La vida es todo menos sencilla
Es difícil ser pobre pero no es
imposible salir adelante, la historia que
voy a contar lo hago con resentimiento y agradecimiento, trato de hablar
y contar lo que me sucedió para que las personas sepan cómo sufre la gente de
abajo…
Me llamo Martín, nací en 1992 en la ciudad de Caballito, mi madre
falleció por una hemorragia dándome a luz, mi padre invadido por el dolor y la
tristeza de la pérdida de su esposa decidió criarme, no me abandonó nunca y me
puso el mismo nombre que él.
Vivíamos en una casilla al lado
de la vía, mis años de infancia fueron difíciles. En el jardín de infantes la
discriminación y la diferencia de clase social se hacían vigente, mis
compañeros me miraran diferente. Cuando teníamos que hacer trabajos en grupos
nunca me elegían, no me invitaban a sus casas y menos a sus cumpleaños porque
yo no tenía la misma ropa que ellos, porque solo tenía un camioncito con el que
jugaba todas las tardes y no tenía juguetes caros, para ser más claros era
pobre y era el único humilde del salón por esta misma razón y por no tener a mi
madre con vida mi infancia fue triste. Siempre esperaba en cada fiesta que se hacía en el jardín que
por la puerta entrara mi mamá con mi disfraz para actuar como los demás chicos
pero solo me quedaba en un rincón viendo las sonrisas de mis compañeros y de
sus madres.
El último día de clases y con lágrimas en los ojos recibí mi
diploma de egreso, mi padre por su trabajo no pudo estar conmigo en el día más
importante de mi vida ya dejaba de ser un niño.
En el verano me gustaba ir a una casa a tres cuadras de la vía sus
dueños se iban de vacaciones y como tenía piscina me bañaba y jugaba hasta
tarde. El empleo de mi padre iba empeorando, tenía pocas horas de trabajo y
cobraba muy poco . Yo tenía que empezar
la escuela y comprar mis útiles entonces no tuve otra opción que ir al basurero
de la ciudad a buscar algo que me sirviera. Encontré una cartuchera, una
mochila con el cierre roto y un delantal medio gastado pero estaba muy contento
por empezar la escuela y nada me importaba.
Empecé mi primer día en la
escuela primaria con una inmensa sonrisa, saludé a mi papá y entré al salón. En
ese momento mi sonrisa se fue rápidamente cuando vi a todos mis compañeros del
jardín, los que me discriminaban, allí estaban mirándome y hablando entre ellos
en voz baja. Pero me llamó la atención que en el fondo había una chica que no
conocía, ella era muy hermosa, estaba sola y se notaba que no estaba bien, con
un poco de timidez me acerqué y le pregunté si me podía sentar al lado suyo,
ella me miró a los ojos me sonrió y no dude en sentarme sin darme cuenta de que
esa persona me iba a cambiar la vida por completo.
Se llamaba Milagros hacía una
semana que se había mudado a caballito, tenía los ojos de color verdes, el pelo
castaño, le gustaba leer libros y salir a andar en bicicleta, teníamos una
buena amistad estábamos todo el día juntos y lo más importante era que entendía
mi situación de vida. Sus padres habían muerto en un accidente de tránsito
cuando ella tenía cuatro años, su tía la trajo a vivir con ella sin embargo las
cosas empeoraron y Milagros tuvo que salir a pedir en la calle para poder
comer. Había pasado por momentos donde fue víctima de discriminación igual que
yo por eso no me sentía solo, contaba con el apoyo de ella cuando me ponía a
pensar que hay otros que tienen mejor vida y no se lo merecen, pero mi padre y
Milagros me enseñaron a entender que la vida no la podes elegir, que no estaba
solo, y además no era el único, hay otros que están pasando miseria,
indigencia, penurias y necesitan una mano para salir adelante y no darse por
vencido.
