sábado, 30 de agosto de 2014

¡Vivir con ella! Por Rafael Serrano Ruiz

Perdida su mirada
en la lejanía de sus recuerdos,
su alma sedienta buscaba
con ansia convulsiva.
Pretendía sentirse liviano
en su soledad pactada
como última y única dignidad
del ser humano…
Los acontecimientos decisivos
maduran con el tiempo…
ya no podía vivir sin ella,
dominó sus sueños,
se metió bajo su piel
desde el instante en que la vio.
Cuesta hacerse a la idea
de la desesperanza…
sin remedio para la soledad
de su existencia.
La miraba con mirada abierta…
siempre la misma pregunta,
siempre la misma respuesta
¡vivir con ella!

Dimidium Por Diego Santiago Cazzaniga

La vio pasar
a medias tintas,
partida al medio,
a medio vivir.
Y la siguió
para alcanzarla
a medio pelo,
a medio camino,
a medio amar.

Ahora sé que estoy envejeciendo Por Ezequiel Feito

                         I

Ahora sé que estoy envejeciendo
y no necesito que un médico le pregunte a mi sangre,
interrogue mis vísceras, visite mi páncreas,
 y rebusque en los ladrillos de mi cuerpo
para luego escribirme leyes en forma de pastillas
y hacerme peregrinar por todas las farmacias
en busca de un elíxir mágico para seguir viviendo.

II

Sé lo que me está pasando
porque miro a los niños como extraños
y no puedo comprender sus juegos.

Los veo reírse pero no los oigo
mientras un rumor confuso llena mi mente.

Sólo puedo ver los serios fantasmas de la gente
y comprender el lenguaje barato de los puertos.

III

Mi alma
compró una puerta y una calle detenida
donde vive, trabaja, come y duerme
en agradables rectángulos, profundos como tumbas.

IV

Ahora sé que estoy envejeciendo.
Estoy seguro.
Viejo y enfermo.

Poesía negra N.º 18 - Por Miguel García Freijanes

Había un olivo.
un olivo de tristes ramas
un pedregal, un camino
una fuente y una lágrima
Había un río
un río sediento de agua y agua
un puente, una raíz, un suspiro
un hombre, un fusil, una batalla
Había un guijarro
un guijarro de los que resbalan
una pareja, un suspiro
una pregunta, un mohín, un arma.
Había una deuda
una deuda nunca pagada
una pregunta, un suspiro
una sonrisa deslavazada....
Había un pasado
un pasado sin esperanza
un puente desconsolado
un río seco... una bala

Había un olivo
un olivo con sangre en las alas
una paloma perdida en el viento
un viento sin esperanza
Había un río
un río hambriento de almas
un puente hacia el infinito
Una mujer, una traición... y nada.
Había un guijarro
una primera culpa de piedra lanzada
un desamor, un suspiro
un gatillo, el fiel de la balanza.
Había una deuda
una deuda de amor sin palabras
una pregunta, un gatillo
una desidia disparada
Había un pasado
un puente, un río, una amada
un primer beso de niño
que acabó siendo venganza.

La reina está desnuda Por Lilí Muñoz

La reina está desnuda
-Miren, observen, ¡la reina está desnuda!
-Te equivocas, es mi piel, es mi traje de reina.  Lo acabo de comprar con el sudor de las  Desposeídas.

TRES POEMAS Por Enrique Banchs (Del libro “El cascabel del halcón”)

IMAGEN

Somos como la vieja torre
cuando saltan de sus ventanas golondrinas;
somos como la vieja torre cuando
cantan en sus campanas voces finas.

Somos como la cama de un enfermo
cuando alzándose en ella se ve el prado;
somos como la cama de un enfermo
que está viendo una estrella de acostado.

Pues nuestro corazón con ilusiones
como la torre es, que tiene sones,
que tiene golondrinas, pero es vieja.

Pues nuestros corazón siempre en desvelo,
es cual lecho que puede ver el cielo,
pero que lleva a uno que se queja.


CANCIONCILLA

Malva, hiedra y mejorana,
digan todas: es Enero.
Y la abuela hila que hila
 los vellones tempraneros.

Dame más lana, hija mía,
que hacer una toca quiero.
Madre, por el valle fui
y he perdido los corderos.

