sábado, 30 de enero de 2016

Contate un cuento VIII - Categoría D - Nélida Alí – Alumnos de EPA 701

Huellas insondables


Era un día radiante, uno de esos en los que el sol resplandece en el infinito cielo azul; Oscar Gutiérrez vagaba por las calles de nuestra querida Buenos Aires, se trataba de un hombre de unos cuarenta y cinco años aproximadamente, bello, esbelto y con el cabello blanco como la nieve. Había algo en su rostro que llamaba la atención constantemente, hacía que las personas que caminaban por la acera se quedaran observándolo. Su rostro mostraba una expresión muy triste y sus ojos no paraban de emanar lágrimas.
    Un día de esos, él estaba por dar la vuelta a la esquina y para su sorpresa, se  encontró con su gran amigo de la infancia, Ariel, quien al ver su expresión de tristeza no dudó en preguntarle qué le sucedía. Oscar trató de ocultar su problema pero no pudo resistirse a la insistencia de su viejo amigo:
Estoy tan desesperado, dijo Oscar, - muy preocupado, me despidieron de mi trabajo y no sé cómo decírselo a Melisa.
    Ariel, no supo qué contestar, sólo le pidió que mantuviera la calma, que todo se solucionaría, le aseguró que se comprometía a ayudarlo, trataría de conseguirle un empleo en la fábrica donde él trabajaba. Más tarde, se despidieron y Oscar continuó su caminata sin rumbo definido. En ese momento lo que más lo atormentaba era el hecho de no poder satisfacer las necesidades básicas de sus cuatro pequeños hijos, quienes además concurrían a un colegio privado de la zona con alto costo, y además ya no iban a poder concurrir a otras actividades extraescolares.
    Continuó…y continuó caminando por las calles de la ciudad una y otra vez, hasta que observó el reloj y vio que ya era la hora exacta en la que él siempre regresaba de su trabajo. Sin saber qué palabras utilizaría para seguir ocultando su preocupación, se marchó.
   Al abrir la puerta, rápidamente sus dos hijos más pequeños corrieron a saludarlo. Melisa se encontraba sentada a la mesa con una expresión poco agradable en su rostro, Oscar le preguntó qué sucedía y la mujer un poco afligida y un poco furiosa le respondió que ya no sabía qué hacer con sus hijos, tenía que escuchar todo el día los insultos, las peleas, y eso ya no podía tolerarlo más. Oscar quiso calmarla, evitar que se pusiera tan mal, le explicaba que sólo eran hermanos peleándose, algo normal en todas las familias y que esa situación no era grave. Obviamente, otra vez no pudo contarle que era un desempleado más de Buenos Aires, no era su intención añadirle otra preocupación más, y menos ahora que la notó tan desestabilizada emocionalmente.
    A la mañana siguiente, todo se repetía, él se levantó y como siempre su mujer lo esperaba con el desayuno preparado sobre la mesa, casi no cruzaron palabras.  Comenzó su caminata sin rumbo por supuesto, recorría siempre las mismas calles, angustiado y cada día más desanimado, ya no lograba ver ninguna solución posible. Así hizo durante tres semanas que para él resultaban ser una eternidad.
   Una de esas mañanas soleada caminando en una plaza, se sentó bajo un sol muy cálido, y de repente vio a lo lejos una mujer con similares características a su esposa, que estaba entre los brazos de un hombre que la besaba muy apasionadamente; la realidad es que Oscar sintió dudas porque reconoció que la ropa era demasiado igual a la de Melisa, el miedo se apoderó de él y temblando se acercó a aquella pareja, pudo ubicarse detrás de un árbol sin que lo descubrieran, apenas pasaron unos segundos sintió que su vida se derrumbaba, esa mujer era su esposa...la que aquel desconocido  estaba acariciando, besando; pero lo peor fue ver que ella lo miraba como nunca lo había mirado a él, le retribuía cada beso, cada caricia con amor y desesperación.
    Para su sorpresa, aquel hombre que tenía a su mujer en sus brazos, no era de un desconocido, que aunque doloroso para Oscar no hubiera sido tan impactante y tan desconcertante, ahí estaba Enrique…su jefe, quien lo había despedido después de dedicarle tantos años de lealtad, y hasta sacrificado miles de horas de estar con su familia.
    En una mezcla de sensaciones, mucha bronca, traición, desilusión, y quizás frustración, pero también con lágrimas de dolor pudo enfrentarlos y pararse delante de ellos y sin tiempo a nada, la mujer atónita y avergonzada no pronunció una sola palabra y obviamente que Enrique tampoco pudo hacerlo.  Oscar se sentía tan mal, nuevamente esa mezcla de sentimientos que terminó gritándoles y sin poder controlarse comenzó a pegarle a su ex jefe. Melisa  intentaba separarlos, pero resultaba imposible, aquellos dos hombres estaban enfurecidos y sus brazos entrelazados entre golpes y más golpes, parecía que nunca acabaría, pero un joven que caminaba por ese lugar, intervino y la pelea terminó. Enrique quedó tirado en el pasto y Oscar clavó su mirada de desprecio en los ojos de ella y decidió irse corriendo.
    Melisa desesperada tomó su celular, llamó una ambulancia y cuando ésta llegó se fue en busca de su marido, que al cabo de unas horas lo pudo hallar, bebiendo en un bar, ya iba por el quinto trago.
     Sin dudarlo entró en el lugar para implorarle su perdón, sentándose a su lado quiso convencerlo de que sólo lo amaba a él; que estaba confundida y se dejó seducir por aquel galán que le prometía felicidad eterna. Oscar ya no creía en sus palabras o disculpas o razones del engaño, pero sí con mucha bronca le contó que ese hombre lo había despedido sin motivos de su trabajo, pero ahora con todo esto entendía,  y entonces si se sintió aliviado y le ordenó que se fuera.
     Aquella mujer, no quería perderlo, lo tomó del brazo e insistió para que volviera con ella a su hogar, que pensara en sus hijos y en los años de matrimonio. Pero para Oscar, su vida había cambiado rotundamente, si se retiró del lugar,  pero lo hizo sólo, la dejó llorando en aquel bar, y con el corazón destruido en mil pedazos, llegó a la casa de su viejo amigo Ariel, quien sin preguntarle una sola palabra, lo abrazó y lo hizo entrar.
    Una vez calmado, le contó a su amigo, quien no dudó en brindarle su hospitalidad y lo convenció para que se quedara allí todo el tiempo que necesitara.
    Transcurrida una semana, tomó el diario, leyó directamente la sección de “Clasificados” y decidió salir a buscar empleo. Todo el día estuvo repartiendo su currículum, pero pasaron los días y no había resultados, quizás porque su aspecto no era el mejor, su apariencia era el de una persona triste, su mirada perdida, y encima varios días que no veía a sus hijos.
    Se hizo la noche, y Oscar todavía no regresaba,  Ariel muy preocupado  pensando en lo peor, decidió llamar a Melisa y preguntarle si estaba ahí, ella asustada le respondió que no, lo cual preocupó aún más a Ariel; decidieron salir en busca de Oscar, recorrieron cada calle por dónde él solía caminar, lo hicieron muchas veces pero sin resultados, no lo hallaron. Preguntaron en todos los negocios y en uno de ellos, les dijeron que había estado un hombre con esas características buscando empleo, pero que luego se fue y no lo vio más.
    Volvieron sin novedades, parecía que la tierra se lo había tragado, hasta que al fin sonó el teléfono en la casa de Ariel y era Oscar pidiéndole disculpas por su ausencia y las molestias ocasionadas, y dándole las gracias por la ayuda que desinteresadamente le había brindado, le contó que se encontraba a punto de partir hacia Córdoba donde tenía algunos contactos, allí trataría de recomenzar su vida, olvidando aquel episodio que le causó la mayor pena de su vida, la traición de su esposa, dejándoles huellas insondables en su corazón.


