sábado, 16 de noviembre de 2013

Tres sones inéditos de Nicolás Guillén

Extraídos del libro “El libro de los sones”Editorial Letras Cubanas  Cuba, 1982, año 24 de la Revolución.

¡ME BENDO CARO!

A mí me guían la negra,
pero cuando son bonita;
dede que'toy de Cronita
me bendo caro!

Lo que sagga ene periódico
e poqque ta bien con menda;
la que  entienda
que no se guiye!

Pero si la negra jora,
¡qué le boy hasé!
Si se me arrodiya,
¡qué le boy hasé!
Si me dise santo,
¡qué le boy hasé!
Si se pone trite,
¡qué le boy hasé!


YO NUNCA DIGO
Guaguancó

Yo nunca digo
que mi canción es de protesta;
yo siempre dejo
que lo diga ella,
así en la calma
de la serena tarde,
como en el alba fría
o en el desierto anochecer.

Mi cuchillo  tiene filo,
 no lo sujetes, no, no.

Si mi guaguancó protesta,
ay, también protesto yo.

Mi cuchillo tiene filo,
no lo sujetes, no, no.

Guaguancó, que  guaguancó,
que guaguancó, guaguancó,

Mi cuchillo tiene filo,
no lo sujetes, no, no.

Sube el humo, sube el humo,
subiendo está el guaguancó.

Mi cuchillo tiene filo,
no lo sujetes, no, no.
No, no.
No.

Así en la calma
de la serena tarde,
como en el alba fría
o en el desierto anochecer.


CURUJEY

Io quiero un nobio dotó
de lo que curan,
pa sabe po qué me duele
la sintura.

Si e abogao que no me faje,
poqque yo no quiero cuento:
ay, mamá, ya tube uno
y me salió mueto!

Yo quiero un nobio dotó,
curujey, curujey;
pa líe si el nobio me cura,
curujey, curujey;
que me diga lo que tengo,
curujey, curujey;
lo que tengo en la sintura!

ELOGIO A LA CLANDESTINIDAD Por Bertolt Brecht

Es bello
Tomar la palabra en la lucha de clases,
Llamar a las masas bien alto en la lucha
Para que aplasten a los opresores
Y liberen a los oprimidos.

Es difícil y útil el trabajo diario
Imperceptible el tenaz
Y secreto tejer la red del partido.
Ante el cañón de los dueños;
Hablar pero esconder al orador.
Vencer, pero esconder al vencedor,
Morir, pero esconder la muerte.

¿Quién haría mucho por la fama
pero quien lo haría por el silencio?
Pues la fama pregunta en vano
Por los que realizaron la hazaña.
¡Aparezcan un momento
desconocidos de rostros cubiertos
y reciban nuestras gracias!

Somos siete Por JOSÉ ANTONIO CALCAGNO

En la primer mañana de la vida,
Un niño, el más precoz e inteligente,
Por más sensible corazón que abrigue.
¿Qué puede saber nunca de la muerte?
Una errabunda niña de una aldea
Vino a mí ayer cual si a su padre fuese;
Tiras el traje, rubios los cabellos,
En mechones cayéndole a la frente.
Preciosa en su abandono y desaliño.
Era la imagen de una flor silvestre.
Y hablamos: -¿Qué edad tienes?
-Ocho años. Y alzó sus dulces ojos inocentes.
Placer hallando en conversar con ella
Díjele luego: -¿Y cuántos son ustedes?
-Somos siete, me dijo enseguida,
Como quien sabe bien lo que refiere.
-¿Dónde están? -Somos siete, ¿no? -Pues bueno
Dos hay en Gales; dos están ausentes
En el mar, son marinos; dos reposan
En aquel cementerio; y yo son siete.
-¿Dices que dos en el sepulcro yacen?
Pues no son siete ya... ¡Perfectamente!
Y dos en Gales, cuatro; y dos a bordo,
Seis; y yo la más chica... somos siete.
Mi madre y yo tenemos una choza.
Cerca  del  cementerio  donde  duermen
Mi hermana y mi hermano en una tumba;
De nuestra puerta misma puede verse.
Mirad de aquí, del viento remecida,
La yerba verdeguear que en ella crece;
Uno del otro al lado los han puesto,
A que tengan calor, que no se hielen.
Yo me voy con mi lana y mis agujas
A tejer a su lado muchas veces,
Y a cantarle los cantos de mi madre,
Para que duerman bien y no despierten.
O si la tarde es buena, mi comida
Llevo en mi escudilla y muy alegre
La tomo junto a ellos como antes;
Mas, nada puedo darles porque duermen.
En vano quise oyendo estas palabras
El misterio explicarle de la muerte:
Que ella insistió en las suyas, muy risueña,
- ¡Oh! no señor! nosotros somos siete.

De “Cien  trozos escogidos”, Lecturas para 
el 1º año del normal del Instituto María Auxiliadora, año 1931

POEMA (Anónimo)

Se solicitan mecánicos, plomeros, sirvientas,
Mozos chicos, cocineras, jardineros, costureras,
Maestros, choferes, albañiles, cargadores,
Torneros, pintores, secretarias, herreros,
Fontaneros, meseros, electricistas, mineros,
Cobradores, jornaleros, peones, barrenderos...
Se solicita a todos los pobres.
Solicitamos a todos los trabajadores
Para hacer una revolución.
Para cambiar el mundo,
Para darle muerte a la miseria,
Para que sonrían los niños,
Para construir un nuevo mundo;
¡Un mundo donde coma el que trabaje!

HOY HE SIDO BUENO Por Juan Burghi.

Señor: durante un día,
durante todo un día he sido bueno;
bueno a pesar de todo:
de la frágil arcilla de mi cuerpo,
de mi egoísta corazón de hombre,
y a pesar de mí mismo, he sido bueno.

¡Me sentía tan limpio y reposado
de espíritu y de cuerpo,
adormecidos los instintos malos,
y el día era tan bello!...
(¡oh, la magia del sol de primavera!...)
que... yo no sé... acaso sin quererlo,
fui bueno todo el día,
en acción y palabra y pensamiento.

El rosal que sonríe en mi ventana
ha sido mi maestro,
porque él me ha enseñado
que, hundiendo su raíz en el estiércol,
corona cada una de sus ramas
con una rosa de fragantes pétalos.   .

Como un rosal hoy floreció mi espíritu
con la flor de bondad de un día bueno.

Canción por la niña que faltó a la ronda Por MANUEL DE CASTRO



Luz del alba... serafines...
¿quién por ella danzará?
Luna de oro de su frente:
¡toda la pena del mar!...

¿Quién nos dirá la gracia
de su gesto y su voz?
Gire la ronda, gire
cada vez más veloz.

Era triste y era alegre
- no podemos decir más
sobre el círculo vacío
giraremos sin cesar.

Se irá la luna redonda,
vendrá el lucero del sol;
ronda de días y noches
como en un juego de Dios.

Era frágil y era fina...
¿Quién por ella cantará?
Espejo de luz su frente:
- no podemos decir más.

Durmióse el alba en sus ojos
y nunca más despertó.
Demos vueltas y más vueltas
por la niña que faltó.

Luz del alba... serafines...
¿Quién por ella danzará?
Luna de oro de su frente:
¡toda la pena del mar!

Original dedicado por Manuel de Castro a los 
compiladores del libro “Savia Nueva”, 
de Eloy F. Alonso y José D. Forgione, 
Editorial Kapelusz , año 1956