Malva, hiedra y mejorana,
digan todas:  es Enero.
Y no curaban del hato
la pastora ni el mozuelo.

Ve, la mano se me cansa,
y el huso vacío vuelvo...
Alzaba al hablar la abuela
a la luz los ojos ciegos.

Dame más lana, hija mía,
que hacer una toca quiero...
Y alzaba al hablar la abuela
al cielo los ojos muertos.

Malva, hiedra y mejorana,
digan todas: es Enero.
La pastora, la pastora
se ha cortado su cabello.

En las manos de la abuela
puso su tesoro entero,
todo su cabello de oro
en los temblorosos dedos.

La abuela al hilar decía:
¿Qué lana parece helecho
y seda y agua de fuente
y vegada de trovero? ...

Malva, hiedra y mejorana,
digan todas: es Enero.
A ver hilar a la abuela
bajó un ruiseñor del cielo.

IMAGEN

Porque mi corazón es trashumante
y desasido está de casa y pena,
y sube a mi pupila y cual diamante
que brilla a una luz suave la serena;

y porque ama vagar desde el menguante
 hasta el creciente, y porque tiene cena
de rocío, de aire y del fragante
 ritmo que en los caminos baila y suena:

yo me parezco al perro vagabundo
que hace su siesta al sol bueno y fecundo,
 y al desertar, enorme de ilusión,

mira el manso paisaje largamente
 para que la quietud que tiene al frente
se le vaya enredando al corazón.



