- Si bien se mira, una criatura sublime, como el león, lleva la sublimidad en todas y cada una de sus partes, del testuz a la cola; y una criatura miserable, como el ratón, instala su miseria en todos y cada uno de sus átomos constitutivos. Y no es que yo desprecie al ratón, ya que toda criatura lleva en sí con dignidad la gracia: o la desgracia que corresponde a su esencia. Lo que no entiendo es cómo un ser humano en ejercitación de su libre albedrío, sea o no general y por vanas diferenciaciones de cabeza o de cola, prefiera integrar el volumen de un ente miserable y no el volumen de un ente .sublime, sin advertir que, visto desde lo Absoluto, ser cabeza o ser cola es una simple cuestión de topografía.
El joven Anacarsis escuchó, digirió y asimiló aquel discurso, fiel a las leyes de la pedagogía. Luego le dio las gracias a Baalschem y retomó los caminos de la tierra enseñante. Ezequiel, ¿y qué haremos nosotros? ¿Incurriremos en la maldad antigua de buscarle a la historia una moraleja? Te propongo algo mejor: que tú como destinatario, yo como remitente y Elbiamor como portadora de fábulas, dediquemos este apólogo a la memoria venerable de Martín Buber, que sobre todo esto sabía "un kilo", tal como solemos decir en esta graciosa margen del Plata.
Aparecido en la revista Davar Nro.124, Buenos Aires, 1970.
Triste desfile Por Horacio Rega Molina
Bajo el cielo intranquilo
pasan, tristes, las fieles
huérfanas de un asilo.
Cae una lluvia informe
empapando los crueles
trapos del uniforme.
¡Oh, cándida inocencia!
¡Qué amargas son las mieles
de la beneficencia!
Desde una gran vidriera
sonríe, entre sus pieles,
una niña de cera.
pasan, tristes, las fieles
huérfanas de un asilo.
Cae una lluvia informe
empapando los crueles
trapos del uniforme.
¡Oh, cándida inocencia!
¡Qué amargas son las mieles
de la beneficencia!
Desde una gran vidriera
sonríe, entre sus pieles,
una niña de cera.
Tierra nueva - Por José Sebastián Tallón
I
Quise cantar, América, tu gaucho,
tu pampa y tu guitarra,
pero me vine atrás con el intento
porque ya de ese elogio estás cansada.
Me enternece pensar más en la forma
de corazón que tienes en el agua;
o sintiendo los golpes de latido
que produce tu nombre en mi garganta.
Cuando era niño yo pensaba, tierra,
que eras roja también, como en el mapa;
y lo miraba absorto, como un monje
frente a un sangrante corazón de estampa..
Y hoy te miran así
los que detrás del horizonte de agua,
sueñan sólo el rincón de una bodega
para venirse a ti con su esperanza.
¡Tenebroso rincón
donde cuelga el dolor su telaraña!
¡El añoso dolor del emigrante
que dijo adiós al sol de su montaña!
Subir al barco, darse vuelta y ver,
con los ojos vendados de nostalgia,
que una parte del alma, todavía,
no ha comprendido que el patrón se marcha...
Y anda aún recorriendo los caminos,
sobre el arado, todavía, canta;
pero luego se vuelve pequeñita
y brillante, rodando por la cara...
Luego el mar y la noche. El infinito.
Y el barco es un fantasma
que recoge su miedo en las cadenas
y en las uñas desnudas de las anclas.
(Muchos hombres se duermen, en la proa,
para llegar más pronto y no ver nada...
Y en el hilo de humo que se vuelve,
desertaron, quizá, sus pobres almas).
II
¡Dales tu amor, América! Y un campo,
y una rústica mesa
donde arrime sus codos la alegría.
Dales un campo y una casa ingenua.
Y un descanso propicio a la actitud
de meditar doblando la cabeza
para verse los ojos, largamente,
en la sopa hogareña.
Porque todos los simples, en los ojos,
se han traído el paisaje de su aldea.
III
Por anular el desamor del tiempo,
siempre insomne y desnuda, la nostalgia,
con sus caricias de hermanita dócil,
ha tendido su cuerpo en la distancia.
Y en las manos del manso está la duda...
¡tierra acorazonada!
Quise cantar, América, tu gaucho,
tu pampa y tu guitarra,
pero me vine atrás con el intento
porque ya de ese elogio estás cansada.
Me enternece pensar más en la forma
de corazón que tienes en el agua;
o sintiendo los golpes de latido
que produce tu nombre en mi garganta.
