Mi alma, tiene sed de Dios, del Dios vivo.
SALMO 42.2
Está mi sed de Dios insatisfecha,
que en medida de sed más se agiganta.
Está entretejida y está hecha
de una ilusión muy delicada y santa.
Es sed que me apretuja la garganta
del espíritu. Sed que va derecha
al cielo. Sed que me levanta
y toda duda con valor apecha.
Es sed de Dios, intensa, y el poeta
sólo puede decir que su alma inquieta
ya no podrá tener gozo y solaz
hasta beber del agua de la Vida,
que en la gracia de Dios está escondida
en la sagrada fuente de su paz.
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