miércoles, 31 de octubre de 2018

CONTATE UN CUENTO XI - 2018



      La Escuela de Educación Secundaria Nº 3 “Carmelo Sánchez” de la ciudad de Balcarce lleva adelante el proyecto Cultural “Contate un Cuento “. Se trata de un concurso literario narrativo que invita a  los jóvenes y adultos de nuestra ciudad, de toda la Argentina y de otros país a imaginar una historia porque lo necesario para la educación , como dice Delia Lerner (2001) ”es hacer de la escuela el ámbito donde lectura y escritura sean prácticas vivas y vitales, donde leer y escribir sean instrumentos poderosos que permitan repensar el mundo y reorganizar el propio pensamiento, donde interpretar y producir textos sean derechos que es legítimo ejercer y responsabilidades que es necesario asumir; porque en definitiva se “aprende a leer, leyendo” y “se aprende a escribir, escribiendo”   
Hoy nuevamente el objetivo está cumplido y la décima edición cuenta con nuevos ganadores


Categoría A: Jóvenes de 12 y 13 años

Ganadores premio compartido

“#0081293” de Aixa Vilicich, alumna de 2º año del Colegio Santa Rosa de Lima

“La curiosidad mata” de Lourdes Quiñones, alumna del Instituto Gral. Martin Rodríguez de Tandil

Mención de honor:

 “¿Escape?” de Valentina Schwarz, alumna de 2º año del Instituto Gral M. Rodriguez de Tandil

“Más allá de las pizarras” de Gènesis Alexandra Manzanilla Linares de Trujillo, Venezuela

“El oso y las abejas” de Manuela Ramirea Rangel de Cali, Colombia


Categoría B: jóvenes de 14 y 15 años

Ganador:

“Gritando en silencio”, Pilar Orsatti alumna de 3º año de la E.S. N° 3 “Carmelo Sánchez”

Menciónes de honor:

“Disparo a la conciencia” de Giovana Varales, alumna de 4 año deL Instituto Gral Martin Rodríguez de Tandil

“Sombras del pasado”, Anneke Wendel alumna de 2° año del Instituto Gral. Martin Rodríguez de Tandil

“El boceto” de Jazmin Milagros Piriz , alumna de 4to año de la E.E.S. Nº 71 de Mar del Plata


Categoría C: jóvenes de 16,17 y 18 años

Ganador

“Noventa días y una rosa de Cristal”  de Clara Netcoff, alumna de 5º año del colegio Santa Rosa de Lima

Menciónes de honor

“Despierta” de Sofía Guillen,  alumna de 5° año de E.E.S. Nº 1 “Antonio González Balcarce

“Dolor en amor”,Malena Bottega alumna de 5º año de la E.E.S y T Nº 1 “Lucas Kraglievich

“El sueño de tener mi propia banda” de Estefania Montes Rosa alumna de EEPA 701  


Categoría D: adultos

Ganador: desierto

Menciones de Honor

“El diccionario” de Mariela Rendino , Balcarce

“Nueva felicidad” de María Elena Bauer de Balcarce

“Si tu te mueres” de Nancy Gómez de Balcarce

     Este año también en las tres primeras categorías se permitió la coautoría por ello hubo un total de 150 participantes y 140 cuentos presentados  Entre las escuelas intervinientes, además de las ganadoras, se encontraron la E.S.N°2 de San Agustín, la, la ESN°8 “Juan Azurduy”, la E.E.S Nº10, el EEPA 701 y el CENS 451, de Balcarce; la E.E.S. Nº 1 de Napeleofú, la E.E.S y A Nº 1, la E.E.S y T Nº 1 y la E.E.S. Nº 5 de Loberia.    También han participados jóvenes de Rafael Castillo, Castelar, Berazategui, San Rafael, Mendoza, Corrientes, España, Uruguay ,  Venezuela y México.  En la categoría Adultos hubo participantes de la ciudad de Balcarce, Ciudad Autónoma de Bs.As., Necochea, La matanza, Gral Rodriguez, España, Uruguay y Alemania
  El jurado estuvo integrado en esta oportunidad por las Inspectoras de Inspectora de Educación Primaria  Graciela Karaguiozov (Categoría A); la Inspectora de  Adultos Laura Gimaray (categoría D) , la Inspectora de Psicología Social Juana Benites (categoría C) y la Inspectora de Secundaria María Verónica Testa (Categoría B), el vicedirector de la E.E.S. Nº 3 “Carmelo Sánchez” (categoría A y C), Vicedirectora de la E.S.Nº 3 “Carmelo Sánchez” , Karina Coria (categoría B y D) ;  las profesoras Idelsa Arcuri y María Angélica Pajín y el escritor Ezequiel Feito.  
  
