sábado, 30 de enero de 2016

Contate un cuento VIII - Categoría B - Agustina Leguizamón, alumna de E.S. Nº 3 “Carmelo Sánchez”

La dulce venganza


Eran las tres de la madrugada cuando un llamado de mis superiores me despertó: El Sr. Aarón Loguerthal se encontraba tirado en el piso de su enorme y frío departamento. Este sin duda había sido envenenado, ya que no había rastros de lucha ni de haber sido asfixiado. Sobre la mesa  había un plato con migajas de una torta de chocolate, el cual fue llevado a investigar.
Me fui a mi casa de inmediato, mañana sería un día muy atareado. Tendría que buscar algunos sospechosos. Esta tarea no sería fácil. Su muerte no me habría sorprendido en lo absoluto. El Sr. Loguerthal era muy conocido por sus estafas, además era un verdadero avaro.
     Me levanté a eso de las seis, me dirigí hasta la casa del portero del difunto. Lo interrogué. En su versión de los hechos declaraba que había estado todo el día en su casa enfermo.”¿ Fue al doctor?”-  le pregunté. A lo que me contestó que no, que solo era gripe. Sin embargo su mirada constante hacia la derecha y su tartamudeo me parecieron demasiado raros. Como ya era tarde le pedí la llave del departamento del muerto, anoté su nombre en mi libreta de sospechosos y me marché.
     Al entrar observé la casa detalladamente. Me quedé mirando fijo el escritorio para ver si encontraba alguna pista. Sobre éste había una tarjeta de un veterinario llamado Pablo Stevens, un retrato de Loguerthal junto a un joven, y elementos de oficina desparramados. El cajón estaba con llave, pero gracias a un curso de cerrajería que había realizado años atrás lo pude abrir fácilmente. Me encontré una 22 y una carta. La carta de una tal Mariana López decía:
     “Aarón:
                    No insistas más. Ya te lo he dicho miles de veces que lo nuestro ha terminado. Conoces muy bien los motivos. Nunca te perdonaré que me engañaras con una prostituta. Hace meses que estoy con Oscar y he decidido comenzar una nueva vida en México junto a él y al bebé que estamos esperando.”
 La fecha de la carta estaba borrosa. La guardé en mi maletín y me fui del edificio. No sabía por dónde empezar. Entonces, busqué en la tarjeta del veterinario su dirección y me dirigí hacia allí a toda prisa.
     Al llegar pude comprobar que éste se encontraba muy alterado.
- ¿Dr. Stevens, ud. conocía al Sr. Loguerthal? – le pregunté
- Claro que sí. Traía a uno de sus caballos a mi veterinaria hasta que … Como muchos saben cometí el error de dopar a su animal y me denunció. Por ese maldito hombre me quitaron la licencia para ejercer mi profesión.
- ¿Por equivocación?
- Sí!! – dijo furioso
- Está bien, solo quiero saber qué hizo ayer a la noche
- Estuve todo el día en la Erpa Cía – me contestó
- Hasta luego. Debo seguir con mi trabajo
Todo muy sospechoso. Su alteración, su enojo por la denuncia del muerto y que no haya preguntado el motivo de mi visita.
Fui a la casa de Marina López, la cual le había enviado la carta a Loguerthal. Ella vivía junto a su marido, Oscar y su hija, Clarita. Le hice un par de preguntas.
- Hola. Vengo a informar que el Sr. Aarón Loguerthal ha fallecido
- Un bien para la humanidad. El hombre era un bastardo. – me contestó seria- Anduve un tiempo con él. Pero lo encontré con una prostituta y por suerte pude formar una nueva vida con Oscar y Clarita
- Sobre esa prostituta … sabes dónde puedo encontrarla
- Seguramente está en la villa 17, con su vestido rojo. Comienza su trabajo a las 11 hs
- En su departamento encontré esta carta – se la mostré-
- Sí, el tenía esperanzas en que recompusiéramos nuestra relación
