sábado, 2 de abril de 2016

EL HUÉSPED DEL REY

Hubo una vez un rico personaje que era en extremo cruel con los pobres que vivían en sus dominios. Eran éstos sumamente miserables, y el hacendado, que era dueño de todos los terrenos, y utilizaba los servicios de todos los habitantes de la comarca, abonábales salarios muy escasos, y los oprimía por todos los medios a su alcance. Vióse el país asolado por un hambre espantosa, y los pobres acudieron al castillo del señor en demanda de pan; pero aquél no quiso darles ni un mendrugo.
Llegó el caso a conocimiento del rey, e invitó a comer al hacendado rico. No es preciso ponderar el orgullo y alegría de éste al recibir la regia invitación. Mandó enganchar sus mejores caballos al más lujoso de sus carruajes, hizo que se vistiesen sus sirvientes sus trajes más vistosos, y partió para el palacio del rey.
Condújole el monarca al comedor, donde había una mesa preparada para dos, llena de flores y frutas y manjares exquisitos, viéndose numerosos criados dispuestos a servirles.
Presentaron éstos al rey un plato de sopa, y cuando estaba ya a punto de concluirla, sirvieron otro plato igual al hombre rico, pero cuando éste se disponía a llevarse a la boca la primera cucharada, concluyó la suya el rey, y los criados retiraron los platos, de tal suerte que el rico no pudo ni probarla. Trajeron después al rey un nuevo plato, y cuando estaba ya próximo a terminarlo, presentaron otro igual al hacendado; pero antes de que tuviese tiempo de tomar en sus manos el tenedor y el cuchillo, el rey terminó el suyo, y los sirvientes retiraron ambos platos.
De la misma manera le fueron presentando plato -tras plato al monarca, y éste, cada vez que despachaba uno, ponderaba a su huésped cuan sabroso estaba y cuánto le complacía que fuese también de su agrado, lo cual no era obstáculo para que, cada vez que el rico trataba de probar el plato que le había servido un criado, otro se lo quitase de delante. Terminó la comida sin que el rico hubiese logrado probar un solo bocado, ni aun siquiera un mendrugo de pan, pues los sirvientes olvidaron, de propósito, el ponérselo; y sabido es que cuando se come con los reyes no se puede pedir nada.
Lo peor era que el rico estaba muerto de hambre, pues, en extremo atareado en preparar el viaje, nada puso de comer dentro del coche, hallándose en ayunas por completo, y por añadidura, la comida se había prolongado bastante.
Cuando terminó el banquete, condujo el rey a su huésped hasta el vestíbulo de palacio, dióle las buenas noches, e indicóle el larguísimo camino que conducía a su castillo.
El monarca no dijo una palabra del extraño banquete que ofreciera al opulento hacendado, pero éste regresó a su castillo casi extenuado de hambre, y jamás olvidó la lección que, sin pronunciar una sola palabra, hubo de darle el rey. A partir de aquel día mostróse compasivo con los pobres, y fue siempre el fiel amigo de los menesterosos.

TODO SERVICIO PIDE SU PAGA

    Ocupaba el rey Felipe II a Jácome de Trezo en la delicada fabricación de instrumentos científicos, sin que nunca se acordara de pagarle cuarenta ducados que le debía. En estas circunstancias, quiso un día el monarca que le arreglase unos relojes, y le envió a decir que le viese a las tres de la tarde. No fue Jácome aquel día, ni al siguiente, por lo cual, furioso el monarca, ordenó a un criado que fuese por él y se lo trajese de grado o por fuerza. Cumplió puntualmente el encargo el servidor, y cuando el rey vio al artífice, le dijo:
      -¿Qué merecí; el criado que no acude cuando le llama su señor?
      -Pues que se le pague -respondió Jácome, -y se le despida.

POBREZA DE FRANKLIN

      Hallábase un día Benjamín Franklin sin empleo en Boston, y como necesitaba ganarse la vida, echóse a buscar colocación por las imprentas. Viendo que sus tentativas resultaban inútiles, decidió ir a Nueva York; marchó a esta ciudad, pero como tampoco fue más afortunado, se encaminó a Filadelfia. Escaso de recursos hubo de pagar el pasaje remando como marinero, y llegó a Filadelfia sucio, muy cansado y con bastante hambre.
     Compró algunas hogazas de pan; metióse el resto de su equipaje en los bolsillos y con un pan debajo de cada brazo y comiendo otro, hizo su entrada por las calles de Filadelfia, el hombre que más tarde había de ser orgullo de aquella ciudad y célebre en todo el mundo.
     Al pasar por cierta calle, la señorita Read, viendo la triste figura del mozo, se rió mucho de él. Años después, la misma señorita que así se había burlado del desarrapado mancebo, vino a casarse con él, cuando, habiendo triunfado de la adversidad, su nombre se pronunciaba en todas partes con respeto y admiración. Estando un día los dos esposos platicando en la intimidad, salió a relucir el incidente; y aunque uno y otro lo celebraban con risas y humoradas, el hecho no dejó de impresionar hondamente a la señora, que lo refirió con frecuencia como ejemplo que enseña a no maltratar con burlas, risas o desprecios a las personas de aspecto pobre y humilde, las cuales, aun cuando no posean secretas virtudes, deben merecernos siempre consideración y respeto.

DOS POESÍAS HUMORÍSTICAS

UN VIEJO Y UN LABRADOR

Un viejo a un labrador
Díjole con cara adusta:
 -¡Pasto al mulo, y del mejor!
Y él contestó:—Sí, señor;
Tengo del que a usted le gusta.