       Esperamos a todos los ganadores y participantes en el acto de premiación que se realizará el día 1 de noviembre a partir de las 9:30hs. en nuestro establecimiento sito en calle 32 Nº 1026. Los ganadores serán premiados con un  auricular con  Bluetooth y FM donado por los gremios docentes, mochilas de la empresa Travel Rock y libros enviados por la editorial Kapelusz.  Los cuentos ganadores y menciones próximamente aparecerán en este Blog y en la sección de Rescatados del fuego que aparece en el diario La Vanguardia.
Desde la escuela creemos necesario auspiciar la palabra escrita porque al hacerlo hemos legitimado un espacio para la escritura creativa y cada año son cientos de jóvenes los que nos eligen, valoramos y estimulamos la creatividad, invitamos a perderle el miedo a la hoja en blanco y la palabra escrita y abrimos la puerta  a otros mundos posibles donde cada participante libera lo que los oprime en su realidad.
        Este espacio cultural que en el año 2015 fue declarado de Interés Educativo por el Ministerio de Educación de la Nación según resolución 1275 convoca cada año a participantes de distintas ciudades de nuestro extenso país y de otros países. Gracias por elegirnos, gracias por dejarnos existir, estamos orgullos de brindarles un espacio donde puedan dejar volar su imaginación y como decimos siempre“Mientras haya alguien que quiera contar, mientras haya alguien que quiera escribir, mientras haya un joven con ganas de imaginar , “Contate un cuento” existirá.




sábado, 27 de octubre de 2018

LA CAJA - Por Heraldo Rojo (Eric I. Carmona)

