I
A un recién poeta, de pocas esperanzas
Voy a hablarte ingenuamente.
Tu soneto, don Gonzalo,
si es el primero, es muy malo;
si es el último, excelente.
II
A necio titiritero de afición
Ese hombre, cuyo renombre
puebla Corte y arrabales,
a todos los animales
remeda... menos al hombre.
V
Soneto a la pereza
¡Qué dulce es una cama regalada!
¡Qué necio, el que madruga con la aurora,
aunque las musas digan que enamora
oír cantar a un ave la alborada!
¡Oh, qué lindo en poltrona dilatada
reposar una hora y otra hora!
Comer holgar..., ¡qué vida encantadora,
sin ser de nadie y sin pensar en nada!
¡Salve, oh Pereza! En tu macizo templo
ya, tendido a la larga, me acomodo.
De tus graves alumnos el ejemplo
arrastro, bostezando; y, de tal modo
tu estúpida modorra a entrar me empieza
que no acabo el soneto..., de per...
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