Contate un cuento VIII - Categoría C - Jeremias Bottega

Algo más


“La fiebre de un sábado azul
y un domingo sin tristezas.
Esquivas a tu corazón
y destrozas tu cabeza,
y en tu voz, sólo un pálido adiós
y el reloj en tu puño marcó las tres...”  
Viernes 3 AM (Serù Giran, Junio del 79`)


“… ¿Que estoy mirando? ¿ a quién? ¿Soy yo? O ¿es otro? Soy yo a él que veo y no reconozco, o ¿es otro? ¿Soy yo al que observo y veo raro? O ¿es otro? ¿Soy yo a quien escucho y no dice nada? O ¿es otro? ¡Qué buena pregunta! ¿Soy yo? O ¿es otro? ¿Era yo? O ¿era otro?
Viernes 3 AM, como el título de  la canción de Charly, agarré el auto y me fui, lo pasé a buscar y lo encontré. Era un amigo, era mi hermano, era algo más.  Se subió, lo saludé, me preguntó qué pasa, qué quieres, ¿todo bien?, me dijo. No respondí. Pensé, miré, suspiré, volví a pensar, otra vez respiré, hice fuerza, no lloré. Pensé, no quise, o si, o no quiero, o no puedo, o no me sale, o no intente, o no supe hacerlo, no lo evité y al final lloré.  Se me pasó, me abrazó, también lloró, o no, no lo vi, pero lo sentí. No sé qué dijo, seguro palabras lindas, no lo sé, o las intuyo.
Pasó algo de tiempo, media hora o menos, capaz, tampoco sé. Volvió a preguntar y no respondí. Se preocupó, gritó, pataleó, pero no hable. Me apretó la mano, me sacó las llaves, procuró saber pero no pude, no sabía, no intente, no me salió. ¿Cómo explicarle? ¿Cómo entendería?, ¿me entenderá alguna vez? ¿Era yo? O ¿Era otro?  No lo sé, me preguntó ¿qué te pasa? No supe responderle. “Es así”, dije algo, no entendió, o no quiso entender. “Ya está”, dije yo, preguntó de nuevo pero tampoco entendió.
Volví a pensar si estaba bien, y no, no pude responderme. Intenté abrir la puerta y no, al final no. No sirve, ¿para qué había venido?, si no lo iba a hacer. Charlé por primera vez, boludeces, ¿o no? No lo sé. Le expliqué, no entendió, otra vez. Dije que no era necesario entender, porque capaz que ahora comprendía. Le di las llaves y me fui.
Me siguió, le dije que lo quería. Ya estaba, ya no podía hacer nada, me dediqué toda la vida a evitar esto con otras personas pero no pude conmigo. El disparo se escuchó, lo solté. Salí corriendo, me entendió, se quedó quieto, o eso creo.
Llegué a casa, no vi a nadie, entré al baño, me miré al espejo, y me pregunté ¿soy yo? Si sos vos, boludo, me respondió, era él, estaba ahí. Era mi amigo, era mi hermano, era algo más que eso, eras vos.”
Me desperté y leí esto, ¿para quién es?, no lo entendía, ¿lo escribí yo? Me levanté, vinieron Lucas y Joel, los saludé. Carla me trajo el desayuno y me preguntó si los chicos podían faltar a clase un día, ya que tenían ganas de quedarse y le dije que sí. Pero que no se quejara después porque los tenía que cuidar.
Desayuné con ellos, jugué algo, después no sé qué hice. Almorzamos juntos, me acosté un rato, me dormí, dormí la siesta hasta las 6, un montón. Me desperté y miles de mensajes.
¿Por qué no viniste?, ¿Estás loco? El fin de semana nos jugamos la final del torneo. Se define todo y ¿no venís?, y cosas así, no entendía nada.
Carla y los chicos salieron a hacer compras, trajeron facturas, preparé el mate. Joel me había dicho temprano que había encontrado algo para mostrarme, me olvidé de preguntarle qué era, cuando llegó lo hice. Buscó su tablet y encontró un video. Era un partido de fútbol, un compilado de un jugador, muy bueno. Goles de todos lados, quedé sorprendido. Era muy bueno, goles de todas las posiciones, de derecha, de izquierda, de cabeza, de córner, de todo. En un momento frenó el video, repitió una parte y me preguntó cómo hice para tirarla por arriba de la barrera ¿Cuándo me vas a enseñar a hacer eso, a pegarle así?, agregó. Lo volví a ver al video y le pregunté a Joel si ese era yo, ¿o es otro? Me miró y no me contestó.
Tocaron timbre, era la policía, me nombraron, me buscaban, me decían asesino, que maté a mi amigo. Me desesperé, no entendí nada ¿Cómo podía ser? No entraba en mi cabeza semejante cosa. Joel no me llegó a responder, no lo vi más, se había asustado por la policía. ¿Cómo podía ser yo? Imposible pensar semejante cosa, los policías prosiguieron y me querían llevar.
Carla lloraba, me gritaba, yo no decía nada, a los chicos no los vi más, me costó no resistirme, estaba seguro que no había hecho nada y que todo esto era un error, o capaz si había hecho, entonces me entregué y colabore.
Me sacaron encapuchado de mi casa, no los vi, pero sentí los flashes de cientos de periodistas en la puerta fotografiándome, me subieron a un patrullero. La gente me gritaba asesino.
Sentado en el auto, esposado, sintiendo el ruido de la sirena, me puse nervioso. Lloré, lloré mucho, y me pregunté, ¿soy yo? O ¿es otro?
Esa pregunta me la hice mil veces más, no entendía como podía estar en esa situación, privado de todo, porque no es solo la libertad, es todo, es tus amigos, es tu familia, son tus hijos, es todo y es nada a la vez, porque ¿Qué es todo?. Mucho tiempo de preguntas sin respuestas, y va a seguir porque no termina acá.
Me levantaba a la mañana me tenían que venir a abrir, ruidos de llaves, de pasos silenciosos, de gatos por los techos, de platos en el piso. Bañarme era un castigo, humedad, agua fría, oscuridad y para que detallar mas. Estaba solo, sin nadie, me abandonaron sin saber, yo tampoco sabía, si era yo o era otro.
Nunca quise declarar, no sabía que decir, si esto no lo hice yo, o ¿si?, estas dudas matan. Esa duda me mató de a poco, me destruyo, me carcomió. Me dolieron, todo me duele, que mas decir, dentro de un rato se sabrá la verdad, o por lo menos la de la justicia, mi verdad no la sé, ojalá un día la conozca.
Aprovecho ahora que estoy en un baño limpio, en un lugar agradable, me hace acordar a mi casa, a ese baño donde empezó todo, o termino todo, no lo sé.
Yo pedí salir de la sala, eso tengo claro, no podía escuchar la sentencia sin venir acá, sin ver otro baño limpio, sin sentir este olor, sin pensar que estoy en casa, sin poder darme mi última oportunidad. Esto no es una despedida, es algo más, porque yo sé lo que va a pasar, pero no puedo evitarlo, no sé cómo, no supe, y no voy a saber. Porque yo sé como todos se van a sentir dentro un rato cuando el juez hable, me duele saberlo, pero nada va a cambiar. 