          Un artista de renombre comenzó a perder la cabeza. Llevaba semanas intentando pintar algo que le gustara, pero su mente no podía dejar de pensar en la guerra, los recuerdos eran tan tangibles que por momentos escuchaba a los templarios que intentaban apropiarse de la riqueza de la mismísima ciudad prometida, recordaba los momentos finales en que sus pasos diagramaron un camino recto hacia el gran tesoro.
Sus zapatos mojados por la humedad del ambiente no le permitían pasar desapercibido, así que antes de llegar al trono, una cimitarra pasó por su cuello rozando la barbilla e inmortalizando la cicatriz de su mentón que hoy es una buena historia que contar.
Una voz  lo separó de esa realidad pasada:
-Amigo, y una mano grande y callosa se posa sobre sus hombros. Amigo, soy yo, Jerónimo.
La voz era tan familiar que el artista dejó su arma creativa en el suelo y observó lo que había pintado, qué hermoso paisaje pensó.
-Siempre es un desafío quitarte de tu forma y tu foco, gruñó Jerónimo.
-Estaba recordando Jerusalén, el tesoro, dijo Ponzio mientras sus ojos brillaban.
La sonrisa de Jerónimo se deformó y se vio la tristeza en su mirada distraída.
-Ya no hay nada que hacer amigo, solo hicimos lo que podíamos hacer, cómo íbamos a saber que ese tesoro era una quimera, exclamó Ponzio con voz dramática.
Ambos amigos se miraban sin saber que decir hasta que las manos de Ponzio hablaron y los ademanes comenzaron a parafrasear momentos, recuerdos en un idioma que solo los que murieron por dentro pueden entender y hablar sin pestañar.
Las mejillas de Jerónimo se enrojecieron y comenzó a decir, la guerra terminó antes de empezar, ellos la tuvieron por generaciones y nosotros al segundo que la tuvimos, una civilización desapareció.
-Sabés dónde está ahora el tesoro, preguntó Jerónimo con voz inquisitiva. - Lo quiero dijo, mientras sus manos se convertían en garras que no saben pensar.
-Lo tengo yo, respondió Ponzio, no te lo puedo dar porque soy su dueño, su único dueño escupió con tono amenazador.
-Esto no tiene que ser así, solo dame la caja dijo Jerónimo. Sus ojos ausentes, una vez más, se negaban a escuchar razón.
Mientras lo tomaba por el cuello apretándole la tráquea con el antebrazo, Ponzio perdía el aire y después de varios codazos se liberó de la llave, tomó su espada y cortó parte del peto de acero de Jerónimo, quien retrocediendo atónito desenvaino su arma sin saber qué es lo que hacía, la caja los había atrapado y solo uno podía salir.
La habitación se convirtió en un campo de batalla y las espadas hablaban el lenguaje mudo de los deseos y el orgullo de los hombres. Después de tanto odio y amor, su amistad se convirtió en un estorbo. Ponzio pagó el precio de mantenerse firme, sus ojos se cerraron y los horrores de la guerra se desvanecieron en un charco de sangre. De su bolsillo una pequeña cajita de madera sin pulir cayó al otro lado de la habitación, su tamaño no era importante, la cajita era cuadrada con bordes laminados en roble, tenía una tapa de pino y unas bisagras diminutas de un lado oxidado por los años.
Jerónimo la tomó entre sus garras y sin poder evitar temblar por la maravilla de lo insignificante. La abrió unos centímetros y la devastación de la civilización estalló entre sus ojos, los meteoritos que devoraron a los dinosaurios junto con la expansión de los mares y océanos, el primer nacimiento, la fuente de las lágrimas de las madres sin hijos de todo el mundo, las guerras que extinguieron a los poetas y la poesía misma.
Al abrirla más, lo imposible ocurrió, estaba parado en Hiroshima y Nagasaki, caminaba sobre polvo vivo y la separación del ser humano. Por último, cuando abrió la caja hasta el tope sus células se volvieron luz y ya no era un ser sino todos, era un pájaro, una vieja barriendo en la vereda y cada cerda de la escoba, era el cielo y las letras, era tierra y era selva, el desierto eran sus piernas y cada grano su piel y por último era amor. Cerró la caja y lloró. Lloró a su amigo que lo obligó a ver y ahora sabía todo, entendía todo y supo que era nada.

Epigrama - Por Ernesto Cardenal

Uno se despierta con cañonazos
en la mañana llena de aviones.
Pareciera que fuera revolución:
pero es el cumpleaños del Tirano.

En el álbum de Consuelo Por Pedro Antonio de Alarcón

Sé que ya tienes la edad
que previene el reglamento;
sé que te adornan talento,
gracia, inocencia y bondad;
sé que eres una beldad;
que son tus ojos de cielo;
que es como el oro tu pelo,

y tu faz de rosicler...
¡Sólo me falta saber
Por qué te llaman consuelo!

LOS JUGADORES Por Vital Aza

Era Vicente hombre rico,
en el juego se envició
y en dos años se quedó
sin un cuarto el pobre chico.

Hoy, mísero y andrajoso,
llora sus faltas Vicente,
y al verle, dice la gente:
¡Qué perdido! ¡Qué vicioso!

En cambio, el banquero Ponte,
nacido en modesta cuna,
adquirió su gran fortuna
en la ruleta y el monte.

Hoy derrocha y se divierte;
la atención de todos llama,
y al verle, la gente exclama:
¡Es millonario! ¡Qué suerte!

Con esto el mundo ha probado
que en el juego, siempre odioso,
sólo el que pierde es vicioso,
y el que gana, afortunado.

Soneto Por Carlos Pellicer

Nada hay aquí, la tumba está vacía.
La muerte vive. Es. Toma el espejo
y mírala en el fondo, en el reflejo
con que en tus ojos claramente espía.

Ella es misteriosa garantía
de todo lo que nace. Nada es viejo
ni joven para Ella. En su cortejo
pasa un aire frugal de simetría.

Cuéntale la ilusión de que tú ignoras
dónde está, y en los años que incorporas
junto a su paso escucharás el tuyo.

