sábado, 14 de diciembre de 2013

UN VALENTÓN Por Francisco de Quevedo y Villegas

Un valentón de espátula y gregüesco,
 que a la muerte mil vidas sacrifica,
cansado del oficio de la pica,
mas no del ejercicio picaresco,

retorciendo el mostacho soldadesco,
por ver que ya su bolsa le repica,
a un corrillo llegó de gente rica,
y en el nombre de Dios pidió refresco.

«¡ Den ustedes, por Dios, a mi pobreza;
les dice-; donde no, por ocho santos,
que  haré lo  que hacer  suelo  sin  tardanza!
Mas uno, que a sacar la espada empieza
-¿Con quién   habla?le dice al  tiracantos
¡Cuerpo de Dios con él y su crianza!
Si limosna no alcanza,
¿qué es lo que suele hacer en tal querella?
Respondió el bravucón:  “¡Irme sin ella!”

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