Cuando era niño yo pensaba, tierra,
que eras roja también, como en el mapa;
y lo miraba absorto, como un monje
frente a un sangrante corazón de estampa..
Y hoy te miran así
los que detrás del horizonte de agua,
sueñan sólo el rincón de una bodega
para venirse a ti con su esperanza.
¡Tenebroso rincón
donde cuelga el dolor su telaraña!
¡El añoso dolor del emigrante
que dijo adiós al sol de su montaña!
Subir al barco, darse vuelta y ver,
con los ojos vendados de nostalgia,
que una parte del alma, todavía,
no ha comprendido que el patrón se marcha...
Y anda aún recorriendo los caminos,
sobre el arado, todavía, canta;
pero luego se vuelve pequeñita
y brillante, rodando por la cara...
Luego el mar y la noche. El infinito.
Y el barco es un fantasma
que recoge su miedo en las cadenas
y en las uñas desnudas de las anclas.
(Muchos hombres se duermen, en la proa,
para llegar más pronto y no ver nada...
Y en el hilo de humo que se vuelve,
desertaron, quizá, sus pobres almas).
II
¡Dales tu amor, América! Y un campo,
y una rústica mesa
donde arrime sus codos la alegría.
Dales un campo y una casa ingenua.
Y un descanso propicio a la actitud
de meditar doblando la cabeza
para verse los ojos, largamente,
en la sopa hogareña.
Porque todos los simples, en los ojos,
se han traído el paisaje de su aldea.
III
Por anular el desamor del tiempo,
siempre insomne y desnuda, la nostalgia,
con sus caricias de hermanita dócil,
ha tendido su cuerpo en la distancia.
Y en las manos del manso está la duda...
¡tierra acorazonada!
Nocturno de los sueños infantiles Por Horacio Rega Molina
En la noche, he deseado, distendida la mesa,
sobre los duros brazos apoyar la cabeza
y quedarme dormido como si fuera un niño.
Tener un dulce sueño, como un viejo cariño,
en que pasen cantando parejas de soldados,
en que vuelen estrellas y pájaros dorados.
Ya se fueron los tiempos de la niñez florida
donde nuestra cabeza se quedaba dormida
junto a la dulce lámpara, en un sitio cualquiera...
Oh, si Dios me dejara soñar lo que quisiera.
sobre los duros brazos apoyar la cabeza
y quedarme dormido como si fuera un niño.
Tener un dulce sueño, como un viejo cariño,
en que pasen cantando parejas de soldados,
en que vuelen estrellas y pájaros dorados.
Ya se fueron los tiempos de la niñez florida
donde nuestra cabeza se quedaba dormida
junto a la dulce lámpara, en un sitio cualquiera...
Oh, si Dios me dejara soñar lo que quisiera.
miércoles, 17 de julio de 2019
CONCURSO "CONTATE UN CUENTO XII" 2019
2011-2017 DECLARADO DE INTERÉS LEGISLATIVO Y CULTURAL HONORABLE CONCEJO DELIBERANTE
2012-2016 DECLARADO DE INTERÉS MUNICIPAL
2015 DECLARADO DE INTERÉS EDUCATIVO MINISTERIO DE EDUCACIÓN DE LA NACIÓN RESOLUCIÓN 1275
Colaboran con este proyecto: Soeme; F.E.B; U.P.C.N; Suteba; Panadería El Cisne; Librería del Estudiante; Florería Betty Lou; Pinturería Balcarce; Taller de Chapa y Pintura MHL; Todo Suelto; El Taller Julián Fernández; Raúl E. Andrés; El Gamo; Jorge Javier Latorre; Agüero Fotografías; Clavis; Rotisería La 13; Time English; Clínica de Abuelos Don Severino; Estudio Dra. Claudia Garrido; Movimiento de Suelos; El Bati Carpintería; Claudia H.; Diego S. Galiano; Pura Risa; Plantas Center; Najul; Daniel Piedra Propiedades; QualCosa; TravelRock.
Bases del concurso literario narrativo
1. Podrán participar gratuitamente todos los jóvenes de 12 a 18 años y adultos escritores que lo deseen, de cualquier nacionalidad, de acuerdo a sus categorías. Cada autor presentará una única obra, original e inédita en cualquier medio, incluidas antologías, páginas web, blogs o redes sociales y que no haya sido premiada en otro concurso ni se encuentre concursando en otros certámenes. En caso de comprobarse que al momento del fallo del concurso, el cuento ha sido publicado por cualquier medio: Internet, libro, suplemento de diario, revista, etc., quedará automáticamente descalificado.