Alza los ojos a los cielos, siente
lo que hay de Dios en ti, cuál es lo suyo,
y empezarás a ser, eternamente.

sábado, 13 de octubre de 2018

EL INGENIOSO ZORRO ROJO - (Cuento de la nacionalidad mongola) De Cuentos populares chinos EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS BEIJING

          Hace tantísimo tiempo había un niño muy pobre llamado Baoluoledai, que sin familia ni tener en quien apoyarse vivía en una choza, cazando liebres y pájaros para poder comer.
         Cierto día, cuando los cazadores estaban haciendo una batida se toparon con un zorro rojo. El animal se encontraba cercado sin tener por donde escapar cuando se encontró con Baoluoledai.
         - Hermanito, sálvame  le rogó . Si me salvas la vida prometo ayudarte.
         El joven sintió lástima del zorro y lo escondió entre un montón de hierba. En ese momento llegaron los cazadores y le preguntaron:
         - Eh, muchacho, ¿has visto a un zorro rojo?
         - Soy un muchacho pobre que no tiene más que esta miserable choza  contestó . Aquí no hay lugar donde pueda haberse ocultado, hace rato que se escapó hacia el norte.
         Los cazadores se encaminaron en seguida hacia esa dirección, de forma que el joven pudo salvar al zorro rojo.
         Un día después, el animal volvió y le dijo a Baoluoledai:
         - Hermanito, tú eres mi salvador, ¿qué te parece si consigo que la princesa, hija del rey Huermusute, sea tu esposa?
         - ¡Cómo es posible!  contestó  ¿Cómo va a atreverse un pobre como yo a pretender ser el cónyuge de la princesa?
         Al otro día el zorro rojo fue al cielo y le dijo al soberano Huemusute:
         - Su Alteza, présteme su báscula, por favor. Quiero medir las riquezas del rico Baoluoledai.
         El rey se quedó muy asombrado en su fuero interno puesto que nunca había oído hablar de que hubiera en la tierra un potentado con tal nombre. Con la intención de conocerlo, no dijo ni pío, entregándole la báscula al zorro rojo.
         Una vez que este consiguió el instrumento lo llevó a un sitio rocoso y con mucha arena, lo restregó y chocó contra unas y otras hasta que estuvo a punto de romperse. Siete días después volvió al palacio del rey a devolverle la báscula. Pero antes de partir le había ordenado al joven pobre que vendiera todo lo que tenía en su casa a cambio de cinco onzas de plata. Este, que no lograba comprender la intención del animal, se sintió un poco fastidiado y le reprochó:
         - ¡Ay! ¡Y tú todavía dices que me quieres ayudar! ¡Has hecho que venda lo poco que tenía, ya no me queda ni una olla donde cocinar el arroz!
         - Vamos, vamos, no te preocupes, hermanito Baoluoledai, espera un poco y ya verás  le contestó el astuto zorro.
         Así, éste llegó hasta el rey con cinco onzas de plata.
         - Gran Rey, he empleado siete días en pesar todas las riquezas del adinerado Baoluoledai que vive en la tierra. Hoy he venido a devolverle su báscula. Le suplico que reciba este pequeño  presente de cinco onzas de plata.
         El rey tomó en sus manos la balanza, observó que estaba tan pulida que faltaba poco para que se quebrara y reflexionó: ¡Ese Baoluoledai tiene en verdad muchas riquezas! El zorro adivinó sus pensamientos y se apresuró a expresarle:
         - Gran rey Huermusute, permítame actuar como casamentero, ¿aceptaría concederle al rico Baoluoledai la mano de la princesa?
         ¿Cómo no se iba a alegrar el monarca de encontrar tan buen partido para su hija? Sin embargo, todavía le quedaba alguna duda y repuso:
         - No te apresures tanto. Tráeme a ese joven para conocerlo y luego veremos.
         El zorro estaba contentísimo y regresó de inmediato.
         ¿Cómo se iba a imaginar lo que sucedería al llegar? El muchacho apenas lo escuchó comenzó a negar con la cabeza al tiempo que exclamaba:
         - ¡Imposible! ¡Imposible! Si el rey se llega a enterar de lo pobre que soy se enojará muchísimo y quién sabe si podremos conservar la vida.
         - No te aflijas por eso, tú ven conmigo y nada más.
         Y dicho y hecho el zorro llevó al muchacho hasta la presencia del soberano. Pero cuando ya estaban a punto de llegar, el zorro hizo intencionadamente que el muchacho se cayera en un estanque de barro cercano al palacio y luego corrió a toda velocidad mientras gritaba:
         - ¡Malas nuevas! ¡Malas nuevas! Rey Huermusute, el camino a su palacio es en verdad muy escabroso, ¡por su culpa el futuro príncipe se cayó en el estanque! Mande pronto un buen caballo y alguna ropa buena para que se mude antes de verlo a usted, de lo contrario su yerno se enfadará.
         Sobresaltado ante tales palabras, el rey ordenó enseguida a alguien que trajera ropas y caballos; luego ordenó al zorro que se los alcanzara al pretendiente de su hija. Cuando Baoluoledai se estaba cambiando de ropa el zorro le aconsejó una y otra vez:
         - Hermanito Baoluoledai, cuando llegues al palacio del gran rey debes recordar bien tres cosas. Primero, después de que amarres el caballo en el poste por nada del mundo des vuelta la cabeza para mirar al animal. Segundo, después de que entres en la habitación, por nada del mundo debes mirarte la ropa. Tercero, cuando estés comiendo, por nada del mundo debes hacer ruido al masticar.
