sábado, 21 de abril de 2018

Mientras te miro - Por Rafael Serrano Ruiz

Sentimientos que renacen
esperando tu presencia.
!Verte!
Sentirte a mi lado.
Ver tu llegada luciendo esos aires
tan tuyos, tan propios, tan míos.

Mientras me hablas,
mientras te miro,
mil ideas pueblan mi mente…
quiero sentirme querido

¡Que culpa tengo yo de tal quimera¡
Lloro desesperado al no tenerte,
por no poder disfrutar de tu presencia,
por ese intenso dolor de lo imposible…
por tu falta de amor….
por no dejar de quererte.

Lloro porque el tiempo pasado
siga latente…
porque te sepa querer como mereces,
por tus cálidas manos en mi frente,
por tus besos de amor…
.
Un nuevo renacer
donde evitar los errores
de compartir el amor
que como un torrente,
destrozó nuestra vida
en el pasado …
y en el presente.

Las cinco dificultades para decir la verdad Por Bertolt Brecht Berlín (Alemania), 1934. (Continuación)

III. El arte de hacer la verdad manejable como arma


La verdad debe decirse pensando en sus consecuencias sobre la conducta de los que la reciben. Hay verdades sin consecuencias prácticas. Por ejemplo, esa opinión tan extendida sobre la barbarie: el fascismo sería debido a una oleada de barbarie que se ha abatido sobre varios países, como una plaga natural.
Así, al lado y por encima del capitalismo y del socialismo habría nacido una tercera fuerza: el fascismo. Para mi, el fascismo es una fase histérica del capitalismo, y, por consiguiente, algo muy nuevo y muy viejo. En un país fascista el capitalismo existe solamente como fascismo. Combatirlo es combatir el capitalismo, y bajo su forma más cruda, más insolente, más opresiva, más engañosa. Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica. Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.
Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que éstos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios países. Ciertos países logran todavía conservar sus formas de propiedad gracias a medios menos violentos que otros. Sin embargo, los monopolios capitalistas originan por doquier condiciones bárbaras en las fábricas, en las minas y en los campos. Pero mientras que las democracias burguesas garantizan a los capitalistas, sin recurso a la violencia, la posesión de los medios de producción, la barbarie se reconoce en que los monopolios sólo pueden ser defendidos por la violencia declarada. Ciertos países no tienen necesidad, para mantener sus monopolios bárbaros, de destruir la legalidad instituida, ni su confort cultural (filosofía, arte, literatura); de ahí que acepten perfectamente oír a los exiliados alemanes estigmatizar su propio régimen por haber destruido esas comodidades. A sus ojos es un argumento suplementario en favor de la guerra.
¿Puede decirse que respetan la verdad los que gritan: «Guerra sin cuartel a Alemania, que es hoy la verdadera patria del «mal», la oficina del infierno, el trono del anticristo»? No. Los que así gritan son tontos, impotentes gentes peligrosas. Sus discursos tienden a la destrucción de un país, de un país entero con todos sus habitantes, pues los gases asfixiantes no perdonan a los inocentes. Los que ignoran la verdad se expresan de un modo superficial, general e impreciso. Peroran sobre el «alemán», estigmatizan el «mal», y sus auditorios se interrogan: ¿Debemos dejar de ser alemanes? ¿Bastará con que seamos buenos para que el infierno desaparezca? Cuando manejan sus tópicos sobre la barbarie salida de la barbarie resultan impotentes para suscitar la acción. En realidad no se dirigen a nadie. Para terminar con la barbarie se contentan con predicar la mejora de las costumbres mediante el desarrollo de la cultura. Eso equivale a limitarse a aislar algunos eslabones en la cadena de las causas y a considerar como potencias irremediables ciertas fuerzas determinantes, mientras que se dejan en la oscuridad las fuerzas que preparan las catástrofes. Un poco de luz y los verdaderos responsables de las catástrofes aparecen claramente: los hombres. Vivimos una época en que el destino del hombre es el hombre. El fascismo no es una plaga que tendría su origen en la «naturaleza» del hombre. Por lo demás, es un modo de presentar las catástrofes naturales que restituyen al hombre su dignidad porque se dirigen a su fuerza combativa.
El que quiera describir el fascismo y la guerra grandes desgracias, pero no calamidades «naturales» debe hablar un lenguaje práctico: mostrar que esas desgracias son un efecto de la lucha de clases; poseedores de medios de producción contra masas obreras. Para presentar verídicamente un estado de cosas nefasto, mostrad que tiene causas remediables. Cuando se sabe que la desgracia tiene un remedio, es posible combatirla.