Me quiero fijar la hora, el juez me dio cinco minutos, me olvide que no tengo reloj, y acá otro problema más, seguro me vienen a buscar, no me quieren dejar disfrutar de este ratito que miro al espejo y te hablo a vos, a vos.  Porque dentro un rato, cuando el juez diga mi nombre, cuando presenten las pruebas, cuando todo esto sea pasado, cuando pase lo que no quiero, cuando me sienta mal, cuando sienta que todo esto es injusto, cuando me parezca ver a Joel entre la gente, cuando sienta un abrazo imaginario de Carla, y cuando el mismo juez dicte la sentencia, mientras me seque las lagrimas, me voy a volver a preguntar, ¿soy yo? O ¿es otro?

Contate un cuento VIII - Categoría C - Manuela Diaz Pirro, Alumna de E.S.A Nº 1 de Lobería

Disimulo, agobio y sosiego



¿Será que tuve que disimular no escuchar llantos cada mañana al despertar? ¿Será que tuve que disimular no notar los golpes maquillados en el rostro de mi mamá? ¿Será que tuve que disimular no entender por qué mi papá volvía del trabajo a diario con un ramo de flores pidiendo disculpas? ¿Será que me obligaron a creer que éramos una familia feliz, cuando no había noche que no derrochara miles de lágrimas soñando al otro día despertarme y que esta tormenta haya pasado?
En momentos así, el silencio se apodera de tu vida... Nunca se lo contás a nadie, vas dejando que las palabras se mueran en tu garganta, porque no te animas, porque tenés miedo, o porque al no contarlo te imaginas que no es real.
Nunca me voy a olvidar aquel día que me fui a dormir notando cierta tensión entre ellos, o tal vez que mi mamá no estaba tan sumisa como de costumbre, aunque pensé que iba a ser una noche más, con algún que otro episodio violento que yo pensaba ya tener asumido. A la madrugada me desperté con gritos de auxilio, el sonido de la ambulancia, la sirena policial, los vecinos rondando en mi casa… Me levanté y pregunté qué era lo que había pasado. Me impidieron pasar a la habitación donde “los hechos” habían ocurrido. Nada entendía yo cuando a la fuerza me retiraron de mi casa. Sospeché que algo muy grave estaba pasando.
Me mudé temporariamente a la casa de mis tíos, ellos me dijeron que luego de que le tomen declaraciones a mi madre, podría verla y ella me explicaría bien lo había sucedido.
A pesar de esta pérdida, día a día fui asimilando los hechos. Mi entusiasmo fue enorme, después de tantos años soportando y silenciando esa tortura, vislumbrar una existencia apacible junto a mi madre era alucinante.

Hoy volvemos a despertar...

Contate un cuento VIII - Categoría C - Luciano Nicolás Gonzalez, alumno de E.S. A Nº 1 de Lobería

Dos noches en París

La primera noche que la vi fue en un sueño, era tan hermosa que creo haber sonreído dormido. Yo me encontraba sentado en un banco observando la gran torre Eiffel, maravillosa como la señorita que se encontraba fotografiando el lugar. Minutos después me acerqué y claro, como curioso que soy le pregunté
             -Bon jour, comme est votre nom?-
- Mon nom est Julia, - dijo.
Luego dialogamos un rato sobre la belleza del parque, estábamos muy entretenidos, recuerdo que era alta, rubia, ojos verdes y usaba ropa muy llamativa, muy linda para mi gusto. Al finalizar la charla le ofrecí cenar juntos, el sonido del despertador me dejó sin saber su respuesta. Bajé, tomé el té en el comedor del hotel con vista a la gran Eiffel, cuando me la imagino enfrente de mi,  me siento en la punta de la gran torre. Sentí estar enamorado de alguien que nunca había visto, alguien que quizá ni existía.
Esa misma tarde fui al lugar que soñé la noche anterior, pero solo era un sueño. Tan solo me quedaba un día para poder encontrarla, todo era tan estúpido, soñarla, despertar y querer salir a buscarla como si en la gran ciudad de Paris fuera tan fácil como creía.
Me acosté  y logré empezar a soñar de nuevo, me encontraba en un restaurante tan perfecto que asustaba. Solo una mesa, solo dos sillas, solo ella y yo. Tuvimos una cena muy entretenida, me contó sobre su vida y claro, yo sobre la mía. Recorrimos gran parte de la ciudad con muchas fotos abrazados sonriendo. Fuimos al cine,  vimos una película tan romántica y a la vez se reflejaba esa misma cita. Nos pasamos los mails, las direcciones para poder seguir en contacto por cartas, descubrí que era mi gran amor cuando la miré y la abracé fríamente, debía irme para el hotel para esperar la hora de partir, aunque no quería
Nunca imaginé como terminaría este sueño, pero al despertar me di cuenta que quería seguir durmiendo, soñando seria la palabra correcta. Pero el avión partía en horas y yo debía volver a mi país para poder continuar con mi vida normal.
Bajar del avión fue algo que no creí que iba a ocurrir, pero no todo lo bueno dura para siempre y entendí que yo tenía una vida, un trabajo y una gran familia esperándome. El gran sueño quedó en Paris, el gran restaurante quedó en mi mente, al igual que la gran torre Eiffel, menos ella, se borró de mi completamente. Hoy todo está bien, todo está listo para partir por segunda vez a mi gran sueño volver a Paris. 