Pasaron los años mis
calificaciones eran muy buenas, pero mi papá seguía en el mismo trabajo con un
sueldo mínimo que no nos alcanzaba para comer. Una tarde de diciembre del 2001
llegué de la escuela y encontré a todos los compañeros del trabajo de mi papá y
vecinos con carteles que decían “¡que se vayan todos!”, pintura, bombos y
cacerolas. Me acerqué a mi papá y le pregunté qué estaba pasando y él me
contestó: “el país está en crisis y si no lo impedimos ya no va a ver vuelta
atrás”. Además me dijo que me quedara en casa pero no cumplí con la orden y lo
seguí sin que me viera. Llegamos a una plaza que antes era alegre llena de palomas
y ese día se llenó de gritos, insultos
y rostros tristes que jamás me voy a olvidar. Íbamos avanzando acompañado de
mucha gente, los gritos empezaron a aumentar, el miedo aparecía en mí, busqué a
mi papá y con mucho pánico lo abrasé y caminamos juntos, desde el fondo de una
calle aparecieron camiones hidrantes, “monstruos” armados en caballo bajo al
mando de “chupete” que nos atacaron.
Me acuerdo de un grupo de abuelas con pañuelos blancos en sus
cabezas que fueron agredidas. Al verlas no pude contener mis lágrimas,
comenzaron a sonar sirenas, nos lanzaban proyectiles, agua, gases y nosotros
los agredíamos con piedras, insultos, gritos, ruidos de tarros y cacerolas a
comparación de ellos éramos muy débiles. Fueron dos días en los cuales acompañé
a mi padre en todo momento hasta ese 20 de diciembre donde él fue mártir de
golpes y balas, renunciaba a sus honores, pero no a la lucha, llorando me miró
a los ojos y con sus pocas fuerzas me dijo: “procura ser valiente para que
nadie pueda herirte, sé noble para que nadie te humille, sé humilde para que
todos quieran estar contigo, sigue siendo tú para que nadie te olvide”. Sentí
que el mundo se caía, mis lágrimas limpiaban la sangre que recorría en el
cuerpo de mi padre, pero mi fe y mi valentía no desaparecieron, corrí el cuerpo
del campo de batalla, entre los saqueos y robos a los supermercados pasó un
señor con una manta que se le cayó y con ella tapé los restos de ese gran
luchador que solo quería que se termine la corrupción y que nos devuelvan lo
que era nuestro.
Me pasó todo en esta vida sin
embargo nunca me di por vencido. Todos los domingos voy a sentarme en un
banquito cerca de donde descansan los restos de mi padre, recordando las frases
del libro “Martín Fierro” que él me repetía cada vez que me sentía triste, como
todo Argentino sabe el gaucho Martin Fierro fue un luchador que criticaba al
indio y al inmigrante que no servía su presencia en el país, denuncia la
corrupción y refleja el dolor, la humillación y la marginación, creo que mi
padre fue un simple reflejo de Martín Fierro y me siento orgulloso de llevar el
nombre de dos personas que tuvieron un rol importante y que no se dejaron
dirigir por nadie.
Milagros me siguió acompañando en
todo momento, le declaré mi amor y ella aceptó mi petición de ser su novio,
desde ese día las cosas cambiaron. Pasaron los años seguí estudiando, me
gradué, me casé y tuve dos hijos, soy abogado pero siempre seguí pensando en
los demás, en la gente que se encuentra en la misma situación que yo estuve,
por esa razón fundé un centro para indigentes, para lo que están en situación
de calle, con asistencia médica, comedor y espacio para descansar por las
noches, para que no se sientan solos. Siempre hay alguien que está para darte
una mano y ayudarte en los momentos tristes. Todavía hay muchos pobres en el
mundo está en uno dejar de lado la soberbia y ayudar a los que más necesitan
para cambiar la situación que algunos países viven.
La vida es todo
menos sencilla y vale la pena ser vivida aunque tenga muchos obstáculos si luchas
por lo que querés no cabe duda que se cumplan tus deseos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario