Hay quien tiene la imprudencia
de olvidar, torpe y ligero,
o las deudas de dinero
o sus deudas de conciencia.
Y se forja la ilusión
de que es insolvente, cuando
está el infeliz pagando
con su propia estimación.
Porque todo el que se atreve
a prescindir del deber
se expone siempre a perder
mucho más que lo que debe.
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