Contate un cuento VIII - Categoría B - Braian Hoyos – alumno de E.S. y T Nº 1 de Balcarce

La vida es todo menos sencilla

Es difícil ser pobre pero no es imposible salir adelante, la historia que  voy a contar lo hago con resentimiento y agradecimiento, trato de hablar y contar lo que me sucedió para que las personas sepan cómo sufre la gente de abajo…
 Me llamo Martín, nací en 1992 en la ciudad de Caballito, mi madre falleció por una hemorragia dándome a luz, mi padre invadido por el dolor y la tristeza de la pérdida de su esposa decidió criarme, no me abandonó nunca y me puso el mismo nombre que él.
Vivíamos en una casilla al lado de la vía, mis años de infancia fueron difíciles. En el jardín de infantes la discriminación y la diferencia de clase social se hacían vigente, mis compañeros me miraran diferente. Cuando teníamos que hacer trabajos en grupos nunca me elegían, no me invitaban a sus casas y menos a sus cumpleaños porque yo no tenía la misma ropa que ellos, porque solo tenía un camioncito con el que jugaba todas las tardes y no tenía juguetes caros, para ser más claros era pobre y era el único humilde del salón por esta misma razón y por no tener a mi madre con vida mi infancia fue triste. Siempre esperaba  en cada fiesta que se hacía en el jardín que por la puerta entrara mi mamá con mi disfraz para actuar como los demás chicos pero solo me quedaba en un rincón viendo las sonrisas de mis compañeros y de sus madres.
   El último día de clases y con lágrimas en los ojos recibí mi diploma de egreso, mi padre por su trabajo no pudo estar conmigo en el día más importante de mi vida ya dejaba de ser un niño.
  En el verano me gustaba ir a una casa a tres cuadras de la vía sus dueños se iban de vacaciones y como tenía piscina me bañaba y jugaba hasta tarde. El empleo de mi padre iba empeorando, tenía pocas horas de trabajo y cobraba muy poco .  Yo tenía que empezar la escuela y comprar mis útiles entonces no tuve otra opción que ir al basurero de la ciudad a buscar algo que me sirviera. Encontré una cartuchera, una mochila con el cierre roto y un delantal medio gastado pero estaba muy contento por empezar la escuela y nada me importaba.
Empecé mi primer día en la escuela primaria con una inmensa sonrisa, saludé a mi papá y entré al salón. En ese momento mi sonrisa se fue rápidamente cuando vi a todos mis compañeros del jardín, los que me discriminaban, allí estaban mirándome y hablando entre ellos en voz baja. Pero me llamó la atención que en el fondo había una chica que no conocía, ella era muy hermosa, estaba sola y se notaba que no estaba bien, con un poco de timidez me acerqué y le pregunté si me podía sentar al lado suyo, ella me miró a los ojos me sonrió y no dude en sentarme sin darme cuenta de que esa persona me iba a cambiar la vida por completo.
Se llamaba Milagros hacía una semana que se había mudado a caballito, tenía los ojos de color verdes, el pelo castaño, le gustaba leer libros y salir a andar en bicicleta, teníamos una buena amistad estábamos todo el día juntos y lo más importante era que entendía mi situación de vida. Sus padres habían muerto en un accidente de tránsito cuando ella tenía cuatro años, su tía la trajo a vivir con ella sin embargo las cosas empeoraron y Milagros tuvo que salir a pedir en la calle para poder comer. Había pasado por momentos donde fue víctima de discriminación igual que yo por eso no me sentía solo, contaba con el apoyo de ella cuando me ponía a pensar que hay otros que tienen mejor vida y no se lo merecen, pero mi padre y Milagros me enseñaron a entender que la vida no la podes elegir, que no estaba solo, y además no era el único, hay otros que están pasando miseria, indigencia, penurias y necesitan una mano para salir adelante y no darse por vencido.
Pasaron los años mis calificaciones eran muy buenas, pero mi papá seguía en el mismo trabajo con un sueldo mínimo que no nos alcanzaba para comer. Una tarde de diciembre del 2001 llegué de la escuela y encontré a todos los compañeros del trabajo de mi papá y vecinos con carteles que decían “¡que se vayan todos!”, pintura, bombos y cacerolas. Me acerqué a mi papá y le pregunté qué estaba pasando y él me contestó: “el país está en crisis y si no lo impedimos ya no va a ver vuelta atrás”. Además me dijo que me quedara en casa pero no cumplí con la orden y lo seguí sin que me viera. Llegamos a una plaza que antes era alegre llena de palomas y  ese día se llenó de gritos, insultos y rostros tristes que jamás me voy a olvidar. Íbamos avanzando acompañado de mucha gente, los gritos empezaron a aumentar, el miedo aparecía en mí, busqué a mi papá y con mucho pánico lo abrasé y caminamos juntos, desde el fondo de una calle aparecieron camiones hidrantes, “monstruos” armados en caballo bajo al mando de “chupete” que nos atacaron.
 Me acuerdo de un grupo de abuelas con pañuelos blancos en sus cabezas que fueron agredidas. Al verlas no pude contener mis lágrimas, comenzaron a sonar sirenas, nos lanzaban proyectiles, agua, gases y nosotros los agredíamos con piedras, insultos, gritos, ruidos de tarros y cacerolas a comparación de ellos éramos muy débiles. Fueron dos días en los cuales acompañé a mi padre en todo momento hasta ese 20 de diciembre donde él fue mártir de golpes y balas, renunciaba a sus honores, pero no a la lucha, llorando me miró a los ojos y con sus pocas fuerzas me dijo: “procura ser valiente para que nadie pueda herirte, sé noble para que nadie te humille, sé humilde para que todos quieran estar contigo, sigue siendo tú para que nadie te olvide”. Sentí que el mundo se caía, mis lágrimas limpiaban la sangre que recorría en el cuerpo de mi padre, pero mi fe y mi valentía no desaparecieron, corrí el cuerpo del campo de batalla, entre los saqueos y robos a los supermercados pasó un señor con una manta que se le cayó y con ella tapé los restos de ese gran luchador que solo quería que se termine la corrupción y que nos devuelvan lo que era nuestro.
Me pasó todo en esta vida sin embargo nunca me di por vencido. Todos los domingos voy a sentarme en un banquito cerca de donde descansan los restos de mi padre, recordando las frases del libro “Martín Fierro” que él me repetía cada vez que me sentía triste, como todo Argentino sabe el gaucho Martin Fierro fue un luchador que criticaba al indio y al inmigrante que no servía su presencia en el país, denuncia la corrupción y refleja el dolor, la humillación y la marginación, creo que mi padre fue un simple reflejo de Martín Fierro y me siento orgulloso de llevar el nombre de dos personas que tuvieron un rol importante y que no se dejaron dirigir por nadie.
Milagros me siguió acompañando en todo momento, le declaré mi amor y ella aceptó mi petición de ser su novio, desde ese día las cosas cambiaron. Pasaron los años seguí estudiando, me gradué, me casé y tuve dos hijos, soy abogado pero siempre seguí pensando en los demás, en la gente que se encuentra en la misma situación que yo estuve, por esa razón fundé un centro para indigentes, para lo que están en situación de calle, con asistencia médica, comedor y espacio para descansar por las noches, para que no se sientan solos. Siempre hay alguien que está para darte una mano y ayudarte en los momentos tristes. Todavía hay muchos pobres en el mundo está en uno dejar de lado la soberbia y ayudar a los que más necesitan para cambiar la situación que algunos países viven.
 La vida es todo menos sencilla y vale la pena ser vivida aunque tenga muchos obstáculos si luchas por lo que querés no cabe duda que se cumplan tus deseos.