El primer destilador Por Leòn Tolstoi

        Un pobre mujik se fue al campo a labrar, sin haber almorzado. Llevó un pedazo de pan. Después de haber preparado su arado, escondió su mendrugo debajo de un matorral, y lo cubrió todo con su caftán.
El caballo se había cansado; el mujik tenía hambre. Desenganchó su caballo y lo dejó pacer; luego se acercó para comer. Levanta el caftán; el mendrugo había desaparecido. Busca por todos lados, vuelve y revuelve el caftán, lo sacude: no aparece el mendrugo.
-¡Qué raro es esto! pensaba. ¡No he visto pasar a nadie, y, sin embargo, alguien me ha llevado el mendrugo!
El mujik quedó sorprendido.
Y era un diablillo que, mientras labraba el mujik le había robado la comida. Luego se escondió detrás del matorral, para escuchar al mujik, y ver cómo se enfadaba y nombraba al demonio. El mujik distaba de estar contento.
-¡Bah! dijo. No me moriré de hambre. El que me haya quitado la comida la necesitaba, sin duda: ¡que le haga buen provecho!
El mujik se fue al pozo, bebió agua, descansó un momento, y volvió a enganchar el caballo, tomó el arado y se puso de nuevo a trabajar.
El diablillo se enfureció mucho al ver que no había logrado hacer pecar al mujik. Fue a pedir al diablo jefe que lo aconsejase. Le refirió cómo había tomado el pan al mujik, y cómo este, en vez de enfadarse, había dicho: «¡Buen provecho!»
El diablo en jefe se enojó.
-Ya que el mujik le dijo se ha burlado de ti en esta ocasión, es que tú mismo has dejado de cumplir tu deber. No has sabido hacerlo bien. Si dejamos que los mujiks y las babás se nos suban a las barbas, esto va a ser intolerable… No puede esto concluir de este modo vete, vuelve a casa de ése, y gánate el mendrugo, si quieres comértelo. Si antes de tres años no has vencido a ese mujik, te daré un baño de agua bendita.
Estremecióse el diablillo. Volvió rápidamente a la tierra, reflexionó largo tiempo sobre el modo de reparar su falta.
Pensaba y pensaba el diablillo; y, por fin, dio con lo que buscaba. Se transformó en un buen hombre, y se puso al servicio del mujik. En previsión de que vería seco el verano, aconsejó a su dueño que sembrara el trigo en terrenos pantanosos.
El mujik siguió el consejo de su criado, y sembró el trigo en tierras pantanosas.
El trigo de los demás mujiks fue quemado por el sol: el del pobre mujik creció lozano y fresco; tuvo para comer hasta la otra cosecha, y le quedó aún mucho pan.
Aquel verano, el criado convenció al mujik de que sembrara el trigo en las alturas; y precisamente hubo muchas lluvias. El trigo de los demás se inundó, se pudrieron los tallos, y no sacaron espigas. En cambio, el mujik recogió en las alturas un trigo magnífico. Y tuvo tanto trigo sobrante, que no sabía qué hacer con él.
Entonces, el criado le enseñó a hacer vodka, se puso a beberla y dio a beber a los demás.
Entonces, el diablillo se fue a encontrar al diablo jefe, diciéndole que había ganado el mendrugo.
El diablo jefe, quiso ver si era verdad.
Se fue a casa del mujik y vio que éste, habiendo invitado a las personas principales, les daba vodka a todas. La esposa misma servía la bebida; pero, al pasar cerca de la mesa, se enganchó con el ángulo, y derramó un vaso.
El mujik se enfadó; riñó a su mujer.
-¡Cuidado con esa tonta de mil demonios! dijo. ¿Acaso te figuras que esto es agua de lejía, para derramarla de este modo?
El diablillo tocó con el codo al diablo, su jefe.
-Fíjate bien le dijo. Ahora veremos cómo le duele el mendrugo.
Después de haber reñido a su mujer, el mujik quiso servir él mismo, y que brindaran todos. Llegó un pobre mujik que nadie esperaba. Viendo que los demás bebían vodka, habría querido también beber un poco para animarse. Allí estaba el pobre mujik tragando saliva. El dueño se negó a hacerlo beber: iba murmurando:
-¿Se figuran que he hecho bastante vodka para dar a cuántos vengan?
También esto gustó al diablo jefe. Y el diablillo, enorgulleciéndose:
-Aguarda, aguarda un poco le dijo. No es esto todo.
Los mujiks ricos, y con ellos el dueño, después de haber bebido la vodka, se adulaban unos a otros, se prodigaban mutuas alabanza, y sus palabras eran melosas.
El diablo jefe iba escuchando, y felicitaba al diablillo:
Si esta bebida los hace ser hipócritas le dijo y se engañan unos a otros, están en nuestro poder.
-Aguarda aún lo que falta díjole el diablillo. Déjalos que beban sólo otra copita. Ahora están como zorros que menean la cola delante de los demás, y procuran engañarse: mas luego los verás feroces como lobos.
Los mujiks bebieron otra copa.
Y empezaron a gritar y a hablar groseramente. En vez de palabras melosas, se injuriaban unos a otros; se enfurecieron se pelearon y se rompieron las narices; y habiéndose el dueño de casa metido en la pelea, recogió su parte de porrazos.
El diablo jefe miraba y se ponía contento. ¡Esto marcha perfectamente! dijo. Y el diablillo repuso:
-Aguarda todavía lo que va a suceder. Deja que beban otra copita más. Ahora están como lobos furiosos; cuando hayan bebido otra copa, estarán como cerdos.
Cada uno de los mujiks bebió otra copita. Todos estaban atontados. Gruñían, gritaban sin saber lo que decían, y no se escuchaban unos a otros. Se fueron cada cual por su lado, unos solos, otros de dos en dos o de tres en tres: todos fueron a caerse al suelo en su calle.
El dueño de la casa, que había salido para acompañar a sus huéspedes, cayó en un charco, se ensució completamente, y se quedó allí tendido como un cerdo que gruñe.
Y esto acabó de alegrar al diablo jefe.
-¡Vaya! dijo. Has inventado una hermosa bebida. Te has ganado tu mendrugo. Dime ahora cómo has fabricado este brebaje. Juraría que lo has compuesto de sangre de zorro, y así los mujiks se han vuelto traidores como los zorros; luego sangre de lobo, que les hiciera ser crueles como lobos, y por fin, sangre de cerdo, que los ha convertido en cerdos.
No dijo el diablillo. No lo he hecho así. Me he limitado a hacer que cosechara demasiado trigo. En el mismo estaba la sangre de esas bestias; pero esta sangre no podía obrar mientras el trigo le diese apenas lo necesario. Y entonces era cuando no le dolía su último mendrugo y cuando empezó a pensar cómo lo hacía para utilizar el sobrante, entonces le enseñé a beber vodka. Y cuando empezó a destilar, para su gusto el don de Dios en vodka, la sangre del zorro, la del lobo y la del cerdo han salido; y ahora, le bastará que beba vodka para ser al punto como esas bestias.
El diablo jefe felicitó al diablillo, le dio su mendrugo y le hizo ascender un grado.