2. Categorías:
A- Jóvenes de 12 y 13 años
B- Jóvenes de 14 y 15 años
C - Jóvenes de 16, 17 y 18 años
D- Jóvenes y adultos que cursan en EPA y CENS
E- Adultos (19 años en adelante)
3. Obra:
3.1. Cada participante podrá presentar sólo una obra de tema libre cuya extensión no supere las cuatro páginas.
3.2. La obra no podrá ser copia fiel de otra ya existente. En caso de ser detectada quedará descalificada.
3.3. Las obras que no resulten premiadas no serán devueltas.
3.4. Para su creación los jóvenes podrán consultar a su profesor de Lengua, de Prácticas del Lenguaje o de Literatura o consultar dudas y pedir ayuda en corrección por mail a paoalessio@hotmail.com
4. Presentación de la obra:
4.1. Se aceptarán en las categorías A, B, C y D trabajos realizados por uno o varios autores, aún acompañados por el docente respectivo, pero de ser seleccionado alguno para su premiación, obtendrá un premio único, el cual será compartido por todos los autores de la obra. En la categoría E (Adultos) no se aceptarán trabajos de coautoría.
4.2. Las obras deberán ser presentadas por quintuplicado, en soporte de hoja A4, interlineado 1.5, fuente Arial, tamaño 12 y no superar las cuatro páginas, con una carátula en cada copia que indique la categoría, el título y el seudónimo.
4.3. La obra deberá ser escrita en idioma castellano.
4.4. La obra original y sus copias serán colocadas en un sobre sellado. En el exterior de este aparecerá escrito el nombre del concurso, el título del cuento, la categoría y el seudónimo.
4.5. Será necesario presentar sus datos personales en un sobre sellado que se colocará en el interior del sobre que contiene los trabajos. Los datos que constarán en el interior del sobre sellado serán:
Seudónimo: ……………
Título de la obra: ……………
Nombre y apellido:……………
Edad:……………
DNI:……………
Dirección: ……………
Ciudad: ……………
Código Postal: ……………
Tel: …………….
Escuela: …………….
Curso:…………….
Dirección de mail:…………….
Y en el exterior de dicho sobre deberá constar el seudónimo, la categoría y el título de la obra.
4.6. La obra deberá ser entregada en la biblioteca de Secundaria Nº3 “Carmelo Sánchez” ubicada en calle 32 y 31 Nº 1026, Balcarce, 7620 hasta el 17 de septiembre de 2019.
4.7 Los participantes de otras ciudades podrán comunicarse al siguiente mail para coordinar envío paoalessio@hotmail.com
4.8. No se aceptarán trabajos que no sean entregados en tiempo y forma.
5. Jurado:
5.1. El jurado estará compuesto por un inspector, un directivo, un escritor y Prof. de Lengua y Literatura cuya identidad se dará a conocer el día de la entrega de premios.
5.2. El jurado evaluará los trabajos entre el 20/9 y el 17/10.
5.3. El jurado podrá decretar desiertos los premios.
5.4. Las situaciones no previstas en las presentes bases serán resueltas por el jurado y su decisión será inapelable.
6. Premios:
6.1. Habrá un ganador por categoría, pudiendo el jurado decretar hasta tres menciones por cada una de ellas.
6.2. El ganador de cada categoría obtendrá como premio libros, la publicación del cuento en los dos medios de comunicación local, y un auricular inalámbrico.
6.3. Los organizadores serán los encargados de comunicar los resultados del concurso al ganador mediante carta, correo electrónico o por teléfono.
6.4. La entrega de premios se realizará en la sede de la escuela el 7 de noviembre de 2019 o con posterioridad a esa fecha en caso de superponerse con algún otro evento.
7. Las bases del concurso podrán ser retiradas en la biblioteca de la Escuela Secundaria N°3 “Carmelo Sánchez”. Serán entregadas gratuitamente tanto a los alumnos como a los Prof. de Lengua de los distintos establecimientos. También serán difundidas por las distintas redes sociales, los medios locales y en el blog de “Rescatados del Fuego”: http://rescatadosdelfuego.blogspot.com.ar
8. La participación en este concurso implica la aceptación total de las bases.
sábado, 13 de julio de 2019
Aquel beso - Por María Beatriz Vicente Cayo
En aquél beso que nos dimos bajo la lluvia,
en silencio profundo y en un entorno mágico;
un sobrecogimiento, maquilló de dulzura,
mis calabrinos labios, por el tierno contacto.