         Pero ¡quién iba a imaginar que nada más llegar, nuestro héroe se olvidó por completo de las advertencias que le hiciera el zorro! Volvió la cabeza para mirar al caballo. Se miró la ropa al entrar en el palacio e hizo mucho ruido al masticar. De esa forma el gran rey entró en sospechas, llamó al zorro rojo a un lado y le dijo:
         - ¡Este Baoluoledai es seguramente un pobretón! Mira, parece que nunca ha montado en un caballo tan bueno, que nunca se ha vestido con ropas de calidad y que jamás ha probado platos tan exquisitos.
         El zorro, que era muy despierto, salvó la situación replicando:
         - Ja, ja, ¡Usted se ha equivocado! Justamente porque el caballo y la ropa que usted le envió no son tan buenos como los que él posee se detuvo a mirarlos y sólo porque la comida que le han servido deja bastante que desear, él, desacostumbrado, hizo ruido al masticarla.
         Con la explicación del zorro el rey pensó que Baoluoledai era una persona verdaderamente excepcional y lo aceptó como parte de la familia en el mismo momento.
         Pero entonces el joven se intranquilizó aún más y le dijo al zorro:
         - ¡La cosa va mal, la cosa va mal! Ahora que el rey me ha dado a su hija, si se entera de la verdad, ¿seguiremos vivos?
         - No temas, deja que yo arregle todo.  Y el zorro se fue en el acto, antes que nadie.
         Iba el hábil animal marchando por la pradera cuando se encontró con una manada de camellos. Preguntó:
         - ¡Eh! Tú, pastor, ¡de quién son todos estos camellos?
         - ¡Ay! ¿Quién puede tener todos estos animales? Únicamente el monstruo de quince cabezas.
         - Escucha esto: el gran rey Huermusute ha bajado a la tierra. Si le dices que estos camellos son del monstruo de quince cabezas te matará; en cambio, si decís que son propiedad del rico Baoluoledai te garantizo que no te pasará nada.
         - Lo recordaré, gracias por su atención.
         El zorro siguió caminando y caminando hasta que se topó con una tropa de caballos.
         - ¡Eh! ¿De quién son todos estos caballos?  le preguntó al arriero.
         - ¿Quién crees tú que pueda tener tantas bestias? Son todos del monstruo de quince cabezas.
         - Escucha esto: el gran rey Huermusute ha bajado a la tierra. Si le dices que los animales son del monstruo de quince cabezas te matará. En cambio, si le dices que pertenecen al rico Baoluoledai no te sucederá nada.
         - Lo recordaré, gracias por tu preocupación.
         Marcha que te marcha el zorro se dio de narices con otra tropa de ganado y le preguntó al cuidador:
         - ¡Eh! ¿De quién son todas estas vacas?
         - ¿De quién van a ser sino del monstruo de quince cabezas?
         - Escucha algo: el gran rey Huermusute ha descendido a la tierra. Si le dices que estas vacas son del monstruo te matará, en cambio no te sucederá nada si le respondes que pertenecen al rico Baoluoledai.
         - Lo recordaré, gracias por tu amabilidad.
         El zorro siguió anda que te anda hasta que se le cruzó en el camino un rebaño de ovejas.
         - ¡Eh! ¿De quién es este rebaño?  le preguntó al pastor.
         - ¡Ay! ¿Quién va a tener tantas ovejas sino el monstruo de quince cabezas?
         - Oyeme, el gran rey bajará a la tierra. Si le dices que este rebaño es del monstruo de quince cabezas te matará. En cambio nada te pasará si le explicas que son del rico Baoluoledai.
         - Lo tendré en cuenta, gracias por avisarme.
         El zorro siguió y siguió hasta llegar al palacio del monstruo de quince cabezas y se encontró con el dueño, quien le demandó:
         - Astuto zorro, ¿a qué has venido? ¿Acaso a engañarme?
         - ¡Rápido! ¡Rápido!  replicó el zorro.  El gran rey Huermusute bajará a la tierra. ¡Escóndete pronto bajo una gran piedra del establo, pues si te ve va a ultimarte!
         El monstruo de quince cabezas se quedó estupefacto al escuchar aquello y corrió a esconderse donde le indicaban.
     Luego el zorro se dirigió a la demás gente del palacio:
         - ¡Todos ustedes deben tener cuidado! Si el rey Huermusute les pregunta, digan que son los sirvientes del rico Baoluoledai. Si se llega a enterar que son del personal del monstruo de quince cabezas seguramente morirán.
         Los del palacio también se asustaron muchísimo y no hubo uno que se negara a obedecer al zorro.
         El rey Huermusute bajó en persona a entregar la princesa a Baoluoledai. Por el camino se encontró con grandes manadas y rebaños de camellos, ovejas, caballos y vacas. A todos los pastores les preguntó de quién eran aquellas bestias y le contestaron que pertenecían al rico Baoluoledai. Al final, llegó al palacio del monstruo de quince cabezas, lanzó una mirada y sólo pudo observar lujo y riqueza por doquier. Contento, sin poder controlar su entusiasmo, exclamó:
         - ¡Mi yerno Baoluoledai es realmente un potentado extraordinario!
         - ¡Cómo no!  interpuso el zorro  Sin embargo, el destino indica que su yerno debería ser más rico aún. El lama adivino ha manifestado que bajo una gran piedra del establo se encuentra un malvado. Es él quien impide que Baoluoledai no viva mejor. Gran rey Huermusute, ¡destruya pronto a ese maldito!
         El rey se enfureció al oír aquellas palabras del astuto zorro rojo, lazó rayos y truenos e hizo añicos la gran piedra, terminando así con el monstruo de quince cabezas. No mucho más tarde, Baoluoledai era el yerno del gran rey y vivió contento y feliz con la princesa en el ex palacio del monstruo.

