sábado, 22 de junio de 2013

Nasrudín

Es un personaje mítico de la tradición popular sufí, una especie de antihéroe del Islam, cuyas historias sirven para ilustrar o introducir las enseñanzas sufíes, se supone vivió en la Península Anatolia en una época indeterminada entre los siglos XIII y XV. 
Su nombre: 
Nasr-ed-Din significa "victoria de la fe" y Hodja, "el maestro" o "el profesor". También se le conoce como "El maestro Nasreddin" (Nasreddin Hodja) y Mulá Nasrudín. 
Orígenes: 
Su origen es medieval y se le conoce en lugares como Egipto, Síria, Asia central, Pakistán y la India. También en Turquía y Rusia. Su fama se extiende desde Mongolia hasta Turquía, e incluso el sur de Italia, en Sicilia (donde es conocido por el nombre de Giufà) y en Cerdeña, y sus aventuras y anécdotas se cuentan en multitud de lenguas distintas. 
Historia:
Nasrudín es un Mulá (maestro) que protagoniza una larga serie de historias-aventuras-cuentos-anécdotas, representando distintos papeles: 
agricultor, padre, juez, comerciante, juez, sabio, maestro o tonto. Cada una de estas historias cortas hace reflexionar a quién la lee u oye, como una fábula, y además suelen ser humorísticas, con el humor simple de lo cotidiano, a veces con contrasentidos y aparentes absurdos. 
Sus enseñanzas, que han sido y son utilizadas por los maestros del sufismo, van desde la explicación de fenómenos científicos y naturales, de una manera más fácilmente comprensible, a la ilustración de asuntos morales. 
Idres Shah popularizó en Occidente al personaje a través de diversas recopilaciones de estos cuentos breves rescatados de la literatura y tradición oral de las culturas donde es conocido. 



Buscando la llave 

Muy tarde por la noche Nasrudin se encuentra dando vueltas alrededor de una farola, mirando hacia abajo. Pasa por allí un vecino.
- ¿Qué estás haciendo Nasrudín, has perdido alguna cosa?- le pregunta.
- Sí, estoy buscando mi llave.
El vecino se queda con él para ayudarle a buscar. Después de un rato, pasa una vecina.
-¿Qué estáis haciendo? - les pregunta.
- Estamos buscando la llave de Nasrudín.
Ella también quiere ayudarlos y se pone a buscar.
Luego, otro vecino se une a ellos. Juntos buscan y buscan y buscan. Habiendo buscado durante un largo rato acaban por cansarse. Un vecino pregunta:
- Nasrudín, hemos buscado tu llave durante mucho tiempo, ¿estás seguro de haberla perdido en este lugar?
- No, dice Nasrudín
- ¿dónde la perdiste, pues?
- Allí, en mi casa.
- Entonces, ¿por qué la estamos buscando aquí?

- Pues porque aquí hay más luz y mi casa está muy oscura.


Las apariencias 

Cuenta el sufi Mula Nasrudin que cierta vez asistió a una casa de baños pobremente vestido, y lo trataron de regular a mal y ya para salir dejó una moneda de oro de propina.
A la semana siguiente fue ricamente vestido y se desvivieron para atenderlo...y dejó una moneda de cobre, diciendo:
-Esta es la propina por el trato de la semana pasada y la de la semana pasada, por el trato de hoy.


¿A dónde ir? 

- La gente preguntó al Mula Nasrudín "¿Dónde debemos ir en una procesión fúnebre, al frente, en la parte trasera, o al lado?"
Nasrudin contestó: "¡No importa donde vayas, mientras no vayas dentro del ataúd!"


Una capa pesada 

Una noche la gente oyó un ruido espantoso que provenía de la casa de Nasrudin. A la mañana siguiente y apenas se levantaron lo fueron a visitar y le preguntaron:
"¿Qué fue todo ese ruido?". "Mi capa cayo al suelo". Respondió Nasrudín.
Pero: "¿Una capa puede hacer tal ruido?" Le cuestionaron:
"Por supuesto, sí usted está dentro de ella, como yo lo estaba"


La mujer perfecta 

Nasrudin conversaba con un amigo.
- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?
- Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo. Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.
Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.
- ¿Y por qué no te casaste con ella?
- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.