Levitó todo el cuerpo como no lo hizo nunca;
proximidad del tuyo, creó leve desmayo;
¡La exigida rendición al placer en hondura!
Envuelta en sumo ensueño y maravilloso encanto
Fue una noche de aquellas, cuando sale la luna,
ante un firmamento, luciendo en noches, apático;
y de pronto, cual amantes surgen sus disputas
y la blanca luna rompe, en desgarrado llanto
Fue entonces, cuando me diste el beso de locura,
al pretender cubrirme con tus fornidos brazos;
yo levanté mi rostro entre lágrimas en lluvia,
y tú, mordiste mi boca, a la voz del relámpago.
en silencio profundo y en un entorno mágico;
un sobrecogimiento, maquilló de dulzura,
mis calabrinos labios, por el tierno contacto.
Levitó todo el cuerpo como no lo hizo nunca;
proximidad del tuyo, creó leve desmayo;
¡La exigida rendición al placer en hondura!
Envuelta en sumo ensueño y maravilloso encanto
Fue una noche de aquellas, cuando sale la luna,
ante un firmamento, luciendo en noches, apático;
y de pronto, cual amantes surgen sus disputas
y la blanca luna rompe, en desgarrado llanto
Fue entonces, cuando me diste el beso de locura,
al pretender cubrirme con tus fornidos brazos;
yo levanté mi rostro entre lágrimas en lluvia,
y tú, mordiste mi boca, a la voz del relámpago.
El doble dolor Por Alberto Edel Morales
“O poeta é um fingidor”,
leí una tarde en Pessoa,
finge que es loa su loa,
dolor su mismo dolor.
Escribe siempre el clamor
intenso de lo vivido:
lo que quiso, lo perdido,
el doble dolor que siente
cuando finge un aparente
dolor que tanto ha sufrido.
leí una tarde en Pessoa,
finge que es loa su loa,
dolor su mismo dolor.
Escribe siempre el clamor
intenso de lo vivido:
lo que quiso, lo perdido,
el doble dolor que siente
cuando finge un aparente
dolor que tanto ha sufrido.
Los colores del silencio Por Chelo de la Torre
Hay un silencio gris que cierra etapa,
Y he escrito el granate en el pañuelo.
Este silencio plomo que alza el vuelo
Nunca usará mi folio como capa.
Contemplo esta sequía que me atrapa,
Admiro sus colores, me rebelo.
Las letras nacerán de un largo duelo
Y explorarán caminos de otro mapa.
Tendré que utilizar otros colores,
Que traigan a la lluvia y a la rima
De palabras con cálidos olores.
Habrá un cambio de tiempo, hasta de clima.
A las letras de ayer les pondré flores,
Y que esta nueva etapa me deprima.
Y he escrito el granate en el pañuelo.
Este silencio plomo que alza el vuelo
Nunca usará mi folio como capa.
Contemplo esta sequía que me atrapa,
Admiro sus colores, me rebelo.
Las letras nacerán de un largo duelo
Y explorarán caminos de otro mapa.
Tendré que utilizar otros colores,
Que traigan a la lluvia y a la rima
De palabras con cálidos olores.
Habrá un cambio de tiempo, hasta de clima.
A las letras de ayer les pondré flores,
Y que esta nueva etapa me deprima.
BOMBERO Por Juan Carlos Pirali
Servidor solidario, siempre atento
a la urgente sirena del llamado.
Temerario Quijote ante la hoguera,
robustez en acción y fuerte brazo.
Un derrumbe fatal, inundaciones,
terremotos, desastres, cruel tornado,
y el arrojo valiente del bombero
con su grito ¡presente! En cada estrago.
El incendio voraz sin tregua ataca,
en alarde de ardor, rojo penacho,
pero llega en su puño la manguera
que sofoca veloz el hecho aciago.
Ponderable función, crecido riesgo,
un valor que se agranda en el destajo.
Vocación sin flaqueza, firme idea,
con recursos a veces limitados.
Hay un sueño prendido en cada niño
de autobombas, de alarmas y de cascos.
ser un héroe encarnado en un bombero;
sentimiento infantil puro y humano.
Impaciencia de hogar en la salida,
con vigilias de angustia en cada paso.
Cumplimiento, deber, continuo reto,
compromiso de honor con el trabajo.
Es varón o mujer, es el bombero,
conjunción de coloso y de bizarro.
Por su ardua labor reconocida
un plural homenaje se ha ganado.
a la urgente sirena del llamado.
Temerario Quijote ante la hoguera,
robustez en acción y fuerte brazo.