Contate un cuento VIII - Categoría B - Agustina Leguizamón, alumna de E.S. Nº 3 “Carmelo Sánchez”

La dulce venganza


Eran las tres de la madrugada cuando un llamado de mis superiores me despertó: El Sr. Aarón Loguerthal se encontraba tirado en el piso de su enorme y frío departamento. Este sin duda había sido envenenado, ya que no había rastros de lucha ni de haber sido asfixiado. Sobre la mesa  había un plato con migajas de una torta de chocolate, el cual fue llevado a investigar.
Me fui a mi casa de inmediato, mañana sería un día muy atareado. Tendría que buscar algunos sospechosos. Esta tarea no sería fácil. Su muerte no me habría sorprendido en lo absoluto. El Sr. Loguerthal era muy conocido por sus estafas, además era un verdadero avaro.
     Me levanté a eso de las seis, me dirigí hasta la casa del portero del difunto. Lo interrogué. En su versión de los hechos declaraba que había estado todo el día en su casa enfermo.”¿ Fue al doctor?”-  le pregunté. A lo que me contestó que no, que solo era gripe. Sin embargo su mirada constante hacia la derecha y su tartamudeo me parecieron demasiado raros. Como ya era tarde le pedí la llave del departamento del muerto, anoté su nombre en mi libreta de sospechosos y me marché.
     Al entrar observé la casa detalladamente. Me quedé mirando fijo el escritorio para ver si encontraba alguna pista. Sobre éste había una tarjeta de un veterinario llamado Pablo Stevens, un retrato de Loguerthal junto a un joven, y elementos de oficina desparramados. El cajón estaba con llave, pero gracias a un curso de cerrajería que había realizado años atrás lo pude abrir fácilmente. Me encontré una 22 y una carta. La carta de una tal Mariana López decía:
     “Aarón:
                    No insistas más. Ya te lo he dicho miles de veces que lo nuestro ha terminado. Conoces muy bien los motivos. Nunca te perdonaré que me engañaras con una prostituta. Hace meses que estoy con Oscar y he decidido comenzar una nueva vida en México junto a él y al bebé que estamos esperando.”
 La fecha de la carta estaba borrosa. La guardé en mi maletín y me fui del edificio. No sabía por dónde empezar. Entonces, busqué en la tarjeta del veterinario su dirección y me dirigí hacia allí a toda prisa.
     Al llegar pude comprobar que éste se encontraba muy alterado.
- ¿Dr. Stevens, ud. conocía al Sr. Loguerthal? – le pregunté
- Claro que sí. Traía a uno de sus caballos a mi veterinaria hasta que … Como muchos saben cometí el error de dopar a su animal y me denunció. Por ese maldito hombre me quitaron la licencia para ejercer mi profesión.
- ¿Por equivocación?
- Sí!! – dijo furioso
- Está bien, solo quiero saber qué hizo ayer a la noche
- Estuve todo el día en la Erpa Cía – me contestó
- Hasta luego. Debo seguir con mi trabajo
Todo muy sospechoso. Su alteración, su enojo por la denuncia del muerto y que no haya preguntado el motivo de mi visita.
Fui a la casa de Marina López, la cual le había enviado la carta a Loguerthal. Ella vivía junto a su marido, Oscar y su hija, Clarita. Le hice un par de preguntas.
- Hola. Vengo a informar que el Sr. Aarón Loguerthal ha fallecido
- Un bien para la humanidad. El hombre era un bastardo. – me contestó seria- Anduve un tiempo con él. Pero lo encontré con una prostituta y por suerte pude formar una nueva vida con Oscar y Clarita
- Sobre esa prostituta … sabes dónde puedo encontrarla
- Seguramente está en la villa 17, con su vestido rojo. Comienza su trabajo a las 11 hs
- En su departamento encontré esta carta – se la mostré-
- Sí, el tenía esperanzas en que recompusiéramos nuestra relación
- ¿Cuánto hacía que no tenías contacto con él?
- Hace mucho tiempo, hace unos meses que he vuelto de México y desde entonces solo lo he visto por televisión presentando nuevas remodelaciones de su fábrica textil
- ¿Dónde estuvieron ayer?
- Fuimos a visitar a mi madre
Como faltaba para que sean las once de la noche, horario en el cual comenzaba a trabajar aquella prostituta decidí ir a tomar algo a una confitería que quedaba cerca. Saqué la fotografía del difunto y aquel joven pensando en que él sería mi próximo destino.
- ¿Qué desea tomar señor? – me preguntó el camarero-
- Un café con crema
Miré al camarero y era muy similar al chico de la fotografía
- Una pregunta ¿usted conoce a este chico?
- Por supuesto es mi hermano, Emilio. Él ha muerto en la guerra de Malvinas
- Lo estoy buscando porque el Sr. Loguerthal ha muerto y encontré su foto junto a él en un portarretrato en su escritorio
- Sí, lo sé. Está porque lo sacaron cuando el Sr. Loguerthal visitó a mi hermano y le confesó que era su verdadero padre. Mi madre nunca se había atrevido a decírselo. Al día siguiente Emilio partió a la guerra y allí murió
Al terminar mi café fui a mi casa a intentar descansar un rato, pero no pude conciliar el sueño y decidí ir caminando hasta la villa 17, la cual quedaba muy lejos de mi casa pero necesitaba tomar un poco de aire
Recorrí la villa hasta que pude ver que un par de niños le estaban robando a una mujer su cartera plateada. Fui a toda velocidad pero cuando llegué ya era demasiado tarde le habían clavado un cuchillo en el costado derecho de su cadera y robado la cartera. La mujer llevaba puesto un vestido rojo pegado al cuerpo y unas medias negras caladas. Recordé que Mariana me había dicho que la prostituta con la que la había engañado Loguerthal siempre llevaba un vestido rojo. Le pregunté:
- ¿Cómo te llamas?
- Elizabeth ¿ y vos encanto?
- Cristopher.¿ Te encuentras bien?
- Sí,  es solo un corte. ¿Quiere pasar una noche conmigo?
- No. Soy un detective y necesito información sobre el Sr. Loguerthal.¿ Lo conoce?
- Sí ese avaro, prometía pagarme a fin de mes y nunca lo hizo, un día me cansé y dejé de verlo
- ¿Ayer dónde estuviste?
- Trabajando, como siempre
- Correcto me tengo que ir. ¿Seguro que te encuentras bien?
- Sí. Adiós
Estaba indignado no podía descubrir el caso. De repente se me cayó del saco la llave del departamento de la víctima y pensé que si estaba comiendo un pastel de seguro el envoltorio de este se encontraba en la basura. Pedí un taxi, al llegar me dirigí a toda prisa hacia el tacho. Ahí estaba aquel envoltorio, era de la panadería “Delicity”, la cual era muy conocida por sus exquisitos pasteles. Como ya eran las cuatro de la madrugada y la panadería se encontraba cerrada me fui a mi casa a dormir unas horas hasta que sean las nueve, hora en que la panadería abría. Al llegar pedí hablar con el panadero
- Hola. Mucho gusto. ¿Qué desea?
- Al Sr. Aaron Loguerthal le enviaron un pastel de aquí, el cuál era de chocolate
¿Qué más tenía el pastel?
- Manzana, canela chocolate y pedazos de chocolate blanco
- Espere.
Llamé al portero y le dije:
-  Escuché bien¿ a qué era alérgico Aarón?
- A la canela, a la crema, …
Corté ya era más que suficiente.  Llevé al panadero a la comisaría. No podía decir si lo había hecho a propósito o no.
 Dos meses después en pleno juicio, no pudo soportar más y confesó que siempre supo de la alergia y que todo lo había hecho para vengarse del odioso Sr. Loguerthal, quien cuando era chico había mandado a la quiebra a su padre quien no pudo con ello y se suicidó.