sábado, 6 de octubre de 2018

Credo Por José Coronel Urtecho

Gracias porque abro los ojos y veo
la salida del sol, el cielo, el río
en la mañana diáfana de estío
que llena hasta los bordes mi deseo.

Gracias, Señor, por esto que poseo
que siendo sólo tuyo es todo mío
aunque hasta una gota del rocío
para saber que es cierto lo que creo.

Creo que la belleza tan sencilla
que se revela en esta maravilla
es reflejo no más de tu hermosura.

Qué importa pues que esta belleza muera
si he de ver la hermosura duradera
que en tu infinito corazón madura.

No tengo nada Por Edel Morales

No tengo nada.
Sólo el amor de una muchacha
y mis párpados abiertos.
Así puedo correr sobre la hierba
húmeda y punzante.
Sabiendo que a esa certeza
llamarán locura.

Señor Por Nicolás Guillén

Éntrate en mis abismos,
Señor y en ellos vierte
la fe con que se triunfa
del mal y de la muerte.

Quema esta llaga hedionda
verde ya de podrida
que lacera mi espíritu
y me roba la calma
y enciende entre las sombras
rebeldes de mi alma
el amor del que sufre
 y el perdón del que olvida.

Señor, dame la gracia
celestial de ser bueno
hazme albura de armiño
en todo bajo cieno.