Un derrumbe fatal, inundaciones,
terremotos, desastres, cruel tornado,
y el arrojo valiente del bombero
con su grito ¡presente! En cada estrago.
El incendio voraz sin tregua ataca,
en alarde de ardor, rojo penacho,
pero llega en su puño la manguera
que sofoca veloz el hecho aciago.
Ponderable función, crecido riesgo,
un valor que se agranda en el destajo.
Vocación sin flaqueza, firme idea,
con recursos a veces limitados.
Hay un sueño prendido en cada niño
de autobombas, de alarmas y de cascos.
ser un héroe encarnado en un bombero;
sentimiento infantil puro y humano.
Impaciencia de hogar en la salida,
con vigilias de angustia en cada paso.
Cumplimiento, deber, continuo reto,
compromiso de honor con el trabajo.
Es varón o mujer, es el bombero,
conjunción de coloso y de bizarro.
Por su ardua labor reconocida
un plural homenaje se ha ganado.
Siesta Por Diana Bravi Torras
La tarde apura
el último gris
de las vías
La siesta muda
mece el tranvía agitado,
el corazón acompaña
las voces del repiqueteo
un roce de ala
vuela su sombrero
el palomar erguido
arrulla de valses
a la calesita
y cruje el caramelo
de las manzanas
su voz de tenor
disuadió las siestas
y tomó mi mano
el último gris
de las vías
La siesta muda
mece el tranvía agitado,
el corazón acompaña
las voces del repiqueteo
un roce de ala
vuela su sombrero
el palomar erguido
arrulla de valses
a la calesita
y cruje el caramelo
de las manzanas
su voz de tenor
disuadió las siestas
y tomó mi mano
Esta noche Por Maria Isabel Campos Quijano
Quedar a solas y en silencio,
la casa bajo las sombras de la noche..
Hurgar entre tus cosas,
para redescubir tu sonrisa ,
que cobra vida en tus fotos amarillas ...
Me gusta tu boca,
invita a ser besada muchas veces....
Esta noche desnudo penetra mi mundo,
que tu voz abra mi corazón
y que mi cuerpo no vaya a la deriva. …
la casa bajo las sombras de la noche..
Hurgar entre tus cosas,
para redescubir tu sonrisa ,
que cobra vida en tus fotos amarillas ...
Me gusta tu boca,
invita a ser besada muchas veces....
Esta noche desnudo penetra mi mundo,
que tu voz abra mi corazón
y que mi cuerpo no vaya a la deriva. …
Atreverse Por Mia Zak
Y habré de irme, sin saber a qué he venido
y habré vivido, sin saber a dónde voy
no sabré, yo, nunca quien hubiera
sido
si no me atreviese, a saber quien soy.
y habré vivido, sin saber a dónde voy
no sabré, yo, nunca quien hubiera
sido
si no me atreviese, a saber quien soy.
SOLDADO DE LA INDEPENDENCIA Por Juan Carlos Pirali
Fue valiente baluarte de su suelo
en bullente pasión, digna defensa.
Con su sangre nutrió la tierra arisca
en las horas de bélicas contiendas.
Desafiante postura de soldado,
entrecejo ceñudo, siempre alerta.
Un anhelo de ser independiente,
convirtió su papel en epopeya.
Hermanado al coraje marcó el rumbo.
A sus pies se rindió la cordillera,
y venció sobre el lomo de su zaino
pedregales, arroyos, pampa y selva
Conmovió al invasor por su bravura,
en ataque feroz de audaz apuesta,
y el fragor de fusiles y cañones
agrandó la extensión de su guapeza.
Para ver a su tierra emancipada
por un sueño de paz libró la guerra,
y en el triunfo final de la batalla
se cubrió de laureles y honra eterna.
No temió por la vida en los combates
y creció su valor en las trincheras.
Se metió en los anales de la historia
y hoy el bronce lo evoca con su ofrenda.
Al impulso febril de un sentimiento
de soldado bizarro y centinela,
levantó para gloria de la patria
El altar donde ondea la bandera.
en bullente pasión, digna defensa.
Con su sangre nutrió la tierra arisca
en las horas de bélicas contiendas.
Desafiante postura de soldado,
entrecejo ceñudo, siempre alerta.
Un anhelo de ser independiente,
convirtió su papel en epopeya.
Hermanado al coraje marcó el rumbo.
A sus pies se rindió la cordillera,
y venció sobre el lomo de su zaino
pedregales, arroyos, pampa y selva
Conmovió al invasor por su bravura,
en ataque feroz de audaz apuesta,
y el fragor de fusiles y cañones
agrandó la extensión de su guapeza.