- ¿Cuánto hacía que no tenías contacto con él?
- Hace mucho tiempo, hace unos meses que he vuelto de México y desde entonces solo lo he visto por televisión presentando nuevas remodelaciones de su fábrica textil
- ¿Dónde estuvieron ayer?
- Fuimos a visitar a mi madre
Como faltaba para que sean las once de la noche, horario en el cual comenzaba a trabajar aquella prostituta decidí ir a tomar algo a una confitería que quedaba cerca. Saqué la fotografía del difunto y aquel joven pensando en que él sería mi próximo destino.
- ¿Qué desea tomar señor? – me preguntó el camarero-
- Un café con crema
Miré al camarero y era muy similar al chico de la fotografía
- Una pregunta ¿usted conoce a este chico?
- Por supuesto es mi hermano, Emilio. Él ha muerto en la guerra de Malvinas
- Lo estoy buscando porque el Sr. Loguerthal ha muerto y encontré su foto junto a él en un portarretrato en su escritorio
- Sí, lo sé. Está porque lo sacaron cuando el Sr. Loguerthal visitó a mi hermano y le confesó que era su verdadero padre. Mi madre nunca se había atrevido a decírselo. Al día siguiente Emilio partió a la guerra y allí murió
Al terminar mi café fui a mi casa a intentar descansar un rato, pero no pude conciliar el sueño y decidí ir caminando hasta la villa 17, la cual quedaba muy lejos de mi casa pero necesitaba tomar un poco de aire
Recorrí la villa hasta que pude ver que un par de niños le estaban robando a una mujer su cartera plateada. Fui a toda velocidad pero cuando llegué ya era demasiado tarde le habían clavado un cuchillo en el costado derecho de su cadera y robado la cartera. La mujer llevaba puesto un vestido rojo pegado al cuerpo y unas medias negras caladas. Recordé que Mariana me había dicho que la prostituta con la que la había engañado Loguerthal siempre llevaba un vestido rojo. Le pregunté:
- ¿Cómo te llamas?
- Elizabeth ¿ y vos encanto?
- Cristopher.¿ Te encuentras bien?
- Sí,  es solo un corte. ¿Quiere pasar una noche conmigo?
- No. Soy un detective y necesito información sobre el Sr. Loguerthal.¿ Lo conoce?
- Sí ese avaro, prometía pagarme a fin de mes y nunca lo hizo, un día me cansé y dejé de verlo
- ¿Ayer dónde estuviste?
- Trabajando, como siempre
- Correcto me tengo que ir. ¿Seguro que te encuentras bien?
- Sí. Adiós
Estaba indignado no podía descubrir el caso. De repente se me cayó del saco la llave del departamento de la víctima y pensé que si estaba comiendo un pastel de seguro el envoltorio de este se encontraba en la basura. Pedí un taxi, al llegar me dirigí a toda prisa hacia el tacho. Ahí estaba aquel envoltorio, era de la panadería “Delicity”, la cual era muy conocida por sus exquisitos pasteles. Como ya eran las cuatro de la madrugada y la panadería se encontraba cerrada me fui a mi casa a dormir unas horas hasta que sean las nueve, hora en que la panadería abría. Al llegar pedí hablar con el panadero
- Hola. Mucho gusto. ¿Qué desea?
- Al Sr. Aaron Loguerthal le enviaron un pastel de aquí, el cuál era de chocolate
¿Qué más tenía el pastel?
- Manzana, canela chocolate y pedazos de chocolate blanco
- Espere.
Llamé al portero y le dije:
-  Escuché bien¿ a qué era alérgico Aarón?
- A la canela, a la crema, …
Corté ya era más que suficiente.  Llevé al panadero a la comisaría. No podía decir si lo había hecho a propósito o no.
 Dos meses después en pleno juicio, no pudo soportar más y confesó que siempre supo de la alergia y que todo lo había hecho para vengarse del odioso Sr. Loguerthal, quien cuando era chico había mandado a la quiebra a su padre quien no pudo con ello y se suicidó.

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