Trueca mi grito enorme
en serenidad de arrullo
y doma los lebreles
grises de mis crueldades,
y abate mi alta torre
de absurdas vanidades,
y lima las aristas
ásperas de mi orgullo

Que así seré yo entonces,
-de suave amor henchido-
caricia en el granate
de tu costado herido
voz que en tu gloria lleve
sus místicos cantares,
miel en tu negra esponja
de vinagre inclemente,
piadosa golondrina
para tu rota frente
y diminuto grano
de incienso en tus altares.

Hija de... Por Concha González

Esa rutina perentoria,
la inestimable lluvia, el viento álgido,
la tierra siempre alerta,  el bosque distraído,
esa eterna sensación de eternidad…

porque eterno es el vestido de la  carne
y el gesto,
y el recuerdo de palabras,
y el pelo ensortijado,
y la mirada azul invierno,
y el meñique, algo torcido,
y,  la aquietada voz
después de un beso.

Eterno el caminar titubeante
de las pobres, la mano ajada,
las perolas heredadas, el cobertor de lana,
y ese inútil modo
de quejarse.

Después de todo, en los cauces
de la vida se nos acomoda la muerte
flanqueando los destinos.
Y,  una noche cualquiera, seas madre
o hija de, nos despide la vida
Quedamente.

Me hice a ti Por Beatriz Morales Fernández

Me hice a ti
en el silencio natural de los pájaros
y en la brisa de las ramas.
Encontré mi alma mientras se marchaba,
como las golondrinas que se posan en los versos de la poesía
hasta pasar las páginas.
Solo el ruido invisible de los recuerdos
me despertó en los caminos de la memoria
y en la libre elección de amar
lo que nadie siente,
lo que a nada se agarra,
lo que soy cuando elijo perderme,
y lo que pierdo cuando decido encontrarme.

Microrelato Por Mayte Sánchez Sempere

Lo que ha pasado con mi vecino es alucinante. Resulta que nos llegó por Whatsapp noticia de su asesinato: alguien había entrado en su casa a robar y le había matado. Imaginad nuestro espanto e indignación: podía habernos pasado a cualquiera.
Subimos la noticia al grupo de Facebook del barrio y el periódico digital de la asociación de vecinos no tardó en hacerse eco. El miedo y la indignación crecían, los "y la policía ¿qué hace?", "¿a qué esperan?", "nos tienen abandonados" corrían como la pólvora, porque, aunque no lo creais, nadie vino a investigar, nadie.
Como tampoco dieron la noticia en televisión, nos quedó meridianamente claro que nuestro barrio, un barrio obrero y poco bonito, no interesaba... claro, como aquí no viven futbolistas ni gente que sale en la tele...
Afortunadamente, tenemos las redes sociales. La noticia era tan espeluznante que pronto se hizo viral. Es que un hombre asesinado mientras preparaba una tortilla francesa por dos individuos de nacionalidad lentuana, torturado, con la misma cizalla con que abrieron la puerta, para que revelase la combinación de la pequeña caja de caudales que guardaba escondida en la arena del gato, es una noticia de alcance que no debería ocultarse por intereses espurios. Total, que gracias a nuestra generosidad, todo el mundo pudo informarse.
Y ahora va el imbécil de mi vecino y llama a la puerta y dice "oye, que no estoy muerto, que no sé de dónde habéis sacado eso que habéis puesto en la esquela del portal". Vamos a ver, caballero: está en internet, déjese de "maldito bulo" y de tonterías, usted está muerto y punto. De verdad, es que no puedo con esta gente…

Sed de Dios Por Sergio Manejías


Mi alma, tiene sed de Dios, del Dios vivo.
SALMO 42.2

Está mi sed de Dios insatisfecha,
que en medida de sed más se agiganta.
Está entretejida y está hecha
de una ilusión muy delicada y santa.

Es sed que me apretuja la garganta
del espíritu. Sed que va derecha
al cielo. Sed que me levanta
y toda duda con valor apecha.

Es sed de Dios, intensa, y el poeta
sólo puede decir que su alma inquieta
ya no podrá tener gozo y solaz

hasta beber del agua de la Vida,
que en la gracia de Dios está escondida
en la sagrada fuente de su paz.