domingo, 20 de marzo de 2016

EL GUANTE (LEYENDA ANÓNIMA)

     El rey Francisco de Alemania estaba cierto día esperando a que empezara una lucha entre bestias en el circo. Alrededor de la pista congregábanse las damas de la alta aristocracia y los nobles de la corte.
     Dio el rey la señal de salida, y se abrió la puerta de la jaula, dando paso a un fiero león, el cual miró en torno suyo, moviendo nerviosamente la cola, y por fin se acostó en el centro de la plaza.
     De nuevo hizo el rey señal con la cabeza, y abriéndose otra vez la puerta, saltó a la arena un magnífico tigre, que rugiendo, miró al león. Después de dar algunas vueltas por la pista,  acabó tumbándose en el suelo, a poca distancia del león.
     Por vez tercera repitió .la señal el monarca, y entonces salieron dos leopardos que, veloces, lanzáronse sobre el tigre, el cual, de un solo zarpazo, los puso en fuga. Durante algún tiempo, sólo se escuchaba el rugido de las fieras, que fue decreciendo poco a poco, porque los leopardos, resguardados en un rincón, aguardaban el momento propicio para saltar sobre el tigre.
     Contenían los espectadores la respiración, esperando el comienzo de la lucha, cuando de repente, desde uno de los palcos, cayó sobre la arena, entre el león y el tigre, un femenil guante blanco, que pertenecía a la hermosa hija de un aristócrata. Esta, volviéndose hacia un caballero, que la estaba cortejando, díjole sonriendo:
    - Si el amor que sentís por mí es tan profundo como me aseguráis continuamente, hacedme el favor de ir a buscar mi guante.
     El caballero miró a su bella; y antes que nadie pudiera vislumbrar lo que había pasado entre ambos, saltó del palco a la arena, y rápido como un relámpago, recogió el guante.
     Las fieras saltaron sobre él, pero ya estaba a  salvo  el caballero,  que trepaba ágilmente hacia su palco.
     De todos los pechos brotó un grito de alegría, agolpándose los nobles alrededor del caballero, para felicitarle y presenciar la devolución del guante a la dama.
     Los circunstantes pensaban que ésta no podría menos de ofrecer su mano, después del heroico hecho realizado por su galán. El caballero inclinóse profundamente y, al mismo tiempo que la presentaba el guante, díjole:
     - Si por un capricho me habéis expuesto a tan grave peligro, no estimo ni quiero vuestro amor.
Y dicho ésto echóle el guante sobre la falda y alejóse de ella para siempre.

EL REY, EL NOBLE Y EL ALDEANO

Llegó un día a oídos del rey Luis XII de Francia, que uno de sus nobles había tratado brutalmente a cierto aldeano.
Tal noticia afectó profundamente al monarca, que por la magnanimidad de su corazón era amado sinceramente por sus súbditos, los cuales le llamaban'« El Padre del Pueblo ».
Determinó, pues, Luis XII dar una severa lección al noble, sobre el modo de tratar a los que no eran tan afortunados como él. Disimulando, pues, su propósito, meditó durante varias semanas el asunto, y maduró un plan que, a su juicio, no podía menos de dar los mejores frutos.
Un día invitó al noble a venir a le hizo quedarse a comer. El no se sentó con él a la mesa; mas a pesar de ello, ordenó que le regalaran con el más suntuoso banquete que imaginarse puede.
Fuéronle servidos los más delicados y apetitosos manjares; y únicamente estuvo prohibido, de orden del rey, que se le presentara el menor bocado de pan. Extrañó sumamente al noble tan raro olvido, pero por cortesía no se atrevió a pedir alimento- tan común y vulgar, teniendo especialmente a su disposición tan variados platos. Con todo, según iba gustando tantos primores culinarios, notaba cada vez más la falta del pan, y ya antes de los postres, estaba visiblemente disgustado por la ausencia de cosa tan necesaria.
En aquel instante penetró el rey en el salón.
 - Caballero,le dijo,¿os han servido bien?
 - Señor,le respondió el noble ha sido un festín, digno de un rey; mas, no obstante, he de decir la verdad a su Majestad; no estoy satisfecho, pues entre tanta abundancia de manjares faltaba el pan, tan necesario en toda comida.
 - Perfectamente,le respondió Luis XII con tono severoasí comprenderéis mejor la lección, que os he querido hacer inolvidable. Como veis, os es indispensable el pan para satisfacer una primera necesidad. Aprended, caballero, a tratar con humanidad a aquellos cuyo oficio es cultivar la tierra que ha de producir el pan necesario para vuestro mantenimiento.

ARTE POÉTICA Por Pablo Verlaine

La música antes que todo sea,
Y el Impar vago para ello busca,
El Impar libre por el espacio,
Sin que le manche cosa ninguna.

No es necesario que tus palabras
Con minuciosa propiedad luzcan:
Son aún más gratos los versos grises
Que a lo Indeciso lo Exacto juntan;

Son ojos grandes detrás de velos,
Son temblorosos soles que alumbran,
Son en cielo de otoño tibio
Azul enjambre de estrellas puras.

Así buscamos el matiz débil,
¡Siempre matices! ¡El color nunca!
¡Oh! ¡El matiz sólo desposar logra
Sueños con sueños y alma con música!

¿A la elocuencia retuerce el cuello!
Continuamente, con la mano ruda
Ten a la rima bien dominada;
¡Cómo te arrastra si te descuidas!