IV. Cómo saber a quién confiar la verdad


Un hábito secular, propio del comercio de la cosa escrita, hace que el escritor no se ocupe de la difusión de sus obras. Se figura que su editor, u otro intermediario, las distribuye a todo el mundo. Y se dice: yo hablo, y los que quieren entenderme, me entienden. En la realidad, el escritor habla, y los que pueden pagar, le entienden. Sus palabras jamás llegan a todos, y los que las escuchan no quieren entenderlo todo. Sobre esto se ha dicho ya muchas cosas, pero no las suficientes.
Transformar la «acción de escribir a alguien» en «acto de escribir» es algo que me parece grave y nocivo. La verdad no puede ser simplemente escrita; hay que escribirla a alguien. A alguien que sepa utilizarla. Los escritores y los lectores descubren la verdad juntos. Para ser revelado, el bien sólo necesita ser bien escuchado, pero la verdad debe ser dicha con astucia y comprendida del mismo modo. Para nosotros, escritores, es importante saber a quién la decimos y quién nos la dice; a los que viven en condiciones intolerables debemos decirles la verdad sobre esas condiciones, y esa verdad debe venirnos de ellos. No nos
dirijamos solamente a las gentes de un solo sector: hay otros que evolucionan y se hacen susceptibles de entendernos. Hasta los verdugos son accesibles, con tal que comiencen a temer por sus vidas. Los campesinos de Baviera, que se oponían a todo cambio de régimen, se hicieron permeables a las ideas revolucionarias cuando vieron que sus hijos, al volver de una larga guerra, quedaban reducidos al paro forzoso.
La verdad tiene un tono. Nuestro deber es encontrarlo. Ordinariamente se adopta un tono suave y dolorido: «yo soy incapaz de hacer daño a una mosca». Esto tiene la virtud de hundir en la miseria a quien lo escucha. No trataremos como enemigos a quienes emplean este tono, pero no podrán ser nuestros compañeros de lucha. La verdad es de naturaleza guerrera, y no sólo es enemiga de la mentira, sino de los embusteros.

sábado, 14 de abril de 2018

Las cinco dificultades para decir la verdad Por Bertolt Brecht Berlín (Alemania), 1934. 2° Parte

II. La inteligencia necesaria para descubrir la verdad 

Tampoco es fácil descubrir la verdad. Por lo menos la que es fecunda. Así, según opinión general, los grandes Estados caen uno tras otro en la barbarie extrema. Y una guerra intestina que se desarrolla implacablemente puede degenerar en cualquier momento en un conflicto generalizado que convertiría nuestro continente en un montón de ruinas. Evidentemente, se trata de verdades. No se puede negar que llueve hacia abajo: numerosos poetas escriben verdades de este género. Son como el pintor que cubría de frescos las paredes de un barco que se estaba hundiendo. El haber resuelto nuestra primera dificultad les procura una cierta dificultad de conciencia. Es cierto que no se dejan engañar por los poderosos, pero ¿escuchan los gritos de los torturados? No; pintan imágenes. Esta actitud absurda les sume en un profundo desconcierto, del que no dejan de sacar provecho; en su lugar otros buscarían las causas. No creáis que sea cosa
fácil distinguir sus verdades de las vulgaridades referentes a la lluvia; al principio parecen importantes, pues la operación artística consiste precisamente en dar importancia a algo. Pero mirad la cosa de cerca: os daréis cuenta que no dejan de decir: no se puede impedir que llueva hacia abajo.
También están los que por falta de conocimientos no llegan a la verdad. Y, sin embargo, distinguen las tareas urgentes y no temen a los poderosos ni a la miseria. Pero viven de antiguas supersticiones, de axiomas célebres a veces muy bellos. Para ellos el mundo es demasiado complicado: se contentan con conocer los hechos e ignorar las relaciones que existen entre ellos.
Me permito decir a todos los escritores de esta época confusa y rica en transformaciones que hay que conocer el materialismo dialéctico, la economía y la historia. Tales conocimientos se adquieren en los libros y en la práctica si no falta la necesaria aplicación. Es muy sencillo descubrir fragmentos de verdad, e incluso verdades enteras. El que busca necesita un método, pero se puede encontrar sin método, e incluso sin objeto que buscar. Sin embargo, ciertos procedimientos pueden dificultar la explicación de la verdad: los que la lean serán incapaces de transformar esa verdad en acción. Los escritores que se contentan con acumular pequeños hechos no sirven para hacer manejables las cosas de este mundo. Pues bien, la verdad no tiene otra ambición. Por consiguiente esos escritores no están a la altura de su misión.

