sábado, 2 de junio de 2018

Proverbios y cantares de Antonio Machado no incluidos en Poesías completas Emilio J. García Wiedemann, Universidad de Granada (Selección)

“Todo poeta - dice Juan de Mairena -supone una metafísica; acaso cada poema debiera tener la suya - implícita, claro está, nunca explícita - y el poeta tiene el deber de exponerla por separado, en conceptos claros. La posibilidad de hacerlo distingue al verdadero poeta del mero señorito que compone versos”
Los temas de los proverbios no incluidos como tales no disuenan en absoluto de los contenidos en las correspondientes secciones de Campos de Casulla y de Nuevas canciones: la crítica social; el recuerdo; el paso del tiempo; la esperanza; la adivinanza como forma pedagógica, contra la petulancia y la 'nueva poesía'; el quehacer literario; el humorismo; lo auténtico frente a lo sucedáneo; vivir / soñar.
¿Cuál sería entonces la razón última que llevó a Machado a no incluirlos? Podemos observar a este respecto que once de los poemas pasan a Poesías completas como composiciones autónomas o incluso formando parte de otros poemas. Quizá sea una pirueta burlona más de Machado, una más, en este caso hacia la crítica; si así fuera qué grande sería el sonrojo de aquellos que vilipendian esta parte de la obra de Machado al encontrarla diseminada en poemas que tienen como magistrales. 
En total, fueron cuarenta y dos composiciones que no incluyó Machado en Poesías completas.




I
En esta España de los pantalones lleva
la voz el macho; ¿
mas si un negocio importa
lo resuelven las faldas a escobazos.

II
Cuando recordar no pueda,
dónde mi recuerdo irá?
Una cosa es el recuerdo
y otra cosa recordar.

III
Cuando la tierra se trague
lo que se traga la tierra,
habrá mi recuerdo alzado
el ancla de la ribera.

IV
Recuerdos de mis amores,
quizá no debéis temblar:
cuando la tierra me trague,
la tierra os libertará

V
De la ciudad moruna
tras las murallas viejas,
yo contemplo la tarde silenciosa,
a solas con mi sombra y con mi pena.
El río va corriendo
entre sombrías huertas
y grises olivares
por los alegres campos de Baeza.
La luna está subiendo,
arrebolada, jadeante y llena.
Los caminos blancos
se cruzan y se alejan
buscando los dispersos caseríos
del valle y de la sierra.
Caminos de los campos...
¡Ay, ya no puedo caminar con ella!

VI
La vega está bordada de olivares
y surcada de pardas sementeras.
Tienen las vides pámpanos dorados
sobre las rojas cepas.
Guadalquivir como un alfanje roto
y disperso, reluce y espejea.
Lejos los montes duermen
envueltos entre la niebla,
niebla de otoño maternal. Descansan
las rudas moles de su ser de piedra
en esta tibia tarde de Noviembre,
tarde piadosa, cárdena y violeta.
El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera,
levantando en rosados torbellinos
el polvo de la tierra.
Aguardaré la hora
en que la noche cierra
para volver por el camino blanco
llorando a la ciudad sin que me vean.

VII
Allá en tierras altas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando en sueños.
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco. Dame
tu mano y caminemos.
Por estos campos de la tierra mía
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo
triste, cansado, pensativo y viejo.

VIII
Soñé que tú me llevabas,
por una blanca vereda,
en medio del campo verde
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
Eran tu voz y tu mano
en sueños tan verdaderas!
Vive esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!

IX
La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
de espíritu burlón y de alma quieta,
devota de Frascuelo y de María,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! Pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero;
a la moda de Francia royalista,
un poco al uso de París pagano,
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste
cuando se digna usar de la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío, y ¡por ventura! Pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de torero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito.
Hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
la España de la rabia y de la idea."

X
Adivina lo que quiero
decir con lo que te digo.
Te doy la madeja,
saca tú el ovillo.

XI
A esos hombres tan finos,
tan discretos
me los figuro a solas
coloraditos cual amapolas
¿O tendrán el tupé de sus secretos?

XII
¡Oh el mal ladrón, que las frutas
dejó que en mi huerto había
y se llevó las virutas
de mi carpintería!"

XIII
Tal dijo un hombre de bien,
que, al ver al ladrón robado,
sintióse ladrón también.

XIV
Para la buena ventura
del hijo que te dio el cielo,
debes ponerle Canuto,
por ser el nombre tan hueco.

XV
¡Qué difícil es
cuando todo baja

no bajar también.