Para ver a su tierra emancipada
por un sueño de paz libró la guerra,
y en el triunfo final de la batalla
se cubrió de laureles y honra eterna.
No temió por la vida en los combates
y creció su valor en las trincheras.
Se metió en los anales de la historia
y hoy el bronce lo evoca con su ofrenda.
Al impulso febril de un sentimiento
de soldado bizarro y centinela,
levantó para gloria de la patria
El altar donde ondea la bandera.
REFLEXIONES NO MANSAS - POR ÁLVARO YUNQUE
- Ser pobre es vivir de su trabajo, ser miserable es no tener trabajo. La pobreza fortifica, la miseria corrompe.
- Se sonríe con algo, se sonríe por algo, se sonríe contra algo. Sonrío al ver jugar unos pibes, sonrío cuando oigo a un escritor alabarse a sí mismo y sonrío al escuchar a un viejo político conservador hablar de libertad y democracia.
- En el fondo de las grandes fortunas hay lo que en el fondo de los grandes ríos: barro.
- "Dar a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar"?... El Cesar no espera que le den: se lo toma.
- El Capital se sobrestima. Esta es su fuerza. El Trabajo aún desconoce su valor. Esta ha sido su debilidad hasta ahora.
- Los errores de la democracia son debidos a que no existe democracia.
- Todo gobierno opresor cuenta con dos armas: el sable y la cruz. El sable que asesina y la cruz que adormece. Y de las dos armas, la más eficaz para el gobierno opresor es la cruz. La usa cotidianamente. El sable es para los días de excepción. Los días en que el adormecido despierta.
- El filántropo es un hombre que desprecia a los hombres. Para él, ellos sólo merecen caridad, no justicia.
- Antes se abandonaba en el "padre" confesor la tarea de pensar; ahora se la deja al editorialista a sueldo del diario que se lee todas las mañanas.
- Aún la humanidad presenta una lista de mártires por fanatismo mucho más extensa que la de sus mártires por idealismo. La humanidad se halla en déficit.
- En la alta sociedad, a un hombre o mujer se le considera instruido porque habla varios idiomas, aunque no lea en ninguno.
- Un mundo de hombres que viviera sólo de su trabajo, sería un mundo de héroes.
- Solo demuestra que sabe nadar quien nada contra la corriente; a favor de la corriente, hasta los literatos conservadores - los corchos - nadan.
-- Si hoy te vendes por diez, mañana te venderás por cinco y pasado mañana por un puntapié en el culo.
- En muchos hombres, aparentemente infelices, duerme un dictador. Cuando aparece una dictadura, ese dictador despierta y se coloca al servicio de la dictadura. Así, porque son dictadores, se convierten en esclavos.
sábado, 6 de julio de 2019
Leyenda de la Tatuana - Por Miguel Ängel Asturias
Ronda por Casa-Mata la
Tatuana ...
El Maestro Almendro tiene la
barba rosada, fue uno de los sacerdotes que los hombres blancos tocaron
creyéndoles de oro, tanta riqueza vestían, y sabe el secreto de las plantas que
lo curan todo, el vocabulario de la obsidiana - piedra que habla - y leer los
jeroglíficos de las constelaciones.
Es el árbol que amaneció un día
en el bosque donde está plantado, sin que ninguno lo sembrara, como si lo
hubieran llevado los fantasmas. El árbol que anda ... El árbol que cuenta los
años de cuatrocientos días por las lunas que ha visto, que ha visto muchas
lunas, como todos los árboles, y que vino ya viejo del Lugar de la Abundancia.
Al llenar la luna del
Buho-Pescador (nombre de uno de los veinte meses del año de cuatrocientos días
), el Maestro Almendro repartió el alma entre los caminos. Cuatro eran los
caminos y se marcharon por opuestas direcciones hacia las cuatro extremidades
del cielo. La negra extremidad: Noche sortílega. La verde extremidad: Tormenta
primaveral. La roja extremidad: Guacamayo o éxtasis de trópico. La blanca
extremidad: Promesa de tierras nuevas. Cuatro eran los caminos.
- ¡ Caminín ! ¡ Caminito ! ... -
dijo al Camino Blanco una paloma blanca, pero el Caminito Blanco no la oyó.
Quería que le dieran el alma del Maestro, que cura de sueños. Las palomas y los
niños padecen de ese mal.
- ¡ Caminín ! ¡ Caminito ! ... -
dijo al Camino Rojo un corazón rojo; pero el Camino Rojo no lo oyó. Quería
distraerlo para que olvidara el alma del Maestro. Los corazones, como los
ladrones, no devuelven las cosas olvidadas.