Contate un cuento VIII - Categoría A - Constanza Petti – Alumna de la E.S.Nº 1 de Balcarce

Mi bisabuela y yo

Había una niña llamada Gabriela que le encantaba la natación, pero no la valoraban y nadie sabía porqué. Ella adoraba cualquier estilo sin embargo el que más le gustaba era el estilo mariposa que si no lo nadaba bien se podía lesionar.
 Un día, Gabriela iba a nadar y  la invitaron a competir, ella estaba feliz..Al otro día, tenía la posibilidad de ir a entrenar para prepararse porque ella iba a nadar 100 metros mariposa y 100 libre. Tenía que llegar a las 08:00 a la pileta
–¡Hija! ¡Levántate! ¡Son 07.40! -gritó el papá –
- ¡No lo puedo creer! ¡No me sonó la alarma! ¡Anda sacando el auto del garaje que yo deje todo preparado!- contestó Gabriela–
 Ya arriba del vehículo,  a nueve cuadras de la pileta cantaba al papá la típica canción “ Chofer, chofer apure el motor…” Cuando llegaron, Gabriela bajó del auto y se metió en el vestuario , se comenzó a cambiar y se tiró a nadar olvidando una de las cosas más importantes,  estirar los músculos. Cuando  hizo la primera brazada sintió un fuerte dolor en el brazo y dejó de nadar. Se detuvo completamente y salió de la pileta . Le contó lo sucedido al guardavida, que tenía que estar en todo los entrenamientos obligatoriamente, y este le respondió:
 – Estoy seguro con lo que me dijiste  que no estiraste los músculos, te lesionaste una parte esencial del brazo específica para mariposa.  Lo mejor que podes hacer ahora es estirar bien e irte para tu casa
  Una vez en su casa Gabriela se sentó en su escritorio y prendió su notebook , buscó como curar lesiones del brazo por no precalentar y encontró miles de millones de tip caseros y probó  todos. Uno era bañarse con agua caliente y no saben cómo grito. Otro era hacer un intento de crema casera que llevaba limón, harina, hielo y huevos. La verdad ella estaba intrigada no sabía si iba a hacer una torta o una crema casera para aliviarse. Al final ella tenía razón era una receta de torta y se tuvo que volver a ir a bañar. Faltaban 1 día y 32 minutos para el torneo. Ya no sabía qué hacer,  se sintió muy desesperada y se largó a llorar. Pensó en su bisabuela, esta había sido  criada en un colegio de monjas porque su madre había muerto; ella fue muy buena nadadora aunque muchas veces no podía ir a nadar porque se tenía que escapar de la escuela a una lagunita que no era muy peligrosa para nadar.
 Gabi quería cumplir el sueño de su bisabuela y pasó el día antes del gran torneo pensando en ella y en que no le paraba de doler el brazo. Se acostó temprano porque a la mañana siguiente tenía el gran torneo. Una vez que se durmió, soñó con su bisabuela  Josefina .  Soñaba que las dos estaban nadando en aquella laguna,  se sentaron y la bisabuela dijo:
– Tranquila Gabriela–
 – ¿Y cómo querés Bisa que yo esté tranquila? 
– Con el poder de amor y del cariño – le respondió Josefina tocándole su bazo
- ¿Qué es eso abuela?
  Justo en ese momento, comenzó a sentir la alarma. Gabriela se levantó y se dio cuenta que el brazo le seguía doliendo pero igual se preparó para la competencia . Mientras salían le dijo a su papá:
 –Papá no importa si yo gano o pierdo hoy cumplí mi sueño y estoy muy feliz
  El papá pensó que era porque se trataba de  su primer torneo de natación, pero era porque su sueño era nadar con su bisabuela. Una vez en el natatorio, se puso a estirar un poco y comenzó a ver como nadaban algunos chicos, como lloraban chicos porque los habían descalificado por hacer mal una brazada. Estaba cada vez más nerviosa y justo en el momento que se logró tranquilizar un poco gritaron “Gabriela Marques al anda nivel 5” . Hasta el momento en que subió al largador solo pensaba en su abuela y en si iba a nadar bien porque le dolía mucho el brazo. –
-¡Ya!- gritan y se tira. Cae bien al agua. El inmenso dolor de brazo se fue mágicamente, nadó rápido como ella sabía y fue la primera en llegar .  Cuando se quitó las antiparras vio a su abuela que le decía:
- Bien pero yo te gano-
 – No estoy segura –le contestó Gabriela.
  En la premiación debido a que rompió record le pidieron que dijera algunas palabras: “Un saludo a todos, en especial a mi bisabuela y les juro que hasta los juegos olímpicos no paro”

Contate un cuento VIII - Categoría A - Erika Tamara Rosa, alumna de la Escuela Secundaria Nº 1

Siempre viéndote sin ojos


-Caroline, tienes que venir a cantar, es tu turno.
-Ya voy, ya voy - dijo Caroline apurada.
-Ven… aquí, justo aquí.
A poco tiempo de que Caroline comenzara a cantar entró un chico que parecía muy misterioso, él era rubio, ojos verdes y con una mirada realmente intrigante. Ella empezó a cantar y él la miraba fijamente mientras giraba la cabeza pues era muy hermosa:  ojos verdes y con una mirada y sonrisa realmente atrapantes, cantaba “Within Temptation All I Need”. Luego de haber terminado la canción y bajada del escenario él fue tras ella:
-Hola ¿…tú eres…? -preguntó Nick con una gran sonrisa.
-Soy Caroline, ¿y tú…? -con una mirada realmente extraña.
-Soy Nick.
-Pues… ¿qué es lo que quieres Nick?
-Es que… eres demasiado bonita.
-¡Caroline! ¡Caroline! debemos irnos vino Cool y está buscándote.
-Pero ¿cuándo te volveré a ver otra vez?
-No lo sé adiós, fue un gusto conocerte.
Cool era el ex novio de Caroline pero como era alcohólico, ella lo dejó, y desde entonces él la busca para llevársela con él.
Unos días después Caroline estaba tomando un café con medialuna cuando llegó Nick, y la vio, enseguida fue corriendo hacia ella y Caroline le dijo:
-¡¿Nick que haces aquí?!
-Pues entré, te vi y me senté, ¿te molesta?
-No para nada es un placer -dijo Caroline con una sonrisa de costado.
-Oye... estaba pensando... ¿quieres salir conmigo?
-Ummmm... ¿te... parece mañana?
-Perfecto -dijo Klaus muy afirmativo.
-Okey pasa por mí a las ocho adiós.
-Adiós.
Luego de sonar la puerta
-¿Vamos?
-Vamos.
Ya llegados al restaurante se pusieron a comer y a charlar sobre sus vidas. Nick cada vez estaba más interesado en ella y Caroline en él, ella le contó que tenía un ex novio golpeador, él sorprendido y molesto no entendía cómo alguien podría maltratar a una chica tan linda, tan honesta, tan dulce, tan compañera y tan buena cantante, pero de lo que ellos no se dieron cuenta era que Cool  estaba sentado justo en el rincón sin que nadie se diera cuenta, los estaba escuchando cuando de repente Caroline mencionó que iba a ir a comprar un libro por la mañana en la librería “Tus Sueños Al Leer”.
Al otro día a las 8 am. Caroline salió de  la librería viendo el libro que acababa de comprar y no se dio cuenta de quien estaba atrás, era Cool, él le tapó la boca y se la llevó a una fábrica abandonada, llamó a Nick y le dijo: si la quieres recuperar te espero en la fábrica abandonada Wilmer, Nick fue y ella no estaba en el primer piso hasta que en el quinto piso la encontró con una mordaza  y una venda en los ojos, él fue corriendo hacia ella en cuanto la vio pero antes de llegar junto a Caroline algo lo empujó y le dijo: veo que viniste a buscarla, ¿y... la amas tanto como dices?
- Claro que la amo, la amo más que a mi propia vida.
-¿Qué te parece si jugamos?, yo te vendo los ojos y vas a tener que tratar de encontrarla, si antes de encontrarla ella grita,  la mato ¿okey?
-Está bien, Caroline te amo -ya atado Nick debía encontrar a Caroline, pero por suerte la halló  antes de que gritara, entonces Nick peleó con Cool, él le sacó la venda a Caroline y la empujó, ella se golpeó fuerte la cabeza y quedó desmayada. Nick logró dejar inconsciente a Cool y corrió hacia Caroline, llamó a la policía pero tardaron en llegar. Ella seguía desmayada y la llevaron al hospital. Nick impaciente se movía de un lugar a otro.
Cuando salieron los doctores le dijeron que estaba bien pero nunca iba a volver a ver. Él fue corriendo hacia ella y como le dieron el alta se la llevó , lo superarían juntos...