PROPOSICIÓN DE UN GASTRÓNOMO

Para poderse comer
Un pichón a cualquier hora
-Decía Bruno a Isidora
- Dos al menos deben ser.
-¿Para tan parca ración
No es muy bastante con uno?
-Dos deben ser—dijo Bruno:
- El que come y el pichón.

UNA NOCHE Por Juan Ramón Jiménez

Las antiguas arañas melodiosas, temblaban
Maravillosamente sobre las mustias flores...
Sus cristales, heridos por la luna, soñaban
Guirnaldas temblorosas de pálidos colores...
Estaban los balcones abiertos al Sur...
Era
Una noche inmortal, serena y transparente. ..
De los campos lejanos,, la nueva primavera
Mandaba, con la brisa, su aliento dulcemente...
¡Qué silencio!   Las penas ahogaban su ruido
De espectros en las  rosas vagas de las alfombras...
El amor no existía... tornaba del olvido
Una ronda infinita de trastornadas sombras...
Todo  lo   era  el  jardín... Morían  las ciudades...
Las estrellas azules, con la vana indolencia
De haber visto los duelos de todas las edades,
Coronaban de plata mi nostalgia y mi ausencia...

PEREGRINO DE LA VIDA Por Rafael Serrano Ruiz

¿Que puede esperar,
peregrino de la vida,
cuando todo ha pasado?

Sólo queda esperar...
sin esperanza
La juventud se fue,
lo que le queda....
un cuerpo ajado

Siente por lo que es; pesar
y en su engaño...
como si fuera el pasado
de nuevo volver a amar;
sentirse amado.

Que todo vuelva a empezar,
pero su tiempo ha pasado.
Quiere de nuevo gozar;
joven, fuerte, enamorado;
de la vida disfrutar

Soñando entre el gozar y el gozado,
el amar y el amado;
su cuerpo se siente
en la realidad del presente
preso del tiempo; encadenado,

ELEVACIÓN Por Carlos Baudelaire

Sobre valles, vergeles y praderas,
Sobre las escarpadas cordilleras,
Sobre los lagos, sobre el mar sonoro,
Sobre las nubes y los astros de oro,
Más allá de los límites del cielo,
Más allá de las últimas esferas,
Extiende audaz mi espíritu su vuelo.
Y cual buen nadador, que sin recelo
Se abandona al vaivén que lo acaricia,
Surca tranquilamente
La inmensidad con varonil delicia.

Alma mía doliente,
Deja detrás el corrompido ambiente;
Sube a purificarte a las alturas;
Bebe la luz, en ellas extendida,
Cual divino licor de linfas puras.
¡Feliz aquel que, de la triste vida,
De brumas siempre llena,
Con las alas del águila atrevida,
Logra volar a la región serena!
¡Feliz quien su exaltado pensamiento
Todos los días, al brillar la aurora,
Eleva al firmamento,
Cual matinal alondra voladora,
Y al cernerse entre claros resplandores,
Comprende sin esfuerzos y sin dudas
El misterioso idioma de las flores
Y de las cosas mudas!

AL BORDE DE LA TUMBA Por Manuel del Palacio.

Pequé, Señor, mas no porque he pecado
De vuestra alta clemencia me despido,
Que cuanto más hubiere delinquido
Os tengo a perdonar más empeñado.

Si verme pecador os ha indignado,
Cederéis al mirarme arrepentido;
La misma culpa con que os he ofendido
Os tiene a la indulgencia preparado.

Cuando vuelve al redil de sus amores
Una oveja perdida y recobrada,
En júbilo se inundan los pastores.

Yo soy, Señor, oveja descarriada,
Mirad, Pastor divino, mis dolores,
Y recobradme al fin de la jornada.

PERÚ Y MARICHU Por Miguel de Unamuno

Recuerdo un cuento que de niño  
Oí contar;
Cómo Perú y Marichu levantaron
Una casa de sal.
Cayó del cielo en lluvia el agua,
Se fue el hogar;
Lo arrastró derretido por la tierra
Y lo más se fue al mar.
Los cuentos de la infancia dejan
Siempre su sal;
El agua de los años no los lleva
Del olvido a la mar.
Pero queda del alma el fondo,
Queda el solar
Salado para siempre con el jugo
De aquella dulce edad.
Sí la sal de su infancia pierde el alma 
¿Quién nos la salará ?

LA ZORRA Por Gottlhold Efraím Léssing

Corriendo por un breñal
Una zorra, perseguida,
Tuvo que salvar su vida
Arrojándose a un zarzal.
-¡Qué auxiliares hay hogaño!
- Exclamó llena de juicio-
-No hacen nunca el beneficio
Si no le acompaña el daño.

ÁRBOL SOLITARIO Por MIGUEL DE UNAMUNO.

Árbol solitario    
Se alza en campo yermo,
Desafía las iras
Del rayo del cielo.
La tormenta cuajó y suelto el rayo
Tronchó del árbol el robusto tronco.
¡Ay del árbol solo
Que en un campo yermo
Desafía las iras
Del rayo que es ciego!

EL INFINITO Por Eduardo Grenier

Mudo, insondable, de misterios lleno,
El Infinito azul rueda triunfante;
La Tierra lleva cobijada al seno,
Como la madre al pequeñuelo infante.
La Tierra, con graciosa gallardía,
Lleva, al surcar la esfera luminosa,
Sin derramarla en su incesante vía,
La copa verde en que la mar rebosa.
La mar lleva a la nave, que audaz vuela
Y abre camino a su arriesgado empeño;
La nave, bajo de la hinchada vela,
Me lleva a mí sobre su frágil leño.
Ave errante, volando a la ventura,
Yo, que lejos de ti lloro proscrito,
Llevo en el corazón tu imagen pura,
Y hallo en ella otra vez el Infinito.