¿Quién de la Rima dirá los males?
¿Qué niño sordo, qué negra estúpida
Forjó este dije de baratillo
Que suena a hueco cuando se usa?

¡Música empero, música siempre!
Sea tu canto cosa que suba
Desde tu alma que de otros cielos
Y otros amores camina en busca.

Tu canto sea la profecía
Que va extendiendo la brisa húmeda
Por la mañana sobre los campos...
Y el resto es todo literatura.

A LA CASCADA DE DTOHA EN EL MONTE HIYE Por el poeta japonés Tadamine

Años de angustias y años de cuidados
Han pasado por ti, y en tu cabeza
Al pasar cada uno, te ha dejado
Una hebra de plata en tu cabello,
Hasta que al fin, en la vejez, tan sólo
Caen rizos de nieve por tu espalda.
Así espumosas caen por el valle
Sus olas de blancura inmaculada.

LA LIMOSNA Por Lázaro María Pérez

Oye, hija mía: cuando el pobre toca
De puerta en  puerta mendigando un pan,
Nos lo pide por Dios, y el Dios que invoca
Es el mismo que a todos pan nos da.

El Padre universal tiene un consuelo
Para todo dolor: y cada bien
Con que socorre al pobre, sube al cielo
Y en densa nube tórnase al caer.

Por eso es su caudal inagotable;
Por eso cada bien abate un mal;
Por eso encuentra pan el miserable,
Por eso el desvalido encuentra hogar.

También la caridad en su eficacia
Da una limosna y la reciben dos:
El que la pide, un pan que su hambre sacia;
El que la da, la bendición de Dios.

Y el aturdido mundo no percibe
Quién en esa limosna gana más,
Si el mendigo infeliz que la recibe
O la mano piadosa que la da.

Pero en este dilema no hay razones:
Calcular es lo mismo que sentir:
Si das pan y recibes bendiciones,
¿La dádiva mejor, no es para ti?

San Juan de Dios, que avaro perseguía,
Para ofrecerle pan, a la orfandad,
Al ponerlo en su mano le decía:
«¡Gracias por la limosna que me das! »

No olvides, hija mía, la enseñanza
Que encierra el don munífico de Dios:
Si de fe se alimenta tu esperanza,
Busca en la caridad tu galardón.

NADA MAS Por Victoria Gonzáles

A los que viven intensamente el amor.

Quiero tocar de nuevo
las estrellas con mis pechos
cada vez que te evoco

Quiero que me falte el aire
que me tiemblen las entrañas
que el tiempo se detenga

Estar prendida a tu piel
en una hoguera constante
sentir tu aliento sobre el mío
tu palpitar galopándome la espalda
oír tus pasos desnudos
atravesando los muros

Que no te desvíe el viento
ni te detenga una lira
quiero entonces con más ansias
rasgar mi largo vestido
para fundir en cada poro despierto
tu fértil vibrar sediento
y embriagarme con tu aroma

Que se me acabe la vida
y quiero, quiero nacer de nuevo.

Diciembre 2011.

A LUCASTA, AL PARTIR PARA LA GUERRA Por Ricardo Lovelace

No me digas, amor, que soy cruel,
Pues dejo tu convento,
Tu casto corazón y tu alma hermosa,
Y hacia la guerra vuelo.

...Cierto, sí, voy en busca de otra dama:
Por ella al campo salgo
Con tan robusta fe, y llevo conmigo
Mi espada y mi caballo.

Y mira tú si es grande mi inconstancia
Que por su amor te dejo. ..
No te quisiera tanto, vida mía,
Si amara mi Honra menos.

VIDA DE HOMBRE Por SUSANA CALANDRELLI

Prisionero en la cárcel de sus cinco sentidos,
curioso ante la vida, solo contra la muerte,
esperando sin miedo los golpes de la suerte,
vive tranquilo el hombre sus años más floridos.

No lo vence la pena por los días ya idos
ni hay llanto que lo trabe ni duelo que lo alerte:
tampoco su coraje se inmuta ante lo inerte
ni lo afecta el recuerdo de los goces perdidos.

Mucho después, cansado, con el alma ya ciega,
dejará silencioso su  lugar en la brega
con pasitos furtivos como de caracol...

Sin darse por vencido se dirá: - ¡Fui un valiente!
Pero quienes lo vean lo creerán solamente
un mendigo buscando su moneda de sol.

De "La Prensa", 1968

Regreso a la casa natal Por Alfredo Veiravé

Fácil es volver a ella. Queridas islas
recibidme ahora para la navegación (Es verdad así
“Héctor yacía en el suelo, desvanecido”
mientras la enaltecida ola quebraba sobre la playa.)
Fácil es volver a ella. Queridas sombras
atended el movimiento de los dioses que, al atardecer
rompen entre sus dedos las negras uvas.

Aquella tierra es dulce, y su dulzura
nos entrecierra los ojos. Evoquémosla,
sin temores. Pasa la tarde amarilla y ceniza,
sobre las torres. Desvarían los ángeles hermosos
entre los trebolares de la costa. Pero más aún,
desfallecen con las cabezas curvadas de dolor
en los jacarandaes.

Fácil es volver a su profundo y solitario aljibe,
a la querida casa.
(Evoquémosla sin temores, porque ella ya no existe.)

De “La Prensa”, 1966