“Contate un cuento X” Mención de honor Categoría C: “El día equivocado y el momentos menos indicado” Por Yamila Molina, Alumna de 6° año de la de E.S. N° 6

         “Algo habrá hecho” esa frase tan ignorante usada en muchas oportunidades. “Algo habrá hecho”, lo primero que piensan o dice la mayoría de las personas cuando sucede algo así. “Algo habrá hecho”, la última palabra que logre' escuchar antes de que mis ojos se cerraran para siempre y pensándolo bien algo si hice, enamorarme de la persona incorrecta el día equivocado, en el momento menos indicado de mi vida. Pero no les quiero adelantar el final, mejor  empiezo desde el comienzo de mi historia.
   Un  lluvioso y triste, 10 de noviembre, el cáncer se lleva a mi padre, un 10 de noviembre es el día en que mi vida se derrumba para nunca más volverse a acomodarse, ya que cada mes que pasa es peor que el anterior. Después de su pérdida mi madre entró en una profunda depresión y yo no estaba mejor que ella hasta dos años después, cuando los pedazos de mi mundo se empezaron a unir  de nuevo después de que  lo vi a él. Gabriel es de esas personas que conoces una vez en tu vida y no las vuelves a encontrar más. Pero no todo es como una quiere, desde hace tiempo que conozco a Gabriel y nunca me había detenido a mirarlo o nunca me había detenido a verlo de esa forma y eso que lo he visto todos los días durante tres años;   en ese momento no supe cuál era la razón de por qué me gustaba, si fue porque él era más grande que yo, porque la escuela  es el único lugar donde frecuento o porque es un imposible.
¡Sé lo que se están imaginando y les confirmo que sí! Estoy enamorada de un hombre mayor que yo, que no solamente es casado sino que también es mi profesor de Educación Física! Si lo que están pensando es que estoy loca, les confirmo que sí, pero si ustedes lo conocieran pensarían lo mismo que yo.
 Los días seguían pasando y yo no me podía olvidar de Gabriel y cada vez más me iba interesando más en él y cada vez más fui buscando mil y una excusas para acercarme. A esa altura ya no me importaba nada
Pasaron algunos días y mi relación con  Gabriel se fue haciendo más cercana y no solamente éramos alumna y profesor, sino que también éramos amigos  Hasta que un día todo cambio y nuestro trato no fue solamente de profesor y alumna, sino que empezamos a tener una relación clandestina y secreta para todo el mundo, para mi mundo. Con idas y vueltas Gabriel y yo cumplimos un año de relación y por supuesto él tuvo que renunciar a la escuela y también divorciarse de su esposa.
En ese año que paso yo sentía que nuestra relación ya no era como al principio, ya no había de mi parte el amor que hubo al comienzo  por muchas peleas que habíamos tenido y algunas escenas bastantes complicados, como por ejemplo de celos por mis amigas o por la ropa que usaba; además en ciertas peleas Gabriel se atrevió a agarrarme muy fuerte del brazo e intentarme golpear. Sin embargo yo no podía separarme de el después de todas las cosas que tuvo que renunciar por mí.
  Obviamente en la escuela yo no era bien vista por salir con un ex profesor, pero por suerte estaba en la época de vacaciones de verano y a una semana de comenzar nuevamente las clases.
  Mi mamá no lo tomó muy bien, pero con el tiempo tuvo que aceptarlo Por suerte su depresión ya se había ido.
  Mi relación con Gabriel cada día iba peor, hasta ese día que fue empeorando cada vez más. Gabriel me había invitado a su casa en un campo, el último fin de semana antes de empezar mi último año en la secundaria, yo sentí que ya no podía ocultarle más lo que me estaba pasando. Pensaba esperar para decírselo el domingo antes de que me llevara para mi casa, pero decidí hablarlo ese mismo día. Lamentablemente y como yo pensé no lo tomó muy bien. Pero nunca había imaginado que Gabriel sería demasiado violento cuando se enojaba. Me agarró del brazo y me pegó una cachetada y yo no supe cómo reaccionar, hasta llegué a pensar que yo tenía la culpa por haberle pedido que  nos separemos.
  Llegando  a casa y sin haber hablado una palabra con él  en el viaje, mi mamá vio el golpe en mi cara, que había tratado de tapar con maquillaje. Y gracias a ella pude comprender que yo no tenía la culpa y que no había excusa para que el me golpeara
Hablando más de dos horas con ella pude darme cuenta de que yo no estaba sola y que ella iba a estar conmigo, fuera la decisión que tomara:  separarme y alejarme de él o  separarme y denunciarlo por violencia. Pero decidí no hacer la denuncia por lástima o por pensar que eso había sido algo de momento y que él podía cambiar No obstante estaba segura que me separaría de él. Nuestra relación ya no podía seguir así.
   Al otro día decidí llamar a Gabriel para que nos juntemos a hablar. El me propuso que vaya a su casa, pero mi mamá dijo que no, que fuese él para la mía; mi mamá se iría a la casa de mi tía para dejarnos hablar, Gabriel aceptó y quedó en ir en dos horas .
  Yo no sabía cómo empezar la conversación por eso empezó a hablar él pidiéndome perdón por lo que había pasado, me dijo que me amaba y que no iba a volverá a pasar nunca más. Yo le dije que lo perdonaba y que no quería lastimarlo, pero que yo no podía y no quería seguir con él. Fue en ese momento cuando me agarró del brazo diciendo que yo no lo iba a dejar. Para mi suerte entró mi mamá y lo echó de mi casa amenazándolo con denunciarlo, no sé  qué hubiese pasado si no llegaba. Con mucho miedo y preocupación me fui a dormir preparada para el otro día empezar la escuela. Esa noche me costó bastante poder dormir.
  De camino a la escuela ese día sentí que  un auto iba detrás de mi y con mucho miedo me di vuelta y sí, era Gabriel. Me pidió por favor si podía subir al auto para hablar con él y yo no pude decirle que no. Me pidió volvió a pedir perdón por lo que había pasado y quería ser mi amigos. Yo lo note de verdad arrepentido, por eso accedí a que tuviéramos una relación de amistad.
  Mi primer día de escuela fue mejor de lo que pensé. Como era de esperar las noticias corrieron demasiado rápido y ya toda la escuela estaba enterada, pero por suerte nadie preguntó nada. Todo siguió igual, mis amigas iguales, las clases iguales, los profesores iguales excepto mis compañeros. Había llegado un chico nuevo a mi clase y como todos los asientos estaban ocupados tuvo que sentarse conmigo. Después de una hora sin hablarnos ni una palabra, nos presentamos. Y desde ese día Maximiliano y yo nos volvimos inseparables.
   Los días y los meses pasaban y ya no quedaban rastros de Gabriel, ya habían pasado seis meses sin saber nada de él hasta ese día. Me levanté temprano como todos los días para ir a la escuela, desayuné con mi mamá, como todas las mañanas y me despedí de ella con un beso y un abrazo sin saber que ese sería la última vez que la volvería a ver.
Ese día yo salía de la escuela cerca de las 12 del mediodía como siempre Maximiliano me acompañaba hasta mi casa, pero tres cuadras antes de llegar  apareció Gabriel, de la nada en un auto diferente al que tenía la última vez que lo había visto. Paró su auto al lado mío y me dijo que necesitaba hablar conmigo, yo me despedí de Maximiliano y subí a su auto. Todavía no encuentro la razón de por qué lo hice, pero muchos menos llegué a pensar que esa era la última vez que  me iba a subir a su auto, la última vez que yo vería a Maximiliano y la última vez que yo vería y abrazaría a mi querida mamá. Estuvimos un largo rato hasta que me invitó a ir a tomar un café y hablar más tranquilos y yo accedí sin saber el destino que me iba a esperar.
Creo que no hace falta contar  que pasó después porque ya lo saben …
Esta historia, además de concientizar a los jóvenes para  que tengan mucho cuidado al elegir a una persona y que a la mínima acción de violencia, aunque sea verbal, sean valientes y hagan la denuncia a la policía, es también  la manera que yo elegí de contar la historia de una chica que su único error fue enamorarse de la persona equivoca, el día equivocado y en el momento menos indicado de su vida.