Sacarse el ojo dolorido 

Basándose en los informes que le habían dado a él, el Califa nombró a Nasrudin Consejero Mayor de la Corte y puesto que su autoridad no le provenía de su propia competencia sino del patronazgo del Califa, Nasrudin se convirtió en un peligro para todos cuantos acudían a consultarle, como se evidenció en le siguiente caso:
“Nasrudin tú que eres un hombre de experiencia”, le dijo un cortesano, "¿conoces
algún remedio para el dolor de ojos? Te lo pregunto porque a mi me duelen tremendamente”
“Permíteme que comparta contigo mi experiencia”, le dijo Nasrudin. “En cierta
ocasión tuve un dolor de muelas, y no encontré alivio hasta que me las hice sacar.”


Lectura instantánea

Cierto fakir del pueblo pretendía que podía enseñar a leer a una persona iletrada por medio de una técnica relámpago.
Nasreddin salió de entre la gente:
-Muy bien, enséñame ahora.
El fakir le tocó la frente y dijo.
-Ahora ve inmediatamente a tu casa y lee un libro.
Después de media hora, Nasreddin volvió al mercado con un libro en la mano. El fakir ya se había ido.
-¿Puedes leer ahora?-le preguntó la gente.
-Sí, puedo leer, pero ése no es el asunto. ¿Adónde está ese charlatán?
-¿Cómo puede ser un charlatán si ha logrado que leas sin aprender?
-Este libro, que procede de indiscutibles autoridades, dice: “Todos los fakires son un verdadero fraude”.


¿Cómo debo hacerlo?

Nasreddin tenía un discípulo al cual enseñaba y, de tanto en tanto, le daba ejercicios y tareas extra.
Cuando le indicaba las tareas a desarrollar, el discípulo siempre lo acosaba con preguntas: ¿por qué esto? O bien: ¿por qué aquello?
Nasreddin perdió un día la paciencia y levantando sus brazos, exclamó muy molesto:
-Debido al actual estado de las cosas, deberías preguntar cien veces “¿cómo debo hacerlo? por cada vez que preguntas “¿por qué?”.


Sueño

Acabo de tener un sueño extraordinario- dijo Nasrudín a su mujer una mañana-. Soñé que me encontraba con un comerciante con cuatro cargamentos separados.
-¿Que llevaba en sus alforjas?
-En la primera tenía persecución, y en la segunda, miedo. En la tercera, intolerancia, y en la cuarta, ceguera.
-¿Y quiénes eran sus clientes?
-Opresores, tiranos, imanes y magistrados.”


El costo de aprender 

Nasrudín decidió que podía beneficiarse aprendiendo algo nuevo y fue a visitar a un renombrado maestro de música:
- ¿Cuánto cobra usted para enseñarme a tocar la flauta? - preguntó Nasrudín.
- Tres piezas de plata el primer mes; después una pieza de plata por mes - contestó el maestro.
-¡Perfecto! - dijo Nasrudín; - comenzaré en el segundo mes.



1 comentario:

  1. Tengo que interpretar este texto, Ayúdame? Por favor.
    1-La propuesta de Nasrudín para lograr los conocimientos.
    2-La propuesta pedagógica que subyace en su actitud.
    3-LA relación entre la propuesta y su propia idea de aprendizaje.
    4-¿Hay coincidencias? ¿En que concuerdan? ¿en que no?

    Nasrudían llegó a a un pueblo que estaba situado lejos de su casa y se dio cuenta de que su reputación como gran maestro le había precedido. Los aldeanos se reunieron y su representante dijo:

    - Enséñanos tu sabiduría, gran Nasrudín.

    - Muy bien - dijo el Mulla -, pero primero permitidme sugerir algo útil para vosotros. ¿Os gustaría que esa fea colina al otro lado del pueblo fuese quitada de ahí, de modo que pudiéseis disfrutar las frescas brisas que ahora obstaculiza?

    Los aldeanos quedaron encantados con la proposición.

    - Ahora - dijo Nasrudín -, traedme una soga lo suficientemente larga para que rodee la colina y sobre un poco.

    Tras varios meses tejiendo, los aldeanos presentaron la soga.

    - Colocad ahora la soga alrededor de la colina, levantadla y pornedla sobre mi espalda para que me la pueda llevar -dijo Nasrudín.

    - Esto es ridículo - dijeron los aldeanos -, ¿cómo podemos levantar una colina?

    - ¿Cómo puedo llevármela si no lo hacéis? - preguntó Nasrudín -. Es el mismo problema que cuando me pedís que os enseñe mi sabiduría.

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