- ¡ Caminín ! ¡ Caminito ! ... -
dijo al Camino Verde un emparrado verde, pero el Camino Verde no lo oyó. Quería
que con el alma del Maestro le desquitase algo de su deuda de hojas y de
sombra.
¿ Cuántas lunas pasaron andando
los caminos ?
¿ Cuántas lunas pasaron andando
los caminos ?
El más veloz, el Camino Negro, el
camino al que ninguno habló en el camino, se detuvo en la ciudad, atravesó la
plaza y en el barrio de los mercaderes, por un ratito de descanso, dio el alma
del Maestro al mercader de joyas sin precio.
Era la hora de los gatos blancos.
Iban de un lado a otro. ¡Admiración de los rosales! Las nubes parecían ropas en
los tendederos del cielo.
Al saber el Maestro lo que el
Camino Negro había hecho, tomó naturaleza humana nuevamente, desnudándose de la
forma vegetal de un riachuelo que nacía bajo la luna ruboroso como una flor de
almendro, y encaminóse a la ciudad.
Llegó al valle después de una
jornada, en el primer dibujo de la tarde, a la hora en que volvían los rebaños,
conversando a los pastores, que contestaban monosilábicamente a sus preguntas,
extrañados, como ante una aparición, de su túnica verde y su barba rosada.
En la
ciudad se dirigió a Poniente. Hombres y mujeres rodeaban las pilas públicas. El
agua sonaba a besos al ir llenando los cántaros. Y guiado por las sombras, en
el barrio de los mercaderes encontró la parte de su alma vendida por el Camino
Negro al Mercader de Joyas sin precio. La guardaba en el fondo de una caja de
cristal con cerradores de oro.
Sin perder tiempo se acercó al
Mercader, que en un rincón fumaba, a ofrecerle por ella cien arrobas de perlas.
El Mercader sonrió de la locura
del Maestro. ¿Cien arrobas de perlas? ¡No, sus joyas no tenían precio!
El Maestro aumentó la oferta. Los
mercaderes se niegan hasta llenar su tanto. Le daría esmeraldas, grandes como
maíces, de cien en cien almudes, hasta formar un lago de esmeraldas.
El Mercader sonrió de la locura
del Maestro. ¿Un lago de esmeraldas? ¡No, sus joyas no tenían precio!
Le daría amuletos, ojos de namik
para llamar el agua, plumas contra la tempestad, mariguana para su tabaco...
El Mercader se negó.
¡Le daría piedras preciosas para
construir, a medio lago de esmeraldas, un palacio de cuento!
El Mercader se negó. Sus joyas no
tenían precio, y, además ¿ a que seguir hablando ? -, ese pedacito de alma lo
quería para cambiarlo, en un mercado de esclavas, por la esclava más bella.
Y todo fue inútil, inútil que el
Maestro ofreciera y dijera, tanto como lo dijo, su deseo de recobrar el alma.
Los mercaderes no tienen corazón.
Una hebra de humo de tabaco
separaba la realidad del sueño, los gatos negros de los gatos blancos y al
Mercader del extraño comprador, que al salir sacudió sus sandalias en el quicio
de la puerta. El polvo tiene maldición.
Después de un año de
cuatrocientos días - sigue Leyenda - cruzaba los caminos de la cordillera el
Mercader. Volvía de países lejanos, acompañado de la esclava comprada con el
alma del Maestro, del pájaro flor, cuyo pico trocaba en jacintos las gotitas de
miel, y de un séquito de treinta servidores montados.
- ¡No sabes - decía el Mercader a
la esclava, arrendando su caballería - cómo vas a vivir en la ciudad! ¡Tu casa
será un palacio y a tus órdenes estarán todos mis criados, yo el último, si así
lo mandas tú!
- Allá - continuaba con la cara a
mitad bañada por el Sol - todo será tuyo. ¡Eres una joya, y yo soy el Mercader
de joyas sin precio! ¡Vales un pedacito de alma que no cambié por un lago de
esmeraldas! ... En una hamaca juntos veremos caer el sol y levantarse el día,
sin hacer nada, oyendo los cuentos de una vieja mañosa que sabe mi destino. Mi
destino, dice, está en los dedos de una mano gigante, y sabrá el tuyo, si así
lo pides tú.