sábado, 7 de abril de 2018

LA POLÍTICA EN ESPAÑA Por Jardiel Poncela (Cualquier parecido con lo que sucede hoy en Argentina es pura casualidad. El artículo es de 1930 y se publicó en el libro”Exceso de equipaje”)

A ROBERTO FLY, en 47,  Coward Road. EDIMBURGO   (ESCOCIA).
Madrid, 3  de agosto  de  1930.

Mi querido tío Robbie: No sé ya el tiempo que hace que te debo una carta hablándote de política. Pero encontrarás disculpable mi pereza en cuanto sepas que el calor se ha echado bruscamente encima y nos persigue como si quisiera cobrarnos una cuenta, matando todo intento de actividad.
Hasta hace poco disfrutamos una época de bochornos breves, de breves fríos, de lluvias y de temperatura revueltísima, y, coincidiendo con estos desórdenes atmosféricos, había gentes que esperaban que viniese la República. Pero, con inexplicable sorpresa por parte de ellos, lo que ha venido ha sido el verano. Confieso que no es igual; pero opino que resultará más beneficioso para la agricultura.
He aquí, pues, el verano, tío Robbie, un verano prematuro, según es lo clásico, pues en España ni las estaciones, ni los regímenes, ni los camareros llegan nunca a tiempo, sino que llegan demasiado pronto o demasiado tarde.
¡Si vieras! Ahora da gusto vivir en Madrid. La Naturaleza es una sinfonía de verdes brillantes. Los árboles se han vestido sus mejores hojas y las plantas se han vestido sus flores más fulgentes. En cuanto a las mujeres, en su afán de llevarle siempre a alguien la contraria, han hecho al revés que las plantas y los árboles. Quiero decir que se han desnudado todo lo posible. Y de esta suerte, nuestros gobernantes, que siempre han rendido culto fervoroso al eterno femenino, disponen de magnífica ocasión para proclamar por ejemplo  en sus discursos que la mujer española es la más española de las mujeres. ¡Poderosa influencia la que la mujer ha ejercido siempre en la política de España! No olvidemos aquí la existencia de una Reina que se negó a mudarse de camisa hasta tanto que el caballo de Gonzalo de Córdoba no hollase las callejuelas de Granada, ni olvidemos a las patriotas que arrastraron cañones en Madrid, Zaragoza y Gerona. Un pie de nuestra política ha estado siempre apoyado en la mujer, y por eso, cuando las Cámaras funcionaban creando verdaderas tribus de macroglosos, todos los Presidentes del Congreso y del Senado que fueron se apresuraron siempre a enviar cajitas de caramelos a las damas que resplandecían en las tribunas. Esto quería decir dos cosas: que la política española trabajaba con el pensamiento puesto en la mujer y que al Congreso y al Senado se iba a chupar, y así, el que menos chupaba, chupaba caramelos.
Pero quizás he llegado demasiado lejos y ahora temo a la crítica de los patriotas.
Porque, políticamente, España es un pueblo patriota.
Acaso aquí no importe ese patriotismo que se basa en trabajar lo más posible cada uno cu su oficio, ese patriotismo propio de pueblos sin imaginación. El nuestro es un pueblo de una imaginación frondosísima, donde todo el mundo tiene una comedia escrita y un libro de sonetos compuesto, y por tanto, nuestro patriotismo debe de ser otro. Y lo es. Nuestro patriotismo es un patriotismo político.
Para que adviertas claro la diferencia, tío Robbie, te ilustraré con un ejemplo. En los pueblos donde el patriotismo se basa en el trabajo de todos los ciudadanos, cuando dos de éstos se encuentran en la calle se preguntan:
- ¿Qué tal te va? ¿Cómo marchan tus negocios?
Mientras que en los pueblos, como España, donde el patriotismo se apoya en el trabajo de los gobernantes, cuando dos ciudadanos se encuentran en la calle se preguntan:
- ¿Qué tal te va? ¿Qué hay de política?
La política lo ha absorbido todo, lo absorbe todo. Nadie piensa en esa tontería de engrandecer la nación por su esfuerzo personal; nadie cree la simpleza de que está en sus manos la salvación del país duplicando el trabajo en su oficio y procurando hacer cada vez mejor aquello a que se ha dedicado.
Aquí la salvación y el engrandecimiento se esperan de la política. Los patriotas españoles, como tienen mucho miedo al ridículo, no quieren ser actores, sino espectadores. No quieren actuar ellos, sino ver cómo actúan

