sábado, 7 de septiembre de 2013

La noche Por Francisco Luis Bernárdez



Dulce tarea es contemplarte, noche que me has acompañado sin descanso. 
Dulce tarea es contemplarte desde la tierra con los ojos desvelados. 
¿Por qué razón me da tristeza la muchedumbre silenciosa de tus astros?
¿Cuál es la causa de mi angustia cuando me pierdo entre tus mundos solitarios?
A la deriva por el cielo, son como buques hace tiempo abandonados.
Van empujados por un viento desconocido hacia países ignorados.
Hasta el fulgor meditabundo que los anima es un fulgor desamparado.
Desde la tierra dolorosa presiento a veces su clamor desesperado.
¿Serán como éste aquellos mundos, noche serena que me llevas de la mano?
Al hombre triste le parece que son felices., porque siempre están lejanos.

Dulce tarea es contemplarte, noche que me has acompañado desde niño.
¡Con qué impaciencia te esperaban aquellos ojos en la plaza del Retiro!
Mi corazón de pocos años era pequeño, pero estaba pensativo.
Aunque la sangre no se viera, posiblemente ya estuviera un poco herido.
Mis compañeros se marchaban cuando agrandabas el lucero vespertino.
Cuando los otros se alejaban yo me quedaba para verte sin testigos
Me impresionaba tu silencio; tu poderosa inmensidad me daba frío.
Y sin embargo yo te amaba con una mezcla de temor y de cariño.
Acaso el alma presintiera que su dolor y tu dolor no eran distintos.
¿Ya no te acuerdas de mis ojos, de aquellos ojos empañados sin motivo?


De La ciudad sin Laura. Ed. Sur, Buenos Aires, 1938.

2 comentarios:

  1. Dulce tarea es contemplarte, noche que me has
    acompañado desde siempre.
    Cuando las penas me agobiaban, tú me tenías
    compasión y eras más leve.
    Con tus estrellas numerosas ibas contando
    mis heridas indelebles.
    Algunas veces alcanzaban, pero eran pocas
    tus estrellas otras veces.
    Yo te bebía con los ojos como la tierra bebe
    el agua cuando llueve.
    Tenía sed de que me hablaras y me dijeras
    el secreto de la muerte.
    Tú sabes bien por qué se vive, tú sabes bien
    por qué se goza y se padece.
    Pero callabas y callabas, siempre encerrada
    en tu silencio indiferente.
    No sé por qué me aprisionabas entre oscurísimas
    y altísimas paredes.
    En La Calera y en tu sombra la voz del río
    murmuraba dulcemente.

    Dulce tarea es contemplarte, noche que me has
    acompañado en este mundo.
    Lo que esperé toda mi vida vino contigo para
    siempre en un minuto.
    Córdoba entera se apagaba con las campanas
    temblorosas del crepúsculo.
    Mi vida tiene desde entonces el corazón de una
    mujer como refugio.
    En esta lucha despiadada con el espacio y con el
    tiempo estoy seguro.
    Ya no me duele haber nacido y estar muriendo
    bajo el cielo taciturno.
    Porque el amor omnipotente le da sentido
    verdadero a lo que sufro.
    Dios no se olvida de los hombres, aunque parezca
    muchas veces ciego y mudo.
    Eras oscura como siempre, noche que viste
    el nacimiento de mi júbilo.
    Eras oscura como siempre, pero mi amor te iluminó
    como ninguno.

    Dulce tarea es contemplarte, noche que ahora como
    ayer estás conmigo.
    Y mucho más desde que siento que en otro ser
    he descubierto mi destino.
    Un regocijo sin fronteras al obstinado sufrimiento
    ha sucedido.
    ¿Cómo no estar lleno de gozo cuando se sabe
    la razón de haber nacido?
    Por primera vez en este mundo sé que se puede
    ver la dicha y estar vivo.
    Dios ha querido libertarme, Dios ha querido
    rescatarme del olvido.
    Dime que sientes lo que siento, noche que vas
    eternamente al lado mío.
    Dime que sabes y comprendes lo que decimos
    los que amamos y sufrimos.
    Dime que ves, dime que escuchas a las mujeres,
    a los hombres y a los niños.
    Y luego cántame tus cantos hasta dejarme
    poco a poco adormecido.
    ( Francisco Luis Bernárdez )

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  2. Me encantaron, de Bernárdez siempre aprecié su poesía y estas me traen recuerdos de las noches navegando por los mares y de los sentimientos que me producían

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