La esclava se volvía al paisaje
de colores diluidos en azules que la distancia iba diluyendo a la vez. Los
árboles tejían a los lados del camino una caprichosa decoración de güipil. Las
aves daban la impresión de volar dormidas, sin alas, en la tranquilidad del
cielo, y en el silencio de granito, el jadeo de las bestias, cuesta arriba,
cobraba acento humano.
La esclava iba desnuda. Sobre sus
senos, hasta sus piernas, rodaba su cabellera negra envuelta en un solo manojo,
como una serpiente. El Mercader iba vestido de oro, abrigadas las espaldas con
una Manta de lana de chivo. Palúdico y enamorado, al frío de su enfermedad se
unía el temblor de su corazón. Y los treinta servidores montados llegaban a la
retina como las figuras de un sueño.
Repentinamente, aislados
goterones rociaron el camino percibiéndose muy lejos, en los abajaderos, el
grito de los pastores que recogían los ganados, temerosos de la tempestad. Las
cabalgaduras apuraron el paso para ganar un refugio, pero no tuvieron tiempo:
tras los goterones, el viento azotó las nubes, violentando selvas hasta llegar
al valle, que a la carrera se echaba encima las mantas mojadas de la bruma, y
los primeros relámpagos iluminaron el paisaje, como los fogonazos de un
fotógrafo loco que tomase instantáneas de tormenta.
Entre las caballerías que huían
como asombros, rotas las riendas, ágiles las piernas, grifa la crin al viento y
las orejas vueltas hacia atrás, un tropezón del caballo hizo rodar al Mercader
al pie de un árbol, que, fulminado por el rayo en ese instante, le tomó con las
raíces como una mano que recoge una piedra, y le arrojó al abismo.
En tanto, el Maestro Almendro,
que se había quedado en la ciudad perdido, deambulaba como loco por las calles,
asustando a los niños, recogiendo basuras y dirigiéndose de palabra a los
asnos, a los bueyes y a los perros sin dueño, que para él formaban con el
hombre la colección de bestias de mirada triste.
- ¿Cuántas lunas pasaron andando
los caminos? ... - preguntaba de puerta en puerta a las gentes, que cerraban
sin responderle, extrañadas, como ante una aparición, de su túnica verde y su
barba rosada.
Y pasado mucho tiempo,
interrogando a todos, se detuvo a la puerta del Mercader de Joyas sin precio a
preguntar a la esclava, única sobreviviente de aquella tempestad:
- ¿Cuántas lunas pasaron andando
los caminos? ...
El sol, que iba sacando la cabeza
de la camisa blanca del día, borraba en la puerta, claveteada de oro y plata,
la espalda del Maestro y la cara morena de la que era un pedacito de su alma,
joya que no compró con un lago de esmeraldas.
- ¿Cuántas lunas pasaron andando
los caminos ?.. .
Entre los labios de la esclava se
acurrucó la respuesta y endureció como sus dientes. El Maestro callaba con
insistencia de piedra misteriosa. Llenaba la luna del Búho-Pescador. En
silencio se lavaron la cara con los ojos, al mismo tiempo, como dos amantes que
han estado ausentes y se encuentran de pronto.
La escena fue turbada por ruidos
insolentes. Venían a prenderles en nombre de Dios y el Rey; por brujo a él y
por endemoniada a ella. Entre cruces y espadas bajaron a la cárcel, el Maestro
con la barba rosada y la túnica verde, y la esclava luciendo las carnes que de
tan firmes parecían de oro.
Siete
meses después, se les condenó a morir quemados en la Plaza Mayor. La víspera de
la ejecución, el Maestro acercóse a la esclava y con la uña le tatuó un
barquito en el brazo, diciéndole:
- Por virtud de este tatuaje,
Tatuana, vas a huir siempre que te halles en peligro, como vas a huir hoy. Mi
voluntad es que seas libre como mi pensamiento; traza este barquito en el muro,
en el suelo, en el aire, donde quieras, cierra los ojos, entra en él y vete ...
¡Vete, pues mi pensamiento es más
fuerte que ídolo de barro amasado con cebollín!
¡Pues mi pensamiento es más dulce
que la miel de las abejas que liban la flor del suquinay!
¡Pues mi pensamiento es el que se
torna invisible!
Sin perder un segundo la Tatuana
hizo lo que el Maestro dijo: trazó el barquito, cerró los ojos y entrando en
él- el barquito se puso en movimiento -, escapó de la prisión y de la muerte.
Y a la mañana siguiente, la
mañana de la ejecución, los alguaciles encontraron en la cárcel un árbol seco
que tenía entre las ramas dos o tres florecitas de almendro, rosadas todavía.
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