Los demás. Todos creen en la bondad de lo que no tienen y unos ponen su fe en la República, otros en el comunismo, otros en un socialismo puro, otros en un absolutismo. Y cada mañana, mientras envían un recado a la oficina diciendo que no pueden ir por estar enfermos, los patriotas piensan, poniendo los ojos en blanco:
- ¡Hasta que no venga la República!
- ¡Hasta que no venga el comunismo!
- ¡Hasta que el socialismo no nos rija! Etcétera, etc.
Por la tarde, los patriotas van al café. Todos los cafés de España están abarrotados de patriotas. En los cafés es donde extienden sus viscosas alas los políticos españoles.
Llegan los patriotas, tutean al camarero, piden café y exigen que se lo echen rebosando. Comentan la temperatura y el clima y por fin se hacen unos a otros la pregunta asquerosa de siempre:
- Bueno, señores..., ¿qué hay de política?
Es el momento en que tras un breve debate se llega a la conclusión de que las personas que están al frente del Gobierno no saben dónde tienen la mano derecha. Da lo mismo que sea liberal, conservador, amarillo o rojo. ¿Rige el país en aquel momento? Pues es un grullo. Para corroborar esta opinión, se habla de políticos muertos a los que en vida y cuando estuvieron en el poder se les llamó grullos también e incluso se les asesinó en plena calle, y asimismo se saca a colación a los políticos contemporáneos que se hallan en el ostracismo. Uno de los patriotas lleva la voz cantante:
- García López... No hay más esperanza que García. López.
Y todos asienten:
- Eso, eso, García López.
Sin acordarse de las monstruosidades que, años atrás, cuando gobernaba García López, dijeron todos en otro café semejante de García López y de García Sánchez, su respetable padre.
Un día se grita:
- ¡Hay que pegar duro! ¡Esto no lo arregla más que el que pegue duro!
Y eso mismo se grita otro día, y otro y otro. Por fin alguien empieza a pegar duro. Y se oye gritar en los cafés:
- ¡Muy bien! ¡Así!
Pero a la semana justa ya no se grita, sino que se ruge bajando la voz:
- ¡Esto es una vergüenza! Los pueblos no se rigen con el látigo. ¿Y la libertad? ¿Y el derecho de gentes? ¡No tenemos pundonor tolerando semejante cosa...! ¿Qué hace el partido socialista? ¿Y ese partido socialista... ?
Un día, con motivo de una huelga general, algunos socialistas se lanzan a la calle. Suenan tiros. Crepitan las ametralladoras en los barrios populares.
Y se oye decir en los cales:
- Pero ¿usted cree que esto puede resistirse? ¡Andar a tiros por las calles! ¡Interrumpir la vida ciudadana...! Para venir al café he tenido que dar un rodeo enorme... ¿Qué es lo que quieren esos fantasmones de socialistas?
Pero a las cuarenta y ocho horas los socialistas se rinden al Gobierno.
Y aquella tarde se vuelve a gritar en los cafés:
- ¿Eh? ¿Qué decía yo? ¡Son unas liebres! Aquí no hay más salvación que el comunismo...
He aquí el módulo de la política española, tío Robbie, en lo que ¡afecta a la intervención de la opinión pública. Sinceramente, ¿qué remedio le ves tú a todo esto?
Edimburgo-Madrid.

-Querido sobrino: sólo veo un remedio: cerrar todos los cafés y abrir todas las cabezas.  ROBBIE.

- Pero tu remedio es casi imposible, tío Robbie. A lo primero se opondrían los dueños de los cafés y a lo segundo los dueños de las cabezas. Seguiremos siempre así, ya lo verás. Es la raza.

Un abrazo de tu sobrino.  ENRIQUE.