En aquél beso que nos dimos bajo la lluvia,
en silencio profundo y en un entorno mágico;
un sobrecogimiento, maquilló de dulzura,
mis calabrinos labios, por el tierno contacto.
Levitó todo el cuerpo como no lo hizo nunca;
proximidad del tuyo, creó leve desmayo;
¡La exigida rendición al placer en hondura!
Envuelta en sumo ensueño y maravilloso encanto
Fue una noche de aquellas, cuando sale la luna,
ante un firmamento, luciendo en noches, apático;
y de pronto, cual amantes surgen sus disputas
y la blanca luna rompe, en desgarrado llanto
Fue entonces, cuando me diste el beso de locura,
al pretender cubrirme con tus fornidos brazos;
yo levanté mi rostro entre lágrimas en lluvia,
y tú, mordiste mi boca, a la voz del relámpago.
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