Años después...

-¡Caroline! Vamos…
-Pero como nos vamos a ir si todavía no estás listo te falta la corbata-dijo Caroline con una espontánea sonrisa.
-¿Cómo lo sabes?
-Recuerda Nick “…siempre viéndote sin ojos…”

La mujer de la taza de café Por Rafael Serrano Ruiz-Madrid-España

Y allí estaba ante mi
la mujer de la taza de café.
Hechizado en su presencia
sentí el milagro del amor
perdido
en la profundidad de sus oscuros ojos,
y libé directamente de su boca
aromas de vainilla y chocolate.

Sobran las palabras…
profundas miradas
confirman el momento…
y acaricié el óvalo de su rostro
y sus ojos, por un instante,
se cerraron en aceptado momento.

Tímida correspondencia
orlada de sonrisas y aromas
dulzones de acanelada piel.
Comunión de dos almas
fundidas en lo eterno.

Y así,
en el tiempo y el espacio
intuí la felicidad…
acto de esperanza y fe
sabiéndome hechizado
por la mujer de la taza de café.

VIDA DE HOMBRE Por SUSANA CALANDRELLI

Prisionero en la cárcel de sus cinco sentidos,
curioso ante la vida, solo contra la muerte,
esperando sin miedo los golpes de la suerte,
vive tranquilo el hombre sus años más floridos.

No lo vence la pena por los días ya idos
ni hay llanto que lo trabe ni duelo que lo alerte:
tampoco su coraje se inmuta ante lo inerte
ni lo afecta el recuerdo de los goces perdidos.

Mucho después, cansado, con el alma ya ciega,
dejará silencioso su  lugar en la brega
con pasitos furtivos como de caracol...

Sin darse por vencido se dirá: - ¡Fui un valiente!
Pero quienes lo vean lo creerán solamente
un mendigo buscando su moneda de sol.

De "La Prensa", 1968

Mudanza Por Beatriz Vielman S. Alondra de Guatemala

He dicho adiós a la soledad incierta
que dejaron tus labios al fallarme,
ésta vez yo me alejo para siempre,
hoy traslado mi dicha junto al aire;

Y algún día volveré, mas no a tus brazos,
volveré a la fortuna de mis glorias,
regaré las gardenias de mi encanto,
y seré cual agobio en tu memoria.

Los tinteros Por Juan Pérez Zuñiga

Juan y Pedro, escritores andaluces
a cual más embustero,
ponderando lo mucho que trabajan,
así charlan muy serios:
-De tanto como escribo - dice uno-
se me agota el tintero
y tengo que llenarlo siete veces
al día por lo menos
-Esto es natural - replica el otro -,
porque será pequeño,
no grande como el mío, donde caben
dos azumbres y medio.
- ¡Quita allá! - dice Juan. - Precisamente
el mío es tan tremendo
que, al ver que en una mesa no cabía,
en dos mesas lo he puesto.
- El mío no está encima de la mesa
- replicó el compañero -,
- porque es un tinajón que apenas cabe
de pie en el aposento.
Las exageraciones de ambos puntos
van creciendo, creciendo...
hasta que, harto de embustes, amoscado,
le dice Juan a Pedro:
-Lo dicho no es verdad. Tú no me achicas.
Yo, cada vez que quiero
mojar la pluma en tinta, cuando escribo,
no me bastan tinteros
y tengo que emprender un largo viaje
para lograr mi objeto.
- ¿Pues en dónde la mojas, alma mía?
- ¡La mojo en el Mar Negro!

SIERRA Por Margarita Abella Caprile

Nunca vi montañas y ayer contemplaron
mis ojos la sierra por primera vez.
¡Cuánto asombro nuevo para mi ignorancia!
¡De arriba las cosas que se ven!

Por todas las calles la sierra nos mira,
la sierra es un mudo y áspero guardián,
absorta me quedo frente a su belleza,
yo sólo sabía de llano y de mar.

Pero, aunque este recio paisaje me admira,
amo la llanura con hondo sentir:
La sierra es un ritmo que en sí mismo acaba,
la Pampa es un verso que no tiene fin.

 (Del libro Perfiles en la Niebla)

La pobre viejecita Por Rafael Pombo

Érase una viejecita
sin nadita que comer
sino carne, frutas, dulces,
tortas, huevos, pan y pez.

Bebía caldo, chocolate,
leche, vino, té y café,
y la pobre no encontraba
qué comer ni qué beber.

Y esta vieja no tenía
ni un ranchito en que vivir
fuera de su casa grande
con su huerta y su jardín.

Nadie, nadie la cuidaba
sino Andrés y Juan y Gil
y ocho criados y dos pajes
de librea y corbatín.

Nunca tuvo en qué sentarse
sino sillas y  sofás
con banquitos y cojines
y resorte al espaldar.

Ni otra cama que una grande
más dorada que un altar,
con colchón de blanda pluma,
mucha seda y mucho holán.

Y a no ser por sus zapatos,
chanclas, botas y escarpín,
descalcita por el suelo
anduviera la infeliz.

Apetito nunca tuvo
acabando de comer,
ni gozó salud completa
cuando no se hallaba bien.

Y esta pobre viejecita
al morir no dejó más
que onzas, joyas, tierras, casas,
ocho gatos y un turpial

Duerma en paz, y Dios permita
que logremos disfrutar
las pobrezas de esta pobre,
y morir del mismo mal.