Juegos de niñas - Por Mayte Sánchez Sempere- Madrid- España

 Bombero contestó la niña.
- Será bombera -la corrigió su prima, dos años mayor.
- Pues bombera, es igual. - rectificó la pequeña, cogiendo del suelo la pelota y
lanzándola con fuerza contra la pared-. Bombera y conductora de trenes.
- Eso son cosas de chicos volvió a corregirla la prima con ese tono de marisabidilla
que tanto molestaba a la niña.
- ¿Tú que sabes? contestó molesta.
-  Más que tú, que estás en primero de nuevo el tono condescendiente calcado al de su
madre.
La niña calló y volvió a coger la pelota. Miró a su prima y apretó la esfera de goma
pensando en las ganas que tenía de tirarle de la coleta. Se mordió el labio inferior y
lanzó con todas sus fuerzas. La pelota rebotó y se alejó rodando de ellas.
- Tendrás que ir a por ella… -dijo la prima.
Sin contestar, la niña le dio la espalda a su prima y se dirigió al recuadro de césped
donde la pelota había quedado parada, enganchada en las ramas más bajas de un arbusto de evónimo. Se agachó a recogerla y al hacerlo, un brillo rojo intenso llamó su atención desde el otro lado del arbusto.
- ¡Patri! gritó- Ven, mira esto.
La otra se acercó despacio, con la nariz levantada y tratando de demostrar que no le
importaba demasiado lo que la pequeña había encontrado. Se agachó junto a ella y miró.
Muy quietas, las dos niñas observaban entre las ramas bajas.
- ¿Está muerta? preguntó la pequeña.
- No sé dijo la otra-. Tócala, a ver si se mueve.
- La pequeña alargó la mano con miedo, la metió entre las hojas procurando no arañarse y la dejó quieta a unos centímetros.
-  Y si está muerta… ¿qué hacemos? peguntó sin moverse.
- La autopsia, claro.
- ¿Qué es la autopsia? preguntó de nuevo.
- Pues es lo que hacen los policías para saber quién la ha matado.
- ¿Y si se ha muerto ella sola, como la abuela?
- Pues entonces se dice “causas naturales” y ya está. ¿Lo ves como no sabes nada?
- ¿Y cómo hacemos la autopsia? siguió preguntando la pequeña.
- Deja de preguntar y mira si está muerta… si está viva no podemos hacerla.
- ¿Y qué hacemos si está viva?
- Si está viva llamamos a un mayor para que llame al 112 y venga una ambulancia y
  la policía.
- ¿Y los bomberos?
- Los bomberos no hacen falta, no hay fuego.
La pequeña volvió a mirar entre las hojas y muy despacio acercó los deditos hasta tocar el pie. Lo empujó un poco, la pierna se movió y al soltarla, volvió a su posición.
- Tiene pinta de muerta confirmó.
- Toda la pinta corroboró la mayor.
- Entonces… ¿hacemos la autopsia?
 - Claro, hay que saber qué ha pasado
Con tono afectado se dirigió al cadáver semioculto entre los arbustos y le habló.
- ¿Qué te han hecho, preciosa?
Se dirigió de nuevo a la pequeña
- Hay que hacer esto para que el cuerpo te cuente su historia.
La pequeña la miraba boquiabierta.
- ¿Dónde lo has aprendido?
- En CSI, lo hacen todo el tiempo. Es muy fácil. Vamos.
Y levantándose cogió a la niña de la mano y se incorporó para rodear el arbusto que las separaba del cuerpo.
En un pequeño claro, oculto desde los paseos del parque, la mujer yacía boca arriba. Lo que había llamado la atención de la niña era un zapato de charol rojo fuego. El otro pie estaba descalzo. La mujer llevaba un vestido muy corto, blanco, sucio y arrugado. Un bolso también rojo descansaba abierto en el suelo junto a su mano derecha. Tenía los ojos cerrados y la boca semiabierta. Las niñas se acercaron sin dejar de mirarla.
- ¿Seguro que no respira? preguntó la pequeña.
La mayor se agachó junto a la cabeza de la mujer y acercó la oreja a su boca. Roncaba un poco. Menudo fastidio.
- No respira -le dijo a la pequeña-. Podemos empezar.
- ¿Y qué hay que hacer?
- Lo primero, examinar la ropa y ver si hay restos.
-¿Restos?
- Sí, migas o bichos o pelos… esas cosas.
Juntaron las cabezas para examinar el cadáver y miraron fijamente la ropa.
- Yo no veo nada… -dijo la pequeña.
- Yo tampoco, habrán ocultado las pruebas. Vamos a abrirla.
- ¿Abrirla?
- Sí, con un cuchillo se le abre la tripa para ver qué ha comido.
- ¿Y por qué queremos saber qué ha comido?
- Por si la han envenenado.
- No tenemos cuchillo razonó la pequeña.
La mayor levantó la vista y miró a su alrededor.
- En el bar. Podemos coger uno de la mesa. Tú entretienes a los padres y yo me lo llevo.
. . .

Sentados frente al televisor los padres comentan la noticia que ha conmocionado al
barrio. Una prostituta ha aparecido muerta y horriblemente mutilada en el parque donde suelen ir a jugar con sus hijas. Horrorizados recuerdan que ese mismo día estuvieron allí, tomando unas cañas mientras las primas jugaban a la pelota. Las niñas juegan y ríen en el pasillo. La mayor se levanta del suelo y se acerca curiosa.
- ¿Tía, qué ha pasado?
- Nada, hija, nada. Anda, ve a jugar, que esto no es para niños.
- ¿Y para niñas?
- Tampoco.