Escuela Secundaria Nº 3 “Carmelo Sánchez” - Concurso literario “Contate un Cuento VIII” Mención de Honor de la Categoría C: Ignacio Capeccio alumno de 5º año de E.S.y T Nº 1 “Lucas Kraglevich”

Hojas secas…Cerezos florecidos


           En el alma de Cristian podía verse la misma combinación de tristeza, fragilidad y depresión que se llega a ver en un otoño. Se hacían presentes en su cuerpo, como en esta estación del año; matices pardos, acompañados de una feroz galerna, hojas secas y el umbral del frío. Su corazón dañado y su mente perpleja generaban la excelente fórmula para poder incorporarlo a cualquier lugar turbio. La disconformidad con su cuerpo, el maltrato hacia su persona, le hacían pensar que su lugar no era este planeta, ni la vida misma. En él todo se volvía soledad y dolor.  A su vida algunos llegaban, otros se iban, pero su marca jamás quedaba.  A lo que se preguntaba día tras día: ¿esos eran amigos? En estas circunstancias estaba Cristian. Muchos  se acercaban preguntándole:
-¿Por qué cargas esa cara de tristeza?
A lo que solía responder. Sinceramente no lo sé.
Él sí lo sabía. Su vida rutinaria se caracterizaba por una superabundancia de estrés, compromiso y responsabilidad. Tenía sueños y metas, pero siempre emergía la duda ¿Se podrá?... Esta pregunta le producía una sensación de escalofríos, que lo llevó a lugares oscuros y se le volcó encima.
Lo que él deseaba era algo innovador, diferente. Quizás… ¿Adrenalina? ¿Excitación? No tenía la respuesta.
Tomó conocimiento de ello el día en que su amigo Ramiro, para los allegados “El tupa”, le presentó un cigarrillo de origen paraguayo, formado por un intenso color verde por dentro, rodeado de un caído matiz blanco (…)
El primer beso que le cedió se hizo notar en pocos segundos. ¡Impresionante! Con él eliminó la duda. Por primera vez sintió en su cuerpo adrenalina y seguridad. ¿Cómo algo así podía surgir de la naturaleza? Se preguntó una y mil veces. Sintió excitación, energía y sus venas tiesas. El humo se enredó entre sus prendas y la risa se apoderó en minutos de él y de su compañero.
Luego de un tiempo comenzó a necesitar de esa energía, de ese deseo de vivir, de…Hacía rato que no estaba en contacto con la misma. Tenía muchas ganas, ganas que lentamente se distorsionaban en fatiga y hacían regresar esa brisa de otoño que antes sentía.
Llamó a su amigo y arregló encontrarse con él en el parque. “El tupa” se encargaría de llevar esos cigarros que lo hacían olvidar sus problemas, pero en este caso eran mejores y más alucinantes.
¿Para qué describir la sensación? Sintió un efecto similar a la primera ocasión, y en pocos días fue reprimida por una nueva adicción. (…)
De color azul zafiro era el interior de sus pupilas rodeadas por un brilloso color blanco. Su melena rubia, sus mejillas suavemente coloradas y su estatura que encajaba perfecto en él. En estas condiciones encaminó una relación, sin nada que fingir. Se había enamorado. Aunque se propuso ir paso a paso, los momentos junto a la joven en cuanto a tiempo y sensación aumentaron vertiginosamente. Los “te amo” brotaban de su esencia como las lágrimas al perder un ser querido. Junto a ella, Evelin, la muchacha que lo conquistó perdidamente, olvidaba el paso del tiempo; reían, peleaban y aprendían juntos. El amor se fusionó con la pasión y entre sábanas se encontraban. Su cuerpo le pedía más…
La gracia de vivir se estaba haciendo realidad, la duda se iba, pero llegaba a su alma el miedo. El miedo a renunciar a sus sueños, de los cuales había podido suprimir la duda. Cambiarlo todo por una locura linda, pero locura al fin. Su corazón por la mitad pedía a gritos una respuesta inmediata, de la cual poco tiempo después se arrepintió. Era excesiva la adrenalina que corría por su cuerpo y, como todo exceso hacía mal y decidió abandonar la compañía de esa gran mujer.
Evelin le enseñó que por la locura se mueve el mundo. Le hizo generar excitación, una nueva rigidez en las venas, ganas de vivir, instintos que nunca había podido sentir. En su interior se producía la sensación de escalofríos que lo llevaron, en esta ocasión, a una época de brisa canicular, lapachos y  cerezos florecidos, días soleados, en particular a esa estación del año,  la primavera. Aprendió que no era indispensable incorporar sustancias, lugares, personas y acciones que lo dañaban para poder ser feliz. Que era preferible una sonrisa en el rostro producida por las ganas de vivir, que la sonrisa generada por esa droga. Y se alejó. Fugándose de esa enajenación, sin dudarlo, sin pretender que ella le rogara, ni nada. Su silencio le bastaba…
Al igual que Evelin, el joven no podía olvidar tantos momentos lindos, ni siquiera podía dormir por las noches y cuando lo hacía se despertaba agitado, con las mismas pocas ganas de vivir que cuando comenzó a ingerir la droga.
Pocos meses después, su autopista era paralela a una línea recta, pero en su camino había un bache muy profundo, como solemos encontrar al transitar por la vida. Se encontraba con su amigo Ramiro en el parque, donde la felicidad abundaba al igual que el humo, como lo solían hacer habitualmente. A pesar de que seguía completamente enamorado de esa muchacha, él no había podido sacarla de su cabeza, pero... Acostados bajo un árbol, el cual les ofrecía una panorámica completa del lugar, Ramiro y Cristian visualizaron a Evelin, acompañada de un hombre mayor, que posiblemente sería el padre. Inmediatamente ambos vieron el volumen de su abdomen. Por supuesto, el fruto del amor era lo que la joven llevaba.
Para Cristian este día fue igual a los tiempos de aquel otoño, sólo veía cómo se desintegraban sus sueños y metas, ya no había tiempo. El tren había pasado, y él no se había subido. El miedo se aferró en su alma, como el vagón a la locomotora o la silla contra el suelo cuando te sentás. Prófugo, de quizá la madre de su hijo, se instaló en su casa con un breve tiempo para acabar esto…
Los detalles en oro del Winchester lo hechizaban, se sentía como una rata visualizando a una trampera que porta un queso. Recordaba que su padre hacía poco se había ido a cazar y por lo cual el arma se encontraba cargada. Sabía que se arriesgaba, pero al igual que el roedor, no distinguió y no dudó ( …)
“Yo hablo solo en este pequeño lugar, donde apenas muevo las extremidades que se encuentran en su totalidad escarchadas. Un frío, similar al que sentía hace tiempo atrás. Degluto polvo, que pareciera una mezcla de talco de bebé, tierra y un poco de harina de los ñoquis del veintinueve. Rebosan las telarañas. Su aroma impregna mi cuerpo. El llanto es permanente. Me encuentro mirando hacia arriba, lo único que puedo observar son los mismos matices tristes y apagados del otoño”